Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Crónicas de un héroe por Silence Tsepesh de Lenfet

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos, regreso con un capítulo más.  Espero lo disfruten.

 El templo donde vivía era mi vida, los días pasaban en calma, escuchando el viento, haciendo la limpieza diaria y recolectando la comida para las sequias, aunque eso era más para ayudar al pueblo que para nosotros. Nosotros sabemos cómo mantenernos en esas situaciones, no así las personas que no tienen magia.


Recuerdo que lo hacía a escondidas las primeras veces, cuando el pueblo solo tenía algunas cuantas casas. Me gustaba ir a observar a las personas que se atrevían a vivir en un lugar como ese, donde no había nada más cerca que un rio que corría casi todo el año y arboles por todos lados. Observe caer el primer árbol para construir la choza. Durante cinco años observe como se levantaba el pueblo… luego vino la primera sequía. Los árboles que había no daban frutos, y las cosechas que el pueblo tenía se quemaron con el sol ardiente y la falta de agua, que aunque estaba cerca, no tenía los medios para poder regarlo todo. Más de la mitad de las plantas murieron. Años antes había pasado, pero con lo que quedaba podían mantener a las tres familias que vivían allí.  Ese año, había más familias.  Por la noche, deje cerca una canasta llena de nuestras cosas. Les ayude así por algunos meses, luego al siguiente año, y cada que veía que les faltaba alimento. Cuando los demás me descubrieron, comenzaron a ayudarme.


¿Por qué hablo del pueblo? Quiero que entiendan que era importante para mí, de algún modo me recordaba a mi familia. Mi familia que posiblemente hubiera muerto años antes. Quizá algunas de mis hermanas seguían  vivas, nunca lo supe. Cuando llegue a ese lugar, entendí que el tiempo pasaba, pero no lo tomaba mucho en cuenta, hasta que crecí, sacando conjeturas, era imposible que mis padres siguieran con vida.


Por eso, cuando me dijeron que alguien estaba causando problemas en el pueblo, que para entonces ya era muy grande, solo pensaba en salvar a las personas, en impedir que lo destruyeran.


— por acá, Kiran— corrí entre la marea de personas que huía. Pronto note que había magia, mucha magia. En el templo, todos hacíamos magia, pero nunca había sentido magia que no fuera la de nosotros.


En el centro del pueblo, estaba una persona. Nunca había visto a alguien como él. Su cabello era como el fuego, su piel blanca. Entendía porque le temían los demás, aun sin que estuviera haciendo magia. Parecía un demonio. Reía, mientras el agua del pozo  a sus espaldas salía disparada por todos lados.  Su imagen me causo una fascinación malsana, por lo novedoso que era ver  a alguien como él.  Pronto note que no estaba solo, había muchos más, muchas personas más haciendo magia, y al parecer, estaban luchando. El agua hacia que los demás se movieran, todo era un manchón de tonos de piel y cabello diferentes.


— hey, tu muévete— me grito alguien. No me moví. Seguí observando lo que pasaba a mí alrededor.  El hombre de cabello rojo tenía un olor a muerte,  no sé cómo lo sabía, pero sabía que eso era. A su alrededor se alzaron las sombras. Hubo gritos, no de miedo, se estaban reorganizando. Era muy extraño ver a alguien más usando magia. El olor a muerte se hizo más fuerte. Magia negra, eso dijo el chico que fue por mí. Conocíamos muy poco de ese tipo de magia.  Hasta que no escuche el ruido de una casa al derrumbarse,  me di cuenta de que estaba perdiendo el tiempo. Una de esas sombras se dirigió hacia mi acompañante, el chico que apenas dejaba de ser un niño.


Por lógica, viendo que eso era sombras y oscuridad, use luz. No lo detuve, pero lo desvié. Me moví hacia él y logre detenerle una de sus manos antes de que hiciera otro movimiento.   


— estas causando destrozos en las casas. Por favor, cualquier problema que tengas con ellos, resuélvanlo fuera del pueblo— le hable. No sabía si me entendía. Sus ojos eran un remolino de colores, cambiaban cada pocos segundos. Yo había pensado que su cabello era la marca de la magia. Él sonrío.


— no vienes con ellos— me sentí agradecido de que me entendiera— ¿sabes quién soy?


— sé que estas causando molestias. No me importa quién seas— soltó una carcajada y se soltó de mi mano. Me observo, divertido.


— en serio, no tienes idea. Vives por aquí ¿cierto? Eso explica muchas cosas. Las personas por estos lugares son muy conservadoras. Chico, te mostrare algo que jamás has visto antes— las sombras se movieron, me aleje de allí. Pronto lo vi, lo sentí. Su magia era impresionante, fluía por todos lados, buscando. Todos se alarmaron, no entendía que estaba pasando— te enseñare, lo que es un nigromante.


— ¡Kiran!— me gire. Caminando por la calle, viniendo hacia nosotros, había un montón de cadáveres. Lo sabía por las ropas que usaban, por su piel descompuesta, porque no tenían vida. ¿Qué clase de magia podía hacer tal aberración? ¿Quién era esa persona que hacía que los muertos anduvieran? Si yo no fuera un mago, sin duda pensaría que era un dios. Pero yo no creía en los dioses. Y él era malo.   Había agua en el suelo, formando charcos.   Mientras los demás iban a encargarse de los muertos, yo sabía que tenía que detenerlo. De algún modo, tenía que detener a esa persona.


— Nigromante— le dije— no eres bienvenido aquí.


— nunca seremos bienvenidos en ningún lado— reía como demente. Las sombras se lanzaron contra mí, las evite, saltando, rodando por el suelo. Intente atraparle con las raíces de los arbustos que había más cerca, pero él los quemo— si quieres detenerme, tendrás que esforzarte más— lo hice, era difícil considerando que nunca había usado la magia para luchar. Siempre había sanado a las personas, incluso en este pueblo, me conocían porque a veces bajaba y curaba a algunas personas, no como antes, claro.  Y el problema era simple: yo no quería matar, pero entendía que él  me iba a matar si no hacía algo. Si tan solo pudiera detenerlo…


— Basta… ¿Por qué haces esto?— más risas.


— no hay motivo. Algún día lo entenderás— hubo un estadillo de más de esa magia. Escuche un grito, y vi como la casa en la que se ocultaba mi amigo se derrumbaba. Fue un impulso, fue como si me abrieran los ojos.  Supe lo que tenía que hacer. El agua que había quedado a su alrededor… la hice sólida, le di forma y la dirigí a él…


Las estacas de agua solida le atravesaron, se tiñeron de rojo. Él siguió riendo, tosiendo sangre. Todo pareció detenerse, yo estaba horrorizado por lo que había hecho, y a la vez, aliviado de que terminara.


— ¿Esto era necesario?— pregunte, no supe si a mí o a él.


— está bien morir por alguien como tu…— murió sonriendo.


Esa fue la primera vez que vi a un nigromante, y la primera vez que mate a alguien.


El mundo no se detuvo. Los otros siguieron gritando, y tuve la suficiente entereza para correr hacia la casa donde estaba mi amigo y se derrumbó. Llegue justo cuando le vi levantarse entre los escombros. Suspire de alivio.


— ¿estás bien?


— Sí, pude detenerla un poco— sonrío.  Tenía algunos raspones, así que extendí mi mano y dejé que mi magia le curara. Le revolví el cabello cuando terminé— ¿Qué fue lo que paso?


— No lo sé…— alguien nos hizo señas para que nos acercáramos. Nos alejamos de la zona de la lucha. El hombre era un poco mayor, pero no para decirle anciano. Me hablaba en algunas lenguas antes de usar una que entendiera.


 — ¿Cómo te llamas?


— Kiran, ¿Quiénes son ustedes?


— bien, Kiran, nos has hecho un gran favor, estábamos teniendo algunos problemas con él. Debo suponer que hay algún templo por aquí— señale el camino a la montaña.


— por allá. Puedo llevarles si quieren. Y si tienen  algún herido, también puedo ayudar— Él llamo a alguien, le dijo algo en otra lengua y luego se acercaron tres chicas y un chico. Los cuatro tenían heridas que sangraban, pero no parecían graves. Les cure antes de irnos. Me intrigaban todas personas, todos eran diferentes, veía algunas marcas de la magia bastante notorias, como la chica de los cabellos verdes, estaba seguro de que eso no podía ser normal. ¿De dónde venían? ¿Quiénes eran y qué relación tenían con ese hombre que había matado?


— ¿desde cuándo usas la magia?


— umm… desde que recuerdo. Hace muchos años.


— Ya veo— me dirigí hasta la entrada del templo, y le pedí que esperara mientras buscaba al lama del templo. Me quede cerca mientras entraban al templo, lo suficiente para entender que se presentaba como miembro de un tal parlamento, de un lugar que nunca había nombrar. Hablaban de magia, de escuelas… me sentí mal por escucharles.  Me aleje hasta mi lugar favorito para sentarme a meditar, en la montaña. Sentía que me hacía falta después de haber quitado una vida.


 


Sentí la presencia a mi lado. Espere unos momentos antes de abrir los ojos. El lama está sentado a mi lado.


— Me contaron lo que paso en el pueblo— asentí. Era obvio que se lo dirían, y yo no pensaba ocultarlo— ¿Cómo te sientes?


— no lo sé. No quería hacerlo, pero… creo que no había otra salida. Él no estaba en sí mismo, solo quería dañar a los demás. No podía  permitirlo tampoco— sonrió. Me conocía bastante bien, y me creía. Nos quedamos en silencio, mirando el paisaje.


— ellos están muy sorprendidos por lo que hiciste.                     


— solo hice lo que debía.


—  ¿Qué piensas de ellos?


— parecen buenas personas, y son interesantes. Usaban magia también, pero no cuidaban su alrededor. ¿Por qué?


— vienen de muy lejos, Kiran. Siguiendo a esa persona que perdió el camino.  Ellos enseñan más cosas, conocen más cosas y tienen personas que ayudan a mejorar sus bendiciones— Él siempre llamo bendiciones a nuestra magia— y quieren  que vayas con ellos.


— ¿Ir con ellos?— repetí, pero solo como un eco de sus palabras.  Haciendo esa pregunta, solo podía haber una respuesta, solo una porque yo me había dado cuenta de una cosa muy importante para alguien que vive en un lugar tan pequeño como yo: El mundo es muy grande.


— ¿quieres ir con ellos?


— no lo sé.


— Kiran, no tienes que ser grande para empezar, pero si empezar para ser grande.


—… sí. Si existen personas como él, que dañan de ese modo a los demás… quiero poder hacer algo más que solo sanar a las personas— él me sonrió, creo que siempre supo que yo no me iba a quedar por siempre en ese lugar. Se levantó sin decir nada más. Durante la cena de esa noche,  el hombre que me había hablado se me acerco de nuevo. No me dijo nada hasta que termine la cena.


— ¿y bien, Kiran? ¿Has decido algo?— me agrado que no me repitiera todo, que intentara manipularme contándome todo lo que podía obtener si iba con ellos. Ahora tenía la posibilidad de conocer, como quería de niño, recorrer el mundo, viajar.


— quisiera saber más de lo que hacen.


— bueno, intentamos mantenernos en paz con todos. No en todos lados puedes hacer magia como aquí.


— magia…— murmure, mirando mis manos. Sí, me gustaba mucho más llamarle magia que bendiciones, que poderes de los dioses— ¿Por qué? se puede ayudar a las personas con la magia, ¿Por qué no hacerlo?


— a los humanos les da miedo lo desconocido, no se explican cómo hacemos lo que hacemos— eso era ilógico, ¿necesitaban un porqué?— además, por personas como él nigromante con el que luchaste, ahora muchos piensan que todos somos como ellos.


— entonces hay más como él.


— algunos más. Causan problemas de vez en cuando, no son los únicos. Intentamos que no hagan mucho daño, tanto para mantener a los humanos a salvo como a nosotros. Y alguien como tú, podría ayudarnos mucho. Nunca había visto a alguien tan bueno sanando.


— no me has dicho tu nombre.


—Karsten— le mire. Antes le había puesto poca atención a su apariencia, su cabello era oscuro, y su piel muy blanca, casi parecía papel y su cabello tenía algunos mechones que parecían de metal. No era tan alto como esperaría de un hombre de su edad.


— ¿Qué es lo que haría si voy con ustedes?


— prepararte. Reconozco que eres bueno, lo que hiciste con él no lo hace cualquiera. Y yo que pensaba que por estos lugares no aprendían a atacar.


— iré. Quiero ir con ustedes— me sonrió— pero quiero poder volver si no me gusta lo que veo— eso era lo único que me inquietaba de todo, que lo que sea que hubiera fuera de estas junglas no me gustara.


Como me equivocaba.


Partimos dos días después. Yo no llevaba muchas cosas, no tenía muchas cosas. Ver las ciudades, ciudades de verdad, hechas de materiales que no fueran hojas y madera, me hizo ir todo el camino con la boca abierta. Las ropas, las personas… todo era tan diferente, sentía que había terminado en otro mundo. Y sin embargo me gustaba. 


— llegamos— pudo ser un viaje aburrido, porque no hablaba con nadie, no porque no quisiera, sino porque ninguno hablaba mi idioma, pero como era la primera vez que veía todo, tuve mucho que pensar mientras llegábamos al edificio donde viviría. Era grande, hecho de piedra sólida. Las ventanas tenían cristales de colores, y  las puertas eran de madera gruesa, pesadas y talladas. Tenía un patio enorme, y supe cuál sería mi lugar para meditar— Kiran, no puedo acompañarte todo el tiempo, por aquí hay más personas que pueden entenderse contigo, te buscare mañana para informarte sobre lo que harás— asentí, daba igual lo que hiciera, lo haría— ah, aquí esta— dijo algo en otro idioma, e hizo que se acercara un chico que caminaba por ahí con unos libros en las manos. Le dijo algo más, creí escuchar mi nombre, y el chico me miro— bueno, los dejo— Karsten se fue.


— Eh… entonces ¿tú fuiste quien termino con el nigromante?— me hablo en mi idioma, parecía tímido.


— estaba causando problemas.


— Siempre lo hacen— me sonrió— debes estar muy impresionado al venir aquí ¿no? donde vivías es muy diferente— asentí— voy a mostrarte el lugar. Cielos, si no me entiendes por favor dímelo, hace tiempo que no hablo en este idioma.


— Descuida— me agradó. Volvió a sonreírme y pasó la mano con dificultad entre los libros y la extendió hacia mí.


— soy Jency.


— Kiran— le respondí, tomé la mano que me ofreció.  Jency, al parecer, tampoco tenía mucho tiempo en ese lugar. Sus ojos, unos ojos que donde debería estar el color blanco solo había azul, no eran tan llamativos a comparación de otras cosas que vi por ahí.  Mientras caminaba detrás de él,  un par de chicas se pasaban una  esfera de fuego. Me pareció que una de ellas tenía las orejas alargadas.  


— no te quedes atrás. Esa puerta que ves allá es la biblioteca, encontraras todo lo que necesitas saber allí, puedo acompañarte para pedirle al encargado que te pase solo libros que puedas leer.


— gracias. ¿Sabes quién puede enseñarme a hablar más lenguas?


— bueno, hay por aquí dos o tres personas que conocen muchos idiomas, quizá les pidan que te ayuden con eso.


— Entiendo— el lugar era mucho más grande de lo que conocía, pero no era fácil perderse. Todo estaba organizado siguiendo un orden: Patio, edificio, patio. Los edificios también eran fáciles de identificar, dormitorios,  salones,  despachos.   Al final de ese día sentía que conocía todo lo que tenía que conocer.


— ¿sabes si vas a compartir la habitación?


— No me han dicho nada—  era el final del recorrido, y me comencé a sentir muy incomodo. Durante todo el paseo, me di cuenta de un detalle importante: Todos aquí eran jóvenes, muy jóvenes, la mayoría apenas estaban dejando de ser niños. Jency parecía un poco mayor que el resto.  La idea de tener una habitación con un niño no me hacía sentir mejor, no porque compartiera el lugar, pero me sentía fuera de lugar.


— quizá te lo digan después.


— Jency…— ¿Debería decirle? — ¿Cuál es mi habitación?— Él me miro unos momentos, y luego se puso a reír.


— no lo sé, ¿no te lo dijeron? ah,  Karsten es muy olvidadizo. Vamos, preguntemos, alguien debe saber— caminamos de regreso a la entrada y luego subimos unas escaleras. Deje que Jency se encargara de preguntar, porque de cualquier modo no sabía cómo hacerme entender— ya está. Tienes suerte, tendrás una habitación para ti solo.


— compartir no me importaría.


— Sí, bueno, no creo que digas eso cuando tengas un compañero— no le dije entonces que había vivido compartiendo mi espacio todo el tiempo, con mis hermanas, con los demás miembros del templo. Mi dormitorio era el más grande que había tenido para ese entonces, y era solo para mí.  No tenía muchas cosas con el cual llenarlo.


 En los días siguientes supe muchas cosas de ese lugar. Era más bien un lugar donde los niños sin padres podían vivir, aunque algunos de esos niños si tenían padres, su problema era la magia. Las personas no entendían lo que hacían, pensaban que era cosa de demonios, muchos eran abandonados a su suerte, otros escondidos en sus casas y sus familias repudiadas. Estos niños no sabían usar sus poderes, a veces ocasionaban accidentes o hacían magia sin saberlo y causaban más miedo que admiración, como en mi caso. 


— Pero… ¿eso es verdad?— le pregunte a Jency, mi único amigo después de  unas dos semanas en ese lugar— ¿en serio dejan que estos niños se las arreglen solos?— yo había visto como era la ciudad, y un niño solo en un lugar como este o peor, me daban nauseas de pensarlo.


— lamentablemente sí. Por eso están estos sitios. Hay varios por muchas ciudades, y hay otro lado del mundo están intentando hacer lo mismo— ese era el único consuelo. Me propuse mejorar pronto para poder ayudar. Yo no necesitaba que me enseñaran magia, porque ya sabía usarla.  Lo que yo hacía, de momento en ese lugar era aprender el idioma.  Los días pasaban con lentitud para mí, quería hacer algo, ayudar, porque para eso había venido.  


 


Cuando vives sin tomar en cuenta el tiempo, pasa algo curioso: solo vives. No supe cuánto tiempo me tomo aprender otro idioma. Comencé también a leer otros libros, a tomar algunas clases avanzadas.  No salía  a esas persecuciones o búsquedas  que hacían cada cierto tiempo, y que cada vez era menos. Aun no me podía comunicar con todos como debería.  Los días pasaban difusos, una sucesión de luz y oscuridad mientras esperaba.


— Kiran— una de las niñas de ese lugar, no recuerdo su nombre, llego cierto día— Ayuda— sabían que no entendía muy bien, pero eso si lo entendía. En un lugar como ese, donde tantos niños usaban magia a escondidas, los accidentes eran muy comunes. Muchos temían ir a la enfermería y recibir un regaño. Yo había estado curando algunas heridas en los patios, y los niños me llamaban cada que pasaba algo. Me había convertido en algo parecido a un sanador no oficial.  En el patio un joven estaba sentado en el suelo, algunos niños le rodeaban. Me miro cuando me acerque, parecía a punto de ponerse a llorar. En uno de sus brazos vi una quemadura.


— El fuego es peligroso— logre decirles, mientras apoyaba mi mano en la suya.


— Si, Kiran— los otros niños asintieron mientras hacía que la quemadura disminuyera, y luego desapareciera. El jovencito suspiro de alivio.


—  Gracias— me dijo. Apenas se sintió bien, salió corriendo con los demás niños. Sonreí mientras les veía alejarse. Eso me seguía gustando, me hacía sentir bien.


— Eso fue sorprendente— una voz que no conocía me hizo girarme— eres nuevo ¿cierto?— dijo algo más que no entendí. El chico era mayor que los niños que estaban aquí,  parecía más bien alguien que ya usaba la magia correctamente.


— Lo siento, no entiendo— me miro, sonriéndome. Sus ojos, de un tono verde claro, parecían divertidos también. No era muy bajo, pero tampoco podría decir que fuera alto. Su piel era como la de la mayoría por estos lugares, clara. Tenía el cabello lacio y castaño claro, y un rostro más bien afeminado. Incluso su voz era suave.


— no importa. ¿Cómo haces eso?— yo no sabía cómo explicarle.


— Ah, Kiran, te estaba buscando— Jency llego y nos miró.  Estaba algo perdido, por lo que me costó mucho más entender la breve platica que tuvo con ese chico que no conocía.


— oh, entiendo— el chico se giró hacia mí— soy Anker, espero que nos veamos después— se despidió agitando la mano.


— ¿Anker?


— Anker Ibsen, es bastante bueno usando el fuego. Le he visto crear unos muros increíbles, por eso le llevan seguido en las salidas, ayuda mucho. Creo que acaba de llegar de una salida— me quede mirando la espalda de ese chico que ahora mismo se veía rodeado de los niños que iban a recibirlo.


Aprender a hablar más idiomas se volvió prioritario.  Yo quería salir  y ayudar como Anker Ibsen.

Notas finales:

Ya sabemos que Jency era el mejor amigo de Kiran, pero nunca supieron como es que se conocieron ni como fue su amistad en el mucho tiempo que se conocieron.

Hasta la proxima semana en esta historia!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).