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Si Pudiera Desear Un Feliz Cumpleaños por KuroAshi_ZxS

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos! Hace algunas semanas, escribí este fic, dedicado al cumpleaños cien de Steve (eso al menos afirman varias páginas jaja) será un two shot, y si no me falla el tiempo, estaré con la segunda parte el sabado. 

Como pequeña aclaración, diré que adoro a Clint. Algunos, si han leído otras de mis historias, seguro lo saben. Por eso, en vez de dar mayor protagonismo a Tasha, como suele ocurrir, quise darselo a nuestro arquero favorito. Se que no es exactamente igual en los comics, donde me enamoré de Clint...pero eso no me impedía intentarlo en una historia así.

Es post Infinity War, por lo que es obvio que contendrá spoilers.

Notas del capitulo:

Marvel no me pertenece, así como sus personajes.

Disculpen las posibles faltas ortográficas.

“¿Qué ocurre?- preguntó Clint, sentándose al lado de Natasha”

Por un segundo no la había reconocido, con el cabello teñido de rubio, era una apariencia que aún le desconcertaba. Estaba acostumbrado a su personalidad abrasiva a juego con su cabellera de fuego, pero con ese tono, parecía casi tan abatida como su estado de ánimo.

Quizás por ello también le sorprendía un poco encontrarla en ese lugar, sentada en uno de las cómodas butacas que se encontraban en el balcón de la biblioteca. Ya casi llevaban viviendo allí tres meses, en Wakanda, y Natasha no era una persona que frecuentara ese lugar a la luz del día. En ese sentido era más bien un pájaro nocturno, recurriendo a las novelas cuando las pesadillas de la Habitación Roja la sobrepasaban.

Claro, cualquier otra persona que la conociera menos, creería que simplemente tomaba un descanso entre los entrenamientos, las reuniones y las conferencias con el resto de los líderes mundiales. Era una de las embajadoras designadas, y su trabajo era realmente duro. Pero Clint lo sabía mejor, ella estaba preocupada. Y para que se alejara de todos, incluso de él, algo muy malo estaba pasando.

“Steve se ha cerrado. Por completo”

“Eso…eso es…” la frase quedó incompleta, sin abandonar sus labios.

Ahora entendía mejor el rostro de su amiga, incluso el tono seco y cortante con el que le había dirigido la palabra. Era entendible su preocupación, dado que además de él, su líder era su amigo más cercano. Sabía que esos dos habían forjado una fuerte amistad durante sus misiones con SHIELD, y separarse al inicio de la Guerra Civil, la había roto por completo.

Si bien, dado su familia, ya no estaban juntos tanto tiempo como antes, Nat a veces le contaba lo que ocurría en su vida. Durante muchas ocasiones, solo los visitaba, necesitando estar tranquila y en compañía. Pero otras…pasaban noches en vela platicando.

Poco antes que se le otorgara la amnistía, junto con Scott, para volver con sus familias, habían tenido una de esas charlas. Ella le había explicado lo duro que había sido enfrentarse a él, y Steve, y como al final les había dejado la vía libre, temiendo perderlos por completo. Cuando traicionó a Tony creyó que no la perdonarían, pero aunque su Capitán había actuado apagado y culpable durante las siguientes semanas, no la había tratado diferente.

Tampoco durante la caída de SHIELD eso había sucedido, y Steve había estado en todo momento con ella: tras el escape de información de su pasado, con la huida de Bruce, cuando eran fugitivos. Verlo ahora autodestruyéndose, debía estarla matando por dentro, sin poder hacer nada. Porque no existía mucho que pudieran hacer.

El propio Clint le debía mucho. Por culpa de Thanos, él era el único sobreviviente de su familia. Él y el pequeño Nathaniel.

Había creído perder la esperanza, cuando se produjo el chasquido del Guantelete, Clint se encontraba en un pueblo cercano haciendo las compras. Tras meses de buen comportamiento, el gobierno había ampliado el área donde se encontraba confinado: desde su casa, hasta unos kilómetros, permitiéndole realizar las compras y recoger a sus hijos de la escuela.

Al notar como la gente empezaba a desaparecer, se dirigió raudo en su camioneta a casa. Entre gritos, recorrió cada habitación, sosteniendo entre lágrimas el anillo de su esposa: lo había dejado sobre la mesa de la cocina, mientras se disponía a fregar la vajilla. Su único recuerdo de Laura, pues su lo hubiese tenido en el momento en que todo había ocurrido, lo habría perdido para siempre.

Ese día, sus hijos mayores se encontraban en casa, ambos enfermos. Razón por la que él había ido de compras y Laura los cuidaba. Fue terrible, y casi había perdido la cordura, cuando sintió a Nathaniel llorar desde su cuarto, aterrado, clamando por su madre. Por un momento lo había olvidado, pero sin su pequeño hijo, dudaba haber tenido la entereza suficiente de abandonar su hogar y dirigirse donde se encontraban sus compañeros.

Había empacado casi sin darse cuenta de lo que hacía, al tiempo que intentaba contactarse con sus compañeros. Ellos les habían dejado un teléfono, en caso de emergencias. Tardó casi cinco minutos en marcar el único número en la lista, con los dedos torpes y la mirada desenfocada.

Fue Steve quién contestó al tercer timbre, con la voz temblorosa por el dolor de la pérdida “Clint, gracias a Dios, estas vivo” dado que todo había ocurrido en medio de una bruma, casi anestesiado por tal desgracia, Clint casi había dejado pasar el suave sollozo de su Capitán, feliz de saber que se encontraba a salvo.

Eso fue casi como un golpe, permitiéndole despertar, y dejar que las emociones fluyeran junto con sus lágrimas “Cap…Steve, ellos se fueron. Laura, los niños…solo el pequeño Nathan sigue aquí…”

“Clint, intenta mantener la calma. Quédate allí, iré a buscarte” podía sentir como Steve corría, pidiendo un Quinjet. Una voz desconocida le dio instrucciones una vez que hubiera explicado la situación, el ruido del motor al despegar “bien, necesito que me hables, no dejes de hablarme” al no escuchar respuesta alguna, su tono cambió por completo: la voz del Capitán América, del líder que los había guiado en innumerables batallas, estaba ahora presente “Imagina que estamos en una misión, que es sumamente importante, que no podemos fallar. Es una orden, Hawkeye, necesito que me hables, de lo que sea”

La reconfortante sensación de estar en una situación familiar, fue todo lo que necesitaba para calmarle. Acunó a su pequeño en sus brazos, ahora dormido, descansando contra el pecho de su padre. Clint cerró los ojos, tomando una bocanada de aire, antes de cumplir “estaba en el pueblo, ya sabes, Cap, con los niños enfermos…no puedo creer que los dos se hayan contagiado de varicela después de tantos años” intentó mantener su voz constante, por el bien del sueño de su hijo “no puedo creer que realmente todos se hayan ido. La mitad del universo…lo lamento tanto, debí estar allí…”

“Si te mantuvimos informado, fue porque era necesario, porque debías mantener a salvo a tu familia” el tono de Steve era agradable, a pesar del mando implícito en cada palabra “nos derrotaron, me cuesta decirlo, pero es mejor que hayas estado en casa. Muchos se fueron, pero estás ahí para tu hijo, y creo que eso es lo más importante”

“Eso no me quitará la culpa, ya sabes… “hizo una nueva pausa, acariciando con ternura el cabello de Nathaniel “pero…. gracias…”

Se mantuvo así por casi media hora, conversando con Steve, solo deteniéndose para prepararle algo de comer. Había sido difícil calmarlo, explicarle que ya estaba a salvo, pues solo contaba con tres años, y era sumamente difícil para explicar algo así. Era un alivio que se hubiera dormido en medio del caos, por lo que solo preparó una merienda para ellos, mientras Nathaniel seguía durmiendo en el sofá.

Steve le explicó todo: desde la desaparición de Tony hasta lo ocurrido en Wakanda. Esa sería, de momento, su base de operaciones, y la princesa Shuri estaba de acuerdo en recibirle: en medio del caos y la pérdida, saber que alguien más se encontraba vivo, siempre era una buena noticia. Aunque no se conocieran, al menos personalmente, ella no parecía tener reparos en brindarle ayuda. Y eso, en medio del dolor que sentía, era sin duda reconfortante.

No lo diría nunca en voz alta, pues era ciertamente vergonzoso, pero cuando había oído el rugir del motor del Quinjet, casi había sollozado de alivio. Nathan despertó, ya acostumbrado a ver a su padre en ese tipo de naves, por lo que solo se sentó en el sofá, algo somnoliento y desconcertado.

Clint casi estalló en risas histéricas, pues de todos, Steve era el único capaz de tocar la puerta antes de entrar, incluso cuando esta estuviera abierta y medio universo hubiera desaparecido. Pero cuando le vio, cara a cara, todo indicio de risa se ahogó en sus labios.

Su Capitán se veía peor de lo imaginado, con la ropa rasgada y cubierta de sangre. Caminaba sin dificultades, por lo que pensaba que esas heridas habían sanado, pero lucía un horrible hematoma en el lado derecho de su frente. Clint hizo una mueca, dispuesto a buscar el botiquín de primeros auxilios, pero el brazo levantado de Steve le frenó en seco.

Fue él quien le ayudó a terminar de empacar, y a llevar a Nathan a la nave. Al parecer era una ocupada por la realeza, y Clint tuvo un acceso de pánico al notar tal lujo. Su líder simplemente se alzó de hombros, transmitiendo el mensaje de Shuri, sobre que “debía dar lo mejor por aquellos en quienes su hermano había creído, y que habían hecho lo imposible por proteger a su país y su gente”.

“No lo había visto desde que era un bebe” la voz de Steve parecía sin duda encantada, cargando a Nathan con sumo cuidado. El pequeño no tenía grandes recuerdos de los Vengadores, a excepción de Natasha, pero fue capaz de reconocer el traje a pesar de lo rasgado y sucio que se encontraba “mira cómo has crecido, Nathan”

Clint le dejó jugar con su niño, ciertamente agotado, pero también disfrutando de ver a Steve sonriendo. El quinjet había sido cargado con las coordenadas necesarias, por lo que ambos pudieron relajarse brevemente.

Tras la merienda de su hijo, Steve le otorgó un breve panorama de lo acontecido: quienes vivían y quiénes no. Fue un golpe duro saber que la mitad de sus compañeros habían pasado a mejor vida, pero también alegría al saber que el equipo original permanecía aún de pie.

Pero quizás, lo que más le marcó ese día, ocurrió cuando se encontraban ya tan solo unos minutos de llegar a su destino: Steve le dio un fuerte abrazo, permitiendo que se recargara contra su pecho durante unos instantes, mientras susurraba contra su oído “todo estará bien, Clint, lo prometo. Recuperaremos a tu familia”.

Y sabiendo de quién venían esas palabras, no podía hacer más que creer. Era el hombre que había hecho realidad lo imposible, y debido a ello, durante esos tres meses transcurridos hasta entonces, no se sentía inquieto en lo más mínimo. Entendía que no todo ocurriría de un día para otro, y que habían hecho grandes avances: tenían la ubicación de Thanos, Tony estaba de regreso, y se estaban entrenando con nuevas armas provenientes de Wakanda. Todo marchaba viento en popa.

Al menos, eso es lo que había creído, hasta conversar con Nathasha.

-Mañana es su cumpleaños- fueron las siguientes palabras de la ahora rubia, y si aquello no era esclarecedor, entonces nada lo era-

Por supuesto, Steve había pasado un par de años en el futuro. Pero era la segunda ocasión en su corta vida, que debería afrontar una fecha tan importante como esa, asumiendo una pérdida tan grande. La primera vez, ninguno había estado presente, pues casi no se conocían. Era un error que al menos Clint, y obviamente para Natasha, pesaba en consciencia.

“Conociéndote, supongo que ya has hablado con él”

“Lo hice” respondió Natasha en el mismo tono cortante, pero esta vez un deje de molestia se filtró en su voz.

Pero antes que cualquiera pudiera contestar, una voz hizo que ambos se pusieran en de pie, casi con asombro “Déjame adivinar: se negó, porque no es tiempo de celebraciones. Aunque hace unas semanas hubiéramos celebrado otro cumpleaños”

Tony se acercaba a ellos, con una mueca en los labios, claramente tan molestos como ellos. Natasha la regaló una breve sonrisa, al parecer orgullosa que sus entrenamientos hubieran funcionado, y que su genio residente fuera capaz de acercarse a ellos y tomarlos con la guardia baja.

“Es exactamente lo que hizo” declaró con desdén, y esta vez fue el turno de Clint de hacer una mueca.

“Difícilmente podremos convencerlo de lo contrario, ya saben. Nuestro Capitán es uno de los seres más tercos del universo” miró a Tony con cierto grado de diversión “sin ofender”

“No lo hiciste, y como otra persona igualmente terca, puedo entender sus razones” el castaño les indicó con una mano que lo siguieran “pero eso no significa que me guste. Pude llegar a odiarlo, incluso una temporada, pero ya es lo suficientemente malo que haya pasado antes por esto, y luego no haya tenido tiempo de hacerlo (ninguno de ustedes, claro está) mientras eran fugitivos. Nadie lo merece”

“Después de su pelea, creí que serías la última persona en interesarte por ello” Clint no pudo evitar presionar aquel punto.

Sí, estaba siendo ciertamente protector con su líder, pero tras la Guerra Civil, Steve había estado ciertamente destrozado. No podía ser un idiota y creer que solo Tony tenía la culpa, todos en el equipo lo hacían por igual, pero había transcurrido demasiado tiempo antes que siquiera pensara en aceptar las disculpas del Capitán.

La culpa le había carcomido, aún más tras verle desaparecer en aquella nave espacial. Seguro Tony no era ajeno al sufrimiento que eso había causado, para todos, pero aún más para Steve al no ser capaz de llegar a buen término. Tener certeza que lo había perdido, para siempre, era una sensación sin duda terrible.

Y cuando finalmente había vuelto, su relación seguía tan tensa como antes. Steve soportó sus palabras hirientes, y en diversas ocasiones intentó hablar con él. Eso dio resultado, más o menos, dado que ahora podían permanecer en una misma habitación, aunque casi siempre en completo silencio.

Soportó como todo un hombre el golpe en las costillas que le proporcionó Natasha, pero necesitaba al menos aclarar ese punto. No sería agradable para nadie, que un día que ya parecía malo, terminara mucho peor. Era algo que no podía permitir.

“Necesito redimirme” respondió Tony, y el arquero al menos tuvo que darle eso: no era común que el chico respondiera sin evasivas de por medio “le he hecho mucho daño. Sentía ira, dolor, pero fue injusto mantenerlo en la cuerda floja, sin ceder, pero tampoco sin dejarle escapar” sí, aquella era otra de las cosas que más le molestaba a Clint. El genio no había aceptado sus disculpas, pero tampoco había cortado de raíz toda relación con él. Una cosa era como compañeros, pero otra totalmente distinta, era soportarse por el bien de todos en el campo de batalla “quiero verle sonreír, darle animo ¿o me dirán que ninguno se ha percatado de lo poco que come o duerme?”

Ambos se quedaron en silencio, otorgándole la respuesta que necesitaba. Se mantuvieron así hasta llegar a la sala de conferencias de los Vengadores, denominada así por Shuri, dado que solo ellos le daban uso. Allí se encontraban tanto Bruce como Thor, notablemente inquietos: era bastante obvio que había sido Tony quién los había citado en esa ocasión.

“Los traje aquí para discutir qué hacer con el cumpleaños de nuestro capsicle” todos tomaron asiento alrededor de la mesa, y si aquello parecía realmente hilarante, con todos intentando planear una fiesta como si fuera una dura batalla a la que enfrentar “¿Ideas? Debemos hacerlo rápido, pues en medio de todo el ajetreo, casi lo olvidamos”

“También hay que recordar que Steve no quiere que lo celebremos” Bruce fue el siguiente en tomar la palabra, mirando a todos con preocupación “si haremos algo, no debe ser muy ostentoso. De otra forma podría sentirse irritado. O peor, dolido, porque no tomamos en cuenta su opinión”

“¿Alguien intentó ya hablar con Steven?” preguntó Thor, curioso.

“Yo lo hice” Natasha frunció el ceño, aún más profundo que antes “dijo que no había tiempo de celebraciones”

“¡Eso es una tontería! Este tipo de fiestas, amigos míos, sirve para poner la moral y la felicidad en el punto más alto. Nuestro líder al parecer no se da cuenta, y eso me entristece. Todos necesitamos un descanso, de vez en cuando” era sencillo olvidar lo sabio que era el dios, sobre todo por su personalidad alegre y carismática. Pero ahora se encontraba mortalmente serio, demostrando la edad que ostentaba en realidad.

Dado que su mejor era Natasha, su amiga más cercana, había fallado, no tenían muchas opciones. Tras una discusión de casi una hora, Clint se puso de pie “iré a hablar con él, no tardo. Quizás pueda sacar algo en limpio, convencerlo de un almuerzo o una cena…al menos una película, sacarlo de su caparazón”

“¿y por qué, de todos, serás tú quién hable con él?”

La pregunta de Tony le hizo frenar en seco, sobre todo, por el nivel de veneno que goteaba de cada palabra. El arquero se limitó a mirarlo, sin expresión alguna. Y es que aquello era muy extraño.

Ellos no tenían la mejor de las relaciones, pero creía haber sido capaz de salir adelante tras la Guerra Civil. Que siguiera molesto tras su pregunta anterior era entendible, pero su tono le descolocaba totalmente. Sonaba casi…celoso, si su imaginación no le jugaba una mala pasada.

“En realidad tiene sentido, Tony” Bruce habló con calma y parsimonia, ignorando de manera impresionante el estallido de su hermano de ciencias “Además de Natasha, el siguiente en la lista es Clint. Antes que regresara con su familia, fue quién siguió a Steve como criminal por casi seis meses. Tienen una relación más estrecha, y dado que el resto…” negó con la cabeza, incapaz de finalizar esa frase “solo nos queda confiar que sea capaz de sacar algo en limpio”

Tony simplemente se mantuvo en silencio, apretando con tanta fuerza su mandíbula, que incluso escuchó el rechinar de sus dientes. Parecía que le hubieran dado un golpe, sorprendentemente doloroso, y solo a fuerza de voluntad fuera capaz de mantenerse callado. La situación acababa de dar un giro de lo más extraño, y a juzgar por la expresión de Natasha, pensaba lo mismo que él.

Sin darle tiempo a segundos pensamientos, pues hablar con Steve le apremiaba aún más, salió corriendo de la sala de conferencias. Le tomó dos tramos de escaleras y pasar por tres ascensores para llegar a su habitación. Y es que el palacio real era mucho más enrevesado de lo que parecía, para confundir a posibles enemigos. Además, su líder era el único que había visitado antes Wakanda, por lo que su cuarto se encontraba alejado completamente del resto: cerca, en cambio, de donde solía estar la cámara criogénica donde habían aislado a su mejor amigo una temporada.

Cuando todos habían decidido poner allí su base de operaciones, Steve había decidido permanecer en su vieja habitación, y nadie había objetado. En pocas ocasiones el Capitán discutía alguna medida sobre su persona, aceptando por lo general aquello que le ofrecían. Y dado que Shuri era una buena amiga suya, al igual que lo había sido el Rey T’Challa, habían mantenido el lugar sin cambios, cuidando incluso sus pertenencias.

Pero ahora, viendo a escondidas, tenía un poco más de sentido esa decisión.

De manera consciente, Clint sabía que su amigo estaba durmiendo poco, cada vez menos a medida que se avecinaba esa fecha. Se sentía como un completo idiota al no darse cuenta del motivo tras ello, culpando el estrés y la sobrecarga del trabajo a su estado anímico. Pero dado a que su habitación se encontraba en un ala alejada del palacio, casi en desuso, dado que habían escondido a Bucky de la vista del resto de los guardias, la puerta se encontraba entreabierta. Y sin dificultad, incluso para alguien con problemas de audición, estaba escuchando a Steve llorar.

Estaba recostado en su cama desecha, con las matas arremolinadas en torno a sus piernas. Sostenía su teléfono, desplazando a través de los hologramas que este podía crear, videos e imágenes con los miembros del equipo que se habían ido. Las lágrimas corrían libremente por su rostro, y sus sollozos aunque amortiguados, eran reconocibles a esa distancia.

Se veía totalmente deprimido y triste, y con el corazón encogido en un puño, Clint recordó como Bucky y Sam habían estado planeando su cumpleaños. El año pasado, habían pensado en una pequeña fiesta, en las cercanías del hogar de su familia: algo pequeño, solo durante unas pocas horas, antes que llamaran la atención del gobierno. Pero ese día había surgido una misión de último minuto, relacionado con el contrabando de armas, y habían estado inmersos en una de las antiguas bases de HYDRA por más de una semana.

No habían podido realizarla, y para subir su ánimo, habían prometido a Steve que esta sería inolvidable. Aunque seguramente, no esperaban que fuera de esa manera.

Clint se quedó allí, contemplando a su líder, sin saber qué hacer. Ahora entendía su renuencia por celebrar su cumpleaños, uno que sería más que doloroso. Quería ayudarlo, pero sentía que se estaba entrometiendo en su intimidad. Por ello, decidió permanecer en silencio, al notar que estaba guardando su celular y se disponía a dormir.

Esa tarde él había desaparecido bajo esa excusa, pues cuando incluso Okoye había llamado su atención por sus hábitos nocturnos, Steve había cedido, diciendo que tomaría esa tarde libre y reanudaría sus deberes tras la cena. Nadie había querido molestarle, esperando que tomara una siesta, pero Clint pensaba que era algo poco probable.

Había imaginado que escaparía al gimnasio, que entrenaría en su cuarto, o seguiría haciendo su trabajo a escondidas, pero no eso. Debió haber sabido mejor.

“Si pudiera desear un feliz cumpleaños…me gustaría que ellos volvieran” murmuró Steve, adormilado, con lágrimas en los ojos “pero supongo que aún más imposible, sería que él me pueda querer…”

Y si eso no le decía nada, entonces Clint era un supremo idiota. Y lo sería más, si no intentaba jugar a ser Cupido por Steve.

Un Cupido poco convencional, claro está.

Notas finales:

Espero les haya gustado, y nos vemos, como dije, el sábado (si todo marcha bien). Cualquier duda o reclamo pueden dejarla en comentarios, y les prometo, que esta historia terminará bien.

Nos vemos entonces ¡Cuídense mucho!


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