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Misaki di Vongola por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Junjou Romantica pertenecen a Shungiku Nakamura.

Los personajes de Katekyo Hitman Reborn pertenecen a Akira Amano.

 

Otra de mis locas ideas... y sí, es un One-Shot. No más. Al menos por el momento.

 

 

Casi se terminaba el día y no había publicado nada, no hay que romper el record aún.

 

Misaki di Vongola

 

--¿Quién eres tú? ¿qué haces en casa de Usagi-san? ¿Le has hecho algo?... --balbuceaba un castaño de ojos verdes.

 

En el lujoso departamento del famoso escritor Usami Akihiko-sama donde solo su propietario y su inquilino (hermano menos de su mejor amigo) vivían... un extraño individuo se encontraba en la sala mirando detenidamente al castaño.

 

Misaki trataba de no gritar ni sucumbir al miedo, debía tener al extraño a la vista en todo momento, debía mantener una distancia prudente que no dé a notar, debe mantenerse sereno y con la confianza absoluta que es él quien está a cargo. No, no sabía de dónde venían esas ideas. Le asustaba, sin embargo el que las siguiera al pie de la letra.

 

El extraño seguía mirándolo a la expectativa de... ¿qué? Misaki no tenía idea. Alto, peligroso, de un peinado semejante a una piña, su ojo derecho color azul profundo como las aguas del mar abierto, su ojo izquierdo de un extraño color rojo donde en lugar de pupila parece estar el kanji del número cinco... Misaki tenía la sensación que la seriedad en el rostro del extraño estaba mal, ahí debía de haber una sonrisa burlona, cómplice de una broma eterna, desafío hacia la vida que tuvo... ¿lo habrá conocido antes? ¿Era una amigo de Usagi-san? ¿Por qué de pronto tuvo la sensación de añoranza?

 

--Te conozco. --dijo el castaño con una certeza que no sabía era capaz de proyectar, avanzó un pazo inconscientemente.

 

--Me conociste. --afirmó el extraño sin moverse de su sitio en medio de la sala.

 

El castaño se detuvo, no pudo haberlo conocido en la Uni o en algún punto de su educación escolar anterior, el extraño parece tener esa aura que todos los conocidos de Usagi-san; elegante, inalcanzable... pudo haberlo conocido en uno de esos compromisos a los que Aikawa-san lo obliga a ir a Usagi-san y donde a él lo convencen de ir de igual manera para asegurarse que el apático escritor no escapase.

 

--¿Eres... conocido de Usagi-san? --se aventuró a preguntar el castaño al notar que el extraño no hablaría por su propia cuenta, creyendo que su pensamiento era verdad fue relajándose poco  a poco mientras se aventuraba a la cocina para preparar té.

 

--Definitivamente no. Los 'escritores' no son mi tipo. --contestó el extraño con el fantasma de una mueca burlesca en su rostro provocando que el castaño se detuviera en su camino volviéndose para quedar nuevamente frente a frente.

 

--¿Tu tipo? --repitió bajito el castaño, otra idea se instaló en su pensamiento --¿Eres un Usami? --preguntó entre molesto, resignado y 'comprendiendo' la presencia del extraño.

 

Su 'historia' con la familia Usami tan solo le da sentido a su teoría de Usamonas, ver al extraño parado en medio del departamento de Usagi-san como si le perteneciera le recuerda la manera particular en que va conociendo a la familia de su arrendatario... y sigue rogando por no encontrarse con otros familiares de Usagi-san sin tanto dramatismo. En verdad esperaba que el extraño no fuera de esa  familia... aunque sería menos extraño que tener a un completo desconocido a mitad de la sala.

 

--No. --espetó el desconocido sacando al castaño de sus pensamientos.

 

Para Misaki un monosílabo nunca había sonado tan lleno de respuestas, negaciones y ofensa como el usado por el extraño... lo que provocó que el castaño regresara a su cautela.

 

--¿Cómo entraste? ¿Qué es lo que quieres? --volvió con las preguntas iniciales el castaño avanzando hasta quedar a menos de un metro de distancia del desconocido sin darle importancia a la clara diferencia de altura para así mirarlo a los ojos.

 

--Quiero que recuerdes. --decretó el cabeza de piña con intensidad haciendo que el castaño retrocediera un paso.

 

--¿Recordar... qué cosa? --preguntaba con ligera confusión el castaño.

 

Sin palabras y relativamente cerca "No puedo decírtelo yo" leyó el castaño en el rostro del extraño evitando así que preguntara más. Hubo una minilucha interna que duró un segundo en la mirada del extraño.

 

--El cachorro, el deportista idiota y el kanguro descerebrado están sospechando, nunca nadie conoció tan bien al Cielo como ellos, el ave y mi gatita ya ni se le acercan... --decía el extraño esas palabras que tal vez tuvieran algún significado y luego admitió --tenías razón y hasta ahora los demás se están dando cuenta. Recuerda y ven por ellos. --"y por mí" se quedó en el aire.

 

--¿De qué estás hablando? --preguntó el castaño más que confundido, los 'nombres' que decía el extraño le daban un ligero cosquilleo en una parte de su mente.

 

--Hace tres años fuiste marcado por el Cielo, hace dos fuiste reclamado por la almeja y hace cinco meses que te hicimos olvidar para que continuaras tu vida al dejarnos cegar por el pasado... te obligamos a partir. --dijo en tono bajo --Costó mucho, demasiado, pero aún así conseguimos que volvieras a tu vida normal. --hablaba el extraño.

 

--No entiendo. --admitió el castaño aún más confundido.

 

--No quieres entender. --acusaba el extraño con una mirada decepcionada.

 

--¿Qué cosa? --suplicaba Misaki tratando de avanzar hacia el extraño.

 

--Tú lo sabes. --empezaba a sonar traicionado el extraño mientras miraba al castaño.

 

--No tengo idea. --admitía ya desesperado el castañito y con lágrimas acumulándose en sus ojos, la mirada del extraño le causaba dolor.

 

--Lo sabes y no quieres reconocerlo. --murmuró el extraño con odio hiriendo aún más así el sensible corazón del castaño.

 

--¡No, no lo sé Mukuro! --explotó el castaño --Porque insistes en que recuerde... algo... que... no sé... lo que es. --poco a poco sintió cómo se le iba el color del rostro.

 

Imágenes de varios rostros; rostros serios con ojos obscuros y auras peligrosas, rostros molestos con ojos verdes y reflejos plateados, rostros tristes cuando le miraba sobre todo cuando había coloridas llamas a su alrededor, rostros aún más tristes que le miraban y veían o intentaban buscar a otra persona, rostros determinados por hacerlo apto para llenar el lugar que se suponía debía ocupar... esos ojos negros, con esperanza y melancolía bien oculta, se aparecieron en su mente. 

 

Secuencias de situaciones inimaginables; derribar un muro de desconfianza entre él y otros siete jóvenes, aprender planes de ofensa y defensa, aprender el uso de armas de fuego y explosivos, aprender a hablar en códigos y el cómo  descifrarlos, hacer suyo el control de llamas que salían de sus manos y su frente, asumir el mando cuando todo esté en crisis. 

 

Pruebas espartanas a las nunca se habría acercado; cruzar montañas con pocas herramientas, nadar entre remolinos peligrosos, escalar riscos con sus propias manos y sin equipo que le sostuviera para no caer y estrellarse en el suelo, recorrer una y otra vez una pista con obstáculos que cambiaban tan seguido que estuvo por morir más de una vez.

 

Y tantos procesos de decisiones que afectaban a miles de personas llegaron a su memoria con tal impacto que estuvo a punto de ponerse en blanco o sumirse en el olvido nuevamente. 

 

Rokudo Mukuro. 

 

En un pasillo parcialmente obscuro, un castañoto intentaba razonar con el joven alto de extraño peinado, le miraba nervioso y con tantos deseos de darse a entender, de decir las palabras correctas y no alejar al joven de pelo índigo de la que fue su familia primero.

 

--Sé que no soy él... sé no los conozco todavía... sé que no entiendo muchas cosas pero, pero sí estoy seguro que su TÚ fuiste elegido como Guardián de la Niebla, último recurso o no, el que hayas estado al lado de Tsuna y que nunca te pidió el anillo de vuelta a pesar de las diferentes Nieblas que le rodeaban... eso... Rokudo-san, eso, significa que él confiaba en ti... y su él podía confiar en que protegerías a su familia, su mayor tesoro, entonces yo también lo haré.

 

--Kufufufu bonitas palabras Takahashi, casi me haces llorar. Conservaré el anillo, mi querida gatita conservará el puesto de Guardián y yo seguiré planeando el cómo derrocar la Mafia usando tu cuerpo... Kufufufu, espero que no te arrepientas.

 

--Gracias Rokudo-san. --susurró el castaño mientras hacía una reverencia para demostrar su gratitud.

 

--Tan solo tengo una condición. -dijo en tono bajo el ilusionista al aparecer muy cerca de Misaki, le hablaba al oído --Llámame Mukuro.

 

 

Gokudera Hayato. 

 

En un gran salón con ventanales hacia el jardín de la mansión, Misaki acababa de escuchar la música que el Guardián más explosivo podía realizar, hizo un cumplido sobresaltando al pianista que pensaba estaba solo, y nuevamente su explosivo carácter volvió a salir a la superficie.

 

--¡Tú qué vas a saber! Jamás serás el Décimo... deja de intentar ser como él. 

 

--No miento, Gokudera-san, y no intento ocupar el lugar de Sawada-san, ni siquiera le conocí... tan solo, tan solo quiero ayudar. Lamento haberte interrumpido, en verdad lo siento, pero no me retracto, ese balz es hermoso y habrías sido un excelente pianista.-- Intentaba decir el castañito con evidente nerviosismo.

 

--¡Deja de imitarlo! --rugía el peliplata.

 

--Ya te dije que no le conocí, ¿Cómo puedo imitar a alguien que no conocí en persona? Tan solo le he visto en fotografías y estoy seguro que esos pedazos de papel no se comparan con lo que él fue. --se explicaba el castañito, pensando en que retirarse sería lo mejor, dejar que Gokudera-san se calmase un poco se volvió y avanzó directo a la puerta, antes de salir al pasillo, se detuvo al escuchar la voz del pianista.

 

--... el Décimo era muy amable... sonreía todo el tiempo... con su vista siempre intentaba buscar quién estaba en la habitación en la que entraba pero no para evaluar el peligro sino para ver cómo estaba su familia, preguntaba con preocupación por quienes no podía ver, atendía quien tuviera algún problema, un día arrastró a Hibari a su habitación porque se veía enfermo... siempre estaba al pendiente de todos y hasta se llegaba a olvidar de sí mismo... le gustaba entrar aquí, al salón donde mandó traer un piano tan solo para mí, se sentaba a mi lado o en el balcón con la ventana abierta, para escuchar mi música... y siempre me decía lo bueno que era, lo grandioso que pude llegar a ser, lo orgullosa que estaría mi madre si me escuchara tocar...

 

Entre cada oración, los ojos del pianista se iban llenando de lágrimas, sin saber qué más hacer, el castaño cruzó el espacio que le separaba del Guardian de la Tormenta cuyo interior seguía turbulento por la perdida de su Cielo original, le abrazó y le permitió llorar la partida de Sawada-san, como mano derecha y segundo pilar de la familia no se había dado el tiempo de sentirse débil y extrañar a la persona que le enseñó a apreciar la vida.

 

--Suena como alguien maravilloso, me habría gustado conocerle. --susurró el castañito --Jamás soñaría con reemplazarle, pero sí quisiera ayudar a proteger lo que él tanto amaba.

 

 

Sasagawa Ryohei. 

 

Yamamoto Takeshi. 

 

Dokuro Chrome. 

 

Hibari Kyoya... 

 

Reborn. 

 

Tantas imágenes, tantos recuerdos... ¿estaban sospechando?... ¿estaban en peligro?... ¿cómo podía ayudar?

 

--¿Misaki? --le interrumpieron el rápido pasar de pensamientos --¿Con quién hablas?... ¡¿Estás bien?! --un peliplata llegaba al lado de Misaki, intentaba hacerle reaccionar pero el castaño se negaba a dejar ir lo que su mente al fin le estaba revelando luego de tanto tiempo.

 

--...¿Mukuro?... --susurró... y luego sucumbió a la obscuridad de la inconsciencia.

          Fin.  
Notas finales:

Gracias por leer.

 

 

 

Viernes 4 de Mayo, 2018. 


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