Jamás en mi corta vida había sentido tanto dolor. Era destructivo y cansado y quemaba cada parte de mi ser, mi cuerpo lentamente dejaba de luchar y sentía como la vida se iba de mi.
En ese momento ya no podía pensar en nada más que en morir. Era realmente lo único que esperaba pudiera liberarme de ese suplicio.
No tenía la fuerza suficiente para abrir los ojos y aunque lo hubiera hecho, la noche y la incapacidad para poder conectar con mis sentidos habrían hecho de esta tarea algo imposible.
Simplemente me quedé ahí y esperé el inevitable final.
No estaba seguro si ya había muerto ni qué era lo que pasaba con mi cuerpo pero repentinamente dejé de sentir que me iba y la sensación de ardor comenzaba a hacerse cada vez más fuerte, abrí los ojos y finalmente pude ver una silueta parada arriba de mi cabeza y dos más a mis costados junto a mis brazos, justo de donde provenía el ardor.
Repentinamente mi cuerpo comenzó a convulsionar y todo lo demás dejó de importarme, únicamente podía sentir dolor.
Un sonido eclipsó por unos segundos el ardor y perforó en mis oídos. Sonaba como un aullido demasiado fuerte y demasiado grave.
Algunos gemidos se escapaban de mi boca y levanté un poco la cabeza notando como súbitamente me había quedado solo en medio del bosque, no había luz alguna más que la que la luna llena proporcionaba. Podía sentir mi sangre bajo mis manos y mi espalda mientras mi cuerpo se sacudía con violencia y el ardor nunca paraba.
Repentinamente escuché el gruñir de algo que no sonaba como ningún otro animal que jamás hubiera escuchado y casi por un segundo cierro los ojos para concentrarme en el dolor que cegaba mi juicio, pero de alguna forma logré mantenerlos abiertos. De los arbustos salió un descomunal animal, o eso creía hasta que se incorporó un poco y se levantó sobre sus patas traseras, sus ojos brillaban entre la obscuridad y si hubiera podido sentir terror y pánico lo hubiera hecho.
Se acercó hasta donde estaba Charlie y repentinamente comenzó a olfatear hacia mi. En un parpadear ya estaba en mi lado derecho oliéndome sin que yo pudiera hacer algo, su saliva goteaba y en un movimiento sumamente rápido con un manotazo de su enorme pata desprendió el tubo de mi estomago rasguñando mi cuerpo, ocasionando que un grito más saliera de mi. Era demasiado el dolor y era tortuoso, no paraba y ahora iba a ser comido por un monstruo.
¿Por qué no me moría?
¿Por qué tenía que vivir y sentirlo todo?
¿Qué había hecho para merecer tanta agonía?
¿Qué mierda estaba pasando?
Sentí sus dientes perforar mi vientre aún sobre el ardor del cuerpo y mi voz se ahogó. Sentía como desgarraba mi piel con garras y colmillos y masticaba mis entrañas, escuchaba como sorbía la sangre encharcada a mi alrededor.
Y de la nada comenzó a soltar gruñidos y quejidos tirándose con violencia contra el suelo.
Escuché un chillido ensordecedor y en ese momento todo se apagó.
Ya no podía pensar en Bella ni en Jacob, ni en mamá y papá. Charlie se había ido de mi mente y todo el dolor y sufrimiento se habían desvanecido.
Finalmente había muerto.