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Las nubes dentro por Pepper

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Notas del fanfic:

Esto es más una escena que un relato, no tiene trama ni continuación, pero acabo de terminar de leerme "The raven cycle" y me he quedado con un hambre de Adam-Ronan horrible. Escribo esto para mí y para las que se quedaron con tanta hambre como yo.

 

¡Que os guste!

La gasolinera del tío Fred era el único lugar de Henrietta al que se podía ir a comprar pasadas las once de la noche. Ronan aparcó el BMW negro en el desierto parking tras un pequeño derrape, la música electrónica que tanto le gustaba reverberando dentro y fuera del vehículo. No puso el intermitente, ocupó tres plazas y salió del coche dando un portazo, como si quisiera anunciarle al mundo su presencia.

 

Alguien que no lo conociera podría pensar que estaba enfadado. Alguien que no pudiera ver de verdad a Ronan podría pensar que buscaba bronca, que quería hacer daño. Adam, que en los últimos días había tenido un intensivo con el mediano de los Lynch, sabía que en realidad Ronan estaba pletórico. No sonreía —aunque Ronan era muy expresivo, sus sonrisas eran bastante escasas—, pero le brillaban los ojos y derrochaba energía con cada paso, con cada gesto. Adam no podía dejar de pensar que, si lo tocaba en ese momento, podría quemarse.

 

Salió tras él del coche de forma mucho menos llamativa e infinitamente más prudente, y cuando Ronan le metió prisa con un impaciente “vamos, Parrish, que me hago viejo esperándote” Adam lo llamó imbécil y macarra de pacotilla.

 

A Ronan le dio igual y entró en la tienda de la gasolinera dándose todavía más aires, los hombros cuadrados, la espalda recta y la cabeza alta. Adam lo siguió, sonriendo internamente. A la cajera, por el contrario, no le hizo gracia ninguna ver a Ronan entrar por la puerta corredera. Adam se dio cuenta de cómo lo miraba, con una mezcla de desconfianza y miedo, como si temiera que fuera a sacarle una navaja en cualquier momento.

 

Adam saludó a la mujer con un cortés “buenas noches” y movió la cabeza en su dirección. Ella respondió al saludo con un murmullo y pareció relajarse un poco, aunque seguía mirando a Ronan con recelo.

 

—Espero que tu amigo sepa comportarse.

 

Adam asintió de forma mecánica, sin molestarse en intentar defender a Ronan; ella no lo entendería. Ella solo veía lo que había fuera, la faceta de Ronan que Ronan quería mostrar. De la misma forma, cuando miraba a Adam ella solo veía la faceta de Adam que él quería mostrar. La de chico educado, serio y callado, responsable cuanto menos, probablemente buena gente.

 

Y, sin embargo, su interior era mucho, muchísimo más oscuro que el de Ronan. Cuando le confesó a Gansey que se habían besado, Gansey no dijo “ten cuidado, Adam”, ni tampoco “no sabes dónde te estás metiendo”. No. Gansey solo había dicho “no le hagas daño”. No le hagas daño. No le hagas daño.

 

Adam se había molestado un poco entonces, porque él no quería hacer daño a Ronan. Había tardado un poco en entender las palabras de Gansey. Su amigo no esperaba que fuera a joderlo a propósito, pero temía que lo hiciera sin querer. Temía que Adam no supiera lo que estaba haciendo, lo que quería de verdad.

 

Adam no sabía lo que estaba haciendo, pero no le parecía que estuviera jugando; no se podía jugar con Ronan Lynch.

 

—¿Parrish? —Ronan le pasó la mano por delante de la cara, claramente molesto por algo—. Parrish.

 

—¿Qué pasa?

 

—Pasa que te estoy hablando y tú estás en las putas nubes.

 

Adam sonrió; tenía las nubes dentro.

 

—¿Y de quién es la culpa?

 

Ronan, claramente, no se esperaba esa respuesta. Su expresión se suavizó un poco y lo miró fijamente con sus clarísimos ojos azules, con tanta intensidad que Adam tuvo que hacer un esfuerzo por sostenerle la mirada sin sonrojarse. Sintió un pinchazo en el estómago y suspiró casi sin darse cuenta, absurdamente feliz. Ronan cogió la primera caja de palomitas que vio en la estantería con una mano y agarró la muñeca de Adam con la otra para arrastrarlo hacia la salida de la tienda.

 

Adam solo podía pensar que, en efecto, la piel de Ronan ardía.

 

Tardaron apenas un par de minutos en pagar y volver al coche y menos de diez segundos en salir a toda velocidad del parking.

 

—La casa de Blue no está por ahí, Lynch.

 

—Tenemos algo que hacer antes de ir allí, Parrish —aunque su voz sonaba firme, escondía una pregunta que Adam cazó al vuelo.

 

—Sí —respondió, contagiado de su ansia—. Sí, tenemos algo que hacer.

 

 

La película que habían quedado para ver casi había terminado cuando Adam y Ronan aparecieron por la puerta. Blue, medio dormida en el sofá, alzó una ceja al verlos llegar, y Gansey clavó sus observadores ojos en los poco discretos moratones que uno y otro llevaban en el cuello.

 

—Traemos las palomitas —anunció Ronan, sentándose en el suelo.

 

—Solo dos horas tarde, fantástico Ronan —replicó Blue—. Cielos, ¿qué te ha pasado en el cuello?

 

—Tuve un encontronazo con un mago en uno de mis sueños —respondió, ufano— ¿Qué peli es?

 

Mientras Blue y Ronan charlaban, Gansey le hizo un gesto a Adam para que se apartaran un poco.

 

—No voy a hacerle daño, Gansey —replicó Adam, antes de que su amigo dijera nada.

 

Gansey miró de reojo a Ronan y despegó los labios para responder, pero pareció pensárselo mejor.

 

—Supongo que dejarle el cuerpo lleno de moratones no cuenta —dijo al fin, dándose un toquecito en las gafas.

 

Adam se encogió de hombros, sin amilanarse.

 

—No se ha quejado mucho.

 

—Ya… creo que no quiero detalles —se quedó un momento callado—. ¿Vais a decírselo a Blue?

 

Un gritito de sorpresa ahogó la respuesta de Adam. Sobresaltados, Gansey y él se giraron hacia el sofá, donde Blue miraba a Ronan con los ojos tan abiertos que parecían a punto de salírsele de las órbitas. Ronan no podía parar de reír.

 

—Creo que ya lo sabe —respondió Adam.

 

Tenía las nubes dentro.

Notas finales:

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