Ya habían pasado algunos meses desde que Seirin ganó la Winter Cup, pero eso no quería decir que los entrenamientos se hubieran vuelto menos estrictos, por el contrario, la entrenadora se había asegurado de duplicar lo que hacían normalmente, siempre recordado que no debían de conformarse para llegar a la cima.
A Kagami esto no le molestaba, de echo, le entusiasmaba la idea de tener un entrenamiento aún más duro. Muchos lo considerarían un psicópata o incluso le dirían Bakagami por esto, pero…¡Vamos! Era un obseso del baloncesto, no importaba lo duro que resultará un entrenamiento siempre y cuando pudiera disfrutarlo y jugar tanto como fuera posible.
Por este motivo no rechazaba nunca los enfrentamientos con la “Generación de los Milagros”, incluso le parecía cada partido más emocionante que el anterior. No obstante, fue justamente por esto, que empezarían sus grandes pesadillas.
Era un hermoso día de verano, no quedaba mucho para que les dieran las vacaciones y comenzaron su espartano entrenamiento en la playa o la montaña, posiblemente ambos teniendo en cuenta lo ocurrido el año anterior, y justamente por eso la flojera se presentaba cada vez más.
En los últimos días no hacían nada, sus profesores incluso les estaban poniendo películas. ¿Eso de que les servía? Podrían dejarles la hora libre, ¡Así podría ir a jugar al baloncesto! Pero no, eran demasiado aburridos y amantes de hacerles sufrir como para consentir algo así. Por eso había optado por escabullirse de la clase y vagabundear por los pasillos libres con destino la terraza, cuando algo llamó su atención.
Aida Rico, la entrenadora de club de baloncesto, se encontraba en una habitación completamente a solas mientras escribía algo en su computadora con gran rapidez y emoción, incluso podía apreciar como daba gritos ahogados. Lo más extraño es que mientras hacía esto, estaba hablando en una vídeo llamada con alguien desconocido, pero por esa chillona voz estaba seguro de que era una mujer.
- ¡¿En serio?! – Rico sonaba emocionada, su voz a penas podía mantener el volumen normal.
- ¡Te lo juro! – Esa voz…¿De dónde le sonaba? – Estaba yendo a regañar a Deiki cuando los vi…¡Estaban haciendo eso!
- ¡No me lo puedo creer! Es decir, me lo imaginaba de Aomine, después de todo es un pervertido…¡Pero no de nuestro dulce Saku-chan!
- ¡Kya! – Oh, sí. Ese grito era inconfundible, era Momoi de Touo - ¡Cuando lo vi no lo creía! Pero ahora estoy segura, ¡Daiki y Ryo son novios!
What?! ¡¿Pero qué narices decía esa loca?! ¡Era obvio que Ahomine era heterosexual, tenía un horrible fetiche con los pechos!
Kagami se sentía mareado e incluso en shock al oír la gran noticia. Le resultaba imposible de creer.
- ¡Waaaaa! ¡Momoi – san, tienes que pasarme una foto! Yo lo quierooooo
- Am….es que no tengo fotos….
- ¿Por qué no? – Su voz sonaba a una de ultratumba.
- Es que…no estaban haciendo nada. Bueno, si pero no.
- No te entiendo
- Daiki andaba molestando a Ryo y una cosa llevo a la otra.
- ….¿Y no hiciste fotos?
- B…Bueno…¿Y qué hay de Seirin?
- ¡Aquí los chicos están muy bien, yo los veo comerse con las miradas los unos a los otros! En especial a Kagami y Kuroko
- ¡Lo sabía! Eso es amor~
El horror que había sentido antes al imaginar el que Aomine tuviera algo con Sakurai no se comparaba al que sentía en esos momentos al imaginarse en una relación con Kuroko.
¡No! Eso era…era horrible.
Le daban escalofríos de solo pensarlo.
Finalmente acabó huyendo del lugar, pensando que sería más seguro estar viendo una absurda película que encontrarse con su entrenadora en modo loca psicópata.
Por suerte, aún no llegaba el profesor por lo que pudo sentarse en calma solo para verlo entrar al momento siguiente.
- Bien, como saben hoy toca una película, todo para mejorar.
- ….¿Mejorar?
- ¡Por supuesto! ¿Qué mejor manera de aprender un idioma que viendo una película?
Y así, le dio al play solo para recibir quejas al ver que era una película de Disney, la infantilidad en persona, pero el profesor solo los ignoró.
Por su parte Taiga solo todo sus ojos, dejándose invadir por el sueño sin saber que los nombres de tantas parejas homosexuales que salieron de los labios de ambas chicas antes de que él se fuera, lo perseguirían hasta lo más profundo de sus sueños.
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