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Mi nueva aventura por Ayumi Kuran

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Notas del capitulo:

¡Hola! Pues para empezar no sé exactamente si lo he puesto en las categorías correctas, si me he equivocado por favor avisadme para poder corregirlo.


Y sobre el fic...


Esta es una historia que se me ocurrió tras el final de Noche en el Museo 3 (empece a ver todas las películas de golpe) y me di cuenta de que no había prácticamente de nada de esta pareja en estos roles (por no decir nada) así que me anime a crear esta pequeña historia que espero que la disfrutéis tanto como yo escribiéndola y quizás, se pueda empezar a ver más de ellos.

Ya habían pasado tres años desde que Ahkmenrah se había quedado en el museo de Inglaterra llevándose junto a él su tabla, permaneciendo al lado de su familia. Tres años en los que las cosas habían cambiado de manera drástica. Tres años desde que su corazón había sido reducido a la nada, atravesado por una profunda daga que lo había dejado sangrante y aún no había sido capaz de cerrar.


Tras llegar de ese viaje que sería el último en el que vería a todos los que se habían ganado su cariño, convirtiéndose en la familia que hacía tanto había perdido, se sintió más solo que nunca, anhelando lo que se le ha sido arrebatado de una manera dura por otras personas…unas que tenían mucho más derecho de recuperar lo que una vez fue suyo, sin darse cuenta (o quizás sí) de que habían dejado a su paso un “cadáver” que no podría revivir con casi nada. Dejando que se despidiera en pocos minutos de todos ellos para volver a lo que fue su vida, una que no quería recuperar.


¿Qué podía hacer? ¿Ver cada noche a todos los que amo con todo lo que tenía sabiendo que por mucho que esperara no podría volver a verlos? Cada vez que pasaba por esos pasillos recordaba todos sus momentos vividos ahí; las peleas de Jed y Octavio, los Uno tratando de perseguirle para arrancarle sus miembros, a Teddy animándole cada noche asegurándole que sería capaz de manejar al museo…como todos dejaron de lado sus diferencias para trabajar en un objetivo común, volviéndose unidos los unos con los otros, viviendo grandes momentos. Incluso añoraba sentir a Dexter robándole las llaves o pegándole tortas a cada momento que podía. Pero sobretodo sufría cuando pasaba por el pasillo dirigido específicamente a Egipto, viendo los jeroglíficos que ahí se encontraban, el lugar donde estuvo la tumba de Ahk y ahora se encontraba vació. Todavía podía recordar cómo tras el amanecer se había dedicado unos minutos a acariciar con sus dedos el lugar donde estuvo el faraón, rememorando como fue que lo conoció, sus grandes momentos juntos…como llegó a enamorarse de él. ¡Ah, ese sin duda fue su mayor error! Dejar que esos sentimientos comenzaran a crecer de tal manera que no pudiera vivir, que a la hora de la separación (algo que jamás había contemplado) logró destrozarlo mucho más allá de lo posible.


No, nunca podría volver a pisar el Museo de Historia Natural de Nueva York sin dejar que un pedazo de su ser muriera de forma dolorosa. Por ello no dudo en responder ante la junta, cargando con toda la responsabilidad de los “fallos de los efectos especiales”, de que el faraón Ahkmenrah hubiera sido trasladado a Inglaterra perdiendo con ello una de las piezas más valiosas del museo, de los destrozos que se causo en el lugar por última vez antes de que todos se embarcaran en su última aventura…el despido fue inmediato, junto a él estuvo la orden de alejamiento que le impedía acercarse al museo a más de cien metros de este. Nunca podría volver a él, algo que ya tenía asumido desde el momento en el que escuchó la decisión de los que fueron sus amigos.


- ¿Profesor Daley?


Llenando sus pulmones de aire, salió de sus recuerdos para observar a una chica de no más de diecinueve años viéndolo con algo de preocupación. Una sonrisa hizo que la calma llegará a la adolescente, mientras observaba los papeles que esta le tendía, su trabajo.


- ¿Sí, señorita Brown?


- ¿Se encuentra bien? Parecía distante.


- Le aseguro que me encuentro perfectamente.- La sonrisa continuaba bailando en sus labios, restándole importancia al asunto.- Veo que ya ha terminado su trabajo. Impresionante teniendo en cuenta que aún quedan dos meses para entregarlo.


- Lo sé pero…- Un pequeño sonrojo se posó en las mejillas de la castaña.- Pensé que sería bueno terminarlo a tiempo y…quizás…si me equivocaba en algo, usted podría…avisarme para que lo corrigiera.


- Sería un placer pero desgraciadamente no podrá ser. Este trabajo es uno que cuenta un ochenta por ciento de la nota por lo que no sería justo que le dijera sus errores y a sus compañeros no.- Su tono de voz era algo severo, viendo como la otra bajaba un poco su mirada.


- Entiendo su punto pero aún así me mantengo firme en mi decisión. Quiero poder entregarlo ya.


Larry no pudo evitar sentir algo de admiración por esa chica, ella era algo distinta a él: determinada a cumplir con sus objetivos pasará lo que pasará, sin importarle lo demás. Era valiente, en cambio él era un cobarde.


- Bien, en ese caso no se olvide que a pesar de entregar ya su trabajo debe seguir viniendo a clase.


- Créame, jamás me perdería esta clase.- Murmuro muy bajito pero aún así siendo oída.


- Me alegra saber que hay gente que llega a amar esta clase como usted lo hace, señorita Brown.


Tras esto Larry guardó el trabajo junto a otros tantos que aún debía corregir, viendo como está permanecía con firmeza frente a él, casi con nerviosismo.


- Profesor… ¿usted…?


Las palabras quedaron en el viento cuando el móvil del adulto sonó con fuerza, haciendo que una sonrisa de disculpa bailará en sus labios para poder cogerlo, viendo el nombre de la persona que le llamaba. Su corazón quedó suspendido al ver que provenía de Tilly, la guarda de noche de Inglaterra. Sus dedos temblaron por unos breves segundos, en su mente repitiéndose constantemente que tras esos años debería de ser capaz de hablar con ella sin problemas, aunque fuera unos instantes. Armándose de valor recibió la llamada, llevándose el móvil al oído.


- Tilly, buenas noches. ¿Cómo van las cosas por allá?


- ¡Hola, colega! Pues todo va bastante bien por aquí, están bastante animados.


Larry no necesitaba que se lo jurara, la música sonaba con tanta fuerza que era como si estuviera allí, viéndolos bailar y reír.


- Me alegro de que todo vaya bien.- Cerró sus ojos, tratando de normalizar su voz para que no temblará.- ¿Y a qué debo tu llamada?


- Oh, eso. Casi olvido por qué te llamaba.- La risa de la guarda se podía notar con claridad, de la misma forma que unos pequeños golpecitos tras el auricular, premiándola a hacer algo que no pudo entender.- Verás, Ahkmenrah quería hablar contigo y…aquí estamos, pasándote la llamada.


- ¡No, esp…!


- ¿Larry?


Sus ojos se cerraron con fuerza al oír la voz de Ahk, no, esto NO podía estar pasándole.


- Hola, Ahk.- Él mismo se sorprendió de que su voz no temblará, como lo hacía el resto de su cuerpo.- ¿Cómo te encuentras?


- Hacía mucho tiempo que no sabía de ti, guardián de Brooklyn.- El reproche estaba notorio en la voz del faraón. En esos momentos Larry quiso gritarle que todo era su culpa pero no se sentía capaz de ello, la voz apenas le salía por lo que decidió mantenerse en silencio. Ahk parecía no notar su estado de ánimo pues hablaba con una sonrisa sin parar.-… fue una noche genial, debiste de haber visto a Lancelot. Fue simplemente increíble lo que hizo, ahora entiendo porque era uno de los mejores caballeros de Camelot, ¡es el mejor espadachín del mundo!


Lancelot…otra vez ese nombre estaba presente en su conversación, como tantas otras noches en las que hablaron. ¿Por qué Ahk no podía dejar de destruirlo? ¿No podía dejar si quiera una mísera sombra de lo que alguna vez fue su corazón? Al parecer, hacer eso sería un insulto para el otro.


-…y hablando de ello, ¿te has enterado de la nueva gran noticia?


No. No se había enterado de nada de lo que el otro había dicho desde hacía varios minutos.


- Lo siento pero tengo que irme.- Decidido cortó directamente la conversación, no se sentía capaz de seguir con esto.- Tengo que irme a trabajar, hablamos otro día.


No dejo que el otro hablará cuando colgó, viendo sus manos temblando de una forma alarmante, su respiración de repente se le había vuelto pesada. Por un momento creyó que había dejado de respirar.


- ¿Profesor Daley?


Se había olvidado de que no estaba solo, una vez más.


- Lo siento pero en este momento no puedo atenderte, ¿te importa si hablamos mañana?


Sus palabras trataron de ser corteses mientras recogía sus cosas lo más rápido posible, viendo vagamente a la otra asentir antes de que él se marchara, andando deprisa por los pasillos pero sin correr, manteniendo su mirada baja.  Fue un milagro que llegará a su despacho sin chocar con nadie, cerrando la puerta con llave al verse solo. Su espalda chocó contra la misma, dejándose caer al suelo con una de sus manos tapando  su rostro, sintiendo como esta se manchaba de sus propias lágrimas.


Odiaba llorar, sentirse débil y sin embargo esos sentimientos se volvían cada vez más fuertes y pronunciados cuando se trataba de él. ¿Qué había hecho en la vida para sufrir tanto? No creía haber hecho nada tan grave para recibir ese castigo pero parecía que sí que lo hizo sin darse cuenta. ¿Por qué tenía que enamorarse si no iba a ser correspondido? Cuando su matrimonio oficialmente había llegado al fracaso y se habían divorciado, sufrió pero era consciente de que iba a llegar más temprano que tarde. Incluso con todas aquellas mujeres que conoció y trató de mantener algo sabía que era imposible, razón por la que no le afecto tanto su ruptura o fracaso de las mismas antes si quiera de intentarlo. ¿Cuál era la diferencia con el egipcio entonces? Él había despertado sentimientos en su interior que nunca nadie antes había logrado que existieran, lo había conquistado con su dulce personalidad, con su caballerosidad y lealtad, mostrándole todas sus facetas sin preocuparse de nada e incluso…una noche…había poseído no solo su corazón, sino también su cuerpo.


Aún recordaba como aquellas suaves manos que no habían conocido el trabajo se paseaban por su cuerpo, acariciando con delicadeza cada trozo de su piel, desnudándolo. Sus labios paseándose por cada pequeño espacio que se mostraba, devorando de una forma pasional sus propios labios, tocándolo de una forma que nunca nadie lo hizo.


Esa fue la primera de muchas noches, siendo repetidas de manera constante por tres meses, haciéndolo a escondidas donde nadie les viera, a veces habían estado a punto de ser descubiertos por algunos de los visitantes o el mismo Dr. McPhee, no es algo que les molestará, casi que les incitaba, los excitaba a hacer sus encuentros más constantes e incluso tener varias rondas en la noche. No sabía cómo es que nadie se había dado cuenta de esto.


Su mano limpió las lágrimas antes de que sus ojos se hincharan, tocando con la libre sus labios, casi como sintieran los del egipcio sobre los propios. Ahora que lo pensaba con detenimiento, ¿había cometido necrofilia? Al fin y al cabo se suponía que había tenido sexo con un muerto…en las noches cuando revivía. Era una situación complicada, que era hora de superar.


- Vamos Larry, solo fuiste un desahogo, un juguete, ¿por qué no lo superas ya? Eres un adulto, olvídalo.


Se repitió esas palabras por varios minutos, hasta que convencido de ello (o eso intentaba) se puso en pie, para caminar hacia la salida. Si continuaba de esta forma realmente iba a necesitar ver a un psicólogo, como muy amablemente había sugerido su ex – esposa.


Cogió su I-phone viendo varias llamadas pérdidas de Tilly, posiblemente por obra de Ahk pero siendo sincero lo que menos quería era hablar con él. Tenía decidido sacarlo de su vida completamente, como fuera. Aunque sabía que eso era imposible, trataría de borrar la mayor parte.


Viendo el reloj, y dando oficialmente por terminada su hora laboral fue caminando hasta su apartamento, mismo que había cambiado a Brooklyn por simple gusto y porque era el mejor lugar para residencias familiares, pasando como cada día por enfrente del Museo pero respetando las distancias que se le fueron impuestas, era su forma de saludar a los que amo como su familia. Claro que había una pequeña diferencia, ellos estaban todos juntos y él…estaba alejado de ellos sin posibilidad de acercarse.


Agitando su cabeza siguió con su recorrido hasta llegar a su casa, donde vio a la canguro que había contratado jugar con su mayor tesoro: su hija. Una de apenas dos años y medio, próxima a cumplir los tres años.


Si cerraba por unos segundos sus ojos podía recordar perfectamente cómo fue que esto sucedió.


Flash Back


Si había algo que Larry no podía aguantar era la forma tan enferma en la que se sentía. Estaba consciente de que su actitud no había sido la mejor tras el cambio de vida que se había visto obligado a tomar.


Tras la ruptura…, no, ni si quiera se podía llamar de esa forma lo que tuvo con el príncipe de Egipto, lo de ambos solo fue sexo. Sí, es mejor decir, tras el terminó de sus momentos de amigos con derecho a roce, todo había empeorado para él: había entrado en una profunda depresión.


Se había metido de lleno a estudiar lo que desperdició en su juventud, de tal manera que se saltaba varias comidas al día, no veía la luz del sol y la mera mención de salir a la calle, conocer a gente o divertirse hacía que sintiera unas profundas ganas de encogerse y echarse a llorar, jamás podría esa vida llegar a la suela de los talones de lo que había dejado atrás. No, eso no podría suceder.


Esa mañana se había despertado completamente mareado, un amargo sabor en su paladar: vomito. Había vomitado en sus sábanas sin posibilidad alguna de moverse y correr al baño, pero eso no era lo peor sino que parecía que las arcadas no se daban por finalizadas hasta varios minutos después donde su  estomago estaba mucho más que vació, solo la bilis se podía ver tras esos incesantes minutos que para él fueron como horas.


Tomó varias bocanadas de aire, tratando de calmar sus malestares antes de ponerse en pie, sintiendo sus piernas fallar, apenas siendo capaz de estar unos breves segundos de pie antes de caer contra el suelo, sintiendo como el golpe le hacía mucho más daño de lo que pensó, un horrible dolor siendo instalado en su abdomen como si le estuvieran clavando una navaja con insistencia en el mismo lugar. Sus ojos a penas le podían enfocar nada pero al ver como la sangre empezaba a salir de su cuerpo se altero, no entendiendo como pasaba esto aunque un pequeño pensamiento se cruzo por su mente…no hacer nada, dejar que se desangrará en el lugar. No era una mala idea. Aunque pronto la descartó, él no era de ese tipo de personas, al menos eso quería creer pero sus fuerzas fallaban de tal manera que no fue capaz de mantenerse consciente, perdiendo el conocimiento.


 


Cuando despertó, el blanco le dio la bienvenida, dañando su visión hasta que finalmente fue capaz de acostumbrarse a ella, oyendo los murmullos salir de la puerta que le daba la entrada a la habitación, a penas pudiendo distinguir lo que decían. Se movió un poco, como tratando de poder distinguirlo mejor cuando una fuerte punzada le hizo quedarse quieto, dándose cuenta entonces que unas vendas rodeaban todo su torso, estando conectado a varias maquinas que estaban concentradas en esa parte de su cuerpo. Un mal presentimiento se hizo presente.


- Larry.


Subió su mirada hasta ver a Érica, justamente era a ella quien no esperaba ver mucho menos que esta se acercará con prisa hasta él, estrechándolo entre sus brazos. Por unos breves instantes se sintió como cuando ambos eran novios o estaban recién casados, la forma de consolarse cuando un negocio le salía mal.


- Érica.- Sus brazos rodearon el cuerpo de la mujer ante él, sintiendo como lo apretaba con delicadeza.- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué hago aquí?


El sollozo que emitió hizo que las alarmas saltaran en su mente, poniéndose nervioso al ver como esta se negaba a verlo, la humedad empezando a corroer su ropa. Tardó un par de minutos en separarse de él, solo cuando el doctor entró fue cuando lo dejó, no obstante su mirada no cambió ocasionando que la sensación de malestar que tenía se intensificara junto a su mal presentimiento.


- ¿Qué ocurre? ¿Qué tengo?


- Voy a estar contigo, ¿vale?- Su mano apretó la suya cuando se sentó a su lado.- No estás solo.


- Pero, ¿qué tengo?- Poco a poco la angustia se hacía presente.


- Podría haber sido más grave pero por suerte pudimos manejar la situación a tiempo gracias que la señorita le trajo lo antes posible.- La voz del doctor no titubeaba, examinándolo con la mirada como si deseará disecarlo.- No obstante es posible que usted desee que no hubiéramos intervenido.


Larry se sentía cada vez más perdido, tragando saliva de forma pesada mientras veía al doctor y después a su ex, quien aún mantenía el agarre en su mano. Pero nada de esto resolvía sus dudas.


- ¿Podrían decirme de una puñetera vez que está pasando?


Él no solía maldecir pero la angustia era demasiada, un pequeño ataque de pánico se estaba haciendo presente en él.


- Tranquilo, todo está bien.- Érica acarició su espalda en suaves caricias, tratando de reconfortarlo.


- Lamento discrepar señorita pero nada está bien.- La voz del doctor hizo que la poca paz que había reunido el Daley se fuera al carajo, recibiendo una mala mirada de la mujer que no podía creer el comportamiento de ese médico, debería de calmarlo y no alterarlo.- Lo que usted tiene es algo que se debe extirpar lo antes posible.


- ¡¿Extirpar?!


El grito de la pareja había sido al unisonó, uno incrédulo por la mujer y otro angustiado por el caballero.


- Así es. Le recomiendo hacerlo cuanto antes, si desea podríamos hacerlo en estos momentos.- La mirada del profesional se dirigió a los documentos que tenía en las manos, escribiendo algo en ellos.- Prepararé todo para que pueda ser ejecutada lo antes posible, les daré unos papeles que deben firmar para que esto se lleve a cabo.


- ¡No puede hacer esto!- Érica saltó en esos momentos furiosa, llamando la atención de ambos, viendo como el doctor fruncía el ceño.


- ¿Me está diciendo cómo hacer mi trabajo?- El siseo sonó peligroso pero eso no la hizo retroceder.


- Estoy diciendo que es un irresponsable. No puede tratar lo que él tiene como una enfermedad, debe saber qué es y decidir por sí mismo si lo quiere o no.- Sus palabras salían entre dientes, fulminándolo con la mirada.


- Estoy convencido de que querrá esto.- La mirada amenazante se hizo presente.- Lo que tiene es una aberración.


- ¡No es una aberración!- La furia estaba más que nunca presente en Érica, haciendo que Larry tragará saliva de forma pesada, él mejor que nadie conocía lo peligrosa que era cuando estaba así.


- ¡¿Qué está pasando?!


Su paciencia se había acabado, más al sentir como un inminente asesinato estaba por ser cometido, dando un fuerte golpe a la mesa que estaba al lado de su cama, como incentivando a que le contarán.


- Estás embarazado.


Larry abrió sus ojos tanto como podía, viendo a su amiga como si estuviera loca pero su expresión era seria, muestra de que no estaba de broma. Tras esto se giro a ver con prisa al doctor quien no negó las palabras que habían sido dichas hacía escasos segundos, sino que asintió confirmando lo dicho. Sus manos temblaron de forma incontrolable, su boca se seco por completo mientras trataba de asimilar dichas palabras, posándose sin darse cuenta en el lugar donde estaba esa vida que de forma inexplicable se estaba formando.


- ¿Cómo es posible?- Su voz había salido apenas como un murmullo, sintiendo como unas suaves manos acariciaban las suyas propias.


- Al parecer tiene una deformación genética. A veces es posible que cuando un cuerpo se está formando en un principio sea de un sexo pero en los últimos instantes se convierta en el opuesto. En su caso en un principio, digamos que sería una mujer por ello tiene en su interior un útero con ovarios que han permanecido inactivos todos estos años pero no sabemos por qué ahora ha comenzado a funcionar, nunca antes había pasado esto. Y como usted mantuvo relaciones sexuales con un hombre ha quedado embarazado.


<< ¡Maldita sea! ¡¿Por qué tuviste que irte dejándome una parte de ti, una que no podrás conocer?!>>


Esos eran los pensamientos de Larry quien aún no podía asimilar las palabras dichas, enterándose de forma silenciosa que su hijo estaba bien, que había estado a punto de tener un aborto pero que por suerte habían podido salvar al feto. Sin embargo al escucharlo sugerir que abortara, varios sentimientos se agolparon en su pecho.


- ¡No lo haré!- Su grito había salido sin que se diera cuenta, determinado.- ¡Voy a tener este bebé!


Él mismo se sorprendía de sus propias palabras aunque no se arrepentía en lo más mínimo de ello, viendo como el doctor fruncía su ceño en disgusto, era obvio que este era homofóbico para tratarlo de esa forma pero eso no le importaba, no pensaba que estuviera haciendo mal. Cerrando sus ojos unos segundos inspiro suavemente para ver a su amiga, quien le miraba de una forma brillante y una hermosa sonrisa en los labios, aliviándolo al ver que iba a tener su apoyo incondicional.


Fin Flash Back


Admitía que había sido duro, teniendo que reformar toda su vida para poder llevar a cabo un embarazo riesgoso, uno con el que casi pierde la vida pero que a cambio le dio lo más preciado que tenía: su hija. Claro que en un principio Nick había estado muy sorprendido aunque de alguna forma parecía feliz al saber que tendría un hermano o hermana pequeña, posiblemente lo que más lo perturbo fue saber que era su padre el que estaba embarazado aunque siendo sinceros, después de ver a todo un museo cobrar vida ya no había prácticamente nada que pudiera alterarlo o traumarlo.


- Mira cielo quien está aquí.


- ¡Api!


Una sonrisa se posó en sus labios al ver a su pequeña levantarse corriendo tanto como podía con sus pequeñas piernitas hasta él, quien la esperaba con los brazos abiertos para cogerla con delicadeza, besando sus sienes y recibiendo a cambio un amoroso beso en su mejilla, sintiendo sus bracitos rodear su cuello al soltar una pequeña risita cuando le hizo cosquillas por encima del pequeño vestido azulado que llevaba.


- Gracias por cuidar de ella Marellyn.


- Ha sido un placer señor.- La chica sonrió de forma encantadora, dándole a la pequeña un beso en la mejilla de despedida.- Es una niña muy buena y me ayuda a hacerme a la idea de cómo es tener uno propio.- Una de sus manos viajo a su brevemente abultado vientre mostrando su punto, haciéndolo sonreír.


- Ya lo veo.- Sus ojos estaban fijos en el abdomen contrario, recordando el suyo propio cuando esperaba a su pequeño cielo.- ¿Cómo va el embarazo?


- Oh, muy bien gracias. Es cierto que aún no me acostumbro a los mareos matutinos ni a los vómitos pero ya voy a mejor.


- Si quieres yo puedo darte unas recomendaciones muy buenas para evitarlos.


- ¿En serio?


Sonrió ante la emoción de la joven, yendo junto a ella a la cocina donde le apunto la receta de una bebida que era muy efectiva a evitar las nauseas ante la mirada curiosa de su pequeña angelito, quien estaba abrazada a su papi.


- Créeme, es mano de santo en las mañanas.- Le paso el papel escuchando la suave risita de la chica.


- En ese caso me parece que voy a estar salvada por ahora.


Tras una breve despedida padre e hija quedaron solos, siendo la pequeña quien reclamará la atención de su progenitor, siendo cedida de forma encantada, adoraba ver a su hija tan animada, le hacía sentir que no estaba haciendo tan mal su labor de padre soltero o al menos eso era lo que más deseaba en el mundo.


- Api, amos.


- ¿A dónde cielo?


Su pequeña señaló la puerta, ansiosa por salir, moviéndose inquieta por el pequeño piso y él, divertido por esto decidió que era el momento de ir al parque donde estaba seguro los amigos de su hija ya iban a estar presentes.


- Venga cariño, levanta tu bracito.


La pequeña siendo obediente levanto el brazo, permitiéndole a su progenitor ponerle una pequeña rebeca para cubrirla del frío de la calle, cogiendo posteriormente una de sus manos mientras que con la otra la infante apretaba su peluche favorito, caminando por las calles mientras le contaba a su papi lo que había aprendido en clases, claro que por su forma tan inexperta de hablar había veces en las que Larry tenía que adivinar lo que está decía.


- ¡Ima!


La pequeña soltó su mano para ir corriendo hasta donde estaba su amiga quien la recibió con un puchero cuando sin querer la tiro al suelo, ambas riendo antes de empezar a hacer una montaña con la arena que había. Después Larry iba a tener que lavar muy a fondo la ropa para asegurarse de que no quedará nada en ella pero era algo que le valía la pena.


Su mirada se dirigió hasta el museo que estaba justamente en frente, poniéndose algo pálido al ver el anuncio que ahí se encontraba.


“¡Durante tiempo limitado habrá exposiciones traídas directamente del museo de Inglaterra entre las que se encuentra el gran misterio de Egipto!”


Larry estaba seguro de que toda la familia real iba a estar presente, al ver como en la pancarta estaban representados los tres sarcófagos junto a la tabla de Ahkmenrah, un dinosaurio y el espadachín Lancelot. Apretó sus puños hasta volverlos blancos, tratando de esa forma de alejar el repentino dolor que se había instalado en su pecho.


- No es verdad…no lo es…


Quería negarse a creer que de verdad irían pues si era eso así entonces iba a pasar los peores momentos de su vida. Cogiendo a prisa su móvil llamó a Tilly, impaciente hasta que al tercer toque finalmente contestó, apreciando como la música seguía aún en su pleno apogeo. Al ver la hora se dio cuenta que hasta dentro de un par de horas más no caería el sol.


- ¿Larry? Es extraño que llames.- La sorpresa era más que evidente en su tono de voz al igual que un tono de emoción, ¿por qué estaba emocionada?- ¿Para qué has llamado? ¿Quieres hablar con Ahkmenrah? ¡Ahora mismo lo busco y te lo paso!


- ¡No, espera!- Esta vez tuvo suerte pues al parecer aún no había salido disparada a buscarlo.


- ¿Qué ocurre?- De repente su tono había pasado a extrañado.


- ¿Es cierto que vendrán a Nueva York?- La angustia estaba presente en su tono aunque ella o no se dio cuenta o lo ignoró.


- ¡Sí! ¿No es genial? Hacía tiempo que quería verlo y al fin han aceptado hacer esto ambos museos.- Ante sus palabras Larry sentía que se le escapaba el alma del cuerpo, buscando con la mirada a su hija que había pasado a jugar en los columpios.- ¿No estás emocionado? Os podréis ver después de tanto tiempo.


- Sí, es…genial.- Tragó saliva, sabiendo que las posibilidades de verse ambos eran de cero.- ¿Y dónde está?


No sabía de dónde había sacado el valor para preguntar por él, quizás era el momento que tanto había estado rehuyendo (incluido hacía tan solo un par de horas), el momento de la verdad.


- Está hablando con Lancelot, pero espera ya te lo pasó.


<<Debí saberlo>>


Una sonrisa melancólica se posó en sus labios, pero antes de que Tilly llegue hasta el egipcio, Larry colgó el teléfono sin decir nada, bloqueándola a su vez. Prefería no saberlo, no quería aumentar el dolor que ya tenía de por sí pero… ¿cómo haría a partir de ahora? El anhelo de volver a verlos a todos le recorría, las ganas de partirle la cara a Ahk por dejarle de la forma en la que lo hizo…


- Api.


Sintió unos tirones en su pantalón antes de que su niña le diera una flor que encontró, poniéndosela en su pelo. Entonces lo supo, solo su niña era ahora su familia, ella Nick y la que ahora era su mejor amiga, anteriormente ex esposa. Ellos eran los únicos que podrían sacarlo de su propia oscuridad.

Notas finales:

Bueno espero que os haya gustado nwn siendo sincera estoy bastante satisfecha por como va la historia hasta ahora.

¿Actualizaciones? Trataré de hacerlas de manera regular pero no prometo nada.

¡Espero poder volver a vernos pronto!


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