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Para cada Aomine hay un pelirrojo por Reiga

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Notas del fanfic:

Hola lindas!

Para todo quien lo lea espero les guste, esto me acaba de salir. Quería otro, pero  como estoy con el de la convocatoria pues no salió XD  y no quería dejarlo pasar con algo aunque sea  pequeñito.

 

 

~*~

 

 

 

Realmente quería acercarse, saber que era lo que a esa pequeña niña le ocurría. Sentía su corazón pesado y su propia perita tiritaba al ver como aquella pequeña lloraba desconsolada y sola en una esquina del baño. No recordaba haberla visto, por lo que suponía debía ser del otro curso.

 

Esa pequeña de cabello delirante habia llamado su atención. Su ojos rubíes  no habían pasado desapercibidos de sus ojos y el verlos aguados queriendo oprimir una profunda tristeza No estaba ayudando tampoco.

 

El moreno  era un niño solamente pero estaba seguro de que su inteligencia daba para entender que algo terrible le habia ocurrido. Y aquel peluche roto en las manos de la niña tenía mucho que ver. Pues parecía un conejo,  pero uno degollado y con su felpa escapando  de su… en algún momento adorable cuerpo.

 

—¿Que miras? — Dijo la joven rezagada con mirada desafiante, mientras con el dorso de su brazo se limpiaba su nariz y lágrimas. El orejudo se movió junto  con su mano desparramando aún más su relleno.

 

El moreno vio como la menor con su ceño fruncido pero aun hipando triste recogía sus restos. Metiéndolos nuevamente en la cabeza del dienton.

 

—¿Qué le paso a tu peluche?

 

—A ti que te importa — le contestó prepotente. El moreno frunció el ceño, no entendía del todo,  habia algo en su voz que le molestaba pero esa imagen enfrente de él le imposibilitaba enojarse o entender que era lo que le molestaba.

 

Cansado con su incomprensión se iba a retirar del baño pero se detuvo al escuchar su voz nuevamente.

 

—Me… Me lo rompió Sorata — dijo mirando con pena su orejudo. Causando que el pequeño morenito quisiera hacer algo por él. Pero…

 

Aquel nombre ciertamente le hiso apretar los dientes, sus manos, Flaquear y casi extinguir sus aires de héroe. Digo casi porque realmente lo estaba pensando.

 

 —Fue un regalo de mi… madre —El moreno no tenía idea de nada pero al parecer la sola mención de aquella mujer la habia puesto aún más triste de lo que estaba y es que sus lagrimas podrían haber hecho brillar aquellos ojos que se apagaron en un segundo.

 

No señor. Él era un caballero y como tal no podía dejar que semejante pequeña estuviera de aquella manera, Su nariz se hincho mientras resoplaba y sacudía el polvo inexistente de su ropa. Sus mangas también fueron arremangadas con decisión.

 

—Vamos por tu conejo — dijo tomando su mano y sacándola del baño, estaban en su hora de descanso así que Sorata, lo más probable es que estuviera en el patio de juegos.

 

Y valla que tenía razón.  El niño pelinegro estaba con tres de sus amigos riéndose a carcajadas alrededor del cadáver que yacía en el suelo.

 

De nuevo se replanteo que estaba haciendo. Estaba seguro que Sorata era un poco más pequeño que el pero de su doble de ancho. El jamás habia tenido un problema con el pero sabía por sus amigos que su puño y empujones dolían. También del hambre que sufrían cuando el menor regordete les quitaba su colación.

 

Bien… seguiría los concejos de su Oto-chan. “No pelear, él era un niño muy bonito para caer en eso”

 

Apretó la mano inconscientemente de la niña para darse valor y llegar junto al pelinegro. Enseguida los cuatro chicos se voltearon viendo con interrogación.

 

—Sorata-kun ¿Podrías devolverme el…?

 

El joven regordete no lo dejo terminar empujándolo y pasando a empujar a la joven detrás de él. Lección número uno de su Oto-chan a la basura, pero recordó la segunda “La buena educación hace a una buena persona” Civilización ante todo y ante los problemas más adversos.

 

—Sorata, por favor me podr… —En shock quedo al ver como el chico golpeo su hombro mientras se burlaba en su cara.

 

El pequeño héroe  soltó la mano que sostenía y fue indignado a buscar el cuerpo descuartizado recogiendo felpa por felpa. Cuando la tuvo se lo paso a la joven pelirroja. Y dio vuelta para mirar al joven que de un momento a otro le pareció reventar. El chico lo tomo de su delantal y lo jalo justo enfrente. Teniendo el desagrado de olerle la boca.

 

—¡Mira gorrrdo apestoso! … ¡A mí no me golpeas! —Le grito a la vez que se soltaba  dé su agarre y justo en ese momento recordó otro concejo de su Oto-chan. “Si peleas por algo justo estará bien. No voy a regañarte. Pero si ves que puedes salir perdiendo o podrían lastimarte ve con la profesora”

 

Por la cara de toro embravecido de niño regordete,  el pequeño moreno supo que este era el mejor momento preciso para correr y hacer valer ese hermoso concejo de su adorado progenitor.

 

 

 

~*~

 

 

 

El día de trabajo habia sido extenuante. Con contratiempos, discusiones y malos ratos, pero la ilusión de llegar al calor de su hogar le habia dado las fuerzas para no explotar y poder controlar la situación.

 

Con cada paso que daba más  cerca de la casa parecía que podía sentir su aroma tranquilizador, sonreía y pensaba en donde encontraría a su esposo el día de hoy.

 

Quizás en la cocina con su gorrito y delantal preparándolo algo esquicito para cenar, o tal vez le daría la imagen angelical de él durmiendo en el sofá mientras lo esperaba. O también podría deleitarse de una vista maravillosa mientras su esposo ayudaba a su hijo a hacer la tarea.    

 

Para él era una especie de juego del cual no se cansaría jamás.

 

Abrió la puerta con lentitud  y de la manera más silenciosa posible. En caso de que su ángel estuviera durmiendo. Camino por el pequeño pasillo de la entrada buscando con la mirada a su esposo. El sonido del televisor lo guio hasta el living, encontrado esa maraña pelirroja de espaldas.

 

Camino hasta él y lo rodeo de su cuello dejando un beso en sus cabellos.

 

—¿Y eso? — preguntó con extrañeza al ver lo que su esposo tenía en sus manos. Rodeando el sillón para sentarse a su lado.

 

—¿Qué tal estuvo el trabajo? — dijo el joven sonriendo pero sin quitar la vista de lo que hacía.

 

—Lo último que quiero es hablar del trabajo amor — dijo en un tono casi enfurruñado. Su esposo dejo su quehacer y le miro con una sonrisa de sol.

 

—¿Tan malo estuvo?

 

El moreno al ver que tenía esa mirada rubí sobre si sonrió olvidando el mal día por completo. Beso sus labios con dulzura, acariciando sus suaves mejillas.

 

—Bastante. Pero mañana será mejor — dijo con ánimos renovados. — Taiga ¿me dirás de donde salió el orejón? —viendo con atención el peluche que su esposo estaba cociendo.

 

—Pues a tu hijo le vinieron sus aires de héroe y rescato este pobre animalito de las manos del tirano, y me lo trajo para mañana devolvérselo a la damisela de la que se enamoró — El moreno escuchaba con atención y ante cada palabra sonreía —¿Te suena familiar?... De tal palo tal astilla dicen por ahí. — dijo mientras le daba los ultimo puntos al conejito.

 

—¿Es enserio? — preguntó con gracia recordando aquel acto de valentía que habia hecho en sus tiernos años de primaria por su ahora esposo. Solo que el animal habia sido un tigre con la cola perdida. Y le habia costado un ojo morado. Aunque Claro… aun así hubiera terminado medio muerto poco le habría importado por que la recompensa de los más tiernos labios no lo cambiaría por nada.

 

 —Sí. Naoki, llego hoy con este pequeño degollado y me pidió arreglarlo para que la niña dejara de llorar.

 

—Ya veo, ¿él está bien? ¿Dónde está ahora? — Para el la recompensa habia valido, pero dudaba mucho querer ver a su hijo con algún rasguño. Por un matoncito de primaria.

 

Y antes de que pudiera responder el pequeño niño de piel achocolatada, cabellos y ojos eléctricos aparecía corriendo saltando encima de su padre. Aomine respiro con tranquilidad al ver que no habia nada en su carita,  brazos, ni piernas. Ya que estaba con un short y una polera manga corta.

 

—¡To-san! Hoy conocí a un niña pelirroja muy bonita se parecía mucho a to-chan

 

—¿Así? — Preguntó Aomine mirando como el pelirrojo rodaba los ojos. Lo más seguro es que estuviera con la misma cantaleta desde que habia llegado de la escuela.

 

—Sí, era tan linda — decía el pequeño enamorado. Suspirando.

 

—Por qué no me sorprende el que para variar se pelirroja — dijo con burla el moreno mayor, recordando ambas gemelas de Akashi por las cuales su hijo deliraba.

 

—Los pelirrojos son bonitos, El novio de mi  ki-Nii  y Sato-Nii son lindos—Dijo el menor estirando sus brazos a kagami para que lo tomara en brazos  — aunque ninguno como Papá —Kagami beso su mejilla con amor — Pero  ya que dijiste con no compartirías a To-chan, voy a comenzar a buscar el pelirrojo para mí.

 

Decía con energías. El pequeño se bajó del regazo de su padre y vio con esperanzas el conejo. Mientras iba distraídamente a su habitación.

 

Kagami miro a su marido pidiendo explicaciones. Mientras se cruzaba de brazos.

 

—¿Cuándo se supone que tuvieron esa conversación?.

 

—oh vamos no te molestes. El me pregunto si cuando sea mayor podía casarse contigo y le explique que eso no se podía porque tú eras mío. Casi llora así que le explique que no tenía que porque llorar  que allá afuera esta un pelirrojo esperando por él.

 

—Ósea que volviste hacerlo — dijo con algo de molestia — Por tu culpa nuestros hijos tienen complejo de pelirrojos

 

—No lo digas así, es natural que te amen y quieran encontrar a alguien como tú,  — dijo abrasándolo y dándole un beso tierno —yo solo me encargue de hacerles entender que tú ya eres mío.  Ahora preferí hacerlo antes ya que Kira estuvo hasta los doce años diciendo que se casaría contigo. Y Satoshi hasta el día de hoy no se si hablaba en serio o no cuando decía que te arrebataría de mi lado —dijo fingiendo miedo que no tenía pues sabía que su primogénito solo lo molestaba, ya que sus celos ni porque eran sus hijos dieron tregua.

 

El moreno dio un último beso entes de levantarse para ir a preparar la cena, mientras kagami solo suspiraba no entendiendo muy bien su lógica y suspirando por ello. Hasta que una sonrisa se posó en sus labios

 

 

 

“Solo espero que tú te parezcas a mí, porque si sales igual a tu padre y hermanos realmente terminare creyendo que para cada Aomine hay un pelirrojo”.

 

Recordó las palabras de su esposo mientras acariciaba su vientre.

 

 

 

 Fin 

Notas finales:

Espero que les haya gustado ;3

Nos leemos pronto

 


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