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Aún cuando estamos lejos por Kurenai_801

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Notas del fanfic:

Ni Kyo Kara Maou! ni sus personajes me pertenecen.

Esto es sin fines de lucro.

La inocencia había quedado atrás, las únicas que portaban tal "inocencia" eran las flores que llevaban su nombre. Con, ahora, 20 años, el Rey Yuuri tomaba una decisión no diferente a las otras que tomaba antes, con carácter político. Una decisión, según él, beneficiosa. Según Shinou, ridícula y obstaculizadora, a raíz de la necedad de un joven lleno de complejos y creencias sobrevaloradas de su mundo. Un documento sobre el escritorio, unos orbes verdes que trataban de ocultar su tristeza y posible llanto, le observaban.

 

—Yo, Shibuya Yuuri, XXVII Maou de Shin Makoku, rompo formalmente el compromiso de matrimonio con el heredero de las tierras Bielefeld, Lord Wolfram von Bielefeld.

Pronunció tales palabras reciamente, este documento le devolvería la libertad que creyó perder.

Wolfram solamente le miró tristemente, de todas formas, sabía que pronto esto pasaría. No le quedaba más que aceptar y firmar el documento. Cuando lo hizo, hasta el mismo Maou se quedó sorprendido… Greta y Chery sama se abrazaban tristemente, mientras los hermanos mayores  se miraron resignados y Günter aparento tristeza cuando en el fondo estaba feliz.

 

—¿Seguiremos siendo amigos? – hizo una pregunta enclenque que él y solo él puede hacer.

 

Wolfram lo miró como diciendo “¿En serio?”, sonrió burlonamente y dijo un “tal vez” disfrazado de “Si”…
Y aunque quería huir de todos, su orgullo no le dejaba. Escapar a las tierras de su tío Waltorana no era la mejor opción, debía actuar como el adulto maduro que era.

 

 

No esperó ni siquiera la semana. Yuuri se dirigió al pueblo que se encontraba afuera de la cuidad real a traer a quien sería su nueva prometida, o algo así. La escolta de siempre lo seguía, a excepción de Wolfram. Se detuvieron en frente de una cabaña de madera. Todos salieron e hicieron reverencia al Rey Demonio. El pobre soldado Dakaskos fue quien anunció:

 

—¡Su Majestad, Shibuya Yuuri, XXVII Maou de Shin Makoku. Ha decidido prometerse con la Joven Kimiko Tsugasa! ¡De esta forma la escoltaremos al Palacio Pacto de Sangre!

—¡Acepto! – exclamo la joven. Con sus ojos violeta mirando directamente al Maou, quien sonrió ante la afirmación de su ahora prometida.

Lo mismo fue para la cena de presentación. Algunos consternados por el repentino compromiso y otros contentos.

—Eres tan enclenque que no te das cuenta que lastimas a Lord Bielefeld – susurró Murata Ken, para que solamente el Maou lo escuchara.

—Wo…Wolf es mi amigo – se giró para verlo.

—¡De veras que no tienes remedio! – con tono molesto Ken.

 

Aunque sentía que se partía, Wolfram ocultó esos dolorosos sentimientos detrás de aquel carácter, ese carácter siempre digno de él. Por etiqueta felicitó a su Rey; si, después de todo siempre se portaba orgulloso como era. De igual forma, al saber que ya no era prometido del Rey, varios nuevos pretendientes cayeron sobre Wolfram, recordándole al Maou que él, Wolfram, era uno de los más bellos mazoku del país. Con la conspicua alcurnia de la familia Bielefeld y Spitzberg… y el progenie directo de Shinou…

 

—¡Jajaja! – rio escandalosamente Yuuri, al ver a los que se acercaban al rubio. Pero esa carcajada no era provocada por la felicidad.

 

—Yuuri – llamó la nueva prometida – ¡Es mi cena de presentación y ese tu soldado tiene más atención que yo! – recriminó la dulce y noble prometida.

—¿Q…qué? – preguntó Yuuri, prestando atención a quien hablara con Wolfram.

—¡Hazme caso! – lo haló de la manga del saco.

—¡Bueno, está bien!

—¡Y me gritas!

—¡Lo siento, lo siento. Culpa mía!

 

 

Wolfram Von Bielefeld ¿Acaso nunca podría ser amado? Su corazón y su vida era para el Maou, ese Maou debilucho que lo único que quería era ser su amigo. Tenía que suprimir sus sentimientos hacia el pelinegro, porque apresar de todo, estaba al servicio del rey. Incluso empezó a parecerse a su hermano mayor pequeño, Conrat, quien después de perder a la persona que amaba, ocultó sus dolorosos sentimientos detrás de esa sonrisa. Ahora era casi igual, ¿Cómo podría estarle sonriendo a la persona que había robado su lugar? Aunque no lo había robado…. Ese lugar nunca le perteneció, pensó.
Y Yuuri definitivamente era un estúpido. Quería seguir siendo su amigo, entonces, realmente nunca sintió nada por Wolfram, por eso, aparentemente, no era atormentante para él ésta situación. En cambio, para Wolfram sí. ¿O es que era tan idiota como para no darse cuenta que para Wolf era doloroso?...

 

 

El sonido de los pies descalzos  se oyó desde el pasillo, detrás de la puerta del despacho Yuuri también lo oyó. Suspiró, sabía quién era. La conoció tres meses antes de romper el compromiso. Era amable y cariñosa. “Geisha” pensó. Pero tenía esa manía de caminar descalza, su argumento siempre era “que los zapatos son incomodos”.

—Que se podría esperar de ella – siseó Günter, al parecer cualquiera que ganara el amor de
SU Maou merecía su desprecio. Ahora deseaba que Wolfram fuese su prometido, así, de alguna manera, Yuuri estaría más tiempo en el castillo o al menos le prestaría atención. En cambio, ésta mujer le había quitado la atención de su amado rey. E incluso, Yuuri dejó de asistir a sus clases por capricho de la doncella….

—Si lo desea, Majestad, podemos mandar a alfombrar todo el castillo para la comodidad de su alteza Kimiko – sugirió Conrat.

—¿Pero qué dices, Conrat? – Günter molesto.

—¡Günter! – el regaño indirecto de Gwendal.

—NO, está bien así – musitó Yuuri, mientras ponía sus dedos medio y corazón en su sien.

 

La puerta se abrió de súbito, dejando ver a la prometida.

 

—¡Yuuri! – Gritó mientras corría a abrazarlo – Quiero salir al pueblo a comprar…

—Entonces ve…

—¡Ven conmigo! Tienes que decirme como me veo…!

—¡Su Majestad tiene muchas responsabilidades! – interfirió Günter.

—¡Tiene que venir conmigo!

—¡Es un rey ocupado!

—¡No lo mandes, solo eres un consejero!

—¡Y tú eres solamente una prometida! ¡Ni siquiera se han casado! – Günter olvidó las etiquetas.

—¡No me hables así! ¡Soy la prometida del Maou y nos casaremos pronto!

—¡Sobre mi cadáver!

—¡Günter, cálmate, estás faltando el respeto a su alteza! – intervino Conrat.

—¡No me interesa!

—¡Al calabozo!! – replicó con altanería Kimiko.

—¡Su alteza! – exclamó Gwendal.

—¡Ya bastaaa! – gritó Yuuri y corrió hacia el baño, en uno de sus arranques de idiotez.

—¡Majestad! – lo miraban incrédulos todos mientras corría a su habitación.

 

 

—¡aaah! ¡Yuu chan! – pronunció sorprendida Miko san. Corrió para abrazarlo.

—¡Madreee!...  Creí que aquí tendría un poco de paz – murmuró lo último.

—¡Es "mamá", Yuu chan! – recalcó por milésima vez Hamano.

Un suspiro hondo se dejó escuchar en la habitación. Miró hacia la ventana, la noche era azul oscuro, con la Luna en cuarto creciente. ¿Cuánto tiempo había pasado ya? No lo supo, pero no estaba interesado en regresar. Esas peleas eran constantes en el Palacio: Günter y Kimiko. No solo con el consejero, sino también con la demás servidumbre, quienes eran tratados por su amable y noble prometida como esclavos. Varias veces le corrigió esa falta, varias veces pelearon por ello…

—Pero la amo – susurró para sí mismo Yuuri.

O eso pensó…

 

Dos días estuvo en la tierra, nuevamente al caer la noche, se lanzó a la bañera (apresuradamente porque Shouri lo estaba siguiendo)…..
     

……salió del agua, con el sol pegándole en los ojos. Realmente ya
estaba acostumbrado al cambio de horario entre Shin Makoku y la Tierra.

 

El lugar lo reconoció. Las doncellas lo miraban alegres. Murata Ken caminó hacia él, en compañía de Ulrike. Conrat y Gwendal venían atrás.

 

—he… he vuelto – habló apenado, sabia la reprimenda que le daría Gwendal, Wolfram y Günter…. Ah… de Wolfram lo entendía, pero…  –  ¿Dónde está Günter?

—¡Shibuya! ¡De verdad te extrañamos! – Murata lo abrazó, Yuuri sonrió, pero supo que eso significaba algo más.

—¿Qué ha pasado? – y apartó a su amigo tomándolo de los hombros.

—Sí que eres irresponsable, Shibuya – señaló Murata.

—Majestad, lo estábamos esperando – Conrat lo recibió con una toalla mientras le abrazó.

—¡¿Por qué siento que pasa algo?! – y su instinto no fallaba, al menos ahora.

—¡Debemos ir al palacio enseguida! – gruñó Gwendal,  ignorando olímpicamente al pobre Yuuri.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? – esperando que esta vez sí le respondieran.

—2 meses, Majestad – informó Conrat.

 

—¡¿Qué hiciste qué?! – Yuuri estalló en su oficina.

—¡Pero él me molestaba! – se defendió la dulce prometida.

—¡Pero no es el caso! – Yuuri golpeó sus manos en el escritorio, parándose de su asiento. Revisó unos documentos que estaban frente a él – ¡¿Subieron los impuestos?!

—Su Alteza quería…. –  Gwendal no terminó de hablar cuando Yuuri lo interrumpió.

—¡¿Y por qué?! – la miró esperando respuesta.

—¡Necesito….!

—¡“Necesito” dices!.... – parecía que al rey le saltaría una vena como la de Gwendal. Cayó y suspiró con pesar.

 

Esto era un desastre. Se ausentaba dos meses y todo era un caos, Kimiko llevaría bien el mote de reina del mal. Ella había hecho subir los impuestos solamente para sus gastos personales, mandó a encerrar a Günter, a Sangria,  a Effe, al pobre soldado Dakaskos, a Chery sama y al mismo Stoffel, porque no le obedecían. Greta estaba encerrada en su recamara como castigo, por hablar de sus dos padres enfrente de ella. Anissina estaba en una celda aparte por ser “una amenaza” para Pacto de Sangre, con sus constantes estallidos e inventos fallidos. Varios soldados también lo estaban. Yuuri arregló esos asuntos inmediatamente, pidió una disculpa a los afectados, e hizo que Kimiko se disculpara.

 

—Discúlpate con Greta – dijo firme el Maou.

—Lo lamento, Princesa – musitó a regañadientes, después de mil intentos de parte de Yuuri para que Kimiko se disculpara.

—¿Greta? – miró a Greta y sonrió, sabía que su hija era noble.

—Te disculpo – dijo Greta haciendo un puchero.

 

—¿Y por qué Wolfram no defendió a Greta? – preguntó molesto Yuuri.

—Fue a las Tierras de Lord Waltorana, por unos asuntos. Se marchó antes de que la princesa fuera castigada – dijo con pena Conrat.

Solamente suspiró ¿Cómo la mujer que dijo amar ahora se convertía en un ogro? No sabía, pero debía arreglar las cosas rápidamente, antes de que su amado pueblo pagara las consecuencias.

 

 

—Yuuri…. ¿Estás enojado? – la noble y linda prometida interrumpió la lectura del Rey.

—eh… no. – Mintió. Suspiró cansado, como solía hacer últimamente — ¿Qué sucede?

—S..solo quería saber si estabas enojado….. – entró por completo al despacho. Yuuri volvió a suspirar.

—Por favor, Kimiko, tú no eras así – cuando estuvo cerca, la tomo de la cintura.

—Sólo quería hacer un buen trabajo como tu futura consorte….

—Tsk!! – no pudo decir nada… hasta se había olvidado de que se iba a casar…  – harás menos problemas si me obedeces a mí…

—¡Lo prometo! – Kimiko estaba feliz, se colgó del cuello del Maou y le dio un beso…. Luego bajó la mirada un poco sonrojada.

—Esa es la chica que yo conozco – Yuuri tomó su barbilla y le dio un casto beso.

 

 

—¿Una carta… de…. Lady Elizabeth…? – Yuuri sostenía en sus manos el sobre… lo abrió. Todos mantenían sus ojos en el Maou y más la amada prometida nada celosa por una noble mujer que viniera de visita para su prometido... suyo ¡SUYO DIJO! Jugueteó con la punta de su cabello castaño, esperando la reacción del Rey  –  di…dice… que en el momento que esté leyendo esta carta, ella ya estará en camino a Pacto de Sangre….

—¿Para qué será? – preguntó Gwendal.

Un ruido en el patio principal llamó la atención de todos.

—Su Excelencia, Wolfram ha regresado – informó un soldado. Todos salieron a ver.

—alguien será calcinado cuando Wolfram sepa qué hicieron con su hija – murmuró Günter cerca de la amable Kimiko, quien lo miró con reproche.

 

 

Nuevamente, como aquella vez, se veía ahí sentada elegantemente y su mirada seria. Sus ojos purpuras miraban directamente al Maou, lo que molestaba a Kimiko al ver que esa mujer era tan bella. Todos la miraron, esperaban su llegada. Chery sama la saludó muy contenta, al igual Greta. Wolfram la saludó fraternalmente, ella solo le dedicó una cálida sonrisa.

 

—¡Lady Elizabeth! ¡Qué bueno verte de nuevo! – sonrió Yuuri. Kimiko lo codeó – ¡ah! Te presento a mi prometida Kimiko….

—Quisiera decir ¡Que gusto! Pero no, Majestad – se veía enojada.

—¡Lady Elizabeth! – Günter se indignó.

—¡Su Majestad es un traidor mentiroso! – todos quedaron boquiabiertos ante la acusación.

—¿Yo? – Yuuri no entendió, se señaló con el dedo.

—¡Sí!  – Se levantó molesta, haciendo que la silla cayera – dijo que cuidaría a mi Oniichan…. ¡Y lo ha traicionado!

—¡Elizabeth! – esta vez era Wolfram quien se levantaba.

—¡Yo…yo no dije nada! – se defendió el Rey.

—¡Aquella vez, usted me venció demostrándome que en verdad amaba a mi Wolfram Oniichan! ¡Yo acepté porque pensé que realmente lo amaba, que su amor era más grande que el mío… y me di cuenta de que fui cobarde al blandir mi espada contra Oniichan!... pero… ¡Pero ahora lo abandona! ¡A pesar que le dije que lo cuidara!... ¡Su Majestad es un traidor!

—¡Elizabeth, estás equivocada! – Wolfram estaba rojo y sus esmeraldas miraban aterrados  a Elizabeth.

—L…lo lamento, Lady Elizabeth – Yuuri también estaba sonrojado y se mordía las uñas. Kimiko estaba que se moría. Gwendal y Conrad suspiraron y las sirvientas ya estaban haciendo sus apuestas.

—¡Pobre Wolfram Oniichan! Aún estás enamorado de ese malvado Maou debilucho…. – miró a Wolfram con tristeza. Caminó hacia el lugar de Yuuri.

—¡No me llames debilucho! – murmuró Yuuri y maldijo por lo bajo.

—¡¡Oye tú!! ¡¡Respeta a tu Rey!! – Kimiko la apuntó con el dedo altanera.

—¡Sí, eres un malvado, Majestad! – Siguió diciendo Elizabeth, ignorando olímpicamente a Kimiko, cosa que hizo reír a Conrat y a los demás (por lo bajo obviamente)

—¡Ya no digas nada, Elizabeth! – Exigió Wolfram, cuyos ojos verdes miraban suplicantes a su amiga.

—Elizabeth, sé lo que ocurrió aquella vez, pero…. – Yuuri ya no sabía qué decir – pero…. – miró a Wolfram, quien apretaba el mantel con fuerza y siseaba cosas.

No esperó más, tomó los cubiertos más cercanos y  lanzó hacia Yuuri los servicios para el duelo.
Cayó a sus pies el cuchillo. Yuuri supo enseguida a donde iba todo esto…

—¡Ni loco lo recojo! –gritó el valiente Maou y pegó su espalda al respaldo de la silla.

—¡¿Y ahora por qué?! – gritó Günter al borde de la histeria.

—¡Defenderé el honor de mi Oniichan! – exclamó firmemente.

—¡Yuuri, hazlo por salvar mi honor también! ¡Me humilla esta situación….! – bufó Kimiko.

 

Y ahí estaba. Parado debajo del Sol que acariciaba su piel con sus rayos, empujado hacia la  muerte por su futura esposa.

 

-Gracias, Kimiko – musitó sarcásticamente. Dirigió su mirada negra al maken, contemplando al amigo que lo acompañaría a su final.

—Aaaaaaaauuuu
aaaaaaaauuuu...

Morgif trataba de animar a su amo.
Esta escena se le parecía. No era la primera vez que tenía la sensación de vivir lo mismo, ya que tenía en privilegio de vivir las cosa dos veces, especialmente las que sugieren peligro. Ya hasta era predecible, no para él, pero sí para los demás, especialmente para Wolfram. Desde secuestros, intentos de asesinatos, estos debían incluirse en su lista diaria de cosas por hacer. Su nobleza lo llevaba al peligro… pero ¿Ahora por qué? Iba a morir a manos de una excelente espadachín, no supo cómo había pasado, pero iba a morir. Claro, su esgrima había mejorado ¿Pero acaso sería suficiente? Ojalá se pareciera su alter ego y le salvara….

“….¿O es que realmente te gustaba esa chica?”
La pregunta que le hizo a Wolfram la noche anterior de aquella ocasión apareció en su mente, como una señal para decirle algo… pero como siempre no entendió, o no quiso entender.
No correspondió los sentimientos del rubio como este hubiese deseado. Ahora sí pensaba eso, que Elizabeth sería mejor opción para Wolfram. Ella lo amaba y no tenía miedo a decirlo…. Pero él, Yuuri, el Maou….. Evitaba escarbar esos sentimientos, porque tenía miedo.
¿Acaso quería a Wolfram como amigo?
Sacudió la cabeza para disipar sus pensamientos. Por el contrario, quedó aturdido y mareado.

 

—¡¡¿Ambos contrincantes listos para el combate?!! – como siempre el pobre soldado Dakaskos. Su calva reflejaba el Sol y las gotas de sudor corrían por su frente. Sus ojos celestes mostraban aquella exaltación.

—¡Sí! – gritó Elizabeth, decidida. Con aquel traje blanco y su cinto carmesí a sus caderas.

—¡Yoooo nooo….!

—¡Yuuri, quédate ahí o te mato! – amenazó gentilmente la noble prometida.

 

Yuuri tragó saliva, estaba tan nervioso que tomó el maken como si fuese un bate de beisbol. Tantos entrenamientos de esgrima para nada, Gwendal suspiró a lo lejos, pero de todas formas eso, esas formas de beisbol adaptadas a los combates siempre le resultaban, bueno, la mayoría… a veces…

 

—¡Buena suerte Su Majestaaaaaaad!... ¡Buena suerte Elizabeeeeeeeth!~ – Chery sama estaba sentada en su palco (el de Yuuri, en realidad)

—¡No mueeeraaaas Yuuuriiii…! – Lanzó Greta para su padre.

A la señal, la primera en atacar fue Elizabeth, con un ataque que por suerte logró esquivar Yuuri, quien apaleaba la espada de su contrincante con esos golpes de batero de beisbol.

—¡Yuuriiiiii! ¡¿Qué pasó con el entrenamientooo?! –escuchó la pregunta de parte de Wolfram.

No dijo nada, solamente intentaba defenderse de los ataques de la rubia.

—¡Yuurii! ¡Ganaaaa o te matooo! – gritó la prometida, haciendo que Yuuri se distrajera y callera.

—Realmente ni siquiera has conseguido quitarte lo debilucho – Elizabeth sonrió burlonamente.

—¡No me llames debilucho! – Quiso levantarse pero estaba cansado….

—¡¡¿Quieres que te mate Maou Heika traidor?!! – Elizabeth se abalanzó sobre el Rey que yacía sobre la tierra seca.

 

…Y nuevamente la escena se volvió a repetir, la ágil espada de Wolfram lo defendía. Ambos amigos llamados “Hermanos” se enfrentaban y se miraban enfurecidos.

—¿Por qué Oniichan? ¡¿Por qué sigues defendiendo a ese Maou que te ha traicionado y herido?! – preguntó Elizabeth al punto de histeria.

—¡Ya te lo dije una vez….! ¡Soy un soldado al servicio de Su Majestad el Maou…! ¡Es mi deber y obligación defenderlo!

—No…. ¡Pobre! ¡Pobre mi Oniichan! ¡Sigues embrujado por ese Maou malvado que lo único que hace es herirte! – los ojos purpura de Elizabeth se cristalizaron – ¡No dejaré que ese Maou te dañe!

El choque de espadas era fuerte y el chillido de estas era estentóreo. Chocaron nuevamente quedando en un punto neutral.

—¡Deja de defender tanto a ese Maou, Oniichan! ¡¿No sabes que seguirá lastimándote?!

—¡Lo séee..! lo sé… Pero…

—¡Dilo Oniichan! Sé claramente lo que vas a decir, ¡pero dilo! – el rostro de Elizabeth se tornó aún más triste.

—...¡Le quiero!

Y Yuuri que observaba incrédulo desde el suelo terroso, bajó la vista, sintiendo que algo se contraía dentro de él.

El duelo fue interrumpido cuando Elizabeth empezaba a usar su magia de rosas carmesí y Wolfram comenzó a usar sus leones de fuego….

 

En el pasillo que daba al jardín, Elizabeth lloraba porque volvía a perder y no solo por eso, sino porque a pesar de que pensó que Wolfram la aceptaría, aunque sea por despecho, no ocurrió.  Pero, aunque más que eso, era porque no quería que su amado Oniichan estuviese sufriendo por ese enclenque rey.

Precisamente después de ese combate, Waltorana llegaba al Pacto de Sangre; hablaba con Wolfram a solas….

 

 

—Yuuri, lamento haber hecho que pelearas con Lady Elizabeth. En verdad no sabía que fuera tan buena… pero tú también tienes la culpa por no esforzarte en tu esgrima….

—Ya, no te preocupes, Kimiko… en algún lugar de mi mente pensé que alguno me salvaría – y rio bobamente el Maou.

—Wo…Wolfram…. realmente se arriesga por ti – musitó Kimiko, cabizbaja.

—Sí es que – sonrió – su corazón me pertenece…

—¡¿Qué?! – Kimiko lo miró enojada.

—¡N..no es lo que tú crees! ¡E..e..es p…pooor… quee su corazón es una llave y me pertenece, al igual que el ojo de Gwendal y el brazo de Conrat!

Kimiko le miró enojada… suspiró mientras se sentaba a la orilla de la cama, al lado derecho de Yuuri, solo para agregar:

—Yuuri maldito traidor – musitó Kimiko – siempre, siempre estás pensando Wolfram…

—¿eeeh? ¿Por qué dices eso? ¡Eso no es cierto!

—Já… solo mira… te has puesto nervioso….

—¡E-e-esooo n-noo es cierto!

Kimiko simplemente sonrió. Yuuri tamborileó sus dedos sobre el buró. ¿Por qué Kimiko diría algo así? ¿Acaso era tan obvio? Sacudió la cabeza… “Me permitiré rebuscar en esos sentimientos a los que les temo” pensó dentro de sí. Sus complejos no lo dejaban razonar. El miedo no le dejaba pensar claro. Pero… pero…

—Yuuri – lo llamó su ahora preocupada prometida, él simplemente la miró –  ¿Me quieres?

—Estee… ¿Por qué preguntas eso?

—Solo responde….

—…S-sí..

—No te creo… ¿Por qué no dejas que el Joven de Bielefeld se retire a sus tierras?

—¡Yo no lo retengo!

—¿Acaso no lo recuerdas? Dijiste que no querías que se fuera….

—¡Porqué es mi amigo!

—¡Eso es lo más extraño!

Y en efecto, era extraño… Había llegado a un grado de egoísmo, que no había percatado. A pesar de decir, o más bien pensar, que eso era un error. Que no era normal que dos chicos se prometieran, y aun así no hizo nada, ni por anular el compromiso, ni por evitar que Wolf durmiera en su cama. Si era cierto que no aceptaba el compromiso, tampoco lo negaba. Esos complejos y estereotipos lo tenían confundido… y ahora ¿Confundido por qué? ¿Acaso no tenía claro lo que era? Era indiscutible que el miedo lo inundaba, el miedo de la verdad que difiere de lo que realmente piensa, de lo que piensa de sí mismo…. De todos… de sus sentimientos. Esas emociones escondidas dentro de esa patraña de la “amistad”… Conrad y Murata son sus amigos, pero ¿Actuaba de la misma manera con ellos?
Aquel “¡Realmente te extrañé!” no lo dijo de la misma forma para Conrat.
El miedo para con sus sentimientos lo atormentaba, sus creencias lo atormentaban. ¿Y Kimiko? Realmente le agradaba y quiso confundir la necesitad con el amor… “Quiso”…. ¿Quiso? Quería ordenar sus sentimientos y pensó que con una mujer todo se resolvería. Debía darse la oportunidad de saber que era un hombre… uno normal…

Sin pensarlo, ya estaba sollozando. Kimiko lo abrazó.

—Comprendo, Yuuri – musitó Kimiko.

—Tú comprendes pero no yo…..

Kimiko lo miró preocupada. En verdad que este Rey lo menos que tenía claro eran sus sentimientos; todos lo sabían, menos él… él y Wolfram…

—Es normal sentir miedo – musitó con ternura Kimiko… Yuuri la miró con deje de asombro, ella sonrió para darle ánimos –  ¡Buena suerte, Su Majestad!

Hizo una reverencia y salió de la habitación. Una actitud extraña ¡Esto era una conspiración en su contra! ¿Realmente la voluntad de Shinou era que ellos estuviesen juntos? Tuvo ganas de ir al templo y decirle un par de cosas a ese vivaracho Rey. No sin antes ir a ver a Wolfram….

Y salió solamente para ver como era llevado casi a rastras por su tío Waltorana, con Elizabeth detrás de ellos pidiendo disculpas…
Era todo un escándalo, todos los miraban en los pasillos asombrados, soldados y mucamas incluidos. Yuuri preguntó a Kimiko que aún se encontraba en el palacio:

 

—¿Q-qué pasó?

—B-bueno, es que estaban discutiendo y…

 

Wolfram y Elizabeth aún discutían en el corredor. Elizabeth: que Wolfram era un masoquista que seguía queriendo al, según ella, MALVADO Maou… Wolfram: que ella no tenía nada que ver en esto… y que si estaba con el Maou era porque estaba a sus servicios…
Entre tanto, Lady Elizabeth se indignó y como toda buena mujer, le dio una cachetada a su Oniichan, pero… se equivocó de mejilla y resultó que ahora….

 

—¡¡¿SE VAN A CASAAAAR?!! – gritó el Maou que siempre seguía las reglas de etiqueta, por lo que Günter siempre está feliz.

—¡Majestad! ¡Guarde su compostura! – Regañó Günter…

—¡P-p-pero  es-es-es q-qu-quée!

—Es Irracional. Elizabeth no es una noble, por lo que la propuesta no es más que un golpe… — analizó Gwendal con sus dedos en la sien.

—¡Entonces…! – Yuuri, mostrando signos de angustia.

—Pero Waltorana quiere que contraiga nupcias  con ella, para que ya no esté más en Pacto de Sangre. Recuerde que nunca ha querido que su adorado sobrino esté al lado del Maou, bueno, precisamente de usted….

—¿Tanto desconfía de mí?

 

Yuuri, con su aura pesada pareció que caería en cualquier instante. Pero luego de pensar un momento y suspirar, recargó su pecho con aire y quiso parecer serio. Dio media vuelta hacia la salida sin decir nada, con una determinación digna de admirar. Gwendal quiso que el Rey se viera así todos los días, en lugar de huir de sus obligaciones como tal. Günter unió sus manos y cruzó los dedos, como si orara; afligido, le preguntó a su amado Rey a dónde iba, pero este no contestó. Conrat pareció sospecharlo y sonrió.

 

—¡Waltorana!  — llamó Yuuri desde las gradas del porche del castillo — ¡No puede llevarse a Wolfram!!

 

El noble bajó del carruaje al que recientemente había subido. Cerró la puerta para que tanto Wolfram como Elizabeth no bajaran.

 

 

—¿Por qué, Yuuri Heika? – se apresuró, no quería ser intimidado por ese chico, digo, su Majestad.

—Porque…. – ni una palabra apareció en su mente, suspiró frustrado al no tener una excusa.

 

Waltorana sonrió satisfecho.

 

—Nos vemos, Su Majestad. Espero verlo pronto en la boda de mi sobrino. Ya le enviaré una invitación formal – e hizo una reverencia.

 

Elizabeth y Wolfram asomaron sus cabezas por la ventana del carruaje, miraron a Yuuri en busca de auxilio. Los orbes Púrpuras lo miraban a punto de llorar, mientras los esmeraldas casi le exigían que hiciera algo.

 

—¡Y-yo no sé qué hacer…! ¡L-lo siento, Oniichan…! ¡Lo siento Maou Heika…! – Yuuri se ruborizó al oír las palabras de Elizabeth — ¡No pensé que esto fuera a pasar! ¡Yo solo quería salvar el honor de mi Oniichan…!

—¡Pero tú querías casarte con Wolfram, Elizabeth! – sentenció Waltorana.

—¡Lo sé! Pero…. ¡Estos dos se aman y no lo admiten! – Elizabeth miró molesta al Maou (N/A: *—* Sí!! Elizabeth..!)

 

Waltorana, Yuuri y Wolfram suspiraron al mismo tiempo.
El líder de Bielefeld abrió la puerta ordenando bajar a los dos jóvenes (?) deposito un casto beso en la mejilla de su adorado sobrino. Besó la mano de Lady Elizabeth y a la distancia hizo reverencia al Maou, subió al carruaje.

 

—Hagan lo que quieran – expresó rendido. Sabía que no podía ante el Maou y su manera disparatada de hacer las cosas. Y que su sobrino también se iba en la colada con eso – Sólo espero que hagan bien las cosas – y se fue, dejando a un sonrojado Wolfram, a un preocupado Yuuri y a una aliviada Elizabeth.

 

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—¿Algo que más que decir, Su Majestad? – preguntó Gwendal, a quién parecía le estallaría la vena en cualquier momento. Pues todo lo que había pasado lo tenía con un fuerte dolor de cabeza; siempre gracias a su impulsivo Rey.

—Pues, nada… que ya no estoy comprometido con nadie…. – suspiró dejándose caer sobre su silla.

—Eso me alegra de alguna manera, Heika – musitó Günter, pero nadie más que él mismo se escuchó.

 

 

Yuuri suspiró melancólico. No tenía ganas de firmar nada, se levantó y salió. Gwendal, por una extraña razón no le impidió la salida.

 

 

La noche cayó, y él seguía encerrado en la habitación real. Tendido con los brazos en cruz y mirando a la parte superior de la enorme cama. Suspiró cansado y se levantó del mismo modo. Miró la cena que le habían llevado las sirvientas, pero no probó bocado. Caminó como vagabundo por los pasillos hasta llegar a la puerta de aquel soldado.
Tocó la puerta de madera con los nudillos, doliéndole pues estaba cansado. Suspiró por enésima vez en el día y se armó de valor. Un “¿Quién?” infantil, como pregunta de parte de Wolfram, hizo que se asustara.

 

—Wolfram – llamó temeroso, recostándose en la pared. Se molestó con él mismo por ser tan debilucho, dejándose caer sobre el suelo, sentado, abrazó sus rodillas – Wolfram……  –  volvió a  llamar, sintiendo un miedo terrible, y el nerviosismo que le hacía sudar frío.

—¿Q-qué sucede? – al fin habló Wolfram, al instante, Yuuri se imaginó que el rubio hacía un puchero.

—Es que… yo… bueno… yo solo quería decir... que…. Me gustas – musitó lo último, pero el ex príncipe lo pudo escuchar.

 

Después de un “Hump!” de parte de Wolfram, todo quedó en silencio. Yuuri se sintió triste. Se levantó despacio y justo cuando ya se iba escuchó a Wolfram decir, detrás de la puerta:

 

—Eso ya lo sabía… ¡Debilucho!

 

Rozó la puerta con la yema de los dedos, esperó que ésta se abriese pero no sucedió. Suspiró, nuevamente.

 

—No me llames debilucho – siseó.

 

Sonrió ladinamente y sosteniéndose de la pared caminó hasta su habitación.
Al cerrar la puerta de esta murmuró:

 

Por este día que se ve como un sueño….

 

 

La verdad es que
yo me siento de la misma manera.
Incluso más que tú.
Incluso cuando nos separamos
Pronto otra vez
queremos vernos
Nuestro amor es como uno entre adultos inmaduros
está bien sentir un poco de ansiedad….

 

 

 

 

Notas finales:

 

Kurenai 801
Julio 2016

 


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