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Noah por Chorlite

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza pero mi datacard no tenia saldo.

5

Granberg

Eran las ocho de la mañana al día siguiente cuando se encontró a Jerome y su tío sentados en la sala de espera para abordar un avión, faltaba poco para entrar cuando el hombre mayor repentinamente se puso de pie como si hubiera olvidado algo.

-Jerome- llamo al niño afligido a su lado- tengo algo para ti- le dijo mientras se arrodillaba frente a él, saco una pequeña caja de su saco.

-¿Tío?- su voz estaba un poco áspera por llorar toda la noche, pero ya se podía escuchar algo de calma en ella.

El hombre le paso la caja sin decirle nada.

Jerome la abrió dentro de ella había un anillo de plata grabado con runas.

-¿Es para mí?- la duda se adivinaba en su voz.

-Sí cariño es para ti- respondió sonriendo, sin perder tempo saco la sortija de la caja y la puso en uno de los dedos de la mano derecha del niño- cuando llegues a Polonia y te recoja Marius quiero que se lo muestres él te dirá que es y lo que significa por ahora mi trato contigo llega hasta aquí y cuando llegues allá sabrás que es lo que quiero de ti a cambio-

Jerome quiso preguntar a qué se refería pero entonces una mujer aviso por el alta voz que su vuelo ya estaba recibiendo los pasajeros y él tuvo que irse.

Era tiempo de cerrar ese capítulo en su vida y avanzar.

-Gracias tío- llevo sus manos a su cuello y lo abrazo con fuerza consiente de que era muy probable que jamás lo volviera a ver, por sus padres ni pensaba ellos solo lo habían visto con asco y le dijeron que no volviera nunca.

No podía amargarse la vida pensando en ello tenía toda una vida por delante.

Horas después fue despertado por una azafata que le aviso que ya estaban en el aeropuerto y que era hora de bajar.

El aeropuerto era bastante grande y muy lleno, Jerome pensó que no había visto tanta gente junta en su vida ¿cómo iba a encontrar a su primo Marius?

La azafata había tomado posesión de su pequeña mano y esperado en el vestíbulo, había una niña rubia un poco más grande que él al otro lado de la mujer, ella estaba encargada de entregar a los niños que viajaban solos a sus familias.

Ella azotaba su zapato de tacón contra la brillante y dura cerámica del piso con impaciencia, Jerome pensó que debía ser debido a que no creía que ella pudiera turistear mientras estaba en Polonia, ella tenía trabajo que hacer, seguramente habría de abordar otro avión para seguir trabajando por el resto del día.

La chica rubia tenía entre sus brazos un gran libro que de portada tenía varias banderas alineadas, la niña había encerrado con un gran círculo azul a varios países entre ellos Polonia por lo que pensaba que era una niña rica y que estaba haciendo una gira por el mundo aunque la falta de sus padres no podía explicársela, esperaba que ella no tuviera una vida como la suya en la cual sus padres la despreciaran por alguna cosa que no estaba en su control o simplemente le dieran más importancia a su trabajo que a ella, la chica abrió su libro y paso las hojas rápidamente se detuvo en algún lugar cerca del centro leyendo pasajes cortos y pasando las hojas sin cuidado, él noto que las hojas en el libro parecían irregulares y desalineadas, “que forma de tratar a los libros” pensó con desaprobación, a falta de sus padres ellos fueron sus mejores amigos.

Jerome se entretuvo mirando a las personas pasar con su paso apresurado y sus maletas encima y contando las veces en que la señorita azafata con su tacón azul azotador miraba su reloj con el ceño fruncido, una mirada abierta y un gesto impaciente.

No mucho después, unos diez minutos un lujoso automóvil paro en estacionamiento el cual se podía ver por el gran ventanal de vidrios cuadrados que estaba a un costado de ellos, del auto bajo un hombre vestido con un traje negro con blanco muy elegante como si se dirigiera a una boda, un cumpleaños o algún tipo de celebración formal como esas, desapareció de la vista en una esquina pero pronto apareció por las puertas dobles en donde entraba y salía la gente, llevaba consigo un cartel grande y se disponía a levantarlo sobre su cabeza para anunciar… algo pero entonces sus ojos dieron con la azafata y los niños a su lado y avanzó hacia ella.

La niña rubia corrió al hombre y salto a sus brazos, el abrazo continuo con el hombre dando vueltas con ella muy feliz de tenerla donde estaba, Jerome se sintió contento de que su vida era buena y una pizca de envidia porque ella tenía lo que él no, luego se insultó a sí mismo por olvidar que eso era una apariencia y que estas pueden engañar.

El hombre se volteó con posiblemente su hija en sus brazos para hablar con la azafata, la mujer seguramente le había dicho algo bueno porque parecía más contento que antes Jerome no tenía posibilidad de entender sus palabras porque no reconocía el idioma aunque pensó que podía ser ruso, muy pronto se despidieron él hombre y la hija continuaron su camino hacia quien sabe dónde y él todavía espero, su mente se distrajo de su anterior pasatiempo pensando en la maravilla de vida tan tranquila que llevaban algunos muggles como en apariencia la niña rubia sin nombre y su padre desconocido, por un momento pensó que no daría porque su padre lo recibiera de la misma forma, con esa alegría fresca y tal felicidad, le hacía daño, dolía su corazón pensar en sus padres, Jerome miro por la ventana limpio una porción ahora demasiado empañada para poder ver bien el hombre y su hija subieron al automóvil caro dejando el aeropuerto atrás y pensó que ese era su camino a seguir, debía dejar todo en el pasado, no olvidar porque ello podía llevarlo a cometer los mismos errores solo guardarlo donde estuviera presente poro no pudiera dañarlo, si quería avanzar ese era su camino desde ese día en adelante, nunca más volvería a llorar por sus padres ellos no se lo merecían, por sus hermanos sí Jerome solo esperaba que la presencia de su tío evitara que el veneno de sus padres llegara hasta ellos y arruinara sus mentes al menos su hermano menor porque a su hermano mayor parecía imposible influenciarlo de tal forma ya se había rebelado contra ellos Jerome solo esperaba que dicho comportamiento no le trajera desagradables consecuencias, se estaba tranquilo porque sabía que la presencia de su tío Acturus lo mantendría segura dado que sabía que él jamás permitiría que ellos le hicieran algo a ellos, solo esperaba que Sirius creciera rápido no solo en cuerpo también en corazón pues el hombre era viejo y no lo acompañaría por mucho tiempo más.

El duro y rápido sonido de pasos lo distrajeron de sus pensamientos deprimentes pero emprendedores.

Un hombre alto, de tez blanca, pelo ondulado negro en su mayoría negro pero con canas y arrugas en su rostro venia caminando hacia ellos, se detuvo un momento en la entrada del salón y paso su mirada gris sobre las personas ahí, un par de minutos pasaron mientras el hombre miraba con detenimiento a cualquier grupo que tuviera niños en él y los comparaba con una fotografía en su mano izquierda, los ojos grises del hombre pasaron por Jerome sin contratiempos un par de segundos después volvió su mirada directamente hacia él pareció compararlo con la imagen y luego reanudo su caminata hacia ellos, el niño pensó que ese debía ser su primo Marius quien por fin venia por él, soltó un suspiro de alivio desde hacía un buen rato la azafata había estado mirando su pequeño reloj brillante con impaciencia y su azote sobre el piso se había vuelto muy fuerte Jerome llego a temer que ella lo dejara solo a su suerte mientras su primo llegara.

El hombre muy pronto llego hasta ellos sin dejar de mirar la foto cada pocos segundos.

-¿Jerome?- preguntó suavemente, su voz tenía un fuerte acento polaco que esperaba desarrollar en poco tiempo, quería distanciarse de todo lo que lo ataba a su pasado incluido su acento.

-SÍ señor- respondió con premura en perfecto y fluido polaco.

-Veo que mi tío te enseño bien antes de mandarte a mi cuidado, que oportuno- él le dio una sonrisa aliviada, levanto la mirada hacia la impaciente mujer- gracias señorita yo lo tomare desde aquí- una sonrisa amistosa en sus labios.

-Ya era hora- ella respondió con rapidez.

-Lamento el retraso- él se defendió.

-Sí, sí que tenga buen día- ella se dio la vuelta y se perdió entre la gente que pululaba por el lugar.

Marius levantó las cejas en un gesto de desconcierto antes de voltear la mirada a su joven primo frente a él.

Él niño no parecía tener cinco años, era bastante alto para su edad y ya portaba algunos músculos, frunció el ceño descontento ¿qué clase de vida tenía su primo con esa gente?, bueno ya no importaba porque no sería más.

-Hola- saludo con calma.

Jerome se ruborizo y bajo la cara al responder.

-Ho hola- su voz suavecita.

Marius sintió ganas de levantarlo del piso y apachurrarlo con mimos “que adorable”

Le tendió la mano y el niño se aferró a ella después de una duda inicial, con suavidad y calma lo guio hasta afuera del aeropuerto entre las personas del lugar sin toparse por error con ninguna de ellas.

Pasaron entre las puertas mecánicas con algo de prisa, fuera el aire estaba fresco, lo suficiente como para requerir abrigarse un poco  a pesar de que era verano, caminaron por un par de minutos para llegar a su auto más que todo por las piernas cortas de Jerome y que su primo no quería apresurarlo ni arriesgarse a soltarlo y perderlo entre el mar de gente.

Jerome se dio la vuelta y miro el gran edificio de donde salió, se sobresaltó cuando su acompañante le puso una de sus manos en su hombro izquierdo.

-Lo voy a extrañar- le comento al hombre a su lado, sus ojos llenos de lágrimas.

Marius soltó un suspiro cansado antes de fijar sus ojos grises en el niño.

-Es nuestro destino por derecho de nacimiento- dijo refiriéndose al hecho de que ambos eran squibs, burlándose de la medieval sociedad mágica- no te preocupes pequeño tarde o temprano hallaras tu lugar en el mundo y prosperaras, no pienses en nuestro tío él es adulto y se sabe cuidar- el hombre levanto al niño en brazos  y lo dejo llorar en su hombro acariciando su pelo rojo.

-Gracias por ayudarme- le dijo Jerome más calmado cuando fue devuelto al suelo mientras Marius abría el auto con la llave.

El auto era más de un curioso color rosado claro y su cajón estaba lleno de cerdos y pollos encerrados en jaulas de malla fina cosa de la que no se había dado cuenta al principio y que atrajo su atención en cuanto lo vio.

-Para eso está la familia primo- su sonrisa bien ancha, noto que los ojos del niño estaban en sus animales- vamos, ya es muy tarde estos nuevos animales deben ser puestos en sus respectivos chiqueros y alimentados adecuadamente además el camino hasta casa es largo-

Jerome no cuestionó a su nuevo cuidador y obedeció sin problemas si bien algo sentido por no poder mirar tan curiosos animales que antes de ese día solo había visto en libros.

El ruidoso paisaje urbano se desarrolló ante sus ojos, las calles iban y venían hacia quien sabe dónde, las casas eran pocas y muy distanciadas entre sí, abundaban los negocios eso sí, grandes, chicos o medianos por todo el lugar, su vieja casa estaba ubicada en medio de un vecindario muggle pero siempre había sido tranquilo, asombrose el niño mirando con grandes ojos anchos y oídos atentos la cantidad de ruido producido por los muggles en su autos embotellados por sonar el claxon repetidamente o  gritarle algo a los conductores vecinos malhumorados, su primo no reacciono de ninguna manera a las provocaciones ajenas generadas seguramente por los animales ahora algo revoltosos quizá por su buches y estómagos vacíos más concentrado en su próxima tarea, salir de la presa e ir a casa.

Para cuando salieron del embotellamiento ya era bastante tarde, es sol había huido del cielo y la luz de las estrellas y la luna creciente apenas daban algo de claridad al camino forzando a los conductores a prender los faros de sus carros, Jerome se lamentó de no poder mirar con atención el nuevo paisaje verde en su mayoría con algunas luces de casas regadas por aquí y allá.

-Vengo a una subasta dentro de quince días si te portas bien te traeré para que conozcas el lugar- hablo sin apartar los ojos de la calle procurando en la medida de lo posible librarse de las oquedades de la calle ahora rural y sin pavimentar.

Jerome abrió la boca queriendo contestar pero solo consiguió despachar un gran bostezo, sus pequeñas manos frotaron un poco sus ojos cerrados con cansancio.

-No te preocupes, duerme si estás cansado aún nos queda como hora y media de camino mi casa está en un legar bastante remoto de hecho nuestra vecina más cercana es la señora kwtak y su casa esta como a cuatro kilómetros de la mía- le explico.

-¿No te enojaras?- inquirió somnoliento el pequeño pelirrojo.

-No- respondió el mayor- pero si te despiertas al llegar no te bajes hasta que yo te lo diga o hasta que te lleve en brazos si estás muy cansado para caminar tengo veinte y dos perros rescatados entre ellos una perra con tres cachorros y no todos son tranquilos con los extraños- finalizo su advertencia.

-¿Van a morderme?- un poco asustado.

-No, pero la mayoría no serán muy amistosos contigo, pero no te preocupes será temporal los voy a amarrar y eventualmente se acostumbraran a verte y te dejaran en paz-

Jerome asintió conforme terminando la conversación cerro los ojos un momento para descansar.

*****

El reiterado y molesto canto de unos gallos junto con la luz brillante del sol en su cara lo despertó.

Jerome se sentó de un salto lo que le hizo sentir un poco mareado, la habitación en la que se encontraba era de unos ocho metros de ancho y al menos veinte de largo lo que le daba mucho espacio, las paredes eran muy cortas como de un metro setenta y cinco entonces el techo cuyo centro estaba muy alto se encontraba con ellas y se unían, la parte interna del tejado estaba cubierta con madera para mantener el lugar fresco y estaban cubiertas de papel con dibujos de girasoles, su flor favorita, el piso estaba hecho con madrera rosada clara muy bonita, su cama era tamaño adulto muy cómoda y estaba cubierta con un mosquitero amarillo, un color muy alegre le gustaba, una puerta corrediza de madera llevaba a un balcón con flores pequeñas desde donde se podía ver el gran patio y un corral lleno de ovejas y cabras mescladas entre ellas también habían unas pocas llamas rumiando, la enorme casa estaba ubicada en lo que parecía ser un claro en medio de un bosque espeso por un lado de las casa y potreros llenos de tierno pasto verde al otro.

La cerca estaba hecha de alambre liso y púas intercalados, al lado de la cerca habían una larga hilera de casas pequeñas con techos circulares de paja a las cuales se podían ver varios perros amarrados y un cerdo en las mismas condiciones, un enorme árbol estaba plantado al lado del balcón le daba sombra y frescura además de estar cargado de carnosos frutos que podía agarrar con la mano, cerca había otro árbol este era de almendras y su tronco estaba muy cerca de una pequeña quebrada cuyas aguas surcaban numerosos patos y gansos ruidosos, Jerome se sorprendió de no haber despertado antes con todo ese ruido.

Jerome se apresuró a ponerse las sandalias y camino a paso rápido por el lugar hasta que encontró las escaleras de caracol a un lado de la casa, bajo con cuidado, abajo había una puerta de madera al abrirla se encontró un descanso de un par de metros una puerta en la pared estaba abierta hacia adentro al otro lado del descanso otra escalera de caracol, Jerome entro cautelosamente por la puerta abierta, el olor a comida recién hecha lleno su nariz y el sonido de música clásica alegro sus oídos, era un estrecho pasillo con dos puertas de un lado del mismo tamaño y dos puertas en el otro con una más pequeña que la otra, el lado con las dos puertas iguales tenía una abierta de la cual provenía el sonido de la música y el olor de la comida.

Con mucho cuidado de guardar el máximo silencio se asomó por la puerta curioso.

La habitación era una cocina  bastante espaciosa, tenía un refrigerador grande de dos puertas aunque algo viejo, una alacena, una estufa con horno eléctrica, una pila de concreto con dos bateas, otra alacena pero más oscura y una mesa redonda con dos sillas a un lado.

-Ah, Jerome buenos días no esperaba que te levantaras tan temprano- la voz de Marius lo sobresalto un poco, el hombre había salido de detrás de la mesa rectangular a un lado de la alacena que no había visto antes, estaba vestido con sandalias de hule negras y un overol de trabajo.

-Hola buenos días- respondió el niño con los ojos en el suelo

-No bajes la mirada de esa manera yo no soy como tus padres, ven siéntate a la mesa el desayuno ya casi está servido- le dijo con una sonrisa antes de voltearse y continuar derramando el brócoli para la ensalada.

Jerome se apresuró a tomar su lugar en la mesa pero se resbalo y se vio forzado a agarrarse de la orilla de la mesa para no caer acostado en el piso.

-Cuidado no corras cariño, el piso esta encerado de ayer por lo que es muy resbaloso- exclamo Marius señalando el piso de cerámica con motivos de peces y crustáceos muy brillantes.

-Lo siento- se disculpó apenado.

-No te preocupes, fue un error cualquiera pero ten cuidado no quisiera que te lastimes- explico mientras servía la comida en su plato pequeño de apariencia nueva.

Comieron en silencio por un rato, Marius lavo los platos e interrumpió hablando.

-¿Te gusto tu habitación?- inquirió curioso.

-¿Eso es una habitación? es enorme- expuso Jerome abriendo grande los brazos como para explicar el tamaño del cuarto.

-En realidad es el ático, el cuarto de aquí al lado es mío pero es muy pequeño para que lo compartamos además con tu edad no creo que te guste dormir con migo en la misma cama, hay otro cuarto anexo al primer piso pero Regina vive allí-

-¿Quién es Regina?- pregunto.

-Es una de mis empleados, ella se encarga del queso y la natilla principalmente pero ayuda con lo demás en que haga falta cuando está libre, antes ella vivía en ese cuarto con su esposa Inés pero ella murió hace siete años-

-Que mal debe ser feo algo así, ¿ella está bien?-

-Sí, he tenido tiempo para superar su dolor además de la ayuda de Leónidas su único hijo-

-¿Leónidas vive aquí?-

-No, él está en la universidad es enfermero y estudia pediatría, pero viene todos los fines de semana a visitar a su madre y llevarla a ver la tumba de su padre-

-¿Su padre murió como Inés?- grandes ojos anchos de pesar.

-Su padre era Inés-

-Entonces Inés era una squib las mujeres muggles no pueden engendrar bebes en el vientre de otra-

-No, Inés era una bruja polaca Regina es una squib, pero Inés era una mujer muy mayor que murió de vejez Regina solo tiene 62 años-

-Qué triste, por lo menos Leónidas tiene a su mami por algún tiempo más, ¿él también es un squib?-

-No, Leo es un mago pero le gusta más este lado del mundo, el muggle por lo que vive aquí-

El niño guardo silencio un momento lo suficiente como para guardar la nueva información recién aprendida.

-Hoy conocerás a los inquilinos que viven con migo-

-¿Hay más?-

-Sí, en esta propiedad además de los animales vivimos yo, Regina Wonh, Iván y  Lanz Moore los cuales son gemelos, Maílo Moore el esposo de los gemelos, Gyah y Joshua Moore y Mara Wonh los niños, Mara la hija de Leónidas tiene nueve años, Gyah tiene ocho y el niño seis uno más que tú ahora tú te les unes, son un poco revoltosos pero le dan vida a este lugar-

-Oh- se apretó un poco las mejillas rosadas pensando, su pelo rojo largo le caía en el rostro- no sabía que podías tener dos esposos- refiriéndose a Maílo casado con los gemelos.

-Pues no es algo común pero tampoco es ilegal al menos no aquí en Polonia mágica-

-¿Estamos en un lugar mágico?-

-No, pero solo personas con origen mágico viven aquí por lo que nos regimos más por el ministerio mágico que por el muggle, Regina, Maílo, tú y yo somos squibs, los gemelos y los niños menos Mara son hombres lobo, Mara y Leónidas su madre son magos y Laura es una vampiresa-

-No mencionaste a Laura-

-Ella no trabaja aquí, solo vive en mi propiedad en algún lugar del bosque, le gusta cazar animales aunque a veces nos pide algo de sangre a alguno de nosotros los adultos excepto a los gemelos por obvias razones, es una buena inquilina su presencia espanta a los depredadores lo que reduce mi perdida de animales-

-Oh, ¿el esposo de Leónidas no vive aquí?-

-Leónidas no tiene esposo, se hizo una inseminación artificial-

-Oh,… ¿qué es eso?-

Marius dio una risita nerviosa.

-Eres muy niño para explicarte tales cosas, pero no te preocupes lo aprenderás cuando inicie la escuela-

El niño pelirrojo hizo un puchero de disgusto pero se animó al escuchar lo de la escuela.

-¿Me dejaras ir?- pregunto ansioso.

-No, la escuela más próxima está a 16 kilómetros de aquí, los niños aquí estudian por tutor Milena una bruja nacida de muggle les enseñara tanto magia como cosas regulares que los niños aprenden, debido al gran contenido de los dos mundos debiste haber empezado el año pasado pero tienes buena cabeza estoy seguro que podrás superarte por no mencionar que mi tío algo debió enseñarte-

Jerome asintió conforme y en afirmación.

Abrió la boca para hablar pero entonces el sonido de una campana irrumpió por sobre el de la música clásica.

-Bueno, es hora de que conozcas a los demás y ellos te conozcan a ti, ven lávate los dientes-

El hombre lo saco de la cocina y lo llevo por la puerta más pequeña del otro lado del pasillo.

-Este es el baño interior- exclamo.

Había un lavabo pequeño al lado de uno más alto, un retrete grande y uno más pequeño y dos tinas de baño una grande y una pequeña también habían dos regaderas grande y pequeña.

-Los gemelos me ayudaron aquí con las partes pequeñas para tu uso y aumentando el espacio con encantamientos espero que te gusten- le dijo con una sonrisa tranquila mientras le pasaba un pequeño cepillo de dientes y una barra de pasta.

Jerome asintió conforme.

Al salir del baño le mostro su cuarto pequeño como él le había dicho y la puerta al lado de la del baño, este lugar era un gallinero las aves de corral vivían allí por ahora estaba casi vacío salvo por los pollos de engorde, un par de gallinas con pollitos y una pata clueca las demás aves ya se habían ido después de poner sus huevos.

Una mujer con cabello rubio hasta la base de la cabeza andaba entre los nidos recogiendo los huevos en una canasta de mimbre la cual parecía algo llena.

-Buenos días- saludo Marius.

Jerome saludo con la mano tímidamente.

Ella se volteó con cuidado de no vaciar su canasta rebalsada.

-Oh, buenos días jefe- devolvió el saludo alegremente, ella era muy blanca y tenía los ojos grises- oh  ¿a Quién tenemos aquí?- se hinco frente al niño para estar de su tamaño, Jerome pensó que su voz tenía un sonido muy masculino.

-Hola- fue lo único que se le ocurrió.

-Este es mi primo Jerome- lo presento Marius.

-Hola pequeño mi nombre es Maílo y trabajo aquí espero que seamos amigos- exclamo sin dejar de sonreír.

Jerome levanto la cabeza con rapidez un sonrojo fuerte cubrió sus pequeñas mejillas, ahora sabia porque su voz sonaba masculina.

-Yo también, Maílo-

El rubio casi se derritió con su ternura.

-Jefe llevémoslo abajo para que conozca a los demás- le hablo a Marius quien asintió conforme- mis hijos van a amarte y Mara también- esta vez se dirigió al niño mientras le revolvía el pelo rojo con la palma de su mano desocupada.

Jerome camino tras los dos adultos que conversaban alegremente entre ellos de verdad esperaba agradarle a los niños de la casa nunca en su corta vida había tenido compañía de cualquier otro niño que no fueran sus dos hermanos mayores pero ellos eran diferentes eran su familia por lo que sentía que ellos estaban regidos por la regla natural de sentir algo por él, quizá no necesariamente algo bueno pero algún sentimiento en sí.

Salvo por la cocina, el cuarto de su tío y el baño todo el segundo piso estaba ocupado por el gallinero gigante lleno de aves de todos los colores y varios tamaños, Jerome se fijó que también habían un par de periquitos de amor en las afueras de su jaula metálica en una esquina bien iluminada por una gran ventana detrás de ella.

Al final de dicho gallinero se encontró con unas escaleras, sus pequeños ojos verdes se abrieron con asombro ante el hermoso paisaje que rodeaba la casa y las pocas edificaciones que rodeaban esta.

El niño pelirrojo noto que el primer piso de la casa también era una guardería de animales, había grandes partes del lugar de tierra con gordos cerdos revolcándose en el barro, el patio estaba lleno de gallinas y demás aves comiendo maíz o rascando en la tierra suelta.

Bajo el árbol al lado de su balcón había una mesa llena de todos tipos de comida que podía imaginar algunas que no había visto en su vida.

En la mesa había varias personas sentadas, en cuanto ellos se acercaron a la mesa todos lo saludaron y le hablaron diciendo lo contentos que estaban con que él estuviera ahí.

Una mujer que parecía estar en sus cuarenta rubia, oscura, bajita y algo regordeta se presentó como Regina Wonh.

Los dos hombres de color calvos y musculosos e idénticos no necesitaban presentarse eran los gemelos Moore.

Una niña sentada con las piernas entrecruzadas algo morena y de pelo negro Gyah Moore.

Una niña de pelo castaño claro ojos igualmente castaños tez blanca, Mara Wonh.

Un niño pequeño de pelo negro ojos oscuros y flaco Joshua Moore.

Y claro las dos personas a su lado todos ellos lo habían recibido en su vida con sus brazos abiertos y sin pedirle nada a cambio, Jerome pensó que podía acostumbrarse a ello.

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