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Medios Tonos (Omegaverse) por kurerublume

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Notas del capitulo:

Demoré mucho más de lo pensado. Pero aquí está :)

El capítulo dos de este fic.

Muchísimas gracias a bluelightofmoon, jan, Nekot, beyra-chan y kongria por sus reviews.

Para la parte de la segunda pareja, este es más o menos el lugar en el que platican y donde trabaja Sakurai: Pastelería

¡A leer! :)

CAPÍTULO II: Primera impresión

 

Eran alrededor de las 5:00 pm. Su consultorio se encontraba pulcramente acomodado; el piso blanco, los estantes cerrados, las paredes blancas igualmente y un olor a lavanda muy tenue. No había más pacientes que recibir ese día, por lo que estaba terminando de guardar sus cosas. Pasó sus dedos por su cabellera verde y por último, acomodó sus lentes.

 

— ¿Dónde estará? —dijo molesto al percatarse que no podía irse sin antes lograr que su ayudante firmara la hora de salida— Maldita sea —se levantó de su asiento, dispuesto a encontrar a ese Omega que había contratado apenas un mes atrás—, cuando lo encuentre le daré un ultimátum.

 

No demoró demasiado en encontrarlo. Estaba afuera, platicando discretamente con otras personas… de color. Oh, no. Takao inmediatamente lo vio y su rostro se tornó en uno de preocupación. Rápidamente se despidió y corrió hacia donde estaba su jefe.

 

—Disculpa —admitió avergonzado—, pero por lo visto me has encontrado, Shin-chan —dijo con una sonrisa.

 

—Firma tu salida y vete —dijo escueto—. Te advierto, está mal visto eso, no me importa con quién platiques, siempre y cuando seas discreto —dio un suspiro—. Pero lo más importante, no lo hagas en tu horario de trabajo. No me obligues a echarte, ¿entendido? Tu  contrato es por  tres meses y sería humillante haber aceptado a alguien tan hábil, pero tan irresponsable.  

 

Se generó un breve silencio en el que el bello Omega miró el suelo para posteriormente volver a sonreír y afirmar mudamente.

 

Takao se encontraba algo aterrado a decir verdad. Su jefe era un hombre estricto. Muchos le habían aconsejado declinar mandarle su solicitud de empleo, pero para él era como un reto; volviéndose en algo divertido al enterarse de lo supersticioso y enojón que era. Así que su carácter o los regaños que luego recibía no era lo que le tenía así.

 

—Tengo que ser más precavido —susurró para sí—, si se entera lo que estoy haciendo… podría terminar en la cárcel— dijo mientras guardaba sus cosas y se alistaba para salir del consultorio.

 

Se tomó sus pastillas con un poco de agua. Ya quería llegar a su departamento. Oh, sí, SU departamento; modesto, pero suyo. Ser Omega no era sinónimo de depender de sus padres o de algún Alfa que quisiera aparearse con él. No, señor. A pesar de todo, él había logrado rentar un lugar donde pudiera relajarse. Ya había tenido suficiente cuando les dijo a sus padres que quería ser doctor, ¿y qué recibió? Puras negaciones e incluso una que otra broma de mal gusto.

 

No era para menos.

 

No habían Omegas doctores; no quedó de otra, empezó a trabajar en una cafetería tiempo completo durante 1 año y logró así, pagar a duras penas su carrera en enfermería y la renta del pequeño departamento.

 

Aunque no todo era tan malo, ya que, había conseguido un trabajo bien pagado como ayudante del reconocido Dr. Shintaro Midorima. Cuando lo conoció, sólo recordaba haberse sentido inquieto y maravillado por ese bello ser que mantenía el ceño fruncido, la voz grave y las manos vendadas. Sí, era un hombre serio, obstinado, supersticioso, pero Takao sabía que eso era apenas la superficie de un Alfa; en ningún momento había intentado tocarle o aprovecharse de su posición, siempre era tan respetuoso, que Takao por lapsos se sentía como un Beta; le trataba tan malditamente normal que se había ganado su aprecio. Por eso le llamaba Shin-chan; por eso siempre procuraba sonreírle y ser el mejor enfermero que pudiera tener.

 

Pero fallaba en un aspecto: era demasiado bondadoso. Y no sabía si se debía a su lado Omega, pero de verdad le importaban los demás. Tanto así, que había comenzado a robar medicamentos para poder dárselos a las personas que pagaban las consecuencias de la más clasista y estúpida clasificación que el mundo pudo haber asignado.

 

Por suerte, Midorima no lo había atrapado in fraganti, y lo mejor, que realmente no le había importado que hablara con gente de color sólo si no interfería en su trabajo. ¡Ja! Si supiera que no lo interfería, sino que podría arruinarle la vida.

 

Pero daba igual, que se jodieran esas estúpidas normas si así podía ayudar a las personas.

Se apresuró en firmar su salida y con otra sonrisa se despidió del Dr. Midorima.

 

—Asegúrate de que no se repita, ¿entendido? —dijo con voz firme.

 

—Entendido, no volverá a suceder, Shin-chan. Nos vemos. —sin más, salió de ahí a toda prisa antes de que su jefe le reclamara por llamarle así. Pero venga, era divertido ver cómo un Alfa se molestaba por eso.

 

Aunque siendo franco, se estaba acostumbrando tan bien a ese ambiente, que le daba miedo el futuro; ese que implicaba el odio de Midorima por haberle robado. Justo ese que esperaba tardara años en llegar, o mejor aún, que nunca lo hiciera.

 

                                                                                    ***

 

Ese día había sido, por mucho, uno de los peores. El Presidente de la compañía le había pedido un estúpido informe que seguro le iba a costar la noche en vela y ni una mugre cogida.

 

Se encontraba manejando directo a su casa, pero se dio cuenta de que lo que necesitaba era un buen café y algo para devorar. Su Alfa estaba rugiendo y no era bueno hacerlo esperar. Así que sin pensarlo dos veces, dio vuelta a la derecha, había escuchado de una panadería y pastelería de gran calidad que traía locos a todos. Y si se iba a quedar la puta madrugada sin dormir, en definitiva lo haría comiendo cómodamente.

 

No tardó mucho en llegar, de hecho, era bastante obvio que ese era el lugar; se veía empalagoso desde afuera, pero agradecía que su horario fuera hasta las 10:00 pm.

 

Iba saliendo de su automóvil, cuando observó cómo las luces eran apagadas y un castaño se disponía a cerrar. Asombrado observó su reloj, eran las 10:20 pm. Oh, no. « ¡Eso sí que no! » pensó, totalmente enojado.

 

Con pasos grandes y firmes, tomó del hombro al pequeño que estaba frente a él, quien de inmediato se volteó completamente asustado y chillando; era un Omega. Y vaya que era uno hermoso, de piel tersa, complexión preciosa y un aroma que seguro le volvía loco.

 

—Oye —dijo algo apenado—, no era mi intención asustarte. No cierres. Quiero comprarte algo —el castaño dejó de temblar y bajó la mirada. 

 

—Ya cerramos, señor. Mañana a las 07:00 am puede venir —Wakamatsu se quedó en silencio. ¿Es que ese Omega no veía que estaba frente a un Alfa de clase I?—. Lo siento, lo siento mucho. Por favor, discúlpeme —fue hasta que vio que el bajito empezaba a llorar, que se dio cuenta que había liberado su olor de manera monstruosa por el enojo que le había dominado.

 

Soltando un suspiro, acarició el cabello de ese niño— No te disculpes. No fue mi intención causarte tanto disgusto, Omega. Supongo que tendré que venir mañana. Con permiso —dijo dando media vuelta. Pero una mano temblorosa lo detuvo, y ante ese acto el rubio volteó algo molesto; nadie le tocaba con tanta confianza, y de haber sido cualquier otro ya le hubiera dado, mínimo, un buen manotazo… pero con ese castaño no podía.

 

—Me llamo Ryo Sakurai, no Omega —aclaró con voz suave—. Discúlpeme por lo de hace rato —dijo apenado para volver a ingresar a la panadería y encender las luces—. ¿Qué quiere? —invitó a pasar al Alfa, preparado para atenderlo lo más pronto posible ya que, en serio lo había puesto tan nervioso que estuvo a punto de mostrarle su cuello completamente sumiso.

 

Algo asombrado, Wakamatsu ingresó completamente maravillado por el establecimiento aquel. Las paredes eran blancas para la parte de cafetería y negras en la de panadería donde el producto estaba detrás de un vidrio; en la parte superior de las paredes había una franja morada. El piso era de madera y las mesas se veían más bien clásicas. Podría decirse que lograba el propósito de ser acogedor.

 

— ¿Qué me recomiendas? —preguntó sinceramente sin saber por dónde empezar ni qué elegir— Tengo toda una noche en vela, lo único que sé es que quiero un expreso y un café negro grande.

 

—Bien —dijo apresurándose en hacer lo que el cliente le pedía—, no demorará mucho. ¿Algo para comer?

 

—Es ahí donde necesito que me ayudes, sólo ponme 3 de lo mejor que tengas y listo —sin demorar mucho, Sakurai tomó una bolsa del establecimiento y le puso lo que pensó le agradaría más al Alfa —. Bueno, dame uno aquí así —pidió con voz tranquila debido a que su estómago comenzaba a rugir. Ryo ni lento no perezoso, tomó un plato para acercarse al rubio—. No, no. En una servilleta —pidió con tono firme— lo que menos quería era que ensuciaras otra cosa.

 

— ¡Discúlpeme! Fue mi culpa —se hizo pequeño y con prisa se volvió a acercar al Alfa para darle su panecillo en una servilleta. Su lado Omega estaba que chillaba por ser tan inútil frente a ese rubio fornido y…apuesto.

 

—No digas eso —recibió el bocadillo ansioso y dio la primera mordida. Abrió los ojos totalmente satisfecho— ¡Está increíble! ¡No puedo creer que no haya probado esto antes! —y paró de hablar abruptamente. Lo había hecho de nuevo, se había entusiasmado tanto por algo que había gritado.

 

Al principio el castaño se había asustado, pero al saber la razón de esos gritos, sonrió complacido— Me alegra. Le haré saber sus felicitaciones a mi jefe —limpió bien todo antes de acercarse con su bolsa y sus bebidas—. Serían $60, por favor.

 

—Toma —le dio el dinero en la mano, y al hacerlo, una suave corriente le invadió y envolvió su cuerpo. «¿Todos los Omegas son así de cálidos? », se preguntó mentalmente. De repente, se sintió tan excitado que casi comenzaba a jadear.

 

—Listo —toda su calentura se fue a su entrepierna al escuchar esa bonita voz—. ¿Se encuentra bien, señor? —hizo ademán de acercarse al Alfa todavía más, pero este no se lo permitió.

 

—Usaré tu baño rápidamente —espetó duramente y se dispuso a encerrarse en ese pequeño cuarto. Bajó sus pantalones sólo para contemplar con resignación que la tenía bien levantada. Gruñó. Tenía que ser rápido—. Maldita sea.

 

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Al terminar su trabajo manual, salió con el rostro algo cansado. Genial, tenía que trabajar y ese orgasmo le había chupado media vida. Carajo que lo había hecho muy fuerte y deprisa. Ahí supo que en verdad, el efecto de los Omegas en los Alfas era de temer. Por eso había preferido relacionarse con Betas, no con personas que, de manera intencional o no, terminaran por generarle una erección y unas ganas tremendas de penetrarles bien duro. Aunque era la primera vez que le había pasado eso…de esa manera. ¿Sería que el Omega estuviera pronto a entrar en celo?

 

— ¿Todo bien, señor? ¿Gusta que revise en nuestro botiquín si hay algo? —preguntó completamente preocupado.

 

—No, sólo fue un mareo, de no haber comido esa delicia que escogiste, seguro me desmayaba —intentó aligerar el ambiente con esa pequeña broma. Pero para su desgracia, sólo notó un rubor aparecerse en el menor.

 

—Gracias, señor —cogió las llaves y volvió a apagar las luces—. Cuando guste, regrese y compre muchas otras cosas deliciosas, señor.

 

—Wakamatsu —dijo apenado por no haberse presentado antes—. Gracias  por todo.

 

—Con permiso —emprendió el camino a su casa. Ya era tarde ¡tardísimo! Apresuró la marcha, tenía que llegar a casa cuanto antes.

 

—Hey, también voy para allá —dijo el rubio ya adentro del carro—. Sube, no quiero que por mi culpa, algo le pase a un Omega tan bonito.

 

¿Le había dicho bonito? Que un rayo lo partiera, no a la mitad, sino en miles de pedazos por decir algo tan pendejo para variar.

 

—No quiero molestarlo.

 

—Sube —pidió con autoritarismo, y una vez que el castaño le obedeció, emprendió el viaje que no era del todo la dirección a la que él iba— ¿Y cómo se llama este lugar? No pude ver por culpa de la poca luz.

 

—Murasaki.

 

—Tiene algo de sentido —dijo tranquilo y sabiendo que su conversación había terminado.

 

El viaje fue silencioso, y por un momento, Kosuke sintió que quería estampar sus labios contra los del otro. Después de todo, si estaba haciendo ese favor, era porque no soportaría que alguien intentara tocar a esa preciosidad. No, señor.

 

Pasaron varias calles, semáforos, y por fin, llegaron al hogar del menor. Se despidieron con unas cuantas disculpas por parte del Omega y bastantes “No fue problema” por parte del Alfa, quien al asegurarse que el castaño había entrado a su casa, arrancó estrepitosamente. Joder que había perdido bastante tiempo. Miró su reloj, las 11:30 pm.

 

Pero bueno, al menos había encontrado un buen lugar para comer. Sí, muy bonito lugar.

 

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Por su parte, Sakurai corrió como alma que lleva el diablo hasta su cuarto para ir a su mesita de noche y tomar las pastillas que por bruto ese día había olvidado. Siempre tan constante y justo ese día había olvidado tomarse las obligatorias.

 

Agradecía que su jefe fuera tan comprensivo con eso. Las pastillas funcionaban, sí, pero en ese momento, tuvo el presentimiento que no serían tan efectivas, y que lo mejor, era esperar a que su celo pasara.

 

Recordar a ese gran Alfa le provocó escalofríos. No sabía cómo explicarlo, pero no quería volverlo a ver porque… ¡quería volverlo a ver! Había sido tan amable al llevarlo a casa. Quién lo diría, un Alfa mandón, pero educado.

 

Sakurai se sintió un estúpido al recordar cómo había gritado, al recordar esos ojos profundos y esa voz que casi hizo que lubricara. Esa noche, durmió con una enorme sonrisa.

 

Notas finales:

¿Les ha gustado este cap?

¿Creen que Kosuke y Ryo hacen buena pareja? jaja porque francamente yo los amo.

Nos vemos la próxima semana.

¡BESOS! 😙😙😘💜💛💙


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