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El mensaje de voz por ToadThearian

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Notas del fanfic:

Antes de empezar, sí, ya se que tengo un fic con un año sin actualizar.

Y ya estoy trabajando en la conti, pero queria terminar esto para asegurarme de que aun sabo eskrivir. Aunque sea de manera medio decente. 

Igual, gracias a Abbyss por todo el apoyo que me ha dado para seguir escribiendo y no dejar que me acobarde y me de por vencida. 

 

Por cierto, si estas leyendo esto: Preciosmetalshippera, lamento no haberte contestado ese review que me dejaste en mi otro fic, es que tus palabras eran tan bonitas y en ese momento yo no sabia si continuar esa historia o no. Pero muchisimas gracias por el review, en verdad lo aprecio mucho D,:. 

Notas del capitulo:

Espero que lo disfruten, lo escribi con todo mi corazón. 

La luz de aquella mañana se sentía incluso más insoportable de lo normal. Así solo fuera un pequeño rayo de sol tocando su rostro.

Abrió levemente los ojos solo para de inmediato hundir su cara en la almohada mientras trataba de que su adolorida cabeza pudiera rememorar que había pasado la noche anterior en la fiesta del gimnasio de Blue. Se maldijo así mismo por haber subestimado al alcohol, pues apenas si podía recordar destellos del lugar y algo más de forma muy poco clara. Sin embargo, cuando sacó su rostro de la almohada se dió cuenta que talvez la única consecuencia que sufría de su primera borrachera era la resaca.

Después de todo se encontraba solo en su propia habitación y, aunque arrugada por haber dormido con ella, con su ropa intacta. Tampoco parecía tener alguna herida por haberse peleado con alguien, talvez vomitó pues sentía un amargo sabor en su boca seca, pero solo eso.

Con eso aclarado, Silver se disponía nuevamente a dormir hasta que sintió como el repentino sonido de una notificación de su celular taladraba sus oídos. Tomó con desgano el aparato mientras murmuraba groserías en la almohada. Si se trataba de algún video o imagen estúpida se juró a sí mismo que tiraría el teléfono contra la pared. Le tomó un segundo el que sus ojos pudieran acostumbrarse al fuerte brillo de la pantalla (intensificado por su estado) y entonces notó que la notificación era de Gold. Gruñó fastidiado mientras abría la aplicación esperando la razón para arrojar el pobre teléfono, sin embargo, se encontró con algo que genuinamente lo dejo confundido.

“Gold: de verdad?”

Fue el único mensaje debajo de lo que parecía ser una grabación de voz. Pero no de parte del azabache como cabría esperar, sino suya. Con la fecha de la noche anterior.

Una horrible sensación invadió su pecho en el momento en que presionó la marca de reproducción y lo que escuchó fue su propia voz en un mensaje que no podía recordar haber grabado.

-*-*

Silver sentía como su cuerpo se tensaba aún más cada que Kris chillaba de emoción mientras miraba el celular con aquella expresión tan boba. La cabeza le dolía menos luego de tomarse una aspirina, pero un pequeño dolor punzante aún persistía, y con semejantes gritos ya perdía la esperanza de que desapareciera. La chica sentada frente a él por otra parte estaba radiante, como si no hubiera sufrido ninguna consecuencia de la noche anterior, a pesar de que (hasta donde podía recordar) había sido la primera en caer inconsciente.

—¡Esta es la declaración más linda que he escuchado! ¡Las amenazas solo lo hacen más tierno! —gritó de repente y a una velocidad que el pelirrojo apenas si podía procesar— ¡Yo siempre supe que eras ga…!

—¡No! — gritó de inmediato arrebatándole el aparato de las manos de la chica con todo y audífonos—De seguro es solo una maldita broma de Blue aprovechando que tuvo que llevarme a casa—bufó enfadado mientras guardaba el teléfono. Sabía que no debía haber ido a esa estúpida fiesta—Necesito-

—¡¿Ayuda para que Gold te corresponda verdad?!—Lo interrumpió la chica incapaz de hacer caso a ninguna de las palabras de Silver, y antes de que pudiera hacer nada la chica ya había comenzado a marcar su propio teléfono para pedir refuerzos.

—¡Basta! —dijo desesperado arrebatándole el teléfono a la joven de las manos— ¡Yo no vine por eso! ¡¿Además crees que va a dejar a su novia así de fácil?!

—Oh…cierto. —la joven se calmó por un momento antes de que una idea le viniera a la cabeza—¡Ya sé cómo se lo puedes quitar!

—¿Eh? —el pelirrojo enmudeció por un momento ante lo que él consideraba una horrible proposición.

Y a diferencia de la chica que tenía en frente (o su grupo de “amigos”), él no se consideraba una buena persona.

—¡No te preocupes! Tengo el plan perfecto, primero me hago pasar por tu novia para poner a Gold celoso, y luego; ¡Los encerramos por 5 horas en…!

—¡Con maldito demonio! ¡No!

—Cierto…daría más resultado si me hago pasar por tu novio.

—¡¿Qué carajos?!

—No te preocupes, para eso tomé clases de actuación. Soy muy buena, solo déjame llamar a…— Fue en ese momento que Silver puso su mano en la boca de la chica para que escuchara de una vez por todas. O al menos callarla un momento.

—Yo no vine para eso. Quiero que le digas que todo esto es una broma.

Dicho eso retiró la mano de la boca de la chica y regresó a sentarse a su lugar. Pero esta no parecía convencida ni un poco.

—Pero eso no es divertido.

 —No me importa, no quiero que Gold termine pensando lo que no es. —dijo suspirando mientras se masajeaba las sienes y sentía como el dolor de cabeza crecía poco a poco ante tan absurdo problema— Convéncelo de que es una estúpida broma, porque a mí no me va a hacer caso. Dijiste que lo harías si te mostraba el maldito mensaje.

—Pero Silver…

—Ya basta con eso, estaba borracho y me la jugaron—dijo alzando la voz. Frustrado por eso peinó el fleco de su cara con los dedos y acomodándolo detrás de la oreja— Si soy yo quien le dice no lo va a creer y lo que menos quiero es verlo sintiendo lástima por mí.

Tomó una larga bocanada de aire y bebió el resto del café (ahora frío) que la chica le había servido cuando recién había llegado a su casa. Durante los años siendo casi forzado a pasar el tiempo con los amigos de Gold había desarrollado cierta cercanía por la chica, era ruidosa y fastidiosa, pero nunca como el azabache. Aunque para ser sinceros, para Silver nadie se compararía con aquel entrenador. No lo diría tampoco, pero en cierta forma había llegado con ella debido a que sintió pánico de que aquella grabación fuera tomada en serio.

—Silver— su suave y seria voz llamó la atención del pelirrojo encontrándose con los ojos de Kris cuando esta levantaba la vista del café con leche que había estado observando hacia un momento— ¿Crees que Gold es tan estúpido?

No respondió.

—Es que, ¿Siquiera escuchaste tu grabación completa?

—No, y no me interesa.

El silencio volvió a hacerse entre ambos un momento, antes de que fuera interrumpido por la chica. Esta vez con un deje de calma y algo de dulzura en su voz.

—Pero a ti te afectó que el comenzara a salir con Carrie, ¿No?

Silver sintió como si por un momento algo le diera un pinchazo en el corazón y comenzó a tener nauseas a partir de ese instante. Fue muy difícil el poder mantener la compostura y pensar rápido en una respuesta coherente.

—¿De qué carajos hablas? Por supuesto que no, solo me molesta cuando se pone a hablar de ella. Por mí que se casen si quieren.

—Tiene como dos meses con ella…

— ¿Y qué? —Interrumpió antes de que la chica pudiera seguir— ¿No los viste ayer? Prácticamente estaban uno encima del otro—bufó indignado—¿No viste que se terminaron yendo juntos como a las 12?

—No— de repente un nudo de la garganta se hizo en la garganta de Silver anticipando la respuesta de Kris— Tú eres el único que se dió cuenta de eso.

Silver tragó pesado y apretó la quijada tratando de no mostrar ninguna expresión ante lo que decía la chica. No quería admitir que estaba al pendiente de ellos durante todo lo que estuvieron en la fiesta, no quería admitir que sintió como si le dieran una patada al estómago cuando Gold llegó presentándoles a su novia.

Y lo que le preocupaba a Silver no era el tiempo que tenían juntos. Era que esa chica personificaba todos los temores que el pelirrojo siempre había temido. Una chica linda, amable, tan compatible con Gold y que aparte le correspondiera. Era el tipo de chica que hacia una perfecta pareja para su mejor amigo, y obligaba al pelirrojo a encarar lo que en realidad sentía por él. Su mejor amigo, otro hombre.

 “Qué asco Silver” Se insultaba a sí mismo cada que pensaba en eso.

Y aunque no lo dijo, Kris pudo leer en el ambiente. Mirar la manera en la que el pelirrojo evadía su mirada que se fruncía más en un vano intento por enmascarar los sentimientos que afloraban de él confirmaba lo que estaba pensando.

—Está bien—Silver finalmente volvió su vista a Kris, quien después de un sorbo de su café siguió hablando— Le diré a Gold que se nos ocurrió a Blue y a mí, como un reto. Qué yo te obligué a que dijeras eso. Pero, hasta mañana.

Con aquellas palabras Silver pudo sentir como si un gran peso desapareciera de sus hombros. Sin embargo, no pudo evitar preguntar:

—¿Por qué mañana?

—Por si te arrepientes.

Kris no dijo nada más esperando la respuesta por parte de Silver. Sin embargo, esta no fue más que un frío:

—No lo haré.

 *-*-*

Después de acordado aquello, Silver no duró más tiempo en la casa de Kris a pesar de que esta seguía sin estar muy convencida del plan. Dió una gran respiración y comenzó su camino de vuelta a su hogar. Aun sentía algo de nauseas, pero el estómago también le ardía por no haber desayunado nada antes de salir de su casa.

A los dos pasos una vibración en el bolsillo hizo que su estómago se sintiera aun peor. Porque ya sabía de quién se trataba.

Aun a pesar de los nervios Silver tomo su celular y revisó el mensaje más nuevo que tenía en el chat de Gold.

“Gold: necesitamos hablar

Gold: estoy afuera de tu casa

Gold: te espero”

Se quedó leyendo y releyendo los mensajes una y otra vez, antes de notar la marca que indicaba que él ya los había revisado. Pudo responder algo, pero sabría que sería inútil y al final decidió simplemente apagar su celular e ignorarlo hasta que fuera Kris quien le explicara todo. Pasó el resto del día entrenando y temeroso de que Gold aun estuviera allí al regresar, tomó el peor turno que puedes tener para vigilar un gimnasio, el nocturno.

No solo lo hacía para no llegar a su casa, sino también para mantener su mente ocupada en algo más. Quería que todo ya se solucionara y poder tener la misma relación que tenía desde antes con Gold. Talvez habría uno que otro chiste a sus expensas, pero finalmente todo se olvidaría.

Nadie tendría que pensar que aquella declaración tan patética era real.

Ni siquiera él mismo.

 *-*-*

El sol no había salido por completo cuando Silver terminó su turno como otro de los entrenadores de gimnasio, esos que recibían a los retadores del gimnasio y peleaban batallas con ellos como parte de su prueba para poder retar a la líder. Claro, que de noche en lugar de encontrársela recibirían un cupón para enfrentarla al día siguiente. Menos mal Silver no era el encargado de aquella denigrante tarea y solo se dedicaba a pelear con los dragones prestados que mantenían a niveles más bajos que los de su líder.

Eso y cuidar que ningún entrenador fuera tan idiota para caer por en el ridículo rio de lava que por alguna razón tenía aquel gimnasio.

Luego de tanto trabajo, resultaba difícil seguir adelante sin colapsar. Sobretodo porque en un par de horas se cumpliría un día entero desde que Silver se había levantado. No se sorprendería si se terminaba enfermando por el agotamiento, y tampoco sería la primera vez que aquello le pasaba. Tampoco pensaba que fuera la última, de eso estaba seguro.

Finalmente llegó a su complejo de apartamentos por mera inercia debido al cansancio. Sin embargo este se vio menguado luego de que un chispazo lo pusiera en alerta y de golpe lo hiciera regresar a la realidad.

—¿Pi? —chilló confundido el pokémon con aguda voz, y fue entones que al bajar mirada se encontró con un ratón eléctrico bebe, un pichu. Pero este tenía algo que lo diferenciaba del resto a simple vista, y eso era aquella oreja que terminaba en tres pequeños picos negros haciéndolo ver único a pesar de ser del mismo color que los demás de su especie.

Y él conocía a su dueño perfectamente.

Siguiendo con la vista al pichu que corría en dirección opuesta a la suya fue que dio con quien se encontraba fuera de la puerta de su apartamento. Sentado a los pies de esta, con una cobija alrededor de su cuerpo, su rostro lleno de banditas y sus ojos que parecían luchar por permanecer abiertos. Gold. Se sintió incapaz de respirar por un momento y trago con mucha dificultad. Sin embargo, cuando el joven que llevaba la gorra hacia atrás dirigió su vista hacia él luego de que la pichu lo apuntara energético fue que supo cómo debía actuar. Entonces apretó los puños y se dirigió hacia el con el ceño completamente fruncido.

—¡Quítate me estorbas! —le gritó mientras de una patada lo quitaba de su puerta despertando completamente al de cabello azabache—¡Y lárgate de aquí! Molestas a los vecinos.

Gold de inmediato se levantó del piso. ¿Está de verdad iba a ser la manera en la que Silver lo iba a recibir luego de hacerlo esperar todo el día y toda noche a ver cuándo se le ocurría llegar?

— ¡Yo te dije que iba a venir! ¡Y no molesto a tus vecinos, es más la chica del número 12 me dió café! —gritó indignado mientras señalaba la taza en sus manos.

—¡No me importa, no te quiero dormido en mi jodida puerta como perro callejero!

—¡No lo habría hecho si me hubieras mandado un mensaje o hubieras llegado!

Después de tantos gritos intentando que el otro escuchara, duraron un momento para recuperar la respiración. El primero en hacerlo fue Gold, pero al contrario de que cabría esperar, habló de manera calmada y suave.

—Te esperé.

—Eso veo— respondió el pelirrojo evadiendo incomodo su mirada.

—Necesitamos hablar—el azabache bajó la mirada algo avergonzado de recordar la razón por la que estaba allí—Lo que decías en la grabación, ¿era verdad?

—No.

—¡Mientes! Te escuchabas demasiado borracho como para eso.

—¿Entonces para qué preguntas? — escupió con algo de veneno en su voz.

—Es que…—dudó por un momento y el pelirrojo ya no pudo más.

Luego de un gruñido desesperado trato de empujar a Gold de la entrada de su apartamento, pero este se puso firme en el lugar sosteniendo el pomo de la puerta y manteniéndolo a raya. Debajo de él, la pequeña pichu “ayudaba” a su entrenador empujando la puerta para mantenerla cerrada. Mientras seguían forcejeando sus rostros se encontraron demasiado cerca y ambos sintieron enrojecer sus mejillas un poco, fue en ese momento que Silver notó la mirada del otro. Una que no había visto desde su infancia, la que le dirigía cuando su rivalidad era mucho más agresiva y él comenzaba a decir cosas malas hacia los pokémon. Estaba lleno de determinación.

Gold no iba a dejarlo irse así como así, por nada del mundo.

—Necesito saber si lo que dices es verdad—dudó un momento, pero no se permitió retroceder—dilo de nuevo.

—¿Que odio verte con la cursi de tu novia?

—No— tomó todo el aire que le cabían en los pulmones y finalmente soltó luego de un suspiró—Tú me dijiste que me am-

—¡No! —interrumpió Silver con el rostro de un color que casi igualaba su cabello.

No era posible, no era posible. De lo que había escuchado de la grabación se entendía que le gustaba, pero, él, Silver, había dicho la peor cursilería que se juró jamás decir. Y más o menos podía recordarlo ahora, como si aquello hubiera gatillado ese recuerdo: Sus palabras lastimeras mientras estaba borracho, diciéndole a Gold que: “…a pesar de todo lo que odiaba su estupidez, se odiaba aún más porque lo amaba”.

Y nuevamente se sintió incapaz de respirar, de moverse, de emitir un sonido. Como si su cuerpo hubiera sido congelado repentinamente, apenas siendo capaz de reaccionar cuando sus ojos escuecen y el calor en ellos amenaza la posibilidad de lágrimas.

—¿Y qué? ¿Vas a burlarte de mí? —gritó escudándose en la ira y dándole finalmente la espalda al otro joven.

—¡No! —intervino Gold acercándose al pelirrojo—Yo nunca…

—¡¿Entones qué?! ¿Vienes a compadecerte del marica tu amigo? ¿Te sientes mal de qué me haya enamorado un hétero? — En voz alta le sabia incluso más repulsivo que todas las veces en las que lo había pensado— ¿Vas a venir a mirarme con lastima y tratarme con condescendencia porque eres un chico tan bueno y comprensible? — Escupió con sarcasmo y tanto veneno como le fue posible. E intento seguir hasta que un grito del azabache lo detuvo.

—¡Es que yo también te amo!

Nadie fue capaz de decir nada, y por un momento ambos sintieron que estaba prohibido incluso el respirar luego de aquella declaración.

El pelirrojo no sabía cómo reaccionar a lo que había oído, apretó la quijada y los puños de sus manos, como si de esa forma fuera capaz de evitar que algo escapara. La piel en su rostro se sentía caliente y había una cálida sensación en su pecho que irónicamente lo llenaba de amargura. No era que pensara que era solo otra tontería condescendiente de Gold, sabía que él no bromearía con eso y que había un límite en las cosas que se forzaría a hacer por él. Pero no era su sinceridad lo que le molestaba en ese momento.

—Cuando— fue finalmente Gold quien interrumpió el silencio luego de un rato y, aunque con cautela, se permitió acercarse más al otro. Sintió duda por un instante antes de finalmente tomar el brazo del pelirrojo para hacer que lo mirara— Me gustas desde que cumplimos trece, talvez incluso de antes, pero fue en ese momento que me di cuenta de que lo que sentía por ti no era simple amistad— dijo tan suave que sus palabras casi se perdían en un susurro, sin dejar ni un momento de observar la mirada que el otro chico le dirigía por encima del hombro. Al no verse repelido aprovechó para comenzar a bajar la mano por su brazo, despacio y de manera muy delicada— Pensé que era imposible y me forcé a dejar de sentir eso para no molestarte. Fue cuando creí que te había superado que Whitney me presentó a Carrie y empecé a salir con ella— Mientras más hablaba más difícil le resultaba que aquellas palabras fueran coherentes, hacia frio aquella madrugada y aun así el sentía su cara arder solo por tener a Silver frente a él— Y quería a Carrie, era linda. Pero, —Hizo silencio un momento permitiendo que aquella calidez de su pecho lo inundara como cuando había escuchado aquellas palabras de su teléfono y vió realidad uno de sus más grandes anhelos—cuando llegó tu mensaje me di cuenta que, no era justo que siguiera con ella, porque te sigo queriendo tanto y jamás esperé que tu sintieras lo mismo.

Su mano finalmente bajo por la muñeca del otro entrenador y trató de entrelazar sus dedos entre los largos dedos de Silver, solo para que de inmediato este se los arrebatara bruscamente.

—Pues vas a seguir esperando.

—¿Qué?

—No quiero salir con otro hombre—sentenció frio empujándolo a un lado, pero Gold lo tomó del brazo antes de que pudiera siquiera sacar las llaves de su casa.

—¡No puedes ser tan obstinado, tú me dijiste…!

—¡Ya se lo que dije! Pero no quiero ser gay, es asqueroso—dijo con completo desdén.

—¿En qué siglo vives? ¿Desde cuándo eso es un problema? Dejé a mi novia por ti, y me arrojó a su grandbull por eso— dijo el de cabello negro apuntando a las banditas en su rostro.

Aunque, se sintió un poco de alivio luego de que ella se desquitase. La verdad es que se lo merecía, incluso si no tuviera tanto con ella ni hubieran llegado muy lejos en el noviazgo.  

—Pues perdóname porque eres un novio horrible—le respondió fastidiado y tratando de quitarse del agarre de Gold, pero este lo que hizo fue abrazarlo y ambos comenzaron a forcejear nuevamente—¡Suéltame! ¡¿Por qué nunca te rindes?!

—¡¿Por qué haces todo tan difícil siempre?! Te amo, tú me amas, ¿Cuál es el problema?

—¡Es que no quiero! ¡No soy una maldita chica!

—¡Pero eso ya lo sé! ¿Tú crees que hace mucho que no me di cuenta de eso? Te amo, te amo, te amo.

—¡Ya cállate!

Ambos se detuvieron un momento, cansados de estarse empujando y jalando, de estarse gritando. Aunque parte de ese cansancio se debía principalmente a que ninguno había tenido una buena noche de sueño.

—Maldita sea— gruño el pelirrojo entre dientes, incomodo porque el contacto con el otro chico no le desagradaba del todo. Esa era la peor parte de todo.

Gold podía escuchar como él corazón de Silver palpitaba rápidamente debajo de él, y pequeños gestos en aquel ceño y boca apretada. Esos pequeños gestos que le mostraba al joven lo mucho que al otro parecía afectarle la idea de ser gay. El azabache jamás había tenido que pensar demasiado en aquello. Era extraño en un principio, no lo negaría, pero eso no lo hacía sentir tan mal como le sucedía al pelirrojo.

—Oye— Le susurró suave al oído y Silver trató de empujarlo luego de que el contacto de su aliento le causara que un escalofrío bajara por su espalda—Jamás he pensado en ti como una chica. Es más, yo siempre te he admirado.

—¿Por qué? ¿No eres tu quien siempre me derrota? —respondió en un susurro tratando de regular su respiración.

—Pero nunca me la pones fácil— se rió por bajo mientras se levantaba para quedar frente al rostro de Silver— Siempre me ha gustado combatir contigo, cuando estoy contigo y me obligas a ser más independiente, o simplemente cuando salimos sin más. De verdad te amo, y si quieres podemos dejarlo solo entre nosotros. Nadie se más se tiene que enterar.

Al menos de momento, porque estas cosas siempre se terminan descubriendo. Pero esperaba que para cuando sucediera, Silver se sentiría mejor sobre estar con él.  Bueno, eso si sus vecinos no habían escuchado sus gritos, pero si el pelirrojo no se había dado cuenta de aquella posibilidad, él no se lo diría.

—No se…—le respondió finalmente mirando como el sol comenzaba a aclarar el cielo con su presencia—Yo.

Gold puso la mano en una de las mejillas de Silver e hizo que lo mirara a los ojos.

—Si de verdad no quieres, entonces dilo. Qué no me quieres, y te juro que nunca más te molestare. Pero, si de verdad me quieres, no lo reprimas— tomó una bocanada de aire y entonces sus ojos se llenaron de una determinación que ni siquiera el sonrojo en sus mejillas podía arruinar—¿Quieres salir conmigo?

A pesar de lo dulce que sonaba, Silver sabía que esto era un ultimátum.

Un todo o nada. Si decía que no, era imposible arrepentirse. Y aunque le doliera en el orgullo, no quería ver a Gold con nadie más. No le importaba que fuera hombre o mujer. Lo que sentía ahora, talvez nunca jamás volvería a sentirlo por nadie.

Así que al final cerró los ojos y asintió con la cabeza aceptando la proposición de Gold, en un gesto que le había costado más de lo que cualquiera pudiera imaginar.

—Gracias—sonrió mientras acercaba poco a poco su rostro al de Silver.

En un principio fue un pequeño y superficial beso, tentando el terreno para ver si el otro lo rechazaba, pero al sentir los labios del otro corresponder lo profundizó un poco más moviendo su mano de la mejilla de Silver hacia su nuca para acercarlo más hacia él.

Y luego de un par de minutos, se separaron, abriendo los ojos poco a poco y quedándose solo viéndose un rato. Embriagados de la esencia del otro.

—Silver ¿Podemos dormir juntos?

—¡¿Qué?! ¡No voy a tener sexo contigo a los dos minutos de noviazgo! — le respondió quitándolo del medio.

—No. Me refiero a dormir-dormir. Me la pasé toda la noche sentado esperándote. Quiero dormir en una cama— comenzó a quejarse—Además como somos novios no debería haber problema.

—Si quieres duérmete en el piso del cuarto— de ninguna iban a caber en la cama individual de todas formas.

—¿No te doy al menos un poquito de lastima?

—No— respondió con su usual frialdad mientras abría la puerta del apartamento.

Fue entonces que la pichu le acercó al azabache una taza de color blanco

— Cierto, tengo que recordar de devolverle esto a la chica del 12.

En cuanto aquello llegó a oídos del pelirrojo giro sobre sí mismo para arrebatarle la taza de las manos del otro joven.

—No, yo se la voy devolver.

—¿Pero por qué? — soltó mientras parpadeaba confundido.

De verdad era tan lento a veces. Aunque, eso ahorraba explicaciones.

—Te dejo dormir conmigo si nunca más le hablas.

—¡Trato! — contestó radiante el joven sin terminar de entender porque a Silver le preocupaba que hablara con una chica de su edad tan agradable y atenta con él.

Oh. Por “eso”.  

*-*-* 

Varios sonidos de unas notificaciones fue lo que finalmente despertó a Silver. Resultaba increíble que hubiera podido dormir con el pesado brazo de Gold encima de su pecho. Y, sin embargo, era el otro el que se llevaba la peor parte, con un brazo y pierna colgando del borde de la cama. No entendía como era capaz de tener esa cara tan boba y a la vez tan apacible mientras dormía de así. Aunque debía ser mejor pasar sentado en el frío piso de cemento.

Ninguno se había siquiera cambiado de ropa o quitado las chaquetas que llevaban encima. Era por eso que Silver notó que el brazo que tenía encima suyo aun tenia amarrado su pokégear, el cual tintilaba una pequeña luz verde que avisaba de los mensajes recién llegados.

Viendo que el otro no se despertaba (ni parecía hacerlo pronto), decidió saciar su curiosidad. Con cuidado presionó un botón del aparato dejando ver la pantalla con un reloj que marcaba las 12:30 de la tarde y una pantalla con puntos, de esas que para poder acceder al contenido del teléfono se necesita que realizar un patrón como contraseña. Y conociendo lo simple y directo que era Gold, sabía que sería solo conectar los puntos haciendo una letra “Z”.

—Hmph— bufó comprobando que tenía razón.

Fue entonces que apareció en la pantalla, el chat con los mensajes recién llegados.

“Kris: Gold!

Kris: si Silver te habla del mensaje que te dejó en el chat

Kris: NO LE CREAS!! EL TE AMA!! SOLO NO QUIERE AMITIRLO!!!!!!!!!!!111

Kris: besos campeón <3”

—Maldita traidora.

 

Fin

Notas finales:

Si han leído hasta aquí, muchisimas gracias. 

Atte. 

ToadThearian 


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