El aire acondicionado del cuarto a esa hora de la mañana hacía que el ambiente fuera perfecto para dormir plácidamente, o ponerse a hibernar como oso si le sumaban las ganas de querer abrir los ojos del soñador.
Aunque había algo que “perturbaba” sus sueños de una manera muy inesperada.
Aún en sueños apretaba las sabanas mientras gemía levemente por el sueño que se reproducía en su cabeza, uno en el cual veía como su novio le estaba dando un oral digno de los dioses.
Empezando por tocarle el contorno de su pene con sus dedos de una manera con el fin de levantar y endurecerlo, para después bajar su mano a tocarle los testículos, cosa que le excitaba demasiado y le ponía los nervios a flor de piel, mientras sus labios se acercaban a su glande para darle unos besos húmedos con el fin de tenerlo completamente erecto.
Viendo como ese pedazo de carne se alzaba imponente ante su vista le dedico una mirada traviesa su pervertido ser para momentos después empezar a lamer su pene como si fuera el dulce más sabroso que haya probado, cosa no muy distante a la realidad.
Sin dudas ese espectáculo lo estaba matando en sus sueños, más por verse esposado a la cama y con su novio actuando de esa forma tan excitante, sin dudas si despertara en ese momento aprovecharía para hacerle el amor contra la cama y castigarlo por jugar tanto con miembro.
Perdido estaba en sus pensamientos que al sentir como la boca del menor empezando a meterse su pene no logra evitar que un sonoro gemido inunde la habitación y su espalda se arqueara por el enorme placer que esa caliente boca le empezaba a dar.
Cuando logro controlarse bajo la cabeza y su pareja aún seguía viéndolo mientras alternaba sus movimientos.
Primero se metía su glande para darle más atención con su lengua, soltando algún que otro mordisco que le derretían de placer, para después meterse de manera lenta el resto de ese trozo de carne de manera lenta con el fin de poder saborearlo todo sin perder detalle alguno y de devolverle el favor de las veces que le hacía pedir a gritos que le rompiera el culito.
Aun sin darle tregua o tiempo para recuperarse el menor empezaba a ir y venir sobre su pene, lamiendo y chupando todo lo que podía, acciones que daban resultado al sentir como el salado presemen de su pareja empezaba a saborearse en su boca.
Cuando había entendido que lo único que le quedaba por hacer era dejarse hacer por el menor cerro los ojos y empezó a mover su cadera deseando que este le diera más atención, cosa que el menor se encargaría de hacer.
Cuando noto como su novio se había entregado completamente a sus toques dejo de tocar sus testículos para bajar a su ano y empezar a masajearlo lentamente, acción que provoco en el mayor otro grito lleno de placer.
Con sumo cuidado el menor empezaba a meter su dedo, esperando que no le causara mucho dolor al contrario. Una vez que el mayor pareció acostumbrarse a su invitado el menor podía mover su dedo dentro suyo fingiendo penetraciones, acción que no solo provocaba en su novio que moviera más su cuerpo o soltara más gemidos, sino que también sentía como el pene ajeno se agrandaba un poco más.
Cuando estaba seguro que el mayor explotaría en su boca saco su dedo y se dedicó a hacer mejor el trabajo con su boca, acto que fue recompensado cuando en medio de un gemido, cargado completamente de placer, cuando el mayor disparo más de un chorro de semen en la boca de su novio.
Le tomo unos momentos al menor tragar gustosamente el semen de su novio y, de paso, limpiar su pene de restos que hayan quedado.
Sin dudas había sido un sueño demasiado bueno para ser verdad, aunque no se esperaba que en realidad el menor estuviera saliendo de las sabanas con una sonrisa, relamiéndose los restos de semen que había logrado obtener de su dormido novio.
Se tomo un momento para ver como el mayor mostraba una expresión que denotaba que había disfrutado demasiado.
Quizás no sería mala idea repetir de nuevo, esperando que su novio se levantara en medio de la mamada para que le diera atención a su trasero, después de todo él también tenía necesidades que solo su pareja podía atender de una manera pervertida por el resto de esa mañana.