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El mundo de los dos por Reiga

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Notas del fanfic:

Hace un buen ratito que no me aparecía con otra cosita de estos dos. Escrito para una amiga, espero que les guste también.

 

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen TwT

Cada vez que abría la ventana de su nueva casa, respiraba el aire puro y limpio. Venirse a Japón había sido una buena decisión. 


Su médico le había recomendado hacer un cambio en su vida. Cambiar de aires, salir, distraerse, si seguía como estaba caería en una profunda  depresión. Estaba seguro de que había  lugares en Rusia que aún no conocía. Pero el quería un cambio radical, lo más lejos de su vida anterior.


Irse a Japón jamás había estado en sus planes. Pero tampoco sabía a donde  ir así que solo se dejó llevar por un comentario de  su amigo rubio. “Ve a Japón. Estoy seguro de que encontrarás lo que buscas ahí”.


Esa frase le había causado algo más que el desinterés con que Chris lo había dicho. Estaba decidido, luego de eso Japón era su destino y ya  hace un mes que se encontraba ahí. Viviendo una vida calmada.


Luego de establecerse y acostumbrarse al horario. Todo fue de viento en popa. La gente a su alrededor era demasiado amable con él. Cerca había una Osen que le encantaba visitar. La señora Hiroko lo había acogido con cariño. Una hermosa mujer sin dudas.


—Creo que podríamos quedarnos otro mes ¿no crees Makkachin? —Su mascota salto y ladro en contestación. Su amo se inclinó y acarició su peludo cuerpo riendo ante lo dócil que se volvía el canino ante sus caricias.


Aún sentía que algo le faltaba, pero por alguna razón tenía la convicción de que pronto aparecería.


Su ánimo se elevaba cada vez que pensaba en ello. “La esperanza es lo último que se pierde hijo” le dijo la señora Hiroko el día anterior. Ella siempre le decía que pronto aparecería una hermosa japonesa que se ganaría su corazón. Sonreía cada vez que pensaba en eso.


Él llamaba mucho la atención eso lo sabía muy bien. Encontrar pareja jamás había sido un problema, más de alguna linda chica lo había invitado a salir ese mes. Pero él simplemente no tenía ese interés. O bien como le había dicho la mujer. Ninguna mujer  había hecho que en él surgiera ese interés.


—Bien Makkachin, Sale a estirar los pies— le dijo  al can mientras habría el gran ventanal que daba al comedor. Había rentado una modesta casa en un lugar tranquilo, lo más importante era que tuviera un buen patio para que su fiel amigo y compañero pudiera correr a sus anchas.


Aún era temprano. Preparar el desayuno era lo siguiente, luego las cosas del aseo. Disfrutaba de cada momento en tranquilidad ordenando las cosas para luego salir a caminar a la playa que estaba cerca.


Siempre lo acompañaban tres pequeñas trillizas que parecían esperar para poder jugar con su mascota. Sonreía cada vez que las recordaba, esa pequeñas era una alegría. Cada una con una peculiar personalidad. Que le agradaba.


Hecho a hervir el agua y buscó el alimento de su preciada mascota. Estaba depositando su alimento en su plato cuando escuchó que el felpudo ladraba insistentemente. Pensó que a lo mejor pasaba alguien por afuera así que lo ignoró.


Se dio cuenta de que no le quedaba mucha despensa así que  más tarde tendría que ir por más.


Estaba abriendo la alacena cuando escucho los pasitos del can entrar a la cocina.


—¿Ya hiciste tus necesidades? — le preguntó sin mirarlo y al no recibir respuesta se volteo asustándose al ver lo que su perro sostenía en su boca. —Makkachin ¡Suéltalo! 


 Enseguida el perro soltó al animal y este cayó al suelo, El joven platinado se acercó con cautela. Era un gato  negro y uno bastante pequeño.


—Dios ¿lo mataste? —Preguntó pero al mismo tiempo ni siquiera lo creía, Su mascota… no es porque la quisiera pero podría apostar que era unas de las mascotas más mansas que existen. Agresivo no era  y  ni jugando había lastimado un gatito. Experiencia tenía con los gatos de Yurio y Mila.


El can negó con su cabecita y llevó su hocico al felino lamiendo su cabeza. Un gemido casi inaudible dejo salir. Y enseguida Victor se acercó. Tomándolo en sus manos. Su pelaje estaba sucio y manchado con una poco de sangre.


—Está respirando — Tomó un paño de la cocina y lo limpio notando  que la sangre en su cuerpo así como la de sus pequeñas patas definitivamente no era del minino.


Llego al comedor con él y se sentó en el sofá con el pequeño gato.


—¿Oye amiguito estas bien? — preguntaba al felino, sus ojos se abrían paulatinamente movió sus orejas y su cola con pereza. En cuanto sus ojos dieron  con el perro su pelaje se erizo y se puso de pie encorvando su espalda.


Victor lo agarró enseguida.


—¡Hey! Tranquilo Makkachin no te hará daño, ¿verdad? — miró a su perro quien se acercó y lamió con su larga lengua al gato. Y se alejó antes de que esas afiladas garras saludaran su nariz. —Al parecer te encuentras bien. Pero estas bastante sucio y por lo que veo bastante gordito para tu tamaño ¿Tu peso estará bien?


El Platinado lo levantó de las axilas y noto su abultada barriga. El pelaje también hacía lo suyo. Victor sonrió mientras le miraba.


—Bien, lo primero que haremos será darte un baño. —Makkachin salto y ladro alegre ante esa palabra — Tu no, asustaras al pequeño. Solo por ahora ¿sí? tenemos que hacer que de apoco se acostumbre a ti.


En cuanto dijo esas palabras las pensó detenidamente. ¿De verdad estaba pensando en quedarse con él? Nunca lo habia pensado, los gatos… no los odiaba. Pero no sentía mucha empatía con ellos ya que todo su cariño y amor iba dirigido hacia Makkachin, pero ahora con el pequeño felino en sus brazos sentía que podían agregar un nuevo integrante a su familia.


Victor entro al baño y cerró la puerta para que el gato no escapara. Por Mila sabía que no eran muy amigables con al agua.


El minino ya  no miraba con miedo si no todo con curiosidad. Sobre todo a ese hombre que parecía tener una mirada sincera y pura.


—Muy bien, realmente espero que no tengas dueño… debería haber pensado en eso primero — decía pensativo, mientras lo tomaba de nuevo en brazos. La tina ya la tenía llena de agua tibia. — Oye pequeño cerdito ¿tienes dueños? ¡Auch! — se quejó, el pequeño había mordido su dedo —lo siento ya no te llamaré así. bien dicen que los gatos son más temperamentales.


Acomodo el shampoo cerca y su propio cepillo para el cabello. Ya tendría la oportunidad de comprarse otro.


—Al agua — en cuanto lo metió se había preparado para un batalla pero no fue así, el pequeño se quedó sentado en la tina con el agua hasta su cuello. Su mirada café estaba fija en su persona. —¿Te gusta? —no esperaba alguna respuesta, pero estaba acostumbrado a hablar solo debido también a su cachorro.


Victor lo volvió agarrar y  comenzó con el refriegue de su cuerpo. Su toque era delicado y el felino ronroneaba por ello. Victor limpio cada rincón llegando a su zona íntima.


—Vaya, otro macho a nuestra familia — dijo con risas mientras palpaba sus bolitas.


El minino comenzó a resistirse y maullar. Se resbaló y se fue de espaldas mojándose por completo hasta la cabeza. Victor enseguida volvió a tomarlo de sus axilas asustado de que tragara agua o esta entrara por sus orejas.


Y poof


Un sonido raro abrió una especie de vapor que parecía brotar del agua tibia, en cuanto la densa  neblina fue apaciguando dejó ver en sus manos en cuerpo pequeño de un niño blanquecino.


Su cuerpo estaba enteramente mojado, sus mejillas las tenia  sonrosadas mientras movía sus orejas de un lado hacia otro… ya va ¿Orejas?


Lo soltó como si el pobre joven tuviera lepra y se alejó hasta chocar con la puerta del baño. No estaba asustado pero si muy impresionado, pensar que estaba en una especie de sueño era lo más lógico para él en estos momentos.


Miro al chico a detalle, su cuerpo era mucho más pequeño el suyo y más delgado, su vista no se apartaba de ese par de orejas que decoraban su cabello negro y mojado, sus manos como dos puños secaban sus ojos de manera tierna. Del agua surgió una larga  y  mojada cola  revoloteando de un lado hacia otro.


El niño abrió sus grandes ojos color chocolate  y le miro con una sonrisa mientras se apoyaba en la tina blanca


—Muchas gracias por ayudarme —Victor quedó fascinado por esa melodiosa voz. No podía dejar de admirarlo. Para ser un sueño era único y demasiado raro. Y a la vez demasiado hermoso. Estaba completamente perdido por esos hermosos ojos. Sin duda la prueba exacta de que eran las ventanas del alma. Aquella sin duda era de un blanco brillante y puro.


El niño movió su cabeza hacia un lado al no obtener respuesta.


Y Victor despertó de su ensueño acercándose cautelosamente a la tina. Toco su mejilla viendo enternecido como el chico recibía con gusto su caricia.


—¿Eres real? —pregunta tonta. Bajo su tacto había una piel suave y tibia. Demasiado real.


—Mi nombre es… — el chico titubeo, pero al mirar al joven de ojos atrayentes sonrió y no dudó en lo que haría —Yuuri, dime Yuuri


—Yuuri — mencionó casi de manera hipnótica.


—Si, So… soy tuyo ahora — dijo bajando la mirada. Victor notó sus mejillas sonrojarse


—¿Mío?


—¿No quieres? — Victor vio esos grandes ojos mirarlo con temor ante su rechazo. Una fisura de formaba en su alma al verlo así.


—Si quiero, pero esto… —se tocó su cabeza, estaba confundido. Demasiado.


Yuuri se levantó un poco y se acercó al de cabello plateado afirmando sus manos en los hombros del mayor. Su  boca la llevó cautelosamente hasta la mejilla contraria y con cuidado sacó su lengua para lamela..


Victor disfruto de ese suave gesto, la primera lamida le pareció áspera como la lengua de una gatito, pero las siguientes, fueron extremadamente suaves.


Yuuri siguió con las lamidas descendiendo por su cuello. La piel de su dueño era muy suave y dulce. Lo llevaba a lamerlo con insistencia.


—Ya… Ba-Basta —dijo suavemente alejándose del chico. Era realmente como un gato. Dios lo perdonará. Pero su cuerpo había reaccionado involuntariamente. Ignoro el hecho y le sonrió obteniendo lo mismo en respuesta.


—¿Que eres? —preguntó más tranquilo y tomando el shampoo, — ¿quieres que te lavé el cabello?


Yuuri sonrió alegremente  y se dio vuelta levantando un poco su cuerpo que estando sentado solo se podía apreciar de la cintura hacia arriba. Victor trago duro. Pudo observar su trasero uno muy bonito si se lo preguntaban.


Realmente no sabía qué hacer ni qué pensar. El chico ahora estaba de espaldas. Tenía una espalda pequeña, brazos delgados. Una cintura fina que le hizo desearla. Seguido de una torneada cadera. El color de su piel era embriagador.


Su vida sexual había muerto hace unos años. Quizá era por ello que ahora se sentía de esa manera. Irremediablemente atraído por él. El hecho de que fuera hombre ni siquiera le importaba. Aun cuando nunca antes lo habría pensado. ¿Pero… cuántos tendría?  ¿Quince?¿dieciséis? él gozaba de sus veintisiete, pero nunca antes le habían pesado tanto tampoco.


—¿En qué rayos estoy pensando? — se recrimino así mismo.


—¿Cómo? —preguntó jugueteando con el agua el Neko.


—Nada... y dime ¿que eres?, porque no eres humano ¿verdad?


—No, soy una especie de cambia forma. La mayoría aquí piensa que somos parte de una leyenda. ¿Me tienes miedo? — Victor sonrió cuando el menor le miro de reojo.


—¿Enserio alguien podría tenerte miedo?  — dijo Victor peñiscándole su nariz. No lo creía posible. Sin en embargo la mirada nostálgica de pequeño le dijo otra cosa.


Ya estaba listo, tenía a Yuuri desnudo enfrente de él. El menor no parecía tener ese tipo de pudor. En lo que a mostrar su cuerpo se refería. Así que trataba de aparentar que tampoco le incomodaba.


En cuanto había salido con el del baño Makkachin ladro, el cuerpo de Yuuri volvía  a cambiar mientras se erizaba de su cabeza hasta su cola, el gato salió corriendo mientras el can lo perseguía juguetón. Y a la siga también Victor de ambos animales.


 


~*~


 


Comenzaba hacer frío, Victor deseaba llegar al calor de su casa  y compartir con su amada familia. Una semana ya llevaba viviendo con Yuuri y solo hace dos días había comprendido que Yuuri era lo que le faltaba a  su vida. Solo una semana le había bastado para darse cuenta de que no sabría qué hacer si llegado un momento Yuuri no estaba a su lado.


—Vic-chan — gritó desde lejos la señora Hiroko —Te estaba esperando hijo, el Katsudon estará listo en un momento… no pensé que te había gustado tanto, esta última semana te llevas siempre demás —decía la señora alegre porque su plato favorito tuviera tan buena venta con el joven que se había ganado su cariño.


Victor sonrió con una gotita en su frente mientras se acomodaba en la mesa, era verdad que el plato era delicioso, pero cuando se lo había llevado a Yuuri para que lo probará este había quedado fascinado. Y con eso ojitos  mientras le pedía que le llevará más, no le quedaba de otra  simplemente no podía negarse.


—Hiroko-san…  hace un tiempo quería preguntarle algo. ¿Usted qué sabe sobre lo cambia formas? 


—¿Eh?


—Quiero decir sobre La leyenda de los Tanukis o los Nekos ya sabe. Creencias japonesas.


—Ahh, sobre esa leyenda, la verdad  es que son historias antiguas, recuerdo que mi abuelo siempre me las contaba. Los Tanukis son seres protectores Los usaban para resguardar los templos, lo hacían mediante la oración cuando tomaban forma casi humana. Se decía que tener uno traía bendiciones. Muy diferente a lo que se creía de los Nekos. —Victor noto que lo último lo decía con un deje de tristeza.


—¿A qué se refiere?


—Se dice que son seres malditos que traían la desgracia, cuando uno se presentaba los mataban antes de que este te dijera su nombre. Al decir  el nombre del Neko se formaba un pacto y quedabas maldito. Pero sabes, mi abuelo me decía que eso era mentira, Los Nekos solo se mostraban ante una persona que ellos creían poder ayudar y que no entendían el porqué del odio a su raza.


—Ya veo… ¿Usted cree que todo eso es cierto? —La mujer lo miro y sonrió, luego miro hacia todos lados como asegurándose que no hubiera nadie más y  busco un cuadro en el cual se podía ver una foto de ella cuando joven con otro señor. Abrió el cuadro y saco un foto desde atrás y se la pasó a Victor.


Victor quedó asombrado al ver un hombre de unos setenta años sonriendo en medio del pastizal. A su lado había un hombre joven. Su textura era delgada y pequeña, tal y como lo era Yuuri, su cabello era largo de tinte azulado. Tenía orejas y cola. Su cabello se movía dejando en claro la brisa primaveral que lo acariciaba mientras sonreía alegremente al lado del hombre anciano.


—¿Que paso con él?


—Linden murió cuando mi abuelo lo hizo. Hable con él antes de su deceso, Mi abuelo quería que hiciera un nuevo pacto conmigo, yo era la única que sabía de su existencia y mi abuelo no quería que se quedara solo. Sin embargo él me dijo que solo se fijaban un objetivo y se aferraban a eso cuando lo encontraban. Y dejaban este mundo con ellos. Sin embargo mi abuelo se fue pensando que Linden se quedaría conmigo. Lindo ¿no? En vez de la vida eterna ellos prefieren irse con la persona a la que le abrieron su corazón.


—Lo es… Es una pena que la historia  este tan errada.


—Los misterios de Japón. Nunca sabré porqué algo tan lindo y puro como los Nekos se distorciono tanto para llegar a pensar que estaban malditos  — dijo la mujer. —Toma Vic-chan vé y cómetelo calentito — dijo la señora dándole el Katsudon.


—Muchas gracias Señora Hiroko y también por su confianza.


—Me agradas chico — dijo la señora, dando el motivo del porque se había abierto con él.


Victor sonrió y se inclinó cortésmente.


Cuando llego a casa le esperaba Makkachin ladrando y exigiendo su atención. Sonrió y se inclinó para acariciarlo y besarlo.


—¿Cómo te portaste eh? ¿Cuidaste de Yuuri mientras no estaba? —Makkachin ladró  fuerte y salió corriendo a su habitación.


Victor le siguió luego de poner la comida sobre la mesa. Yuuri estaba durmiendo en su cama abrazado a su almohada  y con una camisa de él. Le había comprado ropa de su talla, pero Yuuri se empeñaba en usar la suya. No le molestaba pero si le causaba un poco de curiosidad. El can salió en silencio de la habitación su trabajo estaba hecho el día de hoy. Una larga siesta era lo que esperaba en sofá.


Victor mientras le miraba pensaba en la historia que Hiroko le conto. Algo muy diferente a lo que él había encontrado en internet.


—¿Fue casualidad que aparecieras ante mí? — preguntó al aire. Y en casi un susurro.


—No lo sé — contestó Yuuri despertando de su sueño —Pero  sé que en cuanto te vi supe que quería estar contigo Victor… no… no me alejes.


—Ey no llores — le sonrió —no haré eso jamás. Eres mío ahora ¿no? —Yuuri asintió abrazándolo. Estuvieron así un rato hasta que Yuuri comenzó a juguetear con su lengua nuevamente —Yu… Yuuri ¿Por qué usas mi ropa? —le preguntó cerrando los ojos y disfrutando de esa lengua que lamía una y otra vez su cuello y mejilla.


—Tu aroma. Me gusta, cuando no estas. Si  uso algo tuyo siento que aun estás conmigo


—Ya… Ya veo — tartamudeo, Yuuri lo había recostado en la cama sentándose a horcajadas sobre él. Podía apreciar su ombligo pues de su camisa solo tenía abrochado dos botones. —traje Katsudon así que abrígate y vamos a la sala. — sonrió al ver el rostro iluminado de su pequeño. Ver su  rostro alegre borraba cualquier rastro de lujuria que Yuuri despertaba en él por momentos.


Ambos comieron tranquilamente.  Victor a veces apenas comía. Sentía que podía vivir solo mirándolo. Su sonrisa alimentaba su solitaria alma.


—Yuuri… —Llamó su atención, su pequeño alzó la vista  de su comida y le miro con esos ojitos que adoraba. —¿Realmente estarás conmigo para siempre?


Estaba nervioso. Más bien bastante asustado. Eso le tenía preocupado. A veces creía que su felicidad estaba muy lejana a su realidad. Dormía a gusto junto a él pero siempre estaba el miedo de que despertara y Yuuri no estuviera a su lado.


Yuuri se levantó de su asiento y fue a su lado abrazándolo. La cabeza sobrepasaba la de Victor y beso su cabello.


—Perdona… Estaba siendo egoísta, no pensé que podría estar siendo una carga para ti —Su voz tembló y Victor enseguida se paró y lo tomó fuerte de sus hombros.


—No lo eres, no me malinterpretes. Yo… Tengo miedo.


Lo abrazo. Su cuerpo pequeño se ajustaba en sus brazos. Yuuri correspondió el abrazo. Se había sentido tan inseguro que quiso llorar.


—Miedo de despertar y que ya no estés.


—No me iré a ningún lado Victor. Ahora sé que aparecí aquí por ti, hace un mes que llegué y estaba perdido, desorientado, no sabía a donde ir ni qué hacer. Los humanos son malos. Los perros peor —Dijo con miedo. Victor sonrió por ello. Bien Yuuri le había contado de que antes de que Makkachin lo encontrará en el patio una jauría de perros casi se lo habia comido.


En eso aprecio Makkachin y ladro levantando sus patas para llamar la atención de Yuuri.


—No todos Makkachin — dijo riendo, soltando a Victor y agachándose para abrazar al can —Te quiero Victor… si me lo permites quiero quedarme contigo para siempre.


Victor se dijo así mismo que ya no tendría miedo porque  creía en él. Y también creía que Yuuri había aparecido solo para él. Jamás había creído en el destino pero ahora sabía que era su destino viajar a Japón y conocer a Yuuri.


Cuidaba el sueño de su gatito cuando su  teléfono comenzó a sonar. Era chris.


—¡Maldito Victor cuanto más piensas estar de vago, agarra tu estúpido trasero y ponlo en un avión mañana mismo! —Victor reía en su interior. Había dejado de contestar sus mensajes pues hace un mes debía haber vuelto.


—Deja de gritar Chris te saldrán arrugas


—No juegues conmigo anciano. El próximo mes empiezan los nacionales ¿En qué estás pensando? —Su mirada se serio, eso él lo sabía muy bien — Victor, somos amigos ¿no?


—Claro que si


—Entonces confía en mí. Sé que por alguna razón no has vuelto. Todos estamos preocupados por ti.


—Chris…


 


~*~


—Vamos Yuuri a la cama, ya es de noche y mañana iremos temprano a correr a la playa.


—¡Claro que sí! —gritó entusiasmado. Saltando a la cama y rebotando en ella.


Victor sonreía. Era fácil sorprender a Yuuri con cualquier cosa. Y eso le gustaba. Se acomodó a su lado y enseguida el pelinegro se enredó en su cuerpo. De primero le había resultado muy incómodo. Pero ahora era una costumbre. Sus brazos rodeaban su cintura y pasaba su brazo por su cuello para tenerlo por completo pegado a su cuerpo.


Segundos, minutos, una hora había transcurrido y el platinado no podía conciliar el sueño.


El chico a su lado reposaba boca arriba. Su respiración era casi inexistente, no hacía ningún ruido. No pudo evitar llevar su mano a su rosto y con su dedo índice acariciar sus suaves labios. Los abrió un poco y cerró los ojos antes sus reprimidos deseos.


Se acercó lentamente no quería despertarlo. Sintió su cálida respiración y ese aroma a menta. No lo pensó otra vez y solo junto sus labios en un toque suave y  prolongado. Se alejó un poco y abrió sus ojos, no asustado de que despertara, sino solo para deleitarse con ese rostro apacible ignorante de su actuar.


Nuevamente volvía acercarse abriendo su boca con lentitud y abriendo por ello la boca contraria. Su lengua viajó y recorrió esa exquisita cueva. Buscando a su compañera que deseaba fuera de por vida. Se perdió  a sí mismo cuando la saboreo. Su mano se apoyaba a un lado de la cama, con el fin de no caer rendido sobre su cuerpo.


Seguía besando lentamente su boca hasta que encontró cierta anomalía. Esa boca le contestaba. Esa lengua rodeaba la suya por voluntad propia. Esos delgados brazos rodeaban su cuello y de apoco se transformaba en una beso arrollador deseado por ambos hace unos días.


Las palabras sobraban. Sus preguntas eran todas respondidas con esa tímida y dulce boca.


~


A la mañana siguiente Victor despertaba con el cuerpo de su pequeño sobre el suyo, ahí como todos los días Yuuri esperaba que esos ojos cielos se abrieran para encontrarse con los de él.


—Buenos días — dijo el Neko acercándose un poco y dando un piquito tímido. Victor sonrió y acaricio su cabeza y sus orejas. Tan bonitas y suaves. Se inclinó un poco y mordió una de manera juguetona.


Enseguida vio a su niño tiernamente sonrojarse y con su mano tocar la zona. Quiso abrazarlo y besarlo hasta desfallecer como la noche anterior. Pero se aguantó, si lo hacía estaba seguro que se acurrucaría a su lado nuevamente. No era un mal plan pero sabía que la idea de salir a dar un paseo había hecho muy feliz al pequeño.


—Buenos días Yuuri. Vamos ve a vestirte, iré a preparar al desayuno y luego saldremos.


El pelinegro se levantó rápidamente y fue por su ropa al closet. Victor no dejaba de sonreír por cada acto de Yuuri. Su gatito no hablaba mucho, decía lo necesario, pero sus actos, gestos lo decían todo.


Su pequeño decía que podía comer Katsudon a toda hora, pero esta vez se había conformado con un vaso de leche y unas galletas.


Mientras comía Victor  estaba pensando que gorro ponerle para ocultar sus orejas. Yuuri vestía  un pantalón  negro y un poleron azul, su cola sería fácil de ocultar en él.  “Si tan solo pudiera ocultarlas” Pensó mirando  a su chico.


—Yuuri, tus orejas y cola puedes ocultarlas. — Yuuri pareció pensarlo y sonrió asintiendo.


Los ojos de Victor no cabían de la impresión. Enfrente ahora tenía a su Yuuri, sin esas orejas que adoraba. Sin embargo  algo en su interior se removió. Como si la realidad le cayera de golpe. Como si algo que no creía posible ahora le golpeara la cara diciéndole que era verdad.


Yuuri se miraba hacia arriba y tanteaba su cabeza. Sorprendido de sí mismo al sentirse sin sus orejas  ahora.


—¿Lo hice bien?


—Sí, ya no están. — dijo bobamente —ven aquí — le llamo. Yuuri se levantó y fue junto a él tomando la mano que le fue tendida. Victor lo atrajo a su cuerpo y lo abrazó poniendo sus manos solo un poco más arriba de su trasero.


—Que….¿Qué haces? — Se tenso al sentir las manos de víctor tan cerca de su retaguardia.


—Tu colita tampoco está


Yuuri inflo sus mofletes y lo atrajo de su ropa para besarlo y morder su labio en un arrebato.


—¡ay yuuri!


—Tú te lo buscaste por molestarme


—No lo hacía, solo estaba comprobando — sus ojos lagrimeaban. Mientras se tapaba la boca con sus manos. Eso le había dolido, los colmillos de Yuuri eran de temer.


Yuuri lo miro con suspicacia y se acercó nuevamente.


—Lo siento  —le dijo  arrepentido y lamiendo sus labios. Victor sonrió y  se dejó lamer. Era una cosa que Yuuri hacía bastante y a él para nada le molestaba.


 


~*~


 


Yuuri corría  con sus pies descalzos por la arena. Victor los miraba jugar desde atrás. No se veía nadie aparte de ellos. Por eso había querido ir temprano. El sol aún no aparecía pero estaba claro, solo sonidos de pájaros y el romper de las pequeñas olas se podían oír.


Aunque todo eso era opacado por la risa de Yuuri y los ladridos de Makkachin.


Se sentó en la arena y los observó, Yuuri corría para querer alcanzarlo y así mojarlo. Pero el can parecía ser más inteligente. De un salto lo dejó sentado a la orilla siendo arrasados los dos por una ola.


El pelaje de su perro hizo que diera una carcajada. Al escucharse se quedó sorprendido de que semejante sonido de felicidad hubiera salido de su boca y en cuanto levantó nuevamente la vista se topó con Yuuri y Makkachin lanzándose encima.


—¡No, están mojados! — gritó pero ya era tarde. Makkachin chorreaba agua y la ropa de Yuuri también.


—¡Ven a jugar con nosotros!


—Yo creo que hora de irnos, Yuuri te mojaste tu ropa, quedarte con eso mojado puede hacer que te enfermes y no quiero eso ¿sí?  —le preguntó al ver su carita entristecerse —mañana podemos volver o en la tarde si quieres.


Se levantaba con Yuuri a su lado cuando de la nada apareció un perro Akita  casi del porte de Makkachin ladrándole juguetonamente a su mascota. Yuuri temblo del susto cuando el perro se le acercó.


Makkachin se interpuso y le ladró al otro perro. Victor estaba sorprendido. Su ladrido era fuerte y furioso. Jamás lo había escuchado. Makkacchin le ladró hasta que el perro salió espantado corriendo donde su dueña que venía corriendo tras él con una correa. Seguramente se le habría escapado. Tuvo que agarrar a Makkachin para que no saliera correteándolo más lejos.


—¡Ya basta! Ey… estas asustando a Yuuri — Le gritó Victor  a su mascota.


El pelinegro se estrelló en el pecho de Victor con fuerza cuando el can se levantó en sus dos patas para afirmarse en el cuerpo del neko.


—No pasa nada, Yuuri. Sabes que Makkachin no te haría daño solo te estaba defendiendo.


Yuuri lo sabía, Pero su miedo era algo natural algo que simplemente no podía controlar. No había escuchado a Makkachin ladrar tan fuerte y estaba consciente de que había  sido para que el Akita no se acercara a él. Pero aun así se había asustado.


Soltó a Victor y miro a Makkachin que esperaba sentado a su lado mirando sin entender realmente. Acaricio su pelaje y sonrió. Victor hizo lo mismo al ver que ambos se abrazaban.


—Bueno ya que esta todo bien, ahora sí a la casa. Ambos se tienen que dar un buen baño.


 


~*~ 


 


Victor miraba a su cachorro dormir en el sofá.  Ya había completado dos meses en Japón, metido en un mundo de ensueño del cual no deseaba despertar. Sin embargo conforme los días pasaban la realidad más quería alcanzarlo.


Camino hasta a su habitación. Su reloj del velador marcaba las once de la noche. Y hace una hora que el sueño había vencido a su gatito. Llegó a su lado y se sentó con cuidado de no despertarlo.


Su relación iba bien. Ahora eran pareja. Yuuri a veces era más maduro que él en algunos aspectos. Mientras él se debatía en cómo hacerlo su novio o si Yuuri entendía o no realmente su término, el pequeño se le había adelantado.


“Victor… ¿Nosotros somos pareja verdad?”


Temeroso le había respondido un “Claro que si, Yuuri es mi pareja”. En cuanto esas palabras salieron de su boca su niño había sonreído y le había abrazado besándolo con extrema felicidad.


Nada podía ir mal entre ellos dos desde ese día. Sin embargo a Victor ahora le preocupaba su vuelta a Rusia. Bien sabía que no podía quedarse más tiempo.


—Victor


—Perdóname te desperté


—Está bien. Ven, acuéstate conmigo.


Yuuri tomo su mano y lo incito a acostarse a su lado. Victor sonrió y se acomodó. Sintiendo esos brazos rodearle la cintura.


Sus cabellos negros reposaban en su pecho. Su pequeño volvía a dormir. Le parecía tan bello. A el nada le preocupaba. Y se me esmeraría porque nunca tuviera que hacerlo por nada.


Levantó  un poco su rostro y beso tiernamente sus  labios. Solo eso y volvió acostarse. Pasaron los segundos y sonrió para sí mismo al sentir que no había sido suficiente. Dejo a Yuuri recostado completamente en la cama y besos sus labios.


Al igual que en aquel primer beso no hubo respuesta sino hasta que su lengua entró en su cavidad demandado atención. Las manos de Yuuri se ciñeron a su pijama implorando clemencia para respirar ante él asalto


Al separarse vio sus labios humedecidos y sus mejillas coloradas. Lamió algo de saliva que dejo escurriendo en ellos. Para luego volver a meter su intrusa en su boca. Yuuri solo dejaba salir pequeños jadeos mientras lo abrazaba de su cintura. Correspondiendo su actuar.


—Victor… — Susurro su nombre en medio del beso —Hagamos eso… otra vez — pidió.


El platinado sonrió con una mezcla de ternura y lujuria. Su neko no sabía mucho del sexo. Su forma original era la de un gato por lo que como humano era totalmente ignorante en cuanto al tema. Más el día anterior Yuuri le había enseñado que estaba dispuesto aprender.


No era reacio a su toque. Victor lo habia tocado con temor el día anterior. Pero Yuuri con sus mejillas encendidas lo había dejado y había intentado hacer lo mismo. Totalmente adorable.


—Bien, Solo déjamelo a mí.


Sus besos fueron desde su frente  a su boca. Besando con extrema delicadeza sus mejillas. Con amor su nariz y con deseo su boca y con un sinfín de sentimientos su cuello. Lamió sus orejas sonriendo al causar lo mismo en su Neko.


Retirar el pijama de semejante obra de arte lo encendió a mil.  Sabía que Yuuri de seguro tenía más años que él. Pero su cuerpo era tan pequeño y frágil que en ocasiones se sentía mal de siquiera mirarlo con otras intenciones.


Su cuerpo era delgado, todo firme pero no trabajado como el suyo.  Todo en Yuuri era delicado. Suspiro  reprimiendo un jadeo cuando lo tuvo completamente desnudo en su cama. Se abrazó a su cuerpo pensando que él era el único dueño de ese cuerpo y corazón.


Victor acarició sus caderas y beso ese ombligo causando risas nerviosas por parte de su gatito. La cola de Yuri azotó su cara pero no le dolió, solo la dejo revolotear a su alrededor.


Llegó a  su miembro. Jamás había llegado a pensar que podría llegar a gustarle un chico. Ese pensamiento llegó junto con la idea de Chupar el miembro de Yuuri hasta hacerlo correrse en su boca y grabarse su sabor. De seguro su mejor amigo estaría riéndose ahora en su cara, por el cambio de las cosas.


Pero aquello no cambiaba su deseo.


—Que… ¡no! —yuuri al sentir ese mojada lengua en su pene, se estremeció tanto como se asustó.  Sus mejillas querían explotar de la vergüenza. Él  había pedido que se masturbaran nuevamente con sus manos al tiempo de esa exquisita fricción, como el día anterior.


Que su adorado Victor pusiera su boca ahí no cabía en su mente y le llenaba de vergüenza.


—Tranquilo Yuuri, confía en mí —Le miro con suplica. Si yuuri le decía que no quería se detendría. Más no lo hizo. El que calla otorga dice un viejo refrán.


Volvía a tomar ese pequeño pene con sus manos y lo lamió de la base hasta la punta. Su pequeño debía estar tapándose la boca. Ya podía imaginarlo por los ruiditos que escuchaba.


 —Ahh Vic… victor — gimió al sentir su pene cubierto por esa boca maestra. La sensación era arrasadora  apretó sus piernas. Pero fueron inmediatamente abiertas por los brazos de Victor. Las manos de yuuri se aferraron a las sabanas buscando una manera de sosegar el placer que estaba sintiendo.


Su cuerpo se liberó dejando salir su líquido en la boca del mayor. El platinado tomo hasta lo último. Lamiendo lo derramado en sus propias manos también.


Levantó su vista solo para ver a Yuuri con sus ojos llorosos. Se mordía el dorso de su mano y la otra  aún seguía aferrada a las sabanas.


“Quiero más” pesaba Victor al verlo de esa manera, acuno su rostro en su mano. Tomando la mano que Yuuri mantenía en su boca. La beso y luego besó su boca. “¿Cómo decirle?” ”¿Cómo hacerlo?”


No quería solo hacerlo sentir bien y el mismo también sentirse bien por ello. No era placer solo lo que buscaba. De alguna manera sabía que para Yuuri solo existía el. Sus ojos solo demostraban lo llenos que estaban de Victor.


Victor no quería sólo su alma y corazón. Quería hacerlo suyo. Que le perteneciera absolutamente en cuerpo también.  Con sus besos quería decírselo explicárselo, que solo con ello entendiera sus deseos. Y al parecer rendía frutos.


Sus dedos profanaban su virgen entrada, mientras él tapada con sus labios los quejidos de Yuuri y su poca negativa, que provenía sólo del dolor punzante  que no le dejaba.


Tres dedos eran ingresados ahora. Las manos de yuuri se aferraban a su camisa. Mientras intentaba cerrar sus piernas por instinto debido a la molestia.


—Yuuri —jadeo su nombre en su oído. —Quiero meterlo… esto —roso su hombría aun escondida en sus ropas contra la entrada de yuuri —aquí.


Victor miro esos ojos profundos. Quería ver cualquier inicio de temor o negativa, pero nuevamente su niño le sorprendía con una sonrisa mientras acariciaba su rostro. Lo beso. Abrió sus labios y succiono su lengua hasta hacerlo quejarse. 


Victor volvió a levantarse un poco, quitándose su ropa por completo. Se posicionó entremedio se su  piernas y volvió a introducir sus dedos mientras se masturba mojando un  poco su miembro con sus propios fluidos.


Yuuri cerraba sus ojos y los selló con aún más fuerza cuando sintió la punta del miembro de Victor abriéndose paso. Dolía.


—¿Duele? —Yuuri asintió


—Mucho, pero… al mismo tiempo se siente bien. No sé pero… —Yuuri llevó las manos a su estómago —me gusta, Me siento tuyo ahora Victor.


El corazón de Victor galopó en su interior, beso con insistencia a Yuuri para evitar que este saliera volando por su boca ante tanta dicha.


—Bien entonces prepárate, ahora mismo te haré mío por completo Yuuri —dijo al momento que metía su miembro completo y con fuerza. Ambos gimiendo del más absoluto placer.


 


~*~


 


Victor abría sus ojos, notando la espalda blanquecina de su pareja, las sábanas reposaban en su cintura solo cubriendo parte de su desnudez. Dejó un casto beso en su hombro y se levantó. La ducha era necesaria después de  su apasionada noche.


Diez de la mañana y su pequeño ni señales daba de despertar.


—¿Qué piensas que deberíamos hacer hoy Makkacchin?... aunque una salida no creo que se buena idea —yuuri no se sentirá muy bien el día de hoy y él tampoco estaba en sus mejores días al menos no físicamente. Su espalda dolía también. Vaya que estaba fuera del ring. Victor ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez. —Quizá podríamos rentar una pe… —el timbre sonó, se extrañó pues no recibía visitas nunca.


Abrió la puerta y su perro fue el primero en salir corriendo hacia el portón, Sonrió al ver esa maraña de cabellos que conocía muy bien.


—Enserio estas aquí~


—No me dejaste otra alternativa, estoy  preocupado Victor —el mencionado sonrió, pocas veces tenía la oportunidad de ver a su amigo tan serio.


—Pasa Chris.


Una vez dentro el rubio miraba a su amigo esperando explicaciones, la última llamada le había dejado muy preocupado.


—No tenías para que venir la próxima semana iba a volver.


—Victor… Sobre  lo último que me dijiste, lo de tu gatito… ¿aún sigues diciendo eso? — a Victor le hacía gracia, escuchar que le hablaba como si estuviera demente.


—Sí, pero tranquilo, dije que iba a confiar en ti así que serás al único al que dejaré verlo, necesito de tu ayuda una vez me lo lleve a Rusia.


—Ese es el problema, puede ser solo un amor del momento, llevas dos meses aquí y dices estar enamorado, puede ser un error — suspiro —está bien… comprendo que quieras llevártelo, eso está bien, pero lo de los papeles darle tu apellido tan luego no lo entiendo. ¿Acaso estás haciendo una obra de caridad?


Victor explotó en risas, al parecer no le había entendido mucho de lo que decía en su llamado.


—Vic-victor —Una voz suave  llamó la atención de ambos chicos.


Yuuri se asomaba temblorosamente por la puerta de su habitación, vestía solo una camisa blanca del platinado.


—Yuuri vuelve a la cama — le ordenó Victor  caminando hacia él, beso su frente y lo tomo en brazos, esa imagen de yuuri no tenía por qué compartirla con nadie. —Espérame aquí Chris — le dijo al rubio que aún seguía choqueado.


—¿Victor…?


—Tranquilo, ¿cómo te sientes?


—Me duelen las caderas pero estoy bien — sonrió — ¿quién era él? —yuuri se abrazó a su cuello llevándose consigo a Victor cuando lo dejaba en su cama.


—Un amigo que espero que conozcas, pero primero ¿qué tal un buen baño? ¿Puedes hacerlo solo?


—Si, ve con él.


—Llámame por cualquier cosa ¿sí? —yuuri asintió.


Cuando Victor volvió al comedor, Chris lo esperaba de pie. Se notaba molesto.


—Esto es más grave de lo que pensaba. ¡Es un niño Victor! ¿Acaso te volviste loco? Por favor dime que tiene la aprobación de sus padres o es que acaso piensas secuestrarlo. Victor lo lamento mucho por no voy a dejar que arruines tu vida por una calentura.


Victor por otra parte en verdad quería reírse. Le hacía gracia tanta cosa que decía. Pero al mismo tiempo se sentía feliz. Nunca había pensado que Chris se preocupara tanto por él.


—En primer lugar Yuuri no tiene padres, no tiene a nadie, lo único que tiene soy yo, y créeme cuando te digo que él lo es todo para mí ahora. Ten un poco de paciencia te explicare todo cuando él esté presente. ¿Ahora que tal un café?


El rubio suspiro y se rindió. Yendo a la cocina con el platinado mientras victor  preparaba un buen desayuno no pudo evitar decir algo que le estaba molestado.


—No sabía que tenías esa clase de fetiche


—¿Eh? ¿A qué te refieres?


—Las orejas y la cola


—Ah eso… — rio — lindas ¿no?.. a todo esto dijiste que era un niño. Te recuerdo que Minami es ocho años menor que tú y eso no te impidió aprovecharte de él cuando estaba ebrio.


—Punto para ti, pero aun así tu yuuri se veía más pequeño ¿Qué edad tiene?


Victor le servía agua caliente en su tasa y pensó en ello también, ni yuuri sabía aquello así que como contestar.


—Victor —Nuevamente esa voz suave llamaba su atención.


—Yuuri ven aquí — estiró su mano para que su gatito la tomara  y llegará a su lado. Yuuri vestía unos short cortos  beige y una chamarra negra. Victor dio en beso en su nuca y miro a Chris —Chris te presento a Yuuri, mi novio.


El rubio sonrió al ver la sonrisa de Victor y el orgullo con el cual proclamaba al joven como su novio. Se levantó de la silla y caminó junto al pequeño.


—Un gusto Yuuri mi nombre es Chris —el rubio no podía apartar la vista de esas orejitas que se movían a voluntad propia. Y miro Victor preguntando por ellas. Una cosa era usarlas en la intimidad, ¿pero acaso obligaba al joven a llevarlas en la casa, durante todo el día?


—Son reales  — le dijo y luego abrazó a  su pareja —yuuri necesito que cambies a tu forma de gato, Chris no nos va a creer hasta que  lo vea con sus propios ojos.


Chris quedó pestañeando una y otra vez al ver como yuuri desaparecía en medio de la ropa que caía al suelo, segundo después saliendo un tierno gatito regordete de ella. Victor lo tomó y le explico con detalles todo lo que sabía de la supuesta leyenda y de como yuuri había llegado a su vida hace unas semanas.


—Sé que es difícil de creer… Yuuri vuelve  — le pidió juntado su nariz con la del felino. Nuevamente  cambió y se puso su ropa con la ayuda de Victor — tenemos una clase de pacto, pero no es solo eso yo me enamore de Yuuri.


Chris se acercó al Neko y tocó sus orejas comprobando lo reales que eran. La historia se le hacía familiar. Minami le había contado una parecida. Al menos lo que recordaba.


—Por eso necesito tu ayuda. Sé que empezarán a preguntar quién es el cuándo lo vean las veinticuatro horas del día a mi lado. Y por más que quiera encuentro que no será bueno para Yuuri mantenerlo encerrado.


—Aunque es lo que deseas verdad — Jamás lo había visto tan posesivo con alguien pero ahora podía notar en su voz su deseo de tener al joven solo para él.


—Sí, ya podrías dejar de tocarlo ¿no?


—Haha está bien, supongo que con estas pruebas  no puedo llamarte demente no? Es eso o ambos estamos locos. Esto es tan raro… —Reia nervioso intentando tomarse las cosas con clama


—Lo se… pero yuuri es real, mi presente y futuro ahora. ¿Verdad? — le preguntó a su Neko


—Yo quiero estar para siempre con Victor — fue su corta respuesta. Chris sonrió al recordar a  su novio. Minami esa misma respuesta les había dado a sus padres  cuando quiso irse a Rusia con él.


—De seguro se llevara bien con Minami


—También lo creo.


—¿Quién es Minami? — preguntó  yuuri a Victor


—oh es  un chico adorable, es un japonés muy alegre. De seguro te gustara.


—ah~ — fue su simple respuesta. Se soltó del agarre y salió al living encontrándose con Makkacchin. Tenía un sentimiento en su pecho que a su parecer era doloroso. Abrazo al perro y enterró su rostro en su la curvatura de su cuello.


—¿y eso que fue? — preguntó Chris desconcertado.


—Tampoco lo sé, ¿yuuri? — se acercó. Cuando iba a tocar su hombro Makkacchin le gruño. Por lo que retiró su mano, no por miedo sino porque ya había visto esa reacción para con Yuuri. —¿Ahora qué fue lo que hice?


No hubo respuesta, ambos mayores se miraron tratando de entender. Algo le había pasado al menor.


—¿Podría estar celoso?... Digo por la forma en la que hablaste de Minami


Victor miro a su chico quien levantaba la mirada, tan triste y desolada.


—Yuuri, Minami es el novio de Chris. Él es su pareja. Minami significa para Chris lo mismo que tú para mí, jamás miraría a alguien como lo hago contigo pequeño.


Chris miraba a la pareja toda melosa casi con repulsión al sentir que se veía así mismo. Ni siquiera podía abrir la boca para burlarse porque de seguro esta le golpearía en la cara.


El rubio se quedó tres días, tres días en los que le fue suficiente para comprobar que aquello no era calentura del momento. Estaba encantado con Yuuri y estaba seguro de que su llegada a Rusia sería querida por todos sus amigos. Victor también lo creía.


 


~*~


 


—¿Estas bien?


—Estoy un poco nervioso. Victor conoce mucha gente y es muy querido… tengo miedo de ser odiado — decía yuuri a su lado. Ambos veían una película en la comodidad de su cama, ya todo estaba listo para el día siguiente tomar un vuelo rumbo a Rusia —hay un montón de cosas que no se y…


—Yuuri, mírame — levantó su mentón y beso sus labios —El que yo te amé puede ser suficiente para ti.


—Sabes que si, solo quiero que estés conmigo y nunca me dejes, no sé qué haría si…


—Confía en mí, me enamore de este pequeño gatito —dijo tomando su cintura para situarlo a horcajadas encima suyo —  nunca lo dejare ir, juro protegerte con mi vida Yuuri. Solo quédate a mi lado y mírame solo a mí. “Te mostrare mi mundo”


Los ojos de Victor recorrían los brillosos contrarios. Beso sus labios tibios y suaves. Yuuri sonrió antes de contestarle con una de sus más hermosas sonrisas.


—Uno en el que para mí… “solo existes tu”


 


Fin

Notas finales:

Hola n.n

Espero les haya gustado <3

La verdad es que me gustaria hacer algun extra de lo que su llegada a Rusia, le gustaria?

En fin Lindas, gracias por leer y si se animan a comentar tambien <3 

Que tengan un muy buen fin de semana!!


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