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Metal Ardiente por KuroAshi_ZxS

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Notas del fanfic:

¡Hola a todos! Siendo sinceros...planeaba subir hoy una pequeña historia, un corto One Shot temática Soulmate (quizás lo haga durante la semana, pero no estoy muy segura) pero hablando con una amiga...decidí que este sería mejor. 

Si alguien lo pregunta, no, no estoy de vaga jaja planeo traer más tarde, o mañana, la continuación de otro de mis fics (You gave me a home) por si alguien aquí lo sigue jaja

Por cierto, y como mencioné en el resumen, este fic es un semi AU: con Steve como el Soldado del Invierno. Cambiaré algunas cosas, pero seguirá más o menos la línea de las películas en algunos detalles. 

Será un poco extraño este primer cap, pero más adelante, se esclareceran algunos puntos sobre los que estoy segura, tendrán dudas.

Notas del capitulo:

Marvel y sus personajes no me pertenecen.

Disculpen cualquier posible falta ortográfica. 

Esta era su última misión. Si, la última como el Soldado del Invierno.

Ahora que finalmente se había librado del control mental, podía pensar con mayor claridad. Ya no se encontraba bajo los estándares de HYDRA, contra todos aquellos que le habían manipulado, jugado con su cuerpo y su alma durante décadas.

Era su última misión, pero no como un agente de sus filas. Era una para acabar con ellos, o al menos todos los que pudiera. Se los llevaría al infierno con él, aunque para eso, tuviera que morir en el intento.

Por eso, durante los últimos seis meses, había pasado de base en base, haciendo uso de los recuerdos que esa organización había implantado en él, y que ahora le ayudaban a acabarlos. Era sencillo encontrar pistas de cada uno de sus movimientos, adivinar donde establecerían el siguiente contrato: una vez más, en un intento de ponerse de pie, tras perder a sus líderes en la caída de SHIELD. Una instancia en la que, penosamente, había participado. Casi sin darse cuenta de su verdadero papel, y de las vidas que corrían riesgo por su culpa.

Eso había desencadenado también los recuerdos de las torturas, por los que había días en que sencillamente era incapaz de ponerse en pie. Pero en cada ocasión daba todo de sí para seguir, o de otra manera, podrían encontrarle. Y aún no era momento para ello.

El dolor era fuerte, demasiado cruento. Cada víctima que había matado con sus manos, a causa de HYDRA, no podría revivir, por mucho que acabara con la misma. Solo podía intentar…querer evitar que no se volviera a repetir una situación así, para nadie más.

Era una misión suicida, pero no se sentía mal por el inminente fin de su vida. Sabía que no podía ser feliz, tener cosas buenas. No después de causar tanto dolor a otros…como a ese hermoso hombre de cabello castaño que, por un tiempo, le hizo olvidar incluso quién era en realidad.

Un asesino, eso es lo que era. Un monstruo asqueroso, la suciedad más vil que podía existir. Por casi siete décadas se había transformado en aquello que deseaba destruir durante la Segunda Guerra Mundial. Y aunque Bucky dijera que no era su culpa…

Su viejo amigo y los Vengadores eran buenas personas, pero él no. Ya tenía sus manos manchadas, el peso de tantas vidas hundiéndolo, la carga que llevaría sobre sus hombros hasta su muerte. Un día que se encontraba cada vez más próximo.

Todo por aquellos que consideraba, aunque se culpara cada vez más por hacerlo, como sus amigos. O al menos, sus camaradas.

Luego de la caída de SHIELD, había empezado a recordar. Pequeños fragmentos aquí y allá, sobre todo sobre el hombre con el traje de la bandera estadounidense. Capitán América.

Por obvios motivos, desaparecer del mapa era la única opción que tenía. Quedarse podía significar la prisión, y a pesar de las pesadillas y del sufrimiento, de las heridas infectadas que le hacían retorcerse de dolor, no asistió a ningún hospital ni pidió ayuda. Prefirió esperar a que el suero trabajara, aunque con su debilitado estado, pasaron semanas antes de poner mejorar.

Y entonces, movido por la curiosidad, empezó a investigar.

Sin los hilos que lo controlaban, en plena facultad, o todo lo que podía hacer contando con su raciocinio, buscar respuestas era inevitable. Pero entonces los recuerdos, pequeños pedazos de su memoria, volvieron a él, advirtiéndole lo peligroso que era.

Por primera vez en décadas había llorado en voz alta. Roto, desesperado, perdido.

Había escapado por meses de los Vengadores, sabiendo que seguían cada uno de sus pasos, a petición de su líder. Cansado, ya sin ánimos de intentar siquiera formar una nueva vida, se había dejado atrapar en Brooklyn. Una insana necesidad le pedía ver el sitio que una vez había sido su hogar, visitar el cementerio donde descansaban sus padres, y cerrar un ciclo antes de ser llevado a la justicia.

Pensaba, tenía casi la certeza, que volverían a tratarle como un experimento. O lo encarcelarían en la Balsa, si tenía un poco más de suerte: completamente aislado, de modo que no volviera nunca más a dañar a nadie. Después de todo, para alguien como él, la muerte era un regalo demasiado benevolente. Y después de las atrocidades que había cometido, era más que obvio que no lo merecía.

Por eso se quedó de pie, allí, esperando el Quinjet que no tardó en aparecer. Los héroes más poderosos del planeta bajaron, armados y alerta. Él simplemente había sonreído, pues no importaba: no tenía siquiera un cuchillo, y había arrancado su brazo de metal, para ahorrarles esa terrible tarea.

Era un títere y un asesino, ninguno de ellos se debía confiar.

Había cerrado los ojos, a la espera del primer disparo, el primer insulto, algo. Pero en cambio, se había visto encerrado en un potente abrazo, en los brazos de Bucky Barnes, quién sonreía como un loco, casi como si estuviera feliz de verle.

Debió parecer confundido, o al menos atónito. Pues entre sentidas carcajadas, Stark tomó la palabra, sonriendo cómplice “¿Es que acaso no es obvio?” había preguntado “Cap está feliz de verte, hombre. Y nosotros también lo estamos”

Su corazón se había encogido al verle, recordando aquel viejo amigo que había tenido durante la guerra. Aquel que le había ayudado a recuperar a Bucky, quién le encaminó a un posible romance con Peggy…y a quién había asesinado a sangre fría por los mandatos de HYDRA, junto con su esposa, más de veinte años atrás…

Pero su mente, tan despierta como siempre, también había reparado en sus palabras ¿Felices de verlo? ¿A él?

Puesto que su confusión aumentaba más a cada segundo que transcurría, fue sencillo para ellos llevarle hasta la nueva base de los Vengadores. Según le explicaron en el camino, había sido construida tras un problema con un androide, Ultron. Y que todos se sentían seguros de querer invitarlo a vivir allí, con ellos.

Le estaban recibiendo con los brazos abiertos, aún en estado de alerta, pero sin mentira alguna en sus palabras. Y lo más importante: le trataban como si fuera una persona más.

¿Qué era eso? ¿Cómo se suponía que debía reaccionar…?

Por supuesto, era una situación completamente nueva para él. Creía ser capaz de encontrar una pisca de humanidad, esa que había perdido tras los primeros meses de tortura. Porque a pesar de todo, HYDRA había necesitado casi un año, para lograr romperle por completo.

Los Vengadores estaban armados, eso no era algo que pasara desapercibido, no para alguien con su trayectoria. Era obvio que intentaban disimularlo, aún con temor que atacara a Bucky, luego de todo lo que había ocurrido entre ambos. Fue una medida que se relajó con el pasar del tiempo, hasta el punto que algunos no le miraban extraño cuando tomaba un cuchillo de la cocina.

Fue más o menos el mismo proceso que vivió con el cuarto que le asignaron: pues si bien se encontraba cerca de donde dormía su viejo amigo, era más que nada para mantenerlo tranquilo. Eso, y los distintos sensores y cámaras que las paredes ocultaban.

Por supuesto, le otorgaba una mayor libertad que su cámara criogénica, pero no evitaba que se sintiera tanto o más presionado que antes. Era como una bomba a punto de explotar, o un verdadero animal salvaje.

Esa era otra de las razones por la que Bucky estaba cerca, pues aún bajo esas circunstancias, era capaz de notar cuan estresado o solitario se sentía. Pero sin él en la ecuación ¿bajo qué otro motivo el resto querría tenerlo en su base? Si ni siquiera tenía permitido ir al bosque de las inmediaciones, mucho menos podría abandonar el lugar sin activar alguna alarma.

Era obvio que ellos podrían mantenerlo fuera de las garras del gobierno de ese modo, pero era tan asfixiante, que se sentía enloquecer…

El equipo era un caso excepcional, al menos para él. A Romanov ya la conocía, pues aunque sus recuerdos eran difusos, tenía la certeza que había sido una de sus aprendices. Era la nueva Viuda Negra, proveniente de los programas de la Habitación Roja. Se alegraba que en esos instantes, se encontrara saliendo con Barnes…pero solo era otra constante de lo difícil, o más bien imposible, que resultaría para él salir adelante…

Sobre el resto, solo sabía lo poco que aparecía en los informes que había robado. Barton tendía a invitarlo cada vez que compraban un nuevo videojuego, o Wilson a sentarse con él y acompañarlo cuando tenía una nueva crisis, quién más le desconcertaba era Stark.

De los pocos recuerdos que poseía en ese entonces, no era difícil corroborar lo mucho que se parecía a su padre. Y por lo mismo, jamás sabía que esperar de él.

A todas horas intentaba llamar su atención, o bien iba a su habitación, o le obligaba a acompañarlo a su laboratorio. No parecía tener miedo de lo que podía ser capaz de hacer, sentándose cerca en las películas, o permitiendo que las escasas ocasiones que estaba en la cocina, preparara algo para él sin desconfianza alguna.

Al menos dos o tres veces por semana, intentaba encausarlo para recolocar su brazo. O más bien, un nuevo brazo que él mismo había construido, dado que el anterior lo había destrozado hasta dejarlo convertido en papilla tecnológica. Pero se había negado repetidas veces, porque las pesadillas eran muchas: si con un solo brazo y sin armas a su alcance había noqueado una vez más a Barnes, no quería imaginar de qué sería capaz con todo su potencial.

En esos momentos, era que también dudaba de la cordura que ostentaba ese hombre. Pero inevitablemente, fue gracias a esas ocasiones, que poco a poco logró colarse bajo su piel.

Se sentía a gusto a su lado, cómodo, capaz de confiar en sus órdenes. O más bien, sus peticiones: de cómo no debía encerrarse tanto tiempo en su habitación, en intentar compartir más con el equipo, o al menos con algunos miembros. Era Stark quién también le conversaba sobre lo mucho que pesaba su situación sobre Bucky, la culpabilidad que sentía, lo poco que estaba durmiendo últimamente.

Quizás por eso no se sorprendió la primera vez que Stark pasó a ser Tony en sus pensamientos, ni el primer beso que compartieron. Pero era su turno de sentir culpa por ocultarle tantos secretos, el pasado que le estaba carcomiendo vivo. Y con los nervios de punta, tampoco supuso una enorme sorpresa cuando acabó hiriéndolo, tras una pesadilla: estrangulándolo, del mismo modo que había matado a su madre.

Y lo peor de todo, es que esas mismas palabras habían salido de su boca, antes que Tony cayera inconsciente entre sus brazos.

Estaban solos en la base, y FRIDAY, la IA de Tony, no había dudado en alertar al resto de la situación. Con renovadas lágrimas en los ojos, había pedido indicaciones para atenderlo en la enfermería. No había recibido más que frases cortantes, por lo que aventuraba, no era nada más serio que un desmayo. Pero una vez se aseguró que el chico se encontraba estable, se encerró en el viejo cobertizo, a las afueras de la base. Era ocupado como una sala de entrenamiento, para los guerreros más poderosos del equipo.

La última vez que Thor había estado por esos lares, había destruido buena parte de la maquinaria, para gran disgusto de Tony. Desde entonces estaba en reparaciones, y siendo el peligro inminente que era, él solo solía ocuparlo cuando se encontraba demasiado frustrado consigo mismo. A veces, inclusive, podía estar toda la noche en el lugar, sintiéndose en paz en un edificio destruido, mucho más semejante a sus viejas guaridas que a su habitación llena de comodidades. Y, lo más importante, solo con sensores de movimiento funcionando, sin una sola cámara que grabara su rostro descompuesto y desencajado.

Seguramente, y a sabiendas que necesitaría un poco de tiempo para calmarse, cuando Rhodas y Maximoff regresaron a la base, le dejaron en paz, encargándose primero de Tony. Quizá por eso fue tan sencillo escapar y, con una meta más o menos clara en su cabeza, cuál era su siguiente movimiento.

Nunca había estado presente en sus reuniones, pero sabía que todos estaban trabajando activamente por dar con las viejas bases de HYDRA. Se había mantenido en silencio, pues no era su lugar para intervenir, pero creía que ahora era su mejor opción: darles un poco de paz a esas personas que, para bien o para mal, habían dado todo de sí para protegerlo del gobierno y de sí mismo.

Era una de las principales razones por las que Bucky parecía tan agotado, casi sin fuerzas, luego de ir y venir de una misión durante las últimas semanas. Como Wilson, Romanov o Barton: coordinando cada ataque, sin descanso. O como Tony…mirándole con una expresión rota y miedo en sus ojos, antes de caer inconsciente producto de su arrebato…

Para que no existieran nuevas víctimas, ni otros monstruos como él fueran creados.

Sabía que luego de ese movimiento, el gobierno sabría que tenía la oportunidad de apresarle y hacer con él lo que diera la gana. Ross no le dejaría en paz, pero él era un veterano, y sabía cómo jugar sus cartas. Mientras, se encargaría de limpiar los nombres de los Vengadores, y ayudarles del único modo posible: acabar con HYDRA desde dentro.

Quizás no habían visto en él al asesino, pero no era su culpa. Simplemente habían intentado confiar, aunque tal error casi les había costado demasiado caro.

Solo…solo quizá, en una cosa se equivocaba: esta no era la última misión cómo el Soldado del Invierno. Se permitiría ocupar ese viejo nombre una vez más, ese que creía muerto, y del cual no pensaba tener derecho o pertenencia. Lo haría como Steven Grant Rogers, un viejo militar y el primer Capitán América, hasta su casi fatal accidente en Italia.

Lo haría por Buck, y por Tony. Por quienes le habían dado el sueño de intentar ser una persona, por primera vez en décadas. Eso había tenido en mente cada vez que asaltaba una nueva base, a pesar de las nuevas heridas, del dolor en su corazón y de su aún más miserable existencia.

Pero para lograrlo, ambas identidades, el Soldado y el Capitán, debían morir en el proceso.

 

 

Notas finales:

Espero sinceramente les haya gustado, y planeo traer sin falta un cap el próximo fin de semana. Serán caps más o menos del mismo largo, pero traeré periodicamente, de modo que no me atrase tanto escribiendo continuaciones demasiado largas. O al menos, largas para mí jaja

Nos vemos en la próxima ¡Cuídense mucho!


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