Llevo diez años encerrado en esta asquerosa pocilga que mi dueño suele llamar "hogar", me muevo con dificultad llegando hasta lo que se comúnmente es la sala donde solo hay un pequeño sillón (donde duermo) y un espejo, odio encontrar mi reflejo en él, puesto que sé que con el pasar de los años mi cuerpo se fue consumiendo, mis costillas están más expuestas que ayer y las ojeras de mis ojos están moradas haciendo juego con los hematomas que mi cuerpo deja ver, o que antes era una melena de rubio cabello ahora solo es un opaco cabello nada sedoso.
Mi nombre es Naruto, oh bueno eso es lo que dice la inscripción que llevo en el cuello, soy una "mascota". Es que maldita sea, hasta hace diez años yo vivía tranquilamente en una pequeña casa en las afueras de una ciudad, todo normal sin embargo una noche el mismo demonio toco mi puerta disfrazado de un amable joven de pelirroja melena, bastante apuesto. Le ofrecí mi casa y a cambio él me secuestro aquí dentro de un horrible lugar donde los alaridos de dolor y risas macabras son el pan de cada día. Me atrevo a decir que me encuentro en lo más profundo de un infierno.
Recuerdo perfectamente cuando desperté aquí, desorientado, drogado y posiblemente violado, intente gritar por ayuda, pero lo único que obtuve fue la visita de un asqueroso ser con cuerpo de zorro uno pelirrojo que desprendía un aura de maldad pura. Fue en ese momento que lo supe, aquel joven y este pútrido demonio eran el mismo ser, me habían engañado. Y no crean que no intente pelear por mi libertad, fue imposible, ya que cuando no te alimentan correctamente y a cambio te usan para satisfacer unas necesidades fisiológicas no muy agradables tu cuerpo termina colapsado en una esquina mientras tu "amo" se burla de los inútiles intentos de pelea que tu ser intenta contra un monstruo como él.
Ahora mismo me estoy muriendo de hambre, mis intestinos deben haber comenzado a comerse entre ellos y sin embargo no quiero que él llegue de nuevo, sé que estará enojado y hambriento de mí, de lo que puedo ofrecerle y mi cuerpo aún no se ha recuperado de la última vez que estuvo aquí.
Todavía tengo su asqueroso aroma impregnado en mi cuerpo, un hediondo olor a sangre y putrefacción nada agradable para ningún ser normal, claro que para mí "amado dueño" es una fragancia exquisita, estoy seguro que habría vomitado si no fuera porque dentro de mi estómago solo hay ácido y no creo que sea buena idea quemarme el esófago.
Mis sentidos se agudizan cuando escucho unas pisadas muy conocidas acercarse a mi territorio, los vellos se erizan indicando la tensión que mi cuerpo siente al saber de quién se trata, un característico aroma me llena las fosas nasales asqueándome al instante y cuando creo que no puede atemorízame después de tanto tiempo pasa: él entra y mi boca deja escapar un jadeo de temor junto con su nombre.
— Kurama — pronuncio temeroso y parece que le agradara mi miedo.
Hay una cosa que no les comente y es que este horrible demonio se comunica conmigo a través de la mente, su voz diabólica y burlona retumba en mi cerebro haciendo eco en todo el cráneo.
"Hola Naruto"
Mi estómago ruge al ver que en su pata derecha cargaba una pequeña bolsa llena de lo que seguramente sería mi comida del día, una sonrisa pinta su hocico mientras vierte el contenido de la bolsa en el sucio suelo del lugar, lo que parece ser una rata muerta corona el "festín" que estaba a punto de darme.
— Es muy poco — comentó señalando la basura.
"Es todo lo que necesitas"
Lo observo con desconfianza mientras me acerco al lugar donde está mi comida, me pongo en cuatro para proceder a ingerir los alimentos que me dieron. Ya me acostumbre al sabor de algo podrido o incluso de los gusanos que a veces vienen dentro de estos, incluso me resulta reconfortante saborear la sangre que impregna todo el montículo de putrefacción que ingiero en este momento.
Unas sutiles caricias —noten mi sarcasmo— me distraen de mi labor, decido ignorarlas hasta que una garra se clava en mi espalda recorriendo toda la extensión hasta mi trasero. Jodido zorro está muy ansioso, pero que se joda, yo necesito comer o me voy a desmayar.
"Vamos Naruto"
Me presiona, aprendí que era malo contestarle o ir contra sus deseos y para prueba de ello tengo una cicatriz recorriendo mi estómago, ese día casi muero desangrado, pero él no me dejo morir. Decido dejar mi comida para después, al voltear hacia Kurama lo puedo ver lujurioso, deseoso y malvado solo como él es.
— ¿Estás ansioso? — preguntó y antes de que pueda decir algo más me encuentro bajo un cuerpo tres veces más grande que el mío con el doble de masa corporal haciendo presión, restregándose contra mí. Intentando conseguir todo. Restriega su ingle con la mía y un jadeo escapa de mis labios.
"Creo que no soy el único ansioso"
Se burla y la sangre me hierve de rabia, lo odio con toda mi alma. Todo transcurre según lo anterior, al principio intento detenerlo, pero con unos simples golpes y rasguños termino cediendo ante sus deseos, Kurama me embiste bestialmente desgarrándome para después de unos minutos infernales terminar en mi interior dejándome sangrando y adolorido.
Pero hay algo diferente hoy, aun no se ha marchado y no lo entiendo seguramente quiere humillarme, veo su rostro expectante y mi molestia aumenta.
— ¿Qué quieres?
"Oh vamos Naru, ¿hoy no vas a rogarme tu libertad?"
— ¡Ja!, claro y luego tú me dejaras libre.
"Hoy estoy de buen humor"
— ¡Eres un jodido asqueroso por hacerme esto! — gritó colérico.
"¿Estás seguro que yo soy el asqueroso?"
— ¡¿Se supone que lo dudas?! — si las miradas mataran él ya estaría mínimo veinte metros bajo tierra.
"Oye, oye, nivela tu jodido tono de voz. Admítelo Naru tu siempre supiste que esa puerta estuvo abierta, pero te gusta tanto esto que no quieres escapar"
Me quedo mudo y él se burla mientras se acerca a mí, toma mu rostro entre sus manos para darme un húmedo beso robándome todo el aire.
"Zoofilico" susurra en mi oído y todos los vellos de mi cuerpo se erizan.
De nuevo me encuentro solo en una esquina de la casa observando la puerta que me lleva a la libertad y sin embargo no me atrevo a salir, no quiero volví a perder porque después de todo eso es lo que soy, un vil y pútrido zoofilico.
Zoofilia: Atracción sexual hacía animales.