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Sorry por Reiga

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Notas del fanfic:

Lamento haberlo publicado un dia despues, error mio al ver el orden del calendario pense que me tocaba hoy u.u 

Espero les agrade, estoy algo oxidada. n.n

bonita semana!!

Espero este disfrutanto el mes de esta hermosa parejita!! 

 


~~*~~


 


El cuadro sobre su escritorio y la imagen que se dejaba ver en él. Era todo en su mundo. Porque lo que vivía y seguramente por lo que moriría. Su alegría, su vida,  en definitiva su todo.


Momentos difíciles pasaron en  su vida cuando su hija nació.  En ella estaba escrito su destino para bien o para mal. Lo quiera o no. Lo supo en el momento en el que aquella alfa se había cruzado en su camino. Ambos con una misma fuerte definición pero para aquellos que tenían poder y dinero no eran suficientes.


El que fuera un alfa con genes inigualables no había importado para la familia de su novia, necesitaba estatus y un apellido con historia. Y la única historia que podía contar era la de su luchadora madre que apunta de baños limpios lo había sacado adelante. No. Eso seguía sin ser suficiente.


Sin embargo una brecha bastante minúscula se abrió cuando obtuvo una beca y la posibilidad de estudiar derecho. Que aunque no le gustara estaba más que dispuesto si con ello podían aceptarlo como pareja de su adorada princesa.


Las cosas iban bien. Al menos toleraban que fuera visitarla a su casa de ves en cuando sin echarlo a patadas. Eso verdaderamente fue un avance. Avance que fue aplastado a los meses en que su novia quedo embarazada. Toda posible aceptación se borró y comenzó su calvario.


Las peleas con su novia fueron en aumento. Los meses pasaban y la joven era incapaz de adaptarse a la vida humilde sencillamente porque no ponía de su parte. Ella quería sus lujos. Quería volver a casa y ser la hija de papi. Los meses seguían pasando y sus esfuerzos eran en vano la niña dulce de la que se había enamorado a cada segundo se daba cuenta de que realmente nunca había existido.


De ello definitivamente termino por darse cuenta cuando su hija nació. Aquella niña que no dejaba de llorar en los brazos de ella dejaba de hacerlo en cuando él le hablaba. Era hermosa a sus ojos. Morena como el pero de cabello gris como su madre. El que su pequeña fuera de un caso en mil a él no le importo en lo absoluto. Era su hija, su omega, su vida. La protegería de quien sea.


Así sea de su propia madre. Después de un mes tanto el cómo su pequeña solo se convirtieron en una gran suma de dinero. Cuando el dinero fue arrojado en su mesa de centro lo único que dijo y de la manera más fría que pudo fue.


“Quiero el triple y a ti lejos de nosotros” mirando a la joven que aun amaba.


Luego de aquello solo fueron términos y condiciones que ambas partes no debían romper.


Aomine no estaba contento. Se había vendido, estaba enojado y sintió impulso de tomar el dinero y arrojárselos en la cara. Pero no lo hizo. Pensó un poco más allá por su misma hija. Sabía que tendría que dejar su carrera y no tenía a nadie que lo pudiera ayudar ni siquiera para cuidarla pues a su madre la había perdido años atrás en un accidente. Estaba solo.


Los años venideros fueron malos y se le vinieron peores pero salió adelante. Desde limpia baños, barredor municipal,  hasta acompañante y  entre otras cosas que prefería no nombrar pues aunque no lo pasaba mal  no las presumiría con orgullo.


Y ahora era nada más ni nada menos que director general de una empresa renombrada. Como se había dado el caso ni él se lo creía. Momoi Katsuki era una chica extrovertida y algo loca para la que trabajaba. Su relación jefe empleado cambio rápidamente a amigos de confianza, la chica le había tomado bastante estima y gracias a ello y su arduo trabajo fue subiendo de nivel. El que fiuera director general ahora era simplemente porque su amiga le había entrado la calentura. Aquello no tenía otro nombre.


Un dia  solo lo cito a una reunión y le dijo que nombraba director general y que esperaba hiciera un buen trabajo.  Aun recordaba sus palabras.


“Aomine  confió en ti como en mi misma, sé que no hay nadie mejor que tú para quedar al frente. Mi padre estuvo de acuerdo también…. Escucha he pasado 15 años trabajando para esta empresa y sacarla adelante, ahora que encontrado a mi pareja quiero descansar ir y gastar mi dinero como se me plazca justo el”


Lo demás solo habían sido palabras de mujer enamorada, que de cabello celestes, ojos de ángel, piel nieve aroma de dioses un ese omega no se me escapa y bla bla.


En esas circunstancias había llegado a esa oficina. Los primeros días no se sentía muy cómodo pues sentía que no había hecho lo suficiente para estar ahí hasta que se encontró con el señor Momoi. “nada se regala en este mundo chico, se gana” El hombre le sonrió antes de darle la espalda y de ahí en más ni las narices se le ha visto. Pero fue suficiente para convencerlo


La puerta se abrió sacándolo de sus pensamientos dejando ver a su secretaria. Su mirada lo puso en alerta y espero.


—Aomine-san llamaron de la escuela de su hija y…


“Carajo” fue lo único que salió de su  boca al momento que salía con toda la caballería. Iba a matar a alguien de ello estaba seguro. Rompió como tres leyes del tránsito pero estaba esperando que alguien le dijera algo y le rompería su madre.


Ante de bajar se quito la corbata y la chaqueta quedando solo con su camisa blanca, inconcinamente se estaba preparando para golpear a un par de mocosos malditos.


Un profesor lo estaba esperando y lo guio a lo que parecía ser la enfermería, miro a un lado a un  chico pelirrojo que se notaba asustado junto a un hombre mayor que lo miro con algo de miedo también. Ambos eran pelirrojos supuso que el mayor seria su padre. Iba a partirle la cara hasta que el profesor lo saco de sus  pensamientos y le indico que detrás de la cortina estaba su hija


Se apresuró en llegar a ella. Inconsciente, recostada en una camilla. Alrededor de sus ojos estaba irritado por  lo que seguramente fue su llanto. Tomo una de sus manos y acaricio sus mejillas.


—Sr. Aomine lamentamos mucho esto. Entro en celo durante su hora de educación física y fue atacada por uno de sus compañeros.


Aomine apretó sus dientes y reprimió las ganas de llorar. Salió peor que un toro tomando al pelirrojo menor de la ropa dándole un golpe certero en el rostro iba a darle otro en el estómago pero se interpuso el pelirrojo mayor.  Haciendo que se doblara por el golpe y su hijo gritara preocupado por él.


—¡Cálmese Sr. Aomine! — tanto el profesor como el enfermero a cargo lo tomaron de los brazos. Impidiendo que lo golpeara otra vez.


—Suéltenme voy a matarte. ¿Quién te crees? ¿Que por ser un alfa puedes hacer lo que quieras con mi hija? Voy a enseñarte que no, no quiero que vuelvas tocar a mi hija. Engendró


—Sensei, veo que con este señor no se puede hablar —hablo solemne el pelirrojo mayor. —Si me disculpan me retiro, gracias  y disculpe el inconveniente.


Aomine recibió una mirada de completo odio del pelirrojo que le hizo temblar un segundo.


—¿Crees que  con una disculpa se soluciona todo?


—Cierra la boca idiota  y preocúpate de tu hija mejor —Dijo antes de salir de ahí llevándose consigo a su retoño.


—Aomine se quedó con unos cuentos insultos en la boca y una rabia que lo llevaba el diablo. Volvió donde su hija  y la tomo en brazos.


—Aomine-san, tranquilo sé que esto es complicado para usted pero déjeme decirle que no paso a mayores, si es lo que piensa.


 No quería seguir escuchando. Ya tenía suficiente con aquello. Ahora solo quería llevarla a casa y estar con ella. Al llegar la recostó en su cama y la observo hasta que de apoco fue despertando.


—Hola bebe ¿cómo estás? — Acaricio su mejilla y se le rompió el corazón cuando  sus ojos grises fueron opacados por sus lágrimas. —ya, ya tranquila — la alzo un poco para que se sentará en la cama  y la abrazo protectoramente  —lamento mucho que hayas pasado por esto.


—Estaba tan asustada papá


—Ya paso, mi pequeña, ¿cómo estas’? ¿Cómo te sientes? ¿Qué te hizo ese animal?.


—Nada, estaba forcejando con el cuándo llego Shiro-sempai y me ayudo.


—Ya veo, debemos darles las gracias entonces. En cuanto al otro chico el pelirrojo, hare que lo expulsen, ¿quién es? ¿Es de tu clase? — preguntó mientras volvía a recortar a su hija en la cama, retiraba sus zapatos y la tapaba con una frazada.


—¿Pelirrojo? ¿Shiro-Sempai?


—No, el que te ataco, el pelirrojo


—Shiro-Sempai es pelirrojo, el que  me ataco es un compañero de clases, se llama Yayoi y definitivamente no tiene el cabello rojo.


—Ay~ — se quejó Aomine llevando su mano  a la cabeza y con sus dedos refregó su frente una y otra vez. Al parecer había cometido un error.


 


~~~~***~~~~


 


Kagami abría la puerta de su casa con pesadez. Entro y seguido su hijo con un aura aún más pesado. El mayor respiro hondo al ver que su hijo no decía palabra alguna y se dirigía a su habitación.


Le daría un tiempo. Más bien le prepararía algo y con ello lo abordaría, sabía que con ello al menos podía hacer que se  relajara un poco.  Mientras esperaba que hirviera el agua miro su departamento. Hecho un completo desastre. No era muy grande pero era linda y acogedora y aunque solo vivieran dos personas en ella podía verse de esa manera en un abrir y cerrar de ojos. Su hijo no ayudaba mucho. No había sacado esa parte de él. Estaba seguro. Su hijo era un amor y su tesoro, el que fuera un poco desordenado era un defecto  con él podía y le gustaba lidiar.


Levanto la ropa tirada  saco un vaso con bebida sobre  la mesita de centro notando que la base estaba marcada en la madera. Eso sí que no le gusto. Ya lo regañaría luego. Escucho el clic de la tetera eléctrica y  volvió a la cocina. Para preparar un café y unas cuantas dobladitas.


Al terminar fue a la habitación. Su corazón enternecido cedió al ver a su hijo sentado en la cama mirando el piso. La comida la dejo en el velador y se sentó a su lado abrazándolo y apaciguando de inmediato su llanto.


—No soy diferente papá, después de todo…


—Shh tranquiló, eso no es verdad, en primer lugar no te dejaste llevar como la mayoría y la defendiste.


—Pero eso no cambia el hecho de que también…


—Lo cambia todo Shiro. El que hayas reaccionado es normal, pero el que le hubieras hecho daño a esa chica o no, fue tu decisión.


Kagami volvió a sonreír cuando su hijo le regalo un pequeña sonrisa ante sus palabras, luego noto  la mejilla que se estaba volviendo morada. Y frunció el ceño.


—Ese maldito animal mejor que ni   vuelva aparecerse en mi camino por qué voy a devolverle el favor.


—Verdad ¿cómo te sientes? —le preguntó preocupado Shiro.


—Bien no me dolió tanto, y si no le conteste como era debido es porque como padre entiendo que estaba preocupado. Y ya mejor no hablemos de eso. ¿Estas mejor?


—Sí, gracias papá te quiero.


—yo más, ahora come y luego descansa.


Kagami salió de la habitación de Shiro, para ir a la propia   dio un suspiro de alivio que no creía. Su hijo lo había criado bien,  por su calidad de omega Shiro era doblemente  consiente de que no  quería cometer  errores como del quien fuera su padre. Como alfa no quería ser como él y por los omegas como su padre no querías hacerles daño.


Aun así  Kagami había estado preocupado. Su lado alfa podía ser más fuerte y podía dejarse llevar por el mero instinto, la posibilidad estaba. Pero su hijo la había aplastado por sí solo no podía estar más orgulloso.


 


~~~***~~~


 


Aomine estaba enormemente arrepentido había cometido un error no uno varios., había golpeado al chico que había defendido a su hija y no solo el sino a su padre también. Quien para colmo era omega. Y por si fuera poco a su hija le gustaba dicho joven.


—Amor deja de llorar. Mañana iré hablar con ellos y me disculpare.


—De seguro Shiro Sempai me odia, ¿porque tuviste que pegarle  a su papá también? En el colegio quieren mucho a Kagami-san, ¡van a odiarme!


—Ya bebe metí la pata pero lo voy arreglar ¿sí?


—No, eres muy bruto papá, yo hablare con el mañana — Aomine sintió el insulto muy de cerca y se sintió indignado hacia su hija. No de forma seria pero si estaba indignado pór el voto de fe que obviamente no tenía.


—Está bien, está bien descansa por ahora, te levantare para la cena.


 


~*~


 


Al día siguiente Aomine estaba listo para ir a la escuela debía disculparse. Su hija de seguro no estaba  de acuerdo pero necesitaba hacerlo. Al perecer el hombre trabajaba en la guardería que perteneciente a la preparatoria.


Con un par de preguntas llego al lugar viendo como el pelirrojo recibía a los pequeños que debía cuidar. Tenía que decirlo tenía ese carisma y algo que daba confianza, por ello mismo veía a esas madres dejar con confianza a sus pequeños.


Se acercó en cuanto la última de ellas se retiró. Sonó una especie de timbre así que supuso no llegarían más. La puerta corrediza la abrió llamando la atención inmediata de los que estaban adentro. Y titubeó cuando su mirada se topó con la rojiza.


—Disculpe, me gustaría hablar con usted un momento.


—Lo lamento pero como vera ahora no puedo — la voz de Kagami sonó molesta dejándole en claro lo obvio del porque no podía.


—Claro, ¿a qué hora terminas?


—¿Cómo? — Kagami no comprendía del todo, y se sentía molesto de solo tenerlo en enfrente


—Mira quiero disculparme apropiadamente contigo, dime a qué hora terminas y pasare a recogerte.


Kagami dejo salir una carcajada y dejo en el suelo al pequeño que sostenía para acercarse al moreno arrogante. El hombre era unos centímetros más alto y con un cuerpo grande además. Atractivo por decir lo poco. Pero desagradable sin duda.


—Las disculpas no me las debes a mi si no a mi hijo, ahora te pido que por favor te vayas, no quiero darles a los niños una clase de boxeo tan temprano ¿te queda claro?


Esas palabras el pelirrojo casi las había susurrado sobre su boca. Aomine estaba sin duda impresionado.  Acababan de amenazarlo con golpearlo y se sentía a gusto con ello. El pelirrojo era simpático, bello si era humilde para describirlo. Vamos que le había agradado. Su sonrisa no podía ocultarla más cuando notaba con ello solo lograba irritar más al hombre.


—Está bien comprendo que estés molesto,  disculpa las molestias.


Luego de que quedara solo con los niños respiro hondo, no había sido fácil contenerse con el hombre que había llamado engendro a su hijo.


La jornada había terminado y el último de sus niños ya estaba sano y salvo  en los brazos de  su madre.  Su hijo solía esperarlo en la biblioteca para irse juntos pero ese día le había avisado que se iría antes a casa junto con tres compañeros para terminar un proyecto que debían presentar la próxima semana.


Dejo todo listo para el día siguiente y apago las luces.  Eran alrededor de las  cinco de la tarde, ya alumnos no quedaban solo una par de profesoras y el. Iba saliendo del colegio cuando vio al moreno a un lado, paso tranquilo Ignorando por completo su presencia.


—Eso es frio Kagami-Sensei — el pelirrojo se detuvo y lo miro con el ceño fruncido. —¿podemos hablar como gente adulta que somos?


—Oh lo siento no veo al otro adulto  — y siguió caminando, hasta que Aomine lo tomo del brazo no tan fuerte pero si con la clara intención de que se detuviera en el acto.


—Mira, sé que la embarre, pero estaba enojado, creí lo peor cuando vi a mi hija inconsciente y el único culpable a mi vista fue tu hijo. Me cegué lo siento. No debí golpearlo a ti tampoco, ¿qué puedo hacer para que me perdones?. Mi hija también esta preocupada, al parecer está interesada en tu hijo, y piensa que ahora es odiada.


Kagami suspiro y sujeto la mano morena para alejarla de su brazo.


—Está bien también lo siento, solo estaba siendo algo obstinado —Aomine noto un pequeño sonrojo en el Sensei —No culpo tu reacción. Más bien la entiendo hubiera sido mi hija habría reaccionado igual o peor, quien sabe. Así que no te preocupes.  En cuanto a Shiro no  creo que odie a tu hija. Así que tranquilo, dejemos todo esto hasta aquí. ¿Te parece?


—Me parece, pero no quiero dejarlo así, dije que quería disculparme apropiadamente, quiero que al menos me permitas invitarte un café. 


Aomine noto la mirada extrañada y recién se dio cuenta de que estaba siendo insistente. Quizás y el hombre tenía pareja, si fuera la suya ni a la esquina lo dejaría salir solo y… “en que rayos estaba pensando”. Se reprendió mentalmente.


—Lo lamento, de seguro a tu pareja no le debe parecer que salgas con otro hombre. —dijo Aomine con doble intensión.


—No tengo pareja y ahh — suspiro derrotado, suponía que no tenía nada de malo salir con el moreno. Se notaba arrepentido. —Está bien acepto el café, pero donde yo quiera. No voy a ir a uno de esos lugares donde no te dejan entrar sin etiqueta. — Kagami dejo entre ver la diferencia entre ambos, de manera grata. Solo lo decía ya Aomine se vestía de manera formal y en el cambio jens, camisa, poleron y mochila a la espalda. A sus treinta y dos años aun vestía como un chico de veinte.


Y Aomine si no supiera que el hombre  tenía un hijo de  dieciséis también lo creería.


 


~~*~~


 


Después de ese día se siguieron viendo por insistencia del moreno. Ignorando por completo la amenaza de Shiro, las negativas sin mayores defensas del pelirrojo pues solía derribarlas con solo un puchero mal fingido. Y por sobre todo la negativa de su propia hija traidora. Cosa que tampoco duro mucho.


A los dos meses de invitar al pelirrojo en plan de amigo se dio cuenta de que no era todo lo que quería. Quería al hombre para él. Quería destrozar su boca en el primer beso pero se controlaba. Su dulce aroma lo volvía cada vez más demente por no poder tocarlo de manera íntima y con posesión.


Pero hoy todo sería diferente, tenía todo preparado para dar el gran paso. Shiro le había dado el visto bueno. Si sus sentimientos eran sinceros y su padre lo aceptaba para el estaría bien. Su hija también ese día le había ayudado a preparar todo  para la  cena romántica que se daría esa noche. Y se había despedido con un “Si te rechaza, es un tonto. Pero  no te preocupes, siempre estaré  yo para consolarte”


En timbre sonó y  tomo una rosa que estaba a su lado. Estaba nervioso. Hasta el día de ayer eran buenos amigos y ahora le dejaría claro que eso terminaría. Pues no podía seguir siendo solo amigo de la persona que se había enamorado


Cuando abrió la puerta vio a un avergonzado Kagami. EL moreno en tanto trago seco. Kagami vestía sus acostumbrado jens pero con una camisa y una jaqueta te tela con gorro que le daba un toque de  semi formalidad. También su cabello estaba un poco más corto y olía a menta.


—No digas nada, Shiro insistió en que debía arreglarme un poco de vez en cuando.


—Pues yo no tengo problemas en el cómo vistes, pero sí,  tengo que decir que te vez… mm bien — que bien… para Aomine “hermoso” era decir poco, su cabello ahora corto dejaba ver su cuello por completo. Se sentía como un cuarentón a la siga de un veinteañero. Y aunque el  aun no tenía cuarenta ni Kagami sus veinte estaba seguro de que así se veían.


—Gracias — le sonrió Kagami ingresando a su departamento  quedando de piedra al ver el ambiente.


—Sé que es extraño pero solo disfrutemos de  la comida y luego hablaremos — le pidió el moreno. Era obvio que algo no andaba bien cuando tu amigo te invitaba a ver una película y este en vez de palomitas  te esperaba con una cena para dos a la luz de la velas.


La comida transcurrió con normalidad. El moreno recibió con gustos los elogios de quien cocinaba como los dioses. El postre fue aún mejor pero tuvo que reconocer que los méritos no eran del todo suyos. Su hija había metido bastante su cuchara. La conversación seguía siendo amena pero algo no andaba según lo planeado  para Aomine, los nervios lo estaban matando y Kagami perecía disfrutar de ello.  Se acercaba el momento en que tenía que hablar, decir las cosas que había planeado cuando llegara el momento después del postre. El momento era este y su boca parecía estar cocida.


Salió del trance cuando Kagami rio bajito al dejar su  cuchara en el plato.


—Se está haciendo tarde es hora de irme.  Mucha gracias por la cena Aomine, estuvo deliciosa.


Aomine salió de sus pensamientos de como comenzar y se alarmo ante las palabras del pelirrojo que estaba cerca de la puerta para tomar su abrigo. Bien, no podía seguir esperando, las palabras no eran lo suyo. Él era un hombre de acción.


Daiki sujeto al pelirrojo de la cintura arrinconándolo con la puerta de la entrada. Se miraron, uno confundido el otro decidido. La pregunta al aire de Kagami dio hincapié a Aomine para tomar esa boca y hacerla suya. Con una mano en sus cintura y la otra en su mejilla lo ínsito a corresponder  lo que estaba siendo su primer beso compartido.


Kagami sonrió en medio del beso. Fue tomado por sorpresa pero reconocía que había resultado su presión psicológica al decirle que se iría. Aquel beso lo esperaba desde hace ya un tiempo. Y por fin sucedía. Sus manos tomaron vida  pasando por los hombros del moreno para rodear su cuello y apegarlo aún más a él. Su lengua tomo confianza y sin vergüenza se enredó con la contrario haciendo ruidos poco gratos para un espectador.


Podían estar más tiempo así, pero no, debían hablar.  Aomine le dio término lentamente al beso. Abrió sus ojos solo para ver la mirada brillosa de su chico. Y sonrió al ver las cosas todas claras.


—Te demoraste — le dijo Kagami abrazado al moreno  y apoyando su cabeza en su pecho.


—De haberlo sabido, me habría declarado antes. Tenía mis dudas aun. — confesó  correspondiendo el abrazo.


—¿Con respecto a mí?


—Con respecto a lo que tú sentías por mí.


—Pues te odie en un inicio, pero eso paso en cuanto me esperaste, eras insistente. Al final termine rindiéndome y me gustaba estar contigo, cada vez que volvía a mi casa, esta parte pulsaba — dijo Kagami refregándose la parte de atrás de su cuello. Siempre había sido regular en su celo y sabía manejarlo, pero desde que el moreno se había aparecido en su vida, todo se había vuelto patas arriba, había hecho cosas en su habitación de las que se avergonzaba casi como una necesidad. Hasta su hijo se había dado cuenta de su vergonzosa situación. Su fuerte aroma lo delataba.


Aomine lo alejo un poco de su cuerpo solo para ver un tierno sonrojo en sus mejillas, lo volteo con algo de brusquedad presionando su brazos a la puerta, su vista se volvió borrosa y llena de deseó. Inhalo su aroma  y beso su cuello con ternura.


—Créeme que es lo que más deseó, Kagami, dejar mi marca y reclamarte como mío. Pero quiero hacer las cosas bien. ¿Qué piensas?


Kagami daleo su cabeza, sonrió y busco los labios del moreno para un nuevo beso. Estaba completamente de acuerdo.


Esa noche Kagami volvió a su casa alegando que era un hombre decente.  Más bien como acuerdo mutuo para no dar malo entendidos. Parecían dos jóvenes melosos en su primer  noviazgo. Su hijo no le creería al siguiente día si le decía que  había estado toda la noche regaloneando y hablando cosas del pasado para conocerse mejor. Si, nadie lo creería, mejor llegaba temprano y no dejaba que esa mente inocente pensara demás.


~


Tres meses transcurrieron sin mayores contratiempos. Su relación iba de bien a mejor aún con sus  altos y bajos. Solían discutir bastante, ambos temperamentos eran de temer, pero ninguno era lo suficiente obstinado para reconocer que estaba equivocado o exagerando.


Aomine iba con una ramo de flores a su casa directo después del trabajo, las había comprado de camino pues más tarde iría a buscar a Kagami para su cita en celebración de los cuatro meses, también una que otras cosas a la farmacias. Si Kagami se negaba lo respetaría, pero al menos quería dejar claras sus intenciones. No estaba seguro de pasar un día más sin colarse entre medio de esa par de hermosas piernas. Besar y marcar cada rincón de su piel. Hacerlo sudar, delirar, gritar y hasta llorar en cada una de sus embestidas.


Suspiro al momento de bajar de su auto, solo esperaba tener el tacto al decirle que quería hacerle el amor con locura y pasión.


Saco la llave de su chaqueta y abrió la puerta de su casa, la tele estaba encendida y no tardó en darse cuenta que su hija estaba sentada en el sofá  engullendo un pote de helado. Algo no andaba bien, dejo las rosas en la mesita de centro y se sentó al lado de su primogénita.


—¿Que paso Rin?


—Nada


Aomine rio por el tono tosco, evidentemente aquí pasaba algo. Se quedó un momento en silencio conociendo demasiado bien  su hija.


—Es que no entiendo, pensé que íbamos bien. Ósea, siempre está pendiente de mí, salemos, me viene a buscar, me beso la semana pasada, hizo como si no hubiera pasado pero al menos no me evita…. pero hoy, un chico nuevo pregunto qué clase de relación teníamos y ¡¿sabes lo que el imbécil dijo!?


—¿Que dijo? — pregunto al ver que su hija esperaba que preguntara, también suponía de quien estaba hablando


—¡Que era su hermana menor!, ¿puedes creerlo?, ¡perdóname pero yo no besaría a mis hermanas si las tuvieras! — dijo con aire exagerado. Aomine ya creía que le hablaba de Shiro pero ahora lo había confirmado.


—Ya entiendo


—No, no entiendes nada, mañana le voy a partir su ma… — la chica calló en cuanto Aomine la miro amenazantemente —cara


Aomine  dio un largo suspiro al mirar como la hámster seguía engullendo el helado, ya tendría que lidiar con un dolor de estómago luego.


Ese tema ya lo habían hablado con Kagami, el interés de su hija  por Shiro era obvio. Y hace un tiempo Kagami le había mencionado que creía que a Shiro su hija no le era del todo indiferente, solo que era un poco más tosco para expresarlo. Los dejaría ir a su ritmo.


—Ahh papi se me había olvidado, yo que tú me voy apurando con papigami o van a ganártelo — Aomine de primera le había pedido por favor que dejara ese sobrenombre, pero dejo de hacerlo cuando se dio cuenta de que a Kagami le gustaba. Ambos tenían una relación bastante cariñosa y sabía que su hija se lo decía con cariño también.


Aomine la miro atenta, su hija estaba seria y con el ceño fruncido


—¿Porque lo dices?


—Hoy llego un ayudante a la guardería, el chico es beta pero dejo bastante claro su interés por… vaya —no había ni terminado de hablar y Aomine ya se había ido.  —Jamás lo había visto así — dijo antes de retomar su helado.


Aomine iba echando humo por las orejas, llego a la escuela y por la ventana observo cosas que prefería haber ignorado. El chico era bastante insistente. Diría que era bastante obvio. Espero hasta que despidieron al último niño y no aguanto más.


Entro. Y respiro hondamente ante de mostrar una sonrisa de lo más falsa


—Te estas demorando amor — Kagami le miro sonriendo al instante. Ignorando por completo sus oscuras intenciones.


—Perdona, es que estábamos dejando todo listo para mañana, tendremos una actividad con los niños.


—¿Necesitan ayuda?


—No ya estábamos terminando, pero gracias. Toshi-kun te presento a mi pareja, Aomine Daiki. Daiki él es el nuevo asistente.


—Un gusto —  dijo Aomine tendiéndole la mano,  sonrió victorioso ante esa presentación y la cara de tres metros que el joven tenía.


—El gusto es mío, pensé que kagami- Sensei no tenía pareja.


—Oh claro que la tiene. Soy su novio, pareja, pronto esposo y futuro dueño ¿te queda claro?


Kagami no sabía si reír, pegarle o enojarse por semejante idiotez. Opto por reír y aligerar el ambiente.


—Ignora eso Toshi-kun, se nota cuando Daiki anda de buen humor. Bueno todo ha quedado listo así que nos vemos mañana. Bonita noche — el joven rio forzosamente y fulmino con la mirada al moreno que no dejaba de mirarlo con la v de la victoria en la frente.


En cuanto estuvieron en el auto, Aomine pidió las disculpas apropiadas.


—Perdona en serio, eso fue inmaduro de mi parte, pero no me gusto ese chico.


—Está bien, solo espero que todo eso no quede en palabras sino de verdad te cambiare por… Aomine lo tomo de la nuca y demando un beso profundo, mordiéndolo en el acto. —ay, ay , ay, ya lo siento, lo siento. Si serás bruto — se quejó ante el dolor en su labio.


—Búscame y me encuentras querido


—Bien, ¿y donde iremos hoy?


—Te había comprado flores, pero donde salí  enojado se me quedaron, aunque traje lo importante — en un semáforo en rojo, Aomine alcanzo una bolsa que tenía en los asiento detrás y se la paso a Kagami.


—¿Qué es esto? — preguntó al momento mientras abría la bolsa y se sonrojaba un poco. — ah —no sabía que decir, pero aun así estaba mirando la cajita de condones y leyendo las virtudes que tenían.


—Pase la vergüenza de mi vida, pero son necesarios.


—Hay que darle un buen uso entonces — se atrevió a contestarle, causando un risita juguetona en Aomine.


—Apuesto a que si, al menos para empezar. No quiero lastimarte, pero apenas te vayas acostumbrando olvídate que los utilizare.


Aomine lo había dicho de manera natural, no había esperado semejante reacción,  el auto se inundó de un aroma sin igual, pero que  conocía bien, anuqué desde que lo conocía nunca lo había sentido tan fuerte.


—Esto es tú culpa idiota


Aomine volvió a sonreír mientras aceleraba, queriendo llegar al lugar que los esperaba. Miraba anhelante y  de reojo al hombre que se retorcía y sudaba. Inquieto ante un celo inesperado. Pero que él desde un comienzo había ansiado.


 


Fin

Notas finales:

Espero les haya gustado n.n!!Saludos!

disculpen los errores! 

Bye bye 


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