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Crónicas de un héroe por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por leer, espero lo disfruten.

Con el tiempo, las responsabilidades  fueron aumentando.  A veces, deseaba poder está en casa, con los demás, comiendo o descansando sobre los nuevos sofás que habíamos conseguidos, eran realmente cómodos cuando querías estar un rato allí,  en compañía de alguien, como Anker por ejemplo. Desde que habíamos “entrado en huelga” hacía ya varios años, habíamos tomado un papel más importante.  Había tomado tiempo, sí, pero ahora se valoraba mejor lo que se hacía, no solo con situaciones especiales.


— ¿Puedes hacer eso de nuevo?— Anker asintió, y el muro de fuego que había hecho segundos atrás volvió a alzarse frente a nosotros. El rostro de Anker estaba sucio, había surcos que el sudor había dejado.  No me entretuve mucho más, solo  intente lo mejor que pude controlar también  el fuego, y el viento, creando  esferas de fuego que enviaba hacia nuestro objetivo.


— Al menos apunta— me gruño Anker al ver que ninguna de las esferas dio en el blanco, una mujer nigromante.


— disculpa que no pueda ver bien debido al fuego, y si quieres le puedo pedir que se quede quieta— una sonrisa intento formarse en sus labios. Estábamos cansados, ella estaba furiosa, habíamos atrapado a su compañero, un mago que había practicado magia negra pero no era nigromante. Ella nos había tomado por sorpresa, había matado a cinco de los magos que nos acompañaban  antes de que pudiéramos hacer algo. Teníamos mucha suerte de que apenas habíamos capturado al otro mago, había sido enviado al parlamento.   Si hubiera seguido por aquí, ella le habría liberado y posiblemente no podría contar esta historia ahora.


— Al menos no nos puede dar tampoco— los hechizos que ella enviaba pasaban muy lejos  por arriba de nosotros. Hice algunos  hechizos para dormir, pero ninguno le dio. Ella era rápida, muy rápida. No era el único que intentaba detenerla, pero ella parecía realmente ensañada conmigo y con Anker. Sabíamos que Anker no podría soportar mucho más.  No sabía cuantos más de mis amigos habían muerto enfrentándola.


Desde que había comenzado esa caza sinsentido de la magia, esa que nos había obligado a ocultarnos no solo había hecho eso, mientras nosotros intentábamos pasar desapercibidos para los demás, los magos de la magia negra, los nigromantes, habían encontrado su momento de mostrarse. No les daba miedo que los demás supieran, nunca se acobardaban ante las muchedumbres que les perseguían, y luego… luego solo encontrábamos pueblos desiertos.  No se contenían, y sentían que estaban completamente justificados de lo que hacían. 


— Distracción— murmure. Anker me miro,  no me hablo, pero vi la insinuación de que actuara y no solo hablara— ella está furiosa, quizá si la hacemos enojar más…


— No creo que sea una buena idea, Kiran— logro decirme. Sus manos comenzaron a temblar.  No teníamos mucho tiempo antes de que el fuego nos dejara de cubrir— ya tenemos suerte de que no haya un maldito cementerio por aquí.


— O ella no se le ha ocurrido— algo rodo por el suelo. Algo que no era algo, si no quién. Jency se levantó, cubierto de tierra y con la ropa algo chamuscada.


— ¿Qué haremos? Cielos, esto se está poniendo feo— le mire, mientras comenzaba a vislumbrar un plan.


— oh, no aquí vamos de nuevo— gruño Anker.


— Jency, necesito que la inmovilices… solo unos segundos bastaran, usa las plantas, mira— señale detrás de ella. Algunos rosales crecían en el jardín de una casa en llamas— úsalos cuando el muro de Anker caiga, en ese segundo.


— ¿Qué?— me dijeron los dos.


— Tienes hacerlo al mismos tiempo o ella va a matarnos— me lamente. Sabía que no podía dejarla viva, no después de todo lo que había hecho, no cuando sabía que no iba a capturarla jamás, que ella no se iba a detener. Jency seguía mirándome incrédulo— es lo único que se me ocurre, así que mejor aléjate de aquí. 


— No quiero morir— Anker me miro, pude ver el cansancio. Jency se fue. Mire un segundo más a Anker.


— ¡¿Sabes dónde está ese otro mago?!— grite. Use el viento para que le llegara mi voz. Ella grito algo en griego. Repetí mi frase en griego— está en un lugar donde jamás vas a volver a verlo. Nunca vas a sacarlo de allí.


— ya lo veremos. Los matare a todos, y luego iré por él.


— ¿matarnos? Ni siquiera  puedes darnos— Anker me dirigió una mirada escandalizada— aguanta un momento más— le acaricie la mejilla. Sabía que era una mala idea, porque Anker siempre decía que le distraía. Algunos hechizos, seguidos por unas rocas se dirigieron a nosotros. Desvié las rocas.


— ¿Dónde está? dime donde está.   


— Yo le atrape—me sentía mal, pero sabía que no tenía opción. Era muy diferente, había aprendido las diferencias entre lo que debía hacer y lo que quería hacer—  va a quedarse encerrado en una celda por siempre.


— No, jamás permitiré eso— los dientes de la nigromante eran afilados, como los de los peces. Esa era su marca, deduje. Daba miedo verla, las sombras a su alrededor, moviéndose como si tuvieran vida propia. De vez en cuando, un golpe de esa masa oscura se dirigía a nosotros.


— eres  tan débil que no podrás ni encontrar donde esta— otro grito. Las llamas parecieron oscurecerse cuando la oscuridad estallo. Ella corrió hacia nosotros, gritando— Anker, ahora, déjalo— el muro despareció al tiempo  que me lanzaba contra él para tirarle al suelo. Caímos justo cuando un montón de oscuridad pasaba sobre nosotros. Desde el suelo vi los rosales crecer en sus tobillos, sus piernas. Rápidamente la envolvieron.  Un fuego purpura  broto de sus manos, y  supe que no tenía otro momento.  Lance mi hechizo. El rayo de luz blanco le dio de lleno. Y unos segundos después, la oscuridad se había ido. Vi a varios más levantarse, y acercarse.  Yo me deje caer sobre la tierra— ¿estás vivo?


— casi. Estás loco, Kiran— me reí, en ese momento inverosímil, solo pude reír. Luego le aparte el cabello de la cara y le bese. No importaba que  nos vieran, porque a Anker ya no le importaba que los demás supieran. Me agradaba mucho el cambio, porque no tenía que estar pensando en ocultarme, en mentir o en cuidar lo que decía delante de los demás.   Sospechaba que eso tenía que ver con el hecho de que no quería que alguna chica terminara declarándome sus sentimientos.


— ustedes dos, enamorados, dejen eso para otro momento, todavía tenemos cosas que hacer— le dirigimos una mirada a Jency. Me costó levantarme, pero fue peor intentar levantar a Anker. Algunos ya ni siquiera nos miraban, simplemente se habían acostumbrado a vernos hacer ese tipo de cosas.  Los demás nos vitoreaban, recibimos muchas felicitaciones por haber derrotado a la mujer. Anker se tambaleo hasta algunos de sus amigos, y yo seguí a Jency, dispuesto a ayudarle con los pequeños incendios que habíamos causado, cuando note que alguien me miraba. Sentí algo familiar antes de reconocer quien era.


— ¡Shui!— si no me fui directo a abrazarla fue porque estaba cansado. Camine rápido hasta ella. Seguía casi igual que como la recordaba, habían pasado ya  muchos años desde la última vez que la había visto.


— vaya,  Kiran, sí que sabes sorprender a todos ¿no?— me sonrió, con esa sonrisa burlona que ponía cuando intentaba no ser muy amable— veo que has estado bastante bien, al igual que el señor Ibsen ¿me equivoco?— me gire cuando ella saludo detrás de mí. Anker se había acercado de regreso.


— hemos estado bien. Bueno…hoy no tanto.


— he escuchado rumores sobre lo que hacías, pero verlo por mí misma… has mejorado mucho, ni siquiera usaste una maldición para terminarla.


—  No podría…—  Anker y Jency nos dejaron a solas. No teníamos mucho tiempo, pero al menos pudimos ponernos al día con nuestras vidas.  Podía ver lo orgullosa que estaba ella de mí, y eso me hacía sentir bien, a la vez yo me sentía orgulloso de poder ser lo que ella esperaba que fuera.  Al parecer, ella seguía sin hacer muchos amigos, y más bien le seguían temiendo. 


— entonces ¿no has olvidado como sanar una maldición?


— por supuesto que no.  Llevo tiempo intentando revertir esa magia negra, pero no tengo muchas oportunidades de hacerlo.


— claro que no. pero es valiente que lo intentes. Tengo que irme, las cosas se ponen en caos cuando me alejo mucho de la zona, demasiados alumnos que creen que son los mejores y solo causan accidentes— me reí. Sabía que estaba en algún lugar de oriente,  pero no me quiso decir dónde— espero verte pronto de nuevo, Kiran.


—Claro— Anker estaba sentado, ya no había nada más que hacer.  Regresamos a casa esa misma noche, aunque estábamos tan cansados que apenas pudimos decir algo a los demás antes de irnos a dormir. Anker no fue a mi habitación esa noche.


Cuando baje a desayunar, casi al mediodía, me encontré con el recibidor lleno de regalos.  Parpadee, mirando las cajas.


— son para ti y Anker. Agradecimientos— me dijo Isabel. Suspire. Tendría que hablar con los demás para que dejaran de hacer eso. Anker no bajo hasta que atardeció, aunque estuve dando vueltas por su habitación. Se veía mucho mejor que por la noche, aunque tenía ojeras y bostezaba cada poco rato.     


— ¿no quieres dormir más?


— Sí, pero tengo más hambre ahora mismo— Netikerty soltó una risa.  Ella solía bromear con Anker acerca de que podía comer todo lo que había en la cocina en una sentada y sin engordar. Anker decía que usar el fuego como lo hacía le dejaba sin energía y por eso tenía que reponer. Yo le creía a los dos.


— puedes comerte mi postre, ya no tengo hambre. También creo que enviaron algún pastel en sus regalos— Anker ya se había metido a la boca una cucharada enterada de la tarta que le ofreció Netikerty  


— ¿De qué regalos hablas, Net?— ella los señalo. Anker les miro, sin interés— ¿y  ya encontraron el pastel?


— Deja de pensar en comida— le regañe, aunque era un reclamo cariñoso. Anker siguió comiendo, ignorándome.  Isabel estaba ordenando las cajas, así que me puse a ayudarle. La mayoría de las cosas que nos enviaban no las necesitábamos, pero como siempre, yo era demasiado bueno para regresar cualquiera de eso.  Algunas cosas las regalaba a los niños y jóvenes que vivían con nosotros, así que no era raro que estuviéramos rodeados de ellos, esperando que viera algo que no quisiera. De vez en cuando, miraba a la mesa, viendo que Anker estuviera bien. Sabía que se quedaba con muy poca fuerza después de ir a las misiones y usar su magia, le había comprobado algunas veces, intentando sanarle, pero no podía hacer mucho porque Anker raramente resultaba herido.


— ¿Más cosas para ir a regalas a las calles?— dijo, apareciendo a mi lado. Él solía quedarse con más cosas que yo de lo que nos enviaban, en especial porque las personas sabían que  usaba guantes, y recibía muchos.


— claro.


—  ah, nunca cambias.  Por cierto, Kiran, salgamos por ahí— le mire. Usábamos esa frase cuando queríamos alejarnos un poco de todo. Habíamos visitado lugares increíbles debido a eso y nos íbamos cuando regresábamos de una salida particularmente difícil y antes de que nos enviaran a otro lado— te acompañare a repartir las cosas, decidimos a dónde iremos en el camino. 


— bien.


Las cosas no siempre eran difíciles, aunque muchos se quejaran. Había visto tantos cambios en las personas, las ciudades, la forma de vestirse, el arte, los trabajos… me gustaba verlo, asistía a conciertos y a obras teatrales.  Trataba de estar al día con todo. Por eso, cuando Anker sugirió ir de viaje, pensé que lo mejor sería ir a una ciudad y no al campo, como hacíamos comúnmente. Me costó convencer a Anker, pero finalmente partimos hacia parís.


En aquel entonces, parís era una ciudad más bien decadente. Poco podía imaginar que unos pocos años después de nuestro viaje parís y toda Francia sufriría uno de los cambios más importantes que vería el mundo. Había muchas personas enfermas, las condiciones no eran muy óptimas para vivir, y sin duda periferia cualquier ciudad española a lo que veía, aun con toda la problemática política que había. Anker no paraba de dirigirme malas miradas cada que andábamos por las calles.


— ni se te ocurra ponerte a ayudar a toda esta gente, Kiran. Jamás terminaríamos— me dijo, supongo que vio mis deseos. A pesar de sus palabras, siempre me conmovía el hecho de que hablaba de nosotros, no iba a dejarme solo aunque yo hiciera eso que decía.


— pensé que sería una buena idea venir.


— es una buena idea, pero tú eres también demasiado bueno para ignorar lo que ves.  Relajémonos por una vez—  el lugar donde nos quedábamos era bonito, distinguiéndose mucho de lo demás— ¿sabes? Algunas mujeres te estaban mirando.   


— ¿sí? no lo note.


— ¿Por qué siempre te miran a ti? Es molesto.


— bueno, no puedo evitarlo. Pero no importa, porque no estoy interesado en nadie más— Anker me miro, sentado en la cama.


— no te creo. Convénceme.


—…— nos miramos fijamente.  No era la primera vez que me decía eso, y siempre era más una broma, que algo real. Una incitación. Camine hasta él, aun sosteniendo su mirada. Le bese— ¿convencido?


— No—  le bese de nuevo, inclinándome más. Sus manos me rodearon el cuello y me arrastraron con él. Seguimos besándonos cuando terminamos acostados en la cama.  Y una vez que comenzábamos eso  era uy difícil que pudiéramos detenernos— quizá me estoy convenciendo ya…— su voz salió temblorosa, mis manos dentro de sus ropas. 


— ¿Sí?— deshacerme de la ropa de Anker no era algo sencillo, no extraño las ropas de esa época.  Me gustaba dejar un camino de besos, desde su boca hasta el estomago.  Anker tenía los mismos problemas con mis ropas, aunque era menos paciente que yo. Algunas veces, como aquella, Anker no se quedaba quieto. Sus manos no pararan de tocarme, su cuerpo se restregaba contra el mío de una manera tan provocativa que era imposible no reaccionar a eso. Y cuando él lo notaba, cuando se daba cuenta de lo que hacía, sus dedos acariciaban mi erección. Buscaba la manera de empujarme, de rodar sobre la cama y  quedar sobre mí.


— Ahora estoy convencido— decía, antes de besarme. Su piel caliente sobre la mía. Estábamos habituados a hacer eso, era fácil la forma en que él se acomodaba sobre mí, como hacía que entrara en él. Eso cuando queríamos hacerlo tranquilos, había veces que solo éramos pura  lujuria sobre la cama.  Le acariciaba el cabello mientras le veía recuperar el aliento, su mejilla se restregaba en mi mano, y luego sus caderas comenzaban a moverse. Aun con todo eso, con los movimientos eróticos de Anker, con sus labios besándome y las vistas que tenia, lo que más apreciaba de todo  aquello era terminar, porque entonces podía estar con él, abrazados en la cama, sin decirnos nada.  Me gustaba la forma en que me pasaba los brazos  o una pierna sobre mí, como si quisiera tenerme allí por siempre.


— ¿te convencí?


— Siempre me convences— se estiro para besarme— aunque seas un completo tonto.


— ¿Tonto?


— eso que haces cuando luchas. Es tonto. Haces que me preocupe— Admito que siempre pensé en salvar a los demás antes que a mí. Siempre busque la mejor solución, aun si eso me ponía un poco en peligro.


— Nunca dejaría que te pase nada, no si estoy ahí— Anker frunció el ceño, acerco su rostro al mío.


— no me preocupo por mí.  Me preocupo por ti. Sé que tú te esfuerzas por proteger a todos Kiran, así que no me preocupo por mí. Por eso… yo pensé que si tú vas a cuidar de todos, entonces yo cuidare tus espaldas.


— Gracias— aunque eso era algo que hacíamos cada que íbamos juntos a una misión o una búsqueda, incluso antes de que comenzáramos a salir— aunque siempre te voy a cuidar, Anker.


—… Kiran, no tienes idea de… yo… realmente soy muy feliz. ¿Sabes? He sido muy feliz desde hace mucho tiempo, tanto que a veces siento que no es real, que un día voy a despertar y darme cuenta de que aun sigo en casa. Desde que te conocí, fui feliz, aunque no estuviéramos juntos.


— Anker…


— solo quiero que lo sepas. Te quiero, te quiero desde hace mucho tiempo, y desde que me quieres, soy feliz. Siento que ya tengo todo, porque ¿Qué más puedo querer si estás conmigo? creo que es importante que lo sepas.


— Ven acá— le apreté contra mí— esto es real. Tan real como no tienes idea. Aunque no entiendo porque de pronto estás diciendo eso— Anker se sonrojo y frunció el ceño.  Me dio un golpecito en el brazo.


— porque es verdad.  


— yo también te quiero, Anker. ¿Recuerdas cuando pensabas que iba a dejarte a los pocos meses de que saliéramos?— Anker sonrió, y luego soltó una risita. Eso había pasado hacia tantos años… ¿Cuánto tiempo llevaba con Anker? Habíamos tomado las cosas con mucha calma.


—hacías eso con todos los que te pedían salir.


— Entonces espero que entiendas que eso es una muestra de que yo también te quiero— pasamos el resto del día en la cama.


Ni a Anker ni a mí nos quedaron ganas de regresar a parís. Ni siquiera las obras ni los conciertos lograron hacer que me gustara e incluso volvimos antes del tiempo que habíamos estimado.  El viaje de regreso se me hizo corto.  Fuimos recibidos como siempre, con un alboroto por parte de los niños. Esa vez, había gastado parte de mi dinero para traerles regalos a todos, cosa no tan sencilla porque había un poco más de una docena de niños, unos cuantos adolecentes y dos adultos.


— ¿Cómo es la ciudad?— No quería desilusionar a nadie con mis impresiones de la ciudad, ni mentir. Evite el tema extendiéndole la caja con el presente que llevaba para Netikerty.


— Esto es para ti—funciono, ella tomo la caja y se perdió entre los demás— ¿Cómo ha estado todo?


—  como siempre. Tuve un par de misiones estos días, pero nada importante— Jency se encogió de hombros— ¿y ustedes? ¿Algo importante que contar?


— nada.


— bien— escuchamos el grito de Netikerty y la vi correr por todos lados con el vestido de última moda que había comprado para ella— creo que le gustó mucho. ¿Está bien que compres tantas cosas?


—  no es importante. Además, ayudo a las personas comprando y ellos son felices con los regalos, todos contentos— Netikerty salto hacia mí, colgándose de  mi cuello.


— te amo, te amo, te amo… te besaría, pero Anker no se lo tomara bien. Es solo una broma, Anker, deja esas llamas en su lugar— le grito. Jency y yo nos reímos. Anker no tenía ningún fuego, pero puso los ojos en blanco mientras negaba.


— Tengo cosas peores que el fuego, Net— eso nos hizo reír más a todos.


Si, eran lindos momentos de felicidad esos que tenía en aquel entonces. Muchas veces, desee el poder de saber el futuro. Creo que esa es una de las pocas cosas que les envidie a los nigromantes, para ellos  era fácil saber que iba a pasar, que tenían que hacer, siempre quise saber cómo era saberlo todo. Cuando el tiempo no tiene importancia, la vida se extiende frente a tus ojos como algo interminable. Hacía mucho que había perdido algunos hábitos míos, ya no meditaba y pocas veces intentaba relajarme en los bosques. Había cambiado mucho desde que lo hacía.  Quizá, si hubiera seguido haciéndolo, hubiera recordado que  lo inesperado es lo que te cambia la vida.


 


Habían pasado apenas un par de años, un abrir y cerrar de ojos en realidad.  Anker fue quien me despertó aquel día, uno de esos en los que se había quedado a dormir en mi cama. Le mire, andando desnudo por la habitación.


— ¿Qué haces?


— mi ropa… ¿Dónde quedo?


— No lo sé… ¿Por qué no vienes a dormir?— Anker me miro, y sonrió.


— la misión, ¿recuerdas? Ya casi tengo que irme, y no he desayunado— resople. Le vi exclamar alegre cuando encontró la ropa. Cuando se sentó en la cama, le abrace, tumbándonos— Kiran, tengo que irme.


— un rato más— le bese. Anker ahogo un gemido cuando baje mis manos a sus pantalones, esos que acababa de ponerse y que yo estaba dispuesto a quitar de nuevo.


— Kiran…


— ah, qué pena. Bien— le solté, aunque en realidad estaba siendo falso. Sabía que Anker no iba a irse pronto. Él gimió y luego murmuro una maldición antes de girarse sobre la cama y caer sobre mí, besándome.


—Solo que sea rápido— murmuro, sus labios contra los míos.


No fue tan rápido como pensamos. Jency estaba esperando en la cocina, y Anker apenas llego se puso a comer con rapidez, lanzándome miradas de molestia que me hacían soltar risitas.


— Es tu culpa— dijo, aunque nadie había dicho nada— nunca he llegado tarde. Y es tu culpa.


— bah, no te preocupes por eso— Jency hizo un ademan con la mano— a ustedes les dejan pasar todo. Que lleguemos tarde no es nada. Además, tampoco es una misión tan importante.


— Tienes razón— la misión solo era una revisión de algunos sitios donde se habían encontrado nigromantes antes. Algo rápido.


— Aun así, será mejor que se vayan pronto— detuve a Anker antes de salir. Le acaricie el cabello y le bese— ten cuidado.


— no soy tu, Kiran. No hago cosas imprudentes. Espero una bienvenida apropiada ¿sí?— me beso de nuevo y le solté. Los dos se desvanecieron en la puerta.   


 Netikerty me había pedido que le enseñara sobre curación, nadie más que yo sabía y con mis salidas del parlamento,  no siempre estaba en casa. Era muy buena aprendiendo, mucho más que los demás que habían intentado aprender. 


—  entonces, ¿Qué haces cuando no puedes mover a alguien herido?


— primero, necesitas saber que tiene. La mayoría de las veces, los demás van a cubrirte, así que puedes trabajar, pero tienes que estar muy alerta, no puedes descuidarte de algún posible ataque. De preferencia, vigila que tus enemigos no sepan que puedes sanar.


— ¿Por qué? ¿En serio es peligroso? Un sanador no es un peligro.


—  directamente no, pero estas sanando a tus amigos, sus enemigos— no estaba seguro de que ella quisiera estar en el parlamento.


— eres increíble, Kiran. Tú puedes luchar y sanar a los demás. Entiendo porque siempre te están enviando a misiones.


— No soy el único— Jency y Anker estaban de misión en ese momento. Yo estaba literalmente en las posiciones más altas de  popularidad en el parlamento. Asistía a tantas reuniones que no podía contarlas, iba a misiones y pedían mi opinión para casi todo.  No era en vano,  aunque tampoco me lo había propuesto, yo solo quería ayudar, por eso mis trabajos, fuera el que fuera, eran impecables. 


— sí, pero tú eres diferente— no entendía eso. En ese momento, sentimos la llegada de alguien a la casa. Ya no era la misma, ¿Cuántas veces nos habíamos mudado? Ni siquiera estábamos en la misma ciudad. Era obvio que no podíamos estar muchos años en el mismo lugar.  Netikerty entro primero, casi corriendo.   Yo me demore más porque había sentido solo a Jency.


Había un poco de alboroto, acababa de entrar cuando vi a Jency abrirse paso entre los demás.  Me miro y se dirigió rápidamente hasta mí.   


— Isabel, necesito… hablar a solas con Kiran—  nos quedamos a solas en la sala. Ni siquiera había podido saludar apropiadamente.  Las preguntas que tenía murieron en mi boca. La expresión de Jency era…


— ¿Qué paso? ¿Todo está bien?— Jency no me miro. Él no estaba herido— ¿Dónde está Anker?


— Anker…— hizo un sonido extraño con la garganta— oh, cielos, Kiran…


— Jency…— él paso saliva, se aclaró la garganta e intento hablar un par de veces. Cuando volvió a hablar, su voz era un gemido de pena, un intento  malo de controlar la tristeza que sentía. 


—  lo siento, Kiran,  lo siento, en serio lo siento… Anker está…  Anker murió.

Notas finales:

¿Sorpresa? 

Alguien comento antes sobre esto, y quiza era algo predecible,  por el momento solo dire que se explicara mas en el proximo capitulo de que paso y porque paso así. 

Gracias por leer.


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