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Crónicas de un héroe por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola

Pues ya esta aquí la cotinuación. Antes de que inicien solo hago la aclaración sobre el tiempo que transcurre, como no le dan mucha importancia puede parecer que pasa poco tiempo, pero en realidad pasa mas tiempo (Por muy listo que sea Kiran no aprende un idioma en pocos días) Pues ya, solo eso... 

Aprendí el idioma. No me resulto tan difícil como había pensado,  apenas me pude entender con los demás, comencé a leer los libros que no había podido leer hasta entonces. Había mucho más de lo que yo sabía de la magia,  cosas difíciles que no pensé que podría hacer alguna vez.   Yo no quería ser molestia para nadie, sabía que no podía tener a un tutor para mí solo y procure siempre hacer las cosas por mi cuenta cuando me era posible aunque tampoco rechazaba ayuda.


— Kiran, ¿Otra vez aquí?— abrí un ojo. Me encontraba meditando en el patio,  como cada que necesitaba despejarme.  Ahora Jency no era mi único amigo en ese lugar, cuando vieron que aprendí a hablarles, más de uno se ofreció para enseñarme más idiomas, los que ellos sabían. Yo no me negué. La chica que me hablaba en ese momento era una chica alta, muy delgada y con el pelo lacio hasta la cintura color plata, su cabello era como ver plata liquida.


— Eloise.


— ¡Lo siento! ¿Estabas meditando?— a pesar de ser amable, era despistada—  ayer vi que estabas en el estanque, ¿Puedes enseñarme como hacer eso que hacías con el agua?


— Claro—  En ese lugar no solo había niños pequeños, como descubrí con el tiempo. La mayoría de los adultos en este lugar salían a hacer diferentes actividades: Aprender magia en otro lugar, buscar a más niños  con magia, ayudar a las personas a las que de algún modo afectaba el uso de la magia y lo que más me interesa a mí, investigar, perseguir y atrapar a los que usaban la magia con malos fines.


Al fondo de todo ese edificio, había un pequeño estanque, no tenia peces y solo parecía estar ahí para decorar, a veces lo usábamos para practicar, y digo usábamos porque no era el único que lo hacía. Lo que estaba haciendo y que Eloise quería que le enseñara era solo hacer flotar burbujas de agua.  Mientras estábamos allí, nos rodeaba un grupo de niños y no tan niños.  No todos los mayores sabían hacer muchas cosas con la magia, de hecho, había notado que solo usaban lo que se les hacía más fácil, por eso me alegró enseñar a personas como Eloise,  que prefería usar la tierra que el agua.


— ah, es tan difícil— se quejaba cuando el agua que intentaba sostener caía al suelo, salpicándonos a todos por décima vez. Los niños se reían cada que eso pasaba.


— solo es cuestión de práctica.


— No le hagas caso, Kiran siempre hace ver todo sencillo—  refunfuñaba Jency. Nunca se me hizo difícil usar la magia, así que no sabía realmente si era verdad que era algo de talento o solo coincidencia. Estaba por decirle que eso no era verdad, cuando un alboroto en la puerta nos interrumpió. Estábamos lejos, pero desde podíamos ver como entraban varias personas, reconocí al último grupo que había salido hacia unas semanas… y no se veía nada bien lo que pasaba.


— Vayan a jugar— le dije a los niños. Le dirigí una mirada a Jency y luego caminamos hasta donde estaban los demás.  Había heridos y casi corrí detrás de ellos. 


— cielos ¿Qué paso?— Jency se quedó un poco atrás. Los que lucían mejor, estaban cansados, sus rostros sucios y parecía que iban a desfallecer en cualquier momento.


— Jency,  ve por algo de agua y comida para ellos. Eloise, ayúdame a llevarles a la enfermería— la enfermería era un lugar grande, así que aunque todo estaba lleno cuando llegamos, quedo espacio para sentar a los que  quedaban. Todos se movieron frenéticamente por todos lados. Me acerque a la primera camilla. Una chica estaba ahí, quejándose de algún dolor, su piel casi amarilla del dolor.


— Kiran…— no vi quien me hablo. Me preocupaba más la chica.  Comencé a pasar mis manos  por encima de ella, sin tocarla, solo buscando. Me dio un escalofrió al notar la magia que le está causando dolor. No era igual a la de ese mago que encontré en el pueblo, pero era muy parecida, no era buena.


— ella tiene una maldición, creo que…  deberías traer alguna poción para disminuir el dolor y poder revisarla mejor.


—  Entiendo— pase al otro chico, tenía una herida que no dejaba de sangrar. Suspire. La magia negra deja secuelas muy desagradables. Me tuve que esforzar un poco para encontrar la forma de sanarle. La herida se cierro al final.


— Deberías comer algo, Jency traerá comida enseguida— nadie me interrumpió mientras seguía el recorrido. Solo había dos heridos graves más y ninguno tan grave como la primera chica.  Deje que a ella la atendieran los encargados. Jency llego, con algunas personas más. Todos se veían mucho más relajados que antes después de que no había muchos heridos.  


— Gracias, Kiran, nos has ayudado mucho con esto— era la encargada de la enfermería. Le sonreí, sentándome. Me sentía más cansado que de costumbre. Escuche atento lo que narraron, algo sobre una emboscada mientras buscaban unos libros.  Mire como atiendan a la chica. Nunca había intentado salvar a alguien de una maldición, no pensé que fuera…  común. Siempre pensé que las heridas normales era lo único que podía curar.


La enfermería estaba llena, y lo mejor era salir y dejar que los demás se encargaran. Salí, deseando irme a dormir aunque fuera temprano.  Así lo hice, mientras pensaba en que libros o a quien preguntarle sobre las maldiciones.  Estaba dormitando cuando escuche que tocaron la puerta. Murmure un pase, adormilado.


— Ella estará bien— era Karsten, me hablaba de la chica— gracias a que supiste lo de la maldición.


— me alegro. ¿Pasa algo más? ¿Me necesitan para algo?— no creía que solo fuera a decirme sobre la salud de la chica.


— de hecho,  en la enfermería quedaron muy sorprendidos por tu talento con la sanación. No lo sabían, aunque habían escuchado rumores. Quieren que les ayudes, que seas parte de la enfermería. Les serias de mucha utilidad.


— ah, ¿en serio? bueno… me gustaría mucho poder ayudarles—  No sabía si era una invitación o una orden, pero yo quería hacerlo— ¿Cuándo inicio? ¿Tengo que hablar con alguien?


— solo ve mañana a la enfermería… por cierto, Kiran ¿Has pensando en que quieres hacer?


— solo quiero ayudar, no importa mucho en donde o en qué, pero si quiero hacer algo. Quizá pueda salir de vez en cuando— era un intento por ver si me enviaban a alguna de esas salidas.  Karsten me miro, me pareció que pasaba un rato muy largo sin decir nada.


— pediré que te evalúen, quizá después de eso puedas salir— me dejo sin decirme nada más. Me puse nervioso, lo admito. ¿Una evaluación? ¿Qué iban a evaluar? ¿Lo que sabía? Sabía que podía hacer magia, y hacerlo bien, pero ¿era eso lo que pedían? ¿Y qué pasaba si no aprobaba? Aun había cosas que entendía del todo debido al idioma. 


Al otro día, mientras desayunaba, seguía pensando en eso. ¿Cuándo sería? ¿Sería un secreto? Quizá ya estaban evaluándome.  Esa idea me hizo quedarme con la cuchara a medio plato.


— ¿Kiran? Hombre ¿estás bien? parece que no dormiste mucho… espera, ¿No tuvo que ver con la de la enfermería? ¿Te cansaste?— Jency dejo su comida a un lado de la mía.


— ¿Qué? No, para nada. Solo…  me voy a unir a la enfermería. Quedaron sorprendidos ayer, y me gustaría ayudar.


— esas son buenas noticias, eres muy bueno curando a los demás. De seguro vas a ayudarles bastante— no pude decirle en ese momento lo de la evaluación.  Después de desayunar, me dirigí a la enfermería. Había estado pocas veces allí, porque como siempre, yo no me enfermaba, y siempre fui cuidadoso, así que no solían ocurrirme la infinidad de accidentes que le pasaba a los demás.  


En la enfermería solo estaba una mujer, la sanadora, un nombre que solo era porque no encontraban que otro darle a su profesión y que no fuera complicado de nombrar. Hasta entonces, nunca le había prestado mucha atención. Lo único que sabía de ella es que venía de china, un lugar muy lejos de aquí, casi tan lejos como mi hogar. Era mayor, aunque no lo parecía y tenía la piel  clara de un tono luminoso y azulado, como si estuviera debajo del agua. Si piel parecía resplandeciente, y por si fuera poco, su cabello tenia las raíces azules, al igual que delicadas líneas azules le corrían en donde nacía el cabello, como si el mismo cabello mojado se le pegara a la piel, lo que daba la impresión de ver a un espíritu del agua. Recuerdo que tenía un rostro que imponía respeto, serio. Entendía porque los niños le tenían miedo.


— ¿Hola?


— ah, eres tú.


— ¿Dónde están los otros?— pregunte al ver el lugar vacío.


— están en sus habitaciones,  todos están bien y no necesitan estar más aquí ¿Karsten hablo contigo?


— si, por eso estoy aquí.


— ¿y bien? ¿Vas a aceptar o vienes a disculparte?— hablaba perfectamente el idioma, y supongo que ella sabía muchos más, siendo la encargada de la enfermería.


— Por supuesto… quisiera aprender a revertir las maldiciones— ella me miro en serio por primera vez. Sonrió.


— vas alto, ¿eh, chico?


— ¿no se puede?


— claro que se puede, pero la mayoría  no se interesa en eso hasta que tienen la necesidad, una completa estupidez. No me dijeron que eras bueno en sanación, ¿Dónde aprendiste?


—  siempre lo hice, no lo aprendí porque sé que es lo que debo hacer.  Cuando vivía en india,  sanaba a las personas que iban a mi casa, luego en el templo donde viví aprendí un poco más sobre eso, pero no porque me enseñaran.


— interesante. Todo eso sin una instrucción… Karsten es un tonto, debió haberlo dicho antes. Estas ahí, solo desperdiciando tus talentos— siseaba bajito, como si no estuviera hablándome a mí. Tuve que explicarle que yo no hablaba ningún idioma más que mi lengua natal, y que había estado aprendiéndolo.


— ¿no vienen los demás?


— ¿Qué demás?


— ¿trabajas sola en la enfermería?


— sí. A veces mandan a los chicos que castigan, pero son más un estorbo que una ayuda—  no lo sabía, siempre creí que había más enfermeros— y últimamente no vienen mucho por aquí, nadie. Creo que alguien estuvo curando a los niños creyendo que no me iba  enterar— me sonroje, y sonreí avergonzado.


 — solo quería ayudar.  


— Espero que no creas que esto será fácil— no lo pensaba, y ahora que me sentía más útil que nunca, estaba dispuesto a hacer lo que fuera que me pidiera hacer. Ese primer día, me mando de nuevo a mi habitación con una pila de libros sobre anatomía humana y enfermedades. No tenía nada que ver con magia, pero aun así me propuse leerlos.  Me gustaron. Eran muy completos para la época, aunque muchas de las cosas que leí nunca las puse en práctica. Los libros sobre enfermedades también eran útiles, esos me fascinaron porque yo no solo sanaba a los que hacían magia, aunque desde que estaba en ese lugar no había salido a las calles para ayudar.    


Eso me hizo notar justamente que no salía mucho.  Paseaba, si, iba a las tiendas o salía de vez en cuando con mis amigos para ir a comer o pasar la tarde en una ladera alejada de la ciudad, pero no hacia lo mismo de antes. Siempre íbamos por las buenas zonas de la ciudad, nunca por los barrios bajos.


— ¿Qué estás leyendo ahora?— Jency se encontró conmigo en el comedor.


— un poco de lo mismo.


— oh… bueno, vamos a salir ¿quieres venir?— llevaba días sin salir, y el clima era bastante bueno para pasarla fuera. Así que guarde los libros y fui a ponerme algo más cómodo para estar fuera. Fue más gente de la que esperaba, ningún niño.  Creo que estaban ahí todos los que estábamos en edad para poder ir a esas misiones. O casi todos, al parecer algunos estaban justamente en alguna salida.


Al verme rodeado de todos, recordé de nuevo lo de la evaluación.  ¿Alguno de ellos sabía algo al respecto?   Me pase el rato mirándoles, tratando de ver en sus rostros si alguien sabía algo, pero no me atreví a pregúntale a ninguno, no porque me avergonzara hacerlo, siempre me enorgullecí de poder aprender algo nuevo. No era por eso. Era imposible para mí no comparar mi vida en el templo de la india con mi nueva vida. Y el punto principal, y que hacía que no me atreviera a preguntarle a nadie, era que aquí todos eran más susceptibles a todo, yo acababa de llegar, y no quería generar algún problema de ambiciones. Porque si, la gente de la ciudad tenía más ambición que esos pobladores que se conformaban con las cosechas en primavera, con agua del rio y con las ropas que podían hacerse.


Aquí nada era suficiente.  Ni siquiera para mí, aunque mis ambiciones eran muy diferentes a comprar los vestidos de moda o tener las nuevas fragancias o joyería. Yo solo quería ser mejor, conocer más, para poder ser de utilidad y poder devolver un poco de todo lo que estas personas me habían dado.


 


Los días que siguieron fueron difusos, como la mayoría en ese entonces. Como ahora si era un miembro fijo de la enfermería, los niños ahora venían por mi cuando pasaba algo o si podían, iban hasta la enfermería a pesar del miedo que les daba estar con Shui, la encargada.


— Déjame ver como lo haces— me dijo la primera vez que entro un niño con una herida en la cabeza, era algo simple, nada producido por magia.  No me sentí nervioso, era algo que hacía desde que tenía recuerdos, y siempre era lo mismo. Shui me observo en silencio.


— ya está. Ten más cuidado cuando subas a los árboles, muchas ramas están resecas y se rompen con facilidad— el niño asintió, sin decir nada y salió corriendo de ahí.


— no está mal. Sería más útil si en lugar de hacer esto— me tomó la mano, como yo solía hacer cuando sanaba  a alguien— hicieras esto— pasa su mano a centímetros de mi cuerpo, en un movimiento fluido.  Sentí la magia como una brisa— es más rápido.


—oh.


— ahorras tiempo, esfuerzo y  dolor a las personas. Cuando no sepas que les pasa, entonces puedes hacer eso que tú haces. Inténtalo— ella era así, no me daba precisamente una clase, lo de nosotros era algo improvisado. Lo que aprendía dependía de lo pasara en el día.  Cuando llegamos a ese punto, entendí la importancia se saber cómo funcionaba el cuerpo humano. Shui sabía mucho, creo que todo lo que aprendí sobre sanación lo aprendí de ella.


Estaba por decidir si pregúntale o no sobre la evaluación, porque había pasado ya mucho tiempo y yo no sabía nada más, ni siquiera había visto a Karsten desde entonces, cuando Anker Ibsen entro a la enfermería. Shui no estaba ese día.


— ah, Kiran…


— Hola, ¿necesitas algo?


— eh… sí. Tengo un problema… veras, desde hace unos días he estado… experimentando con algunos ingredientes, y no todos… exactamente permitidos— me sonrío, un poco avergonzado, un poco divertido— y como veras, no podía venir con la encargada sin meterme en problemas.


— ah, entiendo. Déjame ver—  no era la primera vez que alguien  iba de ese modo, nadie quiere irse con un regaño y un castigo, así que ese día Anker Ibsen estaba de suerte— algunas de las cosas que tomaste… ah, tomaste cicuta.


— ¿Cicuta? 


— ¿Por qué hiciste algo con cicuta?— muy pocas veces usábamos cicuta, esa planta venenosa que en cambio sabía era muy usada en la magia negra. No quería hacerme una mala idea sobre Anker Ibsen.


— no lo sabía, creí que estaba usando hinojo. En serio, la botánica no es mi fuerte— por supuesto, le creí. No creía que fuera una mala persona, además ¿Por qué bebería algo con cicuta por su cuenta? A menos que quisiera morir, lo cual era tonto porque lo que había tomado era realmente muy poco como para poder matar a alguien.     


— bueno, es peligroso que hicieras eso por tu cuenta. La cicuta tiene manchas rojas en el tallo, y un olor mucho más fuerte que el del hinojo o el perejil, que también puede confundirse.


— vaya, lo tendré en cuenta— me di la vuelta para hacer un brebaje para contrarrestar los efectos de la cicuta— en cambio, tu pareces saber mucho sobre botánica.


— conozco mucho de las plantas, viví rodeado de ellas por muchos años. Aunque muchas las conocí cuando vine a vivir aquí— me quede quieto. Él salía a las misiones, lo sabía de primera mano. Me volví a girar, mirándole— puedo ayudarte si quieres.


— ¿en serio? Eso estaría bien.


— Pero quisiera que me dijeras algo a cambio— le pase el cuenco donde tenía el liquido. Él lo olio y luego se lo bebió sin más. Tome su silencio como una aceptación— Tu sales ¿no? a lo que te mandan los  miembros del parlamento.


— sí.    


— le pedí a Karsten que me incluyera en alguna salida. Me dijo que iban a evaluarme, pero… no se qué es lo que se hace ¿tengo que ir yo? ¿O están evaluándome ya?


— ¿Eso es lo que quieres saber? Bueno, no es nada excepcional. Le piden a tus mentores comentarios sobre tus talentos, en que eres bueno y si consideran que podrías enfrentarte a lo que sea que vayan a pedir. Luego te mandan a llamar y te piden algunas demostraciones básicas. A veces son un poco más exigentes, pero… creo que tú no tendrás problemas. He escuchado muchas cosas de ti, Kiran.


— gracias. Cuando quieras puedes venir o pedirme que te enseñe sobre botánica, Anker Ibsen.


— llámame solo Anker ¿Si?


— bien.


— entonces ¿quieres comenzar a salir también? Me sorprende que no lo pidieras antes. Pareces más preparado que el resto de los que están por aquí.


— Solo quiero ayudar, disculpa, pero tú no pareces muy entusiasmado por salir— él se quedó callado unos momentos, jugando con el cuenco en sus manos. No había notado, hasta entonces, que Anker Ibsen no tenía una marca de magia notoria, las veces que le había visto no había notado nada, hasta ahora. Me quede mirando sus manos. Usaba unos guantes de cuero blancos, de esos que solo había visto usar a los caballeros de alta sociedad en las calles, aunque los de Anker estaban maltratados, como si los usara mucho. Trate de recordar las veces que nos habíamos visto, pero yo no me fijaba mucho en los detalles.


— oh, no… bueno, nunca quise salir a hacer ese tipo de cosas exactamente. A veces nos topamos con cosas muy desagradables…— se quedó callado. Uno de los guantes estaba flojo, y se había recorrido, dejando ver la piel de la muñeca. La piel que veía estaba ennegrecida, como su hubiera metido la mano a la tinta o como si su mano estuviera… quemada. Anker Ibsen era reconocido por usar el fuego. Su otra mano ajusto el guante. Le mire. Él no me estaba mirando.


— ¿Eso es tu…?


— gracias por la medicina— se levantó, dejando el cuenco rápidamente sobre una mesita. Muchas personas son muy susceptibles con su marca de magia, por eso nunca le prestaba mucha atención aunque esta fuera llamativa.


— Espera…— le detuve. Me sentí un poco mal por haber sido indiscreto— lamento eso, no tiene nada que ver conmigo. Disculpa si te moleste— él suspiro.


— no es tan grave…


— ¿No te gusta?


—…


— no creo que sea algo para avergonzarse.


— lo sé. Y debería estar agradecido de que sea algo que se pueda ocultar, pero…— no necesitaba ser muy listo para saber que había toda una historia detrás de ese rechazo hacia su marca.


— bueno,  en todo caso, no eres el único que tiene algo como eso, lo importante no es lo que te ocurre, si no como lo afrontas— le dije, levantando mi manga. Yo no ocultaba mis marcas porque no me gustaran o porque me sintiera avergonzado. Era solo la costumbre que tenía desde pequeño a no mostrarlas.  Anker las miro, recuerdo su mirada subiendo y bajando varias veces por mi antebrazo— pero claro, no te sientas mal por esto, solo es un comentario amistoso— él sonrió mientras yo volvía a bajar la manga.


— terminas viendo muchas cosas con el tiempo ¿no? por aquí muchas marcas son extremadamente llamativas.


— no conozco mucho de ese tema aun, pienso que no importa mucho entre nosotros, ¿Qué no todos usamos magia? Ya hay muchos problemas con los humanos como para añadirle más entre nosotros.


—…— él soltó una risita— eres interesante, Kiran. Hace tiempo que no conocía a alguien que pensara como tú. Gracias por ayudarme, de nuevo.


— no hay de qué.


—  estoy impaciente por comenzar a tener nuestras clases de botánica. Te buscare pronto. ¿Estás castigado?


— No—yo reí— estoy trabajando aquí, soy el ayudándote de Shui, así que me  encontraras por aquí.


— ¿En serio?— me sonrió, ya casi en la puerta— de algún modo no me sorprende tanto. Me parece apropiado para ti.  Bueno, nos vemos luego— Se despidió agitando una mano. 


No estaba muy seguro de que pensar después de ese encuentro, me alegraba mucho de saber un poco más sobre lo que iba a pasar, me sentía más relajado. Por otro lado,  me preocupaba un poco lo que había llevado hasta allí a Anker, ¿me había mentido? Él no tenía motivos para mentirme, apenas nos conocíamos. Confiaría en su palabra, y quizá, si volvíamos a vernos como habíamos quedado, pudiera averiguar algo más.  

Notas finales:

 

Apartir de aqui la historia avanzara mas rapido, espero que la sigan disfrutando. Si tienen alguna duda con gusto les repondo.

Muchas gracias por leer.


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