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La biblioteca por sunshinebunny

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Notas del fanfic:

Todos los personajes pertenecen a su respectivo autor.

Habría querido decir que la sensación de su mirada era gris y fría, que le encogía el estómago y helaba su sangre, que cada partícula de su cuerpo sabía de antemano que estaría perdido en sus brazos de no hacer algo tajante y brutal al respecto. Habría querido decir que lo supo desde el primer instante; Pero no había sido así.

Su historia con aquel ser, que después se convertiría en el inicio de una serie de sucesos que aún hoy en día plagaban sus pensamientos cuando no se fijaba de ignorarlos, había iniciado de la manera más común y corriente, de una forma en la que ni siquiera sería digno iniciar un libro, pero como omitir el primer encuentro sería omitir gran parte del por qué acontecieron las cosas lo resumiré aquí en unas cuantas palabras.

Le conoció al ir una tarde cualquiera a la biblioteca de la ciudad, no una biblioteca vieja y llena de secretos, no, por el contrario, una de esas bien iluminadas y con los libros en estanterías de metal y no de madera por que se apolillarían y los libros acabarían sufriendo.

Ahí el sujeto de los ojos grises le hizo llenar un par de formularios, pregunto por qué le interesaba trabajar en ese sitio y después de 15 minutos le dió el clásico “le llamaremos si tenemos un puesto disponible para usted”

Sabo estaba seguro que no llamarían, en la economía como estaban incluso un trabajo aburrido y mal pagado como aquel tendría más de un aspirante. Quizá cinco o más.

Su búsqueda de empleo continuo como había iniciado, infructífera e insatisfactoria. Pero al menos el clima aquellos días resultaba agradable, ni tan soleado como para odiar las ropas formales que se veía forzado a usar en las entrevistas ni tan frio como para querer quedarse en cama.

Dos días más tarde le habían llamado, no reconocía el número así que asumió que sería de algún trabajo, al contestar la voz al otro del auricular le indico que podía presentarse en la biblioteca aquella tarde, ahí se le darían más instrucciones.

En punto de las 5 Sabo iba llegando al lugar, el último empleado había renunciado antes de lo previsto así que como único aspirante el puesto era suyo si lo deseaba. Necesitaba el dinero y trabajar entre libros sonaba mejor que una oficina, aunque el salario también era menos atractivo, firmó el contrato temporal sin fijarse bien en las clausulas, asumiendo que serían las misma de cualquier contrato que hubiera firmado antes y, de cualquier forma, no tenía muchas esperanzas de cambiar los términos si alguno de ellos no le agradaba demasiado como su horario de 10 horas y sin prestaciones.

Las mañanas eran cuando más trabajo tenía, los tours de las escuelas y colegios se hacían normalmente en ese tiempo y aunque no durarán más de una hora la pila de libros que dejaban en el carrito de acomodo era francamente impresionante, fuera de las parejas incómodas a las que había tenido que sacar del lugar en una que otra ocasión lo más relevante que sucediera en su primera semana había sido el tener tiempos de leerse un libro entero de Dragones que a pesar del interesante resumen realmente no habría terminado si no hubiera sido por el tiempo libre que tenía en aquel lugar.

Ah y aquella ocasión en la que reprendió a un mocoso por querer prender fuego a su tarea de matemáticas ¿En qué mente cabía el hacer eso dentro de una biblioteca? Tras decirle que lo hiciera fuera simplemente se había olvidado del asunto.

No veía demasiado al sujeto que lo había contratado , los viernes después de las 5 iba a preguntar cómo había transcurrido la semana y tras un breve reporte verbal al rubio se le entregaba un sobre con su paga semanal, así transcurrieron sin incidencias demasiado relevantes un par de meses y aunque no había nada que inquietara a Sabo durante los días a penas comenzar a llegar las 5 de la tarde el frío vespertino se colaba en las salas de lectura y los pasillos de una manera que cual reloj invisible hacia al ojimar ir encendiendo las luces cual si con el reflejo ambarino de las lámparas pudiera recobrar un poco de calor ese mundo.

El color comenzaba a drenarse de las cosas a las 5 de la tarde y para las seis que las puertas de la biblioteca se hallaban cerradas a cualquier visitante inoportuno era como si el rubio se encontrará sumido en una especie de película en sepia.

Para ese entonces la temperatura de la habitación ya estaba varios grados por debajo de lo que durante todo el dia, y es que en las construcciones de techos altos el calor tiende a ser más fácil de perderse con la perdida de la luz solar.

Algunas veces el sujeto de los ojos grises rondaba en las instalaciones caída la tarde, Sabo nunca le escuchaba abrir las puertas principales y las pocas veces que había intentado hablar con él sus intentos de conversación murieron tan rápido como iniciaban, de forma que el rubio de a poco fue acostumbrándose a la silenciosa presencia, como una sombra que iba y venía como le diera en gana, siempre después de las 5 de la tarde.

No había nada exageradamente tenebroso en el sujeto de ojos grises y cabello obscuro, pero de alguna forma su presencia en el lugar era una clara división en el pasar del tiempo que iba haciéndose cada vez más marcada conforme el sujeto aparecía más constantemente por el lugar. Sabo encontraba imposible el explicar que era lo que tanto le inquietaba del sujeto por lo que cuando intento explicárselo a sus hermanos los cuales le notaban cada vez más ausente y desapegado no pudo más que catalogar a su nuevo jefe de “excéntrico” pero sin tampoco poder dar una definición clara para esa descripción, después de todo la apariencia del ojigris siempre en traje era tan común que antes Sabo podría haberlo topado por la calle sin hacer caso alguno a su peculiaridad.

Ahora el sujeto estaba ahí todos los días, espiándole, vigilando que los libros se acomodaran bien y que tras las puertas cerradas ningún ruido irrumpiera en el santuario de libros, un buitre de ojos grises vigilando al esclavo de turno, Sabo cada vez más entendía por qué el empleado anterior había renunciado, aunque ahora que lo pensaba bien no recordaba haber visto al empleado anterior ¿Había habido uno siquiera? Y de ser así ¿Qué había pasado con él?

El archivo de los datos personales de los empleados estaba en la oficina de su jefe, el sujeto no estaba ahí más que después de las 5, la información no podía ser tan difícil de obtener… O también podría haberlo preguntado pero para aquel momento y sin que Sabo llegará a comprender el por qué, ya le era imposible dirigirle la palabra a aquel sujeto. La tensión que sentía en su presencia era tal que simplemente se dedicaba a esperar, impaciente e intranquilo el final de su jornada, aquel que le devolvería su libertad y la vida.

Por qué en la película monótona y antigua que representaban día y noche en aquella biblioteca había tanta vida como en un ramo de naturaleza muerta.

Irrumpió en la oficina de su jefe un martes especialmente cálido, quizá había sido el calor lo que le infundiera el suficiente valor al fin, o también este el que le hiciera sudar al momento de estar de rodillas entre los archiveros buscando por un nombre, una dirección o un teléfono que le diera pista de lo que había sucedido, de lo que podía sucederle ahora.

Mientas más tardaba en encontrar algo más frenético se volvía su rebuscar, la mayoría de las cosas escritas ahí carecían de sentido, como intentar leer algo dentro de un sueño, simplemente imposible.

—Esperaba más de usted, Señor Sabo.— la voz fría a sus espaldas le había hecho parar el corazón, no se atrevió a voltear, entre el frenesí con el que buscaba cosas un espejo de mano terriblemente fuera de lugar había acabado en el piso, entre tantos otros objetos fuera de lugar, pertenencias de personas que seguramente habían corrido con la suerte que correría el rubio de no hacer algo en el preciso instante, poco a poco se fue poniendo en pie, intentando mantenerse tranquilo, borrar la imagen que había reflejado el espejo, los ojos grises que le asediaban multiplicados por tres.

—Yo…— la voz se le atoro completamente en la garganta, seca, imposible de salir.

—Sabo. — era una orden a voltear y encararlo. Los vellos de la nuca del rubio no dejaban de cosquillear, todo su cuerpo tenso y alerta a cualquier movimiento en su espalda, como pudo acabo de ponerse en pie, en un arranque de valentía corrió hacia la ventana, atravesándola para seguir corriendo después por su vida, a prisa, tan aprisa como sus piernas pudieran llevarlo, rápido pero no lo suficiente, con la sensación de ser observado aun en la nuca aunque al voltear solo pudiera ver la luz ámbar de la ventana por la que había salido cada vez más clara en la creciente del crepúsculo. Lejos, pequeña, la sombra de algo que no era humano asecharía aún quien sabe cuánto tiempo.

No dejo de correr hasta llegar a casa.

Llegó a su apartamento cubierto en astillas de vidrio y pequeños raspones, por suerte nada grave al parecer, las llamadas en su celular las había ignorado los siguientes tres días. Su último cheque podía ser usado para cubrir el costo del cristal para lo que al el respecta.

 

Notas finales:

Si llegaron hasta aqui les agradezco el leer y los comentarios son bienvenidos.

Para quienes ya me conocen sé que tengo algunos pendientes, lamento no haber podido actualizar, la verdad no me ah sido posible mas por situaciones creativas que personales, tengo la esperanza de poder salir de este pequeño bache creativo pronto y espero este pequeño one shot les agrade.

Con amor para el gato gordo al que le gustan estos temas aunque no los quiera leer <3


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