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Instinto Animal -Warp Side- por Xora

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Notas del fanfic:

Hola, de nuevo yo desbordando amor por este hermoso fandom al que terminé por volverme adicta. Videojuego de mi infancia, mi fascinación era inevitable. Con Star Fox 2, 64, Zero, Assault, Command... imposible que me resistiera.

Inspirado especialmente en el soundtrack "Warp" de Star Fox 64.

Notas del capitulo:

Resumen.

"No lo hagas" le rogó empapada en lagrimas, sufriendo los estragos causados por su errónea decisión. La canina estaba llorando pero eso a nadie le importaba, ni nadie tenía el interés de consolarla. Igual la misión había fallado por culpa suya. Después de todo, ¿qué precio tiene el arrepentimiento?

 

Halo de Luna.

 

La noche había caído sobre Katina, su manto oscuro e hipnotizante se llenó de resplandecientes estrellas -tal vez en cada estrella un nuevo astro sol estuviera a punto de estallar- y ella, con ojos inundados de nostalgia, admiraba la belleza del universo mientras aguardaba en un lugar estratégico sobre el tejado de la base a la cual su líder y ella pretendían infiltrarse. Que gran alivio para Star Lynx que continuaran activas en el negocio y que los clientes sobraran para solicitar sus servicios sin importar cuál fuera o el nivel de peligro que arrastrara. La canina bajó la mirada del cielo y prestó atención al edificio que podía visualizar desde su posición por detrás del perfecto escondite que había encontrado tras unos robots que ella misma había desconectado por seguridad. Había guardias por todos lados y, sin embargo, ellas habían logrado burlar toda esa vigilancia sin necesidad de recurrir a métodos no ortodoxos. Desde esa altura la vista era maravillosa y el viento golpeando contra su nariz le traía olores diversos que siempre le habían ayudado ubicar la zona adecuada para llevar a cabo su trabajo. De pronto un ruido de estática atacó el radiotransmisor de bajo presupuesto que desde su primer misión guardaba, mas este no tardó en rastrear una señal cercana que comenzó a filtrar una conversación entre dos voces masculinas y con una sonrisa satisfecha Fay abrió la pantalla del comunicador digital con la intención de informarle a su líder Miyu Lynx quien esperaba a la otra orilla de la base monitoreando posibles turbulencias en los planes de acción establecidos con ayuda de unos binoculares de visión infrarroja antes de que un ligero sonido digital anunciara el mensaje de su compañera. Miyu levantó el brazo para abrir el comunicador de pulsera después de presionar algunos botones que sin preámbulos abrieron el holograma de una pantalla y la imagen del rostro de la sonriente canina albina ocupando el centro.

Miyu, ¿me copias? El hackeo que usé con "estrellita" fue exitoso, puedo escuchar claramente las voces de nuestros queridos políticos.

—... Esas son excelentes noticias— admitió la joven lince tras unos segundos de silencio que alcanzaron para formar una expresión de sorpresa en su rostro serio. —Sinceramente no esperaba que ese pedazo de chatarra que tanto te gusta funcionara esta ocasión.

Jehe. Soy genial, ¿verdad que si? Halagame por mi grandioso trabajo, líder.

—No te emociones todavía, Fay— regañó Miyu volviendo a su trabajo de vigilancia sin cerrar el holograma. —Nos falta comprobar que es la señal correcta, de otro modo no sabremos dónde encontrar esa sala de investigación secreta por la que nuestro cliente se siente tan amenazado.

¡No te preocupes! "Estrellita" y yo nos encargaremos de traerte su ubicación.

—¿Podrías dejar de llamar así a esa vieja mini computadora? Es desagradable escuchar un nombre tan meloso en un aparato que fue fabricado el siglo pasado. Entiendo que no poseamos el presupuesto suficiente para comprarte una nueva pero lo que no comprendo es ese amor enfermizo que le demuestras nombrándola como a un ser viviente.

Oh, vaya. Podría ser que, ¿estás celosa?

—No es eso, simplemente estoy harta de escucharte llamarla "estrellita"— replicó Miyu haciendo una mueca, enfatizando su última palabra con obvio desdén.

Jehe~ en todo caso estoy por avanzar a mi flanco derecho, necesito que cubras los posibles enemigos que pueda encontrarme ahí.

—Descuida. Sé muy bien que eres la mejor escalando edificios, o modificando a tu antojo cualquier sistema de seguridad en una base militar, y que apestas en combate cuerpo a cuerpo. Seguramente tendré el terreno libre para ti en menos de lo que alcanzarías a olfatear un costoso perfume corneriano.

No tenías que decirlo así...—reclamó Fay inflando sus mejillas, lo que arrancó una sonrisa enternecida de los labios de su líder.—Siempre eres tan directa para señalar mis defectos.

La lince se dejó reír divertida como primer respuesta. Los gestos que hacía su compañera con las criticas siempre fueron agradables para ella; le ayudaban a reducir el estrés que traía consigo cada misión de espionaje que tomaban como última alternativa.

—Como sea, date prisa en encontrar esa valiosa evidencia, quiero regresar a casa para degustar ese delicioso banquete estilo Corneria que has prometido preparar.

Fay sonrió complacida con el comentario de la intrépida lince cortando la comunicación en el acto. Miyu se tomó un momento para cerrar el holograma y al fin tomar de su cinturón el rifle francotirador que guardaba celosamente en una funda de cuero gruesa, ajustando la mira cambió el cartucho de balas explosivas por un estuche de proyectiles paralizantes, evitándose el asesinar a los guardias que rodeaban la base militar ya que nunca le había gustado cometer homicidios a menos que este método fuera absolutamente necesario. Disparó seis proyectiles de forma consecutiva, cambiando a una posición más baja dentro de su rango visual para mandar a dormir los objetivos finales obstruyendo el camino de Fay.

 

Mientras tanto, la canina corría sin detenerse por los pasillos exteriores, encontrándose con los cuerpos militares inmovilizados contra los suelos de hierro. Una hilera de luces let blancas iluminaban su andar, aunque no lo suficiente para ser descubierta por el enemigo. Luego de una corta trayectoria por los pasillos metálicos, llegó frente a una puerta que no aparecía en un mapa virtual que se mostraba en la lente del visor sobre su ojo derecho, escuchando por medio de un sólo audífono inalámbrico la conversación que todavía se gestaba a través de su radiotransmisor, mismo que ya había conectado al visor de Miyu quien también oía cada palabra que los sujetos dentro de la base articulaban, guardando silencio hasta que un detalle en la charla llamó su atención.

¿Acaba de decir "invasión"?cuestionó Miyu a través del comunicador que la mantenía en contacto con Fay, esta vez tan sólo en modo audio.

—Eso ha dicho— afirmó Fay conectando la mini-computadora portátil a la barra de códigos junto a la puerta que emitió un ligero sonido antes de encenderse y comenzar a mostrar una serie de números y letras tanto en mayúscula como en minúscula junto a otros signos de puntuación. —Al parecer Bernard Dugés está involucrado en algo sumamente malo.

No puedo esperar para mostrarle esta grabación a nuestro cliente, estoy segura de que quedará muy complacido con el resultado, incluso podríamos elevar el valor del acuerdo.

—Eso podría ser posible sólo si conseguimos el pack de pruebas completo.— Fay se mostró divertida con la idea y no evitó expresarlo en su acento mientras ponía a cargar la energía de su blaster, preparándose para entrar al cuarto.

Con esa intención te envié a ti— declaró Miyu confiada. —Sé que no me fallarás.

—Cuenta con ello— asintió.

La puerta se abrió y Fay Collie entró manteniendo enfrente su blaster mientras las luces secundarias del sistema eléctrico se encendían poco a poco dentro del cuarto. La canina revisó cada orilla cercana a su posición sin encontrar más que unas cuantas mesas con computadoras de escritorio, nada parecía descomunal ni que pudiera servir como prueba pero tomó varias fotografías desde distintos ángulos considerando buena idea revisarlas más tarde pero sus dedos se quedaron paralizados cuando giró la esquina de un corto pasillo y se encontró con una serie de contenedores de cristal que exhibían un grupo de criaturas marinas en proceso de mutación. Fay se sintió perder el aliento, confundida con aquello que veía ante sus ojos, quedándose por un momento tan inmersa en sus pensamientos que no pudo escuchar la voz insistente de Miyu quien ordenaba un reporte de los hechos. Se sobresaltó cuando logró salir de su ligero trance gracias al grito preocupado de su líder.

¡Fay! ¡Responde, carajo! ¿Estás bien?

—Lo siento, Miyu— inició aún victima del estupor sufrido. —Sigo aquí... pero no estoy sola...

¿Qué has dicho... ? ¿Te han descubierto?

—No... no se trata de ningún guardia del recinto, no es nadie así... estoy en compañía de las armas biológicas menores que fueron lanzadas en Aquas durante la guerra. Ahora mismo estoy frente a sus contenedores.

¿Armas biológicas? ¿Las que fueron identificadas como experimentos venomianos?

—Los mismos...

Hubo un silencio sepulcral entre ambas mercenarias, tal que se extendió por lo que pareció una eternidad mientras la mirada de la canina se encontraba enraizada a los seres desfigurados delante de ella y sintió tristeza, furia y resignación al comprobar que varios de esos experimentos todavía estaban convida, aguardando por una libertad que jamás volverían a tener a menos que sus creadores pretendieran usarlos en una nueva guerra o una invasión. De cualquier modo era impresionante, casi increíble, que Katina hubiese tenido desde el principio un centro de investigación clandestina y que existiera la posibilidad que aún los desterrados venomianos continuaran dentro de la política del Sistema Lylat. Fay veía ante ella algo más que simples tecnologías prohibidas, apreciaba la más mortal conspiración galáctica que el universo hubiese conocido nunca, y era grave, la canina no podía imaginarse hasta qué punto el ejercito venomiano había llegado para convertirse en vencedor de una guerra que sospechaba no había terminado del todo. Katina siempre había sido un planeta aliado de Corneria con una amistad de miles de años, era inadmisible pensar que durante mucho tiempo ocultó información valiosa.

Fay, quiero que abandones ese lugar de inmediatoordenó Miyu, consternada con el sin fin de pensamientos y teorías abordando su cerebro. —Ya tenemos lo que queríamos, no necesitamos más pruebas para completar nuestra misión, ahora que hemos descubierto la verdad lo único que nos queda es marcharnos antes de que sea demasiado tarde.

—Bien.— Fay levantó la cámara fotográfica hacia los contenedores apretando un botón que llenó de brillo el pequeño cuarto por un instante, no esperó que las alarmas se activaran de un momento a otro y parpadearan en luces rojas alrededor de ella. Fay se sobrecogió.

¿¡Qué pasa!?cuestionó Miyu consternada.

—No lo sé, de pronto las luces rojas en la habitación se activaron.

¡Sal de ahí ahora! ¡Es una orden!

Fay se apresuró en acatar el mandato pero fue demasiado tarde, sin darse cuenta alguien ya se había colocado detrás suyo y sólo esperó a que se girara para sujetarla del cuello. Fay emitió un grito ahogado por la fuerza que fue aplicada en su traquea y sólo entonces pudo gemir adolorida mientras aquella figura humanoide la levantaba un metro del suelo sin inmutarse por las patadas con las cuales Fay intentó herir a su agresor.

¿Fay? ¿Qué ha sucedido? ¿Estás bien, Fay? ¡Fay... !exclamó la voz tras la linea de comunicación que seguía conectada al visor de la canina.

—¡Miyu... !— jadeó Fay con dificultad en un intento desesperado por informar a su líder lo que le estaba sucediendo, comenzando a dudar que saldría de esta situación pero finalmente se percató de un aroma a quemado con ayuda de su olfato, guiando su vista a un corto circuito que se gestaba en el brazo metálico que la mantenía sujeta, y que indicaba una importante falla en el robot. Dio un patada en esta zona afectada y luego otra hasta que los cables hicieron contacto y provocaron que el dron se electrocutara a sí mismo, esto desprendió los tornillos que unían el brazo con el resto de componentes metálicos y con un veloz movimiento Fay se alejó para ponerse a salvo y disparó su blaster contra la unión del resto de miembros armando las extremidades roboticas. Una vez fue derribado, la canina se tomó un respiro para analizar mejor a su repentino oponente, reconociendole como aquel dron de combate inhabilitado que había visto siquiera entrar a esa habitación. Tratando de darle un sentido a este encuentro comenzó a teorizar sobre lo sucedido llegando a una conclusión que no creía posible dadas las circunstancias. Y gestando una mueca de asombro se dispuso decidir. —¿Podría ser...?—. Sin embargo, su dilema mental fue interrumpido con el sonido inconfundible de tropas movilizándose así que levantándose del suelo se apresuró en escapar antes de que el resto de androides la interceptaran ahí dentro. Presionó el botón del comunicador modo audio. —Reportando; he descubierto que los androides suspendidos se encienden en el momento que ha sonado la alarma, al parecer tienen un sensor de movimiento capaz de reconocer intrusos. Enfrentarlos no es recomendable ya que hacerlo delataría nuestra posición. Me dirijo a la zona de descanso. Espero instrucciones.

Fay continuo corriendo sin detenerse hasta que llegó hasta la zona indicada, ahí se arrodilló y colocó de espaldas al muro con la intención de cubrirse mientras las tropas se distribuían por las diferentes secciones. Visualizar a tantos militares hizo que Fay temblara, presa de los nervios y la adrenalina. Sólo pensar que sería encontrada en cualquier momento la hacía sentirse atrapada y en nada ayudaba a su autocontrol que la respuesta de su líder estuviera tomando tanto tiempo en llegar. Abrió el holograma cuando un mal presentimiento la golpeó, descubriendo que el comunicador de Miyu no estaba conectado, señalandole en la pantalla como una falla del sistema en letras rojas. Ella intentó reparar el error apretando los botones de su pulsera y visor estrategicamente pero sus esfuerzos no sirvieron, el comunicador de su líder seguía sin responder.

—¡Carajo... !— profirió entre-dientes, anticipando lo peor. Presentía que Miyu había actuado impulsivamente en el momento que no había contestado a su llamado, saliendo de su escondite para entrar a la base de manera más temeraria. Ella siempre fue así, por ello Fay sintió a las lagrimas acumularse bajo sus parpados inferiores, estimuladas por un sentimiento de impotencia que no tardó apoderándose de su anatomía al imaginarla siendo capturada por todos aquellos militares que seguramente la someterían a letales torturas. Fay no podía permitirlo, no quería que Miyu corriera el riesgo de morir. —No lo hagas— le rogó a la imagen de su líder entrando a la cueva del lobo por su cuenta, sufriendo los estragos causados por su errónea decisión. La canina estaba llorando pero eso a nadie le importaba, ni nadie tenía el interés de consolarla. Igual la misión había fallado por culpa suya. Después de todo, ¿qué precio tiene el arrepentimiento? Nadie puede regresar al pasado e impedir que todo lo ya escrito suceda. —Miyu... permanece convida. Por favor... no quiero que te lastimen...

Sin embargo, el sonido de pasos acercándose detuvieron de forma abrupta los lamentos de la canina, no necesitó asomarse tras el muro para darse cuenta que un par de centinelas se aproximaban a su posición con manos armadas. Fay acalló lo mejor que pudo su sollozar y tragó saliva con amargura, temerosa. Los pesados pasos estaban tan cerca que sintió por un momento enloquecería en la espera, simplemente no estaba preparada para enfrentarse a un soldado de su patria. De pronto, una serie de destructores disparos láser impactaron contra los pasillos metálicos que no tardaron en ser acompañados por los desgarradores gritos de los centinelas al caer fuera de los barandales. Los cañones de plasma que en un principio estuvieron inactivos dispararon contra la nave que comenzaba a planear sobre la base disparando sin control, levantando en fuego a todo el edificio cual guerra civil.

—¡Miyu!— exclamó Fay saliendo de su escondite, reconociendo aquella nave espacial enseguida, y con una mezcla mortal de emociones sacudiendo su cuerpo.

El interceptor volaba de un lado a otro en medio de maniobras evasivas y ofensivas contra todo aquel que le estorbaba, agitándose demencialmente por los reducidos pasajes cuyas luces la señalaban en el cielo hasta que su piloto ubicó entre el caos la silueta de su fiel acompañante, aterrizando con la misma violencia a un costado de la canina albina quien era incapaz de asimilar la sorpresa. La cabina se abrió ante sus asombrados ojos, delatando a la joven lince cuyo pelaje estaba erizado en su totalidad, muestra de su excitación, y su hocico yacía abierto para advertir al enemigo su afilada dentadura, prueba de su irritabilidad.

—¡Sube! ¡Ahora!— ordenó.

Y Fay, saliendo de su breve congelamiento, saltó a la cabina antes de que esta se cerrase para eludir los disparos que los recién despiertos guardias se apresuraron ejecutar contra las intrusas. Miyu emitió un gruñido de amenaza jalando la palanca de la hipervelocidad que rápidamente aceleró las turbinas traseras, impulsando a la nave quemar una gran cantidad de combustible para completar un gran salto rumbo al espacio sin importarle qué daños causara detrás suyo con el fuego que habían abandonado los propulsores. Fay sintió cómo todo el Arwing vibraba después de haber liberado tremenda carga de energía, durante toda la trayectoria de la nave fuera de las capas atmosféricas cubriendo el planeta creyó el vehículo no resistiría demasiada presión pero apenas lo pensó cuando una vez más los motores se habían calmado para dejar todo quieto. Habían salido de Katina y de nuevo surcaban la galaxia sanas y salvas. Fay no podría decir que estaba aliviada de haber escapado convida pues la expresión extrañamente seria de su líder tras aquel brote de ira no presagiaba nada por lo cual relajarse. Bajó la mirada, sintiéndose indigna de siquiera dirigirle la palabra. Miyu se dedicó a mirar de frente a través del cristal hasta que una luz roja parpadeó en su monitor, insitandola dejar ir un suspiro fuera de sus labios.

—Disculpa— dijo, atrayendo la atención de Fay. —Sobrestimé la resistencia de mi nave. ¿Crees que en estas condiciones seamos capaces de llegar a Corneria?

—A velocidad mínima, sin duda. Pero tendremos que ser cuidadosas cuando entremos a la densidad atmosférica— informó, evidenciando el estado de la nave.

—Bien... sabré manejarlo.

Unos momentos el silencio gobernó sobre ambas mercenarias mientras el vehículo espacial se desplazaba por el pacifico espacio, trayendo consigo la incomodidad que obligó a Fay volver su vista al suelo, dispuesta a sincerar sus inquietudes.

—Escucha, Miyu. Yo...— trató con voz temblorosa, siendo interrumpida por un gesto de la mano de Miyu quien rápidamente fomentó una actitud renuente a escuchar disculpas.

—No hablemos de la misión por ahora.

Aunque las palabras de Miyu nunca tuvieron la intención de herirle, inevitablemente Fay se sintió rechazada pues era justo en ese instante que necesitaba comprensión o cualquier reprimenda por haberse comportando con tan poco profesionalismo durante la misión. Justo en ese momento sentía la necesidad de llorar, sacar toda la pesadumbre que apretaba su traquea, dificultándole respirar, aún así contuvo sus lagrimas lo mejor posible mientras su nave recorría las grandes distancias que hacían falta para llegar a su hogar.

 

La trayectoria fue silenciosa para ambas mercenarias quienes aterrizaron sobre el tejado departamental de la zona centro donde estaban permitidos los vehículos voladores. La ciudad corneriana había iniciado la vida nocturna no hace más de tres horas por lo que Miyu bajó del Arwing estirándose perezosamente, mucho más tranquila de lo que había estado en todo el camino. Se giró, esperando que su compañera bajara de la nave y -cuando lo hizo- devolvió la mirada al frente comenzando a caminar. La canina observó este comportamiento comprendiendo que Miyu continuaba enojada, por supuesto que lo estaba, estuvieron al borde del fracaso; Fay era consciente que le debía una disculpa y eso era lo que pensaba hacer antes de que esta nueva situación empeorase. Determinada aseguró el medio de transporte que les había traído hasta allí y corrió tras la joven lince.

—¡Miyu... !— su llamado fue suficiente para detener el andar de la aludida, incitando a la canina detenerse a un metro de ella. —Lo siento, fui una tonta. Debí darme cuenta antes que el flash de la cámara activaría la alarma dentro de la base. Siempre me has dicho que debo ser más cuidadosa pero creí tener todo bajo control en el momento que crucé la puerta del laboratorio. He fallado, por eso... estoy preparada para recibir mi castigo.

—No seas estúpida— replicó Miyu todavía de espaldas a Fay. —No hay castigo que compense tu falta.

—¡Lo sé pero... ! Pero, yo... confiaste en mi y yo lo eché todo a perder.

—Así es, estuvimos a punto de ser capturadas, todo porque creí que estabas preparada para cargar todo por ti sola... que equivocada estaba.— Fay tensó su mandíbula ante las duras palabras de su líder, aceptándolas con todo el dolor que comenzó a pesar en su corazón. No respondió, permaneciendo cabizbaja, sumisa. Sin embargo, Fay no podría saber que Miyu no estaba reprendiéndola, por el contrario, sus palabras le dolían más a ella de lo que la canina podría suponer. —Quiero decir, nunca debí enviarte allí dentro sola... sentí miedo al pensar que te perdería.— Fay abrió los ojos de golpe, impactada con este nuevo cambio de contexto, atreviéndose por fin a levantar la mirada hacia su líder sin saber que sería interceptada por el hocico de Miyu quien había sentido el impulso de demostrar toda esta caótica mezcla de sentimientos que en su interior habían echo eclosión. Fay se paralizó en su sitio frente al gesto, no consiguiendo reaccionar incluso después de que Miyu se apartó de su hocico con las orejas abajo, las mejillas sonrojadas y la mirada desviada, rehuyendo de las atentas pupilas de Fay. —Me preocupaste.

Miyu se alejó con claras intenciones de bajar las escaleras circulares directo hacia el departamento que compartían mientras la canina se tomaba un momento para procesar lo sucedido, impulsándose en alcanzar a la joven lince para frenarla de su trayectoria con un fuerte abrazo exclamando su nombre una vez más. Ambas hembras se besaron y acariciaron con las luces neón de los letreros al fondo como testigos de esta nueva etapa en su relación. Si, Fay lo había esperado durante mucho tiempo y no pensaba desperdiciar la oportunidad de aclarar con acciones cuánto amaba a esa temeraria lince de aspecto desafiante. ¿Quién podía juzgar lo que sentían por la otra? El clan de donde ambas provenían no determinaban la pasión y preferencias a las cuales se retiraban, por eso, tampoco sobre una cama Fay se arrepentiría de elegir a esa hembra como su pareja de vida ya que era entre besos húmedos y movimientos de apareamiento que le sabía a gloria el deseo de amar. Las garras de Miyu se entierran entre su albino pelaje alcanzando los puntos clave que estremecían su carne, Fay se remueve en placer y muerde el cuello de la lince sobre su ansioso cuerpo, estableciendo pertenencia mientras el calor enciende su propia lujuria, deteriorando su compostura.

—Miyu... — gime con escaso aliento, entorpecida por las sensaciones que la habían entregado las caricias iniciales y que todavía habitaban su cuerpo.

—¿Si?

—Es tarde para decirlo ahora pero...

—¿Qué ocurre?— se intrigó Miyu dedicando lamidas juguetonas en el pecho de la canina sin llegar a tocar los erectos pezones.

—... Olvidé comprar condones femeninos.

La lince y la canina se miraron a los ojos en completo silencio, decidiendo de qué manera reaccionar a esta destructora confesión hasta que no contuvieron por más tiempo una limpia carcajada con la cual acompañaron su cómoda intimidad. Lo cierto era que estaban juntas y nada destruiría esta hermética lealtad que tomaba forma y crecía con la hermosura del halo lunar.

Notas finales:

Espero te haya gustado si llegaste hasta aquí, vendrán más ship's a la base ya que pretendo revivir un poco el fandom hispano.

Mis headcanons estarán presentes en todo momento, por lo tanto no todo lo escrito es estrictamente oficial.

Gracias por leer. Hasta la próxima.


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