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ÉL CONDE DE TOLEDO por Ryoshin Di Juri

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Notas del capitulo:

Este va dedicado a Karente ya que medio el empujoncito que necesitaba para este capítulo.

Una mención especial a Matías, gracias por tu apoyo!!!

Contrario a lo que él creía, cuando entro, su padre no estaba dando vueltas por todo el estudio como león enjaulado, se encontraba sentado tras su escritorio leyendo muy atentamente unos documentos que desviaban su atención de la entrada reverente y nada decorosa que había hecho a la habitación.


Solo hasta que estuvo delante del escritorio es que don Agustín tuvo la gracia de girar su mirada hacia él.


-¿Qué tan lejos llegaste Jean?- fue lo primero que dijo -¿estabas ya del otro lado de la cerca?-lo estaba provocando. Su padre sabía que no había traspasado más allá de sus terrenos, si no, no estaría en frente suyo.


Detectaba la trampa para que se confesara ante él pero, como digno hijo suyo, sabía jugar ese juego.


-la pregunta está de más padre, me tienes ante ti y eso es lo que importa- la pena, el miedo y la rabia le hicieron recordar los modales que debía mostrar y agacho la cabeza como signo de arrepentimiento y respeto que no sentía en absoluto.


La contestación acertada de su hijo lo molesto severamente, el esperaba que su carácter tan fuerte y aguerrido le impulsara a decir sus planes, que la altanería propia de él le contara por orgullo herido hasta donde había llegado. Pero no fue así, hasta este momento es que por fin se había dado cuenta de lo que era capaz ese chiquillo y que si no hacía algo drástico para mantenerlo bajo su control nada lograría pararlo y sus intentos de escape traerían en algún momento vergüenza a la familia fuera de las paredes de su casa.


Recordando y maquinando a gran velocidad, trataba de encontrar la solución a su predicamento. Mantuvo a Juan bajo un tenso momento angustioso.


¿Qué sería lo que realmente la mantendría quieto y bajo control?


Ya había intentado encerrarlo en casa, le había puesto a alguien de confianza suya como carcelero, le quito a todos aquellos que en algún momento fueron queridos por él y que representaban una ayuda para sus maquinaciones, la había mandado al Convento de las Agustinas y se las arregló para salir dos veces.


Tal vez no era cuestión de mantenerlo encerrada, era cuestión de ponerla frente al mundo.


Pero como haría eso, que es lo que lograría ponerlo en la mira de todos para que se comportase como debe.


Si tan solo no fuera su problema.


Esa línea de pensamiento se desvió al mirar los documentos sobre su escritorio.


En el había documentos mercantiles importantes de sus socios en Portugal, Venecia, Lille y Bilbao. Pero no solo eso, su socio de Bilbao, un empresario joven sin título ni nada que lo conecte más que su riqueza le había pedido la mano de Juan en matrimonio.


Estaba a punto de negarse, pero ahora, esa petición le venía perfecta.


Casaría a Juan y obtendría un trato comercial jugoso que aumentaría sus arcas, y también le permitiría que sus problemas con ese chiquillo se resolvieran de forma discreta.


Con perversidad sonrió desde lo más profundo de su alma, y volviendo su atención a él, que trataba inútilmente de mantenerse firme ante sus ojos e incapaz de lograrlo completamente, le soltó la parte más importante de su castigo.


-Jean, Jean, Jean- la vio temblar por una fracción de tiempo –nada de lo que hemos hecho para convertirte en un doncel de bien para esta vida a funcionado, tal vez se deba al hecho de que aun eres joven, un señorito, y no te has enfrentado a la crueldad del mundo- su discurso solo era una forma de mantener el alama de Juan pendiendo de un hilo –sabes que te amo hijo mío, así que he decidido que para componer esas maneras tuyas la mejor solución es casarte-


Y como supuso, esa parte del castigo era la que peor le sentaría.


Porque para Juan Aguilar y Merced, futuro conde de Toledo, no había peor desgracia que la unión nupcial.  

Notas finales:

Bien queridos míos, espero le haya gustado.


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