"Aunque mi sentimiento no sea correspondido, si él puede ser feliz... entonces prefiero sufrir en silencio, con una sonrisa solo para él"
Un suave suspiro soñador salió de mis labios al verlo parado frente al espejo, estaba casi listo. Como siempre se veía muy guapo y sexy, pero su expresión de concentración que se convertía luego en frustración y segundos después en molestia, me erizaba la piel. Tenía que morderme el labio para no gemir en silencio, la contracción en mi vientre y mi ano eran claras reacciones a mi excitación. ¿Habrá algún día en que deje sentirme atraído por él? Lo dudo sinceramente.
He estado enamorado de él desde la secundaria, apenas era un mocoso de 13 años, y él, con dos años más, era mucho más maduro que yo. Aunque tal vez la palabra que lo defina mejor sea apático, antisocial, arisco, indiferente, desinteresado. Y esas eran solo algunas de sus cualidades... Ahora, 8 años después, aún no conseguí pasar la página, a pesar de tener motivos válidos para hacerlo. Pero, ¿por qué un puto masoquista como yo querría dejar de sufrir?
En serio pienso que me gusta sufrir. ¿Por qué sino estaría ayudando al hombre que amo a prepararse para su boda?
—Deja, te ayudo — Kyoya podía ser considerado un genio, podía hacer muchas cosas a la perfección, pero era malísimo para atarse una simple corbata, o en este caso, corbatín — Todavía no me puedo creer que resuelvas cálculos matemáticos de nivel universitario y no puedas con un simple corbatín — comenté divertido.
—...— no dijo nada, solo desvío el rostro con un ligero rosa en los pómulos. ¡Hum! Ni que hiciera falta. Ya muchas veces discutimos por esto, y yo siempre salgo ganando porque, aunque quiera, no puede contradecir lo que es verdad.
Los nudos formales no son nada. Para la cocina es un verdadero desastre, no sabe ni hervir agua, mucho menos picar verduras. Y aunque le guste el orden, la limpieza no es lo suyo. Una vez mezcló varios productos de limpieza para quitarle una mancha a su sofá, pero como no había ventilación se terminó desmayando. Ya no recuerdo bien cómo es que logró avisarme para ir a ayudarlo.
En fin, hoy es el día de su boda. Estoy que me muero de celos de esa rubia oxigenada, va a quedarse con el hombre que amo. Tiene tanta suerte. La detesto.
—¡Listo!
—Gracias.
Bueno, no puedo hacer nada al respecto. Kyoya la ama, y a mí solo me ve como su amigo.
—Voy a ver cómo va todo — me fui lo más rápido que pude, ya estaba haciendo muchos esfuerzos para soportar todo y que no se me caiga la máscara.
Los invitados ya están llegando a la iglesia, las mujeres vestidas con sus mejores vestidos, los hombres con esmoquin. Las únicas excepciones somos yo, y la novia del hermano de Kyoya, ambos nos pusimos unos Kimonos.
I-pin es de nacionalidad China, así que ese tipo de ropa le queda bien. Con curvas discretas pero visibles, piel de porcelana y un bello cabello negro suelto y alisado, diferente de sus trenzas habituales. El color lila del Kimono combina muy bien con las mangas blancas con estampados de Sakura.
En cambio, yo tengo suerte de haber heredado prácticamente todo de mi madre, solo debía alisarme un poco el pelo para pasar por una chica. Travestirme me gusta, me siento más cómodo que usando pantalones, aunque igual puedo verme femenino con ellos. En fin, mi Kimono es a 3 colores, las mangas color verde esmeralda, el obi azul marino con una cinta srilla, y la parte del tronco color crema, el cual combina con mi piel algo bronceada. No estaba seguro de que ponerme, espero me quede bien. Por suerte a Kyoya no le molesta tener un amigo que se trasviste.
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Ya los invitados están acomodados, la novia llegará en cualquier momento, pasaron 20 minutos desde la última vez que dejé a Kyoya en la habitación. ¡Bien! Todo listo.
Ahora solo falta buscar al novio.
—Toc, toc — golpeé la puerta mientras entraba — Ya está todo listo. Vamos.
—Si.
Al salir me enganché a su brazo, Kyoya me miró extrañado, pero solo le sonreí, solo eso podía hacer para no ponerme a llorar como Magdalena y arrancarle la cabeza a la idiota que llegaba en cualquier momento. Quiero poder sentirlo así de cerca lo más que pueda, hasta el final. Porque nunca voy a poder volver a tocarlo de esta manera, que para la sociedad es incorrecta para un hombre casado.
Antes de llegar al altar, a la vista de todos, solté su brazo, y sin querer evitarlo le sonreí con lágrimas bajando por mis cachetes antes de ir a sentarme al lado de I-pin, quien me tomó de la mano en mudo consuelo y me sonrió con lo que para los demás sería una ligera burla por ser tan llorón, para que le siguiera el juego y disimulada frente a los demás. Así que le hice un puchero e inmediatamente escuché unas leves risas disimuladas. Salió bien, debería tomar un par de clases de actuación.
La marcha nupcial dio aviso de que la novia había llegado y estaba lista para entrar, Kyoya se tensó visiblemente, aunque solo lo pude ver yo, todos los demás estaban viendo a la novia con su vestido blanco.
Su nombre es Dina, obviamente extranjera por su cabello rubio, viene de los Estados Unidos. No me gusta, es mala. Kyoya cambió mucho solo por complacerla. Él es un hombre muy tradicional, 100% japonés. Pero por ella se está casando a la manera occidental, con traje y vestido, iglesia y sacerdote. Sé muy bien que hubiera preferido usar una Yukata en lugar de ese incómodo traje, y hacer toda la ceremonia, pero la tipa esa no podía recordar paso por paso lo que debía hacer. Es el típico estereotipo de la "Rubia tonta"
Lo peor de todo es que es muy cínica, sabe que estoy enamorado de Kyoya, la muy perra me arrastró con ellos para "pedir mi opinión" con el vestido, el pastel, la mantelería, el menú, las invitaciones, las flores, etc. Y aunque traté de complacer a Kyoya acompañándolos y dar mi opinión en base a lo que les podría gustar a ambos, dado que tienen gustos diferentes, todo fue por nada. Dina se negaba a todo, y Kyoya la complacía. ¡Pero será posible! Me daba de lado a mí que soy su mejor amigo y lo conozco mejor que él mismo para hacer feliz a la cerebro de pollo esa.
Cuando pasó por mi lado me sonrió satisfecha, como diciéndome "Ahora es mío" y fue a que Kyoya la recibiera en el altar. Pero no sabe con quién se metió
Puedo soportar verlo con otra persona con tal que sea feliz, pero si no es una buena mujer, no se merecía a mi Kyoya.
Sonreí de lado sintiendo a I-pin avisarme que ya era tiempo con un apretón de manos. Era hora de que Kyoya, y todo el mundo, viera a la verdadera Dina.
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La ceremonia pasó sin problemas, los "novios" dieron sus votos y se colocaron los anillos. Justo antes que el sacerdote les hiciera la pregunta más importante a ambos las luces se apagaron, y una luz iluminó la estatua de Cristo en la cruz unos momentos antes que una pantalla de papel bajara y lo cubriera. Fue entonces que una reproducción apareció que, con cada segundo, asombraba a cada invitado que soltaba exclamaciones de incredulidad.
—Al final era cierto — escuché a I-pin susurrarme — Recuérdame no hacerte enojar.
—No podía perder la oportunidad — le susurré de vuelta — Tuve mucha suerte de verla de casualidad en mis compras, y tan melosa con ese hombre. Tenía que hacerle ver a Kyoya que es una auténtica puta.
Dicha reproducción era un vídeo de Dina caminando muy pegada y con actitud melosa junto a un pelirrojo de ojos verdes, luego entrando a lo que se veía era un hotel, y luego no se veía nada más que oscuridad, pero se escuchaban gemidos y jadeos. La voz chillona de la rubia de ojos cafés era evidente.
Luego todo se volvió un caos, comenzaron los gritos, la luz volvió y varios hombres entre ellos Fong, novio de I-pin, tuvieron que sostener a Kyoya para que no se le fuera encima a la rubia oxigenada que se sostenía la mejilla -pues Kyoya solo pudo darle una bofetada- y la matara a golpes. Por más puta que fuera seguía siendo una mujer, y una muy afortunada. Los japoneses respetan a sus mujeres.
Pero ella no se quedó tranquila, I-pin tuvo que agarrarla para que no se me fuera encima. Dina gritaba que yo tenía la culpa, que yo hice todo esto. Y si no hubiera hecho la mejor actuación de "chica" indignada le gente me estaría viendo mal y con sospecha.
Obviamente todos me creyeron a mí, dijera lo que dijera ella no iba a cambiar que todos la vieran- y oyeran- siéndole infiel a Kyoya.
Lo mejor de todo fue que Kyoya me defendió, logró soltarse de los que lo sujetaban y en lugar de agarrarla por los pelos, fue conmigo para protegerme si a I-pin se le llegaba a escapar.
Este día será memorable por mucho tiempo.
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Kyoya la echó de su vida y no se ha sabido más de ella. Tuve que consolarlo y darle ánimos, después de todo él es muy orgulloso, y descubrir que era cornudo fue un derechazo a su orgullo.
Nuestra relación es más estrecha ahora, nos hemos vuelto más cercanos. Seguimos siendo amigos, pero tengo pensado confesar mis sentimientos cuando se sienta mejor.
Sin compromiso.
Sin obligación.
No es necesario que me corresponda. Si no siente lo mismo por mi lo entenderé, lo aceptaré, y me resignaré. Puede que hacérselo saber sea lo que necesito para seguir adelante.
Pero a pesar de todo seguiré a su lado, Kyoya es demasiado importante para mí. Y solo quiero su felicidad.
Por eso, soportaré lo que tenga que soportar. Incluso si me rompo por dentro.
Pero claro, no dejaré que una persona que no vale la pena le ponga las garras encima. Kyoya merece ser feliz con alguien que valga la pena.
No me molestaría andar de acosador con cada pareja que tenga para asegurarme que no sean malas personas, y si lo son, deshacerme de ellas.
FIN.