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Kokoro ni Fukku por AniBecker

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Notas del capitulo:

Aquí un nuevo fic con una pequeña idea. El título está inspirado en la telenovela "Un gancho al corazón". 

De momento no pongo ninguna advertencia, dependiendo de cómo avance la historia, iré poniendo o no advertencias. 

Espero guste, saludos. 

Capítulo I

 

—¡Venga Tatsuya, aguanta un poco más! —gritó con fuerza un pelirrojo—. ¡Oh, vamos! ¿qué manera de cubrir y defenderte es esa? ¡Venga ya, está bien por hoy!

El azabache suspiró con alivio, se sentía completamente cansado. Tomó la toalla de manos de su mejor amigo y hermano, y se sentó junto a él, con la respiración agitada por el reciente ejercicio.

—¿Se puede saber qué te pasa? Estás completamente ido, y te recuerdo que el combate es mañana en la noche —le regañó, enumerándole los diferentes errores que había cometido en el entrenamiento.

—Oh, vamos, por favor, Taiga, tampoco es para tanto. Ya sé que el combate es mañana, pero no hay nada por el qué preocuparse, contra quién me enfrento es alguien que ni siquiera ha dado el salto a lo profesional, es sólo un novato.

—Novato que por lo visto, es muy bueno, así que, ándate con ojo, porque no quiero fallos. Y déjate de ir de estrellita arrogante y sobrevalorada, porque te puedes pegar una buena caída por andar en las alturas —le advirtió, pero el mayor sólo sonrió con desdén, negando con la cabeza.

—Tranquilo, tranquilo, ya sé eso de que todos los novatos tienen suerte.

—No me refiero a eso. Pero haz lo quieras, sólo mañana no te enfades si pierdes el combate —se levantó, molesto, dispuesto a irse del lugar hacia su casa—. Y nada de salir esta noche, te conozco y debes estar descansado, ¿me oíste? Sólo andas divirtiéndote con niñas por ahí.

—Que sí, papá —le sonrió—. Y de niñas, ya te digo yo que no tienen nada —guiñó el ojo, haciendo que el otro suspirara, sabiendo que su amigo no tendría caso y, despidiéndose con la mano, se marchó. Poco después, él hizo lo mismo.

Al llegar a su casa, se dio una larga ducha, para después arreglarse, con disposición de salir en la noche para divertirse un rato. Le daba igual lo que le dijera Taiga, él necesitaba divertirse la noche antes de un combate, y hoy, no iba a ser la excepción.

Él, Himuro Tatsuya, uno de los más reconocidos boxeadores desde hacía unos años. Desde que debutó en su primer combate, se ganó una buena fama, siendo casi invencible en su categoría. Tenía un don para el boxeo, todo gracias a aquellos años en las calles de los barrios bajos de Los Ángeles, dónde él y su mejor amigo, cómo su hermano, Kagami Taiga, habían tenido más de una pelea.

Ambos habían crecido y se habían conocido en las calles, ninguno de los dos tenía familia, por lo que en cuanto se conocieron, ellos eran la familia del otro. En esas calles, debían sobrevivir, y para ello, tuvieron que valerse de la ley del más fuerte.

Al ver la maestría con la que combatía, Taiga se planteó que se dedicara al boxeo, cosa que no dudó. Él, se dedicó a entrenarlo para los primeros combates, dónde hasta ahora, se había convertido en su entrenador y mánager.

Después de los primeros combates, en los que tenía que aguantar hasta el último round, pero perder en éste último debido a amaños de apuestas, consiguió combatir de manera profesional gracias a un ojeador, que le hizo cruzar todo el charco hasta llegar a Japón.

Ambos sabían que eran de ese país, pero que por razones que no conocían, habían ido a parar a Los Ángeles, dónde se conocieron, así que, para Tatsuya, era un honor empezar su verdadera carrera en su país de origen.

A los dos años de saltar al mundo profesional, se ganó a pulso la fama que ahora poseía. Pero, aunque era un excelente boxeador, también su fama y posición habían hecho que se volviera una persona algo arrogante, caprichosa e incluso envidiosa.

.

Terminó de arreglarse y salió dirección a algún lugar dónde entretenerse esa noche. Fue a su lugar de siempre, pero no había nadie interesante que le llamara la atención. Más de una chica se le había acercado, con intención de pasar esa noche con él, pero ninguna le resultaba lo suficientemente llamativa para él.

Aburrido, salió del lugar, pero no a su casa, hoy estaba convencido de que se llevaría a alguien a la cama, y lo conseguiría a cualquier precio, por lo que caminó por la calle, con sus gafas de sol puestas, aun cuando era de noche, para no ser reconocido por algún fan.

Entró en un bar que nunca había entrado, ya que se trataba de uno dónde no encontraría a ninguna señorita para divertirse, era un bar normal y corriente, pero quiso entrar sólo porque tenía hambre y quería comer algo.

Una vez dentro, vio que no era uno de los típicos restaurantes que él frecuentaba, sino uno familiar y pequeño. Con un gesto de desagrado, decidió sentarse y pedir algo. Por lo menos, aunque no estuviera con alguien esa noche, al menos, no se gastaría mucho en ese lugar.

—Bienvenido, buenas noches, ¿qué le sirvo? —se acercó a él una camarera. Cuando levantó su vista, se encontró con una chica de cabello oscuro, con una cara muy linda y un cuerpo que, aunque se veía que era bastante más joven que él, tenía un cuerpo bonito.

—Hola —dijo de forma seductora—, ¿tú te encuentras en el menú? —la chica se sonrojó y avergonzó, a la vez que se sintió algo cohibida.

—Lo siento, señor, pero en eso no puedo ayudarle.

—Vaya, es una lástima, porque eres muy linda.

—Hey, tú, más te vale dejar a mi hermana en paz si no quieres que te golpee —intervino un chico de igual cabellos que la chica, con cara de pocos amigos.

—¿Golpearme, tú a mí? Creo que saldrías perdiendo, y no quiero dañar esa cara linda que tienes ¾respondió con sorna—. Pero tranquilo, tranquilo, no me van mucho las niñas.

—Shuzou, ¿qué haces aquí?

—Vine a recogerte, no me gusta que trabajes en sitios como estos.

—Mi turno aún no termina, y no tienes por qué preocuparte por mí, ya soy mayorcita para cuidarme sola —protestó la chica.

—Sólo quiero cuidarte de tipos cómo este —se refirió a Tatsuya—, mira que te dije que si querías trabajar, podrías trabajar en otra cosa, y preferentemente que sea durante el día.  

—Eh, tranquilo, no tengo intenciones con ella —la chica se disculpó y se marchó, no quería ser regañada por su jefe y ser despedida, mientras el hermano salió para esperarla fuera, y Tatsuya, quiso seguirle.

—¿Se puede saber por qué me sigues? —habló, con voz dura.

—No quería que me malinterpretes, no iba a hacerle nada a tu hermanita, pero si lo que te preocupa es que alguien intente algo con ella, deberías evitar que trabaje en sitios cómo estos.

—¿No me digas? Cállate, cada vez que abres la boca me dan ganas de golpearte.

—Te repito que saldrías perdiendo —le sonrió, acercándose a él y apoyándose en la pared justo a su lado, mientras se fumaba un cigarrillo—. ¿Acaso sabes quién soy?

—Claro que saldría perdiendo —murmuró, entre dientes—, sé perfectamente quién eres, don boxeador prepotente.

—Oh, vaya, ¿eres algún fan?

—Más quisieras. Sólo sé quién eres, cómo para no saberlo, si estás dentro de ese mundillo.

—¿Eres boxeador? No recuerdo haberme enfrentado a ti.

—No lo soy. Soy entrenador.

—¿A quién entrenas? —preguntó, con intriga,

—No te lo pienso decir, eres un rival.

—Vale, vale, tampoco te pongas así. ¿Cuál es tu nombre, lindura? —Shuzou arqueó una ceja, molesto.

—¿En serio estás ligando conmigo cuándo hace un momento lo pretendías con mi hermana? Parecen ciertos entonces los rumores.

—¿Qué rumores corren por ahí sobre mí? ¾el otro no respondió, sólo se acercó lo suficiente para estar demasiado cerca del rostro ajeno.

—Que te da igual con quién sea, con tal de poder llevarte a alguien a la cama, ¿o me equivoco?

—Uhm…No me da igual quién sea, sé elegir a quién —le guiñó el ojo—, sé reconocer que quién tengo delante es lindo o no.

—Deja tus juegos inútiles, porque conmigo no te van a valer —respondió, molesto—. Yo no soy ni seré ninguna de tus conquistas, y mucho menos, uno más. La llevas clara.

—Me gustan los retos —sonrió, con prepotencia.

—¿Hermano? —la dulce voz de la pelinegra llegó a sus oídos—. ¿Aún sigues aquí?

—Por supuesto, pensaba esperarte a que terminaras. ¿Nos vamos? —la chica asintió cohibida, al recibir una sonrisa coqueta por parte del chico del lunar—. Vete adelantando, tengo el coche al doblar la esquina —una vez su hermana se alejó, volvió a hablar—. Por cierto, ligas de pena, si has tenido muchas conquistas han sido petardas facilonas, que sólo se acostaron contigo por ser quién eres, no porque de verdad te las hayas ligado.

Sin añadir nada más y sin que al otro le diera tiempo a responder, se alejó un poco, para después volverse hacia el azabache.

—Suerte en tu combate de mañana, la necesitarás.

—¿Cómo que la necesitaré? —murmuró, molesto. Habían herido su orgullo, y había sido rechazado claramente, pero le molestó más le advirtiera de esa manera para su combate de mañana. ¿Qué pasaba con ese novato, es que acaso lo veían tan poca cosa para tan si quiera perder contra un novato? ¡Él era el mejor boxeador, nadie era mejor que él, y nadie lo vencería!

.

Apenas pudo dormir, se sentía ansioso por el combate, y más por enfrentarse a ese tal novato, que ni sabía de quién se trataba, para dejar en claro, que a él nadie lo vencía.

—¡Tatsuya! —el grito de Taiga le hizo volver a la realidad.

—¿Qué quieres? Eres molesto gritando así.

—Te estaba dando instrucciones, pero no me estabas prestando atención. ¿Qué diablos te pasa?

—Nada, no me pasa nada, no dormí bien, eso es todo —respondió, vendándose sus manos.

—No dormiste… —murmuró, apretando los dientes—. ¿Es que acaso al final te fuiste a divertirte por ahí? ¡Te dije que no hicieras nada, que el combate de hoy es importante! —le regañó, completamente molesto porque desobedeciera sus órdenes.

—No estuve con nadie —hizo un mohín de molestia—, sólo estoy ansioso por el combate —Taiga rio.

—A ti lo que te pasa es que alguien te rechazó —siguió riéndose—, es eso, ¿verdad?

—¡Cállate, me desconcentras! Basta de tonterías, ¿me das instrucciones o qué?

—Eh, conmigo no la pagues si una niñita te rechazó, ya te dije de sobra que no te fueras anoche a ningún lado —el del lunar le quitó la mirada, aún seguía molesto—. Bueno, dejemos eso ya, ahora escúchame bien. Tu rival tiene una buena diestra, se cubre muy bien y sus puñetazos son muy certeros y rápidos, son difíciles de leer. Por algo su combate de debut es contigo, porque ha ido evolucionando a pasos agigantados.

—Sí, sí, ahora resulta que es un prodigio. Deja de hablar de él y dime la estrategia de una vez.

—Eres insoportable. Tu rival es más alto que tú, por lo que debes ir a su terreno, evita el combate a distancia, acórtala todo lo que puedas, con la longitud de sus brazos tendría más facilidad de alcance. También es más rápido que tú, cuidado con los goles en el hígado y estómago.

—Eso está hecho, combate fácil, venga, vamos —no terminó de escuchar a su entrenador, por lo que salió del vestuario en dirección al ring para ser llamado.

—¡Tatsuya! —volvió a gritar molesto. Su hermano era un arrogante y prepotente, sólo esperaba que eso, no le jugara una mala pasada.

Himuro salió de vestuarios, topándose con alguien con quién tropezó. Se extrañó porque por ahí el público tenía prohibida la entrada, y todo el personal estaba ya en sus lugares. Cuando se giró para pedir disculpas, se topó con quién menos se creía.

—¡Lindura, eres tú! —exclamó, con alegría. El otro hizo una mueca de molestia.

—Me tuve que topar contigo… No me llames así, imbécil.

—Oh, vamos, si te estoy piropeando. ¿No me digas que eres el entrenador de mi rival?

—Así es, lo soy, y te advierto que mi chico no tiene nada que envidiarte.

—Uhm… interesante… Es bueno pensar en la victoria siempre, pero contra mí no podrá, lo siento, y yo no creo en la suerte del principiante.

—No habrá suerte ni nada, él te ganará, ya lo verás, y me encantará ver cómo te tragas esa prepotencia y ego que tienes.

—Qué miedo —fingió que temblaba—. Oye, lindura, ¿tan convencido estás de que tu hombre me ganará? —él asintió, con confianza—. Si gano el combate, aceptarás una cita conmigo, ¿qué me dices?

—Si pierdes, tendrás que dar una rueda de prensa confesando que eres un pésimo boxeador, y te tragarás todo ese ego, don boxeador prepotente.

—Hecho, no pienso perder —sonrió con desdén—. Tranquilo, que la derrota la olvidarás pronto con una noche conmigo, ya verás.

—Las personas cómo tú, son de lo peor —respondió, molesto, pasando de largo del azabache y yéndose hacia el lugar del combate.

—Vete preparando para esta noche, lindura ¾le dijo antes de que el otro desapareciera.

.

¡Damas y caballeros, bienvenidos al combate del año! A mi derecha tenemos a la actual genialidad del boxeo, al Dragón Azul… ¡Himuro Tatsuya! Y a mi izquierda, el novato revelación de este deporte, un completo prodigio, a la Pantera negra… ¡Aomine Daiki! ¡Que comience el combate!

El Dong sonó y ambos contrincantes se miraron fijamente, sin apartar la mirada del otro, colocándose en defensa, para empezar el primer asalto.

Himuro se acercó rápidamente, para ganar su terreno, cubriéndose bien a la vez que soltaba un derechazo potente, que Aomine pudo esquivar rápidamente. El moreno era listo, sabía que su rival tenía una debilidad, a la hora de atacar, dejaba un poco descubierto su flanco izquierdo, por lo que, aprovechando su velocidad, le dio su buen golpe, difícil de esquivar.

Aomine abre la distancia entre ambos, haciéndose poder de la longitud de sus brazos, y con su rapidez, golpeó en el tronco del rival. Himuro aguantó, y se armó con sus derechazos, volviendo a evitar la larga distancia y acorralando a la pantera entre las cuerdas, que el novato estaba ahora comprendiendo por qué él era una genialidad.

Termina el primer asalto, con una ligera ventaja del Dragón, pero no estaba contento de su rendimiento. Cada uno se dirige a su esquina, mientras sus entrenadores le siguen dando instrucciones.

—Hey, Tatsuya, lo estás menospreciando y él es bueno, te dije que te prepararas. Vamos, atácale por la izquierda, su flanco izquierdo también es débil, recuerda que es diestro. Aunque es muy bueno y rápido, no deja de ser un principiante, juega con eso, con su inexperiencia. Tú puedes con él, vamos, Dragón, al ataque.

Himuro sólo asentía, mientras sólo escuchaba a Kagami, sin dejar de mirar hacia la esquina contraria. No podía creer que el entrenador del novato fuera precisamente el chico con el que se topó la noche anterior. Ahora tenía más que ganas, de ganar, quería esa noche con él, y demostrarle, que él era el mejor.

—Bien, bien, tranquilízate, has estado muy bien en el primer asalto, eres más rápido que él, aprovecha esa ventaja, es un confiado prepotente, él busca acortar la distancia contigo, amplíala tú, y vamos con tu derecha, hasta tumbarlo, ¡Vamos, vamos, que no te menosprecie!

Aomine asintió a las instrucciones de Nijimura mientras bebía agua, cruzando su mirada zafiro con los orbes rubíes de la otra esquina.

Nuevamente sonó el Dong y ambos volvieron a sus posiciones, el segundo round acababa de comenzar. Tan rápido cómo empezó, se le pasó, teniendo el azabache completa desventaja. ¿Qué era lo que le estaba pasando?

En este round, Aomine fue a por todo, y con dificultad, consiguió por fin tumbarlo con un K.O. La pantera abrió los ojos, sonriendo mientras el árbitro le levantaba la mano mostrando su victoria.

Himuro no se lo podía creer. ¿Acababa de perder? ¿Y ni más ni menos que en el segundo asalto? Y lo peor, contra un novato. Completamente molesto, bajó del ring sin escuchar siquiera a Kagami, quitándose sus guantes y tirándolos con impotencia, dirigiéndose a los vestuarios.

Taiga se acercó a Nijimura y a Aomine, quién bajaba del ring, para felicitarlos por la victoria, justa, limpia y merecedora.

—Enhorabuena, tu chico será principiante, pero ha combatido como todo un profesional —extendió su mano para estrecharla con el pelinegro.

—Gracias, tu chico tiene mucho potencial, de ahí a que tenga la fama que tiene, pero le falla su prepotencia y ego.

—Estoy completamente de acuerdo contigo —confesó el pelirrojo—. Bienvenidos a este mundo, espero lleguéis lejos.

—Muchas gracias, espero tengamos más combates de tan alto nivel cómo este —los dos volvieron a estrechar sus manos—. ¿Puedo pasar a ver a tu chico?

—Claro, aunque cuidado con su genio, como cualquier persona, odia perder, pero es muy orgulloso y se deja llevar por su temperamento.

—Tranquilo, gracias por la advertencia —Shuzou se marchó, y Kagami se quedó con Aomine, quién no paraba de sonreírle.

—¿Es que tienes tu sonrisa incrustada en la cara, o qué? —dijo divertido, al ver cómo el peliazul no dejaba de sonreír sin parar de mirarlo—. ¿O es que se debe a la victoria?

—Bueno, estoy feliz por mi primera victoria, pero también por conocerte. ¿Cuál es tu nombre?

—Kagami Taiga.

—Interesante, todo un tigre, ¿no? Me cae bien Nijimura senpai, pero no me disgustaría que tú fueras mi entrenador —el pelirrojo se sonrojó.

—Oh, vamos, tampoco tienes que parecer caballero, ¿no? —sonrió, nuevamente divertido—. Seguro que eso se lo dirás a todos.

—¿El qué le digo a todos, que quisiera que me entrenaran? De eso nada, tengo buen ojo para elegir entrenador, no elijo al azar. Estaba claro que no me refería a eso —Taiga rio por el comentario—. Te juro que no me quejaría de ningún tipo de entrenamiento que me pusieras.

—¿Estás hablando de boxeo o la conversación está dando un giro diferente?

—Por favor, tigre, no sabes coger al vuelo las indirectas, debes practicar más —se cruzó de brazos y cerró sus ojos, como si estuviera pensando—. Como veo que eres lento al pillar las indirectas, te lo diré sin rodeos, ¿qué te parece si te invito a cenar para celebrar mi victoria?

—¿No vas demasiado rápido, pantera? —arqueó una ceja, sin parar de sonreír—. Además, vas a cenar con el entrenador del rival al que has ganado, un poquito de compasión, ¿no?

—Oh, vamos, puedo animarte y consolarte para que se te pase la tristeza de la derrota. Soy muy divertido, lo prometo —levantó su mano, como haciendo un juramento.  

—Créeme que no me disgusta la idea, pero lo siento, tengo que declinar tu oferta —el peli azul lo miró con tristeza—, en estos momentos Tatsuya estará destruyendo el vestuario, haciendo su berrinche de niño pequeño que ha perdido y demás cosas, será mejor que vaya con él, antes de que asesine a tu pobre entrenador, si no lo ha hecho ya.

—Es una lástima, yo soy mejor compañía que ese emo perdedor, pero está bien, a cambio al menos dame tu número —dijo de forma coqueta.

Kagami sonrió, y le dio su número de teléfono, que rápidamente el moreno apuntó en su aparato. Se despidieron con unas sonrisas y el pelirrojo se encaminó hacia el vestuario dónde estaba Tatsuya, cuándo su teléfono vibró, había recibido un mensaje.

No me había fijado en las  buenas vistas que tiene tu trasero —se sonrojó completamente y se giró, viendo al otro agitando su smartphone sin parar de sonreír.

.

Tatsuya golpeó con fuerza con el pie una banqueta de madera, se sentía completamente humillado, había perdido contra un novato en su primer debut. ¿Cómo había podido perder? Se maldecía una y otra vez por haber dejado descubierto su flanco izquierdo, un fallo completamente de principiante.

Unos golpecitos sonaron en la madera de la puerta, y Himuro se extrañó de que Taiga llamara antes de entrar. Se giró en esa dirección, esperando ver a su hermano entrar, pero se sorprendió de encontrarse con Nijimura, y su furia estalló.

—¿Qué es lo que quieres? ¿A qué vienes, a reírte de mí? Pues si es así ya puedes irte por dónde viniste, no me interesa lo que tengas que decir —escupió con ira.

—Mira, niño mimado, don boxeador prepotente, si has perdido, te jodes, eso te pasa por prepotente y arrogante, dándote dotes de estrellita, bienvenido al mundo real, no siempre vas a poder ganar, pero conmigo, no te desquites —respondió molesto Shuzou—. En esta vida no es ganar.

—Y me lo dice justamente, el tío que entrena al que me ha ganado, eres un poco hipócrita, ¿no crees?

—No hay quién te aguante, imbécil, me alegro que hayas perdido por esto, te falta un poquito de humildad, y de deportividad también, señoritingo. ¿Sabes? Anulo la apuesta, con verte ahogarte en tu propia ira y orgullo, me vale para tener claro, que sólo te importas tú. No eres el ombligo del mundo, ¿lo sabías? Ahí te quedas, don boxeador prepotente.

Dicho esto, Nijimura salió del vestuario dando un portazo tras de sí. Himuro no se volteó a verlo nuevamente, ni siquiera cuándo este se marchó cambió su posición. Estaba molesto, y lo había pagado con él…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :)


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