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Ave Versus Cristus por Xora

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Notas del capitulo:

Y regreso con el capítulo diez. ¿Será que continuaremos espiando la convivencia de Beyond y L o seguiremos la pista de Mello y Near?

Espero les guste.

Desde temprano en el amanecer, la tranquilidad del orfanato había sido un excelente camuflaje para surcar los aún solitarios pasillos sin ser percibido por otros niños curiosos. El reloj de la oficina del director marcaba las 8:00 a.m y por ello a Matt no le sorprendió escuchar el ligero balbuceo que hacían varios de sus compañeros dirigiendose a sus clases mientras se mantenía frente al escritorio de Roger esperando por que terminara su revisión, él pensaba no tomar clases ese día, aprovecharía las horas restantes para visitar por última vez los sitios que más le habían gustado de Wammy's House desde que llegó allí; seguramente Mello se enfadaría por su vagancia y le reprendería en cuanto lo viera pero la despedida se acercaba para él. Cuando Roger depositó el último documento en el escritorio levantó la mirada hacia su invitado, las facciones en su rostro un poco deformadas por la tristeza mientras trataba aceptar esta repentina decisión en el tercer aspirante a sucesor.
 
—¿Estás seguro de que no quieres tus registros, joven Matt? Podrían facilitarte un poco tu introducción a la sociedad.
 
—Lo sé, sin embargo mis intenciones son volver a empezar— respondió el pelirrojo amablemente, bajando la mirada cuando se percató de que sus dedos temblaban, estaba intentando con todas sus fuerzas mantenerse firme pero no podía negarse a sí mismo cuan aterrado se sentía por este nuevo reto pero era el precio a pagar por seguir sus propias ambiciones y no pensaba retroceder. —Quiero mantener mis recuerdos sólo en mi mente, no me llevaré nada más que una identificación falsa. Confió en que podré... sobrevivir.
 
Sobrevivir. Aquella palabra se repetía en su cerebro porque era obvio que eso era lo que haría una vez pusiera un pie fuera del orfanato, tendría que renunciar a muchas cosas, a sus gustos, sus pasatiempos, sus principios, a todo para sobrellevar su vida y superar sus miedos. Matt se había mentalizado que sólo eso le esperaba en el exterior pero nunca esperó que fuera tan pronto. Pensaba a cuantas comodidades se negó aceptar una vez dentro del orfanato, todo con el fin de acostumbrarse a la decadencia en el instante que aquella ilusión pacifica que conocía por hogar se derrumbase en cualquier momento ante sus ojos. Aceptó lo menos que pudo de la generosa hospitalidad de los mayores desde que era niño a favor de su entrenamiento mental y creía estar preparado para lo que viniera.
 
 —¿Cuándo planeas iniciar tu travesía?— cuestionó Roger con curiosidad pues esta era la primera vez que uno de sus protegidos sugería mantener en secreto su partida del resto de huerfanos, razones podrían existir muchas pero no dejaba de ser inusual que algo así ocurriera, regularmente se necesitaba un apoyo moral y sentimental para salir adelante, no era común que alguien de ese edificio se escabuyera entre el anonimato como quien ha cometido un crimen. Matt solía perderse de vista inumerables ocasiones, era acostumbrado que lo vieran en diferentes zonas por distintos niños y desapareciera de todo aquel que se percatara pero siempre regresaba con la mejor actitud. Sería extraño verlo en los corredores caminar despreocupadamente para no volverlo a ver.
 
—Todavía no me he decidido pero no hay duda de que será hoy. 
 
—Entonces, me despediré de ti apropiadamente ahora mismo.— Roger se levantó de su asiento y se aproximó a la silueta del pelirrojo quien -en cuanto lo miró destrozar la distancia-  terminó por levantarse de la silla que estuvo ocupando antes de que el adulto le tendiera la mano con una sonrisa plasmada en los labios. —Fue un placer tenerte como compañero. Le deseo mucha suerte allá afuera, Mr. Mark Foster*.
 
Matt le devolvió la sonrisa y estrechó su mano con la mano del director; lo extrañaría, Roger sin duda se había ganado su estimación gracias a su ayuda y consejos, después de todo ese hombre canoso de actitud serena había sido su primer gran amigo.
 
 
Una vez habiendose encaminado a los extensos pasillos de la construcción y dejado atrás la oficina del director, Matt se permitió sumergir su atención en los muros de caoba que estructuraban el orfanato. Aunque era extraño incluso para él ponerse sentimental, no se evitó sonreírse con el delicado ruido que generaban sus pasos al caminar sobre el azulejo bajo sus pies y por la forma en que este mismo se elevaba y golpeaba contra los escasos objetos creando eco. Había preparado sus maletas desde la madrugada  y yacía vestido, listo para marcharse cuando sintiera el impulso. Suspiró, relajandose con el cantar de los pajarillos saltando en los arboles del patio de rama en rama mientras decidía hacia dónde dirigirse primero y entonces recordó el salón de pintura. Nunca había sido bueno en el arte pero siempre le gustó ver las obras de los demás niños, a veces -cuando las baterias de su PSP se terminaban- se había paseado por el salón en busca de algún dibujo interesante así que, por lo general, se quedaba a las espaldas de Linda. Esa chica si que tenía talento para los pinceles y las crayolas, creaba increíbles pinturas con tan pocos materiales, Matt recordó que en una ocasión casi le estuvo rogando porque pintara el monstruo final de su primer videojuego; recordandolo ahora se daba cuenta que jamas le cumplió ese capricho y era una lastima porque de verdad le encantaban sus dibujos. Al final optó por pasar de largo el salón de pintura vacío, deteniendose ante la puerta tan sólo un segundo para continuar su camino, después de todo no tenía sentido quedarse ahí si no había nadie.
 
Continuó caminando y se encontró con el comedor, visualizando una tremenda parte de su nostalgia dentro de aquellas paredes, ahí había sido asaltado por chicos de todas las edades que querían acostumbrarlo a la convivencia enseguida por ser nuevo en el resinto, además fue ahí donde tuvo la oportunidad de hablar por primera vez con Mello aunque al principio sólo había querido irritarlo ya que lucía como una chica; por ello, desde entonces, se había cedido el descaro de apodarle "rubia". Siendo dos años mayor a Mello, de algún modo, eso hizo que le tuviese cierto respeto y extrañaba aquellos días en que Mello se comportaba tímido y hasta evasivo con él; desventajas de la confianza. Sólo entró y recorrió todo el espacio para volver afuera, asegurandose de archivar hasta el más mínimo detalle en las mesas, riendose con los divertidos recuerdos que llegaban a su memoria.
 
Estando de vuelta a los corredores pensó que sería buena idea comenzar a fumar así que metió una mano a su bolsillo y sacó una cajetilla Mayfair, del interior tomó un cigarrillo y lo depositó entre sus labios con adoración antes de prenderlo con ayuda de su encendedor favorito. También extrañaría los regaños de las monjas que le reprendían cuando lo encontraban fumando en pleno pasillo, lo cual le recordaba que nunca logró nada trascendental con la mujer cuarentona que tan caliente lo tenía, cuando se le escapó una frase sexosa y ella detuvo su regaño abruptamente. Matt sonrió al recordar ese rostro maduro colorado por la vergüenza cuando se percató de lo que había dicho y del como se había excusado para huír de su horrida grosería, seguramente  esa ocasión escapó a su recamara para rezar pues desde entonces había estado evitando toparselo a solas. Definitivamente le gustaban las mayores y mucho más cuando eran santurronas. ¿Quién lo diría? Pues desde un principio aborreció la Religión como para que terminaran por gustarle las religiosas. Tan perdido estaba en sus pensamientos que apenas y se percató de que había llegado al patio del hogar cuyos campos abiertos brindaban una espectacular vista hacia un pequeño bosque. Expulsó el humo que había albergado en sus pulmones eligiendo al fin un lugar donde acomodarse, su zona favorita del orfanato lo estaba esperando.
 
 
Las horas trancurrieron llegandose las horas de descanzo establecido por el reglamento del orfanato. Matt pudo escuchar el agitar de las campanas que siempre sirvieron como alarma para los niños desesperados por escapar de los salones, chupó el cilindro entre sus dedos aspirando el aroma a tabaco pululando a su alrededor pues incluso creyó extrañaría esas molestas campanas que lo único que habían hecho hasta ahora fue traerle malos recuerdos, era curioso como la relatividad surtía efecto en alguien tan despectivo como él ya que -al igual que la Religión- a la Ciencia la odiaba con todos sus dotes intelectuales. Odiaba demasiado y a tantas cosas que pocos creerían de verdad resguardaba ese odio en él. Podría parecer flexible, compartido y hasta servicial pero el verdadero Matt estaba muy fuera de esas descripciones y de eso se trataba su partida en secreto; estaba viviendo como un buenoparanada y moriría siendo un buenoparanada que sólo puede comportarse digno siendo rebelde. Entonces el crujir de unas hojas secas tras de él lo devolvieron a la realidad, se giró con pereza para delatar la presencia que estuvo esperando desde el momento en que obvió el horario de clases terminado. Mello sabía en qué parte del bosque encontrarlo porque Matt se lo mostró cuando su amistad se volvió más fuerte y leal.
 
—No tomaste clase.— Matt devolvió la mirada a los arbustos frente a sí, divertido por el acento furioso que había escupido su audaz camarada, no necesitaba girarse de nuevo para saber la clase de expresión que fijaba en sus músculos faciales.
 
—No tenía ganas— contestó alzandose ligeramente de hombros, restandole importancia.
 
—Siempre dices eso.
 
—No hay más razones para no asistir.
 
Mello suspiró irritado con la simpleza que caracterizaba a su compañero, cuando lo conoció no era esa la imagen que quiso ver en él. El joven rubio estuvo esperanzado a que Matt fuera su guía y no alguien a quien necesitaran guíar, aunque comprendía que el tercer candidato estuvo desviado desde mucho antes que se conocieran. Se aproximó a su posición sintiendo repulsión enseguida con la bruma causada por el cigarrillo. ¿Cuántos llevaría durante su instancia en su escondite preferido? Consideraba que una gran porcion.
 
—Al menos deberías dejar de fumar.
 
—Una vez lo intenté.
 
—Sólo quedó en intento— replicó Mello dedicandole una mueca inconforme. —Lo sé, tú jamas te esfuerzas en nada. Es más, ni siquiera te importó cuando yo te arrebaté el primer puesto de sucesión a L. ¿Te importa tu propia vida un poco?
 
—No. Lamento decepcionarte pero mi autoestima es una mota de polvo comparada con la tuya, aunque soy lo suficiente vanidoso para impedir que alguien me rebaje. 
 
—Eso es contradictorio.
 
—Pienso en mi mismo como una basura con orgullo— recitó con altanería.
 
—Muérete.
 
Matt se colocó de pie, apartandose figurativamente de Mello ya que no se alejó lo suficiente para demostrar ofensa por el verbo que había recibido. Por supuesto, no era que Mello desease eso, simplemente era el modo de llevarse entre ellos y Matt no planeaba tomarse aquello personal pero -cuando esa ofensa amistosa entró por sus oídos- encontró un significado tan profundo como el cielo azul que les cubría a cada momento. 
 
—Si yo muriera me gustaría elegir de qué manera.
 
—¿Ah?—. Mello se reconoció descolocado de su sitio mientras consideraba que a Matt le había dado la fiebre de la filosofía, cosa que lo sorprendía ya que el pelirrojo era pesimo en ese ambito pero, cuando él se volteó, no reconoció los signos que emergían de su mirada entristecida y el rubio tan sólo se quedó pasmado sin saber de qué manera reaccionar.
 
—Yo creo que tú provocarás mi muerte, Mello. No sé cómo lo adivino.
 
Cansado de darle vueltas a un mismo pensamiento sin resultados, Mello se rascó la nuca con incomodidad y también se levantó para darle la espalda a Matt, no soportaba cuando saltaba ese tema de la muerte y su amigo se lo tomaba tan en serio; era en esos momentos que no sabía de qué manera actuar ya que sentía como si una palabra suya mal formulada fuese a causar malos entendidos y no quería lastimar a su mejor amigo.
 
—No hables de la muerte con tanta facilidad, recuerda que tenemos toda una vida por delante. No quiero morir todavía ni tampoco quiero que tú mueras. Si es por los rumores que hay en el orfanato, yo no creo que ese chico se suicidara porque su amigo lo traicionó.
 
—Ah, los rumores... no lo decía por eso.— Las palabras de Matt surgieron seguras sin ningún atisbo de duda en su acento pero esto fue inoperante para que se rompiera el ambiente denso que no tardó en instalarse sobre ellos, haciendo más difícil la comunicación hasta que Mello recordó algo importante.
 
—Oh, casi lo olvido...—; El rubio introdujo ambas manos a los bolsillos, sacando una hoja de cuaderno doblado para después tenderselo a Matt con renovadas fuerzas. —Toma. Es muy importante, más te vale que me lo agradezcas.
 
—¿Qué es?
 
—¿Qué otra cosa podría ser? Pronto entraremos en época de examenes y el profesor de tu peor materia nos brindó las últimas formulas del semestre hoy.
 
Matt desdobló la hoja con ciertas ansias, encontrando en su interior una lista ordenada de formulas matematicas de alto nivel, no eran más que una serie de números y posiciones extravagantes pero el gesto fue lo que envió un choque de pesadumbre al corazón susceptible del cual gozaba Matt en esos precisos instantes de debilidad emocional. Recordaba que en una ocasión le había dicho a Mello que odiaba la física cuantica pero, en realidad, no era malo cuando se esforzaba en contestar correctamente las pruebas.
 
—Me preparaste una copia.
 
—Era mi deber como amigo hacerlo— dijo Mello con obstinada modestia.
 
—Gracias, aunque no te aseguro estudiar con efusividad.— Su comentario causó el efecto esperado en Mello quien no se evitó estirar la mano hacia él otra vez.
 
—Pensandolo bien, devuelvemelo.
 
—Los regalos no retornan a su autor original— reprobó Matt mientras guardaba la hoja dentro de su pantalón antes de que Mello se resolviera arrebatarselo, cerca de su cajetilla de cigarros, algo le decía que debía mantenerlo con él hasta el final, presentía que le sería muy útil lejos de la calificación que pudo obtener en las boletas escolares. —Gracias.
 
—Alguien se levantó con el pie equivocado, ¿eh, Matt? Actuas raro.— Matt se tensó frente a la observación de su amigo pero el miedo que le inspiraron tales palabras por suerte no duró demasiado. —En fin, ya se te pasará.
 
—Consideralo un hecho— afirmó Matt dibujando una sonrisa en sus labios, agradecido de que el rubio no hubiese intentado indagar en su comportamiento. Si de algo estaba seguro sobre el cambiante Mello era que sus sentimientos rozaban lo caotico, bastaba un suceso importante para que sus hormonas se descontrolaran y Matt no soportaría enfrentar una amarga despedida ya que nunca fue bueno tratando con quienes lloraban.
 
—Por cierto, Matt.— Bastó sólo esa oración para que Matt pusiera absoluta atención a las próximas palabras de su compañero. —Hace tiempo que no me aplico a uno de tus videojuegos, ¿lo recuerdas? No podré hacerlo ahora que los examenes están cerca pero estaba pensando que el fin de semana sería el momento adecuado para hacerme de dos horas al menos y jugarlos. ¿Qué dices?
 
—Es verdad, no es una mala idea.
 
—Entonces está decidido, el fin de semana iré a tu habitación.
 
—De acuerdo, te estaré esperando— mintió ahogando el dolor en lo más profundo de su alma, despreciandose por lo vil que podía llegar a ser, engañando a Mello y engañandose a sí mismo con la esperanza de volver a verle algún día. Mello no podría imaginar que ese mismo atardecer él partiría en busca de su independencia, no podría anticipar sus mentiras cuando jamas le había dicho ninguna en el tiempo que llevaban conociendose pero Matt no iba acobardarse habiendo tomado las riendas de su vida, habiendo elegido su siguiente destino. Y Mello, que pecaba de inocencia, se descubrió esperando con  impaciencia el fin de semana prometido junto a Matt, el cual jamas llegaría.

Notas finales:

*Obviamente es un nombre falso.

Porque Matt necesita amor, yo -personalmente- no dejo de pensar en lo que pudo opinar este pelirrojo del caso Kira y todo este asunto de los sucesores de L. Me parece que tiene muchas cosas importantes para aportar.


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