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El Señor de los Regalos por Sh1m1

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Notas del fanfic:

Disclaimer: todo pertenece a J.K. Rowling y a Warner, yo sólo juego con sus personajes.

Notas del capitulo:

Un One Shot navideño que espero os guste.

 

¡Feliz Navidad! 

 

Shimi

 

 

Privet Drive, 25 de diciembre de 1986.

 

 

 

Harry estaba en su alacena como era habitual, pero ese día era diferente a todos los del año pues Santa Claus vendría a visitarlo.

 

 

 

Harry tenía un pequeño reloj de pulsera que su primo había roto y ya no cerraba pero que daba la hora. Ese año le vería, eran las 4 de la mañana; el año anterior no lo pudo ver había despertado a las 3 y a las 5 y la primera vez no había nada, a las 5 ya estaba su regalo.

 

 

 

Era el mejor día del año, daba igual que ese año tampoco hubiera hecho amigos o que su primo hubiera roto todos los soldaditos que había encontrado en su alacena. Daba igual que su tío le gritara por cosas que él no hubiera hecho o que su tía le mirara con tanto desagrado y farfullara su apellido por lo bajo. 

 

 

 

Todo daba igual ese día pues él tendría un regalo que era solo para él. El primer año que lo vio, le dio las gracias a sus tíos pero ellos no le prestaron la mayor atención. Le resultaba raro lo diferente de sus regalos, unos calcetines rotos de Dudley y aquella deliciosa rana de chocolate que saltaba como loca. Lo cierto es que no era algo que ellos le regalarían. Pero ya no les dijo nada. No quería tentar a la suerte y que se lo quitaran.

 

 

 

Al año siguiente se dio cuenta de algo extraño, Dudley que siempre le arrebataba todo lo bueno que pudiera él tener, principalmente cosas que había encontrado en la calle, no hubiera hecho nada por querer quitarle su regalo. Una preciosa bola de nieve con un cervatillo en su interior que lo miraba y trotaba en su interior.

 

 

 

 

 

 

 

Harry se dormía mirándolo, pues el cervatillo estaba hecho de una luz azulada que iluminaba su pequeña estancia, llenándole el pecho de un sentimiento de paz y amor que tan poco conocía en su vida.

 

 

 

Eran las 4, ese año vería a Santa Claus, se levantó del catre y abrió con sigilo la portezuela de su alacena. Todo estaba a oscuras, escuchó atentamente, no había señales de que sus tíos estuvieran despiertos. Se adentró en el salón iluminado tan solo por las luces del árbol de Navidad. Y en ese momento fue cuando se dio cuenta de que no era una sombra, sino una persona enteramente vestida de negro.

 

 

 

Harry conocía la apariencia de Santa y no se asemejaba en nada al hombre que estaba colocando un regalo para él.

 

 

 

–¿Tú eres Santa Claus?–dijo Harry con su voz de niño.

 

 

 

El hombre de negro se giró para mirarle, su piel era tan blanca como la nieve y sus ojos y su pelo negros como la noche.

 

 

 

 

 

–No Harry, no soy Santa Claus.–Su voz era grave y su mirada penetrante pero a pesar de todo, Harry no sintió miedo alguno.

 

 

 

–¿Me traes un regalo?–dijo con toda su inocencia.

 

 

 

El hombre de negro le sonrió, en sus manos un pequeño paquete, Harry se acercó tímidamente al hombre que había adelantado sus manos para mostrarle el regalo.

 

 

 

Harry abrió la tapa con una sonrisa en sus labios, nadie le había dado nunca un regalo así abiertamente y estaba tan emocionado que las manos le temblaban.

 

 

 

En su interior una cadena con un colgante pequeño, un cervatillo de plata. Harry subió sus grandes ojos para mirar al hombre y pedirle permiso para cogerlo.

 

 

 

Éste asintió y Harry lo atesoró en sus manos, era tan bonito, él no tenía cosas bonitas y secretamente adoraba los ciervos.

 

 

 

—Ese colgante te protegerá de todo, es un amuleto de buena suerte—le dijo el hombre—. Tienes que llevarlo siempre puesto.

 

 

 

Harry asintió y trató de abrir el broche pero no fue capaz, sintió las cálidas manos del hombre quitarle gentilmente el colgante y abrirlo, pasó sus manos a través de su cuello y se lo colocó sobre el pecho. Una vez que lo cerró, tocó con cariño el cervatillo que descansaba tranquilo contra su piel.

 

 

 

—Si no eres Santa Claus, ¿Por qué me haces regalos?—preguntó Harry.

 

 

 

Los ojos negros del hombre brillaron más que antes y con una mano le acarició el cabello, Harry se estremeció, nunca había recibido una caricia.

 

 

 

—Porque tienes sus ojos.

 

 

 

En silencio el hombre volvió a la sombra donde lo había visto por primera vez, Harry sabía que se iba a marchar, e impulsado por la emoción corrió hacia él provocando que éste se girara.

 

 

 

Harry le abrazó, nunca había abrazado a otra persona, y sonrió encantado cuando la mano del hombre volvió a acariciar su cabello.

 

 

 

Cuando se separó el hombre había desaparecido, pero tocando su cervatillo, Harry sonrió.

 

 

 

Él ya no estaba solo pues tenía al Hombre de los Regalos con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

FIN


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