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Fairy Tail: No todo es un cuento de hadas. por Reflejo

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Notas del fanfic:

Den una oportunidad a este fic por favor. Les garantiso que no se arrepentiran. 

Notas del capitulo:

Espero lo disfruten tanto como yo.

  Hola. Mi nombre es Haruka Mitotsu. Soy un niño de 8 años. Mi historia, una mala pasada de la vida, pero no hablo más, mi historia comienza en un día de junio…

 

-          Mamá, ¿puedo tener un perro?

  Este chiquilín de cabellera castaña y ojos celestes casi blancos, soy yo.

-          Haru, sabes que en estos momentos no podemos. – mi madre, Haruka Mitotsu. – No comemos bien. No podríamos mantener una mascota.

-          Yo trabajaré.

-          Ay Haru, aun estas muy pequeño. Apenas cumplirás 9.

  Mi mama acaricio mi mejilla y me dio un beso en la frente.

  Magnolia es una ciudad que tiene todo lo necesario para vivir bien. Es una de las ciudades con el índice de pobreza más bajo, pero no quita que lo tenga. Estamos en tiempos de paz, así que nuestra única preocupación son los gremios oscuros, que no se ven a menudo haciendo destrozos, y el conseguir dinero día a día para poder comer.

  Mi padre trabaja de mesonero en una cafetería a unas cuadras de la plaza central, pero él no aporta mucho a la casa puesto que vive con otra mujer y tiene un hijo de 12 años, por ello no vive con nosotros. Mi mamá siempre dice que es un buen hombre, que se encargó de ayudarnos en tiempos difíciles y que aunque nunca nos reconoció como sus hijos, no nos abandonó. Mi madre por otro lado es una maga, o eso era antes de tenernos a mi hermano gemelo y a mí. Es muy linda, mi color de cabello lo saque de ella, y mis ojos son la combinación de los ojos azules de mi madre y los ojos grises de mi padre. O eso quiero creer.

  A pesar de tener un gemelo, no solo nos diferencia nuestra personalidad, sino también que mientras él saco los ojos del mismo color de ojos de mamá, mi color de ojos es blanquecino, es como si en vez de ser azul claro, es blanco azulino.

  Vivimos en una casa en mal estado; las paredes están peladas, hay grietas en el techo y en las paredes, pero al menos nos da un techo para pasar la noche.

  Makoto había salido a jugar en el bosque. Él sabe usar magia de tierra y yo siempre le acompañaba a entrenar, o mejor dicho, a verlo entrenar. Hoy solo me sentí triste de no poder usar magia, por ello preferí no acompañarlo.

  Mi mamá jamás me dijo a qué gremio perteneció pero si me ha mostrado su magia. Siendo la poseedora de la magia God Slayer de tierra, era muy fuerte o al menos así la veo yo.

  Mi mamá me cuenta que la magia Dod Slayer es una magia rara. Esa magia se consigue cuando se ha encontrado una lacrima que algún tiempo atrás los dioses enviaron a la tierra con algún propósito desconocido. Mi mamá es la God Slayer de tierra gracias a que mi abuelo le cedió a mi mamá la lacrima del God Slayer antes de morir. Una lacrima plantada en un cuerpo humano para darle el poder de un asesino de dioses. Los dioses no enseñan magia, según mi mamá en ningún libro de historia aparece algún relato de que algún Dios siquiera haya bajado a la tierra o caminado entre nosotros, por ello, la teoría que mi abuelo infundio en mi mamá que dice que los dioses mandaron las lágrimas hace muchos años tiene más sentido que decir que un Dios la enseñó.

  Mi mamá dio un respingo y yo sentí un cosquilleo, no sabía que era esa sensación y tampoco el porqué de su susto, pero pronto entendí la razón cuando sentí un aire amenazante.

  De pronto alguien rompe la puerta de nuestra casa. Eran unos hombres desagradables a mi vista.

-          Pero si es nuestra puta favorita. - dijo uno de los hombres.

  Los otros cuatro hombres atrás del que hablo rieron. El hombre que hablo era rubio con el cabello por los hombros y barba estilo candado. Miraba a mi mamá con una sonrisa sínica pero se pudo notar su sorpresa al bajar la mirada y encontrarse conmigo. Intentó tocarme pero mi mamá me movió jalándome del brazo para quedar atrás de ella. Su mirada era seria y gélida a la vez. Jamás vi esa expresión en la cara de mi mamá. No la reconocía.

-          Corre.

  Sin pensarlo empecé a correr. Mi mamá siempre decía que si ella ordenaba, yo obedecía, sino la vería molesta.

-              ¿Quieres pelear en tu condición? – preguntó el rubio.

  Antes de salir por la puerta trasera vi a mi mamá hacer un movimiento y un círculo mágico aparecer e iluminar todo el interior de la vivienda.

-          ¡SÍ!...

  Vi como la casa se caía a pedazos y los cuerpos de tres de los hombres salir expulsados de la casa volando inconscientes por el golpe recibido. Gire mí vista al frente para seguir corriendo cuando el rubio cayó frente a mí.

-          No huirás de mí.

  Estiro su mano para agarrarme pero alguien tomo su mano y la entrelazo. Mire a quien estaba encima de mí y no pude evitar abrir mis ojos en sorpresa.

-          ¡Aullido del Dios de tierra!

  Solo pude escuchar un “no” de parte del rubio antes de este salir volando junto con muchas casas que estaban en la dirección del ataque. Mi mamá me repitió que corriera y seguí mi camino. Una vez mi mamá me dijo que si algún problema ocurría yo debía correr a Fairy Tail. “Es un gremio legal, de seguro te ayudaran”.

  Corrí sin mirar atrás, tenía que pedir ayuda, no, no tenía, debía hacerlo. Escuche un estruendoso trueno que ilumino todo con su fugaz luz, justo después de eso otra luz ilumino y sentí como algo impactaba contra mí espalda haciéndome daño. Lo último que vi fue al rubio de antes. Lo último que sentí fue mucho dolor. Lo último que recordé, fue haber dejado la ropa tendida.

“Que extraño ¿no?”

...

  Abrir los ojos para encontrarme con mi madre a mi lado.

  Mi mamá tirada en el suelo ensangrentada.

  Esa vista de ella me destruyo.

-          ¡Mamá!

  Sentí como me toman del brazo y me obligan a salir del cuarto.

-          ¡Suelta me! ¡Mi mamá está ahí! - Grite llorando - ¡MAMÁ!

  Me llevaron a una habitación donde estaba el rubio que antes me había atacado. Dos hombres más aparecieron en la habitación; uno más alto, peli-rojo con los ojos de un peculiar tono rosa y otro de cabellera blanca y ojos cafés... me tomaron y manosearon, me hicieron hacer cosas que no quería. Todo fue una tortura en la que hasta mis adentros habían destruido. Mientras entraban en mí y me torturaban con sus magias pude ver una insignia que se asemejaba a una serpiente sonriendo. Sentía como un líquido quemaba mi piel, era doloroso sin comparación, sentía como descargas eléctricas me electrocutaban y sentía como si el aire abandonaba mis pulmones, la desesperación que sentía era terrible, pero sus torturas eran constantes y turnadas. Me resigné. Después de minutos un hombre diferente se apareció en la habitación para sacarme de ahí después de lo que los otros me habían hecho.

  Me regresaron hasta donde desperté. Mama aún estaba ahí, tirada en el suelo luchando por mantenerse consiente.

-          Deberíamos divertirnos con el chico también.

  Al sentir como con sus manos tocaban mi piel provocándome asco, tanto de ellos como de mi mismo.        Deseé poder detenerlo, matarlos, devolverles lo que me hicieron los malditos de hace un momento, que sintieran lo que yo, que sufrieran como yo.

 Una luz plateada emano de mí iluminando todo a nuestro alrededor.

-          ¿Qué es esto?

  Grite al ver a uno sacar un cuchillo para atacarme y me asuste. Tres rayos de luz aparecieron entre la luz que yo seguía emanando. Los tres rayos atravesaron al hombre: uno a nivel del estómago, otro a nivel del pecho y otro en la frente causándole la muerte inmediata.

-          Monstruo – busco atacarme uno de los dos hombres que quedaban ahí.

  Más este no pudo acercárseme puesto que salieron picos de tierra que atravesaron tanto al que me atacaba como al que aún no salía de su estado de shock. Giré mi mirada para hallar que los picos los invoco mi mamá.

-          Haru... - mi mama se arrastraba hacia mí. - prométeme, que huiras ahora y que vivirás.

-          Mamá... no, no puedo caminar, me duele mucho…

-          Haru! Prométeme lo. – dijo con la mirada entristecida.

  No sabía cómo responder, pero eso ya no importaba, mi mamá se acercó completamente a mí y me abrazo.

-          Veo mucho en ti, Haru. – empezó a llorar y no sabía bien la razón pero tanto su llanto como verla ensangrentada me dolía – Jamás… jamás estarás solo… tu, tu hermano, búscalo… cuídense el uno al otro… yo – sus lágrimas salían más fluidas, su respiración se agitaba cada vez más – Los amo, los amo mucho… no estaré con ustedes pero créeme, créeme que desde donde estaré los veré crecer.

  No tuve tiempo ni de responder. Mi mama se hizo a un lado e hizo aparecer un círculo mágico. Susurro algo. Dijo: “demolición del Dios de tierra”, separó sus manos por centímetros de la tierra y al golpear el suelo con la poca fuerza que le quedaba todo al rededor se empezó a destrozar. Un hueco se abrió en la pared y con fuerzas que no sabía de donde las había sacado, corrí, corrí de ahí. El deseo de salir era fuerte, muy fuerte. Estando cerca del agujero que me llevaría a mi libertad voltee para ver a mi mamá; una sonrisa en su rostro golpeado y ensangrentado fue la última imagen que tuve de ella.

  “Te amo”

  Al salir seguí corriendo mientras las lágrimas abandonaban mis ojos tropecé cayendo al suelo sin ningún disimulo. Me tropecé y caí. Las fuerzas que antes tenía desaparecieron en ese instante. Escuche gritos “salgan del gremio”, “corran” y más, pero al mirar a la entrada del edificio sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al ver al rubio salir del edificio, pero el miedo que me recorrió cuando lo vi, se volvió mas grande cuando por casualidad me encontró él a mi con la mirada.

-          ¡Maldito mocoso! - grito corriendo hacia mí. Pero no pudo acercase más al recibir un rayo directo mandándolo hacia atrás.

 

  Giré mi cabeza para mirar a quien me había defendido, pero solo pude divisar una cabellera corta rubia antes de perder la consciencia.

...

  Esta vez desperté en una camilla ¿un hospital? Me dolía todo el cuerpo. No entendía porque estaba ahí. Escuche la puerta abrirse y el miedo, el temor, el terror se adueñó de mí. Una chica de cabellera escarlata se acercó a mí. Como pude me recogí agarrándome las rodillas y cubriéndome con la sábana blanca de la camilla. La chica me miro con lastima y algo de pena. Quiso acercárseme pero se detuvo al mirarme tomar una  jeringa como arma.

-          Tienes miedo, entiendo, pero solo quiero ayudarte. ¿Puedo?

  Se acercó lentamente y me quito la jeringa. Empecé a llorar recordando a mamá. No me interesaba lo que me hicieron, lloraba por saber que no volvería a ver a mi mamá jamás. La chica me abrazaba y me deja desahogarme. Pronto me quede dormido, y la verdad, si morir es igual a dormir eternamente, deseaba morir en este mismo instante.

...

  El día siguiente volvió la chica peli-roja, esta vez acompañada de un hombre rubio. Nuevamente sentí miedo. Pero al mirar su rostro supe que no eran la misma persona.

-          Ayer no pude presentarme, me llamo Erza Scarlet. Y él es Laxus Dreyar. Él fue quien te trajo aquí.

  Laxus me miro sin decir nada, solo me miraba detenidamente, como si buscara algo en particular.

-          Gra-gracias, pero, ¿dónde estoy?

-          Este es el gremio de Fairy Tail. - hablo el rubio.

  Me preguntaron sobre lo sucedido, yo se los conté, pero no pude evitar soltar algunas lágrimas mientras les contaba. Me es doloroso. Mientras les contaba lo sucedido fue que me di cuenta que mis brazos, piernas y todo mi cuerpo estaba vendado. Ellos me contaron que bajo todo el vendaje estaban cicatrices por quemaduras, que tenía pequeñas y grandes cortadas y una extraña marca que no supieron con qué o como fue hecha. También me dijeron que fui violado, no sabía lo que significaba ni cuanta prioridad tendría que tomarle a eso, pero era de suponer que era algo malo.

-          Haruka, descansa, mañana será un nuevo día. Estarás al cuidado de Poluska-sama – dijo la peli-roja.

  Solo me acosté y cerré mis ojos. Estoy dentro de un gremio que me cuidará por un tiempo. Parecen buenas personas, quizá sea mejor dormir por ahora.

...

  El sol entra por la ventana y yo estoy despierto. Siento mi boca sucia pero tengo que esperar a Erza-sama. No puedo levantarme, así que es ella quien me acerca algunos instrumentos para poder hacerme la limpieza dental.

  La puerta se abre.

-          Buen día niño.

  Laxus-sama había entrado a la habitación con una bolsa de papel sujeta en su brazo izquierdo. Huele a pan.

-          ¿Al menos puedes responder? - pregunto el rubio molesto al no recibir respuesta de mi parte.

-          Buen día Laxus-sama.

  Laxus-sama giro para dejar la bolsa en la mesa a un lado de la cama. Saco un pan, lo corto y le introdujo 3 rebanadas de jamón, 3 de queso amarillo y 3 queso blanco antes rebanados. Me paso el emparedado y me sirvió un vaso de jugo de naranja.

-          La comida que te debe estar dando Poluska-sama debe de ser horrible. – soltó Laxus-sama – Yo también he estado a sus cuidados. Casi todo le sabe a hierbas agrias ¿cierto?

  Yo no respondí. Ciertamente su comida sabía a hierbas; “Porque sus propiedades me ayudaran a mejorar”, pero realmente le estoy agradecido de al menos no dejarme pasar hambre. Eso es mejor que no comer nada.

  Laxus-sama me miro a la cara. Su mirad no me incomodaba, pero su forma de mirarme era espectante. ¿Qué espera ver? O ¿Por qué me mira como un espectador esperando ver el acto empezar? Baje mi mirada y mire el emparedado que Laxus-sama me había dado. ¿Es para mí?... jamás comí algo así, siempre eran caldos, cremas de frijoles o pan con pescado en las pocas ocasiones en las que pescábamos con papá o cuando mamá cazaba algún conejo del bosque del este de Magnolia, pero siempre comíamos intentando que la comida alcanzara para comer otro día.

-          ¿No piensas comer?

  Sentí un nudo en la garganta y mi visión se nublo.

  Empecé a llorar sin querer hacerlo.

  Comer eso. Tantos años comiendo solo lo que nos mantuviera vivos, el hambre que llegamos a pasar en muchas ocasiones, el frío, todas esas veces en las que mi mamá se quitó la comida de la boca para dárnosla a mi hermano y a mi pasando hambre, quitándose la comida de la boca para que nosotros durmiéramos bien, con algo en el estómago y no tener aquellos dolores de estómago por tenerlo vacío, todas esas noches en las que me despertaba pero me hacia el dormido para no ver a mamá revolcarse en el piso por el hambre que no la dejaba dormir, pero no la veía porque no me importara, sino porque ella se daría cuenta de que estaba despierto y fingiría no sentir aquello que procuraba que no supiésemos. Y hoy comería como siempre desee que llegásemos a comer, bien, y a la vez delicioso.

-          Haruka...

  Mordí el emparedado sorprendiendo a Laxus-sama quien estaba pasmado desde hacía un rato que empecé a llorar.

  “estoy comiendo bien mamá, solo quiero que lo sepas”.

  Pensé mientras lloraba.

  Sentí una mano sobre mi cabeza. Levante mi mirada y al encontrarme con la de Laxus entendí que él no me salvo simplemente, él quería ayudarme, no solo hoy, sino todo el tiempo que necesitase.

-          Gracias. - Murmure. Secándome las lágrimas e intentando no llorar.

-          No hay por qué.

-          Haruka, ya estoy aquí... - dijo Erza entrando, nos vio y se alarmo – Laxus, Haruka no puede comer queso amarillo ni jamón...

-          Su problema no es estomacal – se excusó Laxus – Además, si se muere mejor que sea por comer bien a envenenado por las hierbas de Poluska.

-          Como no moriste envenenado cuando te sanaron mis hierbas – entro Poluska-sama - ¡MAL AGRADECIDO! TU...

  Me empecé a reír involuntariamente. Ellos dejaron de pelear al verme reír, lo sé, y también sé que Laxus sonrió por verme reír.

...

  Ha pasado una semana desde que me trajeron al gremio de magos Fairy Tail. Ya he conocido a todos los magos del gremio, pero a todo comienzo le llega su final. Ya me sentía mejor, y eso significaba que podría largarme de la enfermería del gremio.

-          Gracias por todo, pero ya me tengo que ir.

-          ¿Irte? – Pregunto una peli-roja entrando al gremio – vivirás conmigo porque oficialmente eres parte del gremio. - Sonrío mostrando un documento.

-          Gracias Erza – dije en voz baja – pero no puedo.

-          Puedes y podrás. - Erza me miro a los ojos – veras Haku, me recuerdas algo importante. Algo que me sucedió. - hizo una pausa – te veo como a mi hermano, uno al que proteger. Ya no tienes familia, así que oficialmente me haré responsable de ti… – me mostro el documento –… pero solo si quieres.

  No sé qué hacer… el papel es un documento donde dice que oficialmente Erza es mi “representante legal”, y supongo que eso es algo bueno pero no me siento a gusto con que ella me mantenga.

-          Con una condición. - Erza se impresiono – quiero trabajar.

-          Hecho, trabajaras para el premio.

-          ¡HARU SE QUEDA! - grito Natsu a lo que todos se pusieron a festejar.

-          Haru... - volteé para ver a Laxus atrás de mi – Bienvenido.

 

  Sonreí y mire en dirección de todo el gremio, y aunque no estoy del todo feliz pues sé que he perdido cosas, o mejor dicho personas importante que son irreemplazables, me da algo de felicidad saber que todo ha de tener un lado bueno, y yo debía de aprovechar este.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.


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