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Instinto Animal -Warp Side- por Xora

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Notas del capitulo:

Resumen: 

"¡Hey! ¿Qué crees que haces?" Aquel grito vibró en sus oídos, sacandolo abruptamente de su hipnotico estupor. Fox no se había percatado en qué momento sus colmillos se habían enterrado en la herida sangrante de Falco.
 

Instinto Natural.

Un combate de entrenamiento regularmente estaba igualado, especialmente si eran líder y ace pilot quienes se enfrentaban. Aún si una fracción de ventaja la poseía Fox sobre tierra firme, Falco jamas retrocedía cuando de vencerle se trataba a pesar de que era en el aire donde podría alardear de que Fox no era rival para él. Slippy se había visto forzado abandonar una pelea por puntaje entre los obstáculos preparados por Peppy sobre la espaciosa superficie de la galaxia desde el momento que una falla técnica en su Arwing advirtió evidente falta de mantenimiento, por ello es que incluso el resto del equipo se abstuvo de siquiera mover sus vehículos aéreos.

Y mientras Slippy trabajaba en optimizar cada uno de los Arwings, Fox y compañía decidían llevar a cabo un enfrentamiento físico en la zona destinada a ello dentro del Great Fox. Iniciando por el debido calentamiento y realizando alguna que otra actividad de resistencia, finalmente Fox y Falco estaban listos para luchar. Peppy se encargó de establecer las reglas con la intención de evitar un conflicto más serio entre los dos, entonces se retiró a un lugar seguro para vigilar el comportamiento de ambos durante todo el encuentro, dando por su propia mano la señal que Fox y Falco habían estado esperando ansiosamente. Ambos se impulsaron a gran velocidad sobre su adversario impactando los primeros golpes de forma equivalente, brazo contra brazo y pierna contra pierna, hasta que una distracción de Fox lo convirtió en receptor del primer golpe sobre su guardia baja que esta vez dio lugar en su estomago. Pero esto no lo desestabilizó para devolver el ataque sobre la mejilla de Falco quien retrocedió de forma inconsciente antes de recomponerse y contrarrestar un segundo golpe dirigido a su costado. Fox se sorprendió con este nivel de reacción por parte de Falco ya que usualmente nadie desviaba dos puñetazos consecutivos sin la debida preparación, mucho menos con su velocidad. Decidido en romper la defensa del faisán dio un giro completo sobre las puntas de sus pies para dar una fuerte patada contra el hombro contrario, encontrándose con una desviación y un ataque rápido que al mismo ritmo desvió antes de que los dos se separasen a una distancia conveniente para descansar y encontrar dentro de su cabeza los movimientos adecuados que ejecutar en su oponente.

Falco dibujó una sonrisa altiva en la comisura de su pico y este gesto el joven zorro lo acompañó, divirtiéndose con el reto que representaba luchar de esta manera contra su compañero de equipo. Sin perder más tiempo volvió a correr al encuentro del faisán quien le recibió con otra serie de maniobras defensivas que Fox no tardó en halagar mentalmente pues estaban tan igualados que casi parecía mentira que ambos hubiesen sido entrenados de distintas maneras ya que, mientras Fox recibió entrenamiento militar en manos de instructores capacitados durante su época en la Academia de pilotos de Corneria, Falco había aprendido artes marciales de forma clandestina sin un orden especifico en las calles de Zoness. Los golpes y patadas iban de aquí y allá tratando de reclamar supremacía. Sin embargo, el flujo se quebró cuando Falco intentó tomar a Fox de los hombros, brindándole la oportunidad que el líder de Star Fox necesitaba para derribarlo con un fuerte puñetazo en su pecho. El faisán cayó de espaldas pero antes de que Fox pudiera interceptarlo en el suelo, Falco realizó un levantamiento de resorte invertido para volver a quedar de pie y retornar al combate con una patada aérea del cual el zorro apenas fue capaz de librarse inclinándose hacia su izquierda. Esto no detuvo al faisán así que ejecutó una nueva serie de patadas que Fox defendió sin dejarse intimidar por la fuerza que el otro implantaba. Entonces volvieron a encontrar sus puños contra sus palmas, para sostener sus miradas en las pupilas contrarias.

Volvieron a separarse. Fue en ese momento que Falco saltó sobre Fox con claras intenciones de terminarlo todo en el aire y este se impulsó a menor altura aceptando el desafío. Varios golpes hirieron al zorro pero Falco no salió ileso de otras lesiones de primer grado por todo su cuerpo, mas fue el último ataque lo que les envió a ambos de vuelta al suelo, impactando de manera dolorosa contra la superficie firme. Peppy estaba impresionado de que ellos hubiesen avanzado tanto en un combate cuerpo a cuerpo pues llegó a pensar que habían permitido al sedentarismo hacer de sus reflejos un desastre y le complacía saber que se equivocó todo este tiempo pero no esperaba que Fox y Falco se levantaran después de estas últimas maniobras ofensivas, aunque estaban visiblemente agotados.

—No lo haces nada mal para ser un mamífero— se mofó Falco limpiándose con el dorso de sus alas el hilo de sangre que había escapado de las comisuras de su pico.

—Tú pareces una criatura terrestre más que un ave, Falco— elogió el zorro secudiendose las mangas de su traje, comprobando que el faisán había conseguido rasgarlas con su ataques.

—Eso no me halaga para nada— dijo antes de impulsarse de nuevo contra su líder.

Esto dejó una importante impresión en Fox pero no lo tomó desprevenido así que desvió el puñetazo de Falco arremetiendo en su lugar un codazo sobre la cabeza del faisán quien con dificultad logró esquivarlo y sostenerse antes de caer sobre el suelo una vez más, recuperándose con una patada baja que consiguió hacer al zorro caer de rodillas. En ese punto, Falco planeó tomar el control de la pelea pero cuando volvió acercarse, Fox se levantó golpeando debajo de su pico. Entonces tuvo tiempo para sujetar al faisán del brazo para impedirle moverse pero Falco fue capaz de levantarlo y tirarlo de nuevo. Fox se sintió aturdido un segundo con la caída pero logró ver el puño de Falco antes de que golpeara su rostro, cuando lo esquivó el faisán no pudo detenerse a tiempo ni moderar su fuerza así que el golpe que pensó impactar contra la nariz del zorro hizo colisión con el suelo haciéndole sangrar. Falco se quejó en un tono tan bajo que Fox no se percató de este hecho hasta que se puso a salvo y se giró sobre sus talones con el objetivo de continuar el enfrentamiento, un instante barajó la posibilidad de parar la pelea pero se dio cuenta que Falco detestaría perder por una muestra de compasión así que volvió a levantarse en guardia para posteriormente impulsarse sobre su adversario ahora que estaba distraído.

—¡Espera, Fox!— exclamó Peppy echando a correr, preocupado porque Fox no se hubiera percatado de la lesión que obligaba a Falco permanecer postrado en el mismo lugar.

Fox continuaba acercándose hasta la posición del faisán, dispuesto a vencerlo incluso si estaba herido pero a mitad de la trayectoria bajó la velocidad comenzando a dudar. Sin embargo, Falco se levantó súbitamente y lanzó la sangre escurriéndose por las plumas de sus dedos sobre el rostro de Fox, tomando como ventaja su falta de visión temporal para sujetarlo del brazo, tumbarlo en el suelo y subirse encima de él reteniendo sus peligrosos brazos sobre la espalda, dejándolo completamente inmóvil; derrotado.

—¡Falco... ! Maldito, ¡eso fue sucio!

—En una verdadera pelea ni siquiera importa si un movimiento es limpio o no, lo que realmente importa es sobrevivir. Matar o dejar que te maten— declaró con soberbia.

—¿Lo aprendiste en Zoness?

—Adivínalo.

Fox bufó casi con gracia, sin preocuparse porque su aliento golpeara el suelo devolviendole una estela de calor, pues luego de esta demostración se daba cuenta que había sido un grave error preocuparse por ese presumido; tal vez si hubiese estado más enfocado en vencerlo no habría terminado así. Peppy finalmente había terminado por romper la distancia entre él y sus jóvenes compañeros, deteniéndose con una expresión facial de sorpresa absoluta y con la respiración agitada.

—Ustedes si que son imprudentes— comenzó a regañar.—Les indiqué que entrenarían con un combate cuerpo a cuerpo, nunca autoricé una batalla a muerte.

—Lo siento, Peppy. Temo que nos emocionamos— dijo Fox como disculpa mientras se levantaba del suelo y sacudía la ropa, Falco simplemente chasqueó la lengua con molestia.

—Hay que tratar la herida de Falco, no podemos confiarnos y dejar que nuestro ace pilot esté lesionado para nuestro próximo trabajo.

—Estoy bien, anciano— replicó Falco con terquedad. —Esta herida no es nada, sanará dentro de muy poco tiempo por sí sola.

—Pero si durante ese tiempo no logra sanar y termina por ser inútil. ¿Qué piensas hacer, eh? Como miembro de este equipo debes comprender que un elemento que no aporta nada es prácticamente un estorbo. Andross y su ejercito no son simples monos con juguetes de asalto— dijo el conejo tratando de hacer entrar en razón al obstinado faisán, y este volvió a chasquear la lengua como única respuesta.

—Descuida, yo me encargaré de que tome los debidos tratamientos— señaló Fox, sorprendiendo al ave con sus palabras. —Debo hacerlo ya que, de alguna forma, es mi responsabilidad que terminara lastimándose a tal magnitud.

—No necesito de tus cuidados, McCloud— declaró el faisán permitiendo que su semblante adquiriera un aura oscura de absoluta amenaza. —Puedo tratar solo mis heridas.

—Si, estoy convencido de ello— afirmó Fox encarando al malhumorado faisán que ahora veía al líder del equipo como un obstáculo en medio del camino. —Pero es mi deber vigilar la salud de cada uno y asegurarme que no les hace falta algo. No pienso intervenir en tu manera de llevar a cabo tus actividades, simplemente quiero ser un apoyo cuando no encuentres los métodos necesarios para curarte.

—Con que "tu deber"...— parafraseó Falco irritado. —¿Existe una situación donde no utilices esa excusa?—. La interrogante tomó a Fox por sorpresa así que fue incapaz de contestar a esta al momento, quedándose mudo. Sin embargo, Falco tampoco esperó por una respuesta. —Si cada uno de tus movimientos son ejecutados con ese vago objetivo entonces no eres tan sorprendente como pensé que eras. En realidad, parece como si intentaras redimir un hecho pasado con estos absurdos juegos de líder y esconderte como un zorro asustado en las sombras. ¿Por qué es tan importante el deber cuando puedes simplemente tomar todo lo que quieres? Con tu título, y tu desempeño como piloto, podrías ser más que el líder de un grupo mediocre como este. En verdad, es patético de tu parte, McCloud. Apuesto a que tu difunto padre debe estarse retorciendo en la nada, y lamentando haber tenido un hijo tan incompetente.

Fox siguió sin responder o siquiera reaccionar al ataque moral del cual estaba siendo receptor, anonadado, confundido por el único -y a la vez diversos- significado que las palabras de Falco arrastraban consigo, haciéndole sentirse atemorizado, apresado por la oscuridad que no sabía había estado conservando; oculta en lo más profundo de su ser.

—¡Oye!— Peppy se interpuso entre el faisán y el zorro, enfrentándose sin temor alguno a los metros de más que el ave de azulado plumaje poseía. —Ten más respeto por tu líder. Te quede claro que, de no ser por Fox, todavía estarías vagando en los suburbios de Zoness igual a un animal salvaje.— Falco afiló la mirada ante aquel connotativo hacia sí mismo, haciéndole deformar la seriedad de su rostro por una expresión que emergía la más pura e intensa sed de sangre pero Peppy no retrocedió aún así. —Fox vio tus habilidades y el talento innato que te cubre, por eso decidió acogerte, para que ese don no fuera desperdiciado, pero no creas que eso alcanza para humillar a quien se te pone enfrente, mucho menos a Fox; tu benefactor. Te advierto que si vuelves a hablarle de esa manera, yo personalmente te tiraré a la galaxia sin Arwing.

—Peppy...— Fox pronunció el nombre de su mentor, impresionado, no esperaba que lo defendiera de esa manera y lo cierto era que no sabía cómo reaccionar.

—Que estupidez.

Falco le dio la espalda a ambos, metiendo sus manos dentro de los bolsillos para después retirarse con pasos desganados hacia la salida. Peppy y Fox lo observaron alejarse hasta que finalmente cruzó las compuertas y estas se cerraron detrás suyo, entonces Fox se tomó la libertad de suspirar con hastío antes de sobarse la nuca con una de sus manos, inseguro de cómo manejar el temperamento del joven faisán. Empezó a pensar que había sido mala idea invitarle a ser miembro de Star Fox pero enseguida se convenció que en realidad no era un mal sujeto, después de todo se había abstenido de golpear a Peppy a pesar de haber sido llamado "animal salvaje" y ser denigrado por su estadía en su planeta natal. Sus palabras sin duda le habían conmocionado pero se daba cuenta que no fueron escogidas al azar por el faisán, de lo contrario, simplemente habría utilizado frases hirientes sin objetivo y más bien parecía intentar hacerle entender algo a través de la dureza en sus palabras. Pero su reflexión interna fue abruptamente interrumpida por la sensación viscosa de la sangre que Falco había usado para bloquear su sentido visual, obligandole a frotar el dorso de su mano contra esta molestia que ocupaba el contorno de sus ojos y -cuando lo hizo- observó con cuidado aquel coagulo manchandole. Sin razón aparente se hipnotizó con esta superficial marca oscura entre su pelaje amarillento y que ante sus ojos se secó tan lentamente como si el curso natural del tiempo sufriera un espontaneo colapso. Fox quiso creer que los golpes recibidos habían sido causantes de una ligera aturdición que le hacía imaginar cosas, así que decidió estaría en perfectas condiciones después de que descansara un momento.

.

Peppy y Fox habían tenido mucho que organizar antes de que finalmente se retirase cada quien a su respectiva habitación. Juntos se acercaron a su compañero Slippy quien todavía trabajaba en los motores de los Arwing en compañía de su confiable caja de herramientas y se dedicaron brindarle la mayor ayuda posible para que terminase a la hora optima para que nadie interrumpiera el sueño de sus compañeros, a sugerencia del viejo conejo. Luego de algunos ajustes más al sistema difusor, Slippy les aseguró que pronto sus naves estarían en condiciones para despegar de vuelta al espacio así que todos se retiraron del área destinada al taller y caminaron por los largos pasillos rumbo al comedor para la cena. La conversación durante su andar giró entorno a las aplicaciones de los Arwing hasta que Peppy no soportó guardarse más tiempo cierta inquietud que había surgido en él desde el momento que Fox había aparecido en el hangar tras una misión menor sobre haber conocido al último integrante que hacía falta al recién reconstruído equipo que había creado James McCloud.

—Fox... —; y ante el exclusivo nombramiento, el joven zorro se giró hacia Peppy a quien no le importó que Slippy estuviera escuchando también. —Sé que fue tu decisión incluir a Falco en el grupo pero, ¿estás seguro que es lo mejor para Star Fox?

Fox guardó silencio un momento frente a la mirada inquisidora de su mentor. No le sorprendía una pregunta así proviniendo de él, de echo había estado esperando por esta en algún momento pero no respondió enseguida, otorgándole el beneficio de la duda.

—¿Eh? ¿Ha ocurrido algo con Falco?— quiso saber Slippy inspirando una sonrisa condescendiente en Fox hacia la ignorancia inocente del joven anfibio. Aunque nunca lo sabría, Fox se reconocía aliviado con la facilidad con la cual Slippy ofrecía absoluta confianza a los extraños, después de todo jamás se había intimidado por la presencia de Falco a diferencia de Peppy quien, siquiera enterarse de dónde provenía, no pareció muy complacido con su presencia a bordo del Great Fox.

—No ha sido nada grave— aseguró Fox a su amigo. —Durante un combate de entrenamiento se lastimó y usó la sangre de su herida para dejarme ciego un segundo.

—¿¡Ehhh~ !? ¿¡Se atrevió hacer eso!?—. Slippy se mostró alterado con la información recibida, causándole a Fox gracia debido a lo exagerado de su reacción. —Que mal gusto...— desaprobó Slippy agitando la cabeza de forma negativa. —Jamas imaginé que él fuera esa clase de luchadores, me hace dudar de su honor.

—Y después de eso dijo ciertas cosas sobre mi... y mi padre...

Esta vez Slippy no sólo se sintió confundido sino que también no supo de qué manera comportarse ya que la simple referencia a James McCloud sugería suficiente cuidado pues aquello era terreno delicado que nadie cercano a Fox se atrevería a tocar, por eso no tardó en comprender y simpatizar un poco con el rechazo de Peppy hacia el faisán.

—No sólo atacó a Fox moralmente, sino que denigró su trabajo como líder de Star Fox— espetó Peppy terminante. —Y, de acuerdo a mi experiencia, un piloto que no respeta rangos o a sus compatriotas no merece pertenecer a una asociación por muy trivial que esta sea.

—No digo que no esté de acuerdo contigo sobre eso, Peppy. Pero...

—Falco no ha hecho nada malo— decretó Fox con una sonrisa, completando el argumento que Slippy había pensado decir para defender la estancia del faisán en el grupo. Y sus palabras consiguieron tensar un poco al acérrimo conejo. —Entiendo que no es un piloto legitimo y titulado por las masas como todos nosotros, y que tal vez tenga dificultades para adaptarse, pero confío en que nos será de gran utilidad allá afuera. Tú mismo lo haz visto maniobrar el Arwing, Peppy, todos lo hemos visto. No me puedes negar que es alguien sorprendente. Además estaba irritable por la herida que se hizo, yo también suelo ponerme de mal humor cuando siento mucho dolor. Sólo hay que darle tiempo.

Peppy se quedó callado sin encontrar palabras con las cuales rebatir la exposición de Fox, todavía inconvencido con la posibilidad de que el talentoso piloto recogido de un planeta en decadencia fuera a convertirse en un mercenario responsable o heroico.

—Falco tiene un muy complicado temperamento— agregó Slippy más relajado con la charla. —Lo hubieras visto cuando le dije que sólo había semillas de girasol, jehe. Tomó la bolsa y la tiró al piso gritándome que no estábamos en la cárcel para comer esas porquerías.

—¿En serio?—. Esta vez Fox se intrigó. —Pensé que a las aves les gustaba el pan y las semillas, fue por eso que compré ese producto en el mercado.

—Supongo que es un estereotipo social para ellos. Es el primer ave que conozco, en Aquas no solemos ver a muchos como Falco*— dijo Slippy alzándose de hombros.

—Ahora que lo dices, es verdad.— Fox se tomó la barbilla, pensativo. —Me pregunto si las especies como Falco son nómadas o pertenecen a otro Sistema Solar. Yo tampoco he visto a muchos como él en los planetas que hemos visitado, a pesar de que Corneria es conocido por la diversidad de sus habitantes.

—¿Qué opinas tú, Peppy?— cuestionó la rana al piloto veterano quien simplemente gestó una expresión de obvia incomodidad antes de desviar la mirada hacia un costado.

—No lo sé.

—¿Seguro? Creí que con tus años como piloto ya te habías topado con al menos un par de aves, después de todo no lucías asombrado cuando vimos a Falco por primera vez.

Fox asintió con la cabeza, aprobando el comentario de Slippy -el anfibio tenía un punto- pues él también se había dado cuenta de este detalle en la primera impresión de su mentor sobre el faisán ya que él mismo se pasmó un instante cuando vio a Falco peleando en medio de la calle con una pandilla entera, maravillado con sus descomunales rasgos.

—Bien— Peppy se rindió; —... sólo puedo decirles esto: las aves son una especie muy exótica e insólita. Hay cosas sobre ellas que es mejor no saberlas.

—¿A qué refieres?— Slippy deshizo su porte relajado al escuchar esta declaración, intrigandolos a ambos más, contrario a lo que Peppy había planeado. —Suena muy grave, ¿deberíamos tomarlo como referencia y preocuparnos por la forma como tratamos a Falco? Falco es un ave— evidenció comenzando a rozar el pánico en su acento. —Si no conocemos algunos conceptos sobre su especie podríamos cometer un error irreparable.

—No estoy diciendo que es algo por lo que debamos tener sumo cuidado, simplemente estoy afirmando un hecho adquirido por mi experiencia. En realidad dudo mucho que esto vaya tener algún efecto entre nosotros y Falco.

—¡Debiste empezar ahí!— reclamó Slippy desconcertado antes de relajar los brazos y flexionar un poco sus cortas piernas con cansancio. —Ya me estaba preocupando.

—Como he dicho, no hay forma de que la presencia de Falco nos afecte o perjudique de alguna manera a Slippy o a mi pero es diferente contigo, Fox.

—¿Yo?—. El joven zorro se sobresaltó un poco frente al nuevo contraste de la conversación.

—Así es, tu sangre noble es de origen carnívora y, según tus ancestros, perteneces a una familia de depredadores, lo cual quiere decir que tu modo de alimentación influye a tu cerebro en mínimas porciones. Tus instintos naturales son diferentes a los míos o a los de Slippy, por ello es que la presencia de Falco, quien es una especie nueva para ti, puede resultar un poco pesada al principio. Incluso si aún no te has dado cuenta de los estragos que causa pero lo notarás con pequeñas señales.

—No entiendo...— admitió Fox, confundido.

—Peppy a veces dice cosas muy extrañas, ¿no crees, Fox?— intervino el joven rana en busca de aligerar el ambiente tenso que se había formado entorno a maestro y alumno. —Anda, Peppy, cuéntanos de dónde has sacado ese mito fomentado por la histeria antigua.

—No es así, Slippy— dijo el viejo conejo cruzándose de brazos, un tanto irritado con la incredulidad de su joven compañero de equipo. —Sé muy bien de lo que estoy hablando. Yo lo experimenté con el padre de Fox mientras estudiábamos juntos en la Academia de pilotos

—A mi me parece que intentas asustarnos para que nos vayamos de una vez a dormir— se mofó Slippy colocando los brazos tras su nuca sin borrar su sonrisa, expresión a la que Peppy respondió con el ceño fruncido, irradiador de su disgusto.

Distraídos con la nueva y espontanea conversación que consistía en comentarios divertidos de Slippy y replicas disconformes de Peppy, ninguno se percató del ensimismamiento al cual Fox se retiró para meditar cuidadosamente el testimonio que le había ofrecido su mentor y todos los posibles escenarios que podrían dar lugar de ser ciertas tales palabras. Si, desde que había visto a Falco no pudo evitar sentirse atraído por él, no de manera morbosa sino con una inexplicable admiración hacia él -y sólo él- en general. Hacia sus plumas, su pico y su acentuado estilo para simplemente desplazarse por las distintas áreas del espacio-tiempo. Aceptaba que este excesivo cuidado que enfocó sólo en su modo de hablar -que aunque común y vulgar, hipnotizante- desde el inicio le pareció algo raro, y esto lo llevó a cuestionarse lo que realmente buscaba de tener a ese faisán en su equipo pero enseguida concluyó que estaba fascinado por la habilidad que le había demostrado piloteando un par de vehículos voladores, adjunto al hecho de que pensaba bastante rápido dentro de situaciones de alta tensión; Falco sabía manejar situaciones peligrosas. Sin embargo, después de lo que Peppy le expuso, se dio cuenta que en más de una ocasión se había quedado pasmado devorando el cuello emplumado de Falco cuando las solapas abiertas de la chaqueta no alcanzaban para cubrir su intenso color azul o esta última, cuando perdió la mirada en la sangre seca de Falco sobre el dorso de su mano. Todavía intentaba convencerse de que aquella reacción fue un reflejo de su cuerpo para soportar el dolor pero, después de analizarlo con mayor lentitud, ya no estaba tan seguro.

 

Cuando finalmente Fox y compañía separaron sus caminos, el llamado de la naturaleza obligó al joven zorro levantarse de su cama para salir de su habitación con rumbo al cuarto de baño. Bostezando perezosamente al andar no tardó en visualizar una luz a mitad del pasillo en su retorno a la recamara, reconociendo aquella sala como el comedor del Great Fox así que se dirigió hasta la entrada para encontrarse con la figura de Falco sentado ante la sencilla mesa de madera con un montón de vendas arrugadas y diversos artículos de primeros auxilios regados por la sucia superficie. Conteniendo las ansias de reír, Fox se acercó a su compañero de equipo enterándose enseguida que este intentaba vendarse el extremo de sus alas que hacían de dos grandes manos, fracasando en el proceso.

—¿Necesitas ayuda con eso?— cuestionó manteniendo la sonrisa sobre su rostro mientras Falco se giraba para reconocer al intromisor aunque no hiciera falta verlo para saber por su voz de quien se trataba su inoportuno acompañante.

—Largo de aquí, McCloud— dijo sin retener un marcado acento de exasperación. —Es tu culpa que mis falanges terminaran así, para empezar.

—Tal vez si no hubieses intentado romperme la nariz no tendrías los dedos rotos.

Tal comentario consiguió arrancar de las comisuras de su pico una sonrisa burlona, brindando aceptación por el argumento del zorro, y buscando la manera de revertir el daño verbal que pretendía señalarlo como el presunto culpable de su lesión.

—¿Qué crees? Estábamos en medio de un combate.

—Combate, tú lo haz dicho. No se trataba de una pelea a muerte, Peppy lo mencionó también. No estabas obligado a usar toda tu fuerza durante nuestra lucha, se supone que solamente le daríamos un uso temporal a nuestro cuerpo con el objetivo de no oxidarnos.

—¿Qué quieres, McCloud?— cuestionó, esta vez mostrándose defensivo.

—Vine a comprobar quién estaba despierto y sugerir que se fuera a dormir, no quisiera que Peppy se diera cuenta y debas recibir una nueva reprimenda, él es muy quisquilloso con los horarios después de todo.

—Pues no pienso irme de aquí hasta que tenga este brazo preparado— declaró, realizando una nueva serie de movimientos con la venda alrededor de sus plumas, volviendo a fallar con la forma adecuada para mantener los huesos rectos y firmes, envolviendo erróneamente, y esto Fox lo notó.

—Lo estás haciendo mal.

—No me digas— exclamó Falco con la lengua envenenada de sarcasmo. —Sucede que no estoy acostumbrado a vendarme por mi mismo, ¿entiendes?

—No... no quería incomodarte.

—Pues, felicidades, lo conseguiste.

Fox expulsó un suspiro resignado ante las visibles evasivas del faisán, no es como si hubiese esperado algo de cooperación o equidad pero tampoco había querido ser receptor de tal nivel de rechazo hacia su sincero interés por la forma como un compañero trataba curarse. Se dio la vuelta tomando la decisión de no darse por vencido, entonces retornó del alacena con un botiquín de primeros auxilios antes empacado para depositarlo cuidadosamente en la mesa junto a todos los botes plásticos que al parecer eran pertenencia del faisán quien al instante se opuso a la atención medica cuando Fox estiró una mano hacia su dirección.

—No seas testarudo y déjame ayudarte— reprendió ante el gesto del faisán. —Así podré irme a dormir sin pendiente y tú evitarás ser regañado otra vez sobre la importancia de seguir un horario en un navío espacial. Sé que no te importa pero el oído de Peppy es demasiado sensible mientras duerme.

—¿Te crees que me rebajaré a ser atendido por un pésimo piloto como tú?

—No soy tan malo, y lo sabes— objetó Fox, contrarrestando su propio enojo con un gesto de amabilidad. —Además, tuviste la oportunidad de elegir aceptar mi propuesta de unirte u olvidar haberme visto en esas calles— enfatizó, derrumbando sin darse cuenta las barreras que Falco había levantado alrededor suyo y que le hacía comportarse obstinado. —Estás aquí por una razón y yo no pretendo hacerte cambiar de opinión ahora que estás a bordo del Great Fox... lo cierto es que estoy feliz de que aceptaras pertenecer al equipo.

Falco bajó el brazo que en un principio mantuvo lejos de Fox por protección, relajando su cuerpo entero hasta volverse dócil, entonces tendió su brazo al zorro quien con una mirada de extrañeza observó la expresión de molestia de Falco, antes de comprender que esta era una clara muestra de confianza. Y no la desperdiciaría.

—Está bien, comenzaré por comprobar el daño en los huesos— informó tomando el ala azul y extendiendo sus falanges para retirar las vendas mal puestas.

—Sólo date prisa, ¿si?— acotó el faisán controlando su tono de voz.

Fox palpó en medio de las largas plumas azules confirmando sus sospechas sobre la posición de los huesos, dejando ligeras caricias que causaron en Falco una extraña sensación durante la labor. El joven zorro dejó a su atención consumirse en su reciente actividad sin distraerse un minuto lejos de las expresiones corpóreas de aquella extremidad, dándose cuenta que en verdad era fascinante pues a pesar de ser un brazo como los de cualquier especie en el Sistema Lylat no dejaba de poseer cierta desemejanza a los brazos de Slippy o los suyos propios. Estas manos eran elegantes de alguna manera, simples pero con una caracterización única además de las plumas y el tamaño. No logró evitar el impulso de acercarse más y más para verlo de cerca mientras continuaba palpando su contorno, verificar cada una de sus dudas al respecto que iban anidándose en su mente. Falco miraba hacia otra dirección, incomodo con la situación; nunca había dejado a nadie curarlo más allá de su mejor amiga Katt, por lo que este nuevo suceso era inesperado incluso para él. Sin embargo, no pudo sumergirse en sus recuerdos pues un dolor punzante lo obligó girarse bruscamente en dirección a Fox para reclamarle lo que fuera causó ese dolor en su organismo. No creyó posible que la imagen ante sus ojos estuviera ocurriendo realmente pues el simple contacto de aquellos filosos dientes habían abierto una nueva herida a su mano lesionada y, anonadado, no sintió a su voz emerger fuera de su garganta al instante pese a que la visión de Fox mordiendo su mano logró alterar su sistema emocional.

—Oye...— dijo en un intento por deshacer el nudo dentro de su garganta seca, la sangre de su mano brotando a medida que el dolor iba en aumento. —¡Hey! ¿¡Qué crees que haces!?

Aquel grito vibró en sus oídos, haciendo que sus orejas temblaran con alerta, sacándolo abruptamente de su hipnótico estupor, el cual había llevado a su consciencia a un abismo sin pies ni cabeza lejos de la realidad. Fox no se había percatado en qué momento sus colmillos se habían enterrado en la herida sangrante de Falco. Sus pupilas cegadas por un deseo sin nombre habían vuelto a la normalidad cuando se percató de lo que sucedía y rápidamente abrió la mandíbula para alejarse del sabor metálico de la sangre rozando como una caricia seductora su lengua. Tratando de disimular se giró para tomar un bote de alcohol y un trozo de algodón del botiquín para posteriormente volver a curar las zonas donde quedaría la marca de sus acciones, acompañándolo por el vendado de manera correcta y precisa mientras Falco callaba, confundido, enmudecido por el tratamiento que recibía ahora. Luego, cuando todo había quedado listo, Fox soltó el brazo de Falco como si este le quemara y el faisán observó la cobertura de tela en su mano con curiosidad. Ninguno de los dos podría describir lo que cada uno estaba sintiendo con la mente en blanco.

—... Ya está— mencionó Fox de paso, inquieto por irse.

—Eres muy bueno para estas cosas— dijo Falco por reflejo, intentando mantenerse impasible; —... jamas lo pude haber imaginado.

—Si...— Fox dejó emerger una risa nerviosa, tan breve que no alcanzó para cubrir la manera brusca en que se puso de pie, dispuesto a marcharse antes de que terminara enloqueciendo en esa zona que de pronto le parecía excesivamente pequeña. —Oye, será mejor que vayas a dormir... es tarde y mañana volaremos nuestras Arwings. O tal vez no, el itinerario de Peppy es impredecible. No importa. Nos vemos.

El joven zorro se encaminó a la entrada casi huyendo, sin molestarse en recoger el desorden que había quedado en la mesa, desesperado y sin mirar atrás. Falco, por su parte, acertó tan sólo a tomarse el ala vendada. Pensativo recordó la expresión de hambre que Fox había fijado en su rostro al morderlo y un escalofrío descendió por su espalda, estremeciéndolo. Nadie le había hecho esta clase de daño psicológico con anterioridad, nadie se había atrevido. Aunque toda su vida había estado rodeado de especies consideradas depredadores por sus raíces ancestrales, esta experiencia era nueva y le aterró. Ni siquiera estaba seguro de lo que había ocurrido en realidad y la razón por la que Fox lo había mordido sería un misterio sin resolver con las décadas ya que había visto el mismo miedo que él sintió reflejado en el rostro de Fox instantes después de volver a la consciencia.

 

La oscuridad se cernió sobre el cuerpo de Fox cuando entró en su habitación y cerró la puerta tras su espalda, recargándose en esta con repentina debilidad. Su pesada respiración se volvía cada vez más visible, más intensa, al punto en que por instantes se quedaba sin aliento y una extraña sensación en su bajo vientre le agitaba. Buscó luchar contra estas sensaciones abordando su cuerpo pero se dio cuenta que sería inútil por mucho que se negara aceptar que el sabor de la sangre todavía en sus papilas gustativas provocaban esta incontenible excitación en él. Y sólo pensar que sus colmillos habían probado la carne de Falco despertaba todos sus sentidos para mezclarse con el calor que brotaba de su anatomía. Recordando las palabras de Peppy intentó darle un sentido lógico a aquello que vivía, resignándose a la negación. No, esto no era hambre, al menos no una alimenticia pues no podía creer completamente que el dilema de presas y depredadores fuera posible en el Sistema Lylat. Jamas había escuchado de especies interplanetarias que devorasen a otras como meras bestias salvajes aún en medio de la guerra, ni siquiera habiéndose encontrado por primera vez en el campo de batalla. Esta hambre que resecaba su garganta era involuntaria, forzada a formarse en su interior cual practica de hipnosis. Esto no era su culpa y debía estar relacionado con esas cosas que no deben saberse de las aves que Peppy había señalado respecto a la especie de Falco. Fox no se podía creer que existiese otra explicación a la necesidad que lo estaba arrinconando a la autocomplacencia.

Todavía luchando contra sus instintos, el joven zorro se dejó caer sobre el colchón de su cama, recio a verse dominado por su propio cuerpo. Se removió sobre la superficie acolchonada y se acomodó de nuevo buscando ignorar el hormigueo en su entrepierna, resistiendo el dolor que picoteaba sus nervios como una descarga eléctrica; picotear como hacía Falco cuando algo servido a la mesa no le agradaba. Fox alcanzó su limite de resistencia demasiado pronto, no logró oponerse más y descargó toda su dignidad y apetitos sobre la erección que se apresuraba a la culminación con un par de caricias. Entre sus pensamientos, el tacto de las manos de Falco yacía presente, el calor que sintió asociarse al suyo penetrando en sus fantasías. No quería imaginar nada relacionado a él pero pareciera que su cerebro no obedeciera su consciente, encontrando a su mente cazando imágenes contaminadas por impurezas. Y la lujuria eclosionaba con el ritmo de sus movimientos, sintiéndose cada vez más necesitado y frenético.

—Falco...— musitó con un gruñido, aunque no quería pronunciar su nombre lo hizo contra su voluntad, indefenso ante la figura del faisán tras una bruma de placer letal subyugando su sano juicio. —Falco...— gimió contra la almohada en un vano intento por acallar la revolución de sentimientos materializándose en sus labios entre jadeos, acrecentando las sensaciones corpóreas. —Lo siento, Falco... no puedo... parar...

Su corazón estalló sin previo aviso, dejandole agotado y sensible a la menor brisa que golpeara contra su cara, su hocico entreabierto recibió el oxigeno perdido mientras sus ojos permanecían cerrados, avergonzados con sus acciones. Con el calor en sus mejillas la demencia de un beso entre las sombras lo sacudió por última vez y sintió, por un momento, que aquello no había sido tan malo después de todo. Estaba sucio de consciencia y se reconocía como un sujeto perverso pero tampoco podía ignorar lo complacido que se sentía al respecto. Tal vez era un defecto insignificante, tal vez esta travesura la olvidaría después de varias noches durmiendo a solas en su recamara pero decidió que realmente no le importaba sentirse de esta manera por alguien de su mismo género. Fox estaba asustado de sus pensamientos, prometiéndose no volver hacerlo nunca más, sin saber que el dilema al cual se entregaba sin luchar era el mismo que atravesaba la cordura de Falco esos instantes.

Notas finales:

Y ahí está al fin la actualización, hehe. Gracias por leer.


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