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Simple Love por AlphaTK

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Notas del fanfic:

Mi fandom de origen, y uno de los que más quiero y mas cariño le tengo, es el de Naruto. Volviendo a mis origenes; SasuNaru, KakkaObi y YahiNga. Espero os guste. No esta beteado.

Sweet Love: Capítulo Único.


_________


Con las manos en sus bolsillos y una melodía irreconocible, pero dulce al paladar, camina en la fría noche. Le gustaba observar el panorama mientras vaga por las callejuelas de su ciudad.


Grande, extensa, llena de colores y contraste; hermosa y cruel.


Un bello bosque de acero, asfalto y cristal; un panorama de maravillas, pero también, un lugar dispuesto a devorarte vivo si no luchas por subsistir.


Yahiko lo sabe de perfectamente, que allí el débil no tiene posibilidades de sobrevivir a menos que se haga fuerte. Lo sabe, porque él ya fue la presa, pero ahora hace parte de los predadores.


Levanta la mirada el cielo; a través de las nubes de polución y el humo, su estrella guía sigue allí, señalándole su camino. Justo donde el chico de cabellos granate se encuentra, aferrado, al borde de la baranda del puente peatonal.


____________


Se siente roto, vacío, nada más vale la pena... la vida, no vale la pena.


Mira al cielo, aquella hermosa estrella lo observa, le sonríe dulcemente, pero a él ya no le quedan fuerzas para devolver el gesto.


Una voz grave y siseante susurra a su espalda — ¿Qué está mal, pequeño? — Virá su rostro, un hombre de aspecto mayor lo mira de forma desagradable — Vamos, baja de allí — La sonrisa de aspecto siniestro se ensancha — te consolaré, eres un niño muy bonito.


Y Nagato siente más miedo por el hombre que se le acerca por detrás, que a la caída de unos varios metros que le espera delante.


— ¿Qué pasa? Vamos, baja de allí — Gruñe esta vez, apremiante — ¿O es que acaso no soy lo suficientemente bueno para un mocoso mugriento como tú?


Las alarmas del Uzumaki se encienden, el hombre lo ha tomado de la cintura y su rostro se acerca peligrosamente al suyo, permitiéndole olfatear el apestoso aliento a alcohol y otras sustancias que prefiere no identificar.


Da todo por perdido, cuando unos pasos resuenan rápidamente y una voz jadeante grita: — ¿Qué está pasando aquí? ¡Suéltelo!


El hombre Suelta una risotada — ¿Y sí no qué? ¿Llamaras a tus papás? Oh, espera un momento, ¿No eres tú uno de esos mocosos vagabundos? Ya sabes — señala —, de esos que sus papás abandonan y viven en la calle. Sí, sí, estoy seguro, te he visto por allí, ¿Qué? En me digas que quieres su lugar — Mofa zarandeando al pelirrojo — No tengo objeción, si quieres unírtenos, te pagaré bien — Vuelve a reír — Venga, os consolaré a los dos...


Las palabras no terminan de salir de su garganta, un puño impacta fuertemente sobre su desagradable rostro, haciéndolo caer hacía atrás.


— En efecto, no llamaré a mis padres — Nagato ve asombrado como un chorro de sangre sale de la nariz y boca del hombre mientras los fuertes y amables brazos del desconocido lo rodean protectoramente —, haremos algo más interesante; llamaremos a la policía.


Y uno de sus brazos sueltan su cintura, dejando una extraña sensación de vacío. El chico de cabellos naranja toma de su bolsillo un móvil viejo y gastado y empieza a teclear, automáticamente el hombre, medio trastabillando e intentando parar su sangrado, huye del lugar.


El chico de mayor altura bufa — Cobarde.


La gentil mirada baja hacía él, y sus ojos amatista se conectan con los marrones claro, casi miel, de su Salvador.


Así, durante una noche fría con el cielo nublado, bajo la mirada de una única estrella protectora, Nagato conoció a su valiente caballero.


_____________


Yahiko busca con la mirada, aprovechando su buena estatura, a través del mar de personas, una cabellera granate.


Está fuera del Instituto, esperando a por su princesa.


Aunque su princesa no sea exactamente una, más bien un príncipe, uno con hermosos cabellos de fuego.


Mira un poco más allá de la verja y entonces lo ve: dos chicos tienen acorralado a su princesa; dos dragones que quieren robar su tesoro. Pero él, no lo permitirá. A grandes zancadas cruza la entrada del lugar y se para justo detrás de los rufianes, las joyas cristalinas que son aquellos hermosos ojos se posan, casi al instante, sobre él, y ve como una sombra de alivio se refleja en ellos. Una sensación calidez se apodera de su pecho, porque su princesa estaba esperando a un caballero para ser rescatado. Pero no a cualquiera: le esperaba a él.


Sus manos se posan en los hombros de los chicos que aún no notan su presencia — ¿Pasa algo? — Pregunta con una sonrisa que no augura nada bueno para los jovencitos que le miran desde abajo.


— N-no, señor, na...nada.


— Ya veo, entonces ¿Os importa si me llevo a mi princesa? — Las mejillas de Nagato estallan en color, balbuceando avergonzado, aun así, cuando Pain pasa uno de sus brazos por su cadera, no opone resistencia y lo sigue.


Han pasado casi cuatro años desde que se conocieron aquella noche de otoño; han pasado casi cuatro años desde que Nagato aceptó a Yahiko como su guardián y éste juro proteger siempre a aquella hermosa princesa de cabellos de fuego.


Porque eso es Nagato, tan dulce e ingenuo, la imagen de a inocencia más pura.


Y él está dispuesto a convertirse en el más osado de los caballeros con tal de protegerlo.


_______________


Nagato observa distraídamente el atardecer a través de los ventanales de su salón. Mira el reloj de su muñeca: faltan quince minutos para que suene el timbre y Yahiko pase a por él para que puedan irse a casa.


Yahiko se ha convertido en el centro de su mundo desde que se conocieron hace tres años, diez meses, dos semanas y cuatro días.


El día en que lo salvó de aquel pervertido, también le dio un hogar, permitiéndole quedarse en la pequeña habitación en la que el pelinaranja vivía, e incluso lo ayudó a volver al Instituto.


Nagato se había negado, por supuesto, a que Pain pagase sus gastos, pero el chico de ojos castaño claro lo había hecho ceder; cuando Nagato fuera mayor, le pagaría.


Después de todo, tenía una pequeña fortuna que le habían dejado sus padres, sólo debía esperar a su mayoría de edad para poder acceder a ella.


La campana sonó al fin.


El siempre amable Minato-sensei les recuerda que deben entregar su proyecto de grado el próximo miércoles. A su vez, intenta que Obito y Kakashi dejen de pelear.


Nagato ríe por lo bajo; está seguro que esa discusión no es más que otra escena de celos mal disimulada por parte de sus amigos.


Camina por el pasillo mientras Uchiha y Hakate le dan alcance, discutiendo aún.


Se despide en la reja del colegio una vez divisan a Yahiko.


Obito y Kakashi saben que mientras Pain esté cerca, Nagato estará bien.


:::::::::::


Nagato sopla las velas del pequeño pastel que Yahiko ha conseguido para él.


Hoy ha cumplido la mayoría de edad.


Así que hoy es un día sumamente especial, no sólo porque ése día ha ido ha matricularse en la universidad o porque se cumplan dieciocho años de su existencia, sino porque hoy, será el día en que Yahiko al fin lo tomará.


Hoy sellarán su sentir.


Porque Pain se había negado a tocarle un pelo, por ser menor de edad, entre otras cosas.


Pero ya no hay excusas, y Nagato quiere que su príncipe le tome cariñosamente esta noche.


Come el trozo de tarta y, antes de que Yahiko tome lo que han ensuciado para lavarlo, la audaz princesa se lanza sobre él, exigiendo su regalo de cumpleaños.


Y aunque Yahiko lo esperaba, no está seguro de cómo reaccionar.


Son pareja hace poco más de un año. Contra todo pronóstico y aún con toda su timidez e inocencia, fue Nagato quien tomó la iniciativa, después de que pasará un mes de que Pain se le declarará, al ver que el de cabellos naranja no hiciera ningún acercamiento, el Uzumaki intento besarlo.


Pero Yahiko se negó, llegando que no podía poner sus manos en un niño, así que, durante todo ese tiempo, y aún con la insistencia del pelirrojo, las cosas no avanzaron más que de un par de castos besos. Así que, al final, se dio la promesa de que el día en que Nagato cumpliera la mayoría de edad, Pain concedería los deseos del chiquillo; y los suyos propios.


Sin querer dejarse dominar por más tiempo, Yahiko gira el delgado cuerpo de Nagato, dejándolo sentado sobre su pelvis, instándolo a moverse.


El chiquillo obedece al instante, contorneado sus caderas y friccionándolas contra la entrepierna del pelinaranja.


Yahiko gruñe y Nagato sonríe al sentir la creciente dureza entre sus muslos. Gadea cuando Pain le besa tiernamente el cuello, subiendo a su mandíbula que mordisquea levemente.


Entierra sus dedos en la espesa cabellera y reacciona apretándola fuertemente cuando uno de sus pezones es succionado.


La ropa es estorbosa, piensa Yahiko, mientras la va retirando e intenta mantenerse lo más racional que puede.


Porque él no quiere dañar a su tesoro: porque él quiere ser un caballero para su princesa​; porque no quiere convertirse​ en un dragón, como los que la intentaron dañar antes.


Así que, tomándose su tiempo, la desviste poco a poco, con ternura y adoración. Dejando un beso a la ves en la piel que va quedando expuesta.


Buscando su camino para entrar en ese paraíso virgen a conquistar.


Nagato se deja hacer mansamente, jadeando un poquito y gimiendo con un tono erótico cada vez que él encuentra un punto bueno y lo acaricia.


El de ojos marrón observa con deleite el estilizado cuerpo que tiembla bajo el suyo. La mirada amatista, cristalizada por el placer, sube, al igual que los delgados brazos que se abrazan a su espalda.


Nagato se alza ligeramente para alcanzar los labios de Yahiko y besarlo dulcemente. Y Yahiko piensa que su pequeña princesa con cabellos de fuego sabe a lo mejor que ha probado jamás.


Y que no desea compartir ese manjar con nadie; que lo desea solo para sí.


Se desviste. Nagato sigue con un brillo de hambre en sus bonitos ojos cada línea de ese armonioso y masculino cuerpo que se alza frente a él.


Los músculos bien marcados, definidos sin exagerar: los anchos pectorales, los hombros rígidos, el cuello grueso y la mandíbula fuerte; sube más. Los labios delgados y la sombra de una barba de color zanahoria. Sigue por la nariz recta hasta llegar a los ojos bondadosos.


Los ojos de los cuales se enamoró.


Sonríe, de tal forma, que Yahiko piensa que su corazón, realmente, escapará de su cuerpo.


Se besan, prodigándose roces entrañables; susurrándose cuanto se aman.


Pain recorre con sus húmedos labios y ágiles dedos el hermoso cuerpo.


Besa el vientre y acaricia los costados; juega con el ombligo y hociquea sobre la pelvis. Nagato ríe apenado, pero lo deja ser, así que él sigue, besando los muslos y dejando algunas pequeñas marcas en la pálida y tersa piel.


Se posa, con delicadeza, entre las kilométricas y esbeltas piernas.


Yahiko como un colibrí en busca de su néctar, y Nagato, como una flor, se habré para él.


Un bello capullo que descubre sus pétalos para su única persona especial.


Hay dolor, por supuesto, aún con toda la previa preparación, delicadeza y ternura con la que Pain lo conduce suavemente a su desflore, Nagato no puede evitar la mueca de incomodidad mientras es penetrado.


Yahiko parece dudar. Cuando sus caderas se mueven, buscando salir, Nagato enreda sus piernas alrededor de sus caderas, hundiéndolo más profundo y sacando un gemido de placer de sus labios.


Pain ha rozado algo en su interior que lo ha hecho ver estrellas bajo sus párpados. Y no solo a él. Yahiko tiembla levemente, jadeando gravemente ante las contracciones de Nagato en torno suyo.


Mueve la pelvis, golpeando el mismo punto y haciendo que en reacción Nagato gima agudamente, casi en n chillido, mientras vuelve a apresarlo fieramente en su interior.


Y así, de manera torpe, encuentran la forma de correcta de acoplarse el uno al otro.


Crean su propio ritmo, lento y profundo, como ellos; como su amor, y lo mantiene hasta que llegan a su cénit con los dedos conectados y los labios unidos en el que, se burlan, no será el último.


Mucho menos lo será tan encantadora experiencia.


______________


Nagato corre por los pasillos del hospital, sin prestar atención a las reprimendas que le dirigen los doctores.


Ha sido avisado del accidente del bus en el que viajaba su esposo.


Entra con el corazón escapándole por la garganta a la pequeña salita, sin percatarse de que en realidad es una zona infantil, más ocupado en encontrar a Yahico.


Lo ve de espaldas a él, frente a una joven doctora que parece estarle explicando algo con sumo detenidamente.


Camina rápidamente hasta llegar a su lado, tomando el hermoso y masculino rostro entre sus delicados dedos y revisándolo minuciosamente.


Observa, meticuloso, cada parte de él, y cuando decide que está bien, y que no hay peligro de perderlo, se lanza al fin a abrazarlo.


Entonces lo siente el pequeño bulto que había ignorado completamente, y que ahora se removió en los fuertes brazos de su esposo.


Yahiko la alza para que él pueda observarla mejor; es una pequeña bebé de apenas unos meses de nacida.


Es muy pálida y tiene varios moratones. Su pequeña cabecita está coronada por una mata de cabellitos azules.


Yahico le cuenta que la bebé perdió a sus padres en la colisión y que, al parecer, no hay nadie más para cuidarla.


Ella irá a un orfanato, comenta la enfermera mientras la carga de vuelta a su una ahora que está al fin dormida.


Yahiko, le cuenta también la mujer, fue quien la encontró, llorando entre sus padres que la habían protegido con sus cuerpos, sus vidas a cambio de la de su pequeña.


Desde ese momento la niña se había negado a ser separada de él, hasta ahora, que había caído al fin por el agotamiento.


Cuando la bebé fue depositada en la cuna, ya fuese por el movimiento, o mero instinto, la pequeña abrió los ojos, que automáticamente se llenaron de lágrimas. Ella lloró fuertemente, hasta que fue devuelta a los brazos de Pain. Él la abrazó gentilmente mientras ella se aferraba a él aun hipando.


Y Nagato se sintió enternecido, mientras un calorcito agradable se instalaba en su pecho.


Él se acercó, cauteloso, sin ánimos de quererla asustar. Aún su, ella pareció percibirlo, porque alzó repentinamente la mirada, mostrándole unos hermosos ojos, un par de tonos más claros que los de su esposo. Sonrío, mientras ella ladeaba, curiosa, su cabecita. Entonces ella estiro sus manitas, por encima de los hombros de Yahiko.


Él intentó tomarla en brazos, pero ella solo lo dejo a medias, de modo que tanto Yahiko como Nagato la cargaban mientras que se mantenían en un extraño abrazo.


Ellos se miraron mientras ella bostezaba, aferrada aún a ambos.


Ella era, desde ahora, su familia.


_________


Tiempo después, Nagato se enteraría de que lo último que quedaba de su familia, había muerto.


Lloró amargamente entre los brazos de su esposo e hija.


Luego se enteró de que, de hecho, aún quedaba un pedacito de ella; Naruto, se llamaba. Y él se vio en la pena de no poder simplemente tomarlo, porque él ya tenía muchas responsabilidades.


Sin embargo, Pain lo apoyó, y Konan parecía muy emocionada a te la idea de un hermanito menor.


Así que la decisión fue tomada.


Pero cuando llegaron, se enteraron de que, de hecho, alguien más había decidido lo mismo y Naruto se encontraba ya con una familia.


Pero Nagato no estaba dispuesto a dejar a su pequeño sobrino con un desconocido cualquiera. Grande de fue su sorpresa al reencontrarse con sus amigos de la escuela media. Kakashi y Obito no solo estaban de vuelta, sino que ahora estaban casados. Y cuando Nagato vio la devoción con la que Obito cuidaba de Naruto y el amor que brillaba en los ojos de Kakashi al observarlos, no fue capaz de exigir nada.


No fue capaz de romper una familia.


Así que volvió a casa con su esposo, hija y una promesa de visitarlos frecuentemente. La promesa se cumplió a cabalidad, por supuesto. Más aún cuando ambos matrimonios fundaron la empresa Akatsuki y ellos se mudaron a la misma ciudad.


________


Yahiko frunció el ceño al ver a su hija sonreír a la pantalla por enésima vez, durante el desayuno— Se puede saber qué es tan gracioso​. Estas desayunando, deja ese maldito aparato de una vez. — Gruñó. Ella alzó una ceja y luego miró a Nagato.


Él lo estaba viento mal— Ese vocabulario. — Reprendió. Su hija lo miró con burla, y Yahiko se preguntó dónde estaba su pequeño terrón de azúcar y en qué momento se había convertido en aquella altanera adolescente.


— Hablo con Naruto. Él quiere que yo lo maquille.


Nagato ladeó el rostro, intrigado. Yahiko lo imitó.


— ¿Para qué querría ese revoltoso niño que tú lo maquillarse?


— Para cubrir las marcas de beso que le dejo su novio, probablemente. — Soltó ella, con cierta maldad.


Nagato abrió desmesuradamente los ojos mientras Yahiko se ahogaba con el café. El hombre de cabellos granate palmeó la espalda de su esposo, aún con la sorpresa brillando en sus facciones.


— ¿Estás segura, querida, de que tu primo tiene novio? — Preguntó el Uzumaki, cauteloso. Ella sonrió con socarronería.


— Por supuesto, incluso puedo decirte que se trata de uno de los Uchihas.


Yahiko gruñó— El menor de ellos, ¿No es así? Ni siquiera sé por qué me sorprendo. Pensándolo bien era bastante obvio...


— Ciertamente— Contesta ella, sarcástica. Nagato le dirige una mirada de advertencia.


Por alguna razón, Konan es más dócil con Nagato que con Pain. Y eso se debe probablemente a que Yahiko es una figura paterna, mientras Nagato es más como una madre, o al menos eso le ha dicho Jiraiya.


Los adolescentes tienden a volverse más insolentes con sus padres al crecer.


— Bueno, mientras ellos se amen...


— Kakashi va a matarlo.


— Yo me preocuparía más por Obito...


— Al menos es mi sobrino y no mi hija la que tiene novio...


— ¿Y quién dice que no tengo? — Interrumpe Konan. La picardía brillando en sus ojos. Yahiko se pone del color del cabello de Nagato, pero antes de que pueda decir nada, ella huye, con una sonrisa de autosuficiencia enmarcando sus labios. La puerta suena al ser cerrada y cuando Yahiko está dispuesta a ir tras ella, incluso si es al fin del mundo, Nagato lo hala del brazo y lo obliga a quedarse sentado.


— Ella estaba bromeando, ¿no?


Nagato calla. Se limita a sentarse sobre el regazo de su esposo y besarlo candentemente.


Eso parece distraerlo.


— ¿Quieres hacer ejercicio?


Yahiko no responde. Lo alza en sus brazos escaleras arriba.


Konan ya no es una niña, y pronto será una a mujer. Es el último pensamiento racional que tiene Nagato antes de que Yahiko cierre la puerta de su habitación.


Fin~

Notas finales:

¡GRACIAS POR LEER!


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