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My Protege por Beitha KangChoi

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1° ¿Quién es mi protegido?


El fuerte dolor en su cabeza le hizo quejarse mientras cada parte de su cuerpo volvía a la vida de forma tan pesada que solo hizo que se retorciera sobre aquella superficie fría y dura, en pocos minutos estuvo sentado sobre la misma superficie y comenzó a mirar todo a su alrededor, intentando saber donde estaba pero no hallaba nada conocido que le hiciera referencia. Comenzó a gritar por ayuda y que alguien le escuchase para que le sacara de ahí, estaba sin camiseta y pronto el frío comenzó a calar en sus huesos pero la adrenalina lo contrarrestaba bastante bien.


Sus manos envolvieron los fríos tubos de metal que eran las rejas intentando moverlas pero era inútil, sus gritos se hicieron más fuertes, intentando que alguien le escuchara, quien fuera.


Soltó un grito desde lo más profundo de su ser para que alguien se escuchara pero nuevamente escuchó lo mismo en respuesta.


Silencio.


Sus ojos divisaron algo por primera vez en todo ese ritual realizado para que alguien lograra escucharlo; habían cuatro grandes pantallas protegidas, y pronto colocó sus palmas sobre las mismas, quizás había alguien tras ellas y al subir la vista pudo verlo: una cámara de vigilancia.


Escuchó gritos y pronto volvió a llamar a viva voz esperando que alguien contestara.


– Shh~ no llames la atención – Una voz proveniente de no-sabía-dónde se pudo escuchar. Giró la cabeza y cuerpo bruscamente haciendo que un dolor de cabeza se diera en ese momento.


– ¿Quién está ahí?– No creía en fantasmas, pero al estar en un lugar totalmente desconocido y rodeado solo de pared, barrotes y una maldita luz cegadora, le hacía dudar.


–Por aquí. – Y entonces lo vio. En la pared había un agujero lo suficientemente grande como para poder observar. El rubio se acercó algo mareado y pronto terminó sentado en el piso pudiendo ver por aquel agujero a un hombre de rasgos asiáticos y con la mirada dura.


– ¿Dónde estoy?– Fue lo primero que preguntó, y esperaba obtener una respuesta lo antes posible.


–En el infierno. – Un frío glasear se sintió en su espalda descubierta y nuca, casi sintió un sudor frío bajar por su espalda por aquellas palabras.


Por primera vez, luego de la muerte de su esposa, su mente se puso en blanco y no logró pensar en algo más. Pasó la escasa saliva por su garganta y pronto un sonido de televisor encendiéndose hizo que volviera a girar al cabeza en dirección a aquellos cuatro monitores ahora activos.


¿Qué es lo que todo tenemos en común? La muerte. La única pregunta es cuando y donde la parca nos visitará. Problema del cual no tendrás que preocuparte mucho más. – El fuerte rubio se fue incorporando hasta volver a estar de pie y poco a poco acercarse a aquellos monitores, no había nada salvo una muy desprolija pared, pero pronto se vio a un encapuchado que podría parecerse a aquellos hombres encargados de quitarle la vida a personas inocentes y otras veces a personas culpables de crímenes; un Verdugo.


De ahora en más, tu vida ya no te pertenece. Me pertenece a mí. Ya no eres de Kellan Cullen. Dejaste de existir. Tu nombre ahora es Death Dealer. Naciste para pelear, para pelear y para morir. – En definitiva Kellan tuvo que apretar la mandíbula para no decir alguna maldición que amenazaba con salir inmediatamente para que lo sacaran de ese lugar.


– ¿Quién eres?– Pese a que su voz salió casual y nada atemorizada, por dentro estaba preocupado.


Haz aquello para lo que naciste y tu muerte será gloriosa. Resiste, te prometo un dolor como el que jamás pudiste imaginar. – Kellan dio un paso hacia atrás y pronto observó como la cámara que estaba grabando se giró siguiendo al verdugo, y vio a un chico con la cabeza hacia adelante, probablemente inconsciente. Estaba atado a una silla y pronto un balde de agua le despertó y el rubio notó como estaba amordazado. –La gloria y el dolor irán de la mano. La gloria es la muerte y el dolor… – El verdugo tomó de los cabellos a aquel chico haciendo que soltara un gemido de dolor por la fuerza que el hombre encapuchado había utilizado. –… Es este chico. De hoy en adelante, Death Dealer, él es tu responsabilidad. Tu protegido.


Kellan observó como los ojos de aquel chico estaban aterrorizados y sus dientes apretaban la mordaza en sus labios.


–Solo quiero salir de aquí, él no es mi problema. –


Existe solo una regla. Si tú pierdes, lo verás morir lenta y dolorosamente. Si él no es fuerte y muere, entonces también morirás lenta y dolorosamente. Yo me encargaré de todo. Pero antes… hagamos que él entre en tu mente, Death Dealer. – Kellan no pudo más que retroceder observando el rostro de miedo de aquel chico y pronto se fue hasta los barrotes gritando una vez más para que lo sacaran de ahí.


Ese hombre estaba loco.


Un fuerte sonido empezó a escucharse y comenzó a aturdir al gran rubio haciendo que se cubriera las orejas, como si aquello pudiera hacer algo. Se agachó intentando meter las palmas de sus manos lo más profundo que pudiera para acallar ese horrible sonido y pronto todo ese ruido acompañó los gritos de aquel joven que vio en la pantalla, su mirada se dirigió a aquellas cuatro pantallas y vio claramente como el verdugo comenzaba a golpearlo.


Cuatro hombres ingresaron a su prisión vestidos totalmente de negro con cascos del mismo color, pareciera que estuvieran recubiertos ya que no les afectaba en nada aquel sonido. Le electrocutaron para que éste estuviera más dócil y de esa forma lograron sentarlo en una silla metálica que en tiempo record  lo atornillaron al frio y duro suelo.


Correajes se ajustaron a sus fuertes brazos, torso y piernas impidiendo que se moviera.


Llámalo. – La voz en las pantallas junto al incesante sonido aturdidor se juntaron haciendo que Kellan no pudiera soportarlo más y optó por mirar la pantalla, el chico estaba con la ceja rota y con el labio en la misma condición. El verdugo quitó fuertemente la mordaza, haciéndole más daño, por sus mejillas se observaron lagrimas y Kellan solo pudo observar esa imagen impregnarse en su mente. –Solo él podrá ayudarte. ¡HAZLO!


– ¡Ahhh! ¡YA BASTA!– Kellan gritó con fuerza sintiendo como sus oídos iban a explotar por tan aturdidor sonido que no dejaba de emitirse.


–D-Death Dealer… Ayúdame…. Por favor… A-Ayuda. – Lágrimas frescas cayeron por aquellas mejillas y Kellan se mantuvo fijo en aquellos ojos y rostro que reflejaba miedo, tanto miedo que por un instante no escuchó ese sonido que le aturdía, sino solo aquella voz.


Muy bien… pero aun no es suficiente. – El verdugo se colocó tras el mal trecho joven y colocó sus manos enguantadas de negro cuero sobre los hombros del mismo y se metieron por dentro de la sucia camisa del más joven quien solo podía hipar y gritar que le soltara. –Lo que ahora pasará es solo culpa de tu protector, es solo parte del proceso… querido protegido. – Las imágenes de los cuatro monitores se apagaron viéndose solo estática pero el audio estaba aun encendido acompañado del incesante sonido de pitido que no le dejaba en paz pese a que movía la cabeza de un lado hacia el otro intentando acallarlo.


Las voces del verdugo con las de aquel chico se escuchaba y gritos por parte del capturado comenzaron y entre ellos se escuchaba como pedía ayuda y en oportunidades se escuchaba que le llamaba por aquel nombre que aquel hombre vestido de cuero le había dado.


Su mente comenzaba a quebrarse y de un momento a otro su cuerpo estaba libre de ataduras y aquella silla había desaparecido ¿Quizás todo lo habría imaginado? No. En definitiva no, todo aquello fue muy real, aun podía observar por breves lapsos como los tornillos dejaron agujeros en el suelo; el sonido y las luces no le dejaron dormir ni si quiera pensar en nada más. Escuchaba gritos acompañados de su nuevo hombre pero en ésta oportunidad escuchó el llanto de un bebé lo que le hizo cubrirse las orejas y cerrar los ojos mientras chocaba su cabeza contra los barrotes intentando acallar todo.


El día junto a la noche se confundían al no ver alguna fuente que le confirmara que día era.


¡NOO, SUELTAME!


Naciste para matar…


¡YA BASTA, POR FAVOR!


Es tu protegido.


¡AYUDENME!


Tu responsabilidad.


¡AYUDAME…!


D-Death Dealer… Ayúdame…. Por favor… A-Ayuda.


El rostro de aquel chico se filtró en su cabeza y solo por un par de segundo el sonido ensordecedor y las fuertes luces no le molestaron, solo pensó en aquel chico que en su vida había visto pero que se instauró en su mente de una forma extraña.


Caminaba como león enjaulado en su celda mientras movía la cabeza para acallar todos aquellos gritos que le comenzaban a volver loco, no recordaba desde hacia cuando bebió o comió algo, o si quiera dio un descanso a sus ojos o a su cuerpo.


Su cabeza estaba pulsando por tantos distractores a su alrededor que no le dejaban en paz por lo que terminó gritando repetidas veces para acallar con su propia voz todo lo que escuchaba.


–Mí protegido…– Sentía como su cerebro hacia corto circuito a cada segundo y tras horas o quizás días escuchando y sintiendo como rompían su mente, por fin escuchó aquello que tanto había deseado: Silencio. Y sin pensarlo más cayó de golpe en aquella superficie de metal que servía como catre, cerrando sus ojos por fin y solo escuchando sus propios latidos de su corazón.


***


Kellan despertó minutos después tras sentir como  todas las luces en ese maldito lugar fueron encendidas con el claro objetivo de no dejarle descansar más, se sentó en aquel catre de metal sujetándose la cabeza, doliéndole como si hubieran jugado una buena partida de futbol con él.


– ¿Estas despierto? Tranquilo, siempre es difícil esa parte del proceso. – Kellan se incorporó aun tambaleándose y pegó su espalda a la fría pared, deslizándose hasta poder estar al lado de aquel agujero, observando por el mismo a aquella persona que le hablaba.


– ¿Cómo te llamas?–


– ¿Mi nombre o el que me dieron?– se escuchó. Por su acento, Kellan pudo hacerse una idea de que no era norteamericano.


–El verdadero. –


–Dong. Youngbae Dong. Soy de Corea del Sur. –


–No suenas muy coreano. – Una risa seca por parte del coreano se escuchó y Kellan solo pudo esperar.


–Estudié arquitectura en Harvard. – Eso explicaba algunas cosas.


–Yo soy…–


–Kellan Cullen. Bombero y paramédico de Seattle. – Youngbae soltó un quejido a lo que Kellan inmediatamente subió la mirada intentando ver el rostro de aquel hombre.


– ¿Te duele?– mencionó y solo pudo escuchar un sonido de aprobación a la pregunta mencionada.


–Vamos a morir aquí, Kellan Cullen. – El rubio nuevamente escuchó los gritos en su mente y no pudo más que negar con la cabeza repetidas veces.


–No, no, no, no hables así, ¿entendido?–


–Mi novio, SeungRi, solía decir que yo era el fuerte, el sobreviviente, pero no. Soy débil y estoy cansado. ¡Estoy enojado, solo quiero matar a esos malditos!– Kellan se incorporó aun aturdido por el corto tiempo que tuvo para reponerse y de inmediato le inmovilizaron  sobre el catre de puro metal, cubriéndole la cara con un trapo rojo y vertieron sobre éste agua fría, solo escuchaba como le gritaban que contuviera la respiración mientras nuevamente escuchaba ese incesante sonido junto a los gritos de aquel chico y como si su cerebro estuviera haciendo una relación, sus músculos se tensaron intentando quitarse a aquellos hombres que le sujetaban con fuerza para acallar esos gritos que le llegaban a los huesos.


Solo pudo sentir un piquete doloroso en su brazo y todo se fue volviendo de un intenso negro y perdió una vez más el conocimiento.


Cuando abrió los ojos de forma lenta, observó que estaba en esa maldita celda, nada era un sueño, o mejor dicho una pesadilla, todo era real. Demasiado real. Se fue incorporando lentamente hasta quedar sentado en la superficie de metal, pero hubo una variante en todo eso, su cuello se sentía frío, al llevar sus dedos a aquella zona, notó que estaba encadenado con gruesas cadenas de hierro, sus muñecas estaban igual y no pudo más que fruncir el ceño por aquello, en todo el tiempo que pasó en ese lugar de locos, nunca le habían encadenado.


Algo iba a ocurrir.


Bonjour. – Al reconocer aquella voz, Kellan de inmediato se incorporó del catre de metal queriendo alcanzar el cuello de aquella mujer y romperlo, pero fue el suyo el cual terminó por casi romperse al sentir las cadenas hacer presión en su tráquea. –Te vez horrible. – Aquella pelirroja era hermosa pero era su cuerpo y lengua totalmente venenosa. –El coctel mágico ya te está susurrando al oído. – ¿Así era como le llamaba al hecho de que le habían torturado y sentía que le lavaron el cerebro?


– ¿Por qué haces esto?–


– ¿Cómo te llamas?– contraatacó la mujer. Kellan dejó de forcejear con las cadenas y no pudo más que seguir mirando con odio a aquella mujer mientras retrocedía hasta quedar sentado en el catre de metal. En los ojos del rubio solo había odio hacia aquella pelirroja embustera. Hasta ese momento, el rubio había obviado algo que estaba sobre las piernas de la mujer, claramente era alguien que estaba recostado en los muslos de la misma. La sabana turbia que cubría aquel cuerpo se notaban manchas de sangre por lo cual podría asegurar que bajo aquel trozo de tela podría haber un cadáver.


Esa mujer estaba loca.


–Kellan Cullen. –


– ¿Qué nombre ibas a ponerle a tu hijo?– La pelirroja se miraba las uñas mientras hacía aquella pregunta lo que hizo al rubio ofenderse.


–No metas a mi familia. –


–Tu esposa… es linda. – Y vaya que lo era. Rosalie fue una preciosa rubia de ojos caramelo que lo enamoraron a simple vista. –Qué pena que se haya ido. – El llanto de un bebé le llenó los oídos haciendo que cerrara los ojos con fuerza.


–Perra. – La mujer sonrió de lado mientras llevaba sus finos dedos por su pecho, acariciando el final de un collar improvisado que recién ahora se percataba Kellan de lo que en realidad era. Al darse cuenta, ella solo atinó a sonreír ladinamente.


–Me gusta más Victoria. – sus dedos acariciaron el anillo de matrimonio del rubio que colgaba a modo de collar. –Aun no te presento a quien también será parte de esto. – Victoria pasó sus dedos por encima de la sabana delineando lo que podría ser el rostro de lo que fuera que estuviera bajo la tela. Pronto se mostró lo que había debajo haciendo que Kellan frunciera más el ceño.


Era el mismo chico que pedía por su ayuda en las pantallas.


– ¿Quién…?–


–Cuando fueron escogidos inmediatamente pensé en ustedes como protector y protegido, ambos tienen cosas en común. El joven y vivaz Seth perdió a su padre hace poco menos de un mes, cayó en depresión haciendo que se refugiara en las drogas y sus delirios. Aun quedaron personas que lo querían pero su dolor pudo más.


Ambos tienen ese espíritu de sobrevivir a pesar de todo, podrán hacerlo. – Victoria acarició el rostro magullado del joven quien tenía una respiración calmada. –Kellan te presento a Seth, chico, te presento a tu protector.


–Estás loca. – los dientes del rubio se apretaron mientras pronunciaba las palabras.


–No tanto como tú. – la mujer se quitó el collar que contenía el anillo de matrimonio del rubio y se lo colocó a su protegido, haciendo que Seth frunciera el ceño, Kellan de inmediato pensó que debieron de haber sido muy rudos con él como para fruncir el ceño de solo moverlo un poco.


– Eso es mío. –


–Ahora ambos lo son. El idiota ese fue muy bruto con él, pero es parte del proceso. Cada golpe que recibió gritando por tu ayuda, es tu culpa. – Kellan no pudo más que empezar a respirar más fuerte. –Normalmente no se ensaña tanto con los protegidos, al parecer le agradó de más. – el delgado dedo de la mujer pasó de su mandíbula hacia la manzana de Adán de Seth. –Conoce mucho de él ahora. Cada… parte. –  Victoria empezó a bajar más, metiendo toda su mano dentro de la sucia camisa manchada de sudor, sangre y… fluidos de dudosa procedencia del joven adulto. Kellan mostró sus dientes mientras se volvía a incorporar haciendo que las cadenas se cerraran con fuerza en su tráquea.


–Enfermos. –


Victoria siguió su camino hacia el sur tocando su abdomen bajo y Kellan solo miraba todo aquello. –No niego que… tiene un buen cuerpo. – Seth dejó escapar un quejido que alertó al rubio.


–Suéltalo. – La pelirroja detuvo su mano y no dudó en sonreír.


–Esa es la actitud. Ya estás listo. – Victoria colocó con cuidado a Seth en el frio suelo mientras se incorporaba. –Si no lo haces bien, tu protegido morirá y tú verás su agonizante dolor. – la mujer caminó saliendo de la celda mientras aquellos hombres de uniforme y casco negro bien armados ingresaban y pronto le dieron una descarga para noquearlo, sin embargo en todo aquello pudo escuchar como los gritos de dolor se escuchaban de aquel chico.


Le ataron con fuerza con unos correajes y no pudo más que tratar de enfocar la vista al notar como dos de aquellos uniformados se llevaban al más joven en una dirección  contraria. Su cuerpo reaccionó solo mientras se movía para poder saber a dónde lo llevaban.


Algo dentro de él le pedía a gritos que fuera con aquel joven de cabello negro y asegurarse de que estaría bien, de que nadie le volvería a golpear o si quiera colocar un dedo encima.


Necesitaba tenerlo cerca para cuidarlo.


Para protegerlo.


En definitiva algo habían hecho con él en esos días de tortura… su cerebro estaban mal.


Ya no era el mismo de antes.


***


– ¿Cuál es tu nombre?– Tras percatarse que luchar con esos guardias era imposible, solo pudo escuchar como todos ellos se empeñaban en que Kellan dijera aquel nombre que le otorgaron. Ras quitarle las correas y darle ropa nueva, el rubio no dudó en quedarse callado. Ese maldito lugar donde estaba le recordó a un película de terror de sobrevivientes.


–Kellan Cullen. – Quizás no podría pelear con ellos pero en definitiva podría seguir dándoles la contra a lo que ellos querían obtener de él.


Escuchó como pasos fuertes y precisos se acercaron y tras cruzar una reja metálica, pudo ver al verdugo frente a sí mismo. Por fin. El hombre vestido de cuero y encapuchado no tardó en darle un fuerte golpe en el abdomen, haciendo que Kellan se doblara por el dolor, sin embargo los dos guardias que le sujetaban por los brazos no dejaron que se moviera.


–No. Tu nombre es Death Dealer. Te lo preguntaré de nuevo. – Kellan intentaba reponer el aire que le habían sacado a la fuerza tras aquel golpe y se aguantaba de reflejar dolor, no se vería débil con alguien como él. – ¿Cuál es tu nombre?– El encapuchado pronunció cada palabra de forma lenta, haciendo que Kellan deseara golpearlo tan fuerte que quizás terminaría dejándolo en coma. El rubio no respondió y aquello enfureció más al verdugo haciendo que le propinara un fuerte puñetazo en la mandíbula, los dos guardias le sujetaron con fuerza una vez más para que éste no cayera al suelo.


–Maldita sea…– murmuró el rubio.


–Tu protegido gritó tu nombre muchas veces en éstos días y nunca respondiste a su llamado. – Un gruñido salió de su garganta, haciendo que el verdugo riera. –Debo decir que me gustó mucho el castigarlo. Fue perfecto. – el encapuchado tomó la mandíbula de Kellan para que le mirara a través de aquella capucha negra. –Un solo error y él volverá conmigo y volveré a hacerle gritar, y créeme, Death Dealer, lo disfruté mucho. – El bombero intentó atacar al de negro pero los guardias no dudaron en agarrarle con fuerza.


–No… lo toques. – sus dientes estaban apretados unos con otros al hablar.


–Entonces protégelo. – Los guardias guiaron mediante jalones al rubio hacia una puerta, no sin antes colocarle un pasamontañas que fue acompañado de una patada en la espalda, lanzándolo a una habitación rodeado de pantalla verde; el rubio no hizo más que ponerse en estado de alerta mientras miraba alrededor sin entender nada.


Sin soportarlo más se quitó el pasamontañas lanzándolo a un lado mientras observaba como a su alrededor se iban formando columnas, formas que acompañaban bien hasta quedar en un complejo que parecía un lugar adecuado para comenzar una pelea. A su izquierda vio como un hombre que tenía ropa que probablemente solo vería en Turquía o Siria se acercaba, cubriendo totalmente su rostro pero claramente pudiendo observar que era una persona de color moreno. De inmediato lo vio coger un bastón táctico PR24 que había a su lado.


– ¡Alto! ¡Alto! ¡No voy a pelear!– Kellan levantó ambas manos para darle a entender al hombre que hablaba en serio, pero al verle acercarse sin importarle las palabras que dijo terminó agarrando una misma porra que se hallaba cerca de él.


–No olviden a sus protegidos. – una voz robótica se dejó escuchar haciendo que ambos hombres desviaran la mirada del otro y se fijaran en las dos grandes pantallas que mostraban su “botín” motivo de vida. En una estaba un joven de piel morena que se encontraba atado en una silla sangrando por la ceja tras al recibir un fuerte golpe al parecer, pero el corazón de Kellan se detuvo al ver a su protegido sin aquella camisa observando como el verdugo tenía ambas manos sujetando sus hombros. –Motívenlos. –


–Ripper… hazlo bien, por los dos. – el mencionado solo asintió con la cabeza mientras elevaba su porra hacia la pantalla.


Sin darle tiempo a reaccionar, aquel hombre comenzó la pelea, dándole una verdadera golpiza a Kellan en los antebrazos con la dura porra, solo pudo darle un fuerte golpe con el mismo que logró desorbitar a su contrincante Ripper. Como si la vida le estuviera probando a sí mismo, de la nada un machete cayó justo en frente de Ripper el cual cogió aquel peligroso objeto y de inmediato le atacó y Kellan solo pudo evadirlo como podía. El rubio dirigió su mirada al joven de cabello negro, conocido como su protegido y fue tiempo suficiente para que su adversario le diera un fuerte golpe en la mandíbula haciendo que su cuerpo cayera como peso muerto en el suelo.


Kellan no pudo más que seguir observando el rostro aterrorizado de Seth, las manos enguantadas del verdugo, se fueron cerrando en la garganta del joven y vio lágrimas caer por sus mejillas.


En aquellos ojos solo había pánico.


Death Dealer… mata a Ripper o ambos moriremos. Por favor. – En la cabeza del rubio algo hizo sinapsis, casi como si hubieran dicho las palabras necesarias para poder activar algo en él. Kellan se incorporó con otra perspectiva y no dudó en darle un fuerte puñetazo a su contrincante, haciendo que retrocediera varios pasos mientras continuaba dándole más puños. El hombre moreno no dudó en comenzar a mover aquel machete que de un momento a otro terminó abriendo la piel del rubio desde el hombro hasta el pectoral, Kellan solo pudo emitir un alarido de dolor mientras se tocaba la herida estando arrodillado en el suelo. La adrenalina comenzó a correr por su cuerpo al ver su mano llena de sangre.


– ¡MATA A DEATH DEALER! ¡MATALO YA, RIPPER!– La voz de aquel muchacho hizo que el rubio despertara y pronto se incorporara y frenara el certero golpe que le iba a dar el hombre con el machete. Kellan se incorporó mientras agarraba aquel brazo y de reojo observó como las manos del verdugo se cerraban cada vez más en el cuello de su protegido. El fuerte sonido de algo quebrándose le hizo darse cuenta que la fuerza que utilizó fue tanta que terminó rompiendo el antebrazo de aquel hombre.


El cerebro de Kellan volvió a hacer cortocircuito percatándose de lo que había hecho, observaba a aquel hombre retorcerse en el suelo mientras sujetaba su rota muñeca y como paramédico que era no tardó en intentar mantener estable aquella fractura.


–Soy paramédico, detendré la hemorragia. – Kellan se quitó la camiseta verde que le habían entregado para usar y pronto rodeó el antebrazo del hombre.


–Mi hijo… – murmuró Ripper, mientras dirigía la mirada a la pantalla.


Como verdaderos auto reflejos que poseía el rubio, frenó la patada del verdugo en el aire lanzándolo al suelo, su mirada fue hacia una de las pantallas, observando como aquel chico ahora solo se encontraba amordazado. Por extraño que se escuchara, eso le hizo mantenerse más tranquilo.


El Verdugo estaba con él, y no con su protegido.


– ¡SOY KELLAN CULLEN Y HE SIDO SECUESTRADO!– Una descarga eléctrica le noqueo una vez más, terminando inconsciente en el suelo, siendo a aquel chico en la pantalla lo último que observara y el sonido de algo siendo cortado, pronto el olor a sangre se hizo presente e inconscientemente se daba una idea de que aquel hombre al que fracturó el antebrazo, había muerto a manos del verdugo y esa misma suerte correría el protegido del mismo hombre.


Había comenzado un juego que solo traía consigo un ganador. Había asesinado a alguien para salvar otra vida.


Había salvado a su protegido.


Ahora ese chico era su responsabilidad y su cerebro parecía activarse con solo escuchar su voz.


¿Qué carajos le habían hecho en esos días a su cerebro?

Notas finales:

¡¡HOLA MI QUERIDO Y MUY SENSUAL PUEBLO!!

¡Volví recargada de buenas ideas! (Aún mi agenda anda un desastre, así que no se entusiasmen uwu)

Espero le den una oportundad a éste fic :) No se olviden dejarme un review, ¡YA SABEN QUE YO CONTESTO CADA UNO QUE ME DEJAN CON MUCHO CARIÑO!

¿QUÉ LES PARECIÓ EL PRIMER CAPÍTULO? :3

Nos leemos pronto.

¡Panditerroristas al poder!

¡TSC al poder!


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