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Sorteando mi mala suerte por Ayumi Kuran

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Notas del fanfic:

¡Feliz año nuevo a todo el mundo!

Para celebrar este nuevo año he comenzado por proponerme seguir y actualizar casi diariamente One Shorts, así que aquí estoy este 1 de enero con esta hermosa historia dedicada a luki-chan.

Espero que la disfrutéis y como siempre digo, cualquier pareja que queráis podéis pedirla que yo os la haré nwn. Ahora sí, ¡disfrutadla!

Notas del capitulo:

Este short esta dedicado a ¡luki-chan! Quien espero que lo disfrute al igual que el resto de lectores nwn.

Una explosión se escucho por el lugar, los fuegos artificiales estallando en el cielo, oyéndose a su alrededor los gritos de júbilo de las personas reunidas en el lugar, celebrando la que sin duda alguna, sería la mejor semana de sus vidas o al menos hasta el momento.
En el instituto Namimori se estaba llevando a cabo el tan nombrado “Festival escolar”, aquel donde alumnos de los alrededores e incluso de otros institutos estaban invitados a ir, viendo la institución para posteriormente llegar a apuntarse al lugar, por supuesto, si realmente lo deseaban.
Se podía ver por el patio distintos tipos de puestos montados por las clases, repletos de gente que saboreaban las delicias que vendían o disfrutaban de los juegos que hacían. Si se caminaba un poco se podía llegar a la parte deportiva, donde todos los equipos mostraban las distintas habilidades que tenían, tratando de introducir en su interior a nuevos miembros, ¡pero no eran los únicos! Los clubs más intelectuales trataban de encontrar nuevos miembros pero no parecía que fuera a ser algo fácil, principalmente porque la gente iba a ver a los más atletas, o en las cafeterías o restaurantes a comer.
No obstante, toda esta actividad traía sus consecuencias aunque aparentemente nadie fuera consciente de ello.
Por los pasillos del instituto se encontraba caminando un chico de piel pálida, cabellos azabaches como la misma noche y unos metalizados que analizaban con detenimiento todo a su alrededor, asegurándose que ninguno de los ahí presentes creará ningún tipo de desastre en su amada Namichuu.
- Hibari-sama.-El nombrado giró levemente su mirada para ver a Kusakabe, quien seguía su ritmo por los pasillos del lugar.
- ¿Qué ocurre?
- Ya hemos asegurado todas las actividades deportivas, los pocos incidentes que había han sido cortado de raíz; los intelectuales han sido revisados y comprobados, no hay ningún problema y prácticamente todas las actividades de las clases han sido revisadas, solo queda una.
- ¿Cuál?
- La clase 2ºA pero tenía pensado ir yo mismo a revisarla.
- Hump.
Sin decir nada más, ambos llegaron a la clase antes nombrada, viendo Kusakabe como su líder se preparaba para entrar por lo que suponía que no iba a ser necesario que él mismo lo comprobará. No obstante, un momento de relax no le iba mal a nadie, menos en esos días donde solo había gastos y un gran estrés de por medio.
El azabache de menor estatura estiró su mano, abriendo la puerta del lugar.
- ¡Bienvenido al café Late!- Nada más abrir la puerta, dos chicas de la clase les recibieron vestidas de sirvientas, una sonrisa en sus labios.
- ¡Oh! Así que la clase 2ºA hizo un café.
- Así es Kusakabe-san, sea bienvenido al igual que usted, Hibari-san.
- …
- Por favor, pasen. Uno de nuestros sirvientes le atenderá enseguida.
Dejándoles el paso libre (y procurando de no ver a Hibari a los ojos) les permitieron entrar, sentándose en una de las mesas que había sido desocupada recientemente mientras Kyoko iba a buscar a alguien libre que pudiera atender a los recién llegados.
- No esta mal el lugar, ¿no cree, Hibari-sama?
- …
- Kufufufu pero  qué tenemos aquí.
El Guardián de la Nube gruño al oír esa voz tan conocida y odiada por él, viendo como aparecía ante su persona un peli – azul al que odiaba con todas sus fuerzas. Sus manos viajaron con velocidad hasta sus tonfas, cogiéndolas con fuerza mientras se ponía en pie, a su vez Mukuro sacó su tridente, ambos listos para luchar.
Los gritos no se hicieron de esperar en el lugar, alejándose de ellos todos los que se encontraban a su alrededor entre temblores, casi huyendo pues la idea de estar en medio de “los demonios” no era agradable. No fue necesario que pasará mucho tiempo para que todos supieran quiénes eran esos dos y de qué eran capaces, la idea de verlos pelear era aterradora pero mucho más estar en medio.
- ¡Hibari-san y Rokudo se han juntado!
- ¡La cuenta, dadme la cuenta! No quiero estar en medio de ellos.
- ¡Sálvese quién pueda!
- ¡Qué alguien los paré!
Los gritos de terror se hicieron más fuertes cuando el primer “Clink” de la pelea resonó en el lugar, viendo como la mesa que se encontraba entre ambos caía con fuerza, ocasionando que todos los presentes fueran a la barra en busca de pagar para poder marcharse e incluso los más “avispados” se iban directamente sin pagar su consumición.
Todo esto ocasiono que dentro de la cocina improvisada, todas las sirvientas y sirvientes estuvieran cada vez más alterados, el trabajo había subido como la espuma solo durante unos minutos antes de que la pelea de esos dos acabará con todo a su paso
- ¿Podría alguien salir a pararlos?- Una de las sirvientas se presento ante sus compañeros, nerviosa y desesperada.- A este paso van a destruirlo todo.
- Por favor, Miki, ¿quién es tan suicida cómo para enfrentarse a esos dos?
- ¡Qué lo haga Mochida!
- ¡¿Qué?! ¡Ni hablar! Soy demasiado perfecto y joven como para morir. ¡Qué lo haga Gokudera!
- ¡¿Ah?! ¡Yo no sigo las ordenes de un estúpido como tú!
- ¡Gokudera-kun, tranquilo!- Tsuna trató de calmar a su amigo antes de que acabará usando sus bombas, algo que pareció funcionar solo con el peli – plata, pero no con el resto de sus compañeros.
- ¡Gokudera-kun no tiene por qué enfrentarse a ellos!
- ¡Eso mismo, baka – sempai!
- ¡¿Encimo que ayudo me insultáis?!
- ¡Nos debes esto así que cállate y cumple con tu deber!
- ¡Seréis…!
- ¡Qué salga alguien antes de que lo destruyan todo!
- ¡Qué vaya dame – Tsuna!
- ¡¿EH?! ¡¿Yo?!
- ¡Buena idea! De esa forma nadie importante saldrá herido
- ¡P…Pero…!
- ¡Qué buena idea!- Los reclamos del castaño fueron acallados al ver la mirada ilusionada de su Guardián de la Tormenta.- ¡El Décimo podría hacer que esos dos pararán en segundos!
- G…Gokudera-kun, no creo que…
- ¡Yo sé que usted puede Décimo! Sin duda alguna es el mejor.
- ¿Dame – Tsuna el mejor? Este tío esta loco.
- ¡¿Cómo te atreves a insultar al Décimo?!
- ¡Gokudera – kun, tranquilo!- Alterado, Tsuna fue sujetando el brazo de su explosivo amigo, tratando de calmarlo.- Iré a pararlos pero…cálmate, ¿sí?
- ¡Cómo usted quiera, Décimo!
Con nerviosismo, Tsuna salió de la cocina, sintiendo los empujones de todos los alterados clientes e incluso de sus propios compañeros de clase que estaban tratando de calmar a las masas, mientras él veía a Kusakabe alejado del campo de batalla y los otros dos peleando entre sí sin importarles nada. Tomando aire, cerró sus ojos antes de tomar valor.
Al abrir sus ojos los tenía de un color anaranjado, moviéndose con rapidez para parar los movimientos de ambos, sosteniendo como buenamente podía una de las tonfas de Hibari y con la otra el tridente de Mukuro, dejando sorprendidos a todos pero eso no duró mucho cuando la tonfa libre de Hibari le golpeó la cabeza, y una patada de Mukuro le mandó al suelo, haciendo que gimiera adolorido.
- Itte…
- Sawada – san, ¿se encuentra bien?- Preocupado, Kusakabe fue a ayudar al castaño, permitiendo que este se pusiera en pie mientras veía con un puchero a sus guardianes más problemáticos.
- ¿Se puede saber por qué estebáis peleando?
- Kufufufu todo es culpa de ave – kun, yo había entrado a tomar algo cuando me atacó.
- Piña herbívora, te morderé hasta la muerte.
- ¡Hibari-san, basta de peleas!- Tsuna le sujeto del brazo antes de que se lanzará contra Mukuro, aunque no parecía que logará muy bien su objetivo.- Kusakabe – san, ¿me puede decir qué ha pasado?
- Lo de siempre. Ninguno de los dos se soporta y nada más verse, bueno, ha comenzado la pelea.
- Ah….esto no puede seguir así.- Tsuna suspiro mientras masajeaba su frente.- Por favor, ya basta de peleas. ¿No podéis llevaros bien aunque sea por unos momentos?
- NO
- …. Pues acabáis de hablar los dos a la vez.- Ese comentario le costó al castaño dos buenos goles.- ¡Itte! ¡Ya basta! Si queréis estar aquí deberéis dejar de pelear.
- ¿Nos estás echando?
- Si vais a seguir peleando, sí.
- ….
- Podéis sentaros juntos o en mesas distintas pero no os peleéis, este es un sitio público y no es justo que andéis molestando al resto de clientes. ¿Entendido?- El castaño los vio a ambos que simplemente no lo veían.- He dicho: ¿entendido?
- Sí….
- Bien, en ese caso yo mismo os atenderé para evitar que os peleéis. Y si es necesario, pues os sacaré de aquí.
Una vez detenida la pelea y aclarada la situación, Tsuna puso en su sitió las sillas y mesas volcadas, sentando en una de ellas a sus guardianes más problemáticos mientras sacaba su blog de notas y un bolígrafo, anotando el número de la mesa para poder ver a las tres personas sentadas en él.
- ¿Qué les apetece tomar?
- Kufufufu yo te quiero a ti, Tsunayoshi – kun, desnudo en mi cama mientras gimes mi nombre.
- ¡Herbívoro, kamikorosu!
- ¡Deténgase, Hibari-san!- Como buenamente pudo, el castaño detuvo el ataque de su nube para ver con reproche al peli – azul.- Mukuro, déjate de bromas y di qué es lo que quieres.
- Acabó de hacerlo.
- Mukuro…- La voz del Décimo Vongola sonó a advertencia.
- Chocolate.
- De acuerdo, ¿y ustedes? ¿Hibari-san? ¿Kusakabe – san?
- Té.
- Un café con leche, por favor.
- Marchando.
Regalándoles una sonrisa se dirigió a la cocina, dando el pedido de esa mesa tan conflictiva. Fue en ese momento que se dio cuenta de como los demás se habían calmado, algunos volviendo a su mesa y otros marchándose para dejarle paso a unos nuevos clientes, dispuestos a estar en el mismo sitio que esas dos personas tan volátiles y peligrosas. Cuando la campana sonó, indicando que ya estaba el pedido listo, el castaño cogió la bandeja con todo lo pedido y unos pequeños papelitos en el mismo. En cuanto llegó ante sus clientes, les dejo lo que pidieron. Ignorando las insinuaciones de Mukuro y la forma en la que Hibari defendía su “honra”.
- Aquí tienen lo pedido.- Puso ante cada uno lo que pidieron.- Y esto es de regalo.- Les dio los boletos.
- ¿Qué es esto, Tsunayoshi – kun?
- Son unos boletos para un sorteo al que se entra por pedir algo.
- Vaya, es interesante. ¿Qué sortean?
- Sorteamos a dos personas, Kusakabe – san. Nos hemos dado cuenta que para las personas que menos conocen el lugar, tener un guía es una idea que atrae mucho. Así que sorteamos a dos de nuestros compañeros para que durante el festival les guíe.
- Oh, ¿quiénes han sido los elegidos guías?
- No lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabe?
- Lo sorteamos justo antes de sortear el otro premio. Así que será una sorpresa hasta el final. En fin, espero que disfruten.
Con una pequeña reverencia, el castaño dio por terminada la conversación para poder ir a servir a los demás. Por otro lado, Hibari y Mukuro arrugaron sus papelitos, lo que menos les interesaba era ese concurso.
No fue necesario que pasara mucho tiempo antes de que el sorteo diera comienzo. Tal y como dijo el castaño, se estaban sacando dos papelitos. El primero era de la persona que era sorteada y el segundo de la persona ganadora.
- La persona que es sorteada es…- Un redoble de tambores sonó por la habitación, obra de la banda de música.-….Gokudera Hayato.
- ¡¿Qué?! ¡N…!
- Gokudera – kun, por favor. Será solo por una semana.- Tsuna lo vio con sus grandes ojos llenos de ilusión, haciendo que el contrario suspirará rendido, asintiendo.
- Como desee, Tsuna – sama.
- El número ganador del primer premio es…¡el 59! El ganador por favor que salga al escenario.
Los gritos de las mujeres resonaron por todo el lugar, cogiendo con desesperación sus boletos, rezando con desesperación para tener el número ganador, no obstante, cuanto más tiempo pasaba, más se notaba la decepción de la perdida.
- Si nadie tiene el número entonces…
- Es mío.
Esa voz le mandó escalofríos por todo el cuerpo a Tsuna, viendo como su tutor (con su cuerpo de adulto recuperado) avanzó por el escenario con una postura elegante, sacando suspiros y gritos enamorados de las adolescentes del lugar y alguna mirada lujurioso de algún que otro chico.
- ¿P…Podría enseñarme su número?- La encargada del sorteo se encontraba con un enorme sonrojo cruzando su rostro mientras veía a Reborn.
- Por supuesto, signorina.-  El hombre de patillas le dio una sonrisa ladeada y caballeresca, sacando con una elegancia innata el papel para dárselo a la chica ante el que se encontraba como hipnotizada, temblando.
- E…Es correcto.- Murmuro al ver que el boleto era el indicando, carraspeando.- Gokudera Hayato será el acompañante por esta semana de… este hombre, al que deberá cumplir cualquier capricho que tenga.
- Me gusta como suena eso.
La imagen que dieron ambos juntos logró que hubiera gritos y suspiros por parte de las mujeres, al parecer para ellas eran tan atractivos que verlos de esa forma les alteraba las hormonas y no poco.
- ¡Por favor, silencio!- El gerente del sorteo saltó al ver la cara que ponía su compañera y las del grupo femenino.- ¡Continuamos con el sorteo, repito, continuamos con el sorteo!
- ¡Ya no vale la pena seguir aquí!
- ¡Cierto, cierto! Nosotras solo estábamos aquí por Gokudera-kun.
- Bueno…pero hay más chicos y…
- ¡Ellos no valen la pena!
- ¡Oye!- La gran mayoría del complejo masculino se estaba empezando a enfadar, casi creando una especie de guerra con las chicas que fue parada de raíz.
- ¡Ya basta!- El encargado junto a la presentadora trataron de hacer que todos callaran.- Hay más hombres y mujeres que participan, aquellos que no quieran seguir en el concurso pueden marcharse ahora mismo.
Y tal y como  se dijo, la sala se vio prácticamente vacía en cuestión de segundos, solo quedando unos pocos hombres que esperaba que les tocará una linda chica o aquellos que se estaban divirtiendo con el espectáculo dado. O en el caso de cierto jefe del comité disciplinario que se aseguraba de que las revueltas no pasarán a mayores.
- Una vez que se han calmado las cosas, continuamos con el sorteo.- La mano de la chica se metió en la urna, buscando uno de los papelitos hasta que ya tuvo uno entre sus manos.- El nuevo orientador es… Sawada Tsunayoshi.
- ¿Dame – Tsuna?
- Que desperdicio.
- Yo creía que tocaría una chica linda.
- Ya no quiero ver ni mi boleta.
- El número ganador es…- Con nerviosismo buscaron el número ganador, mientras Tsuna bajaba su mirada. Seguramente le tocaría alguien que le haría la vida imposible esa semana.-…. 692718
Algunos ni si quiera miraban sus boletos, los más pervertidos lo miraban ante la idea de poder desahogarse en el cuerpo del castaño. Por otro lado, Hibari y Mukuro cogieron su boleta para mirar el número.
- Si nadie lo tiene…
- ¡Es mío!
El lugar quedó en completo silencio cuando las dos personas más peligrosas de la sala se levantaron de sus asientos. Por su parte, el castaño tembló al ver a sus dos más conflictivos guardianes matarse con la mirada, el papel en sus manos.
Fue un verdadero caos la hora de confirmarlo, ambos tenían el mismo número cuando solo debería haber uno, lo que implicaba un error técnico. Aunque ahora no sabían qué hacer. Ninguno parecía dispuesto a renunciar al castaño y tampoco podían escoger a uno solo de ellos pues el otro se enfurecería…y nadie quiere verlos enfadados.
- Todo ha sido un error nuestro.- Dijo la presentadora nerviosa mientras veía los boletos.- P…Podemos daros otra compensación….o a otro guía.
- Kufufufu yo me quedó con Tsunayoshi - kun.- El gruñido de emitió Hibari junto a su mirada matadora mostraban su desacuerdo.
- P…Pero…
- El herbívoro se viene conmigo.
- Kufufufu de eso nada, ave – kun.
Poco a poco las armas de ambos se mostraron, si no podían solucionarlo con palabras sería a su estilo favorito: la fuerza. Eso fue algo que hizo que una vez más se alterarán, buscando una salida lo antes posible.
- ¡Basta!- La manzana de la discordia se interpuso entre ambos para pararlos.- No podéis seguir así.
- Quedaros los dos con él.
- ¡¿Qué?!- Tsuna vio con desesperación al gerente que estaba entre nervioso y decidido.
- Ambos han sido los ganadores pues ambos tendrán que compartirte durante está semana.
- P…Pero…
El oji – chocolate no pudo terminar de hablar cuando fue arrastrado por el cuello lejos del lugar, caminando por el lugar con nerviosismo, rezando para que se acabará todo lo antes posible.
Una semana después.
Tsuna se encontraba escondido, una de sus manos en su pecho mientras veía con miedo hacía todos lados, rezando para que nadie lo encontrará y no tuviera que salir de ahí.
¡Esa semana había sido la peor de su vida!
Los chicos se la habían pasado peleando, daba igual lo que hiciera para pararlos, al final siempre acababa golpeado en el camino. Lo habían tratado como un muñeco, siempre tirando de alguna parte de su cuerpo para alejarlo del contrario, haciendo actividades que él odiaba pero que a ellos le parecían interesantes en una forma de derrotarlos. ¡Eran unas malditas bestias!
Él les tenía cariño, eran sus guardianes y amigos, pero eso no quitaba que le tuviera lastima a la persona que acabará de pareja con ellos, sin mencionar el casados. ¡Oh, a esa persona sí que le daba su pésame!
- Kufufufu, Tsunayoshi – kun, no te escondas.
La forma cantarina en la que habló su guardián hizo que casi gritara, ocultándose aún más entre temblores, conteniendo el aliento mientras rezaba para que no lo encontrarán. Repentinamente sintió unos brazos rodear sus caderas, haciendo que gritará cuando lo elevarán, su cuerpo chocando contra la pared.
Sus ojos vieron con nerviosismo los ojos metálico del azabache, quien se mantenía serio pero manteniendo un firma agarre sobre su cuerpo, juntándolos aún más, alterando sus nervios.
- Hib…
No le dio tiempo a terminar de hablar cuando los labios contrarios se pusieron sobre ellos, haciendo que jadeará de sorpresa mientras la lengua contraria se adentraba en su boca. Sus ojos se cerraron, dejando que la lengua contraria jugará con la suya. Sus brazos comenzaron a elevarse para abrazarlo pero cuando quiso darse cuenta el azabache no estaba ahí.
Mukuro veía con furia al otro, sus puños estaban apretados con tal fuerza alrededor de su tridente que se habían vuelto blancos. El cielo Vongola no sabía qué hacer, solo fue necesario dar un paso al frente cuando ya estaba agarrado con fuerza a su cuerpo, dándole un beso aún más apasionado que el otro.
- ¡Basta!- Reuniendo fuerzas empujo a Mukuro, tomando aire agitado y sonrojado.- ¡¿Se puede saber qué os pasa?!
- ¡No vuelvas a besarlo!- Extrañamente hablaron los dos a la vez, fulminándose con la mirada.
- ¡He dicho que basta!- El castaño los vio con el ceño fruncido, alejándolos el uno del otro.- ¿por qué me habéis besado? ¡¿Por qué estáis haciendo esto?!
- Porque te amo.- Mukuro no dudo en decirlo, agarrando al castaño de las caderas mientras sus labios se posaban en el cuello contrario, haciendo que se sonrojará.
- Grrr….mío.- Hibari se acercó, agarrando al otro para alejarlo del peli – azul, besando los labios del otro que solo pudo gemir al sentir esa doble estimulación sobre su cuerpo.
- ¡P…Parad…ah…!
- ¿Realmente quieres eso? Yo creo que lo disfrutas bastante kufufufu.
- Esto es…
El cielo comenzó a tartamudear, mientras ambos se veían a los ojos, discutiendo con la mirada. Ninguno se aguantaba pero ambos eran conscientes de que el castaño se sentía traído por ellos, puede que no fuera amor, pero eso sería algo que cambiaría con el paso del tiempo. Al final hicieron un acuerdo no verbal, ambos compartirían al castaño y cuando él escogiera a alguien el otro se retiraría.
- Herbívoro…
- Tsunayoshi – Kun…
- Eres nuestro.
- ¡¿Eh?!
El nombrado se sonrojo, sintiendo los labios de los otros dos sobre los suyos. Bueno, tenía dos locos guardianes, pero, ¡por qué no dejarse llevar?
 
Claro que el castaño no era consciente que tras esa decisión tendría que enfrentarse a los múltiples celos de sus parejas, a que estos difundieran la noticia y que al final le tuvieran miedo por si esos dos “demonios” tomaban venganza en su contra o que tuviera que aguantar a Reborn y sus clases de sexualidad. Pero eso sería algo que ocurriría más adelante, en esos momentos lo único que le interesaba era sentir como sus parejas le besaban, algo a lo que ya se estaba volviendo adicto.
 
Notas finales:

Espero que os haya gustado y como dije antes, cualquier pareja que queráis con las advertencias que deseéis podéis pedirlos.


¡Nos vemos pronto!


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