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DUDA (HUNHAN) por Linlim

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Notas del fanfic:

Un día quise escribir y escribí...

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, la historia es ficticia, producto de mi imaginación.

Como  si los años se detuvieran en sus pies, haciendo que estos sean más viejos que su cuerpo, pese a la lozanía de su rostro,  camina  lentamente, como si estuviera un poco cansado de la vida. Su alma se  siente un poco marchita. Viste unos pantalones holgados, lo mismo que su camisa,  en tonos beige, con una bufanda en tono café claro alrededor de su cuello y mocasines, no está a la moda, pero se siente cómodo y  eso le basta. 


 
 
Va  empujando un carrito de supermercado, contando los objetos con precisión matemática,  por  el temor de que los wones en su cartera no fueran a alcanzar. Observa con detenimiento el yogurt tratando de elegir entre el de cerezas y el de fresa, solo puede elegir uno,  ha pagado ya   la renta de su sencillo departamento, pero tuvo  gastos extras,   ya que las refacciones  para reparar su viejo auto salieron  mas caras de  lo que esperaba, pero aún así decidió que debía repararlo, pues su trabajo estaba cerca del centro de Daegu  y su vivienda tan lejana de este, pues  las rentas eran mas bajas ahí, así que debía sopesar entre precio y cercanía. Ganó la primera.


 
 
Tan absorto está con la elección, que no se da cuenta que alguien mas se acerca a su lado,  tratando de tomar el yogurt de beber, esos que anuncian en la televisión para los niños y que  traen las imágenes de la película infantil de moda, los conoce porque los  ve en las pequeñas manecitas de los niños que el atiende el preescolar donde trabaja de maestro.
 


 
Solo nota que alguien trata de tomarlo mientras hace malabares para cargar a  un niño inquieto , lo ayuda alcanzándolo por el, pero cuando lo entrega observa la pálida mano y no puede evitar reconocerla. No tiene duda.


 
Es una mano que sostuvo la suya durante  largas caminatas en el parque por las tardes  y que acarició su rostro innumerables veces. La misma mano que recorrió  su cuerpo con lentitud y parsimonia. Nunca podría olvidarla.
 


 
Quiere correr, lejos de ahí, tan lejos como en el pasado. 


 
 
Pero no puede, su cuerpo no responde a los deseos de sus pensamientos.
 


 
—LuHan… Xiao Luhan.


 
 
Ahí, con su cabello rubio, su  pálida y  lánguida figura, con ropa deportiva algo desaliñado, batallando con un niño de aproximadamente dos años, está Oh SeHun.
 


 
Da una reverencia y trata de dar la vuelta olvidando su raquítico carrito de supermercado.
 


 
—Espera…


 
 
El no quiere esperar, pero una mano lo sujeta del brazo. Se congela.
 
 


Las lágrimas se amontonan sin permiso en sus ojos, no puede evitarlo.
 


 
Traga saliva y  aspira una fuerte bocanada de aire por la boca, la mantiene  en sus pulmones,  como estrategia practicada hace tiempo  para controlar sus emociones, cuando sus recuerdos llegan e inundan su mente.

 

Voltea lentamente. No sabe que decir, no sabe lo que dirán, son demasiadas cosas que tal vez quisiera saber, porque el tiene muchas dudas,  pero prefiere esperar pacientemente  a que el otro hable primero. Se da cuenta que los ojos de SeHun lo escudriñan, tratando de buscar significado.
 
 


—Hace tiempo no te veía. —Dice en un tono de voz muy bajo.


 
 
LuHan asiente. Lo sabe, eso hace más de  cinco largos y tortuosos años.
 


 
—¿Estas bien?… digo ¿Estas bien en tu vida?… ¿ Todo te va bien?
 
 


SeHun tiene muchas cosas que preguntar, tiene muchas dudas, pero no se atreve a cuestionar abiertamente, piensa que tratará de intuir el significado de las palabras que LuHan emita cuando responda su pregunta.
 


 
—Si. —Respuesta corta que no dice nada a SeHun de lo que quiere saber.
 


 
 Para Luhan la pregunta tiene demasiados “bien” que están alejados de la realidad. Pero prefiere mentir y dar a entender que todo esta bien.
 


 
—Me da gusto. — Le contesta SeHun con falsa amabilidad, pues prefiere que no esté bien, que le diga que lo extraña, que después de tanto tiempo sin verlo no se encuentra bien. 
 


 
LuHan observa el niño en los brazos del otro, este se retuerce . Parece fastidiado, el lo reconoce, tiene experiencia en niños, aunque ninguno sea suyo, vaya que  tiene experiencia.
 


 
—¿Es tu hijo?


 
 
—Si, es mío. 
 


 
Mío.
 


 
Una dura palabra, porque es suyo, de SeHun, pero la palabra “Mio” no lo incluye a el, no es hijo suyo y de SeHun, como lo planearon hace tiempo.


 
 
—Es muy hermoso, como tu… —Las palabras se resbalan de sus labios casi sin darse cuenta, cuando reacciona, es demasiado tarde, han atravesado el aire, llegando a los oídos de SeHun.
 
 


—Si, gracias. —No sabe si su corazón late tan rápido por que alagaron a su hijo o porque se da cuenta que LuHan piensa que el es hermoso. Pese a que han pasado más de cinco años.
 
 


SeHun baja la mirada avergonzado, aunque cuando no tiene porque estarlo.
 
 


El no rompió su promesa.

 

 
El no huyó  dejando en el abandono a un hombre perdidamente enamorado.
 
 


El no se ocultó.


 
 
El no se negó a verlo.


 
 
El no huyó con otro hombre.


 
 
 El no dejó de amarlo.


 
 
—SeHun  no encuentro el cereal que me gusta…—Alguien habla, escucha el borboteo de la voz tras el.
 
 


Reconoce la voz, esa odiosa voz.


 
 
—Tu… —Un chico rubio  que empuja un carrito de supermercado repleto, tiene un  rostro que lo mira con la ceja levantada y su mirada despectiva.


 
 
Es ese chico que frecuentaba la casa de SeHun, cuando ellos eran novios,  que lo miraba desde arriba y con desprecio, que era amigo de la madre de su novio,  ambos cotilleaban sobre lo poca cosa que era LuHan. Una vez los escuchó, pero prefirió callar. Tal vez tenían un tanto de razón.
 


 
Lo vió con detenimiento, tiene  un vientre inflamado que acarició con lentitud  mientras le clavaba los ojos como dardos finos cargados de un veneno, sutil pero letal.
 


 
—Se está moviendo mi amor. —Mientras una mano permanece sobre el vientre, toma la mano  de SeHun para que acaricie el producto de su amor, puede ver la argolla que ambos llevan. Es fácil saber el significado.
 


 
—Si, se mueve.


 
 
No lo hace, el bebe duerme plácidamente en un ambiente confortable, Baekhyun solo quiere marcar territorio y lo logra.
 


 
—Me dio gusto saludarte—Luhan hace una reverencia para despedirse.
 


 
—¿Y no te da gusto saludarme a mi? —Pregunta e rubio con el vientre hinchado. 
 
 


—Fue un placer volverte a ver.


 
 
No lo es, pero no importa. 


 
 
Da la media vuelta  y camina con paso  apresurado hacía  la caja, ha olvidado el yogurt, pero solo quiere huir de ahí. Se forma para pagar, la fila  es larga, es día de pago, muchas personas han acudido a comprar, ve a las familias y las parejas y el está solo. SeHun está con su familia.
 


 
Piensa que ha usado la palabra “su” en lugar de “nuestra”. Le duele un poco el pasado perdido.
 
 


Su familia consta de su  esposo, que  probablemente yace en un sillón , bebiendo cerveza y observando el futbol. Eso, en el peor de los escenarios.
 


 
En el mejor de los escenarios , se ha bañado y se ha ido otra vez a donde su hermana, la misma a la que no ha visto hace tiempo y lo sabe porque ella  le ha llamado a su departamento para saber como estaban,  pues su hermano tenía meses que no iba a visitarla, pese a que viven en la misma ciudad, pero en barrios  diferentes. Ese día descubrió una verdad que no le lastimó.
 
 


Luego  lo confirmó una ve mas, una lengua  piadosa se lo contó para que no viviera en la mentira, su esposo  visitaba  un lugar de mala reputación , donde cada gota de cariño vale mucho mas de un won, donde  los besos son mas caros y el sexo termina siendo un lujo de primera necesidad. Pero el no está molesto, por el contrario,  agradece que por  ello, ya no deba tener intimidad con el, hace mas de un año que no toca su cuerpo. Es un alivio.
 


 
La fila avanza con lentitud, los carritos repletos tardan en ser vaciados. Voltea y ve a varias personas tras el y un poco mas atrás,  ve a  SeHun, junto con BaekHyun, ambos  lo observan, este último de manera posesiva , rodea la cintura del padre de sus hijos con ambos brazos, pese a que el vientre no le permite apegarse tanto,  no lo suelta.
 


 
LuHan quiere volar, quiere desvanecerse y desaparecer. 
 


 
Inconscientemente toca su vientre plano, vacio, seco, sin fruto alguno. Hace años hubo alguien vivo dentro de el,  pero eso fue hace mucho, nada queda más que recuerdos. Su esposo lo culpó, el médico culpó a su esposo. El culpo a la vida o al destino.
 
 


Por fin es su turno y paga rápidamente sus escasos productos, usa su bolso ecológico  para evitar le den  bolsas de plástico que contaminen el mundo, eso le enseña a sus niños y no sería congruente si el no lo hiciera también.
 


 
 Se apresura, casi corre a la salida. Llega al mar de autos estacionados a la entrada del centro comercial, el suyo se distingue por su simpleza y capó deslustrado, la puerta rechina un poco cuando la abre para guardar las pocas compras. Cierra con cuidado, pues sabe que esa puerta tiene truco, que si no se conoce,  queda atorada. Al darse la vuelta lo ve a el.
 
 


El. 
 


 
Trata de rodear el auto para abrir la puerta del conductor, pero nuevamente una  mano lo detiene.
 


 
—LuHan, espera…yo quiero preguntarte algo.


 
 
—Tengo prisa.


 
 
No la tiene, no hay nada que lo empuje a llegar temprano a casa,  al vacio y a la soledad, pero no se lo hará saber, pues se siente avergonzado que SeHun si tenga alguien que lo espere , con un  carrito colmado de víveres, con un vientre hinchado y con un  hermoso hijo que lleva sus genes.
 


 
—Solo quería preguntarte algo…desde que te fuiste tengo una duda. —Una duda desde hace poco más de cinco años.
 


 
Una ráfaga de  recuerdos llegó a la mente de LuHan. 
 


 
El era solo un triste maestro que entretenía  niños ajenos cuidando que no comieran papel o que no  mordieran a sus compañeros.  El no pensaba  eso, pero la madre de SeHun si, ella creía que  su  hijo no podía quedarse a lado de un mediocre maestro, viviendo en un deslucido  departamento. LuHan estaba deteniendo el desarrollo de su hijo,  le robaba prestigio junto con sus aspiraciones, pues el debía continuar sus estudios de post gardo en el extranjero para tener la capacidad de conducir con precisión los negocios familiares. LuHan no podía irse con el, pues no podía permitirse perder un trabajo que amaba en una escuela pública para niños de bajos recursos.  
 
 


En pocas palabras, el era un estorbo.


 
 
Al principio dudó que eso fuera cierto, pero ante tanta insistencia, se dio cuenta que era cierto,  que el no era suficiente para SeHun, no quiso estorbar, no sería un obstáculo en su vida, lo amaba demasiado para coartar su crecimiento. El tendría que sacrificarse.
 
 


Convenció a SeHun de que se fuera a estudiar en el extranjero  con la  promesa de que el  lo esperaría. Cuando su novio se fue, LuHan   cambió de domicilio y numero telefónico, con la pena embargando su alma,  cambió de trabajo y dejo de ir a los lugares que frecuentaban juntos. 
 
 


Por eso es que renunció a una vida con el. Por eso perdió contacto. Porque lo amaba demasiado.
 
 


—¿Por que desapareciste?… ¿ dejaste de amarme?… ¿fue porque conociste a alguien mas?… ¿ yo no te satisfacía?… ¿te enamoraste de el?

 

 
Todas esas preguntas fueron formuladas con base a la explicación que  su madre solía darle cuando el se encontraba triste y  lloraba desconsolado. Un día  le mostró las fotos de un LuHan embarazado, no era suyo, no podía ser, las  fechas no coincidían con la última que le hizo el amor. Así que ese día dejó de buscar respuestas a preguntas que ya no quería saber.
 


 
—Yo … ya no importa SeHun.


 
 
No era necesario contar  que un día quiso olvidar la tristeza en un bar con un vaso de alcohol, que no supo como  un sujeto a su lado lo acompañó hasta su nuevo—Viejo—departamento, tampoco es preciso  contar  que amaneció junto a el, desnudo sin recordar nada, con el cuerpo adolorido,  mucho menos que tras ese evento haya quedado embarazado y que el tipo milagrosamente aceptara la responsabilidad y le pidiera matrimonio.
 


 
No importaba contar que el destino había jalado los hilos, jugando con sus vidas para marcar su destino.
 


 
El pensó que después de todo había corrido con suerte. SeHun sería feliz lejos de el y el…al menos no estaría solo con su hijo y este tendría un padre.
 


 
—Importa, quiero saberlo, tengo derecho, nunca supe lo que pasó.
 
 


—Ahora estas feliz, tienes un esposo y un hijo y pronto uno mas.
 


 
Le sonrío con amabilidad y esta es sincera, le toca el brazo y una suave caricia se desliza y llega a la mano, queda atrapada entre los dedos de SeHun.
 


 
—Pero aun te amo.


 
 
LuHan mueve la cabeza, una mano imaginaria ha tomado su corazón  y lo ha oprimido con tanta fuerza que duele y el dolor mismo le hace querer llorar.
 
 


Pero el lo ama mas y no va a arruinar la vida que logró construir el amor de su vida.
 
 


—Pero yo nunca te amé.
 


 
SeHun no puede creer que nuevamente pueda confirmar la veracidad de  las palabras que su madre se encargó de recordarle durante dos años . Se asombra al darse cuenta  que fue un acierto escuchar  las palabras de BaekHyun  cuando logró convencerlo de que debía  rehacer su vida con el  cuando regresó del extranjero para trabajar en  las empresas de la familia Oh. Eran verdaderas sus palabras cuando  le dijo  que el amor de LuHan no era real. 
 


 
Era todo cierto. Que bueno que había continuado con su vida, aunque los primeros años haya perdido un poco de ella  buscándolo a el y necesitando una explicación.
 
 


—Pensé que aun podríamos reconstruir una vida juntos… yo dejaría todo por ti. —Un atisbo de esperanza quedó prendida de su boca,  viajó desde el corazón, lejos de su cerebro. Era su última carta jugada.
 


 
Pero LuHan no le robaría la vida que un día esperó  que SeHun tuviera.
 
 


—Yo amo a mi esposo— Mintió mientras  acariciaba  su mano mostrando en su dedo  el símbolo de un compromiso que pesaba como loza en su alma.


 
 
SeHun se lamentó que esta vez quisiera dar un paseo por el centro comercial  como cualquier familia, para comprar  los víveres, siendo que durante  el tiempo que llevaban como matrimonio,  le dejó esos menesteres a BaekHyun que a su vez lo dejaba a la servidumbre. En años nunca se encontró con LuHan, tal vez por el trabajo excesivo, los viajes constantes a las sucursales en el país o tal vez porque el miedo le había velado los ojos con temor a ver a LuHan de la mano de su esposo, con el hijo de ambos, tal  vez por eso nunca se lo encontró en la ciudad. 
 
 


Hubiera preferido no saber,  guardar  la esperanza, que  no fuera verdad todo lo que le decían, hubiera preferido seguir viviendo con la duda, porque la verdad dolía.
 
 


—Siento haberte importunado, gracias por aclarar mi duda.


 
 
Se da la vuelta y decide cerrar su pasado.


 
 
LuHan abre la puerta de su auto, se sienta con dificultad, tiene ganas de gritar, de arrancar el volante, de golpear a algo o alguien, sus lagrimas corren con prisa por su rostro, intenta arrancar el auto pero no lo logra. Golpea varias veces el volante.
 


 
—¡Arranca, arranca, por favor!— Lo golpea y en un último intento desesperado, como si  un ser superior se compadeciera de el, el auto enciende y es arrastrado fuera del centro comercial. Entra al tráfico, avanza lentamente y piensa que tal vez debería empezar a comprar cerca de la tienda de conveniencia que queda cerca de su departamento. Total, no compra muchas cosas, así lo decide, no hay duda.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Notas finales:

Solo se me ocurrió hace unos días, es sólo un one shot, si algún día la historia corre por mi mente tal ve la haga two shot,  sino, pues no. Por el momento está finalizada.

 

Anniong!!!


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