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Noah por Chorlite

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Jerome Black

2 abril 1962 Londres Inglaterra

Era un día muy nublado en algunos lugares incluso llovía copiosamente, Orión Black estaba sentado en la sala de espera de sant mungo mientras esperaba que su esposa Walburga diera a luz a su tercer hijo acompañado por sus hijos el mayor Sirius (nacido 1956) y Regulus (nacido 1958) llevaba casi tres horas en esa sala, sus niños ya mostraban signos de cansancio seguramente por la temprana hora de la madrugada, solo era la una y media.

Le había llevado casi seis meses preparar el ritual adecuado para sus nuevas salas defensivas en su casa, cuando estuvo listo se dio cuenta de que no podía hacerlo solo pero al ser magia de familia necesitaba un miembro y mientras más cercano mejor, sus hijos serian ideales pero eran demasiado jóvenes aun el mayor Sirius solo tenía tres años, de forma que solo le quedaba un opción su esposa, Walburga no había estado de muy buen humor los últimos meses debido a su embarazo pero esperaba que ella estuviera de acuerdo.

Unos días después finalmente se lo dijo, ella se tomó algunas horas para pensar después le dijo que sí.

El proceso comenzó sin contratiempos todo fue bien al principio y al final, las salas acababan de anclarse en su lugar cuando su esposa de repente se llevó las manos a su vientre hinchado y grito de dolor, el viaje a sant mungo fue rápido y agitado solo tomándose el tiempo para deshacerse de todo rastro perceptible de magia negra pura en sus cuerpos y sus ropas.

La causa del dolor de su esposa resulto ser el nuevo bebé, al parecer el ritual había interferido con la magia en el útero de ella y le había provocado un aborto ella tenía siete meses y medio de gestación, claro que Orión no le había dicho al sanador la clase de magia que estaban haciendo solo le explico que estaban fortaleciendo las salas de su casa y que ella había acabado de terminar con el último paso del hechizo cuando repentina mente se llevó las manos al vientre y se dobló de dolor, entonces el sanador le dijo como es que interactúan el núcleo mágico de la madre y el útero donde crece el bebé, la forma en que existe un balance en ello y que por eso le prohibían a las personas gestantes realizar hechizos muy fuertes durante el embarazo.

El aborto fue algo sorpresivo pero se contentaba con sus dos hijos, el heredero y el repuesto, de todos modos el niño no era necesario por lo que si moría no sería una gran pérdida.

Una sanadora avanzo por el pasillo pidiendo por el señor Black, Orión se levantó rápidamente de su sitio, mientras más rápido terminaran con ello más rápido regresaría a su casa a dormir de verdad que había sido un día muy pesado.

-¿Señor Black?-

-¿Sí, soy yo?-

-Le traigo noticias- declaro la amable mujer.

-Usted dirá-

-La señora Black salió del parto y ahora está descansando pero el bebé aún no estaba listo para nacer, lo siento-

-¿Lo perdió?- pregunto con indiferencia.

-No, pero él no está listo para el mundo necesitamos que llene y firme este formulario para aplicarle el tratamiento requerido, no se preocupe él estará bien solo estará aquí unos días más-

Ella le tendió los papeles y una pluma para escribir.

Él frunció el ceño.

-No, si no es lo suficiente mente fuerte como para vivir  por su cuenta es porque no vale la pena y no merece ser un Black- el hombre declaro como si de lo que estuvieran hablando fuera de una insignificante planta en su jardín y no de un bebé que llevaba su sangre en sus venas.

Ella boqueo no queriendo creer que un padre haría tal cosa con su bebé.

-Pero señor, no lo entiende él nació con mes y medio de anticipación que esté vivo ahora es prueba de su fortaleza él está luchando-

-Pues que luche más-

-Pero…- ella lo había seguido mientras él tomaba a sus hijos en brazos y se preparaba para irse.

-Dije que no, si él quiere vivir tendrá que luchar y será por su cuenta- él la abrumo con su altura considerablemente mayor a la suya- ¿cuándo saldrá mi esposa?-

-Mañana- respondió secamente.

-Bien, vendré mañana  por ella entonces-

-Señor Black ¿no va a pasar a ver a su bebé?- su último intento.

-No- el siguió su camino sin darle a su recién nacido un segundo pensamiento.

La impactada mujer no tuvo más remedio que ir con su superior e informarle que al padre no le interesaba el bebé y que no había dado su autorización para el tratamiento, el hombre también había parecido sorprendido por las palabras de la mujer aunque no demasiado.

-¿Te lo esperabas?- ella pregunto sorprendida.

El hombre suspiro dramáticamente y se llevó las manos a las sienes para masajeárselas con cansancio.

-Emma tienes que aprender- hizo una pausa como para darle a entender que lo que iba a decirle era muy importante y sin importar la situación debía apegarse a ello sin excepciones- los Black son una familia de tradiciones y no les gusta la debilidad de ninguna forma asociada con su perfecta familia, a su modo de pensar el señor Black ve al niño como debilidad si permite que le ayudemos a vivir siempre será una mancha negra en su apellido, su padre pensaba igual que él y seguramente su abuelo también y los Black antes de ellos igual, es tradición el niño deberá ser cuidado como cualquier otro bebé pero no recibirá ninguna ayuda médica de ningún tipo durante su primer año de vida-

Ella se llevó las manos a la boca ante el horror.

-Eso es horrible, ¿cómo alguien podría despreciar tanto a un niñito indefenso?, una nueva vida es preciosa con nuestro peligrosamente bajo número necesitamos a este niño- meneo la cabeza de lado a lado en negación.

-No podemos hacer nada fue la decisión del padre y está fuera de nuestras manos-

-Pero el bebé…- ella quiso protestar.

-No Emma, esta fuera, no hay nada que podamos hacer por él nuestra propia magia nos lo impedirá debido a la promesa inquebrantable que dimos como uno de los requisitos para trabajar aquí, por favor déjalo así, aprende que aunque puedas las familias no siempre querrán que los ayudes aunque sea por razones estúpidas como una tradición-

El hombre salió por un lado de ella sin darle una sola mirada, Ema era una buena sanadora a pesar de su juventud, sabía que era duro pero ella necesitaba experiencia por eso le había encargado el caso del niño aún sin nombre aunque podía imaginarse lo que diría el padre, el mundo era cruel ya era tiempo de que Emma lo notara.

La sanadora Emma se quedó parada en el pasillo por un rato, levanto la cabeza pensando que si el niño tendrá una vida tan corta ella aria todo para que al menos estuviera cómodo el tiempo que durase, decidida marcho por el pasillo a revisar a su joven paciente.

Después de caminar unos seis minutos llego a la habitación que contenía a los bebés camino hasta la esquina más alejada hasta llegar al cunar más alejado de la puerta, no habían muchos bebés sola mente cuatro además del bebé Black y todas ellas eran niñas salvo el bebé sin nombre, Emma se sintió indignada de que el hombre sin corazón ni siquiera se dignara a nombrar al bebé.

La sola visión de la cara del niño la lleno de ternura, él era un bebé muy guapo, aunque no sabía de donde había salido su pelo rojo ardiente o sus ojos verde limón, los Black tenían el pelo negro y los ojos grises no obstante la prueba de paternidad que se le hizo al bebé nada más nacer debido a su peculiar aspecto mostro que sus padres eran Orión y Walburga Black no había error en ello la hicieron tres veces la razón del aspecto físico del recién nacido era un misterio, el bebé estaba despierto pero dormitaba movía sus pequeños parpados y ocasional mente apretaba sus pequeñas manos débil mente en puñitos diminutos todo con lentitud extrema lo que era evidencia de su debilidad, ella le acaricio la mejilla suave con ternura.

-Lo siento bebé, tu padre no me lo permitió así que no podre curarte pero no te preocupes te pondré cómodo- ella beso sus dedos y los puso en la frente del pequeño- se fuerte- le susurro.

Pero el bebé Black parecía haber tomado en serio las palabras de su sanadora, pasaron los días, las semanas y los meses y él se aferró a la vida con fuerza y no la dejo irse de su cuerpo, él sobrevivió, finalmente cuanto el bebé cumplió los seis meses de edad estuvo listo para ir a su nueva casa, ahí por fin le dieron un nombre, el padre aun creía que era una debilidad en su casa y que no merecía el nombre familiar pero él había vivido y estaba obligado a cumplir su palabra, para mostrar su desagrado por el niño no le dio un nombre de estrella si no otro escogido al azar, él lo llamo Jerome Winter Black.

Desde el principio de su vida su padre lo despreciaba y francamente su madre no era mucho mejor ella seguía a su marido en lo que él le dijera si él decía que su hijo menor era un desperdicio de espacio entonces ella lo creía y actuaba a consecuencia.

*******

2 Abril 1967 Londres Inglaterra

Nuevamente un día nublado, Jerome estaba sentado en el grueso marco de una ventana mirando el cielo de la mañana lleno de nubes tristes y grises cargadas de lluvia, el niño pensó que no recordaba un solo dos de abril en que no hiciera un clima similar a ese.

Hoy en día era su cumpleaños, el hermano de en medio seguía dormido pero su hermano mayor estaba sentado en el suelo y seguía llamando por él para jugar, este era el primer año escolar de Sirius pero él había pedido permiso para venir a casa en esta fecha porque Jerome cumpliría cinco años y la enseñanza de su madre comenzaría ese día, claro que no fue esa la razón que dio, no era algo importante desde la vista de los profesores pero para Sirius si lo era él quería estar presente en el gran día de su hermano más joven.

Estaba nervioso, el entrenamiento y las enseñanzas de su madre eran muy duras él lo sabía por experiencia propia, además Sirius sabia el desprecio evidente que sus padres sentían por Jerome no lo maltrataban física mente pero si le gritaban mucho y lo castigaban injustamente siempre dejándole ver a Jerome lo mucho que lo despreciaban su padre incluso una vez le había gritado como se arrepentía de haberlo engendrado y como desearía haberlo matado aun en el vientre de su madre, ella solo se sentaba a ver cuándo no era ella la que gritaba al niño y nunca discutía ni contradecía los dichos de su esposo, así que había pedido permiso esperando animar un poco a su hermano antes de que su periodo de enseñanza con su madre comenzara.

Pero  a Jerome no le preocupaba los gritos de sus padres, hacía mucho tiempo en que había entendido que sin importar lo que hiciera nunca sería suficiente para complacerlos, sabía que lo odiaban por su tortuoso nacimiento y por su apariencia tan destacable, solo unas contadas veces su padre lo había sacado de la casa y en todas ellas al menos una persona le había preguntado a Orión si es que estaba seguro de que su esposa Walburga no le había puesto los cuernos y ahora estaba criando el hijo de otro, Orión siempre respondía que Jerome era su hijo porque la prueba hecha tres veces con tres pociones distintas habían revelado lo mismo positivo no tenía ni idea del porque la apariencia física de Jerome distaba tanto de su familia, siempre que llegaban a casa después de una de esas reuniones Orión llegaba pálido de ira y lo primero que hacia tras cruzar la puerta era gritarle a Jerome casi hasta quedarse ronco, como si las palabras maliciosas de algún conocido de su padre eran su culpa.

No, lo que a Jerome le preocupaba era su magia, desde que supo que cuando cumpliera cinco años su madre iba a entrenarlo en la magia de familia y enseñarle todo lo que un respetable miembro de su familia debía saber, le espantaba el solo pensar en lo que le harían sus padres cuando descubrieran que era un squip, Jerome era un niño muy joven pero no era tonto, le faltaba magia pero le sobraba inteligencia por ello Jerome había elaborado un plan, durante casi un año y cuatro meses, había robado una vieja bolsa de tela del ático y le había pedido a su tío Acturus que la encantara para que no tuviera fondo el viejo hombre ya había tenido un problema similar con otro miembro de su familia que había sido expulsado por la misma razón Marius Black, la presión de la familia le había forzado a expulsarlo a pesar de que no había estado de acuerdo con ello, él le había conseguido una pequeña fortuna lo suficiente para que le durara un par de años tal vez un poco más tras entregárselo le había sugerido que se olvidara de Gran Bretaña y que se fuera al extranjero si quería vivir con tranquilidad debido al desprecio familiar y a la guerra que amenazaban a las personas como él.

Por eso cuando hace poco más de un año atrás cuando su nieto más joven se le había acercado en busca de ayuda no se la había negado, el niño trajo la bolsa que le había dicho que robara y tras encantarla le dijo que la guardara y que pusiera en ella todo lo que le diera sin cuestionarlo, él también le compro una pequeña mochila verde, aprovechando la indiferencia de los padres  a menudo tomaba el niño consigo varias horas al día para enseñarle toda la historia familiar que pudiera y un nuevo idioma la inteligencia de Jerome les dio una gran ventaja pero aun así les tomo su tiempo, ahora Jerome estaba listo para salir solo estaba esperando el momento adecuado, la guerra estaba en su máximo apogeo y sabía que de acuerdo a las creencias de su familias el merecía ser asesinado y dejado pudrirse a la intemperie, ahora la casa en la que había pasado su primera infancia era un trampa mortal y debía irse si quería vivir lo sentía por sus hermanos que lo amaban incondicionalmente pero su presencia podía ser perjudicial para ellos también, ellos estarían bien.

Jerome bajo de su ventana y tras jugar un par de horas con su hermano mayor y con el de en medio que se había despertado entre el juego se levantó y fue a su habitación, la noche anterior había guardado todas sus cosas en la mochila pequeña incluyendo todo el oro que su tío había logrado disfrazar entre los pagos por servicios y compras que no hacía y se lo dio a él a lo largo de ese año y cuatro meses, casi ocho millones seiscientos mil diesi siete galeones junto con algunas reliquias familiares y cosas que si había comprado Jerome no terminaba de explicarse como era que su familia podía gastar tanto dinero en tan poco tiempo pero el final no lo cuestiono porque ello le dio el empujón financiero que necesitaba para cuidarse y que le durase hasta su mayoría de edad, Jerome pensó que le alcanzaría hasta que fuera un viejo de cuarenta años si lo cuidaba bien.

La hora de la verdad llego, el elfo domestico los llamo a comer y después del desayuno Jerome fue llevado a un gran salón en el segundo piso, los dos hermanos mayores se quedaron en la puerta esperando el veredicto, la reunión generalmente era privada solo la madre y el hijo o el padre y la hija pero esta vez Acturus entro detrás de los dos y se acomodó entre las sombras relativamente cerca del niño por si su madre se ponía muy violenta cuando lo descubriera, Walburga lo vio entrar pero lo ignoro y siguió con lo suyo.

Camino a un par de grandes baúles en el fondo del salón los únicos muebles en el lugar y al llegar llamo a su hijo.

Jerome se apresuró a seguir las indicaciones de su madre y el anciano los siguió.

Ella abrió la tapa del pesado baúl, estaba lleno de varitas mágicas, él trago saliva.

-Estas son las varitas de los miembros de nuestra familia recogidas desde mil seiscientos treinta y uno hasta la fecha, tómalas de una en una hasta que encuentres una que te sirva un poco cuando cumplas once y bayas al colegio se te dará tu propia varita pero por ahora debes aprender con una de las de aquí-

Jerome se quedó mirando las varitas fijamente, no sentía nada de ellas para él eran como simples palos, le había preguntado a su hermano mayor Sirius que se sentía tener una varita por mera curiosidad y él había respondido que las varitas zumban siempre que tu magia estaba lo suficientemente cerca de ellas aunque no fueras su propietario pero que el zumbido era muy bajo y el sentimiento también por lo que tenías que estar muy atento si querías notarlo, él se había esforzado mucho pero nunca tuvo ninguna reacción de ellas, nada.

La mujer hizo una mueca de desagrado, el niño no se apresuraba que irritante.

-Apúrate Jerome no tengo todo el día- ella grito a él.

El niño casi salto por el susto de ser sacado de sus pensamientos tan groseramente.

-Agarra la que te llame mejor- ella dijo sin gritos esta vez aunque de mala forma.

-No puedo- respondió él, apretó sus puños con fuerza.

-¿Qué dices? ¿Cómo que no puedes? Agarra una ya- sus gritos volvieron.

-No puedo, no siento nada- confesó él.

-¿Qué quieres decir con que no sientes nada? Concéntrate ni siquiera lo estás intentando, cierra los ojos y escucha con atención siente el llamado con tu piel-

- No puedo, ya lo he intentado antes, muchas veces y nunca funciono ni un poquito, ni de las varitas ni de nada, no puedo sentir nada- él le explico.

-¿Ni de nada? Eso no es posible, vives en una casa mágica y seguramente la habrías notado de los objetos o la misma casa- ella hablo para sí misma preguntándose cómo es que su hijo no podía sentir la magia, de pronto el semblante de la mujer palideció- no, no puede ser posible ¿tú…?- ella camino hacia atrás casi tropezando con sus propios pies en el proceso.

Levanto su varita y envió una sonda de exploración a su hijo, Jerome sintió un débil cosquilleo en su piel miro sus manos y estaban cubiertas de un extraño brillo amarillo casi demasiado débil como para notarse aun en la obscuridad de la del salón.

-¡No!- ella grito como si le hubiese pasado una tragedia y acabase d darse cuenta de ello- no puede ser-

Jerome bajo la cabeza consiente de los pensamientos en la cabeza de su madre aunque no pudiera leerlos.

-¿Tú? Sabias- ella pregunto mientras le apuntaba con su dedo acusador.

-Sí, madre-Jerome respondió levantando la mirada.

-No puedo creerlo, ¿qué dirán mis amigas cuando sepan que parí un squib?- ella exclamo para sí misma sin importarle que su hijo estuviera de pie delante de sus ojos.

Jerome no dijo nada sabiamente y dejo que ella conversara con sí misma.

-Con razón tu padre dijo que no valías nuestro tiempo y que no eras más que un estorbo, debiste haber muerto en el aborto, eras demasiado débil siempre lo has sido, seguramente la sanadora te ayudo aunque tu padre se negó a ello, tiene que ser no hay manera de que un inútil bueno para nada escoria como eres tú podría haber pasado esa noche por su cuenta, pero viviste y lo hiciste para traer vergüenza a la familia- ella lo acuso con odio, como si el hecho de ser un squip fuera su culpa.

-Por favor madre déjame…- Jerome intento hablar con ella al menos para suavizar las cosas un poco pero ella lo corto con una bofetada que lo mando al suelo de costado.

-¡No soy tu madre! Ya no- ella le grito y avanzó como con ganas de golpearlo más.

El viejo Acturus se apresuró a interponerse entre la madre y su hijo para defender al niño.

-Es suficiente Walburga no puedo permitir que lo trates de tal forma tan bárbara- el hombre se estiro en toda su altura y la hizo detenerse.

-Tú lo sabias- no era una pregunta, era una acusación.

-Sí, lo sabía hace poco más de un año atrás él se me acerco a pedirme ayuda y después de la simple prueba que acabas de hacer lo supe con certeza- él no se amedrento con su actitud, sabía cómo manejarla.

-Y no lo dijiste en su momento- ella le grito con furia.

-¿Para qué?- cruzo los musculosos brazos en su pecho- para poder deshacerse de él sin las molestas preguntas, ¿acaso crees que no los conozco lo suficiente para saber lo que harían con el niño? Su propio hijo- a cada palabra su voz aumentaba su disgusto, no podía estar más asqueado con el horrible circo en que se había convertido su familia a lo largo de los siglos si de algo se lamentaba e esta vida era de no haber podido enderezar el camino de su familia.

-Sí, lo sé, así debería de haber sido hecho en lugar de vivir y traer la deshonra a esta familia- ella le contesto furiosa sin levantar la mirada a su rostro, después de todo él era su jefe de familia, él tenía el poder, “Por ahora, viejo” una sonrisa maliciosa se abrió camino en su cara donde él anciano no podía verlo.

-Si es que hay una deshonra en esta familia esa eres tú y tu esposo, Jerome es un miembro de esta familia de la cual yo soy el patriarca, yo lo tomare de ahora en adelante y are de él lo que me plazca,  me obligaron a botar a Marius pero esta vez será diferente ¿has entendido mujer?- declaro con voz dura.

Ella se mordió la lengua cuando quiso protestar.

-Sí, señor- ella le dio una reverencia rígida y sin decir una sola palabra más salió del salón solo deteniéndose para dar una mirada de intenso odio y una mueca de asco su hijo menor.

Jerome bajo la cabeza en vergüenza se llevó las manos a la cara en un esfuerzo por ocultarse del mundo.

-Ella me odia- le comento con su voz debilitada por los comienzos del llanto a su benefactor- y pronto mi padre también lo hará, incluso mis hermanos- las lágrimas escapaban de entre sus manos a caer en su camisón de dormir.

-Ella no es importante, tu padre tampoco- Acturus  se sentó delante del niño para darle algo de consuelo, sabía que esta era una etapa dura en su vida pero que a la larga le serviría para madurar y ser un mejor hombre cuando fuera su tiempo, tomo el pequeño cuerpo y lo sentó en uno de sus brazos musculosos, comenzó a caminar con el niño en brazos hacia la puerta, acaricio sus cabellos rojos con ternura.

-¿Pero y mis hermanos?- preguntó el niño.

Acturus cerró la puerta con dureza, quizá más de la debida, odiaba ese cuarto ahí era donde las jóvenes vidas de su familias comenzaban a pudrirse, lástima que no podía hacer nada por ello.

Sirius y Regulus estaban sentados en el suelo frente a la puerta del salón, estaban abrazados y parecían asustados.

-Míralos Jerome- el hombre cambio de posición a su preciada carga en sus brazos para que pudiera mirar a sus hermanos que se habían puesto de pie al verlos salir y se acercaron a ellos ansiosos por saber el resultado- ¿De veras piensas que estos futuros hombres harían tal cosa en tu contra después de haber crecido con ellos hasta hoy?-

Los niños mayores compartieron una mirada confundida.

-¿Hermano?- Pregunto Regulus- ¿Qué paso ahí adentro? Mama se fue por el pasillo y parecía muy enojada, estaba tan atrapada en su propio mundo que ni siquiera nos regañó por estar en el suelo-

-No, no lo creo tío- respondió con sinceridad a la pregunta de su jefe de casa.

Los dos niños en el suelo parpadearon confusos.

-Lo que es sabio- el hombre le dijo satisfecho.

Más tarde cuando Orión había llegado a la casa no le dio una segunda mirada a su hijo menor, aparentemente Walburga no había perdido tiempo en decirle a su marido las malas noticias, al terminar de cenar Acturus sacó a los tres niños de la cama en medio de la noche y les explico a los mayores que su pequeño Jerome haría un viaje y que no sabía cuando regresaba también les dijo que no debían mencionarlo delante de sus padres porque ellos se molestarían mucho y podían castigarlos solo por eso.


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