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MONEY por Sebastian Roseblack

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Notas del capitulo:

*Capítulo con violencia y lenguaje explicito.

Como alguna forma de satisfacer mis "necesidades", entré con tranquilidad a una tienda aleatoria que había encontrado caminando por la ciudad. Mi vestimenta era de una capucha negra y con mis tatuadas manos en mis bolsillos, estuve caminando por aquel local a lo largo de algunos minutos. Saqué una botella de alcohol algo pequeña, que fácilmente podría ocultar entre mis ropas, me dirigí hasta la caja dejando dicha botella sobre el mesón, la chica tras el antes mencionado, me observaba con una amplía sonrisa esperando a que sacase aquel dinero que obviamente no tenía, en cambio, saqué una navaja poniendo esta sobre aquella mesa.

— Mira hermosa, dame todo el dinero que tengas tras el mesón y no te dañaré, ¿me entendiste?.

Le dije mientras ocultaba más mi rostro tras la oscura capucha, guardé la botella de whisky en uno de mis bolsillos mientras observaba a la atemorizada chica dejar el dinero sobre la mesa, tomé la navaja manteniéndola en mi mano hasta que terminó de sacar los fajos de billetes.

— Gracias.

Tomé los antes mencionados guardando la navaja en mi bolsillo y uno que otro billete en este, ya era algo obvio que la chica había oprimido uno de esos botones que se encuentran bajo el mesón para llamar a los guardias, y mientras les cuento esto, ya había salido corriendo de inmediato tras la ancha puerta de vidrio que se hallaba en la entrada, siendo seguido por un par de corpulentos hombres.

— ¡Atrápenlo!.

Hasta que por fin la vendedora gritó, haciendo que apurase más mi paso logrando perderlos, no tengo ni la menor idea de cuanto ya corrí, pero eso no importa, tengo mi dinero y mi alcohol, me apoyé contra una de las paredes que había en el callejón al que logré llegar y me dejé caer lentamente comenzando a beber algo desesperado de la botella, sintiendo como algunas gotas caían a lo largo de mi barbilla y cuello. Ya con la respiración calmada, conté cada uno de los billetes que había logrado robar.

— Muy bien, Tsu.

Logré escucharme solamente yo, o creí, continué bebiendo hasta ya por fin acabarla lanzando esta contra la pared de enfrente, observando los cristales romperse casi de inmediato sintiendo aquel típico ardor que causaba aquel alcohol en mi garganta.

Soltando un suspiro, me levanté del suelo dispuesto en ir a buscar alguien que vendiese droga o algo parecido, mantenerse mucho tiempo consiente me aburría o simplemente lograba que deprimiese. En cambio, sentí como un par de manos me jalaban hacia atrás, logrando tocar casi de inmediato un cuerpo contra el mío, comencé a patalear casi de inmediato intentando que me soltase, logrando que la persona que se hallaba tras de mí me tomase con más fuerza sintiendo un paño húmedo sobre mi boca y nariz. De inmediato dejé de sentir mis piernas; brazos y al final; mi cuerpo por completo.

No sé cuanto tiempo demoré en volver a abrir mis ojos, pero al hacerlo, me encontraba en una habitación común y corriente. Wow, cuanto tiempo sin estar en una de estas, tenía una mesita de noche de color negro y unas rojas paredes color vino. El cuarto era algo grande, y si ponías atención podías escuchar como latía tu propio corazón de lo callado que estaba, pero, ese silencio duró poco al momento de lograr oír a una persona subiendo por lo que suponía eran escaleras, me quedé inerte en el lugar mientras volvía a cerrar mis ojos como si estuviese durmiendo. La puerta se abrió y unos firmes pasos se acercaron hasta mí.

— Así que a demás de ladrón eres mentiroso.

Pude oír como una risita burlona se escapaba de aquel ser que se hallaba frente a la cama, casi de un salto, me levanté quedando frente a frente con un pelinegro el cual se hallaba de brazos cruzados como si del ser más poderoso del universo se tratase, sin importarme de quien se tratase, le observé con odio.

— Veo que te enojas fácil, que divertido.

Estuvo a punto de dar una caricia sobre mi mejilla cuando de un solo manotazo se lo impedí observándole algo retador, el me quedó mirando algo serio.

— A mí no me golpeas, niñato.

Me dijo aún con aquella seriedad sintiendo como de inmediato su puño impactó contra mi estomago quitándome algo del aire sin darme tiempo para quejarme cuando ya estaba casi de rodillas en el suelo esperando a recuperar nuevamente el oxigeno en mis pulmones.

— Me las pagarás, Loco de mierda.

Algo harto decidí hablar sintiendo como otro golpe llegaba esta vez en mi rostro sintiendo como algo de sangre comenzaba a salir desde mi nariz manchando el negro suelo de alfombra. Esperaba a que en cualquier momento se fuera, sin embargo, no lo hizo, se mantuvo frente a mí como analizando mi cuerpo.

— ¿Cuánto llevas sin comer? Estás bastante delgado.

Comentó el más alto mientras tomaba con algo de fuerza una de mis delgadas y dañadas muñecas, de mis labios salió un muy leve quejido por el dolor de alguno de los cortes que había en este, me quedó observando para luego fijar su mirada sobre mis ya mencionados cortes. Me quedé en silencio mientras era levantado casi de un jalón del suelo.

— ¿Me responderás?

Preguntó al ver que ni una sola palabra salía de mis labios, con un tipo como este ni ganas de responder tenía, un montón de dudas habían en mi cabeza, que obviamente no me atrevería a hacer. Él sin mucho esfuerzo continuó jalando mi cuerpo llevándome hasta un frío baño, este estaba repleto de baldosas, me levantó lanzando mi delgado cuerpo hasta la ducha, comenzó a quitar mis negras ropas observando mi dañado cuerpo, tanto con moretones y cortes a lo largo de todo este, algunos los había hecho yo, otros los había ganado en peleas de pandillas, etc.

Abrió la llave de la ducha haciendo que de esta saliera agua algo caliente, mojando mi desnudo cuerpo, logrando que me retorciera del dolor al sentir aquella caliente agua chocar contra mi piel. Algo de jabón por aquí y allá, más agua, algo de shampoo, más agua, y ya por fin el acondicionador, lo aplicó sobre mi ya enredado cabello y volvió a echar agua sobre mí. Sentí sus manos a lo largo de todo mi piel, tocando cada rincón de mi cuerpo, tocando sin nada de cuidado cada corte y moretón.

— Que cuidado tienes con tu cuerpo.

— Cállate maldito Idiota.

Y otro golpe volvió a impactar sobre mi cuerpo, esta vez sobre mi cintura, sacándome otro quejido, de inmediato, intenté hundirme en la bañera como para ahogarme o por lo menos para dejar de ver su maldito rostro sintiendo como era sujetado por sus manos.

— Al parecer no me recuerdas.

Me dijo algo divertido, yo aún algo confundido me quedé observándole como esperando alguna respuesta, él, volvió a soltar otra risa al notar mi estupidez.

— Soy el Yakuza al que le pediste dinero para comprar de tu droga. Soy Hiro Nokubura.

Ya al oír su nombre, logré recordarle de inmediato y tenía razón, le pedí dinero prestado para comprar algo de droga y al parecer logró encontrarme, comencé a golpear sus manos para que me soltase, se estaba volviendo ya inútil hacerlo, sus dedos se aferraban más a mí ya hasta el punto de pellizcar mi piel.

Me detuve al sentir aquel dolor sobre mi cintura. Debes pagar por lo que querías, ¿no?, después de todo nadie me mandaba a andar de drogadicto por ahí pidiéndole dinero a quien se me cruzara por enfrente.

— Ya te recordé, ¿Cómo mierda quieres que te pague?.

Pregunté ya resignado mientras fijaba firmemente mi vista sobre la suya la cual se encontraba extrañamente calmada y al notar mi resignación, terminó por soltarme dejándome caer en el agua.

— Quiero que seas mi perra.

Me dijo con total tranquilidad, como si fuese lo más normal del maldito mundo, me levanté de la ducha sin importarme mucho el hecho de encontrarme desnudo, y salí de la bañera pasando por su lado casi resbalando al tener mis pies completamente mojados.

— No haré esa mierda.

Dije totalmente enojado mientras era detenido en mi escape, sintiendo uno de sus brazos en mi cadera, al no tener la misma fuerza de antes, no ofrecí resistencia asintiendo ante su propuesta como diciendo que estaba de acuerdo.

— Ya qué.

Solté un muy pesado suspiro mientras tomaba una de las toallas para así poder comenzar a secar mi cuerpo mientras continuaba aquella conversación con el pelinegro.

— ¿Me prestas ropa?.

Alcé una ceja sin siquiera voltearme para observarle mientras continuaba secando mi cuerpo, sintiendo una nalgada por parte del chico que ahora se hallaba tras de mí.

— ¿"me presta ropa amo"? Claro que sí.

Rió algo divertido mientras salía del baño a paso lento, cerró la puerta tras de si dejándome solo en aquel cuarto, sintiendo como lentamente el frío comenzaba a chocar contra mi cuerpo, intenté cubrirme lo más que pude con aquella húmeda toalla, con mi cuerpo algo tembloroso caminé hasta la habitación encontrándome con algunas prendas sobre la cama y el lugar completamente solitario.

Sin importarme mucho aquello comencé a vestirme con unos calzoncillos de un tono algo oscuro y una blanca camisa de algunas tallas más grande. O quizá simplemente no podía rellenar la camiseta por los delgados músculos que tenía, busqué más prendas a lo largo de toda la cama sin encontrar ninguna, "¿es en serio?" pregunté para mis adentró, y así sin más salí del cuarto en busca de aquel pelinegro, esbozando una amplia sonrisa al no hallarlo, con la esplendida idea de bajar hasta el primer piso dispuesto a salir por la puerta principal, escuchando de inmediato a un montón de perros comenzar a ladrar.

— Mierda mierda mierda

Volví a entrar a la casa como si mi vida dependiera de ello, porque según yo eso pasaba, con la adrenalina brotándome de cada poro de mi cuerpo, volví a entrar a la casa observando al sonriente de Hiro observándome con atención, burlándose de mi miedo, como siempre.

— Pobrecito, el niñaco se asustó.

Soltó una carcajada mientras me observaba aún apoyado contra la puerta. Su sonrisa burlona simplemente se hizo algo más amplía al ver que me acercaba más hasta él.

— ¿Cuándo me dejarás libre? Eh.

— Cuando se me antoje.

Me dijo sin quitar su burlona sonrisa de su rostro comenzando a cargarme escaleras arriba hasta su habitación.

— Comencemos a jugar, cariño.

 


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