Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo ningún beneficio económico.
Pareja: Harry/Draco
Clasificación: R
Advertencia: Esta historia es un AU.
Capítulo 5.
Zacharias estaba aún asombrado por todo lo acontecido esa mañana. Era la primera vez que lord Snape le hacía una invitación a cenar. Él no era del tipo que se intimidaba con ese tipo de cosas, pero ciertamente si la cena hubiese sido solo en compañía de su señoría y su pupila, que era una joven muy amable, hubiese estado confiado y tranquilo, pero saber que estaría presente el ahijado de lord Snape le incomodaba un poco. Aquel joven era extremadamente elegante y aunque siempre le había tratado con mucho respeto y amabilidad, no dejaba de intimidarle no con palabras precisamente, pero sí con su porte.
Pero sin duda lo más singular del asunto era que lord Snape deseaba contar con la presencia de Harry, cosa que no entendía porque había quedado de manifiesto que su amigo no fue precisamente cortes al hablar con su señoría, hubo una marcada acritud en sus gestos y palabras. No recordaba haber visto a Harry antes respondiendo a alguien en semejantes términos.
~**~
Draco estaba demasiado impactado por su encuentro con Harry. Jamás en su vida hubiese esperado una sorpresa semejante. Hacía meses que luchaba por apartarlo de su pensamiento, en realidad desde que habían abandonado Netherfield. No había tenido éxito y, para coronar su desgracia se lo encontraba ahí en Lacey Park sin estar preparado para ello. Harry seguía siendo tan atractivo como lo recordaba, con ese aire fresco que le había conocido desde el primer día. Pero ahora además había en la mirada de Harry algo que antes no estuvo ahí, desprecio. Era intolerable que ese joven de rango tan inferior le mirase de ese modo.
El orgullo de Draco se resintió, porque generalmente era admirado por quienes le rodeaban, todo el mundo estaba deseoso de ganarse su aprobación. Sin embargo Harry Potter desde la primera vez desdeñó su consideración. Y esa noche volvería a estar cerca él. La perspectiva le afectaba más de lo que podía admitir.
~**~
Hermione se quedó muy impresionada al saber de la invitación hecha por lord Snape. Su trato con el señor de Lacey Park era de respeto, pero no excesivamente íntimo. El saber que tendría que sentarse en su mesa la ponía algo nerviosa.
-Zach, ¿y estás seguro que estarán presentes su ahijado y su pupila en la cena?
-Sí, su señoría dijo que a la señorita Parkinson no le vendría mal compañía femenina.
-Vaya.
Harry estaba sentado frente a la chica y se mantenía en silencio.
-Les has causado buena impresión a su señoría, Harry -dijo Smith.
-¿Tú crees? Tal vez solo se trate de… curiosidad -respondió el moreno.
-La verdad lord Snape no es la persona más sociable del mundo, tiene un carácter bastante difícil de complacer.
-Y yo no soy del tipo reverente que está dispuesto a complacer siempre, es muy probable que lord Snape sufra una decepción.
Zacharias y Hermione se miraron desconcertados.
Harry estaba tenso, no podía negarlo, pero no se dejaría intimidar por lord Snape. Mucho menos por su ahijado.
~**~
Harry no dio ningún cuidado especial a su aspecto. Su traje era tan modesto como el que vestía esa mañana. Aunque su amigo le sugirió que vistiera lo mejor de su guardarropa para la ocasión, su rebeldía innata no se lo permitió. Al mirarse al espejo pensó «Este soy yo y así tendrá que tolerarme».
~**~
Draco estaba muy silencioso a la espera de que Smith y su esposa se presentaran a las siete en punto. Tenía un nudo en el estómago. Todo el día estuvo en un estado de intranquilidad absoluta, deseando ver a Harry otra vez, pero temiendo ese encuentro al mismo tiempo, porque aquel moreno de ojos esmeraldas le provocaba una debilidad que no podía entender y menos controlar.
Faltando dos minutos para las siete llegó Zacharias dando el brazo a Hermione y con Harry siguiéndoles.
Los saludos fueron corteses, pero sin exageraciones por parte del matrimonio Smith, ni hacia lord Snape ni hacia su ahijado y pupila.
La señorita Parkinson y el señor Malfoy respondieron con corrección.
Cuando fue el turno de Harry de saludar, para la señorita Parkinson tuvo una sonrisa agradable, al señor Malfoy sin embargo, en todo momento evitó mirarlo a los ojos.
Con menos ceremonia de lo que Harry había esperado, lord Snape los invitó a pasar a la mesa. Si bien la actitud del hombre mayor era seria, estaba desprovista de solemnidad, cosa que Harry le asombró mucho.
En la mesa lord Snape ocupó la cabecera como era de esperarse, la señorita Parkinson a su derecha, Draco a la izquierda. Harry fue sentado junto a la joven rubia y Hermione al lado del rubio y frente a Harry, al lado de éste quedó Zacharias.
Fue Pansy la que rompió el silencio y la incomodidad del primer momento dirigiéndose a Hermione.
-Imagino que estará usted feliz con la visita de su amigo, señora Smith -dijo Pansy dándole una breve mirada a Harry.
-Muy feliz señorita Parkinson, aunque mi estadía en Lacey ha sido muy feliz siempre se extraña a los amigos.
-¿Y dejó usted muchos amigos en Hertford, señora Smith? -preguntó la muchacha.
-Tal vez no tantos, pero sí muy apreciados.
-Eso no lo dudo -dijo Pansy -, obviamente el señor Potter es uno de ellos.
-Por supuesto, Harry y Ronald Weasley son mis amigos más queridos -dijo Hermione.
Ante la mención de Ron, Harry no pudo dejar de mirar a Draco. El rubio miró a Hermione cuando le escuchó el nombre de Weasley.
Pansy asintió con una sonrisa y también miró a Draco.
-Creo que me gustaría visitar Hertford alguna vez, he oído tanto hablar de ese lugar que siento gran curiosidad -dijo Pansy.
-Espero que haya oído solo cosas buenas señorita Parkinson -intervino Harry por primera vez.
Draco le dirigió una mirada a la chica.
-Bueno la breve experiencia de mi querido Draco en esa ciudad, me inclina a creer que es un lugar con gente muy interesante.
El rubio miró otra vez a Pansy, pero esta vez de un modo recriminatorio.
Lord Snape decidió intervenir.
-Y dígame señor Potter, ha tenido usted ocasión de conocer los alrededores de Lacey. Hay muchos lugares que vale la pena visitar.
-Aun no señoría, la verdad no he querido perturbar demasiado la vida de mis amigos, ya es suficiente con que me hayan recibido en su casa.
-Por supuesto que yo no deseo que distraiga demasiado a Smith de sus deberes, pero tampoco es necesario que usted se aburra durante su estadía -dijo Lord Snape.
Harry se asombró bastante con esas palabras, pero no fue el único, Draco miró de modo extraño a su padrino.
-Eso sería imposible con las atenciones que me dispensa Hermione.
-Creo que el aburrimiento es una debilidad propia solo de las mentes vulgares -dijo de pronto Draco.
Harry no supo que decir ante ese comentario, no sabía si el rubio pretendía alagarlo o en realidad lo estaba insultando.
-Coincido con Draco -apoyó Pansy.
-¿Usted comparte esa opinión señor Potter? -preguntó lord Snape.
-La verdad es que no podría ser tan categórico al respecto, antes tendría que comprender que es una mente vulgar. Un intelecto poco cultivado, opiniones vulgares o quizá se trate solo de una estrecha forma de mirar la vida -dijo Harry mirando esta vez directamente al rubio.
-Yo diría que todo eso que usted ha mencionado señor Potter -respondió Draco.
-A decir verdad creo que me inclino por la última -dijo Harry -, las dos primeras podrían subsanarse con facilidad. La primera está directamente relacionada con la segunda. Si cultivamos el intelecto, difícilmente podríamos llegar a plantear opiniones vulgares. La tercera me parece más compleja. Pues una persona puede ser cultivada intelectualmente, pero igualmente adolecer de lo necesario para evitar un pensamiento estrecho.
-¿Qué es para usted lo necesario señor Potter?-quiso saber Snape.
-Principalmente generosidad.
-¿Y a qué llamaría usted un pensamiento estrecho? -preguntó Draco.
-Podría darle varios ejemplos señor Malfoy -respondió Harry.
-Creo que con uno me bastaría -dijo el rubio.
-Podría ser… el juzgar a toda una familia por la opinión expresada solo por uno de sus miembros, por ejemplo. Sin detenerse a pensar que rara vez ocurre o quizá nunca, que varias personas compartan idénticas opiniones sobre un mismo asunto.
Por supuesto que Draco comprendió enseguida a qué estaba haciendo alusión Harry. El moreno acababa de insultarlo con asombrosa elegancia y con una discreción tal, que era imposible que los demás que estaban en la mesa lo comprendieran.
-Reconozco que sus ideas son bastante interesantes señor Potter -intervino lord Snape, comprendiendo que las palabras de los dos jóvenes no eran producto de la casualidad -, puedo deducir de sus palabras que usted es una persona con principios firmes y está decidido a defenderlos ante quien sea.
Harry por primera vez sonrió a lord Snape.
El hombre mayor no pudo evitar pensar que ese joven era peligrosamente seductor y ni siquiera tenía conciencia de ello.
-Así es señoría, ante quien sea. Al no poseer fortuna material mi única riqueza son mis principios.
-Más de alguien podría considerar que ese es un pensamiento peligroso señor Potter, especialmente en alguien tan joven como usted-dijo Snape.
-No le comprendo, señoría.
-Podría ser considerado orgulloso en extremo.
-¿Y eso está mal? -preguntó Harry.
-Usted que piensa.
-El orgullo es un derecho adquirido en los privilegiados, pero un defecto de virtud en un pobre.
Snape se quedó silencioso. No recordaba cuando había sido la última vez que alguien se había atrevido a expresar frente a él un pensamiento tan pendenciero. Y otra vez pensó que aquel era un joven muy peligroso. Podía llevar al hombre más sensato a la locura. Se alegró de ser un hombre mayor, porque de tener diez años menos, correría el serio peligro de caer rendido a los pies de Harry Potter.
Harry entendió que había ido demasiado lejos al decir aquello, pero jamás se le ocurriría retractarse.
-En una sociedad como la nuestra señor Potter, donde los serviles y rastreros forman legión, alguien como usted es sin duda una fresca brisa de insolencia -dijo Snape tomando su copa -. Eso merece un brindis.
El joven de ojos esmeraldas se quedó atónito, al igual que los demás.
Pansy sonrió y tomó su copa. Draco miró sorprendido a su padrino.
Hermione y Zacharias, aun incrédulos le imitaron.
-Por el señor Potter -dijo Lord Snape levantando su copa.
-Por el señor Potter -repitieron Draco, Pansy, Zacharias y Hermione.
Harry por primera vez se sintió avergonzado.
~**~
Draco tuvo dificultad para conciliar el sueño. No podía apartar a Harry de su pensamiento. Pero también le causaba intranquilidad la forma de conducirse de su padrino. Severus esa noche actuó de un modo extraño, no encontraba la palabra exacta, complacido… encandilado… seducido por Harry. El estómago del rubio dio un vuelco. No podía ser, no era posible. Severus no podía… era inaceptable… que él se transformara en rival de su propio padrino.
Aquel pensamiento fue una revelación para Draco. Su corazón latió desbocado en el pecho. Estaba celoso. Su pensamiento de meses atrás con respecto a estar enamorado de Harry Potter, no fue una locura pasajera como creyó. Estaba realmente enamorado del moreno. Sí, ya no podía negarlo más. Harry era una fresca brisa que animaba su vida desprovista de emociones verdaderas.
~**~
Zacharias y Hermione estaban asombrados por lo ocurrido durante la cena. Pero decidieron restarle importancia delante de Harry y ni siquiera mencionaron algo al respecto. La siguiente mañana, después de la marcha de Zacharias, un sirviente de la mansión llegó hasta la casa de Hermione, traía una nota de lord Snape, invitándolos a dar un paseo a caballo por la propiedad.
-Vaya Harry, de verás que le has causado buena impresión a lord Snape.
El moreno se encogió de hombros.
-¿Será posible que dentro de poco deba llamarte lord Potter?
Harry se puso colorado.
-No digas locuras Hermione. Es un hombre mayor.
-Sí, pero joven aún y con cierto atractivo además.
Harry no respondió solo se limitó a mover la cabeza con impaciencia. Lord Snape interesado en él, le parecía insólito, descabellado. Él, Harry Potter, pretendido por un lord… padrino de Draco Malfoy. No quería imaginárselo siquiera.
~**~
Harry sabía que sería muy difícil negarse a una invitación de lord Snape y por eso esperaba que esas insinuaciones de su amiga no fuesen nada más que fruto de una imaginación demasiado fértil.
Para incomodidad del joven de ojos esmeraldas, lord Snape no estaba solo. Su ahijado y su pupila estaban con él.
Lord Snape montaba un fino caballo alazán al que llamaba Apolo.
Un caballo negro llamado Bliz, había sido ensillado para Harry. El moreno se quedó impactado al ver la belleza del animal y casi al instante olvidó que no tenía ganas de dar ese paseo. Su debilidad eran los caballos. En Hertford, tenía uno muy bueno, con él había ganado la carrera del condado a fines de otoño.
Para Hermione había preparada una yegua. La señorita Parkinson le aseguró a la joven que aquella era el ejemplar más dócil de toda la cuadra.
Harry a pesar de sí mismo no pudo evitar admirar el porte que tenía Draco Malfoy al cabalgar aquel ejemplar color chocolate que respondía a ese mismo nombre.
El joven moreno ayudó a montar a su amiga y cuando él mismo estuvo sobre su montura iniciaron el recorrido con paso lento.
La marcha fue tranquila y Harry logró dominar a su caballo con bastante destreza, parecía como si el animal supiera que estaba en buenas manos. Cuando el joven de ojos esmeraldas sintió que el animal y él eran uno, disfrutó más del paseo. Pero de vez en cuando le daba una que otra ojeada a Draco Malfoy. Lo notaba distraído, como si su pensamiento estuviese a miles de kilómetros. No parecía estar disfrutando del paseo en absoluto.
~**~
Draco decidió mantenerse a distancia de su padrino, se rezagó a propósito, porque necesitaba observarlo interactuando con Harry. Tenía que descubrir que se ocultaba bajo esa amabilidad. Aunque sabía que sería difícil llegar a una conclusión, pues el hombre de ojos negros no era fácil de leer. Poseía un carácter hermético y rara vez expresaba con claridad su sentir. Se preguntaba qué opinión tendría Harry con respecto a su padrino. Le sería indiferente o con todas esas atenciones que estaba recibiendo comenzaba a sentir agrado por Severus.
De pronto la idea de ver al moreno en brazos de alguien que no fuese él mismo le resultaba intolerable. Harry Potter no podía ser pretendido por otro, no podía enamorarse de otro. Harry tenía que ser suyo y lo sería o dejaba de llamarse Draco Malfoy.
~**~
Aquel lugar le resultaba muy atractivo, pero sabía que no podría permanecer más tiempo sin tener que encontrarse con Draco Malfoy a cada momento. Debió sentarse con él en la misma mesa, después tenerlo cerca durante el paseo a caballo. Era lógica su presencia, pues era el ahijado de lord Snape, no podía esperar que se marchara. Por esa razón sería él quien tendría que poner término a esa visita. Buscaría la forma de regresar a Hertford esa misma semana.
Era el crepúsculo y pronto anochecería. Se encaminó de regreso a la casa, de seguro que Hermione y Zacharias ya estarían de regreso. Iba bastante absorto en sus pensamientos y por eso vio que Draco Malfoy caminaba en dirección opuesta, sino hasta cuando lo tuvo a escasa distancia. No había forma de evitarlo.