Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Medios Tonos (Omegaverse) por kurerublume

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPÍTULO XII: El turno Omega


Ese día sus alumnos se habían comportado de una manera preciosa. Todos tan participativos, sus trabajos bien hechos. Y como se trataba de él, muchos querían platicarle lo que habían hecho el día anterior.


Así era Tetsu, sí era difícil de notar al principio, pero una vez que captaba tu atención, no podías apartar tus sentidos de él. Secretamente algunos de sus alumnos fantaseaban con el peliceleste, especialmente los Betas.


Vale, mientras que unos pensaban que no tenía mucho chiste ese Omega, otros opinaban lo contrario. Esos ojitos de cielo y voz tranquila incitaban a sumergirlos en un estado pleno de satisfacción.


Su jornada terminó, pero notó extraño a uno de sus alumnos. Así que se acercó a él: era Himuro.


—¿Te sientes bien? Estás algo colorado —cuestionó suave y apenas tocando a su alumno.


El pelinegro le dio la espalda— Sí, tengo que irme. Debo ir al trabajo —afirmó echándose a correr sin permitir que su maestro hiciera más preguntas.


A Tetsuya se le hizo extraño, pero prefirió no comenzar a perseguir a su alumno. Solo esperaba que de verdad estuviera bien, pues ese olor extraño, ajeno al de algún celo, invadía ese cuerpecito y por eso había sospechado que Tatsuya no estaba del todo bien. Ese olor era casi picante para la nariz, no muy agradable.


Sin más, se dirigió a su departamento.


Pasó por un restaurante, uno que le gustaba por sus bebidas. Y pues… era viernes, así que un gustito no hacía daño.


Entró al establecimiento, yendo directo a la mesa que siempre ocupaba. Sorprendiéndose cuando, al poco de tomar asiento, otra persona lo hizo. Y oh, sí, era ese Alfa pelirrojo que lo había puesto muy nervioso.


—Hola, Kagami —saludó cordial. Pero no se esperaba para nada la reacción del otro: gritar.


—¡Rayos, perdón! —exclamó apenado— ¿Estaba… —le iba a preguntar si ya estaba sentado ahí, pero iba a ser obvio que no lo había visto, así que mejor se abstuvo de hablar.


—Sí, ya estaba aquí —sonrió—. Creí que por eso habías tomado asiento —le confesó algo apenado. Qué vergüenza que de verdad ese Alfa no lo hubiera notado. De nuevo ahí estaba, otra señal de que simplemente a ese joven no le atraía para nada.


—Disculpe —se removió algo incómodo en su lugar. Pero en cuanto les entregaron las cartas, se sintió con más confianza—. ¿Le puedo invitar algo? Fui muy grosero —pidió un tanto galante y pretendiendo que todo estaba bien.


—No te molestes, Kagami. Yo... —antes de poder continuar hablando, fue interrumpido cuando una joven abrazó por detrás al Alfa.


—¡Aquí estás! —exclamó esa rubia sonriente. Y Tetsuya solo se quedó calladito en su lugar, observando cómo interactuaban esos dos. Cómo se tocaban esos dos.


Taiga apartó a la joven— Disculpe, ¿me decía? —dentro del Omega, detestaba que le hablara tan formal.


—Yo ya me iba —tomó sus cosas al tiempo que se iba despidiendo—. Con permiso —salió rápidamente de ahí, con un peso muy extraño en su pecho. Oprimía con ganas.


Quería ponerse a chillar y ni sabía por qué. Él no era un Omega chillón que ante un rechazo se comportara infantilmente.


Sentía su cuerpo temblando, ajeno a su voluntad. Y se asustó, no reconocía la respuesta que su cuerpo le estaba dando. Jamás le había pasado algo así y eso lo alteró aún más.


Decidió ir ahora sí a su departamento y tomar sus pastillas.


Llegó a él casi volando. Estaba más y más alterado. Quería suplicar, quería desnudarse y frotarse contra alguien que hiciera con su cuerpo lo que quisiera.


Quería que se lo hicieran. Su cuerpo ardía y sudaba en desesperación. No era un celo, era otra cosa.


Y ese olor, que antes había percibido con su alumno, lo reconoció ahora en él. Apestaba a algo picante.


Comenzó a observar su cuerpo. Intentando encontrar algo que le dijera por qué estaba así. Pero no pudo hallar nada en cuanto, quizás por instinto, se acostó en su cama y se frotó contra sus sábanas.


Sentía alivio. Gemía quedito y apretaba lo más que podía su cuerpo. Quería gritar por un Alfa, quería coger y coger por horas. Su instinto se lo pedía suplicándole.


Pero no podía. No cedería ante algo así.


Gritó próximo a alcanzar un éxtasis desconocido. Empezó a rasgar sus sábanas y a gritar con un poco más de fuerza. Se levantó medio torpe y empezó a romper todo cuanto había a su paso.


Cayó de rodillas frente a su puerta. Estaba obscenamente húmedo. Y comenzó a llorar. No por débil, sino por miedo. Sentía que estaba quedando puro instinto.


—¡Ah! —gimió con dolor y empezó a masturbarse y a meterse sus dedos en su entrada.


Sería una noche agitada para él.


***


Tatsuya, por otro lado, se encontraba en los vestidores, agitado y sudoroso. Terriblemente frustrado y húmedo. Sabía que no era un celo, pero se sentía como uno.


La puerta sonó, era su jefe, quien, preocupado, había decidido ir a preguntarle si estaba bien. Ya llevaba bastante ahí y también había llegado corriendo y con una tremenda cara de pánico.


Himuro se sobresaltó y temió que decidiera entrar. Pero no lo hizo.


Y algo pasó, un olor. No de él, sino del Alfa. Aún a esa distancia el aroma del otro le encantaba, le llenaba de regocijo y deseo.


Sus pupilas se dilataron y abrió la boca. Se puso de pie y con un paso casi tembloroso se dirigió a la puerta. La abrió y retrocedió un poco.


Atsushi entró casi con miedo, y en cuanto lo hizo, se arrepintió. Frente a él se encontraba, no su empleado, sino un Omega hermoso y necesitado de mimos. Supo que si se quedaba más tiempo, reaccionaría de una mala manera.


Dio media vuelta, pero antes de poder girar, una voz preciosa lo detuvo.


—Alfa, espera —escuchó—. Ayúdame —sus ojos dudaron en ver al pelinegro. Pero fue inevitable, lo hizo. Y la imagen frente a él no podía ser más provocativa.


Tatsuya se estaba desnudando ante su atenta mirada. Jadeaba mientras lo hacía y se sonrojaba con más fuerza a cada segundo.


—Muro-chin —susurró embelesado observando cómo la piel se mostraba ante él. Cómo el olor lo embriagaba más y más hasta que le generó una erección; una necesidad inmensa por adentrarse y probar lo que jamás había notado.


Se acercó cautelosamente, pendiente de los movimientos del Omega. Pero este solo se quedó quietecito y sonriéndole como una invitación pecaminosa. Ese lunar, esos malditos ojos tan llenos de promesas; todo comenzó a mermar en su voluntad. Dando paso así a dos animales.


Terminaron de juntarse de una manera casi violenta, tocaban todo lo que podían, querían más. Lo necesitaban. Tatsuya ni siquiera lo podía pensar dos veces. Así que logró hacer que el Alfa se sentara en el piso. Se puso encima de él y comenzó a simular embestidas.


Sus movimientos de cadera eran perfectamente curveados, presionaban la erección del pelimorado sin mesura. Ah, eso solo le encantaba más a ambos.


—Atsushi —susurró jadeante el Omega, rodeando el cuello del mayor para pegarlo y restregarse aún más contra ese cuerpo que llevaba demasiado tiempo queriendo probar. Sus inhibiciones desaparecían con rapidez, pero no lo pensaba; ya no podía—, métemelo. Quiero que me lo hagas, duro, suave, solo házmelo. Te necesito ya, Alfa.


Murasakibara no necesitó más. Lo terminó de desnudar, casi arrancándole la ropa con una fuerza extraordinaria. Y cuando pudo ver ese pene despierto y sentir cómo su entrada mojaba su ropa, se relamió los labios. Olía delicioso, se veía apetecible.


Metió dos dedos en ese ano tan lubricado. Lo apretaba delicioso. Así que le fue fácil meter otro dedo y moverlos con desesperación. Necesitaba cogérselo en ese momento.


—Muro-chin —dijo al tiempo que abría el pantalón.


Tatsuya lo perfiló en su entrada, jugando un poco con él.


—¿Himuro? —se escuchó una vocecita entrar a la habitación— Huele raro, ¿estás….?


Y todos se quedaron estáticos por una fracción de segundos.


—Largo. Este Alfa es mío —contestó Himuro pegándose más al otro—. Alfa —llamó su atención—, cógeme —pidió lamiendo un poco su mejilla y tentándolo aún más al meter un poquito de su miembro en su entrada.


Murasakibara recobró un poco de conciencia, pero fue la suficiente como para asustarse de la situación. Que Sakurai estuviera ahí con su cara de pánico le fue preciso para intentar quitar a SU EMPLEADO de su regazo.


—Muro-chin, no —dijo con voz firme—. Bájate o yo mismo lo haré —pero Himuro no lo escuchó y siguió restregándose contra su cuerpo. Si seguía así podría acabar sucumbiendo de nuevo.


—Alfa, por favor —seguía suplicando el Omega mientras repartía besos en su rostro.


¡Bájate! —espetó. El Omega al principio se asustó, pero luego comenzó a reír.


—¿Qué pasa, Alfa? ¿Tanto miedo tienes de hacérmelo que recurres a tu voz alfa? No servirá —se acercó para susurrarle—, porque esta noche me preñarás sí o sí —amenazó con seguir metiendo ese miembro en él, pero Atsushi reaccionó y lo empujó.


—Saku..


—Sí —contestó saliendo del trance el otro Omega. Fue corriendo por un teléfono y marcó el número de un doctor. Uno que le había ayudado antes y que lo conoció también gracias a Aomine.


Era raro describir qué pasaba, pero explicó que probablemente se trataba de un efecto secundario de las pastillas. Justo como los que habían descrito en la conferencia y que se dieron a conocer al mundo días antes.


Al regresar, le explicó a su jefe que solo debía postergar lo más que pudiera el enfado del Omega y que lo mejor era que él no estuviera. Si veía más Omegas alrededor del Alfa, se molestaría en serio. Murasakibara asintió y suspiró cuando Sakurai cerró la puerta.


—Tatsuya —le llamó—, tranquilo. Primero quiero hablar contigo.


El pelinegro volteó nuevamente hacia él, muy sonriente.


—Todo menos hablar.


Y Atsushi volvió a resoplar, sería toda una proeza resistir el no ponerle la mano encima a ese Omega tan precioso, tan irresistible y tan disponible.


***


—Jefe, vengo a renunciar —dijo mirando al suelo.


Eso lo tomó por sorpresa, acababa de recibir la llamada de Sakurai y tenía un poco de prisa, pues ya había marcado para que fuera una unidad, pero él debía ir porque era su paciente.


—¿Por qué? —preguntó tranquilo aunque muy confundido.


—No… No soy buen enfermero. Soy una terrible persona y prefiero renunciar —seguía diciendo con la cabeza gacha—. Perdóneme por todo, prometo pagarle en cuanto me sea posible. Asumiré toda la responsabilidad —comenzó a llorar y eso sí que hizo sentir entre incómodo y frustrado a Midorima.


—Takao, ¿de qué estás hablando? —se incorporó de su asiento con lentitud.


—Soy malo… —todo su llanto cayó sobre esa habitación. Se sentía terrible, como nunca en su vida. Sin la disposición de seguir aparentando con alguien tan bueno como Midorima. Él no había hecho nada para merecer eso.


El peliverde dudó un poco, pero se acercó con cautela— Oye, deja de llorar, es incómodo —pidió con voz neutra, pero hizo sentir peor a Kazunari. Ok, esa no era la manera.


Así que con los nervios a flor de piel, tomó entre sus brazos al Omega— Doctor —susurró, ocultándose en ese cuerpo que prometía protegerlo.


—Cuéntame qué te tiene así.


El azabache lo dudó un poquito, pero cedió— He estado robando medicamentos para darlos a otras personas —confesó sin más.


El Alfa se tensó— ¿Qué? —lo tomó de los hombros— ¡¿Estás hablando en serio?! —terminó de decir empujando fuertemente al menor.


—Perdóneme —suplicó mirando hacia arriba, hacia su jefe.


—Largo de aquí, Omega —espetó con la voz más calmada que pudo— ¡Largo! ¡No te quiero ver aquí jamás! Agradece que no haré que te arresten, así que vete de una maldita vez, Omega.


Takao se quedó estático, pasando saliva. Sin atreverse a irse, pero una última mirada fue lo que le bastó para saber que, si se quedaba más tiempo, no habría nada que agradecer.


Y le dolió, le dolió como ningún otro rechazo o fracaso. Resintió de inmediato la pérdida; la sensación de traidor lo invadió.


Jamás podría volver a ver a Midorima a la cara. Jamás regresaría a su lugar de trabajo para verlo a él, para molestarlo y burlarse secretamente de sus supersticiones.


Pero había sido una buena decisión. Su conciencia estaba limpia.


***


—¿Puedo pasar? —eran las once de la noche, se suponía que ya todos se habían ido. Todos menos su jefe y él. Había tenido la intención de no molestarlo, pero un gran ruido y luego silencio absoluto le obligaron a corroborar que su jefe estuviera bien— ¿Señor? —abrió la puerta al no recibir respuesta. Adentro, con las manos en la cabeza y reclinado sobre su asiento, se encontraba Akashi.


Al darse cuenta que Furi entró, se sentó correctamente.


—Disculpa si te asusté, tenía que descargarme —dijo dirigiendo la mirada al suelo, a un montón de papeles y material de escritorio que ahora era solo una colina de cosas aparentemente sin importancia.


—Comprendo, yo… ¿Quiere que le haga una taza de café? Presiento que se quedará toda la noche.


—Precisamente.


Y lo dudó un poco antes de atreverse a preguntar— ¿Cuántas demandas ingresaron hoy?


—Treinta —gruñó—. Treinta malditas demandas solo hoy. Ciento cincuenta en total; y no serán las últimas —miró a un lado mientras suspiraba—. La compañía de mi padre tiene todo en su contra. Se han reportado casos de Omegas infértiles, la voz Alfa pierde efectividad; todos agresivos y en constante periodo de celo. Pero todos, absolutamente todos después de experimentar ese frenesí por dos semanas, dejan de ser Alfas u Omegas.


Ante esa declaración, el castaño se acercó a su jefe, asustado— ¿Qué quiere decir?


—Furi… si empiezas a tener un frenesí sexual o de agresividad, no dejes pasar ni un minuto. Ve a urgencias. Los que no se atendieron me temo que… al final, dejan de tener todo lo que los hace lo que son: la voz, los celos, fertilidad —dejó pasar unos segundos antes de terminar—. Si algo te llegara a pasar a ti, no me lo perdonaría.


Su corazón volvió a latir con fuerza y casi desbocado.


—Tendré cuidado —aseguró mientras corría a preparar café para los dos. Se quedaría esa noche hasta que Akashi fuera a su casa.

Notas finales:

Volvía  a tardarme, lo sé. Pero fue un mes tan caótico en mi trabajo. Una mamá casi me gritó, la directora fue un cero a la izquierda. Como que eso fue lo que me quitó mi inspiración. Espero no haberlos defraudado jaja este capítulo fue un poco más largo. Ojalá les haya gustado.

¡Muchas gracias por su apoyo! Nos seguimos leyendo <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).