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Crónicas de un héroe por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola, aquí dejando el nuevo capítulo, espero que les guste. La historia de Kiran ya esta en sus ultimos capítulos, pero estas historias estan lejos de acabarse :D

Paso mucho tiempo antes de que Anker si quiera se atreviera a comportarse diferente delante de todos. Muchos años a decir verdad, aunque yo disfrutaba como nunca los días que podía estar con él.  Haber derrotado a un nigromante entre dos al parecer nos había dado a Anker y a mí un montón de privilegios que no alcanzaba a comprender aun.


Nos habíamos mudado a un edificio más grande en la misma ciudad, una casona que había servido de casa de verano a algún noble que ya no la necesitaba. La mudanza fue divertida, habíamos recibido a varios jóvenes más y el espacio apenas era suficiente. Las cosas nunca se pusieron feas en esa ciudad, ni en el resto del reino a decir verdad, por lo que había cientos de personas usando magia viviendo en todo el territorio. Como héroes, ahora teníamos una habitación para cada uno.  Eso había sido algo bueno, y no tan bueno. Era bueno porque podíamos pasar a solas más tiempo que antes, y malo porque Anker tenía, según él, que volver a la suya antes de que amaneciera.


Con el nuevo rango, también venían nuevas responsabilidades. Comenzamos a salir más seguido, a veces por semanas. Nos enviaban lejos, resolviendo problemas menores, ayudando a las otras casas, a los menores que no sabían qué hacer con su magia en esas casas, a las revueltas de los humanos.  Luchando contra magos que usaban magia oscura, contra magos que dañaban tanto a los humanos como a otros magos.  Salíamos mucho, Anker solía ir casi siempre al frente de cualquier enfrentamiento, yo me quedaba atrás. No siempre luchaba, a veces iba solo para sanar a los heridos, no para luchar. Normalmente nos enviaban a los dos juntos, pero no era ninguna regla. 


                                                                                                                        


— Kiran, cuidado— Jency me aparto del camino de un hechizo. Estábamos en medio de otro intento por frenar a otro mago. Jency había comenzado a salir a las misiones unos meses después que nosotros, pero normalmente iba a misiones menos complicadas y no porque Jency fuera débil o no supiera de magia, solo había personas que eran más aptas para la salida.


— Gracias— ese mago no era un nigromante— ¿puedes ver algo?


— nada.


— tsk…— el lugar estaba lleno de tierra,  remolinos de arena impedían ver mucho más allá que unos cuantos metros. El lugar estaba rodeado, había media docena de nosotros alrededor de la casa donde estaba ese mago, al cual no había podido ni ver—necesitamos algo para poder acercarnos.


— Es difícil— lo habíamos intentado un par de veces, todas habíamos sido arrojados violentamente hacia atrás por el viento. No éramos los únicos que estábamos completamente revolcados en arena— ¿de dónde sale tanta arena?— Jency intento una vez más dispersar el viento, la arena, lo que pudiera. No pudo. Yo lo había intentado también con el mismo resultado.


— Arena… arena…— escuchaba las voces de los otros magos. No recuerdo quien era el líder de esta captura— ah…— me gire. Recordaba haber visto un pozo de agua antes de llegar. Estaba lejos. Salí corriendo hacia allá. El viento, como cuchillas, me hizo algunas heridas mientras me alejaba. Era otro motivo por el cual no podíamos acércanos. No sabía cómo funcionaría, pero era lógico que si la arena se mojaba, no pudiera crear tornados, sería solo lodo.


— ¡Kiran!— Jency tenía algunos cortes en la cara. Llego jadeando— no podemos huir— le mire, frunciendo el ceño.


— no huyo. Mira, es un pozo. Usemos el agua para minimizar la arena. Sera menos molesto que nos ataque con lodo.


— solo que se le ocurra hacer arenas movedizas.


— es más fácil lidiar con eso—  dije. El agua del pozo respondió a mi magia. Fluida, se dirigió hacia las pequeñas tormentas de arena, dejando un camino húmedo tras su camino. Jency me miro, pero él no tuvo tanta táctica para enviar el agua por el suelo, en cambio, envió chorros de agua directo hacia allá.


— ¡Funciona!— los dos corrimos, yo aún enviaba agua, pero cada vez fue más difícil, me concentre en la que había quedado en la tierra húmeda.  Ahora podíamos ver una casa en el centro de todo eso. Era una casa grande, pero vieja. Aun había arena volando.


— No podemos acercarnos más— nos dijo otro de los que nos acompañaba. Pronto supe porque. Ya no había arena, pero si viento, y seguía siendo un problema.


—  Necesitamos entrar— gruño Jency. Si, entrar, distraer y entonces los demás podían hacerlo. Me pregunte qué haría Anker. Posiblemente rodear todo de fuego hasta dejar el interior sin aire, obligando a salir a quien sea que estuviera dentro.


— es una buena idea.


— ¿Qué es una buena idea?— negó con la cabeza. Yo no podría hacerlo,  con el viento, el único capaz de controlar semejante fuego era Anker. Yo causaría un accidente, y no estaba desconfiando de mis habilidades, solo estaba siendo realista— Jency… ayúdame a subir.


— ¿ah?


— impúlsame con el viento, hacia arriba. No esperara que saltemos hacia allá, si tenemos suerte, podre caer del otro lado, no me vera. Le distraeré y podrán entrar.


— es peligroso.


— Confió en que amortiguaras mi caída si caigo hacia este lado— le sonreí. 


— Esto es una locura— dijo, pero sentí  su magia deslizarse bajo mis pies. Me prepare para saltar, y a una leve señal, me sentí impulsado hacia arriba. Por unos segundos, recuerdo que no sabía qué hacer, era difícil controlarme en el aire, luego la magia paro y empecé a caer. Intente acercarme en caída libre hacia la casa antes de usar mi magia y pasar por la barrera del viento. Caí de pie en el techo de la casa, donde no podía verme, aunque apenas pise, el techo crujió y cedió bajo mi peso.


Escuche los gritos de los demás, pero solo un segundo. La caída no me dolió tanto, dentro no se escuchaba mucho. Anduve con cuidado, tanto por el peligro de la casa como por quien veníamos. Había unas escaleras, dudaba que pudiera usarlas sin que se derrumbaran.  Apenas me acerque, un destello de luz azul pego a unos pasos de mi.


— Largo…— era  una voz de mujer. Salte por la protección oxidada de las escaleras.  Delante de mí, en el que parecía ser un recibidor, estaba una mujer.  Según lo que había escuchado, ella había estado haciendo magia en los pueblos cercanos, lanzando maldiciones e incluso había quemado varias casas. Había sido difícil controlar lo que había hecho, encontrarle todavía más, porque nunca se quedaba— ¡he dicho largo!— una corriente de aire me dio casi de lleno.


Era joven, su cabello estaba descuidado, despeinado.  Sus ropas estaban igual de sucias y viejas. Su piel la recorría marcas color azul, como si alguien hubiera dibujado con pintura líneas no rectas.


—  ¿Cuál es tu nombre?— alce las manos, mostrándole que no le iba a hacer daño. Ella me miro, el viento seguía fuera, podía ver a través de la ventana. Necesitaba distraerla— ¿Por qué estás aquí?


— esta es mi casa, fuera de mi casa.


— tú…— mire alrededor. El lugar parecía haber sido una gran casa, posiblemente de alguien importante, pero hace años. Tal nivel de deterioro no se hacía con un par de años. Demasiados años. La mire. Sus ojos estaban mirando a todos lados, pude ver la locura en ellos. Ella…— ¿Qué paso con los demás?


— ¿Los demás? Mis hermanas… ¡¿Qué con ellas?! ¡¿Por qué?! No… ellos tuvieron la culpa. Ellos las mataron. Voy a vengarme… ¡Tu lo hiciste!


— ah…— suspire. Sentí compasión por ella. No podía imaginar lo que había visto, lo que había pasado desde entonces, soportar el paso de los años completamente sola— tranquila. Todo va a estar bien.


— ¡largo de mi casa!


— te llevare a otro lugar, estarás mejor allá.           


— No dejare mi casa, ellas van a volver, me dijeron que esperara— me perdí unos momentos en su discurso incoherente. El viento se calmo.


— te… te voy a llevar con ellas. Están esperándote— me sentí peor por mentirle, pero ella me miro, me miro en serio. El viento se detuvo por completo, pude ver a los demás moverse.


— ¿De verdad? ¿Puedes llevarme con ellas?


— Sí, pero tienes que dormir— había aprendido un poco sobre eso, aunque no era fácil hacer si las defensas de ella estaban alzadas— no puedo llevarte despierta— si ella recelo, no lo note. Parecía más bien ansiosa de que todo terminara.  Baje mis manos y camine hasta ella. Para cuando llegaron los demás, ella ya estaba dormida, tendida en el suelo con cuidado.


— Kiran ¿Qué paso? ¿Estás bien?


— sí.


— Sangras— lleve mi mano a mi brazo. No había notado la herida, de seguro hecha cuando me ataco con el viento.


— no es nada. Ella está dormida, pueden llevarla.


— ¿Cómo hiciste? No parece que lucharan— Jency me pregunto, pero adivine la pregunta en los demás también.


— Hablamos— todos me miraron— ¿Qué? Ella solo quería… no sé lo que quería. Pero ya no dará problemas. Iré con ustedes para hablar con Karsten.


El parlamento nos recibió con alegría.  Alguien debió haber enviado algún mensaje porque todos sabían que había logrado resolver todo solo con hablar. Me sentía avergonzado cuando lo decían en voz alta, y mal, me hacía sentir mal porque le había mentido a una chica. Recibí con paciencia los agradecimientos antes de buscar a Karsten.  Le encontré en el que era su estudio.


— Ah, Kiran— me sonrió, apenas una sonrisa— ¿Qué pasa?


— ¿Qué paso con esa chica? ¿Con sus compañeras?— me miro un largo rato, sin decir nada— ella no está bien, necesita ayuda no que la encierren en un calabozo hasta que se consuma. No es justo.


—  las personas que vivían con ellas… fueron quemadas, acusadas de brujería cuando todo eso inicio— intente sacar cuentas. Eso había sido casi noventa años atrás. Se me seco la garganta. Me di cuenta del grave error que hubiera sido usar el fuego.


— Con más razón creo que ella necesita ayuda— vivir con esos recuerdos por tantos años, a solas, en un lugar donde ya nadie la reconocía, donde no tenía nada más que una casa ruinosa. Le mire— ella no es mala, solo está muy perturbada.


— Kiran…


— ¡Le mentí! Le mentí a esa chica perturbada, le hice creer que a iba a reunir con esas personas, confió en mí— eso sonó mas a un ruego.


— Puedes hablar con el parlamento— fue lo único que me dijo— les diré que quieres verlos.


 Dos horas más tarde estaba en la enorme sala circular, en el centro de todos ellos, aun con mis ropas estropeadas y lleno de arena, con mis heridas apenas sanadas. Esa fue la primera vez que hable delante de todos los lideres, no para presentarme, ni para saludar. Intente, usando todas las palabras que pude, que me entendieran, que entendieran que ella solo estaba sola, fuera de sí. Que la ayudaran, que me ofrecía para ayudar, para hacerle compañía o hablar con ella. Me ofrecí incluso a enseñarle si ellos no querían hacerse responsables. Solo necesitaba la oportunidad. Les hable, hable todo lo que pude.


La chica de la cual nunca supe el nombre fue enviada a los calabozos.


Había hecho mucho daño como para pasarlo por alto, dijeron. Que no había forma alguna de ayudarla. Regrese a casa, molesto, tan enojado con todos que apenas mire a los que me habían estado esperando. Jency había regresado hacia unas horas, y suponía que todos sabían lo que había pasado.


— Kiran…— Netikerty extendió una mano hacia mí, vi a Isabel mirarme con ternura, Jency asintió secamente cuando le mire. No sabía que decirles. No me sentía feliz. A pesar de haber ganado, sentía que había perdido. Me encontraba un decidiendo que hacer, indeciso sombre si hablarles o solo irme, cuando  Anker tomo la decisión por mí.  Le vi caminar hacia mí.  Sus manos me sujetaron el rostro, sus manos libres de los guantes, y luego me beso.  Me beso delante de todos, sin más.  Eso me saco del  foso donde estaba cayendo.


— Ven— había muchas cosas que me distrajeron. El que no usara guantes, que me recibiera de esa manera, que todos nos estuvieran viendo. Deje que me llevara a mi habitación. Nadie nos siguió, y supe que seguramente pensaban que queríamos hablar a solas sobre el beso.  Anker no dijo nada mientras caminábamos, ni cuando entramos y cerró la puerta. Me soltó apenas llegamos— ¿Cómo estás?


—  no lo sé.  Desearía no haber ido a esa misión, haber dejado libre a esa chica— lo sabía, de seguro Jency les había contado todo— intente… yo intente que la ayudaran, ella no es mala, yo no quise…  si hubiera sabido que la iban a enviar a un encierro mucho peor del que estaba, jamás la habría llevado.


— lo sé, Kiran, lo sé— la cama se hundió  bajo su peso, me abrazo.


— hice todo lo que pude.


—  lo sé.


— le mentí, le dije que todo iba a estar bien, que  le llevaría con sus conocidos. Me siento mal por eso, por no poder ayudarla— Anker me comenzó a acariciar el cabello— quiero al menos intentar ayudarla, ver si puede reintegrarse antes de condenarla a estar en ese lugar— quizá eso era lo que más me molestaba de todo, que no había tenido la oportunidad de comprobar, de ver si había otro camino.  


— volveremos a intentarlo después, ¿sí? ahora… creo que cuando las cosas estén mejor, podemos volver a plantear esa petición tuya— me conmovió mas el plural que uso. Le abrace, dejando que su presencia me consolara esa noche.


 


Cuando desperté, Anker seguía durmiendo a mi lado. Sonreí. Como si hubiera notado que le miraba, él despertó. Suspiro, estirándose.


— tengo hambre.


— Vaya sorpresa—  sonrió con pereza. No me sentía con muchas ganas de salir, y él debió verlo, porque se levantó y comenzó a vestirse.


— Traeré algo para comer— salió de la habitación. Los recuerdos de los días pasados me llegaron y por fin me permití pensar a fondo en todo. Conocía las reglas del parlamento, había tenido que aprenderlas cuando quise entrar, pero con todo, no creía que fuera justo.  Cuando Anker regreso, con una bandeja llena de comida, me miro.


— ¿Qué tanto trajiste? Solo somos dos.


— Kiran, se que todo esto no te gusta, pero ellos saben lo que hacen. No es la primera vez que pasa algo como eso o incluso peor. Si hubiera alguna otra salida… te ayudare a encontrarla, pero no te culpes por eso ¿está bien?


— No, no lo está, pero lo entiendo— Anker me sonrió— y sobre eso… me besaste, delante de los demás— se puso rojo.


— yo…


— ¿Si?


— estaba preocupado. Jency llego diciendo lo que habías hecho, y que ibas a hablar con el parlamento.  Además, te extrañe.


— ahora ellos saben que te gusto.


— lo sé.


— ¿Qué quieres que digamos?— él me miro— si no estás listo puedo decir que te rechace, que solo fue un error  o algo así— no me importaba mentir si eso hacía que Anker se sintiera bien con lo demás.


— no, diremos la verdad.


— ¿Seguro?— sus dedos se entrelazaron con los míos a modo de respuesta. Asentí. Me sentía feliz, un pequeño atisbo de felicidad— creí que tenias hambre— Anker soltó una carcajada.


 


Contarle a los demás no fue difícil para mí, porque aunque Anker dijo que les diríamos, fui yo el que les tuvo que decir al final, con Anker de pie a un lado de mi. Nadie se mostro desagradable con eso, incluso fuimos felicitados. Quizá influyera el hecho de que Anker miraba a todos con una mirada que parecía decir que las llamas del infierno parecerían frías si alguien decía algo malo.


— No sabía que estabas… interesado en Anker— Jency me hablo durante la salida por provisiones.


— bueno,  no  puedo decir que me moleste.


— Anker me agrada, y creo que no tienes que preocuparte mucho por las cosas estando con él.  Es fuerte, aunque un poco solitario.


— entonces no te importa.


— si me importara no podría llamarme tu amigo—  Por eso él era mi mejor amigo,  podía confiar en él para algunas cosas que Anker no hacía, y además, Jency siempre había estado allí, me había ayudado cuando llegue, y todavía seguía ayudándome— aunque será raro hacer una salida los tres juntos.


— ah, no te preocupes, a Anker no le gusta que sepan sobre nosotros— no me di cuenta de que había hablado de mas, se suponía que los demás pensarían que apenas habíamos formalizado el día anterior. Pero si Jency lo noto, no lo demostró.


— fue genial como nos recibieron ayer ¿no crees? Me gusta eso de ser héroes— no respondí. A pensar tener la victoria, no sentía que hubiera ganado nada. Esta vez, Jency apoyo su mano en mi hombro— estará bien, ya lo veras. Algo podrás hacer la próxima vez, ahora creo que no somos tan famosos para ser tomados en cuenta. Quizá… si seguimos así, nuestra opinión sea la que valga.


— Tienes razón— no sabía qué era lo que quería. Si ser conocido, con todas sus responsabilidades, o no serlo, con todas sus limitaciones.


— creo que iré a presumir un poco a esa taberna cerca del parlamento, no fuiste la  ultima vez, pero está llena de chicas lindas, y todas usan magia, así que no tengo que mentir nada.


— me alegro por ti. Yo no me siento con ánimos de festejar— él asintió. Caminamos hasta nuestro hogar, y luego se despidió de mí. Todo el tiempo que no pasaba con Anker, lo pasaba con Jency, así que no era raro que solo nos despidiéramos.


Salude a algunos de los niños que se me acercaron, prometí algunas clases extras y luego seguí mi camino a la cocina. Anker estaba sentado en una de las sillas, mirando la mesa. Alzo la mirada cuando entre.


— Hay otra misión del parlamento— mire el sobre en sus manos— nos está llamando, aunque sabes que no…


— no iré. No me siento listo.


— lo supuse. Les diré que estás indispuesto, aunque creo que van a entender lo que pasa en realidad. Que intenten decir algo— apretó sus manos en puños. Le abrace y le bese en la mejilla.


— no te metas en problemas. ¿Cuándo partes?


— Mañana por la mañana— era muy pronto para otra misión. Necesitaba poder poner las cosas en orden en mí y luego regresar, porque no sabía que lo que podría hacer si de nuevo veía algo injusto. 


Anker regreso poco más de una semana después. Hubo más misiones esos meses, cada una de ellas me hacía recordar ese incidente, y Anker era quien respondía por mí. No volví a solicitar hablarles a los líderes del parlamento, me quedaba enseñándoles a los niños a usar diversas magias, leyendo con Netikerty,  cocinando con Isabel.  Anker dejo de ir a las misiones cuando noto que yo no parecía querer ir.


— ¿puedes dejarnos unos momentos, Isabel?— ella se encogió de hombros y salió de la salita donde estaba con Anker.


— Kiran, encontré un libro bastante…


— Deberías ir a las misiones— él me miro— Jency me conto que te nesgaste a ir, que causaste problemas— resoplo, rodando los ojos.


— hable con ellos, les dije que si no accedían a ser más flexibles con las reglas y los castigos, entonces no iba a ninguna misión más. Ya están sufriendo bastante tus ausencias, y aunque me cueste admitirlo, mi presencia es valorada en sus salidas.  Así que…


— no puedes hacer eso.


— puedo, y lo hago. No volveré hasta que reconsideren—conocía esa obstinación en Anker, y muy a mi pesar, sonreí— ahora estamos en huelga.


— Haciendo berrinche es mejor— me frunció el ceño.


— es una buena causa, Kiran. Ellos están equivocados al no permitir otras opciones, ya no son los mismos tiempos, están anticuados.


— lo sé, y aprecio mucho que te importe mi causa, pero creo que voy a volver— se levantó tan rápido que el libro que tenía en sus manos cayó al suelo.


— ¿¡Porque!?


— porque  me di cuenta de que no sirve de nada que me quede aquí. Si no puedo cambiar eso, encontrare otra manera. Es hora de que vuelva, no puedo arriesgar la vida de los demás solo porque algo no me parece. Lo enfrentare como sea.


— ah…— Anker suspiro y volvió a sentarse— no cabe duda de que el mejor guerrero no es el que regresa victorioso, si no el que regresa sin miedo a la batalla. Eres en verdad un héroe, Kiran. Pero por favor, al menos espera unos días, quizá reconsideren su postura ahora— solté una risa.


— Esperare al final de la semana— creo que ese día era martes. Anker asintió— pero quizá, si me convences, puedo esperar hasta el próximo fin de semana si no nos citan.


— uh… ¿Qué puede ser lo suficientemente tentador para ti?


— Creo que habías mencionado unas termas antes— Anker soltó una carcajada. Me incline y le bese.  


— Está bien, vayamos a las termas, disfrutemos de unos días para nosotros… aunque... podemos pasar un buen rato ahora— sus mano acaricio mi pecho, bajando hasta mis pantalones. Reprimí un gemido.


— estamos en… cualquiera puede entrar.


— Entonces vayamos a un lugar más privado— Anker no detuvo su caricia, me beso, y luego se levantó. Justo cuando salíamos, tomados de la mano, entraron dos de las jóvenes que habían llegado.  Apenas las miramos mientras casi corríamos a cualquiera de nuestros cuartos.


 Anker no era nada retraído en la cama. Normalmente era él quien iniciaba todo, a excepción de algunos besos, pero Anker era quien me desnudaba primero, quien se desesperaba por verse vestido. En ocasiones, la  ropa desaparecía  tan rápido como por arte de magia.  Pero cuando le veía en la cama, desnudo delante de mí, eran mis manos las que le sujetaban, las le impedían moverse. Era mi boca la  que le dejaba marcas por toda la espalda, por los hombros y el cuello. Era mi cuerpo el que le hacía suspirar, gemir mi nombre hasta  quedar ronco. Era yo quien le hacía retorcerse y gemir de placer, me gustaba acariciar su espalda, besar su cuello… mirarle cuando estaba dentro de él, sentir como llegaba al final y entonces solo éramos yo y él, no había nada más en el mundo.


A veces, nos quedábamos en la cama, respirando, mirándonos. Nos sonreíamos, nos acariciábamos. Anker no se quedaba, pero siempre juro que no recordaba haberse ido. Yo le creía, porque las veces que despertábamos juntos, había tal alegría en su mirada, que no podida dudar de él.


 


El parlamento acepto las condiciones de Anker tres días después, mientras estábamos en los balnearios de una localidad no tan cercana.

Notas finales:

 

Nos leemos la proxima semana. Muchas gracias por leer y comentar


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