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Crónicas de un héroe por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Ya quedan solo unos cuantos capitulos antes de terminar, y por lo tanto menos para que aparezca ese por quien esperan :3

espero que les guste.

 Muy pocas veces me he llegado a sentir tan cansado como en los meses que siguieron a la mudanza. Asegurarnos de que no se notara la magia que hacíamos era difícil, teníamos que practicar, enseñar y encargarnos de cosas importantes en las que no podíamos prescindir de la magia. 


— Kiran, debes estar cansado ¿Por qué no dejas que me encargue?— estaba surtiendo la pequeña enfermería que teníamos, había pasado todo el día consiguiendo la comida para la semana y además había tenido unos problemas con un par de niños que habían visto a uno de los nuestros haciendo magia.


— está bien.


— no, solo… déjame esto. Ya haces mucho por nosotros Kiran, descansa. Nunca te he agradecido lo suficiente por encargarte de todo.


— no es necesario. Pero si insistes, solo tienes que rellenar los frascos y poner las plantas en su lugar.


— eso sí lo puedo hacer— me sonrió.  Ahora sabía que ese lugar no era antes un hogar como el nuestro, y que apenas comenzaron esos disturbios fue cuando se habían mudado allí, e Isabel no era encargada antes,  de hecho, no había hecho ni una sola misión aunque en ese sentido no podía quejarme porque yo tampoco había hecho mucho que digamos en esas misiones. Había salido a algunas más, aunque todas eran de reconocimiento, buscábamos  lugares donde pudiéramos estar a salvo, la magia negra olvidada por unos meses.


— Cuento contigo entonces— habían llegado dos chicas más, apenas estaban dejando la niñez, así que no podían ser tomadas como adultas.  Era una familia pequeña, y curiosamente, más unida que la anterior. Todos nos cuidábamos, y a mí me gustaba mucho ver a Jency contándoles historias, o a Anker enseñándoles magia en el pequeño espacio que teníamos como patio.


Ese lugar era tranquilo.


— ¿Listo para tu salida?— le pregunte a Jency. Iría por la mañana en su primera misión.  


— estoy nervioso.


— bah, no es nada. Estoy seguro de que todo estará bien.


— eso espero.  ¿Puedes creerlo? Esto es genial.  Ojala hubiera sido contigo y Anker,  sería más fácil. Pero será para la próxima— Anker no estaba por esos días, había salido a otra misión y no tardaría en regresar.


Por la mañana Jency se fue, mucho más animado de lo que le había visto jamás. Había tenido la suerte de encontrar a algunas chicas que estaban interesadas en él también por estos lugares, así que su primera decepción por haberse marchado del lugar anterior había pasado hacía semanas. Seguido recibíamos visitas de sus amigas.


Cada semana recibíamos también la visita de algún encargado, ya fuera Karsten, shui o algún otro. Me gustaba que fuera alguien que conociera, porque podía preguntar por mis amigos.  Sentía que poco a poco las cosas iban acomodándose de nuevo.


— ¡Kiran!— Netikerty dio vuelta por el pasillo, casi corriendo— ah, te encontré. Es Anker, regreso.


— Ah— la seguí. Anker estaba en la sala que teníamos, sentado en un sofá, y…— ¿Estás bien? déjame ver eso.


— estoy bien, solo es un corte— le mire con calma. Si había llegado hasta aquí, sabía que no era nada grave,  pero no por eso evitaba la preocupación de saberle herido. Me acerque hasta quedar frente a él. Tenía una cortada en el brazo, y un raspón en la frente.


— ¿Qué paso?


— hubo una pelea… encontramos… algo— note la mirada que le dirigió a los demás— y las cosas se salieron un poco de control. La persona que me intento curar no es tan buena en eso, no como tú— me sonrió. Le tome la mano. Me gustaba tener una excusa para poder hacerlo. Le di un leve apretón  a modo de saludo.


— no está mal, pero estas agotado. Deberías ir a descansar.


— Tengo…— negué con la cabeza antes de que terminara— Kiran— se quejó, como un niño.


— ve a dormir. Iré a revisarte cada poco tiempo para vigilar que duermas— él hizo una mueca, pero se levantó y le vi tomar rumbo a nuestra habitación. Los demás rieron discretamente. Lo que tenía con Anker seguía bien, y aunque él se lamentaba cada que podía por el hecho de que no quería que nadie más lo supiera  a mí no me molestaba mucho. Entendía porque no quería que nadie lo supiera, y realmente yo no estaba seguro de si quería que lo supieran o no.


— Nadie puede decirte que no ¿eh?— Netikerty me sonrió— de seguro no te hubiera dicho nada cuando llego, por eso fui por ti.


— gracias. Anker es muy terco a veces.


— siempre fue muy apartado ¿sabes? pensé que no le agradaba mucho verse con los demás, aunque siempre trato bien a los niños.    


— ¿Tu llegaste primero que Anker?— no sabía mucho de Anker antes de mi llegada. Ella negó.


— Anker ya estaba allí cuando llegue. Siempre me pareció impresionante como usa el fuego, me pregunto porque nunca ha buscado algo mejor, es decir, en el parlamento. Estoy segura de que su poder le ayudaría a tener un mejor lugar que quedarse en cuidando niños.


— vaya… ¿puedes explicarme mejor eso?


— seria como ser un héroe, alguien en quien el parlamento confié plenamente. Hay algunas personas así, como Karsten.  Cuentan con ellas para todo.


— ya veo.


— quizá no han tenido oportunidad de hablar con Anker, aunque siempre le han llamada seguido. Creo que es quien más había salido antes, donde vivíamos.


 — Por algo será— no sabía nada y en ese momento yo también estaba intrigado por saber porque Anker no era eso que decía Netikerty.


Conocía a Anker lo suficiente, creía yo. Sabia, por ejemplo, que odiaba los tomates y amaba las fresas.  Que se quejaba constantemente del calor aunque controlaba el fuego mucho más caliente. Que sabía mucho de magia, pero no le interesaba lo que pasaba con los humanos, que solo ayudaba cuando yo lo hacía. Que dormía tan profundamente que era difícil despertarle, en especial cuando hacia grandes demostraciones de magia.  Conocía cientos de cosas así sobre Anker,  también sabía dónde había vivido antes de ir, como había llegado con Karsten y cosas por el estilo, como el que solo hablara tres idiomas.


Estaba convencido de que no era falta de confianza, era más bien falta de conversación sobre eso.  Fui varias veces a ver como seguía, y en todas lo encontré durmiendo. Ya era tarde cuando le encontré despierto. Recién había salido se asearme, y él estaba sentado en la cama.


— ¿y Jency?


— tenia misión, se fue esta mañana.


— ah, es verdad, me olvide.


— ¿Cómo estás?— Anker me sonrió.


— Mejor, pero realmente no fue nada importante— aun no olvidaba que algo había pasado en esa salida, porque no se suponía que fuera algo peligroso— sé lo que vas a preguntarme.  Nos topamos con un nigromante— eso no era nuevo, seguido teníamos esos encuentros— resulto que estaba culpando a personas inocentes a petición de los propios miembros del pueblo donde pasamos. Nos tomó desprevenidos, pero pudimos resolverlo.


— Menos mal— no entendía porque esas personas tenían esa tendencia a hacer el mal. Había leído sobre la magia negra, y generalmente eran pocos lo que podían usar esa magia proveniente de la oscuridad, magia que usaban solo para dañar. Eso no lo entendía— ah, escuche algo, ¿Por qué sigues en este puesto? Creo que puedes tener un puesto más alto en el parlamento.


— ah, eso…— Anker me miro,  creí ver algo de pena en su mirada— no quiero ser el centro de atención— su voz era un susurro— es decir,  todos están pendientes de lo que haces, lo que no haces… y yo no quiero eso. Quiero poder salir con quien quiera y que nadie me moleste por eso. Eso no pasara si yo me convierto en el héroe del parlamento.


— ah, ya veo.


— Y hablando de eso…— su expresión cambio de pronto— no me has dado una bienvenida— sonreí mientras me acercaba y le besaba. Había estado fuera muchos días, y no habíamos tenido oportunidad de despedirnos apropiadamente.


— Bienvenido— Anker me sonrió. Le vi tomar sus cosas y salir. Cuando regreso, unos minutos más tarde, traía ropa limpia y el cabello húmedo.


— no hemos hablado sobre ir de nuevo a las termas ¿lo recuerdas?— Anker se sentó en su cama. El espacio era tan pequeño que si me estiraba un poco podía tocarle.


— Sí, pero…— eso fue lo que hice, le di un tirón a su mano— no puedes entrar con estos— le quite uno de los guantes que seguía usando a diario, incluso para dormir. Eran como una parte de Anker y seguía poniéndose incomodo cuando se los quitaba.


— Jency no está ¿cierto?


— No— Anker me miro, y con movimientos lentos, sin soltar mi mano, se acostó a mi lado.  No habíamos llegado más lejos que besos y algunas caricias,  y no porque no quisiéramos avanzar a ese punto, pero había muy pocas oportunidades de tener momentos a solas, además todo tiene su tiempo, no intentes adelantar nada, solía decirme a mi mimo.  Su cabeza se recargo en mi hombro mientras yo tomaba su otra mano y quitaba el guante. Me gustaba tomar su mano libre de prendas, entrelazar nuestros dedos.


— ¿no te molesta?


— ¿Qué duermas conmigo? no.


— no me… ah, eres imposible— sonrió al notar que si había entendido a que se refería él. Le abrace,  algo que tampoco hacia seguido. Solo estuvimos unos momentos así, en silencio. Anker fue quien se giró, me miro y luego me beso. Estaba casi sobre mí, sus manos en mi cabello. Sentía el beso diferente.


— Anker…


— sigamos… solo sigamos— sus labios se movieron con los míos. Le atraje a mí, aliviado de saber dónde poner mis manos.  Las suyas entraron bajo mi ropa.  Resulta muy cómico, pensándolo después, el hecho de estar pensando en cómo hacer esas cosas, como poder estar en intimidad con un chico, o una chica, y cuando llega el momento, todo parece tener sentido. Porque no me pareció nada extraño eso que hacíamos. Quitarle prenda por prenda me pareció algo tan normal como si no fuera la primera vez. Sabía también que tenía que besarle. Y lo hice, le bese como si no hubiera mañana.


Anker era quien me guiaba, si pudiera llamar a eso de algún modo.  Era un lenguaje nuevo, solo de sonidos y caricias.  Las sensaciones no eran desconocidas, y a la vez eran nuevas. Pensé poco en eso, porque Anker tenía mi atención por completo.  Me mordió con delicadeza el cuello, antes de tironear mi ropa. Cuando quede completamente desnudo, fue que note lo diferente que sería todo a partir de ahí.


— …


— ¿Qué pasa?— me había quedado pensando en cómo continuar, y por lo tanto, había dejado de moverme— ah… si no estás cómodo... yo entiendo… esto quizá sea demasiado y…— Anker intento moverse.


— No, espera… esto no… no estoy pensando en eso— Anker no me creyó, lo supe al ver cómo me miro— esto es diferente, no sé cómo seguir— Anker se me quedo mirando, y luego su cara se puso roja. Yo también sentí que la cara se me ponía roja.


— Oh… bueno, si es solo eso, no tienes que pensarlo mucho… yo…— no continuo hablando. Me beso. Anker conocía de eso, recuerdo que fue lo que pensé. Deje que hiciera lo que tuviera que hacer. Conocía un poco de lo que podía hacer,  le abrace, le bese, no solo en los labios.


Anker si sabía lo que hacía.  Sus movimientos eran seguros, a pesar de ser un poco lentos. Sus manos no temblaban cuando me toco, parecía conocer bien todos los lugares del cuerpo, aquellos donde todo se sentía bien. Yo me sentía bien, Anker me hacía sentir bien. Su respiración hizo cosquillas en mi cuello cuando se abrazó a mí.  Me había puesto incomodo desde hacía un rato, era doloroso soportar tanto placer. Curiosamente, lo único en lo que podía pensar era en las manos libres de Anker.  Yo no le había tocado mucho, y no porque no quisiera. Anker simplemente no me dejo hacer mucho. Cuando sus manos estaban apoyadas en mis hombros, subiendo un poco más su cuerpo antes de volver a bajarlo. Sentí la presión del intento que hacía por hacer que entrara en él.


— Anker…— murmure al verle una expresión de dolor, apenas un gesto— ¿estás bien? para…


— está bien… solo… hace tiempo que no hacía esto— me sonrió y me beso de nuevo— no arruines el momento con tu preocupación— sus manos jugaban con mi cabello, me volvía a perder en las sensaciones placenteras que me producía ese acto. Anker gimió, un sonido que me envió un delicioso escalofrió por el cuerpo.  El calor termino por envolverme. Los besos se volvieron más intensos, los movimientos menos cuidadosos. Las caderas de Anker chocando con las mías, los jadeos que pronto no pudimos contener…  la expresión de placer que ponía, tan cerca de mi rostro…  él jadeaban, sosteniéndose a mi cuando terminamos, sucios, sudados… le acaricie el cabello, sentí su respiración en mi cuello, y luego un beso, una mordida…


Creo que el tiempo que pasamos allí se me hizo largo, compartiendo caricias.   


 


Por la mañana, Anker seguía dormido en mi cama.  Me moví y abrió los ojos. Sonrió con pereza.


— Buenos días— dijo. Le sonreí— ¿es muy tarde?


— No— bostezo.


— Vuelve aquí— me extendió su mano. La mire, y luego la tome, sentándome primero— deja que Isabel se encargue un rato— no le solté la mano mientras me recostaba a su lado. No dijimos nada, unos momentos después, lleve su mano hasta mi cara. De cerca, su piel tenía también un tenue brillo— ¿Kiran?—  le bese cada uno de los dedos.


—  te quiero.


—  Bésame— le di un beso al dorso de su mano. Él rio, me incline a besarle en la boca— eso está mejor. Es la mejor bienvenida que me han dado…


— Hagamos más bienvenidas así— sus ojos brillaron, y luego hizo una mueca.


— tengo hambre.


—  iré a traer algo…— 


Aquellos días fueron indescriptibles. Comencé a desear poder estar con Anker así en cualquier momento, sin tener que cuidar que alguien nos viera. No podía tomarle de la mano delante de todos, y aunque una vez lo había hecho cuando estábamos a solas en la cocina, no era lo mismo si tenía sus guantes puestos. 


— ¿Por qué no te quitas los guantes? Esta haciendo calor.


— Me gusta que haga calor— no estaba muy seguro de eso, creía recordar haberle escuchado antes quejarse del calor.


— pero…


— además, nos evitamos problemas ¿no crees? No quiero volver a huir porque van a quemarnos en una hoguera, aunque digas que no nos haría nada porque puedo controlar el fuego. Tú también puedes hacerlo, no sé porque me das tanto merito.   


—  no creo que pase eso.


— no me gusta que me miren mucho.


— no veo nada de malo. No eres el único que tiene marcas.


— lo sé,  pero no me gusta que me vean ¿bien?


— ¿Ni siquiera yo?


— Tú eres especial— me sonrió.  Había pasado mucho desde que habíamos estado a solas en algún lugar, Jency había salido el día anterior y ese día había estado nublado, los demás estaban dentro de sus habitaciones o limpiando algunas  goteras.  Nos estábamos inclinando hacia el otro, cuando lo sentimos. Nos míranos unos segundos antes de pararnos.


— eso fue…


— Si…— era magia oscura, tan clara que no había oportunidad de equivocarse. Miramos en la dirección que la sentimos— tenemos problemas— esperamos unos momentos. Eso no había pasado antes, y no quería luchar. Al parecer tampoco Anker. La sensación de esa magia se repitió. Y luego otra vez. Anker suspiro— tenemos que ir.


—  Vayamos— Isabel nos encontró antes de salir. También lo había sentido— no salgan, y ten cuidado. Si no volvemos…


— Vamos a volver— Anker me miro fijamente— vamos a volver— no había nadie más que pudiera ir que nosotros, pero teníamos que ir. Nos dirigimos sin decir más.  Quería creer que no tendríamos problemas, pero la actitud de Anker me decía que esto no íbamos a resolverlo con palabras.


El lugar al que llegamos fue al cementerio. No me extraño.  Sabía que esto era peligroso, enfrentar a un nigromante en un cementerio… apenas y pusimos un pie dentro, las cosas se pusieron feas. Algo salió de entre las tumbas, de la tierra, de todos lados. Anker gimió.


— bueno, era muy ingenuo creer que podíamos hablar.


— Odio esto— el fuego chirrío en sus manos unos segundos, y luego todo se ilumino cuando se expandió en hondas hacia los cadáveres reanimados. Avanzamos despacio, abriéndonos camino.  Yo usaba más la tierra para volverles a su lugar que quemarlos, aunque deje de hacerlo cuando volvían a salir— ¿Primera vez con estas cosas?


— Algo así— vi de reojo la luz que se dirigía a nosotros. La desvié a tiempo. Anker me miro sorprendido. 


— Encárgate de esos, yo lo intentare  con él— de entre las tumbas había salido el responsable de esto. Parecía tener la misma edad que Karsten, y no podía notar una marca a simple vista, pero era claro  quien estaba haciendo esto.


— sois del parlamento ¿cierto?— ni siquiera espero  a que respondiéramos. Nunca he puesto mucha atención a las batallas que he tenido, porque no es algo que tenga planeado así que no recuerdo muy bien que fue lo que hice. Ese nigromante, del cual nunca supe el nombre, usaba más a los reanimados  y las maldiciones que alguna otra magia. Era fácil evitar las maldiciones, pero no sencillo acercarme.  No podía dar ni dos pasos sin que saliera una mano de la tierra y me impidiera caminar.


— esto está molestándome— gruñí. Anker hacia lo que podía con la gran cantidad de reanimados que había— ¿Cuántos muertos puede haber en un cementerio?— estábamos agachados tras un mausoleo no muy grande.


— ni idea… estoy cansándome.


— terminemos esto… ¿puedes cubrirme?  Necesito que no pueda apuntar…


— Hecho— antes de que pudiera detenerle Anker salto de nuestro escondite no tan secreto. Le había visto usar el  fuego, hacer demostraciones y luchar, como hasta ahora,  pero lo que hizo… entendí porque decían que controlaba el fuego mejor que nadie.  El fuego se elevó como un muro viviente, se movía, avanzado, creciendo, pero siempre en una línea recta, sin ir más hacia otros lados. Me costó despegar la vista del espectáculo de las llamas danzantes para lanzarme detrás de ese muro, acercándome.  Entre el color rojizo del fuego, vi como el nigromante se tiraba hacia un lado, evitando el muro ardiente, y luego lanzaba una maldición. Escuche el quejido de Anker y luego el fuego despareció.  


— Anker…


— ¡Cuidado!— me gire a tiempo de tirarme al suelo. Y entonces recordé. El cementerio estaba lleno de maleza, y solo me tomo unos momentos hacer que salieran, crecieran y formaran un buen agarre alrededor del nigromante.  Me gire, preocupado de nuevo por Anker. Pero él ya estaba de pie, convirtiendo algunas de mis nuevas ramas en piedras, su magia reforzando la burda prisión.


— ¿estás bien?


— Si…— le sangraba la cabeza— me aparte, pero eso le dio al mausoleo, se destruyó parte del muro y no me pude apartar— explico cuando vio que no apartaba la vista.


— ah, menos mal… creí que….


— Estoy bien— sonrió— nada mal ¿he? Este no era tan fuerte— se sentó sobre la tierra.  Me senté a su lado, reclinándome en una lápida. Comenzó a reír, su risa me hizo reír. 


— deja curar eso.


— Mejor esperemos…  si se le ocurre hacer algo…— podía sentir la magia oscura intentando destruir lo que habíamos hecho. Posiblemente de no ser por la ayuda de Anker lo habría hecho.


Los miembros del parlamento que llegaron después nos encontraron todavía sentados en el suelo, cansados y sucios. Cuando ellos se encargaron, pude curar al fin a Anker y comprobar que no tenía nada más que heridas superficiales, yo no tenía más que algunos raspones.   


— ¿hicieron esto solos?


— Es increíble…— escuchaba algunos murmullos. Anker me miro, y sonrió.  Karsten nos sonrió también cuando nos escolto de regreso al lugar donde vivíamos. Isabel había llamado al parlamento apenas nos fuimos. Todo no había durado tanto como yo pensaba.


La noticia de que habíamos capturado a un nigromante no tardo en extenderse, porque comenzamos a recibir cartas y visitas de personas que solo quería escuchar como lo habíamos hecho. Fue en ese momento que comencé a convertirme en héroe.  

Notas finales:

Bueno, por ahora es todo. A los que me siguen en wattpad, por el momento no me deja subir nada, así que la actualizacion alla sera mas  tarde (O cuando me deje)


 


Gracias por leer.


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