Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo Que Somos - {Sarumi} por cravatnaitospain

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:


**NOTA** : La historia está situada a continuación de la película 'K: Missing Kings'. Si no has visto la película, te recomiendo que la veas antes de empezar a leer.

 

 

PUEDE CONTENER SPOILERS.

 

- ¡Estúpido mono!

La voz de Yata Misaki resonaba por todas las calles mientras perseguía a su querido "amigo" Fushimi Saruhiko con su skate.

- ¡Vuelve aquí, Saru!

- Eres demasiado lento... - giró su cabeza para mirarle mientras no dejaba de correr- ¡Mi... sa... ki!

- ¡No me llames así!

Saruhiko no abandonaba la sonrisa burlona de su rostro a pesar de ser perseguido y golpeado por el bate del que antes era su mejor amigo. Saru, sin embargo, tenía buenos reflejos, y esquivaba los golpes con una facilidad y una elegancia dignas de admirar. No perdía ni siquiera sus gafas en ninguno de sus movimientos.

Misaki golpeaba a su amigo sin cesar, preso de una extraña rabia que ni él mismo era capaz de entender. Durante mucho tiempo habían sido mejores amigos, pero desde que saru abandonó HOMRA, Misaki no podía verlo de la misma forma. Le daba rabia verlo, le daba rabia oírle hablar, incluso sentía hervir la sangre con solo escuchar su nombre... pero en el fondo, Misaki sentía pena y un incesante deseo de que todo volviera a ser como antes,

Pero sabía que eso nunca pasaría.

Mientras todos esos sentimientos volvían a aflorar en su interior, esquivaba los ágiles cuchillos de Saruhiko, el cual no dejaba de sonreír. Misaki decidió contraatacar y, cuando le vio más despistado se acercó a él. Estando a pocos centímetros, alzó el bate y le golpeó con tanta brutalidad que salió despedido contra un muro alto de hormigón. Aunque deseaba acabar con él, se llevó una sorpresa cuando veía que el muro de hormigón se derrumbaba encima de Saru.

"¿Tan fuerte le he dado?", pensó para sí mismo mientras sonreía satisfactoriamente. Se sentía superior al ver cómo había derrotado a su amigo momentáneamente. Aun así, se puso en guardia de nuevo. La experiencia le decía que Saru se levantaría de nuevo y contratacaría.

Pero ese momento nunca llegó.

Al ver el silencio que se había formado, Misaki bufó sin apartar la mirada de la cantidad de escombros y trozos de hormigón entre los que se suponía que estaba Saru.

- ¡Levántate de una vez, estúpido mono! - movía el bate con impaciencia - Nuestra pelea no ha terminado.

No obtuvo respuesta alguna, cosa que sorprendió a Misaki. Se acercó y le pegó una patada a los escombros, esperando obtener reacción alguna. No lo consiguió, y eso comenzó a asustarle.

- ¡Saru! Deja de hacer el idiota, ¿quieres?

Comenzó a retirar las piedras una a una, hasta dejar ver el rostro todo magullado de Saruhiko. Había perdido sus gafas y estaba inconsciente. Tenía golpes y arañazos por todo el cuerpo, pero el más preocupante era el gran golpe que tenía en la cabeza, por el cual descendía un hilo de sangre.

- ¡Saru!

Misaki había dejado su estado de enfadado y enrabiado para mostrarse totalmente preocupado por su amigo. Lo movió, lo zarandeó, le golpeaba la cara para que despertara... Pero era inútil. Nada de lo que hiciera conseguía que Saruhiko volviera en sí.

- ¡Saru! ¡Maldita sea, estúpido Saru!

Sin darse cuenta, había comenzado a llorar. Cogió su teléfono móvil y, como pudo, avisó a alguien para que le ayudara. Le fastidiaba profundamente que Kusanagi, supiera que no había sido capaz de controlarse y que había estado peleando con él de forma tan agresiva. Pero, sobre todo, no le gustaba que supieran que su estado de desesperación se debía al estado de salud de Saruhiko.

Desde que Anna se convirtió en la nueva Reina del Clan Rojo, se juró a si mismo protegerla y convertirse en alguien el que pudiera confiar. Eso incluía estar calmado y el autocontrol que a menudo carecía cuando se cruzaba con su amigo de la infancia.

Para Misaki, todo pasó tan deprisa que apenas pudo darse cuenta de cuando llevaron a Saru al hospital. Solo podía estar pendiente de él, observarle mientras rogaba que despertara de una vez.

Lo llevaron a planta y dejaron a Misaki en el pasillo sin posibilidad de entrar. Le daba puñetazos a la pared para descargar su rabia, con lo que se hacía cada vez más daño en las manos.

- Maldito... ¡Maldito! ¡despierta, maldita sea! - gritaba sin posibilidad de parar. - ¿Vas a dejarme así? ¿Qué hay de nuestra pelea? ¡Maldito!

Kusanagi, que estaba presente, intentaba en vano calmar a Misaki en su ataque de ira. Sabía que acabaría destrozando el hospital si seguía por ese camino, pero no podía hacerle nada, ya que saldría mal parado si intentaba hacer algo.

Sin embargo, y cuando parecía que Misaki estaba más alterado, pegó un fuerte puñetazo y cayó de rodillas al suelo. Agachó la cabeza y escondió su cara... No quería mostrarle a nadie que había comenzado a llorar.

- Es... mi culpa. - balbuceaba.

- ¿eh? - dijo Kusanagi. - Yata-chan, ¿Qué ocurre?

- Ha sido... mi culpa. Está así por mi culpa... ¡Maldita sea!

Kusanagi se quedó callado, sin saber que decirle. A pesar de que en ese momento parecía tener un temperamento tranquilo, su corazón no podía dejar de sufrir al ver como Misaki se había perdido a sí mismo.

*****

Casi dos semanas después de recibir ese brutal golpe, Saru abrió los ojos de nuevo.

Se encontraba solo en la habitación. Misaki, quien velaba por él día y noche, justamente en ese momento estaba fuera. Se encontraba en el pasillo junto con Kusanagi y Anna, que le habían pedido encontrarse con él para hablar de un tema. Ellos mismos lo habían calificado de "realmente urgente".

- Kusanagi, ¿qué era eso tan urgente? - le soltó, algo molesto. - Tengo que volver a la habitación. Podría despertar en cualquier momento.

- Estará bien... - dijo con una sonrisa. - te vendrá bien salir un poco de esas cuatro paredes.

- Está bien... - suspiró, derrotado. - ¿qué ocurre?

Kusanagi hizo una mueca y dirigió una sonrisa hacia Anna.

- Anna, será mejor que lo expliques tú. - empezó a caminar por el pasillo - Yo iré a ver qué tal está Fushimi.

Su sonrisa no desapareció hasta que se perdió por los pasillos, en busca de la habitación correcta. No sabía cómo se iba a tomar Misaki la información que Anna había descubierto. Además, quería verlo con sus propios ojos para creerlo.

En cuanto estuvieron solos, Misaki dirigió una mirada atónita a Anna. Algo debió ver en su mirada, que le hizo agachar la cabeza.

- Es sobre Saruhiko... ¿Verdad?

Anna asintió y sacó una sus canicas que tenía un color grisáceo. Dichas canicas siempre habían tenido un color rojo brillante, pero parecía que esa hubiera perdido su color.

- A pesar de haber dejado HOMRA, siempre podía ver una débil luz roja dentro de él. No importaba donde estuviera, ni el clan al que se hubiese unido... Su rojo nunca le abandonaba. Muy en el fondo... Era uno de nosotros. Hasta que...

- ... Hasta que tuvo el accidente. - dedujo Misaki.

Anna asintió y le miró preocupada.

- Es como si... Hubiera dejado de ser él.

Misaki tragó saliva ante eso.

- ¿Y... que podemos hacer? - preguntó Misaki, dudoso.

- Esperar. Solo podemos hacer eso...

Justo en ese momento, Kusanagi apareció de nuevo. Tenía la mirada perdida, y en cuanto volvió a verse las caras con Misaki, su corazón le dio un vuelco. No sabía cómo decirle lo que acababa de presenciar.

- Fushimi... - le costó arrancar la frase. - ... Ya despertó.

Kusanagi le cogió del brazo a Misaki para que se fuera precipitadamente a su habitación.

- Yata-chan... - le miraba serio. - Anna ya te lo habrá advertido... Pero la forma en la que verás a Fushimi... No te va a gustar.

A pesar de sus advertencias, Misaki se deshizo de la mano de Kusanagi y se fue corriendo a la habitación de Saru. Kusanagi y Anna se dirigieron una mirada de preocupación antes de seguir a Misaki por los pasillos.

Entró con fuerza en la habitación, asustando a Saru y a los doctores que había presentes.

- ¡Saru!

Saru llevaba un montón de vendas que le cubrían todas las heridas de su cuerpo. La herida de la cabeza había sido la más difícil de curar, pero en ese momento tenía bastante mejor aspecto. Misaki se dirigió a él, más calmado al ver que realmente estaba despierto.

- Eres un idiota, Saru. - bufó. - No tienes ni idea de cómo me has preocupado todas estas semanas...

Se rascó la nuca al darse cuenta de que había dicho algo realmente vergonzoso. Sus mejillas se tiñeron de un rojo carmesí mientras intentaba pensar en otra cosa. Tenía que buscar algo que ocultara el hecho de que estaba preocupado por él.

- Quiero decir... ¡Has preocupado mucho a los miembros de tu clan, estúpido mono! - le miraba fingiendo estar enfadado. – Aunque el estúpido de tu rey ni se preocupó en venir a verte.

- ¿mi... rey? - le interrumpió con una voz rota. - ¿Que estás diciendo?

Aquello descolocó a Misaki.

- ¿me estas tomando el pelo? ¡Hablo de Reisi Munakata, tu rey! - suspiró - No te burles de mí, estúpido mono, ya sabes cuánto odio tus bromas.

- Pero... ¿Quien... eres tú?

Esas palabras resonaron en sus oídos con más intensidad que cualquier otro sonido penetrante. Se quedó callado durante unos segundos, mientras el frío invadía la habitación. Kusanagi y Anna, que habían entrado en la habitación poco después, también se quedaron paralizados. Kusanagi intervino, para aliviar la tensión del momento.

- Vamos, vamos... - hizo un gesto con la mano para restarle importancia. - Fushimi, no es momento de hacer bromas. Has sufrido un golpe muy fuerte en la cabeza, y estamos muy preocupados. Queremos asegurarnos que estas bien.

La sonrisa que tenía Kusanagi en ese momento escondía una pequeña esperanza: deseaba que en realidad Saru estuviera de broma y que todo eso se quedara como una anécdota. Pero toda esa esperanza se rompió en cuanto vio a Saru negar con la cabeza.

- Lo siento... No me acuerdo de vosotros. - dirigió su mirada hacia Anna y suspiró. - Lo siento... Tampoco sé quién eres.

Anna miró a través de los ojos de Saru y soltó un sonoro suspiro. Se acercó a él y le cogió de la mano.

- Suoh Mikoto... - dijo suavemente con su delicada voz. - ¿Ese nombre... significa algo para ti?

Ante la nueva negativa de Saru, Anna y Kusanagi suspiraron decepcionados y desanimados. Parecía definitivo: Fushimi Saruhiko padecía amnesia.

Sin embargo, la reacción de Misaki no iba a ser igual. La rabia corría por sus venas y apretaba los puños conteniéndose. Se acercó a Saru y le cogió suavemente de la camiseta del hospital.

- No me hace gracia, maldito estúpido... Si estas de broma, para.

La mano de Misaki temblaba. No estaba enfadado, a pesar de lo que podía parecer. Por dentro... estaba destrozado.

Saru, a pesar de no entender nada, captó los sentimientos de Misaki a la perfección, por lo que le cogió de la mano y la apartó suavemente, Agachó la cabeza y, con la voz destrozada por el dolor, dijo:

- Lo siento... Realmente lo siento.

Antes de abandonar la habitación por recomendación del doctor, Misaki se giró para mirar hacia su antiguo compañero una última vez. Hubo un detalle que le hizo tener un pinchazo en el estómago: ya no tenía el símbolo quemado de HOMRA en su clavícula izquierda.

Había desaparecido por completo. 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).