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Chico Problema por Ahiezer

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Notas del capitulo:


Gracias por el apoyo, la verdad no esperaba que disfrutaran la historia, así que fue muy motivante leer los comentarios, espero no decepcionar con las próximas actualizaciones.

 

Nantsuki, anonimo, Ana, Gogo: Agradezco sus comentarios, fueron muy gratificantes leerlos. Ya fueron respondidos, así que pueden pasar a leer las respuestas, <3

A veces las elecciones tienen consecuencias que no prevemos.

 John Verdon

—x—x—x—

Todo el comedor estaba en completo silencio, incluso mientras que otros fingían no prestar atención y seguir con lo suyo.

¿Le temen a este hombre?, pensó Eren, un poco confundido. El hombre era bajito, demasiado bajito comparado a los demás; Eren era mayor que el hombre por casi 10 cm. El guardia tenía esa aura misteriosa y esa mirada que no demostraba nada más que escepticismo. Las manchas oscuras debajo de los ojos le daban ese aspecto sombrío. Pero, aquí había hombres enormes, musculosos, altos y llenos de cicatrices que con tan solo mirarlos sabías que no te convenía tenerlos contra ti, sin embargo, el hombre frente a él imponía todo el respeto. Probablemente era lógico por el traje de oficial que portaba, pero si Eren lo pensaba mejor el antiguo oficial que lo había escoltado no impuso el mismo orden. El hombrecillo ni siquiera tenía algún arma… y venía solo. Los guardias que debieron de intervenir desde hace tiempo yacían ahí tranquilos, completamente relajados ante la escena.

— ¿Y bien?... estoy esperando.

— ¿Uh? —Eren dio un vistazo al otro hombre que simplemente había tomado asiento aun cubriendo sus genitales. El preso lo ignoró, tomó asiento y se dispuso a terminar su comida. Maldito imbécil, cree que voy a hacer todo solo, pensó.

Eren era el único que estaba de pie y todas las mirabas se centraban en él y el hombrecillo.

—No tengo todo el día, mocoso.

Eren se mordió la lengua para no protestar por ser llamado “mocoso” y por no acusar al bastardo a sus espaldas.

—No tengo con que hacerlo—dijo Eren, como si fuera lo más evidente, pues no tenía escoba o algún trapo.

 — ¿Ese es mi problema? —el oficial frunció el ceño.

Así que no tendré nada…, Eren observó su entorno, buscando con que tomar los residuos de comida. No había nada. Pensó en destrozar un trozo de tela de su vestuario, pero eso conllevaría a un castigo, y ganarse otra llamada de atención no era bueno. Así que, con las manos desnudas, comenzó a juntar todo el alimento que pudiera, amontonándolo para cuando ya tuviera lo suficiente y sostenerlo con ambas manos. El policía lo miró con evidente desagrado.

Localizó el bote de basura enseguida y desechó los residuos.

—Sigue sucio—mencionó el oficial.

Eren suspiró, quedaban pequeñas migajas y manchas que serían difíciles de recoger con las manos, tenía que encontrar algo. Lo tengo, Eren se acercó a una mesa que tenía lo más parecido a servilletas -Eran algo rasposas, pero servirían igual-.

—Eso es mío— dijo un preso cercano. Casi lo murmulló para no ser escuchado por el hombrecillo.

—Tienes muchas, un par no te harán falta—respondió Eren, no con intención de buscar una pelea, aunque para el prisionero y los espectadores no fue así.

Eren tomó las servilletas y se dispuso a limpiar lo derramado. 

Segundos después, Eren aprendió porque el hombre de baja estatura era temido. Tal vez lo hizo mal, tal vez aún dejó sucio o simplemente fue demostración de poder. Sea lo que fuera, Eren catalogaba esa paliza como una de las peores de su vida. El “hombre oso” sólo forcejeaba, desagradablemente lo toqueteaba, uno que otro golpe indoloro y se burlaba de él. Pero esto había sido peor, a tal punto que lo llevaron arrastras a una celda de aislamientos por ser, según ellos, demasiado problemático.

Fue arrojado a una mazmorra sombría, muy diferente a su celda compartida; Era húmeda, sin ventanas, oscura, no olía bien, la puerta era de metal con una rejilla para que los guardias pudieran vigilar -aunque claro también se podía cerrar-, igualmente había otra más abajo para posiblemente pasar alimento, piso de adoquín, lo más parecido a un retrete y con solo un colchón en el suelo.

En pocas palabras era un lugar horrible.

Sin decir nada, los guardias cerraron la puerta y lo único que Eren pudo ver antes de que la cerraran completamente fue la cara de ese oficial indiferente.

Con las dolencias en todo su cuerpo, se arrastró para acostarse en el colchón maloliente y no sufrir por los bordos y la rigidez del suelo. La “cama” tampoco traía alivio a su cuerpo adolorido, pero era lo más suave que podía encontrar.

Con algunos sollozos silenciosos, se acorrucó a sí mismo y contempló su desafortunado futuro.

¿Cuánto tiempo lo dejarían aquí?

—x—x—x—

—Capitán, no cree que se ha pasado un poco.

—No. Gunther, vigila la celda y no dejes que nadie se acerque.

—Como ordene, capitán Levi.

Gunther se puso frente a la puerta, vigilándola con recelo.

Tengo que ver a Erwin, pensó Levi.

Había tantos cuestionamientos en su cabeza, pero uno que particularmente destacaba era: ¿Qué hacía un mocoso de mierda en un lugar como este?

Desde que el mocoso entró al comedor fue demasiado llamativo, era nuevo, todo recién llegado llama la atención. Su complexión y estatura media tampoco pasaron desapercibido, desde distancia se veía joven.  Añadiendo que incluso se tomó el tiempo de ver que le habían servido en su bandeja. Pero que idiota, pensó Levi en el instante que lo vio hacer eso; ¿Dónde diablos se cree que estaba, en la puta escuela secundaria?

Verlo ahí como un cachorro perdido, nervioso y sin rumbo fijo, fue una señal clara. Era doloroso de ver porque sin saberlo se había convertido en un señuelo.

Usualmente, los guardias no intervendrían en los conflictos entre los internos, por lo menos no hasta que no se vieran daños severos o intentos de verdadero homicidio. Existía una jerarquía entre los criminales que sólo se tenía que dejar fluir y eso Levi lo conocía de primera mano. Esta vez, sin embargo, Levi se vio obligado a entrometerse.

A este paso, no durará para el día de mañana, ese pensamiento lo había empujado en medio del conflicto.

Cuando estuvo cerca, cuando la pelea se detuvo, cuando por fin fue capaz de mirar más de cerca… lo notó; Fisonomía adolescente en todo su esplendor. Cabeza redondeada, cabello desordenado llegándole por debajo de la nuca y cubriendo media parte de sus orejas, sus mechones delanteros con una caída natural delante de su frente en una división al estilo “cortina”. De un color chocolate, cálido, brillante y aparentemente suave.  Su piel ligeramente curtida de un color oliva. Y sus ojos…, esos ojos, eran grandes y redondos, no tenían un color fijo, entre un verde intenso o azul oceánico. ¿Esmeraldas?, Levi no lo podría decir, probablemente esos ojos podrían tomar cualquiera de esas dos coloraciones dependiendo de la iluminación. Simplemente hipnotizantes… y peligrosos.

Sus ojos serían su perdición -no es como su aspecto no lo fuera-. Era el candidato perfecto para todas las fantasías de los cerdos ansiados de acción y atención. 

Cuando vio al mocoso con el ceño fruncido haciéndole parecer molesto, limpiando un desorden del cual no era de todo culpable -No delató por suerte-, fue aceptable y tenía un punto de su bajo porcentaje de vida para su supervivencia, pero cuando simplemente tomó algo que no era suyo de uno de los prisioneros, y no de cualquiera, era uno de los reos veteranos. Cometió uno de los errores más grandes, arrebatándose de cualquier posibilidad de sobrevivir.

Levi se vio obligado a intervenir con urgencia, el maldito mocoso no tenía ninguna posibilidad, tenía que sacarlo; Utilizó una medida extrema, pero viable. Tal vez la paliza haría recapacitar al mocoso, y de paso se le enseñaba a los demás a dejar de joder a la hora de la comida. No es porque Levi tuviera un interés por el niño, por supuesto que no, Levi tenía mierdas más importantes de que preocuparse. Simplemente era el encargado de los reos, no entendía muy bien su función, a veces sentía que hacía todo y otras veces no hacía nada. Pero estaba frente a un problema que requería su atención así que solo estaba haciendo su trabajo. 

Estando delante de la puerta de Erwin, Levi dejó de pensar en el mocoso o lo que hizo por él. Con una patada abrió la puerta, Erwin levantó la mirada de las hojas frente a él para concentrarse en el recién llegado.

— ¿Qué mierda, Erwin? —cuestionó Levi, entrando en la habitación.

Erwin junto sus inmensas cejas en la confusión, después siguió con lo suyo.

—Levi, la próxima vez sólo empuja la puerta con la mano—dijo, no con enojo, fastidio o diversión, con una seriedad simple. Un recordatorio. Como si la escena ocurriera todos los días—. No sé de qué me hablas—añadió un segundo después.

— ¿Desde cuándo aceptan a mocosos de secundaria? —Levi preguntó, tomando asiento; colocando su pierna derecha sobre su izquierda, y apoyando el antebrazo sobre el gran respaldo del sillón.

Erwin dejó la papelería a un lado, centrando su atención a Levi—. No lo hacemos— respondió. 

—Entonces, ¿quién es el niño que anda por ahí?, no me digas que es una de esas putas pruebas o lecciones que los padres hacen para que sus hijos no cometan actos delictivos. Porque si es así ya lo jodí—Habló Levi, con total indiferencia. Si era uno de esos casos sería demandado, pero no es como si le importará, con mayor razón el mocoso se merecía la golpiza, así estaría seguro de no cometer nada malo durante el resto de su vida.

—Te refieres al nuevo recluso.

—Así que es un preso real—murmuró Levi.

Erwin asintió —. Pixis lo mandó para acá. Una orden de los altos mandos, no pude rechazar. Los detalles tienen un par de inconsistencias, pero por lo que sé está aquí por homicidio.

— ¿Qué asesinó, una mosca?

—Es un poco más grave que eso.

Levi se encontraba escéptico a lo que escuchaba; El niño no parecía un homicida, tenía esa mirada y ese aspecto que no encajaban. Muy bien dicen que las apariencias engañan, sin embargo, era poco creíble que ese dicho se utilizara para el chico.

La puerta se abrió de golpe interrumpiendo la conversación.

— ¡Erwin, ya terminé! —exclamó Hange, siendo seguida por Moblit que susurró:

—Terminamos—sosteniendo una gran variedad de copias y archivos.

—Sí, sí, terminamos. Gracias, Moblit—Habló Hange, despreocupadamente.

— ¿Por qué no pueden entrar civilizadamente? —Suspiró Erwin.

El trigueño, Moblit, caminó pesadamente y dejó todos los archivos sobre el escritorio de Erwin—. Alcaide, capitán…— saludó con voz cansada, forzándose a sí mismo para no bostezar. A pesar de que era joven, siempre se veía preocupado por las acciones de Hange y ayudaba a elaborar los trabajos de escritorio. 

—Gracias Moblit, puedes retirarte—dijo Erwin.

—Y tienes permiso de descansar, ya necesitas descanso de esa maldita mujer—añadió Levi, mirando con ojos entrecerrados a la risueña mujer que se sentó en una silla cercana sin vergüenza.

—Oh no…. es un completo honor trabajar con la señorita Hange— Tartamudeó Moblit.

—Está bien, Moblit. Puedes retirarte, tengo cosas que hablar con Erwin y Levi—tranquilizó Hange.

—Como ordenen. Gracias—Moblit bajó su cabeza ligeramente como signo de respeto y despido, y se marchó de inmediato a buscar el sueño que tanto necesitaba. Trabajar con Hange Zoë era un trabajo de tiempo completo.

La mujer de cabellera castaña atada a una descuidada coleta se sentó más cómodamente en la silla —. Y bien, ¿De qué estamos hablando?

—Nada que fuera de tu incumbencia, cuatro ojos— respondió Levi, mordaz.

—Oh, vamos Levi….

Hange y Levi se agarraron a discutir y a soltarse burlas, como era común en su difícil relación. Erwin simplemente los escuchaba, mientras acomodaba los nuevos informes que le habían llegado.

—Por cierto, Erwin. Hoy tuve que hacer el chequeo médico del recién llegado y… ¡Es demasiado adorable, tan pequeño!, bueno más grande que Levi en altura, pero todos son más grandes que él.

—Vete a la mierda, cuatro ojos—farfulló Levi.

Hange rió y continuó—Como sea, el caso es que comienzo a preocuparme, la última vez que llegó alguien como él… no salió muy bien.

Levi crispó su labio, recordando el terrible accidente que se llevó acabo con el último niño que ingresó. La situación fue tan mala que tuvieron que llevarlo a un centro psiquiátrico. No quería recordar los detalles.

Desde que Erwin se hizo alcaide, trataba de mejorar las cosas, pero a veces era tan difícil cuando al gobierno no le interesaba, simplemente se aseguraban de que aquellos criminales que tuvieran dinero o fama, se les tratará no como criminales, sino como reyes, ya que podían darse el lujo de pagar cuanto quisieran. Mientras que los otros que no tuvieran nada, podrían ser tratados como animales, porque sinceramente no importaban.

Con el simple pensamiento, le hacía enfurecer; Levi ya había estado del otro lado de la ley y recordaba con detalle cómo era la vida detrás de las rejas.

—Levi también está preocupado—mencionó Erwin, tomando asiento de nuevo detrás de su escritorio.

—Wow ¿enserio?, ¡Lo sabía!, sabía que detrás de esa obsesión por la limpieza, estatura pequeña y actitud espinosa, había un corazón.

—Hange…—Levi le dio una mirada filosa y peligrosa.

Hange ignoró la mirada de muerte, a estas alturas ya era completamente inmune —. No me gustaría repetir la misma escena de hace unos meses—mencionó. Pero como la inteligente que es, tuvo una idea—. Sabes, deberías ayudarle. Darle algunos consejos, por lo menos para que su esperanza de vida se alargue unos días más.

—No.

—Anda, Levi, no tendrías que hacer mucho. Erwin, ayúdame.

El pelinegro y la castaña miraron al rubio. Erwin se encogió de hombros —. Nuestro deber es proteger a los reclusos, un par de ayuda no le vendría mal.

—No.

—Levi, por favor. Si lo haces dejaré de hablarte sobre mis teorías conspirativas, sobre la bioquímica, y dejaré más espacio en el estacionamiento para tu motocicleta y…y limpiaré mi desorden.

—No.

—Levi…

—No, no pienso participar en tus fantasías estúpidas—replicó Levi. Hange leía historias muy raras por internet y era de gustos excéntricos, no era extraño que ya formara una inusual historia en su cabeza. 

Levi se levantó de su asiento y caminó hacía la puerta, saliendo de la oficina. No aguantaba más estar al lado de ese espécimen raro de mujer.

Los pasillos estaban tranquilos, algunos guardias jugaban cartas o charlaban por ahí. Entre ellos encontró a Erd y Auruo. Los dos jóvenes guardias al verlo de inmediato saludaron y se acercaron a él.

—Capitán.

 Levi no dijo nada y siguió su camino, con los dos chicos detrás de él.

—Capitán, ya escuchó sobre la apuesta estúpida—mencionó Auruo.

— ¿Qué apuesta? —preguntó con desinterés.

—Esa que hacen sobre el mocoso, como si el mocoso sobreviviera para la otra semana con lo que hizo.

— ¿De qué trata? —cuestionó Levi de nuevo, con aparente antipatía.

—Están haciendo una apuesta de cuanto creen que sobrevivirá el novato aquí, tomando en cuenta que el otro no duró ni las dos semanas—añadió Erd.

—Esos tipos de mocosos no deberían de estar aquí, son sólo una-…—las frases que Auruo quería decir murieron en su boca, junto a la ensangrentada lengua que accidentalmente había mordido. Era extraño, pero Auruo tenía tendencia de morder su lengua accidentalmente, y lo más curioso es que la sangre brotaba con exageración.

Levi hizo una mueca desagradable y se alejó dos pasos del hombre, pues no quería ensuciar su impecable atuendo.

—A estas alturas, me sorprende que aun sigas manteniendo tu lengua—dijo Erd, observando como el otro utilizaba su pañuelo para cubrir el sangrado.

Auruo habló, pero sus palabras ya no tenían sentido.

Erd siguió contando lo de la apuesta y Levi se mantuvo escuchándolo con fingida indiferencia.

—x—x—x—

Hange después de unas cuantas charlas con Erwin volvió a su oficina, alistando algo de trabajo que se llevaría a casa cuando la puerta se abrió de golpe.

—Será mejor que vayas buscando a quien más contarle de tus obsesiones estúpidas, y limpia tu asqueroso desorden.

Así como la puerta se abrió salvajemente se volvió a cerrar, fue tan rápido que Hange tardó unos segundos en procesar todo. Con una sonrisa sacó 10 dólares y volvió a Erwin.

Levi no era tan malo después de todo.

—x—x—x—

Eren no se había dado cuenta cuando se había quedado dormido. Lo hizo cuando comenzó a sentir unos golpeteos en su espalda, abrió lentamente sus ojos y lo vio. Se estremeció al instante que distinguió quien era el que yacía frente a él. Movió su cuerpo somnoliento contra la pared.

El oficial levantó una ceja — ¿Me tienes miedo? —preguntó.

Eren negó con la cabeza—Sólo hacía su trabajo.

—Bien. ¿Quieres ir al médico?

Eren volvió a negar—. Estoy bien—dijo, aunque no del todo cierto.

— ¿Tienes hambre?

Eren asintió levemente y con timidez. No sabía si su estómago seguía ahí, porque se sentía tan vacío; no había comido bien durante todo el día, lo único que tenía era un ligero desayuno que ni siquiera tocó mucho por el nerviosismo de entrar a la cárcel.

—Toma.

Le fue arrojado un sándwich, venía protegido en una bolsita de plástico transparente. Eren lo desenvolvió y observó al oficial con cautela, inseguro del porqué lo había tratado crudamente hace unas horas y ahora estaba siendo amable; Su expresión no cambiaba, pero no estaba siendo rudo.

—Tranquilo. No voy a golpearte—le recordó el oficial.

Eren asintió con ojos grandes como gacela, y dio un mordisco diminuto al alimento. Sus dientes dolían, sobre todo una muela, así que Eren se alimentaba con cuidado.

—Gra-gracias—Eren agradeció después del segundo mordisco.

Había un silencio incómodo, Eren no estaba acostumbrado a ello. Eren centró su mirada al oficial, que no hacía nada, tampoco lo miraba, estaba ahí mirando el entorno con disgusto. Por lo visto, el guardia odiaba la suciedad; Sus manos estaban tensas y parecía ansioso.

—Tendré que limpiarlo—Habló Eren, tratando de destruir la atmosfera incómoda.

—Estarás aquí una semana, así que tendrás que hacerlo—Le respondió. El guardia lo observó y continuó: —. Pero primero tendrás que empezar por ti.

Eren parpadeó confundido y trató de mirarse a sí mismo, mientras daba otro bocado de su pronto desaparecido sándwich. Había un par de gotas de sangre seca y la muestra del alimento que se aferraba a su tela.  

— ¿En qué estabas pensando?

Eren tragó duramente ante la repentina pregunta —. ¿Mmm?, ¿No entiendo?

—Cuando te peleaste y tomaste algo que no era tuyo, ¿Por qué lo hiciste?

Eren frunció el ceño en la molestia al recordar a los desgraciados del día —. Necesitaba algo con que limpiar, no era justo, porque no fue mi culpa. Ese maldito… No iba a dejar que se burlara de mí, el bastardo se lo merecía—inconscientemente apretó con fuerza sus puños, haciendo énfasis en sus palabras.

El labio del oficial se contrajo levemente, haciéndolo ver como una sonrisa, muy pequeña, pero considerada como una. Eren no sabía si temer, parecía que el hombre no sonreía mucho -o en absoluto-.

—Eres un mocoso estúpido.

Ofendido de ser insultado y nombrado con apodos molestos, Eren se defendió —No soy un mocoso… y no soy estúpido.

—Sí, lo eres. Ahora tienes un adeudo.

— ¿Un adeudo?, es una tonta servilleta.

—Podría ser, pero aquí en prisión hay reglas.

—Puedo pagarla, ¿Cuánto puede costar?

—Puede valer una mierda, y aun así se te cobrara.  Es la cárcel, mocoso, no la escuela secundaria.

Eren tragó lentamente, pensando en lo dicho. Que exagerados, es solo una servilleta, ¿Cuánto le cobrarían? —Entonces, ¿Qué haré?

—Eso depende del criminal. Nunca debes tomar prestado nada. 

Eren dio otro bocado al alimento y ninguno de los dos habló más. Pero entre más lo miraba, Eren notaba que realmente al hombre no le gustaba el lugar; Se le miraba muy ansioso y observando cada detalle de la celda con disgusto.

—Soy Eren—dijo el castaño, para hacer que el oficial saliera de su trance.

—No recuerdo haber preguntado —dijo el oficial, centrando su atención devuelta al muchacho—. Odio este lugar. Termina esa cosa y vámonos.

Eren así lo hizo, sacudió las migajas de pan de su mano. Se levantó entre tambaleos y ambos salieron. No sin antes que le colocaran los grilletes.

— ¿A dónde vamos? —preguntó Eren durante el camino; El pasillo era largo, los presos estaban silenciosos, lo que hizo sospechar a Eren de que era de noche, pues había pocos guardias, y algunos estaban irresponsablemente descansando. Aparte existía un silencio tranquilo. 

—A los baños—respondió el hombre delante de él.

— ¿Por qué?

—Necesitas quitarte esa grasa de tu pelo y sucios harapos. Una de las reglas es mantenerte limpio, el lugar en el que estas es insalubre, añadiendo tu suciedad atraerás pestes. 

—Y podía contraer una enfermedad—Eren razonó—. Entiendo, mantenerme limpio, lo recordaré.

—No eres tan estúpido después de todo, mocoso.

Llegando al lugar, el oficial liberó los grilletes y señaló: —Ahí hay uniformes limpios, busca uno de tu talla. Allá están los sucios, los internos de lavandería se encargarán de limpiarlos. Estás no son horas de estar aquí, así que no tardes mucho—. Se dio la media vuelta y le dio privacidad al chico.

Había una gran cantidad de duchas separadas por poco espacio y una pared para darle a cada recluso su privacidad. El lugar estaba solo, por lo que Eren escogió una al azar. Eren obedeció cada orden: Tomó ropa nueva, se deshizo de la vieja, se bañó con rapidez. Fue incómodo porque el agua estaba helada, le hacía temblar y rechinar sus dientes, aunque también ese tiempo de intimidad le dio la oportunidad de mirar su cuerpo; Tenía algunos moretones en su abdomen, uno que otro en las manos y piernas. Su rostro también tenía daño, porque podía sentir la picazón cuando el agua lo tocó. La mejilla izquierda tenía una fea mancha morada-azulada, pero no era algo que Eren pudiera comprobar por sí mismo.

No es tan malo, sanarán, Se dijo.  

Terminando volvió con el guardia, quien nuevamente lo encadenó. Volvieron ahora en silencio a la celda. El guardia entró de nuevo con él y lo desencadenó.

—Gracias—dijo Eren, masajeando las zonas en donde los grilletes habían estado.

El hombrecillo vaciló para comentar algo, pero la puerta de la celda se abrió.

Tres guardias estaban ahí en la puerta, sonrientes, pero después su expresión cambió al ver bien el entorno. Eren nunca los había visto, pero tampoco podría decir mucho porque la luz de la mazmorra era muy tenue.

—Se-señor… Capitán, no sabía que usted estaba aquí—tartamudeó el guardia del medio.

El ‘Capitán’ frunció el ceño —. ¿Qué hacen ustedes aquí?

—Vinimos a…—uno de ellos habló, pero las palabras no salían de su boca, se veía nervioso.

—A traer la cena, sabe que algunos olvidan alimentar a los internos de aislamiento—añadió el último guardia de la izquierda.

—Que buen gesto, ¿Dónde está la comida?

Eren observó sin entender lo que sucedía realmente.

—… Queríamos comprobar que estuviera despierto—respondió uno de los guardias más altos, mirando a sus amigos—. Ahora que sabemos que está despierto, iremos por ella.

— ¿Era necesario que los tres vinieran a comprobar? …Si querían mirar para eso están las rejillas— el ‘Capitán’ las señaló con la mirada.

—No señor, no lo era—respondieron con vergüenza—. Volveremos más tarde.

—No es necesario. Largo, y no quiero volverlos a ver por aquí—ordenó el hombrecillo.

—Como usted diga— El trío se inclinó en señal de despido y salieron.

El hombrecillo farfulló palabras malsonantes, pero lo único que Eren pudo captar al final fue la palabra “cerdos”.

—Es bueno saber que algunos se preocupan por los criminales de la zona de aislamiento—Eren habló para eliminar la tensa situación.

—No venían con esa intención—suspiró el hombre—. Otra de las reglas es no confiar en nadie, ni siquiera en los oficiales.

No confiar, —Lo entiendo— dijo Eren, asintiendo.

El hombre se dio la vuelta, dando pasos firmes hacía la salida.

—Espera—murmuró el muchacho, segundos después de reflexionar mejor las palabras—, Si no puedo confiar en nadie, ¿Cómo sé que puedo confiar en ti… en usted?

—Es tu elección— respondió el guardia con simpleza.

El oficial salió de la celda y antes de cerrar la puerta, Eren cuestionó:

—Un momento, ni siquiera sé su nombre.  

—Levi—fue su corta respuesta, antes que la puerta se cerrara de golpe. Dejándolo en la oscuridad de su mazmorra.

Eren se fue a la cama, memorizando los datos que le habían sido dichos.

1.-No tomar prestado nada.

2.-Mantenerse limpio.

3.-No confiar en nadie, ni siquiera en los oficiales.

Pero Eren tomó una decisión, él confiaría en Levi.

—x—x—x—

 

Notas finales:

Si tienes algún comentario no dudes en hacerlo, me ayudarían y las apreciaría.
¿Opiniones?
Nos leemos pronto en futuras actualizaciones. 


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