Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ocho historias para contar por Mascayeta

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

"...quiero por los dos mi copa alzar
para asi poder brindar
por los fracasos del amor.

Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego
su respiracion..."  (Canción Nostalgia)

Pareja Nostálgica, Takano y Onodera.

Me pides que te cuente un cuento mientras recuestas tu cabeza en mi pecho. Has crecido tanto que con nostalgia recuerdo los días en que cabías en mis brazos y que con mi canto te arrullaba hasta dormir.


Me miras ansiosa por una de las historias de dragones, duendes y hadas que con calma te relato, pero hoy pides una diferente, una de príncipes y princesas. Te acomodas entre mis brazos y te cubres con el cobertor que te regale, y como si fuera una obligación considero que debo decirte de donde vino, recapacito porque eso cambiaría tu vida y quizás me odiarías...


 


- Esta historia – comienzo acariciando tus castaños cabellos – es diferente a tantas que has escuchado, ocurrió hace tanto tiempo que ya no la recuerdan los hombres porque ocurrió entre un príncipe de cuna y su amor con un príncipe por valor. Es la historia de un amor que para algunos es anormal, que lo reprueban, pero mi niña, con ella quiero que entiendas lo importante de no juzgar y tratar de comprender las decisiones de los demás... - me observas, es como si supieras que mi alma tiene un secreto y que te lo voy a contar, me abrazas más fuerte, y me incitas a continuar...


 


 


... hace mucho, mucho tiempo dos reinos se enfrentaban por ser el mejor y el único con capacidad de controlar el territorio a su alrededor, esto causo grandes guerras donde los únicos perjudicados eran los vasallos que veían sus cosechas perderse porque los hombres debían combatir, y aunque las mujeres se convirtieron en jefes de hogar y proveedoras de sus casas y de los castillos de sus señores, no eran suficientes.


Cansados de tantos desvaríos por la codicia y el orgullo, los consejeros de los reyes propusieron una reunión para firmar una tregua, después de muchas deliberaciones, y de ver la terquedad de ambos señores les plantearon la posibilidad de unirse como familia, las dos reinas estaban esperando herederos y que mejor que convertirse en uno solo, fuerte y poderoso contra los otros a su alrededor.


Los dos hombres sonrieron, uno tenía la fortaleza en la tierra, su ejercito era implacable, la infantería, la arquería y la caballería eran símbolo de su grandeza, el otro mandaba en el mar, la flota de barcos en las orillas del mar era muestra del poderío militar y comercial que mantenía su familia desde siglos atrás. Juntos serían invencibles, y así firmaron la paz.


Nacieron el mismo día, en el castillo de la princesa los consejeros veían con beneplácito a la dulce y hermosa niña de cabello marrón y ojos color avellana, sus largas pestañas encerraban la dulzura de su mirada. Por su parte en la fortaleza del príncipe el rey brindaba porque su heredero era un digno representante de su clan, su cabello castaño claro que caía sobre su frente, sus ojos verde olivo y su piel blanca.


Desde su primer encuentro, era difícil elegir quien era más hermoso o digno de admiración, las visitas se volvieron frecuentes entre ambos mandatarios; no obstante, nadie conoce los designios del destino y el hombre no es capaz de cumplir siempre lo que desea.


En la medida que crecía la princesa se enamoro de su príncipe, pero él la miraba como su linda hermana. Ella se sonrojaba cuando le tomaba de la mano o besaba su mejilla, el príncipe la abrazaba riendo por el suave color de sus mejillas. No entendió porque An comenzó a tartamudear cuando lo visitaba o evitar quedarse a solas con él en su habitación, porque dejaron de dormir juntos, y tampoco porque no volvieron a nadar en el río desnudos como cuando eran pequeños... ese día lo había dejado plantado, solo le mando un recado con su mucama quien desapareció con una reverencia.


No le importo, ya era un hombre, tenía quince años y podía ir y venir a su gusto, monto su corcel hasta el remanso que en otrora visitaban, se quito la ropa y como siempre se sumergió en las templadas aguas, flotando como normalmente hacía, se fue quedando dormido por la soledad y el silencio.


 


- ¡Despierte! ¡Vamos alteza! – los gritos lo sobresaltaron, sintió como su boca era llenada por el cálido soplo, por instinto empujo a quien lo presionaba tosiendo fuertemente mientras se arrodillaba para apreciar como salía agua de su boca – que susto nos ha dado, por fortuna pasábamos por aquí.


- ¿Qué sucedió? – jadeante escupía los rastros del líquido contenido en sus pulmones, al frente los rústicos zapatos lo sobresaltaron, al levantar el rostro, entendió los cambios de la princesa.


- No estoy muy seguro, parece que se durmió y casi se ahoga, él y yo alcanzamos a sacarlo – sin el menor recato señalo a un ojiazul recostado en un árbol, saludándolo con la cabeza, siguió viendo a la nada. – Soy Takano, Takano Masumune...


- Ritsu... - y fue consciente del porqué del color que adornaba las mejillas de su prometida. En ese instante recordó su desnudez, procuro cubrirse con las manos, a pesar de que sabía que ellos lo habían visto. Un suave edredón de algodón fue colocado con delicadeza por su salvador, tomando su barbilla le sonrió con malicia, provocando que su cuerpo se calentara.


- Agradece lindo príncipe que soy un caballero, porque niña o varón realmente no sé cómo me he contenido...


 


Después de esas palabras el príncipe no supo cómo actuar, llevado en su caballo por los dos mozalbetes, llegó al castillo. Bajo de la montura y recibió el roce de las manos de quien se hizo llamar Takano, y el murmullo de sus palabras en su oído.


Nada para el joven Ritsu fue igual desde esa noche. Lo que no ocurrió en el río, lo presenciaron las paredes de su habitación durante más veces de lo imaginado. A partir de ese día, a las once cuando las últimas luces se habían apagado, el joven de cabello negro y ojos avellana, llegaba a su ventana y como si de ello dependiera su vida, sus cuerpos se unían y se amaban. Así conoció el heredero del reino Onodera que el amor iba más allá del género, y que podía ser tan preciado como una joya si era sincero.


Pero un día desapareció, no volvió a su cuarto ni a saber de él, y enfermó, enfermó de amor, porque se había enamorado...


 


El tiempo paso, con este llegó la madurez y Onodera Ritsu se convirtió en alguien serio, reservado, su dulce carácter que tantos amaban fue transformado en uno agresivo e indiferente. Antes de la boda, su madre le propuso viajar por el mundo para ser un mejor gobernante, un mejor marido... no muy convencido su padre acepto.


Vestido como los occidentales visito Berlín, París y por último Londres, en uno de los grandes salones de té se dedicó a escuchar la música que embotaba sus sentidos, y lo vio. Sus ojos se encontraron como quien acaba de salir de un eterno sueño, se acerco con esa sonrisa que no olvidaba y con una reverencia beso su mano.


Esa noche olvido su dolor y cayó en sus besos, en una habitación de un hotel se amaron hasta que el sol asomo por la ventana sorprendiéndolos abrazados y cubiertos por la manta de seda que no dejaba ver los cuerpos con las señales de la pasión. Los golpes en la puerta los alertaron, antes de poder vestirse, Masamune estaba contra el piso y Ritsu cubierto por el armiño. El rey entró obligando a su hijo a levantarse, no hubo más palabras, abandonó el cuarto escuchando la promesa de amor.


 


El castillo del príncipe brillaba por los arreglos para el matrimonio, al día siguiente de su llegada contraería nupcias. Encerrado en su habitación fue preparado para la ceremonia que pronto se realizaría, todo lo vivido en su viaje sería olvidado, nadie debía saberlo, y allí esperando al lado del obispo vio entrar a su novia del brazo de su amante, nunca pregunto quién era, asumió que era un simple vasallo.


El padrino entrego con lágrimas las argollas, una pequeña sonrisa acompaño la reverencia, Ritsu se sintió tonto por el engaño. Pero la comedia debía continuar y como buenos actores, los tres fingieron hasta el final...


 


 


Debería decirte que como todo cuento hubo un final feliz, pero la guerra nuevamente llego al reino y el príncipe debió partir. Los meses en el campo de batalla le dieron a conocer el sufrimiento y la muerte que dentro de su castillo jamás vio... y así fue como llegaron al enfrentamiento definitivo.


 


 


Ritsu se reunió con sus generales, cada tropa sería guiada a la victoria si actuaban escalonadamente, el plan no podía fallar. Cuando todos se marcharon, noto la presencia de su padrino, su jefe de caballería, Takano. Arrodillándose tomo sus manos pidiéndole perdón, jurándole fidelidad y amor eterno, y el corazón que es débil cayó rendido de nuevo frente las caricias que ese hombre le brindaba...


Ganaron la batalla y con ella la guerra, como triunfadores fueron recibidos con un gran banquete, y la princesa ofreció a su príncipe el mejor regalo de todos, una hermosa niña... sin embargo, cuando todos bailaban y reían, Ritsu en la oscuridad de su habitación lloraba. El plan no le fue contado por completo. Para poder distraer al bando contrario, Masamune debía entrar y volar el sitio donde guardaban las municiones. La única forma de hacerlo era con su propio sacrificio. Tal vez su propia torpeza no le permitió entender sus palabras al retirarse "siempre será amor" ...


 


 


- ¿Por qué lloras papá?


- Por nada mi princesa, es la historia que me pone triste...


 


Me abrazas con tus pequeños brazos, no eres tonta y sabes la razón de mi llanto, pero es un secreto entre los dos. Tu madre entra avisando que es hora de dormir, te meto a la cama y cubro con la que fue su manta.


 


- ¿Padre? – te miro desde la puerta esperando tu pregunta – En algún lugar sé que Takano-oniichan esperara para que vuelvas a estar con él.


- Descansa, mañana será otro día.


- Te amo Ritsu-otôsan.


- Y yo a ti mi pequeña princesa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).