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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Hola~ Aquí esta el nuevo capítulo. El próximo quizá tome algo más de tiempo porque ni siquiera lo he empezado... Pero sé qué quiero poner exactamente jajajaja.

 

 

 

Realmente espero les guste~ La explicación de abajo -leyendo entenderán- no me termina de convencer, así que quizá en otros capítulos lo intente arreglar. En fin~ Disfruten la lectura :D

 


El escuchar su nombre hizo que Yuuri levantara la mirada, su padrino miraba tras él casi con miedo, y, por consiguiente, Yuuri se giró hasta dar de lleno con dos orbes verdes, que le miraban atento. El menor no pudo decir nada cuando sintió los brazos del rubio a su alrededor. Se abrazó a él de manera instintiva, mientras hacía su mejor esfuerzo por ocultar las lágrimas que estuvo tentado a soltar.
 
—No cuenta como abandono, porque sabía que te irías... —dijo Wolfram, sorprendiéndolo.
 
Su voz sonó particularmente dulce, como si intentara consolarlo. Aquello le hizo sentir más culpable todavía. ¿Por qué sentía como si él estuviese por disculparse? La culpa no era suya...
 
A su alrededor, Gunter miraba la escena con una mezcla de cariño y culpa. Quizá debió contarle ese pequeño detalle a su majestad desde el primer momento... Pero las órdenes de su rey habían sido claras. Discretamente, los cuatro hombres despejaron el sitio, dejando al par solo. A regañadientes, el pelilila tenía que interceder por su adorado cuñado ante su esposo, que no parecía muy dispuesto a entregarlo a su —aun no aceptado por él— prometido.
 
—Lamento haberte dejado solo tanto tiempo... —murmuró el moreno, cuando estaban ya solos, él continuaba entre los brazos del otro.
 
Wolfram quiso soltar un suspiro. Realmente habría deseado que aquella conversación no hubiese sido necesaria.
 
—Querías ir a casa.... Lo comprendo, Yuuri. —replica, sereno.
 
Conocía a su prometido, y sabía lo testarudo que podía llegar a ser cuando se trataba de buscar culpables. Yuuri no necesitaba que él lo culpara por haber tomado más tiempo del que habían planeado, muchísimo más del que a Wolfram le sonaba aceptable.
 
—¿Por qué nunca me dijiste que estoy arruinando tu honor? —preguntó Yuuri, pasados unos minutos, apartándose lentamente de su lado.
 
Los brazos del otro no le soltaron sino hasta que se repitió lo que acababa de preguntarle.
 
—¿Mi honor?—repitió, sin entender
 
El Maou pasó una mano por sus ojos, llevándose los restos de las apenas perceptibles lágrimas que se habían escapado pese a sus duros intentos de evitarlo. Hizo una mueca ligera al decir:
 
—Te educaron para casarte con una chica... Y yo no lo soy... Por eso tuviste que cambiar cosas de ti... ¿No es así? —intentó explicar a su modo lo que Gwendal le había dicho antes.
 
El rubio se mostró genuinamente sorprendido al escucharlo, pero pronto un atisbo de enojo pasó por sus ojos. No con su prometido, sino con quien le había revelado aquellos detalles tan íntimos.
 
—Como tu esposo, mi deber es servirte... —dijo, y su voz evidenció la tensión que todo su cuerpo secundaba.
 
Nunca esperó tener que pronunciar eso antes de su boda. Sus votos eran incluso más vergonzosos que eso. Amaba a Yuuri, pero declarar algo así era humillante. Él serviría al rey sin dudarlo... Pero de eso a decirlo...
 
—No tienes que renunciar a tu honor por hacerlo —replicó el rey, intentando sonar suave.
 
No quería admitir que le provocó malestar el ver la irritación del otro. Realmente había sido ciego... Voluntariamente había ignorado lo que su prometido dejó por él. Lo que hizo y hacía. Lo que le costaba estar a su lado.
 
—Wolfram... Si tu quisieras romper el compromiso yo... —intentó decir, pero la mano del otro tomando la suya con fuerza lo detuvo
 
Cuando miró los ojos verdes del otro le sorprendió notar tanto dolor en ellos.
 
—Yo no quiero anular nuestro compromiso, Yuuri... Eso ya lo sabes—dijo, triste.
 
—Yo no quiero te humilles por mí... Porque eso es lo que pasa, ¿no es cierto?... Estar conmigo... ¿Es así de vergonzoso? —inquirió, dolido
 
Wolfram suspiró bajo, apartando la mirada, pero no sus manos.
 
—No es humillante estar con la persona que amo —dijo, provocándole un sonrojo al menor, uno casi tan intenso como el propio— El problema no es contigo... Pero alguien tiene que hacerlo. Es la tradición.
 
—¿Por qué tendrías que cambiar tu forma de ser solo por una estúpida tradición?—gruñó fastidiado el menor, odiando la idea de que el otro no fuera feliz a su lado, soltando las manos que había apretado también segundos antes.
 
Wolfram no se lo impidió, disminuyendo igualmente el agarre.
 
—Nos gusta pensar que somos modernos... Pero aquí las cosas siguen siendo de esa manera... —dijo, serio— Al ser el Maou, una de tus obligaciones es tener un heredero.
 
—Greta... —quiso decir, inseguro
 
—Sabes que ella no vivirá para cuando llegue tu momento de retirarte —le recordó con dolor el rubio.
 
Ambos querían a su hija, pero si él quería realmente saber por qué era todo tan complicado, tenía que aceptar la realidad. Incluso si no había leyes que prohibieran que Greta tomara el trono, era demasiado joven ahora... Y una vez que Yuuri quisiera heredarle, ella sería muy mayor, si tenían suerte.
 
—¿Deberé tener una amante entonces?—cuestionó Yuuri, aterrado, tras pasar unos segundos
 
La idea no le llamaba para nada. Si ahora mismo le decían que representaba una humillación para Wolfram, ¿no sería el máximo deshonor acostarse con otra?
 
El rubio pasó una mano por su cabello, desordenándolo. A veces eso conseguía tranquilizarlo un poco, pero esa no fue una de esas ocasiones. Olvidaba que aunque había sido educado en varios temas, su futuro esposo desconocía también mucho de la vida en Shin Makoku.
 
—No tenemos las mismas facilidades que las mujeres, y es algo más riesgoso, aunque no sea mortal... Pero aquí hasta los hombres son capaces de concebir —explicó
 
"Solo los hombres que son educados para ello" se recordó, sombriamente, con el malestar descubriéndose en su mirada.
 
"¿Riesgoso? ¿Mortal?" las palabras se repitieron constantemente en la mente del moreno, incapaz de imaginar algo como eso. Nunca habría pensado que un hombre fuese capaz de cultivar una vida dentro de su cuerpo, pero, si era cierto.... No podía imaginarse a sí mismo pidiéndole a Wolfram que hiciera algo como ello.
 
"Como tu esposo, mi deber es servirte" recordó que dijo, y no supo qué le provocaba más náuseas. Comprender que aquella lealtad no le era indiferente, o saber qué significaba realmente.
 
—Estoy obligado a darte un heredero...  —declaró con furia el rubio, sin embargo, Yuuri no pudo sentirse atacado por él
"Incluso si está dispuesto a hacer lo que debe hacer"
 
—Wolfram... —murmuró, sin poder creerlo, al momento en que miró como la frustración se escapaba por sus poros.
 
"Él no está preparado para dejar todo de lado para ajustarse a la sociedad en la que vivimos."
 
—Si quiero casarme contigo, tengo que hacerlo.
 
La pregunta que se formó en su mente escapó por sus labios antes de que fuera consciente de ello. Sus manos habían buscado las del otro, y su mirada suplicaba su calma.
 
—¿Qué es lo que te preocupa realmente? ¿No quieres tener un hijo conmigo?
 
Era estúpido siquiera decirlo. Wolfram lo adoraba. Él lo quería también. Saber que algún día ambos podrían estar unidos de esa manera le alegró... Pero ver tanta pena le hizo recordar duramente que ese no era el futuro que él había deseado. Incluso si Wolfram lo amaba... Pedirle que cambiara todo por él...
 
No se esperó que Wolfram tomara su rostro entre sus manos, ni que lo besara de aquella manera que, en lugar de demostrar cuánto le quería, le trasmitió las dudas que lo atormentaban.
 
Cuando el rubio se ocultó en su pecho, y la respiración irregular delató lo delicado de su animo, Yuuri deseó nunca haber preguntado.
 
—Nunca podré pelear de nuevo—dijo, con voz baja, y continuó pausadamente— Ni entrenar... Ni defenderte... Tendré prohibido cuidarte, y tendré que estar al cuidado de otros guardias... Perderé mi título, y mis condecoraciones.... Dejaré de servirte a ti y al pueblo como soldado...
 
A cada palabra que el mayor pronunciaba, Yuuri no podía hacer más que horrorizarse cada vez más. ¿Eso era lo que significaba realmente? Para estar a su lado... Él debía renunciar a ser Wolfram von Bielefeld. Renunciaba a ser el orgulloso príncipe. A sí mismo.... ¿Cómo podría Yuuri pedirle algo como eso?
 
Sus brazos temblorosos buscaron protegerlo.
 
—No tienes que hacerlo —le cortó, antes de que pudiera llegar a escuchar su voz quebrarse
 
No necesitaba hacerlo, no por él.
 
Lo sintió tensarse rápidamente.
 
—Yuuri —casi gruñó, asustado, mientras se repetía lo estúpido que había sido al confesar sus miedos. Su prometido era demasiado bueno...
 
Era lo suficientemente bueno como para dejarlo, si eso es lo que pensaba le haría feliz. ¿Cierto?
 
—Por favor... —quiso decir, pero la voz del otro le detuvo
 
—Dijiste que uno de nosotros debe hacerlo, ¿no es así? —dijo, serio, Wolfram no contestó, solo sintió como le abrazaba más fuerte— No tienes que hacerlo, Wolfram.... Yo lo haré.
 
—Enclenque... —murmuró, sorprendido, su voz le rogaba que estuviera bromeando
 
—Gwendal dijo que fuiste educado para ser un caballero, no creo que termine de entenderlo pero... Si casarte conmigo te hace infeliz por no serlo.... Quiero que seas mi caballero —musitó, con voz temblorosa, las ganas de llorar regresaban con más fuerza—  Quiero estar contigo, Wolfram. Contigo... No con lo que la sociedad espera de ti —afirmó— No quiero que dejes de ser tu... No necesitas hacerlo.
 
—Pero eres el rey... Tu no puedes... —quiso decir, sin poder creerlo
 
—Soy el rey—secundó— Y si tengo que utilizar mi título para hacerte feliz, lo haré... Si es lo que quieres... ¿Tu querrías? —preguntó ansioso, mientras se apartaba de él para mirarlo casi con temor
 
Las manos de su prometido limpiaron las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, le miraba con ternura, y tristeza.
 
—No sabes de lo que hablas... No puedes decidirlo así como así —dijo, sintiendo su pecho oprimido
 
Tenía que ser racional. Debía serlo por ambos. El reino entero se pondría de cabeza si sus roles cambiaban de esa manera. Su rey no podía ser débil comparado con el príncipe... Incluso cuando era su enclenque, no podían darse el lujo... Incluso cuando su corazón comenzaba a desearlo fervientemente. Si fuesen otras personas. Si no fuera el mismísimo Maou...
 
—Gunter puede enseñarme. Lo que necesito saber, lo que debo hacer... Por favor, dame la oportunidad de intentarlo... Tu lo hiciste por mí.
 
—Eres el rey—repitió, como si con eso explicara todo— Tenía que hacerlo.
 
—¿Alguna vez haz hecho algo por mí? —cuestionó entonces el moreno, herido— Por mí... Por Yuuri.
 
Su prometido le miró con pesar.
 
—Todo lo hago por ti —afirmó.
 
—Entonces hazlo de nuevo... Por mí —pidió, mirándolo con aquellas orbes nocturas con tremenda intensidad, Wolfram dudó.
 
—Yuuri...
 
—Cortéjame. —murmuró el menor, sintiendo como su rostro se calentaba poco a poco hasta convertirse en una flama ardiente— Eso es lo que debes hacer...
 
El rubio suavizó su expresión tras mostrarse sorprendido por apenas segundos. Quizá aún desconocía cómo funcionaban las cosas... Pero no podía decir que no tuviera noción de ellas. Suspiró imperceptiblemente, antes de negar ligeramente, mientras cerraba los ojos. ¿Cómo negarle algo a aquel hombre?
 
—¿Estás completamente seguro? —cuestionó, y Yuuri supo que finalmente había cedido, sonrió ampliamente.
 
—Estoy seguro de hacer lo necesario por la persona que amo... —respondió Yuuri, contento.
 
Cuando Wolfram se acercó lo suficiente de nuevo como para abrazarlo, se sintió un poco decepcionado de que solo lo hiciera para tomar su mano. No fue capaz de replicar nada cuando vio que la llevaba hasta sus labios, antes de depositar un suave beso en el dorso de ésta. Su rostro volvió a teñirse de vergüenza.
 
—Nuestra dinámica será totalmente distinta ahora... Espero esté consciente de ello, majestad —musitó, divertido.
 
Le complacía ver que era él el causante de tan hermosa expresión. El Maou no supo cómo responder. Wolfram tuvo un insano deseo por besarlo, incluso había acercado su rostro al contrario para hacerlo, pero se detuvo justo en la comisura de éstos. Cortejarlo... Realmente muchas cosas tenían que cambiar si deseaban unirse del modo en que deseaban.
 
—Tenemos que informarle a mis hermanos, y a Gunter de nuestra decisión —comentó, apartándose lentamente.
 
Yuuri le miraba atentamente con aquellos ojos que lograban calmarlo a la vez que atormentaban su mente en las noches de insomnio. Sonrió ante la idea de volver a dormir a su lado... Pero desechó esto casi de inmediato.
 
—¿Crees que estén bien con esto? —preguntó algo apenado el chico, sospechaba que tendría el apoyo del mayor de los tres hermanos, pero por lo demás...
 
—No lo sé, Yuuri... Pero ahora mismo vamos a averiguarlo —afirmó, mientras le invitaba a avanzar por los pasillos con dirección a la habitación de uno de sus hermanos.
 
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Conrad no se sentía capaz de lidiar con sus propios problemas de pareja cuando su hermano menor llegó a la habitación. Gwendal y Gunter les habían guiado hasta el cuarto que compartían para poder hablar sobre el tema que Yozak deseaba: su próxima unión.
 
El castaño no dudaba del apoyo que tenía por parte de su familia, pero todavía sentía algunas dudas con respecto a apresurarse tanto al decidir algo como eso... Incluso cuando Yozak le había amado seguramente desde siempre, unirse así como así le sonaba ilógico.
 
Cuando Gunter abrió la puerta e invitó a los menores a entrar, Conrad tuvo la sensación de que quizá lo mejor hubiese sido salir corriendo, aprovechando la confusión del momento. Su expresión no demostró su ansiedad.
 
—Tenemos que hablar con ustedes —informó Wolfram, serio, y luego le dedicó una mirada a su hermano mayor — Especialmente contigo... —musitó con voz dura, visiblemente enfadado
 
Gwendal simplemente asintió. El pelilila observó el intercambio de miradas con suspicacia, se colocó a un lado de su esposo luego de invitar a los recién llegados a sentarse.
 
La habitación de ambos hombres era amplia, y contaba con una pequeña antesala lo suficientemente grande como para darles cabida a todos sin que se sintiese demasiado agrupado.
 
—Hablaste con Yuuri hoy—comenzó el rubio, sin importarle demasiado que el resto se encontrara presente— Recuerdo haberte pedido claramente que te abstuvieras de hacerlo...
 
El mayor le observó tranquilo.
 
—Su majestad pidió respuestas, no me prohibiste responder si preguntaba —replicó
 
Wolfram pareció frustrarse un poco por su respuesta, y fue en ese momento en que Yuuri decidió intervenir. Miró a su consejero con algo de vergüenza, pero se animó a seguir al recordarse que el resto se enteraría tarde o temprano de sus planes.
 
—Gunter... Gwendal me explicó hoy que cuando un hombre se casa con otro... Uno de ellos es educado de manera diferente... —comenzó, intentando sonar tranquilo
 
El consejero asintió, poniéndose algo serio. Se preguntó por un momento si existía alguna queja con respecto al rubio que antes hubiese pasado por alto. Él no estaba acostumbrado a educar a otros, pero había hecho lo posible por transmitir sus conocimientos al príncipe —sin demasiado éxito—. La otra pareja presente miraba la escena sin perder detalle, en completo silencio.
 
—Sé que Wolfram y tu estudiaban sobre eso pero... ¿Crees que podrías hacerlo conmigo?
 
El silencio que se instaló se sintió mucho más pesado que el que estaba ya cuando recién entraron. Tanto Gwendal como Wolfram sabían ya hacia dónde iba el menor al abrir la boca, por lo que fue claro que eran los únicos que no estaban sorprendidos ante su petición. Conrad por su parte miraba incrédulo a su ahijado, mientras Gunter intentaba recordar cómo respirar. Yozak, a un lado del castaño, se animó a dar un carraspeo, atrayendo su atención.
 
—Disculpe Majestad, pero... ¿Entiende exactamente lo que está pidiendo?
 
Yuuri le miró con sus ojos brillando de un modo peculiar, causando un estremecimiento general entre los presentes. Wolfram sintió que su pecho se hinchaba de orgullo al verlo tan seguro, aunque el sonrojo adornara su rostro.
 
—Creo que lo hago —admitió— Y preferiría ser yo...
 
—¿Tú fuiste quien le metió ideas en la cabeza?—cuestionó uno de ellos con voz fría, Yuuri palideció cuando giró el rostro para encontrarse con la seria mirada del consejero, quien miraba ahora hacia su esposo
 
No pasó desapercibido para nadie la manera en que el cuerpo del peligris se tensó.
 
—Está en su derecho
 
Gunter soltó un bufido, hecho que sorprendió al Maou. En todo el tiempo en que le había conocido, nunca le observó hacer nada similiar... No mientras mantenía esa expresión tan estoica en el rostro.
 
—Majestad... —dijo, ahora en tono suave, mirándole como si fuera apenas un crío— No creo que Gwendal le haya explicado realmente lo que está pidiendo...
 
El rey frunció el ceño.
 
—Explícamelo entonces, y podré decirte tranquilamente que eso es lo que quiero —respondió, rudamente.
 
Respetaba a su consejero, quizá más que al propio Gwendal, pero eso no quería decir que le gustase ser juzgado por éste. Él, quien siempre le apoyaba... ¿Cómo podía mostrarse tan renuente?
 
El pelilila miró de reojo a Wolfram, como si demandara alguna explicación. El rubio se encogió de hombros con una mirada por demás tranquila, dándole a entender que podía hablar libremente. Yuuri sabía ya lo más importante, si los pormenores le resultaban intimidantes, Wolfram aceptaría solo su intención de hacerlo.
 
—Yuuri... —dijo, y fue raro para todos la manera tan tranquila en que pronunció su nombre— Nuestras tradiciones son mucho más primitivas que las de la tierra... ¿Estás seguro de que quieres escucharlo?
 
—¿Wolfram te escuchó también? —respondió, cruzándose de brazos, ante la mirada del mayor
 
No le gustó la forma en la que miró a su futuro consorte.
 
—Es distinto... Al ser tu esposo...
 
—No te atrevas a decirlo —advirtió Yuuri, adivinando la forma en la que esa oración terminaría— Wolfram estuvo dispuesto a hacerlo por mí... Y yo quiero hacerlo por él. Habla, Gunter... O buscaré a otro que lo diga.
 
Pocas veces Shibuya se atrevía a utilizar ese tipo de voz para con sus allegados. La amabilidad siempre había sido buena manera de buscar respuestas, pero ahora mismo era como si fuese la última de sus opciones. Gunter suspiró, mientras Yozak dibujaba una sonrisa ligera.
 
—Habla ya, cuñado... Que nuestro rey no parece estar para juegos hoy —recomendó, divertido
 
Yuuri no respondió. Por su parte el pelilila finalmente se armó de paciencia para comenzar a explicarle. Observó a los presentes uno a uno, antes de detener su mirada en el rey, quien esperaba paciente.
 
—No existe un título para nosotros... Pero llamarnos esposos no es suficiente. Compañeros sería quizá una palabra más adecuada... —comenzó, tranquilo— Contrario a lo que se espera de una esposa, los compañeros tenemos más responsabilidades y expectativas aun mayores... Es arcaico, pero la idea es compensar el hecho de que no somos mujeres. Ser dulces no es suficiente...
 
>> Los compañeros somos educados desde temprana edad de una manera muy similar a cualquier otro varón... Hasta que cumplimos cierta edad. Se nos prohíbe especializarnos en combate, aunque existen excepciones, como mi persona... Aunque seamos educados para unirnos a otro hombre, no es una obligación. Mi padre guardaba la esperanza de que conociera a una dama importante que deseara casarse conmigo, pero eso no ocurrió nunca...
 
>>Cuando las primeras relaciones entre dos hombres comenzaron a darse, el Maou de aquel entonces fue quien dispuso de las reglas con respecto a nosotros. Teníamos muchas libertades que, por lo que entiendo, no existen en la tierra... Nos permitió unirnos legalmente, o de maneras más sagradas. Junto con su ayudante, ingeniaron ideas para permitir que dos hombres tuvieran hijos... Pero ese regalo es también la condena de nuestra clase.
 
>>Como debe de saber ya, la función principal del compañero es otorgarle una familia a su esposo. Proporcionar la misma estabilidad que una mujer traería, en todos los aspectos. Se espera no menos que perfección... Por tanto, cuando un compañero es incapaz de cumplir dicha función, su esposo tiene todo el derecho de disponer de él de la manera que considere prudente... Verá, el Maou que nos dio tanto, no pensó mucho en protegernos... En aquel entonces solo se trataba de parejas enamoradas, imagino que nunca pensó las perversiones que podrían venir en el futuro... Padres como los míos decidieron entrenar a sus hijos para entregarlos a otro hombre solo con el propósito de ganar prestigio, debido a que no había hijas con las cuales negociar.
 
>>Como compañeros... Al ser esposos nuestro deber es servir a la persona con la cual nos casamos. De la manera que sea necesaria... Los más desgraciados terminan siendo esclavos, al menos en la Capital, he escuchado que la mayoría viven en relaciones felices... Sin embargo, aunque sea una relación basada en amor, las obligaciones son las mismas.
 
>>Un compañero debe ser siempre elocuente, prudente, debe ser de guardarse sus opiniones. Debe ser distinguido y elegante. Su actuar debe ser grácil. Debe cuidar su apariencia celosamente, y deberá traer honor a su esposo en cualquier área donde decida desarrollarse. Deberá obedecer las órdenes que su esposo dé, y complacerlo de la manera que éste considera apropiadas. Debe ser capaz de satisfacerlo, no solo sentimentalmente, sino también en el ámbito sexual. Deberá ser capaz de sobrellevar un embarazo a término, y entregar a su esposo tantos hijos como él considere prudente. Un compañero debe entregar su vida entera en pro de hacer feliz a su esposo, y aprender a ser feliz haciéndolo... Un compañero se debe a la familia que forme, por lo que debe ser capaz de renunciar a cualquier título... Si es que su esposo así lo dispone. Un compañero debe sacrificarse a sí mismo sin recibir nada a cambio, y estar dispuesto a morir en labor de parto si llegase a tener un embarazo complicado. Finalmente, esa es su única función... Ser quien otorgue un hijo a su esposo....
 
Gunter miró atentamente las reacciones de Yuuri cuando pronunció:
 
—¿Estaría usted dispuesto a todo eso, Majestad? ¿Estaría dispuesto a renunciar de ese modo sobre su persona?
 
El Maou se mantuvo en silencio unos momentos, antes de asentir con decisión. Pasado un tiempo pudo poner orden a sus ideas antes de decir:
 
—La primera vez que vine aquí, me vi obligado a renunciar a mi vida en la tierra... Ustedes fueron lo suficientemente amables como para dejarme ir a vivir allá de nuevo, pero advirtieron que volvería porque es lo que debo de hacer... Esta vez no es que deba hacerlo... Sin embargo —dijo, y miró entonces a su prometido— Yo quiero hacerlo... Renunciaría a mi vida en este mismo momento, si es por ti...
 
Wolfram sintió que el calor se agrupaba en su pecho. Ignoró olímpicamente como la sangre abandonaba su rostro. Le causó temor saber lo que Yuuri estaría dispuesto hacer... Pero no por ello dejó de sentirse dichoso.
 
El moreno le sonrió tranquilizadoramente al notar el pánico en sus ojos. Claro que no deseaba morir ni allí ni nunca, pero si fuera realmente necesario... Para él. Shibuya Yuuri podía morir mil veces si era por él.
 
Yozak soltó un suspiro bastante audible
 
—Ustedes realmente son algo especial... —comentó divertido, aunque se notaba los buenos deseos que tenía para ambos.
 
El Maou sonrió, regresó su vista a su prometido, sorprendiéndose de no encontrarlo en el mismo sitio. Cuando giró de nuevo notó a Wolfram arrodillado delante suyo, provocándole un susto.
 
—¿¡Wolfram!? —exclamó extrañado, el rubio el sonreía dulcemente mientras tomaba sus manos.
 
Le oyó soltar un suspiro mientras ocultaba su rostro entre éstas, Yuuri se sintió sonrojar cuando descubrió las miradas del resto sobre ellos.
 
—Olvidé mencionar algo más, majestad... —comentó entonces Gunter, y sonaba incluso divertido por ese hecho— Como compañero... Usted y Lord Bielefeld tienen una relación distinta ahora...
 
Yuuri les miró sin comprender, para su sorpresa, fue Gwendal quien dijo:
 
—Cuando mi hermano se mudó a su habitación, fue aceptado como un movimiento astuto por parte suyo... Si lo hace de nuevo, será considerado digno de una sanción.
 
El Maou abrió los ojos como platos, luego miró al rubio, pues sentía cómo su rostro enrojecía a cada segundo bajo su tacto.
 
—Necesitará su consentimiento constantemente... Antes del matrimonio, cualquier movimiento suyo podría considerarse como que trata de sobrepasarse— explicó Conrad, con una pequeña sonrisa
 
—¿Wolfram? —le llamó suavemente el moreno, mientras la vergüenza adornaba su rostro.
 
El rubio levantó la mirada, jugando aun con las manos entre las suyas. Besó el dorso con cariño.
 
—Te advertí que esto podía pasar... —comentó, se levantó lentamente, sin alejarse demasiado, y sin ponerse totalmente de pie, aun cerca suyo preguntó— ¿Puedo besarte?
 
El Maou sintió que el calor se disparaba por todo su pecho, y su rostro se encendía mucho más que antes.
 
—No necesitas pre... —quiso decir, pero calló abruptamente al sentirlo cerca de su rostro
 
—Yuuri... ¿Puedo?—cuestionó, y se notaba que necesitaba una respuesta para hacerlo
 
Sus hermanos tenían toda la razón. Con los papeles invertidos, cualquier cosa que hiciera era como insutarle. Y Wolfram no quería hacer nada como eso, incluso si Yuuri desconocía esa parte.
 
El menor, completamente sonrojado, solo atinó a asentir lentamente mientras sentía el aliento de su prometido sobre sus labios. Cerró los ojos cuando sus bocas se encontraron... Estuvo a punto de intentar acercarse un poco más, para envolver su cuello con sus brazos cuando el rubio se apartó.
 
Lo miró respirar agitadamente, como si hubiese realizado un gran esfuerzo.
 
—¿No era demasiado pronto para un primer beso, príncipe? —se burló entonces Yozak, recibiendo una mirada iracunda por parte del rubio, al igual que un codazo por parte de su novio.
 
Yuuri sintió que había entrado en una dimensión totalmente desconocida cuando abandonaron la habitación del mayor unos minutos después. Wolfram caminaba a su lado con rumbo a su habitación, escoltándolo... No era la primera vez que hacia algo como eso, pero era la primera vez en la que era especialmente consciente del hecho. Habían pasado casi toda la tarde encerrados allá, por lo que la luna ya adornaba el cielo nocturno cuando se retiraron.
 
—Yuuri...
 
Pronunció su nombre tan suavemente que temió haber alucionado. El nombrado giró hasta mirarlo, estaban ya delante de la puerta de su habitación. Wolfram estaba hospedado unos pasillos más lejos.
 
—Entiendo que desconocías las costumbres cuando nos comprometimos... —dijo, y le sonrió de un modo bastante encantador cuando continuó— Te ensañaré adecuadamente cómo se hacen las cosas aquí... 
 
El menor sonrió sin poder evitarlo, mientras miraba a otro lado. ¿Qué podía responderle? Sintió que Wolfram buscaba su mano nuevamente, con cuidado. El gesto derritió su corazón de un modo que encontraba vergonzoso admitir.

 

—Vendré a buscarte mañana temprano para desayunar, antes de que empieces a trabajar —informó, y se acercó nuevamente hasta el dorso.  

Yuuri tragó grueso antes de atreverse a decir.  

—¿Puedes besarme?  

Los labios del otro estaban ya sobre su piel, por lo que sintió claramente como se curvaban en una hermosa sonrisa al asentir.  

El rubio le soltó suavemente, y llevó una de sus manos a su rostro. Se acercó lentamente, tanto que Yuuri quiso maldecir por lo ansioso que se sintió en ese momento. Cerró los ojos cuando estuvo lo suficientemente cerca, esperando sentir sus labios.  

—Lo que sea que mi amado desee —murmuró Wolfram sobre sus labios, haciéndole sonreír antes de ser besado.  

Esta vez, lejos de la mirada de ojos indiscretos, Wolfram se permitió profundizar un poco más el contacto, pero se separó pronto de cualquier manera, haciendo que el otro casi suspirara.  

—Dulces sueños, cariño... —se despidió el príncipe, con una sonrisa, antes de alejarse  

—Descansa —murmuró Yuuri a su vez, viéndolo alejarse, sintiendo que su corazón golpeaba fuerte contra su pecho.  

¿Ese tipo de gestos eran los que debió tener con él? Vaya imbécil había sido entonces... Si hubiese aprovechado mejor ese momento...   

Se sonrojó más al entrar a su habitación... Hubiese deseado que Wolfram pudiera estar allí con él... Y no precisamente durmiendo.  


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