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BUEN OMEGA por Alicia_Wesley

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Notas del fanfic:

FINAL FELIZ ASEGURADO. 

 

ADVERTENCIAS: R-18, SEXO NO CONCENSUADO, VIOLENCIA DOMESTICA, ESCLAVITUD, SUB, DOM, SADOMASOQUISMO, KINK MEDICAL, MAQUINAS FUCKING, JUGUETES SEXUALES, ADIESTRAMIENTO, ENTRENAMIENTO SEXUAL, POLIAMOR, MASAJE DE PROSTATA, COSQUILLAS NO CONCENSUADAS, FETICHES, RELACIONES INSANAS, ETC. 

 

MAS FETICHE, SEXO, AMOR, POSESIVIDAD, DOMINACION, Y PELUSA QUE DRAMA. 

Notas del capitulo:

Si usted no tiene conocimiento del Omegaverse, leer esto para entender:

Se trata de una sociedad estructurada en razas: alfas, betas y omegas, cada una con características propias, son humanos que nacen con una raza definida.

En resumidas cuentas, el alfa es la raza dominante y la primera de la jerarquía. Ellos son fuertes, grandes, pueden ser o no agresivos, poseen un gran instinto de protección, desean proveer y ser el cabecilla de la familia, son territoriales, sus sentidos (olfato, vista, audición) están muy desarrollados y suelen desempeñarse en empleos que tengan que ver con la política, las fuerzas armadas, las grandes ciencias o la policía, por lo tanto, son poseedores de grandes beneficios. Existen hombres y mujeres alfas.

La raza beta es el humano corriente. Existen hombres beta y mujeres beta. No tienen grandes habilidades desarrolladas, pueden procrear pero solo con los de su raza, es muy difícil que un hombre beta embarace a un omega. Se desempeñan en trabajos normales, como ejecutivos, oficinistas, transportistas, maestros constructores, etc.

El omega es la última escala de la jerarquía, y por lo tanto, la que menos derechos posee. Tienden a ser más pequeños y delgados, no agresivos pero sus sentidos también están altamente desarrollados, son muy sumisos y complacientes, emocionalmente dependientes y generalmente están en busca de protección. Existen tanto hembras omega como machos omega. La particularidad de esta raza es su capacidad de procrear. Los omegas, tanto hombres como mujeres, pueden albergar un niño en su vientre y dar a luz. Un omega entra en calor, estro, o está en celo, con una determinada frecuencia, donde lo único que desea es básicamente tener sexo y ser impregnado. El cuerpo del omega se autolubrica para la relación íntima durante el celo he incluso fuera de el. El ciclo de insercion puede ser inhibido a través de pastillas; los ''supresores''. Los omegas no tienen permitido desempeñarse laboralmente.Tienen menos derechos que los betas y alfas, y pueden ser unidos a un alfa (pasando a ser omegas; ''reclamados, acoplados, o vinculados.'') a veces sin su consentimiento. 

Cada raza tiene un aroma en específico, reconocible entre ellos. Cuando un omega se acopla a un alfa o a un beta, huele como él.

Se acoplan a través de las ‘’uniones’’. El alfa (cuando es una unión, por ejemplo, alfa-omega) muerde al omega en el cuello hasta que deja una marca. Eso significa que lo ha reclamado y que ahora están incondicionalmente unidos. El alfa paga una dote a los padres del omega y luego se produce el matrimonio civil.

 El olor a comida espeso y salado se acumulaba en la habitación al mantener las ventanas cerradas. Sus manos expertas comenzaron a picar rápidamente los vegetales para luego colocarlos en la sartén friéndolos junto a los huevos, convirtiéndolo en una mezcla de colores en tonalidades verdes, rojas, y amarillas, por los guisantes, pimientos, y la yema del huevo. Con un suave movimiento de caderas mientras la música que tatareaba en su mente llegaba al final, saco la tortilla y la coloco en un plato de cerámica blanca para finalmente apagar la hornilla y picar en trozos tal y como los de una pizza.

—Todo perfecto—Murmuro observando con orgullo los diferentes platillos de comida para tener un extraordinario desayuno. Su omega interior ronroneo contento ante el resultado y solo podía pensar en lo feliz que estaría su familia al notar tal delicia.

Como si lo hubiese invocado, el olor que sobresalía en la habitación siendo un almizcle de café y menta le hizo sentir un hormigueo en la marca que se encontraba en su nuca, justo debajo de su collar grueso.  Sin sorprenderse la voz grave llego a sus oídos y aquello fue el motivo para voltearse a mirar hacia la entrada de la cocina.

—Buenos días—Expreso con cansancio el hombre con el cabello enmarañado, todavía húmedo por la ducha, mientras ingresaba a la cocina.  Su figura alta estaba perfectamente acobijada con su uniforme azul rey de trabajo. En el lado derecho de su pecho decía "Gerard Tomson", y debajo de él la palabra "Electricista" llamaba la atención por su tonalidad chillonamente amarilla. Este se detiene durante un momento olfateando el delicioso aroma que se expedía en el aire y que no había notado debido a la terrible marca de shampoo que tenían para el cuerpo, aquel olor antiséptico era simplemente infernal. Una sonrisa suave enmarca su rostro digno de un hombre de más de 29 años de edad, aunque esa felicidad no llegaba a sus ojos o simplemente estaban demasiado hinchados por el sueño. El omega rio mentalmente ante aquello. —Huele increíble.

Una pequeña risa se escapa de los labios suaves del hombre de altura más baja que se encuentra en el fondo de la cocina. Un delantal azul abraza su pecho, y su rostro pecoso contrasta junto a su cabello claro que caía en suaves hondas rozando sus hombros.

—Buen día gruñón —Dice mientras saca los panes de la tostadora, colocándolos en su lugar de manera tan elegante que ni siquiera tenía sentido. Pero así era él, buscando la perfección y el orden hasta en las cosas más mínimas. —Hice tu desayuno favorito. Tal vez así mejore tu día.

Un gruñido flojo se deslizó fuera de la garganta del pelinegro, y esa tenue sonrisa que se apoderó de su rostro cansino no desapareció cuando el omega coloco los platos en el comedor, para luego tomarle de las manos  y llevarlo hacia la mesa.

—Vamos, siéntate—Insistió. —Déjame cuidarte alfa—Ronroneo aquello último siendo como un hechizo eficaz para que el hombre más estresado y agotado olvidara los problemas y las dificultades diarias.  Con gusto empezó a olisquear el cuello de Gerard, sintiendo el roce de la barba a medio crecer que le raspaba sus tersas mejillas. El alfa sonrió mientras su aroma se extendió dejándose marcar por el tenue olor dulzón de omega, quien estaba ahora dándole espacio en su propia garganta para que también le marcara con sus feromonas turbias.

En ese momento lo único que existía era la pequeña burbuja de aromas y posesividad que expedía de ambos. Eran felices, estaban orgullosos de su vínculo y también de su pequeña familia, incluso de lo que eran; no millonarios y tal vez tampoco las personas más carismáticas del planeta, pero si se podía decir que conocían cada pequeña cosa del uno al otro y eso era más que suficiente comparado con todo lo que el mundo les podía ofrecer.

Gerard empieza a acariciar las hebras suaves del macho omega encantándole la sensación que obtenía al rozar la brillante melena contra su piel. Amaba cada parte de su compañero, pero podría admitir que su hermosa cabellera dorada era uno de sus atractivos más fuertes. Y para completar, una de las aéreas que le robaba mas suspiros y ronroneos a su esposo.

—Te amo ángel. —Expreso sabiendo que no había nada más en lo que tuviera tanta seguridad como el amor que le profesaba a su familia. —Solo tú y Leo me hacen los días felices.

El rubito sentía su corazón latir al compas de una rápida melodía. Aun podía recordar como en su fresca juventud se sonrojaba tan fuerte al escuchar aquellas palabras, y por tal razón todavía se preguntaba si en algún momento aquello se detendría, sin en algún momento esa calidez en sus mofletes dejarían de delatar su vergüenza.

—I love you c'mor~ —Susurro con un cariño intenso. Se alejo con una sonrisa coqueta en sus labios lechosa mientras acomodaba su delantal y procedió a alejarse de la habitación expresando un; — ¡Buen provecho, voy a buscar al pequeño revoltoso!

Gerard solo asintió, innecesariamente, con una sonrisa tonta en su rostro.

¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!                                                                        ¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡

Si el humor de Ángelo estaba en su pico más alto, ahora que ingresaba a la alcoba de su hijo sí que había bajado unos cuantos niveles por el inminente desastre que pudiese compararse con las notables consecuencias del paso de un ciclón.

— ¡Leonel Alejandro! —Pronuncio entre gemido y regaño. Los juguetes estaban esparcidos por todo el suelo y el nido que su hijo había hecho en la comodidad de su cama actualmente formaba parte del suelo al igual que libros, vasos, y uno que otro plato con migajas. Era demasiado desastre para pertenecer a un pequeño de 8 años. —Yo limpie tu habitación ayer al medio día, ¿Cómo es posible que la encuentre de esta manera?

El niño de rizos claros se quejo desde el revoltijo de sabanas en el piso alfombrado. Se estiro maullando como si fuese un gato y se cubrió con las mantas escapando de la mirada reprobatoria de su padre.

—Es que hacía calor y quería algo suave. Nada me hacia feliz papa—Gimió el niño de tan solo ocho años. Ángelo suspiro rendido y negó lentamente. Sabía que su hijo, aunque pequeño, empezaba a tener síntomas de precalentamiento débiles, y estaba dispuesto a comprender este tipo de situaciones sabiendo muy bien que en su juventud había pasado por la misma situación.

—Está bien cariño… Pero vamos, levántate antes de que se nos haga tarde. Quiero que te cepilles esos dientes, te laves la cara, y bajes a desayunar con tu padre.

A penas se había inclinado para tomar los juguetes en el suelo cuando un ligero viento paso a su lado y el sonido de pisadas rápidas bajando la escalera fue lo último que supo de su hijo en ese instante. Al parecer había sido innecesario subir a buscarle, con tan solo una llamada de su alfa Leonel estaría teletransportandoce. No pudo evitar reír suavemente debido a la emoción que tenía su cachorro por estar con su Padre, aunque enseguida esa risa fue deteniéndose lentamente.

Era en momentos como estos que se detenía a pensar en su vida, y como la obvia diferencia a su infancia le causaba escalofríos. Cuando era un niño no tenía la ventaja de vivir con padres que le amaran tal y como era, al contrario, le despreciaban por su “débil” género y lo terminaron dejando en una casa omega como si fuese un huérfano. Sin embargo, ahora era amado y querido por su compañero, hijo, y algunos amigos que había hecho con el paso del tiempo. Su vida no era perfecta, pero esa era la esencia del vivir humano, y él lo sabia claramente. 

Los juguetes ya se encontraban acomodados en la cesta, armario, y organizados en el mini escritorio color verde manzana. Las mantas estaban dobladas y las almohadas habían sido acomodadas en el lugar más idóneo de la cama. Pensó en colocar la sudadera de su esposo en la cesta de ropa sucia, pero sabía muy bien que seguramente su capullo estaba feliz con las feromonas y el aroma de alfa que tenía impregnado.  

Se toma su tiempo doblando las demás prendas que antes conformaban el nido, viendo algunas pijamas de su hijo, unas más pequeñas que otras, y es que él no había querido deshacerse de ellas. Le traían recuerdos y a Leonel le encantaba anidar con ellas, era beneficio para ambas partes.

— ¿Ocupado? —La voz grave le hace pegar un pequeño brinco, y enseguida su rostro se voltea para ver al cuerpo más alto cargando a su hijo mientras este se hundía en el cuello de su padre hipnotizado por el aroma a café y menta. Unos ronroneos bajos vibraban desde su pequeño pecho y Gerard se veía más que satisfecho y orgulloso. Sus omegas eran felices, y eso le hinchaba el corazón y el ego alfa en su interior.

Ángelo sonrió con ganas.

—Bueno, ya he terminado aquí, pero luego tengo que continuar con la colada y el piso de abajo. Más tarde tendría que preparar el almuerza, y—Empezó a contar cada tarea con sus dedos, dándose cuenta de que no tenia tantos como para enumerar todo lo que tenía que hacer por el día de hoy. —También tengo que regar el jardín y hacer que este jovencito haga sus tareas.

Leonel no parecía estar a gusto con la última parte.

—Está bien ángel, pero recuerda también descansar. —Sus manos estaban ocupadas sosteniendo a su hijo, pero si no fuese por eso, ahora que Ángelo había dejado de lado las pijamas de Leonel para acercarse a él, estaría apegando esas anchas caderas a su cuerpo mientras le plantaba un beso en esos labios rosados. —Me gustaría estar aquí para ayudarte, pero sabes cómo se ponen las cosas en el trabajo ahora que es tiempo de vacaciones.

—Soy feliz atendiéndolos a ambos. —Su sonrisa era tierna y sincera. Amaba hacer feliz a su familia cuidándolos y dándoles lo mejor de sí mismo. Ángelo no lo hacía porque fuese el omega, lo hacía porque era parte de esa pequeña familia y quería contribuir. Un omega no podía trabajar, mucho menos cursar estudios superiores, tenía que aportar ayuda y si esta era la única manera entonces daría el 100% en ello. No sería alguien inútil. —No tienes de que preocuparte Gerard. Se que estas ocupado y llegas demasiado tarde como para hacer algo más que dormir y comer.

Gerard frunce el ceño, y Ángelo solo quiere reír. Su hijo hacia exactamente el mismo gesto cuando algo le descontentaba.

—Oye, ¿Estas tratando de decirme que no tengo tiempo para darle amor a mi esposo y a mi hijo?

—No-o. —Dijo dejando a relucir aquella sonrisa coqueta que tomaba forma en su rostro sin siquiera planearlo. — ¿O me dirás lo contrario, alfa?

La mirada grisáceo se vuelve levemente rojiza y aquello envía escalofrió por la espina dorsal de Ángelo. Da un paso hacia atrás instintivamente y un cosquilleo en su nuca le hace estremecerse.

Gerard avanza sin dejar de mirarlo fijamente como una presa débil y frágil. Ángelo se queda congelado.

—Déjame decirte algo—Sin esfuerzo se inclino apoyando más peso en su pie izquierdo para así apretar a su hijo contra su pecho mientras sus labios rozaban el oído pecoso de su compañero. El corazón de Ángelo palpitaba como loco contra su pecho, y la sangre viajo gravemente hacia sus mejillas. —El hecho de que hace dos días no pararas de gritar que me detuviera porque ya estabas agotado, me indica que es más que suficiente el tipo de amor que te doy cariño.  ¿O me dirás lo contrario, omega?

Los labios afelpados de Ángelo se separaron soltando un jadeo silencioso, sus rodillas temblaban y su omega interior solo quería asentir como loco mientras se arrojaba a los brazos de su alfa para empaparse en ese olor tan maravilloso y dominante. Sin embargo, sus ojos dilatados se fijaron en el pequeño bulto adormilado en el pecho de Gerard y aunque la excitación era como un tenue calor en su vientre, se atraganto la suplica que tan fácilmente podría su esposo arrancar de su garganta.

Por el contrario Gerard podía sentir las ganas inminentes de arrebatar de aquel cuerpo lleno de estrías, curvas, pecas, y lunares, la bata suave que caía libremente por aquellas piernas blancas. Tenía muy claro que mientras más años poseía el omega, mas lubricación incontrolada se escapaba de ese tentador agujero, y es por esa misma razón que no se sorprendió que con apenas un pequeño pico de excitación la mancha llenara el pequeño espacio con aquel olor espeso y dulce.  

—Papa—Aquella voz armoniosa y chillona los saco a ambos de sus ensoñaciones y su mirar de complicidad. Ángelo se sonrojo, mientras que  Gerard actuó como si nada hubiese pasado, aunque aquel bulto debajo de sus pantalones podría delatarlo ante miradas perspicaces.

— ¿Qué pasa campeón?                                    

El rostro infantil salió de su escondite en la seguridad de su padre, dejando a relucir aquellos ojos de cachorro que casi podían hacer que sus padres le consintieran sus travesuras y deseos.

— ¿Puedes quedarte conmigo hoy? —Sus pequeñas manos tomaron el rostro de su padre sintiendo la picazón de la barba en las palmas de sus suaves manos. Una sonrisa entre tímida y alegre ilumino su rostro pecoso. Gerard no había visto nada más adorable y encantador, y es que su hijo era tan precioso que simplemente podía imaginarse en un futuro alejando a los malditos infelices que quisiesen acercarse a él con dobles intenciones. — ¡Di que si, Di que si! ¡Papi y yo tendremos una tarde de películas, únete!

El alfa rio suavemente sin decir alguna palabra. Su pequeño omega podía ser muy entusiasta y convincente cuando realmente lo quería. No obstante, sabía muy bien que tenía una familia que cuidar y mantener, junto con una buena reputación que proteger por el bien de todos. Enseguida sus ojos se posaron en el omega más grande, quien lo observaba esperando alguna respuesta.

— ¿Quieres ayudarme? —Pregunto con una sonrisa entre incomoda y graciosa en sus labios. —Si este lindo manipulador sigue usando sus poderes en mi, lograra que me quede.

Ángelo soltó una carcajada mientras sus mejillas se volvían rojas por el esfuerzo. Su capullo los miro a ambos con grandes ojos inocentes esperando alguna respuesta beneficiosa y sustanciosa. Era un pequeño pillo.

—Cachorro, tu padre tiene que ir a trabajar. Nos divertiremos tanto que no te darás cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, no te preocupes. —No había terminado la frase cuando el rostro pequeño se contrajo con un molesto puchero en sus labios fruncidos. Sus manos bajaron del rostro de su padre como si este quemara y sus ojos ahora observaban su propio pecho enfadado con el mundo. Ángelo suspiro frunciendo el ceño, y sus ojos verdes le transmitieron un “Ahora inténtalo tu” a su esposo.

Gerard soltó una pequeña cantidad de feromonas alfa, que enseguida pudo captar su hijo sintiéndose más soñoliento y risueño. El olor suave hacia que los omegas se sintieran seguros y contentos, aunque mientras menos relación se tenga con el alfa menos efecto surtirá en ellos. Ángelo sintió sus piernas temblar mientras instintivamente se encontraba en el intento de aspirar ese adictivo olor que le hacía sentir tranquilo y cálido. Era una experiencia fascinante.

—Leonel, hoy tengo algunos asuntos importantes con los que debo cumplir—El pequeño omega le miraba atentamente, como si fuese una mosquita observando la ansiada luz. La mano de su padre comenzó a acariciarle el cuero cabelludo, y el ronroneo fue instantáneo. — ¿Qué tal si te portas bien y haces tus tareas, para cuando papa este en casa tengamos tiempo para jugar y ver películas?

Leonel parpadeo sus ojos lentamente batiendo sus pestañas rubias con atención.

— ¿Po-podríamos hacer un nido juntos? —Balbuceo tropezando las palabras— ¿Lo prometes?

—Lo prometo—Dijo Gerard con seguridad y una sonrisa alentadora. — Y si rompo la promesa, tu papi tendrá que hacernos un pastel de chocolate. ¿Qué dices?

Una sonrisa gigantesca aparecía en el rostro de su cachorro y enseguida este se encontraba asintiendo ansioso y deseoso.

— ¡Si, si! —Chillo mientras sus manos se juntaban aplaudiendo de la emoción. — ¡Mejor no vengas papa!

—Augh, eso dolió pequeño pillo—Pronuncio con falso dolor mientras su rostro reflejaba un intento de tristeza muy mal actuada. Ángelo no pudo evitar reír ante eso, Gerard solo podría ser capaz de engañar a una mosca y eso con su mayor esfuerzo. Leonel empezó a gritar mientras su padre le levantaba en el aire colocando besos de frambuesa en su estomago pálido oculto detrás del pijama de spiderman, y entre risas y carcajadas ambos terminaron en la cama acolchada teniendo una pelea de cosquillas que el más grande no iba a perder. 

Ángelo negó lentamente riendo mientras aquella calidez en su pecho denominada “amor” y “alegría” le hacían sentir el omega más afortunado de todo el planeta. Conocía más omegas en la vecindad, he incluso había podido hablar con muchos más en la escuela de Leonel, sin contar las pocas amistades que tenia con algunos de su mismo género, y por ello sabia que muy pocos tenían la suerte de tener una familia tan unida y contenta, donde el respeto, amor, y cariño eran las principales prioridades, dejando de lado el dominio, las tradiciones, y las leyes inflexibles que obligaban a los mas “inferiores” a no ser más que títeres ambulantes.

— ¡Papi ayúdame!

—Gerard, tienes que ir a trabajar, deja que Leo se vaya a cepillar los dientes.

—Ven a rescatarlo entonces—Dijo mientras abrazaba a su hijo y no lo dejaba escapar aunque este se retorciera como loco. Podría jurar que más tarde le aparecería una mancha purpura en uno de sus costados por una semejante patada propinada por su pequeño cachorro de tan solo ocho años. No podía estar más orgulloso.

El rubito se acerco a la orilla de la cama mientras volteaba sus ojos ante los juegos de su esposo. Leonel seguía riendo mientras intentaba clavar sus pequeños dientes de leche en la carne de su padre, pero este lo tenía con las manos arriba de su pequeña cabeza para propinarle besos en las mejillas.

— ¡Papi, ayúdame! —Le suplico su hijo con las mejillas rojas y la voz jadeante. Ángelo miro los ojos suplicantes de su adoración, y no tuvo más opción que montarse en la cama sintiéndose como un pequeño niño de nuevo mientras se arrojaba en la espalda de Gerard, empezándole a hacer cosquillas en las costillas obligándole a soltar a Leonel al mismo tiempo que espesas risotadas se escapaban de sus labios. Sin embargo, la victoria para el omega más viejo no duro demasiado, pues al mínimo segundo ya su cuerpo se encontraba debajo del alfa, quien le había tomado de las muñecas inmovilizándolo fácilmente.

—Mala decisión bebe. Ahora por tu traición voy a tener que castigarte.

—Ya es muy tarde para tus juegos Ge—No puedo continuar con su sermón cuando un chillido le rasgo la garganta. Gerard le besaba el estomago mientras soplaba contra la piel sensible dejando escapar sonidos gracioso que hacían reír a su hijo, quien ahora se subía en la espalda de su padre disfrutando de la lucha que solía ganar el alfa. — ¡No, ya basta! ¡Sabes que odio las cosquillas!

— ¿Te estas divirtiendo Leonel? —El pequeño grito un; “¡Si, y papi también!” entre risas divertidas—Si, papi se está divirtiendo. ¿Por qué no me ayudas y le hacemos divertirse más, ah?

Su hijo asiento fervientemente mientras bajaba con cuidado de la esbelta espalda. Sus ojos brillaban con malicia juguetona mientras se acercaba a Ángelo, y enseguida este le lanzo una mirada aguda a su esposo.

— ¡Gerard Thompson, ya basta de jue-NO! —Grito entre carcajadas mientras las manos más pequeñas rascaban sus costillas no tan pronunciadas por  los kilos demás que estaba ganando durante los últimos meses. Sus pies se encorvaron y su pecho agitado se retorció aunque no fue mucho el movimiento debido al fuerte agarre en sus muñecas y el peso de su compañero en sus piernas presas. Sus risas rebotaban contra las paredes azul cielo, y sus torturados se contagiaban riendo a coro con él.

Los minutos se sintieron como horas largas para Ángelo, y su respiración poco a poco se sintió forzada cuando el aliento poco a poco escapaba en ráfagas de sus pulmones. Su piel era tan sensible al tacto que no importaba donde se le tocara, cualquier roce era horriblemente cosquilloso, una ventaja/desventaja que atribuirle a su género. Su cuerpo era sumamente sensibilizado.

Su mente ya estaba nublada y las risas brotaban con cansancio. Gerard sonrió entre enternecido y divertido al observar a su compañero en un estado tan deplorable, así que de pronto las terribles cosquillas cesaron.

El pequeño Leonel se monta encima del pecho de su padre haciéndole sisear un poco por la presión de su peso encima de sus pezones, enseguida Gerard le acomodo encima del estomago suave, y con la cabeza inclinada pregunta; — ¿Estás bien papi?

 

—Eres cruel hijo, apoyaste a tu malvado padre—Murmura con el rostro rojo. Algunas hebras de su cabello se habían pegado a su frente por el sudor que ya había empezado a deslizarse. Al ver el rostro de su hijo contorsionarse con tristeza, Ángelo negó riendo suavemente mientras con sus manos  jalaba esos pequeños mofletes. —Estoy bien. Para la próxima nos vengaremos de tu padre. ¿Estás conmigo?

Una enorme sonrisa floreció en la tez pálida.

— ¡Si, seremos el equipo omega!

—Bien, bien. Luego pueden hablar acerca de su inminente derrota—Ángelo y Leonel le sacaron la lengua, y Gerard pellizco los muslos gordos que se encontraban debajo del, arrancando un chillido del omega mayor. —Leo, ve a cepillarte los dientes y a lavarte la cara. Siempre tienes que hacer eso antes de comer cachorro.

— ¡Esta bien, pero no se diviertan sin mí! —Las suaves pisadas resonaron, y el golpe brusco de la puerta del baño hizo que tanto el alfa como el omega se sobresaltaran. Gerard sonrió mientras que Ángelo fruncía el ceño.

—Oye, no te rías. Sabes que igual tendré que hacer ese pastel de chocolate… —Susurra con pesadez, aunque en el fondo sabía muy bien que su omega ya estaba ansioso por ver a su familia felicitarle como resultado de su experiencia culinaria. El alfa le observa con notable diversión y se arrecuesta de tal manera que coloca a su compañero muy cerca de su pecho. El olor a frutas silvestres y vainilla le hacen querer hundirse en ese cuello pecoso, pero prefiere apoyar su cabeza en la palma de su mano, levantada por su brazo y apoyado por su codo, mientras observo con una mirada serene a su encantador rubito. Ángelo gime rendido y extiende una de sus manos pellizcando la nariz perfilada con cariño, para luego ir prestándole atención a sus demás facciones. —No sé cómo lo haces, pero tienes a estos dos omegas atados a tu meñique.

—No, en eso te equivocas. —Le contradice. Suelta un gruñido bajo y placentero cuando Ángelo rasca el cuero cabelludo detrás de su nuca, y este mismo ronronea satisfecho. —Ustedes me tienen a mí comiendo de las palmas de sus manos. Tan solo pídeme algo, y te lo traeré en bandeja de plata.

Ángelo sintió sus mejillas hervir, y enseguida la sonrisa suave y victoriosa en el rostro de su compañero le indico que efectivamente se había puesto colorado. Un brazo cálido le rodea la cintura y unos suaves labios le acarician las mejillas, susurrándole al oído palabras de amor que hacían que su pecho se contrajera, las mariposas en su estomago aletearan, y el hormigueo en su piel más el fuego en su vientre se encendieran. Un gemido suave escapo de su garganta, y los dedos de sus pies se rizaron cuando los dientes rozaron las glándulas aromáticas detrás de su cuello, justo donde se encontraba su orgullosa marca de apareamiento.

—Hueles delicioso. Presiento que en unas cuantas semanas comenzara tu celo. —Ángelo entre asintió y ronroneo concentrado en la mano que cepillaba su vientre cálido.

 —Si… Tengo marcada la fecha del calendario que se encuentra en mi estudio.

El reloj de Gerard sonó con un leve “tic-tic” “tic-tic”, y este lentamente se separa de la calidez corporal de su esposo con una tremenda fuerza de voluntad. Ángelo no pone mala cara, pero su omega interno ansia mas contacto físico. Gerard se sienta en la orilla de la cama de Leonel, y observa la hora sabiendo muy bien que ya es momento de salir de casa antes de que el tráfico aumente y eso le haga llegar retardado al trabajo. No podía arriesgarse a atrasarse en el proyecto, mucho menos con el calor de Ángelo a unas cuantas semanas de distancia. No quería verse contra la espada y la pared cuando tuviese que decir entre el trabajo o acompañar a su compañero omega, un calor solo, estando emparejado y a la edad de 29 años en adelante, seria simplemente aterrador para Ángelo y cualquier otro con el mismo género secundario.   

—Es mejor que me apresure, ya se me hace tarde. —Se acomoda la camisa y los pantalones que se habían arrugado un poco por sus juegos, y revisa la hora una vez mas mientras saca su teléfono del bolsillo para observar alguna llamada, correo, o mensaje importante. Ya debería estar en la oficina. Observa a Ángelo, quien se había sentado en la cama y se veía algo ansioso como si no quisiera que se fuera, como si estuviese aguantando las ganas de retenerlo en la habitación. —Hoy no van a trabajar las líneas de taxi, tampoco los autobuses. Si hace falta algo solo hazme una lista y tratare de traerlo cuando regrese en la noche.

—Esta bien, si necesito algo puedo ir a la tienda que está más abajo, cerca de la Sra. Roció—Una sonrisa dulce condimento sus labios, y Gerard solo quería besarle hasta que esa deliciosa boca se hinchara y enrojeciera. —No te preocupes, me llevare el teléfono y también el gas pimienta. A demás, ella es tan amable que me acompaña hasta la esquina cuando vengo de regreso con Leonel.

El alfa escucha atentamente, pero está dispuesto a comentar algo más cuando el teléfono celular entre sus manos resuena ante una llamada entrante. Observa el número desconocido que se muestra en la pantalla como “privado” y procede a darle una mirada confusa a su compañero, quien muestra clara curiosidad.

—Deberías contestar. Puede ser alguna agencia, o tal vez solo es la típica llamada para confirmar el pago de los impuestos. —Dice Ángelo mientras juguetea con sus dedos. El omega siente una revuelta en su pecho, como si sus instintos le dijeran que tenía un mal presentimiento, pero solo se relaja entre las mantas al mismo tiempo que apoyaba su espalda en el respaldo de madera clara de la cama.

—Pague los impuestos por adelantado el mes pasado. —Comento con el ceño fruncido. Por alguna razón sentía algo de paranoia, pero decidió restarle importancia. No iba a sacar conclusiones de todo tipo por una simple llamada privada a su teléfono personal. Desliza el ítem para contestar la llamada, y enseguida una voz femenina y profesional diciendo; “Buenos días, ¿Con quién poseo el gusto de hablar?” resonó en su oído.

—Buenas días, habla con el Sr Tomson. ¿En qué puedo ayudarle?

Ángelo se removió de la cama y respiro suavemente. Escucho a Gerard empezar a hablar de manera educada y civilizada, así que el pánico se disipo. Un ruido de cosas plásticas cayendo al suelo vino desde el baño de Leonel, he instantáneamente el omega se levanta algo preocupado.

—Cariño, ¿Necesitas mi ayuda?

— ¡Na-ang! (No) —Grita el pequeño con seguramente la boca llena de crema dental y espuma colorida resbalando desde su boca hasta su diminuto mentón.

—Virginia, calle 45, Av. Sídney. Sí, mi esposo; Ángelo Thompson posee veintinueve años de edad y mi único hijo; Leonel Thompson, siete.   —Gerard frunce el ceño demostrando desagrado, al parecer la conversación no estaba yendo a una buena dirección. —Disculpe, no puedo comprender lo que dice. ¿No tienen alguna excusa más creativa? No, no es lo que quiero decir.

Ángelo piensa en acercarse hacia su esposo para intentar oír las palabras de la otra línea, pero las feromonas molestas le impiden avanzar como si le indicaran no entrar en zona de peligro.

—Por supuesto, cumplen tanto física como psicológicamente con lo exigido en la ley. Mi familia está en perfecto estado, y no es necesario que ustedes lo rectifiquen. —El alfa se detiene por un momento y su mirada se posa en la pared como si pudiese abrir un hoyo en ella con la ira que va en aumento. Escucha lo que le dicen a través de la línea por lo que parece una eternidad, y finalmente su expresión de molestia se cae para finalizar con un bufido inconforme. —Está bien, no es necesario optar por ello. Colaborare con el proceso. Si, igualmente.

La llamada acaba, y la regadera de la tina suena desde el baño. Ángelo piensa en decirle a su cachorro que el baño era para más tarde, pero decide dejarlo pasar por el repentino giro de las circunstancias. Luego se acercaría para restregarle el cabello y enjabonarle el cuerpo con mejor precisión.

— ¿Sucede algo malo? —Pregunta sonando preocupado.

—La llamada fue de parte del ministerio de salud. —Comenta al mismo tiempo que cruza los brazos y niega entre sus pensamientos. Ángelo piensa que en esa posición puede sentir el dominio ejercer presión en su omega interior. Toma asiento en la cama disimuladamente para no arriesgarse a que sus rodillas le fallasen. —Están realizando un chequeo médico en la zona oeste, y pronto se iniciara en nuestro territorio. El Gobierno quiere recopilar información médica con respecto a la salud omega, fertilidad, y demás cosas de su interés. Se supone que el proceso es algo “voluntario”, pero realizan llamadas para confirmar la colaboración y presencia de las personas, tal y como lo han hecho con nosotros.

El omega se estremece y aprieta su bata entre sus tersas manos. Siente un peso a su lado, y no es necesario levantar su mirada cuando un brazo fuerte es colocado encima de sus hombros pecosos y el aroma a menta y café llega a su delgada nariz.

—Entonces es obligatorio…—Susurra algo impactado. El gobierno siempre encontraba maneras descaradas de hacer que el resto de las personas acataran sus normas sin chistar. Sin embargo, aquello no le distrajo de su verdadera preocupación. Un escalofríos recorrió su cuerpo al mirar el pasado y recordar aquellos exámenes físicos que se le imponían en las casas omegas. La humillación de mostrarse a personas desconocidas, que aun siendo médicos, lo rebajaban al mismo nivel que a un animal. — ¿Es un simple chequeo? ¿Qué quieren saber? ¿Por qué ahora? —Su respiración comenzó a acelerarse, pero eso no le detuvo. Podía recordar el banco de cría, las maquinas infernales, y los rostros serios de las enfermeras mientras le ponían todo tipo de aparatos que le obligaban a sentir sensaciones desagradables. —Gerard, estamos cumpliendo la ley al pie de la letra, mi último examen médico fue hace dos meses cuando mi celo duro más de cinco días. Podemos enviar el informe, también una carta de mi doctor, tenemos que hacerles saber que

—Ángelo, está bien cariño, necesito que te calmes. —Gerard sostuvo las manos de Ángelo entre las suyas, y noto que el rostro pecoso había perdido algo de color. Sus labios rozas ahora estaban algo pálidos, y las palmas de sus manos estaban frías. —Estamos cumpliendo con la ley. Pero ahora que el gobierno ha intensificado el control hacia los omegas, no quieren que nada se les escape de las manos. No tienes nada de qué preocuparte Ángel. Tus valores están bien, eres un omega fuerte y sano, nadie va a hacerte daño, no voy a dejar que nadie te lastime. Ni a ti, ni a Leonel.

Ángelo sentía que las palabras de su esposo eran como un bálsamo en sus heridas, pero aun así no podía dejar de temer a los recuerdos. Aun podía recordar entre trozos de memoria como experimentaban con él y le disciplinaban para convertirle en un “buen omega”. Gerard había llegado antes de que lo hubiesen roto, y por eso estaba más que agradecido. Para muchos conocidos omega ya había sido demasiado tarde, tanto que ahora tenían que lidiar con las consecuencias, el estrés post-traumático, y las pesadillas infernales. No pudo evitar pensar en Terrens, un joven omega precioso que había conocido en su juventud, era envidiado por muchos pero anhelado y deseado por otros que no andaban en buenos pasos y solo tenían malas intensiones.

La última vez que lo había podido ver, había sido en una reunión de padres en el colegio de Leonel a quince minutos de casa. La mirada de Terrens era constantemente vacía, y los únicos momentos en los cuales le vio más humano fue cuando estaba con sus hijos, y vaya que tenía muchos. Aquel chico de personalidad carismática y apariencia exótica había sido opacado por un juguete roto. Tenía dos alfas terribles que con tan solo una mirada podían ponerlo de rodillas al suelo, y Ángelo lo sabía. El también lo había sentido cuando les había pasado por un lado en un estrecho pasillo.

—Tenemos que ser fuertes—Expreso con su voz algo temblorosa. Se sentía decepcionado de las personas, del gobierno, del sistema, he incluso de la sociedad. Pero no de su familia y amigos. No de la persona que había logrado ser luego de emparejarse con Gerard. —No voy a dejar que me rompan… ni a mí, ni a mi hijo. —No como Terrens, pensó. No como a mis amigos de la infancia, donde sea que estén ahora.

Gerard le apego a su cuerpo y asintió orgulloso. No le sorprendía la actitud de su esposo, porque ser un omega no le obligaba a ser frágil. Sino más bien, le daba la oportunidad de demostrar que era más fuerte que cualquiera, siendo el mismo.

 

 

 

 

Adelanto:

La mujer arrojo los guantes blancos de látex en la basura y procedió a colocarse unos nuevos en sus manos limpias. Se acomodo los lentes dándole un aire de profesionalidad y su vista se clavo en el pequeño niño que se removió curiosamente en el banco metálico. Sus mejillas estaban un poco coloradas sin saber muy bien él porque, simplemente sentía una especie de cosquilleo en su vientre al sentir la mirada de la doctora y sus padres en su cuerpo que se encontraba sumamente expuesto. No sabía cómo llamar a ese sentimiento. ¿Miedo, tal vez? No. No era algo que le causara ganas de huir.

—Perfecto. Puedo a simple vista notar que sus genitales se han desarrollado muy bien, tal y como un macho omega de su edad debería estar. —Sus manos frías con textura sintetizada tocaron los muslos suaves haciendo que el niño se sobresaltara y observara con los ojos muy abiertos a la Señora que ahora extendía la piel de su entrepierna en busca de algún tipo de roncha o resequedad. —La piel del perineo se encuentra en buen estado. Es muy importante a la hora de que el nudo se extienda, usualmente esta parte se estira de manera elástica. La piel de su padre era muy parecida, así que con esta buena genética enorgullecerás a tu futuro alfa.

Ángelo podía sentir como la humillación y la indignación aumentaba al paso de la revisión, pero si se había podido controlar al momento en que montaron a su hijo en ese banco, entonces podía morderse la lengua hasta que la doctora y el trabajador social se marcharan. No podía arriesgarse a que un mal movimiento metiera en problemas a su alfa, y separara a su familia. No podría soportarlo. Si Gerard, que se encontraba a su lado con aquella mirada de ira ferviente mientras sus uñas se clavaban en la palma de sus manos, no había interrumpido con su cólera alfa, entonces sabía muy bien que no era buena idea hacer algo por su cuenta.

La doctora continuaba tocando a su hijo explicando cosas de su anatomía que el ya conocía, y que no era necesario volver a recordar. Era como si estuviese en una clase de sexualidad para omegas, y su pequeño cachorro fuese el conejillo de indias o la rata de laboratorio. Entonces pensó que la rabia y la indignación no podía subir de nivel hasta que unas palabras de la mujer hicieron que Gerard se levantara con un aura de amenaza, que causo que tanto el hombre en la esquina de la habitación se encorvara como que Ángelo gimiera hundiéndose en el asiento.

— ¿Alguna vez se ha masturbado? —Fue la pregunta que había formulado la doctora. Gerard se puso al frente de ella y enseguida esta dio un paso atrás con el ceño fruncido. Podía simular que las feromonas del otro alfa no le afectaban, pero sería una mentira sumamente descarada. —Ya es hora de prepararlo para obtener su primer nudo en unos años. Recomiendo los consoladores de goma con una anchura de cinco pulgadas, usar lubricante es un mal necesario

—Es un niño de siete años. —Dijo con la voz profunda. El niño gimió atemorizado. Si no fuese por las correas abrochadas en sus muñecas, muslos, y tobillos ya estuviese hundido en el regazo de su padre omega. Ángelo sintió su omega interior erizarse ante la sensación de su hijo asustado, y por ello en cuestión de segundos estaba a su lado acariciando su cabello mientras le susurraba que tanto su padre como él le cuidarían, que todo estaría bien. Aunque en el fondo este sentía que era una total mentira.

—Bien, para todo hay una primera vez. —Comenta algo temblorosa. Sin embargo, sus labios formaban una línea delgada y sus ojos mostraban claramente reto y desafío. —Necesito una prueba de esperma. Y es obligatoria.

—No. —Gruño Gerard. —No vas a tocar a mi hijo de manera sexual, es sólo un niño.

—La estimulación es necesaria para medir su libido y sensibilidad. —Su posición ahora era más recta y sus ojos no mostraron vacilación. —En cuanto al esperma, es importante descartar anomalías o patologías, como por ejemplo la anormalidad de generar esperma aun siendo un omega. A plena vista podría decir que noto que el organismo de su hijo produce cantidades altas de estrógeno el cual hace que la piel sea tersa, esté libre de vello púbico, y tanto sus pezones como otras zonas se encuentren sensibles y tiernas al tacto. Por lo tanto, no creo que se encuentre algún problema fisiológico. Sin embargo, es IMPORTANTE descartar con total seguridad. 

—No voy a permitir que toque a mi hijo con ese objetivo, y no voy a cambiar de opinión.

—Comprendo Sr. Thompson, entonces hágalo usted mismo. —Extendio su mano con la caja de guantes y el lubricante en la otra. Su voz sonaba irritada y molesta. Podia olerse en el aire los aromas de ambos alfas luchando por disipar el contrario. —Pero necesito esa prueba, o me temo que esta discusión será colocada en el informe y el gobierno considerara quitarle a su hijo de sus inexpertas manos.

Notas finales:

ACLARACION: 


HAGO ESTE FIC COMO MEDIO DE ENTRETENIMIENTO. SE ENCONTRARAN CON COSAS DESCABELLADAS COMO EXPERIMENTACION SEXUAL, NACIMIENTOS EROTICOS Y DEMAS, TODO CREADO A PROPOSITO PARA NUESTRA DIVERSION. 


NO ESTOY A FAVOR DEL MACHISMO, RELACIONES INSANAS, VIOLENCIA DOMESTICA, Y DEMAS. EN MI HISTORIA ES NORMAL QUE LOS OMEGAS AL SER JOVENES SEAN ACOMPAÑADOS EN SU CALOR POR SU PADRE ALFA PARA ESTABILIZAR LAS HORMONAS, PERO SIN PENETRACION. 


DEJEN SUS LINDOS COMENTARIOS. Y NO SE COHIBAN DE PEDIRME ALGUNA ESCENA POR MAS EXTRAÑA QUE LES PAREZCA.


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