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Sálvate a ti mismo por Ilusion-Gris

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son total y completamente propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo utilizo sus nombres y personalidades para crear esta historia sacada de un rincón excéntrico de mi cabeza.

 

NejiSasu/SasuNeji

El viento arrastró el olor pútrido hasta su escondite, estaba cerca de una ciudad más que cayó en desgracia. Necesitaba combustible para una vieja, pero potente camioneta que lo llevaría lejos de ahí.

No se confundan, no buscaba algún refugio, existían, incluso sabía qué dirección debía tomar para llegar a ellos, pero no tenía interés en ver de nuevo la aberración en que se convirtieron las personas. 

Al principio los que sobrevivieron unieron fuerzas para mantenerse alejados de los muertos, pero la devastación fue tan grande que lo más razonable fue deshacerse de aquello que los volvía humanos, y quizá su cerebro no estaba infectado, pero su corazón lo estaba de miedo. Vio hombres correr dejando a sus hijos atrás, hermanos matarse entre sí por un trozo de pan. Él no era la excepción, aunque al menos decidió permanecer solo para no tener que sobrevivir a costa de alguien más, quería creer que eso lo hacía un poco mejor.

El sol estaba por salir y sus rayos eran tan destructivos para él como para aquellos muertos, aunque él tenía la facultad para pensar en protegerse con ropa especial y medicamentos. Eso no significaba que no le fueran a atacar en pleno día, pero el sol los debilitaba considerablemente y eso era de gran ayuda.

Esperó paciente y, desde la distancia, observó las calles desiertas. Se cubrió con las prendas que tomó de un hombre a punto de convertirse en un muerto viviente, y se encaminó a la ciudad con un arma pequeña en las manos.

Su olor pronto lo delataría, no había tiempo para dudar y corrió al primer departamento que vislumbró con aspecto de hace poco estar habitado.

Antes de la infección masiva e imparable, hubo otra inferior que puso alerta a la humanidad, por eso es que muchas personas se prepararon con alimentos, medicamentos y combustible. Fue una pena que los esfuerzos de muchos se vieran destruidos por aquellos que actuaron imprudentemente.

Sasuke era rápido y con buena puntería, quizá esa era una de las razones por la cual seguía con vida. Aunque no existiera más motivación que no ser uno de ellos, ni un muerte viviente, ni un viviente muerto.

Entró por la puerta del patio trasero, no escuchó los horribles sonidos guturales que salían de los infectados, y metiéndose al almacén, llenó la mochila que siempre cargaba a su espalda de comida enlatada y agua embotellada.

—Oye.

De un movimiento preciso se giró y apuntó con el arma al que creyó más peligroso de los dos tipos que aparecieron de repente a su espalda; un chico de cabellos rubios y ojos celestes, que sonrió sin una pizca de temor.

—Espera, espera, estamos limpios —declaró e intentó conversar con Sasuke—: ¿Estás buscando un refugio?

—Quizá no hable —susurró su compañero, un tipo pelirrojo de expresión apática.

—No te haremos nada, baja el arma —pidió, pero el otro no tenía intención de obedecerlo—. Mi nombre es Naruto y él es Gaara.

Esperaron una respuesta.

—¿Está sordo? —preguntó el pelirrojo perdiendo la paciencia.

—Yo encontré primero esta casa —dijo sin más, deseando que se marcharan.

—No tienes que ser tan agresivo —contestó el rubio—, queremos ayudarte.

Fuera se escuchó como golpeaban la puerta para intentar entrar.

—Imposible —dijo el que tenía un tatuaje en la frente sacando el arma de sus pantalones—, no hay forma de que nos encontraran, nuestro olor está cubierto.

Al instante los dos amigos miraron al receloso chico con el que se toparon.

—No debieron acercarse. —Suspiró.

El miedo era como una bacteria siempre presente en el aire, el miedo era la respuesta a su supervivencia, y el motivo por el cual todos aquellos a los que les funcionaban las neuronas —de forma correcta— estaban alerta y preparados para correr o atacar, dependiendo del caso.

—¡¿Cuántos son?! —gritó a su compañero cuando lo vio salir y asomarse por una ventana.

—Jodidos zombies —masculló el chico con cara de niño—: ¡Son cinco y estoy más que seguro que sus amigos vienen en camino! —gritó por encima del hombro.

No había remedio, ya era tarde para intentar pasar desapercibidos.

—¿Qué esperas? —dijo Gaara al otro que apresuradamente llenaba su mochila—, debes de estar bromeando...

Lo ignoró y con destreza buscó en la estantería de medicamentos los que le serían de utilidad, arrojando al suelo aquellos que no necesitaba. Luego, sin prestar atención al que se había presentado como Naruto y que le gritaba que se apresurara, se agachó para oler el contenido de los galones —lo que le faltaba, no había combustible en esa pocilga—, ocultando su expresión de irritación se giró y observó a los otros dos que seguían ahí detrás de él. «¿Qué mierda les pasaba? ¿No fue tan clara su indiferencia? No los necesitaba».

—Bastardo —Lo tomó por las solapas con brusquedad y lo acercó a su rostro—. ¡¿Quieres morir?!

Se lo quitó de encima sin inmutarse y se dirigió a las escaleras mientras sentía al otro pisarle los talones.

—Realmente eres un idiota si crees que esconderte salvará tu trasero —espetó molesto.

El pelirrojo alternaba su vista de la puerta a los otros, perdiendo la paciencia y listo para disparar a cualquiera que atravesara el umbral.

—El único idiota, que no entiendo por qué sigue con vida, eres tú —gesticuló con hastío y antes de que el rubio replicara aclaró su punto con voz pastosa al hablar más de lo que hizo en mucho tiempo—: Un departamento de clase media, con la arquitectura usual para una familia de cuatro, de un fraccionamiento construido hace unos veinte años, con una terraza, donde podemos salir sin tener que pasar en medio de aquellos muertos que añoran comer tu cerebro. ¿Acaso quieres desfilar presumiendo tu ineptitud? Estoy seguro que sabes lo mucho que cuesta conseguir municiones para desperdiciarlas por tu obvia inexistente inteligencia.

—¡Dejen de charlar y corran, ahora! —Les advirtió el del tatuaje en la frente, viendo como la madera cedía a un ritmo acelerado.

Naruto no tuvo más remedio que acatar la orden de su amigo y sin perder más tiempo hizo lo que el bastardo, como lo catalogó, recomendó.

Una vez en la terraza Gaara tomó el mando y los dirigió por el techo de las viviendas, ya había un puñado de muertos rodeando la casa en la que antes estaban y al girar la cabeza vieron con horror cómo se agolpaban en los bordes y caían al intentar alcanzarlos, no tenían ni la agilidad, ni la destreza de los vivos, pero su persistencia era de admirar.

—¿Y ahora qué rayos haces? —preguntó exasperado el rubio, deteniéndose al ver al chico nuevo meterse al departamento por el que cruzaban.

—Déjalo —dijo su compañero, ahora los muertos estaban vagando por las calles, alterados y hambrientos—. Es su olor el que nos metió en problemas.

—¿Qué estás diciendo? —Lo observó como si le hubiera salido otra cabeza—. Por supuesto que no lo abandonaremos.

—Él ni siquiera quiere nuestra compañía —replicó intentando controlar sus nervios por hacer entrar en razón al rubio—, un minuto más y sabes que puede ser el final para nosotros.

Sí, el miedo era su combustible y a la vez aquello que no les permitía avanzar.

—No debe tardar... —contestó esperanzado de ver al de ojos sombríos aparecer.

Cuando salió, con un galón en cada mano, pusieron los ojos en blanco y reanudaron su marcha.

Escalaron, bajaron, brincaron, todo hasta llegar al límite de la ciudad. Sasuke tenía razón, una sola bala era una oportunidad menos, debían utilizarlas solo en caso de emergencia, no había nadie que las fabricara como para no preocuparse por ello.

—Por aquí son pocos —anunció el de ojos azules.

Gaara lo comprobó rápidamente y se aventuró a decir su plan.

—Yo seré la carnada, en cuanto ponga un pie allá, la mayoría me seguirá. —Sacó una botella del bolso que atravesaba su pecho y con un poco de agua humedeció un pedazo de tela para limpiarse la crema que inhibía su olor.

—Espera. —Lo detuvo Uzumaki—. Yo soy más rápido.

—Pero tu puntería es mala. —Le devolvió la mirada severo—. Es la segunda vez que sales del cuartel, tengo más experiencia que tú.

—No tienes que hacerlo, de veras. —Se acercó a su rostro y murmuró—: Es culpa mía el retraso.

—¿Qué dijo Kakashi? —le cuestionó sin una pizca de misericordia.

—Que tú estabas a cargo —espetó.

—Exacto, ahora deja de complicar las cosas. —Su regaño llegó a oídos de Sasuke.

—Bien —dijo resignado.

—Ahora —observó con expresión desconfiada al de cabellos negros y a sus manos ocupadas—, sigue a Naruto.

—Yo estoy bien por mi cuenta —dijo, escueto.

—Sigue a Naruto —habló categórico.

Frotó la tela húmeda en brazos y cuello, y con una última mirada a su compañero, bajó ágil por la pared apoyándose en la ventana y de un brinco estuvo en el suelo. Como dijo, la mayoría lo siguió, pero unos pocos se quedaron gruñendo con desesperación por consumir las neuronas del par que se quedó atrás.

El rubio observó impresionado como el azabache con una cuerda bajaba sus galones de combustible, y luego de un osado salto llegaba al suelo. Había tres muertos esperando y sin una sombra de vacilación se los cargó ahí mismo.

—¡Eso fue asombroso! —Admitió mientras llegaba a su lado.

—¿A dónde nos tenemos que dirigir? —Ignoró su miraba, incómodo por la situación.

—Eso... —Su expresión cambió y observó la dirección que tomó el pelirrojo—. Tengo que asegurarme de que Gaara está bien.

—Será mejor que cuides de ti mismo o su plan no habrá tenido sentido si sales detrás de él. —No le importaba realmente si los dos estaban locos de remate por cuidar al contrario, pero así al menos uno saldría con vida y no quedaba en su conciencia. Después de todo, era un poco culpable, no totalmente porque él no les mandó a que interrumpieran su destino por pretender ayudarlo.

—Eso ni siquiera era un plan, él siempre está cuidando mi espalda, no quiero que se arriesgue más por mí. —Sus ojos destellaron por un instante—. Puedes marcharte, ir a donde tenías planeado.

No se iba hacer del rogar, pero había algo en ese estúpido sujeto que le obligaba a arriesgar su pellejo solo para demostrar que no podría ser inferior a él. Dejó el combustible en el suelo, luego volvería.

—Jamás pedí que me esperaran, ambos son idiotas y suicidas. —Estaba diciendo mucho más de lo que esperó, incluso le consternó un poco su propia voz al no recordar exactamente la última vez que habló tanto.

—Serás bastardo. —Suspiró derrotado al sospechar que no obtendría nada más de él.

Avanzaron un par de calles, cuando a la distancia vislumbraron varios muertos rodeando algo, o a alguien. Enseguida el rostro de Naruto palideció imaginando lo peor. De un veloz movimiento quedaron en una extraña posición.

—Suéltame —dijo consciente que gritar sería lo peor en aquella situación, pero decidido a correr a ayudar a su amigo.

—Es mejor regresar, él ya no tiene escapatoria. —Lo sostuvo con fuerza del brazo y soportó los jalones que el otro daba para que lo dejara libre—. Entiende, no quieres ver lo que le está pasando, no quieres ver cómo se convierte en uno de ellos...

Su rostro se contrajo de indignación y con rabia, y el puño cerrado, le asestó un golpe en la mejilla.

—Tú eres el que no entiende, uno no puede huir dejando a los demás atrás. —Retrocedió con las piernas temblando del miedo.

—Fue el propio Gaara quien te dejó atrás —dijo desde el suelo y observó al rubio escupir a sus pies y correr para intentar salvar a su amigo.

No podía quedarse más tiempo ahí, en cualquier instante podría ser él quien tendría una multitud de muertos acosándole, pero vio como Naruto con disparos torpes obligaba a los infectados a dispersarse, desubicándolos y aturdiéndolos. Logró vislumbrar al pelirrojo metido en el hueco de una pared, en una especie de ventilación que tenía un par de rejas partidas por la mitad. Vio como el rubio lo tomó, pero su compañero apenas podía moverse, sus piernas estaban desgarradas, muy probablemente por la boca de los infectados y su piel tornándose de un color extraño, uno enfermo.

Uzumaki lo sostuvo con un brazo y con el otro apuntó a la cabeza de los muertos, pero incrementaban y su mano temblorosa provocó que el arma se le resbalara, se acercaban más, el camino de sangre que trazaban era espantoso y el pelirrojo sabía que era su fin, y tenía miedo, por eso se aferraba con desesperación a Naruto. Una visión muy patética de la humanidad, era su fin. A la distancia los ojos azules en una súplica muda le pidieron ayuda. Con las facciones distorsionadas por la aflicción de terminar de aquella forma.

En contra de su voluntad disparó hasta agotar la última de sus balas. «Si corres y me ayudas a sostenerlo podemos sacarlo de aquí», gritó con la mirada, rogando. Pero Sasuke ya había agotado sus municiones y aventó la pistola al suelo, inservible. Ya no podía hacer más que salvarse a sí mismo.

Los infectados estaban muy cerca, de Naruto, de él, no había tiempo para ayudar con la tonta ilusión de que resultaría bien para los tres. Por eso con un «lo siento» dibujado en el rostro, corrió para sobrevivir un día más. Un jodido día más.

Notas finales:

Yo de nuevo, es que mi mente vaga por sí sola y no sé cómo detenerla, cuando menos lo espero ya tengo otra historia más :')


Esto es completamente nuevo para mí (los zombies, así que disculpen si meto la pata), solo sé que morirán muchos lindos personajes y que haré un desastre, pero espero quede algo rescatable (alguien vivo, por lo menos) xD


Las ideas ya estás dando vueltas por mi cabeza, y por ahora, escribir se me ha hecho como respirar, pero ya cuando vaya por el capítulo 5, ahí veremos si la señora inspiración sigue acompañándome o si me deja botada como siempre sucede :'D


¡Gracias por leer!


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