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Ave Versus Cristus por Xora

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Notas del capitulo:

Okay, esta vez no tengo preparada ninguna excusa así que los dejaré continuar leyendo. Y, para quien le interese, nos leemos en la cajita de más abajo.

Las horas de madrugada son quizás el lapso de tiempo más pesado para B quien decidió quedarse a observar la figura de L posada frente a la misma laptop con la que se ha quedado hipnotizado en el mismo sillón de la sala presionando de vez en cuando los botones del teclado con las puntas de los dedos índices. Lo ha comprendido después de experimentar tantas jornadas de desvelo en cortos momentos, el asesino de Los Ángeles todavía no se ha adaptado a su nuevo cambio de vida, para él no es fácil perderse tantas horas de sueño a pesar de estar dispuesto a quedarse en pie hasta que su hermano mayor tomara la iniciativa de parar la investigación. B perdió ya cuatro horas del reglamentario aquel momento, cabeceando más de lo que ha intentado componerse en el sombrío rincón de la sala y L continúa tan alerta como un insomne pretendiendo dormitarse cuando mira hacia el televisor -ocupandose de su aburrida programación- a las tres de la mañana. B cabecea una vez más, luego enrolla sus brazos entorno a sus rodillas recargando su cabeza en uno de sus antebrazos, tiene tanto sueño que no logra comprender cómo es que L luce tan despierto mientras él se presiente a sí mismo a un paso de caer dentro de la fosa; se siente muerto.
 
—B-kun, deberías retirarte a dormir.— La voz de L se escucha lejana a pesar de estar tan cerca de quien acierta a levantarse perezosamente del suelo en un vano intento por desperezarse y reactivar cada uno de los músculos tejiendo sus extremidades.
 
—Me iré cuando termines, Niichan.
 
—No es saludable ser testarudo, B-kun.
 
—Pues creo que lo aprendí de tu personalidad— declaró B en su defensa caminando hasta el sillón donde su compañero yacía. El detective lo observó acomodarse sobre la superficie antes de volver la vista a la brillante pantalla sin anticipar lo que Beyond haría, éste -luego de varios otros movimientos sin importancia- se había recargado en su hombro derecho, sobresaltandolo. Miró a su lado los desarreglados cabellos negros y luego miró hacia adelante preguntandose qué debía hacer en esa situación; B siempre ponía a prueba su lado humanoide y siempre terminaba sofocandolo tanto mental como emocionalmente, no tenía más duda al respecto. Además de que el calor emanando de su cuerpo quemaba con los recuerdos que todavía estaban presentes en su cerebro, podía reconocer lo nervioso que le ponía cualquier contacto que podría dedicarle Beyond Birthday. —Hace frío...
 
—Durante las madrugadas la temperatura es muy baja— puntualizó.
 
—Ahora lo compruebo.
 
—¿No solías quedarte despierto hasta tarde?
 
—Lo más tarde que llegué a permanecer fue hasta las once de la noche.
 
—Ya veo.
 
Aunque en realidad quisiera indagar un poco más en el pasado de B, Lawliet decidió hacer sus dudas a un lado para ocuparse de sus próximos movimientos, su hermano menor estaba ahí a su lado ejerciendo un comportamiento cariñoso aún si L no estaba del todo convencido en señalarlo como tal cuando parecía tan malicioso e improvisto como el propio hecho de que hubiesen tenido esa imposible oportunidad de conocer la verdad que los ataba geneticamente. Resignado y vacilante, se permitió colar uno de sus brazos detrás de la espalda contraria, rodeando sus cuello y posando su palma sobre el hombro de B percibiendo el ligero -casi inapreciable- sobresalto que este dio antes de remover su cabeza del lugar donde se recargaba pero no se alejó. ¿Qué debía decir? Elle se encontraba preso de una disertación emocional que luchaba a su vez con su cerebro e ideologías. ¿Debía dedicarle esta clase de gestos a B? Watari no estaba enterado de lo que estaba sucediendo ni de lo que ya había sucedido entre ellos y L aún no estaba seguro de lo que sentía, tenía muchas cosas claras cuyas conclusiones mantenía fuera de la ética común y sentido moral para no debatirse internamente más de lo debido mientras se ocupaba de lo primordial, pero otras más lo atormentaban cada vez que situaciones como aquella tomaban lugar. La forma como su corazón latía le resultaba incomodo, inapropiado, alucinante, y le asustaba. 
 
—¿Dormirás conmigo?—. La interrogante de Beyond lo tensó sin oportunidad de eludir las consecuencias, impactando contra la realidad de sus nervios decretando ansiedad. 
 
—No podemos. Watari vendrá a buscarme al amanecer, él siempre despierta temprano.
 
—Sólo será por esta noche— insistió.
 
—B-kun, necesito que comprendas...
 
Los labios de Beyond hicieron contacto con la boca de Elle interrumpiendo su discurso de forma abrupta, ayudandolo a descubrirse incapaz de rechazar la propuesta de experimentar las sensaciones que tal fase le regalaba. Lo breve de aquel primer beso fue suficiente para romper toda lógica y devoción que L pudo haber mantenido en pie y con lentitud sus labios se acercaron a los ajenos, accediendo a cerrar los ojos cuando la fricción de sus bocas intensificó hasta volverse más íntima, familiar. Los largos dedos de Birthday tomaron posesión de ambos costados de la cabeza de L, enterrandose entre los resecos cabellos negros, adueñandose de su movilidad. Lawliet, por otro lado, se dejó guíar hacia la oscuridad seducido por la humedad de aquella cavidad y por la forma que sus alientos se mezclaban emanando vapor como efecto químico, bastaba sólo un poco de ese peculiar hechizo para sensibilitar cada zona de su piel, la cual terminaba por erizarse ante cada superficial caricia sin importar lo simple que esta fuera. Anodadado por la situación no acertó pensar en nada más que entregarse a la tentación que representaba explorar sin descaro la efusividad de aquella mente, igual a una presa que desea ser devorada por su depredador natural, sometiendose a la muerte sin temer o lamentar; era de tal manera como Elle se reconocía en ese momento, a merced del asesino de Los Ángeles.
 
—¿Confías en mi?— cuestionó en acento áspero, desanivelado, producto del oxigeno reducido por el movimiento apresurado de sus labios.
 
—Dudo responder libremente a tu pregunta sin dañar la imagen que posees de ti mismo, hay demasiados fundamentos trabajando en tu contra.
 
—No cabe duda que eso es algo que diría el mejor detective del mundo pero— Beyond hizo una pausa donde aprovechó la inmovilidad para unir el filo de su nariz con la de su semejante; —... lo que yo quiero saber son los pensamientos de la persona tras el título de L. Quiero liberarla de su posición unos instantes. ¿No puedo?
 
—B-kun...  —; L gestó una mueca, evidenciando su irritabilidad con la frase que su compañero había elegido para mofarse. —Eres persistente.
 
—Lo soy— reafirmó volviendo a tomar distancia entre ellos, poniendose de pie sin soltarse del brazo que el detective apenas notó sostenía con insistencia. —Vamos— demandó sin mutar la escasa fuerza que aplicaba en su agarre, evadiendo su mirada, perdiendola en la nada. L se preguntó si este comportamiento se ligaba con la timidez. —Por favor...
 
Resignado a la personalidad adusta de su solicitante, L accedió ponerse de pie sin perder de vista la manera como se giraba y empezaba a caminar aferrado todavía a su brazo y L se dejó arrastrar sin preocuparse por dar respuesta verbal; B no la necesitaba, le bastaban las acciones del detective para comprender que estaba conforme al acceder acompañarle hasta la recamara cuyo interior yacía frío a falta de un ocupante recurrente pues, del mismo modo que L, B se negaba habitarla como suya si no estaba L con él. Avanzaron entre las sombras caminando hasta la cama, esquivando algunos muebles que se interponían en su andar, sólo entonces Lawliet recordó la laptop que no había apagado y que había abandonado en la mesa de la sala, pero aún sin decir nada observó a su brazo ser liberado mientras el cuerpo de Birthday destendía la cama hecha, preparandola para que la ocuparan ellos dos. ¿Era esto lo que usualmente hacían los hermanos? Lawliet terminó preguntandose al percibir el nuevo agarre de B esta vez entorno a su muñeca, indicandole con un gesto de su cabeza el lugar que le correspondía y se recostó incomodandose enseguida por la posición, obviando el por qué no solía dormir sobre un colchón. Sin embargo, el sonido de las campanas resonando a la lejanía extrañamente le relajaban cuando notaba a ese otro cuerpo removerse muy cerca de él, ya no podía culpar el escandalo de aquellas campanas en su falta de sueño, al menos no en ese pacifico momento. La presencia de B significaba más.
 
—Beyond...—; el aludido no respondió de inmediato pero L estaba seguro que ninguna persona era capaz de dormirse siquiera tocar la superficie de una cama sin importar la magnitud de su cansancio. Además, no sería un problema que B no lo estuviese escuchando realmente pues en ese instante lo único que quería era externar sus pensamientos, parecía el momento adecuado para hacerlo. —Nunca he lamentado estar convida. Soy feliz de esta forma, no necesito nada más. Tengo a Watari conmigo y ahora, también, te tengo a ti. Me disculpo por haberte encerrado tanto tiempo, no sabía que tu compañía pudiera ser satisfactoria de alguna forma. Al principio supuse que era a causa de nuestro parentesco pero he comprendido que no es así.— BB tarareó sorprendiendo a L. Beyond volvía a entonar el mismo lullaby que había ayudado a Lawliet acercarse, inspirandolo aventurar conocerlo como hombre. Con B de espaldas, el detective no podía saber si su medio hermano tenía los ojos abiertos o intentaba arrullarse a sí mismo, por tal decidió finalizar el monólogo ahí, no tenía sentido dar tantos rodeos. —Ya no eres un prisionero.
 
Y se giró dandole la espalda también, convencido de que no sería una mala idea intentar dormir por una vez en la cama luego de tanto tiempo dormitandose en cualquier otro mueble a la espera de que los lamentos de las campanas al fin cesaran. Mientras tanto Beyond volvía a despegar ambos parpados para enfocar su mirada en las sombras, sintiendo a su garganta seca y a su corazón latir sin control por el nuevo cambio de marea. Elle lo había dejado libre, roto las cadenas que le ataban a las habitaciones de hotel donde solían transportarse como jaula lujosa; podría volver a la sociedad para nutrirse de los fantasmales placeres que podían ofrecerle a alguien desinteresado como él. ¿Por qué justo ahora? La respuesta a esa pregunta no podía ser otra: algo relacionado al caso Kira estaba ocurriendo, algo grande, algo lo suficientemente importante como para que L viera necesario empujarlo fuera de su entorno; desecharlo cual estorbo. El mejor detective del mundo jamas se había mostrado en persona, era reconocido por el mundo entero que él hacía uso de señuelos para representarle en algún asunto urgente, pero la diminuta posibilidad de que esto en verdad ocurriese puso a Beyond tenso, aún si ni siquiera él mismo hubiese tenido el privilegio de que fuera así. Si L había decidido poner en riesgo su vida por el arresto del asesino globalizado, B estaba obligado a entrar en el enfrentamiento así fuera forzando su participación. Kira no le arrebataría a L. Cerró los ojos entregandose al sueño.
 
 
 
Al amanecer, Watari se dispuso prepararse para la nueva jornada. Con pasos lentos pero seguros avanzó por el pasillo directo a la sala-comedor y, extrañado con la presencia de Beyond encorbado ante el refrigerador abierto, continuo su camino. No se trataba de nada inusual encontrarlo justo en ese lugar durante la mayoría del tiempo pero todo cambiaba cuando era así de temprano ya que B no contaba con horarios estravagantes, dormía tanto como una persona de relajada rutina y al despertar asechaba la cocina por un refrigerio matutino. Además, Watari no consiguió ignorar el hecho de que este había tomado un baño antes de llegar ahí, lucía fresco, listo para salir.
 
—Despierta temprano, señor— dijo Beyond como saludo, no molestandose siquiera en volverse de su posición para mirarlo, preocupado en devorar el contenido del frasco que sostenía en su mano izquierda.
 
—Veo que usted también.
 
—No podía perderme mi gran retorno— aseguró mientras lamía uno de sus dedos de forma glotona, deleitado con el exótico sabor que le profesaba la sustancia. —Niichan me ha dicho que puedo volver a la sociedad y salir de esta jaula.— Watari se paralizó ante el desayunador cuando escuchó tremenda información, incrédulo, inconforme. —Sospecho que algo debió ocurrirle durante su exhaustiva investigación de Kira. ¿Diría que sucedió algo irreparable? Como escases de personal, ¿quizás?
 
Dudando de poderse dar la libertad de informarle a Beyond sobre la marcha del caso Kira debido a la orden estricta de L sobre evitar el tema a toda costa, terminó recordando la actividad reciente del cuartel al cual pertenecía la jurisdicción del asunto; muchos agentes designados a la investigación habían entregado sus cartas de reasignación por temor a provocar la ira del susodicho asesino en contra de la policia, renunciando arrestarle, actualmente quedaban menos del número que iniciaron así que era de esperarse que el miedo se disparara y pronto existiera un quiebre en la organización. Acaso, ¿su protegido estaba considerando la manera de persistir en la investigación aún después de que tal situación diera lugar? No dudaba que fuera posible, L era esa clase de hombre incapaz de aceptar la derrota sin importar cuánto hubiera en su contra. Se recordaría cuestionarle al respecto ya que últimamente se veía más abstraído que antes.
 
—Tendría sentido si las Fuerzas Policiales Japonesas empezaran a huir con la cola entre las patas. La existencia de Kira inspira esa clase de emociones. Pensar que alguien posee el poder de asesinar sin tener algún contacto físico... es muy morboso, ¿no cree?
 
—Tal vez lo sea— dio Watari como única respuesta, enfocando mayor atención al cabello todavía húmedo del joven asesino a quien no escatimó acercarse para depositar sobre su cabeza la pequeña toalla que había obtenido del fregadero, asombrando a B con su acción repentina. —Suele pensar mucho, ¿no es cierto?— mencionó frotando con cuidado la toalla sobre el abundante cabello, entreteniendose con el gesto que le era dedicado a cambio de sus cuidados, los ojos de B no dejaban de mostrarse confundidos y contrariados. —Si va a salir asegurese de cuidarse, aunque se rumora que las calles de Japón son más pacificas que las de ningún otro país no es imposible encontrarse con peligros importantes. 
 
—Tiene sentido— respondió B por inercia, intentando rellenar el ambiente pues el calor que había emergido en su estomago le recordó que no estaba acostumbrado a la atención que recibía, además le causaba curiosidad que le ofrecieran advertencias de esa clase puesto que él era uno de los peligros a los que Watari hacía referencia. —Kyejeje.— Con una risa corta, carente de pasión, resguardó las emociones que comenzaron atacarle.
 
—Lleve esto con usted.— El anciano mostró un transmisor de elegante caratula que B no tardó en sostener con marcada curiosidad, cuestionandose el uso que debiera darle cuando el mismo Watari le reveló el motivo de su entrega. —De esta manera podré ofrecerle nuestra ubicación en caso de que surgan improvistos, asegurese de mantenerlo activo. No olvide que siempre será bienvenido con nosotros.
 
Aquellas palabras impactaron contra la guardia asechante del joven asesino, inspirado una serie de manifestaciones emocionales a las que no pudo darle nombre pues estas significaron más de lo que Beyond Birthday hubiese intentado expresar. No había experimentado sentimiento similar desde que tuvo uso de razón y se encontraba abrumado por ello, sobrecogido, pero -al mismo tiempo- feliz. La sensación de formar parte de una familia era algo extraño y no estaba seguro de qué manera asimilarlo. Todo en su cuerpo había comenzado a vibrar junto a una igual de rara calidez que le abordó cual velero, obligandolo a sonreír con la mejor expresión que podría gesticular en sus músculos faciales aunque continuara siendo falta de carisma a la vista. Estaba inmensamente agradecido de haber conocido a alguien como aquel mayordomo, ojala hubiese tratado con él desde mucho antes pues convivir con él lo hacía sentirse querido y protegido.
 
—Gracias— dijo deshaciendo el nudo en su garganta que no sabía se había forjado dentro. —Lamento mucho haber planeado tomar su vida antes, señor.
 
—No se preocupe— Watari lo disculpó, divirtiendose con el bizarro sentido del humor que B poseía, aunque consideraba sus palabras en serio, prefería aislar su significado a una broma pues sólo así se sentía mejor en un sentido más personal. Entonces el mayordomo observó a B quitarse de encima la toalla antes de entregarsela en las manos y avanzar hacia la salida, sin resistir el impulso de despedirle con cordialidad. —Que tenga un buen paseo.
 
Beyond asintió sin dejar de caminar, abrió la puerta y se detuvo de pronto un momento para mirar de reojo en dirección a la habitación de L. Volvería. No pensaba apartarse de ese circulo cuando por fin había entrado en su interior. Sólo tenía un objetivo y tal era investigar por su cuenta las maniobras de Kira mientras se mantenía al margen, esperando el momento de su intervención. Sería divertido; con ello en mente cruzó por completo el umbral, iniciando su marcha  por el sendero de espinas que inconscientemente había extrañado, con diferencia de que ahora no se sentía tan solo como se consideró en un principio. Retornaría al exterior para reencontrarse con su propia identidad, mientras tanto le diría adiós a su amor, a su cordura, al único dueño de su sanidad. 
 
Cuando cruzó la puerta y se encontró con el pasillo del hotel donde se alojaban desde hacía unas semanas, Beyond sintió la familiaridad desplomarse en cuanto sus pupilas entraron en contacto con la luz electrica reflejada en el piso y paredes. Avanzó y advirtió al pánico anidarse en su cuerpo, a su paranoia agitarse presa de imagenes y sensaciones que le inducieron actuar por instinto, tensando los pasos imaginó como si estos generasen eco y atrayeran miles de miradas aún cuando sólo se había topado con el conserge de piso en su camino. Bajó las escaleras en busca de anonimato, agobiado por el brío negativo de su organismo, por el ámbito enfermo que se procesaba en base a la visión rojiza de sus pupilas, entonces la luz natural de las calles lo despertaron y atrapó la imagen de una ciudad trabajando cual instrumento de relojeria, sin cambios, girando del mismo modo que siguió haciendolo a pesar de su rutina reducida a cautiverio. Veía delante de sus ojos a los oscilantes números y letras flotando sobre las cabezas de cada habitante cual componente fundamental de la existencia humana, nombres y fechas distintas, disparejas, desequilibradas, algunas apartadas y otras más cercanas a culminar. Mujeres, hombres, ancianos y niños pasaban de largo ignorandole sin tener conocimiento de lo mucho que Beyond Birthday sabía de sus destinos, lo mucho que lo excitaba reanudar a la masacre de la que fue apartado a voluntad. 
 
Imitó el aspecto de una sonrisa en su rostro y prescindió de sus contemporáneos episodios post-traumaticos para alimentar el porte altanero de su figura mezclandose entre los transeúntes. ¿Cuántas muertes podrían ocurrir ese mismo día que era liberado? El asesino de Los Ángeles estaba impaciente por saber el veredicto, por eso avanzó uniendose a la rutina de los residentes japoneses con el anhelo implicito de observar con sus propios ojos la muerte del universo entero, rindiendo oración a cualquier divinidad porque esta seductora realidad no tardara en desatarse.
 
 
 
Los ojos de Lawliet se abrieron de golpe, sus pupilas impactandose contra el techo que lo cubría del cielo, descubriendo la poca tolerancia que poseía a la sensación de una fría -pero suave- superficie rozando su piel. De un movimiento se levantó, encogiendose en su lugar como acto-reflejo sobre las sabanas desordenadas con olor a suavizante, aturdido, inquieto. Miró a un costado suyo para comprobar con decepción que no había nadie con él, se llevó un pulgar a los labios con el cual los restregó inevitablemente molesto por la irrefutable realidad pero reconocía que esto era algo que estuvo esperando. Beyond no era una persona sumisa, mucho menos conformista, no le extrañaba que eligiera marcharse siquiera recibir el permiso de hacerlo, L era consciente y quería tomarlo con la indiferencia que trató auto-imponerse pero internamente se veía debastado por las condiciones actuales; le deprimía. Haberle dejado libre sin obligarlo a pagar por sus crimenes no era algo que solía hacer y la sensación picaba en sus principios más que en su añejado orgullo pero se acostumbró demasiado pronto a la figura de B descanzando a su lado, aunque no hubiese logrado dormir al inicio, con las noches transcurridas a su lado su cuerpo inconscientemente había empezado a imitarlo, exigiendose el dormir como fuera una vez veía a B ser envuelto por los sueños. Había desarrollado un inverosimil cariño por aquel criminal de deforme consciencia por el cual se creía tener derecho de hacer a un lado las leyes con las que era manejada la sociedad y que tanto se dijo a sí mismo proteger. 
 
Se removió bajando de la cama lentamente para abandonar la zona y a los siguientes instantes ya se encontraba en la sala, percibido por su evidente silencio de tristeza. Watari no interrogó su estado de ánimo, se limitó a dejar su actividad de cocinar para preparar un poco del chocolate caliente con el cual solía recibir a L todas las mañanas, permitiendose agregar algunos malvaviscos en el proceso. L, por otro lado, se subió al sillón contrayendo ambas piernas en su pecho, mordiendose el pulgar que estuvo sosteniendo a la altura de su boca hasta que el aroma dulce del chocolate lo tomó por sopresa; Watari había dejado la fina taza delante de él, sorprendiendolo por el detalle de los bombones flotando entre la espuma de azúcar. L sonrió con renovado ánimo, su padre era tan atento con él que casi se sentía a sí mismo como un mal compañero. Se recordaría compensarlo por todo en cuanto le fuera posible.
 
—Muchas gracias, Watari— dijo apresurandose a sostener cuidadosamente la taza blanca con sus dedos a la altura de sus labios. Watari permaneció callado, conmovido y agradecido por ser capaz de ofrecer un poco de consuelo a un decaído detective. La vida aún era grata.
 
 
 
Entró en pánico, no había podido evitarlo cuando vio a Kiichirou Osoreda señalar con el revolver los asientos traseros, temeroso de una extraña e inoportuna alucinación que se había manifestado para él justo después de cruzar el tunel. Dispararía, el aterrado agente estaba seguro de que lo haría, así que no dudó en gritar a los demás pasajeros que bajaran la cabeza y se cubrieran, preocupado porque hubieran heridos en este desafortunado suceso pues no podía confiarse de un drogadicto que usaba un arma para intimidar a civiles inocentes. Desde que empezó a trabajar para el FBI había presenciado inumerables escenarios que no le gustaría se repitieran y este hombre era la clase de criminal que actuaba de forma descontrolada, pasional y peligrosa. 
 
Lo escuchó disparar hasta que se le terminaron las balas y lo vio retroceder sin dejar de jalar el gatillo cuyo martillo se golpeaba una y otra vez contra el tambor vacío. Raye Penber había aprovechado esto para levantarse de su asiento con intenciones latentes de inmovilizarlo antes de que hiciera algo más y Kiichirou corrió aterrado, lanzandose contra el conductor exigiendo detuviese el autobus, el chofer había obedecido al instante, entonces este salió con desespero fuera del medio de transporte para terminar siendo arrastrado por un automóvil que cruzaba la avenida en el mismo sentido. 
 
Y el agente se quedó paralizado sobre las escaleras, atonito por el orden de las circunstancias, todo sucedió tan rápido que no procesaba siquiera lo ocurrido pese a los hechos claros a simple vista. Osodera vuelto victima de un nuevo fatal accidente, un evento desafortunado de los que aquella ciudad era protagonista inumerables veces. El conductor del coche particular salió de la cabina sujetando su cabeza entre sus manos, lamentando ante sus ojos la imagen del cadáver sangrante adhiriendose a la carretera, muerto por su causa. No, aquello no estaba bien, era lo único que Raye podía pensar; se suponía que ese día terminaría su trabajo de investigación asignada por las oficinas policiales de EUA, no podía estar involucrandose en un accidente automovilísico justo cuando era su deber operar de la forma más discreta posible. Se dejaba ser presa de la incertidumbre, conmocionado por los sentidos alterados en su organismo sin sospechar un instante de aquello que el destino le tenía guardado, el destino que sin duda apostaba en su contra. 
 
La divinidad furiosa lo había elegido para el castigo divino sólo que por ese corto -e insignificante- instante esta entidad se ocupaba en controlar sus propias emociones mientras miraba hacia su reloj de pulcera, sintiendo alivio de que todo aquello terminara por fin.
Notas finales:

Si recuerdan a Raye Penber (¿o era Penbar?) ha hecho acto de aparición, al igual que cierto dios que seguramente muchos han querido leer *Guiño, guiño* Pero, lo siento, su entrada no ha sido explicita, mas lo prometido es deuda.

Nos leemos la próxima ocasión.


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