Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AVENGERS.TS- Mente Ciega {CapDevil} por amourtenttia

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Visita mi blog para encontrar más historias!


https://fanfickeramourtenttia.blogspot.com/


Más de este fandom:


https://fanfickeramourtenttia.blogspot.com/p/categoria-marvel.html

Notas del capitulo:

Esta historia nació por unas imágenes de internet sobre esta pareja tan crack, así que la gran parte de los créditos son para una cuenta de Instagram. Cuando publique el final agregaré links para esas ediciones, porque son oro.

1.


Steven Grant Rogers no era precisamente conocido por ser el hombre más inteligente de todos. Excelete estratega, sin embargo, poderoso como pocos, cabe aclarar... Pero no precisamete listo. No cuando se trataba de su vida personal.


Luego de pasar por la crisis existencial de su vida, y tras aceptar esas merecidas vacaciones que tanto necesitaba, se le ocurrió que la mejor manera para reencontrarse con sí mismo era dirigiéndose al único lugar en el mundo donde no habría paz y tranquilidad.


Era un hombre de guerra. La necesitaba para vivir, por mucho que lo negara públicamente... Y que lo aceptara plenamente para sí.


Totalmente contrario a Barnes... Quizá eso fuese lo que inclinó la balanza a su favor, pero eso era otra historia.


Hell's Kitchen resultaba su mejor opción, claro está.


Las leyendas circulaban por las calles de toda la ciudad, y Steve estaba tentado a asegurar que corrían por todo el país ya.


No era un barrio malo. No estrictamente hablando. No a los ojos del ídolo de América, que difícilmente encontraría algo realmente malo en su adorado país. Era relativamente tranquilo —acostumbrado a vivir con los héroes en la torre (especialmente Thor y Hulk), incluso los murmullos de las calles sonaban a gloria— y los pocos altercados de los que había sido testigo fueron resueltos fácilmente con su intervención.


Sí. Era su sitio ideal.


Al menos eso es lo que pensaba.


A eso de la media noche, tras darse cuenta que extrañaba demasiado el alboroto ya familiar de las instalaciones de la torre como para poder dormir con todo es silencio, se levantó de la cama, se colocó el traje, y, tras ponerse ropa de civil sobre éste —todo para cuidar que nadie supiera de dónde salió en primer lugar— se atrevió a patrullar las calles de la ciudad más peligrosa de New York.


Todo había sido particularmente tranquilo. Uno que otro robo a mano armada, alguna pelea justa a mano desnuda; nada que el Capitán América no pudiera controlar.


Pero nada dura para siempre. Y tan rápido como se sintió en casa en medio de una de las peleas más emocionantes que había tenido en mucho tiempo, así de rápido se sintió fuera de lugar cuando escuchó un grito proveniente de las alturas.


Un cuerpo cayó a unos metros de él. Escuchó con particular terror el sonido de los huesos rompiéndose.


El asaltante que luchaba con él en ese momento palideció.


—Está aquí...—fue lo único que farfulló, temblando, y comenzó a dar marcha atrás.


Rogers miró confuso al techo.


Había oído de él. Por supuesto que todos lo habían hecho.


—El demonio de Hell's Kitchen—dijo, serio. Quizá demasiado.


De un golpe, el ladrón cayó directo al suelo, tras perder la consciencia. Rogers continuaba mirando fijo la silueta que se mostraba en la orilla del techo.


— ¿Era realmente necesario?— cuestionó, señalando el cuerpo que había caído sobre un auto.


Tan acostumbrado estaba a las alarmas estrepitosas que nunca se dio por enterado que el sonido constante despertaba a todos los vecinos.


—¡Mi auto!— exclamó un anciano, saliendo con su pijama de Spider—Man encima, y unas gruesas gafas sobre su rostro.


Si hubiese luz cerca, Steve habría alzado una ceja al ver las gafas de sol.


El hombre de rojo continuaba allí, observando lo que ocurría debajo. Steve no apartaba la mirada tampoco, en parte molesto, en parte sorprendido.


Nunca pensó encontrarlo tan pronto.


Daredevil.


—Matar inocentes te vuelve un criminal, ¿lo sabes, no?


No supo a qué vino ese comentario, pero cuando vio lo que le pareció una sonrisa ladina se sintió bastante ofendido.


—No era inocente... E incluso si lo fuera... Tienes las manos más ensangrentadas que yo—replicó.


El de rojo desapareció antes de que Steve pudiera responder. Aunque no tenía una buena respuesta en realidad.


Esa noche su buen humor murió notablemente, pero, contrario a lo que esperaba, descansó bastante bien.


La rutina pronto se instaló en su día a día. Unos días pronto se convirtieron en una semana... Luego tres semanas... Pasó todo un mes.


No estaba listo para regresar a casa. Y ni siquiera estaba seguro de tener a dónde volver.


Salía a correr todas las mañanas. Recorría el perímetro del barrio concienzudamente. Esperando encontrarse con el ¿héroe? de Hell's Kitchen de nuevo.


Eso no lo había oído antes.


Mientras las noticias continuaban afirmando que la existencia del demonio rojo era una amenaza, Steve escuchó constantemente comentarios quizá demasiado positivos con respecto al MO del hombre de rojo.


Tenía curiosidad. Como muy pocas veces... Y en esos momentos deseó conocer al dichoso hombre que se ocultaba tras la capucha roja.


Luego de mes y medio —durante el cual continuó patrullando sus alrededores de manera casi religiosa— volvió a verlo.


Rogers regresaba a casa tras terminar su trabajo —entregar a un ladrón a la patrulla más cercana— cuando oyó los disparos.


Se preparó intinstivamente para la pelea, pero no se esperó que, casi como dejavu, un cuerpo cayera del techo del mismo modo repentino que había presenciado antes.


—¡Cuidado!—escuchó que le gritó el hombre que cayó, y por apenas una fracción de segundo Steve se preguntó cómo supo que estaba allí —dado que caía de espaldas—.


Sus reflejos tomaron control. Atrapó al vuelo el cuerpo que se dirigía hacia él y, antes de que pudiera siquiera saber qué pasaba, una voz gritó.


—¡Agáchate y cúbrete!


No parpadeó al obedecer. Maravillado, escuchó las balas rebotar contra el escudo. Luego miró al hombre que se encontraba ahora de pie, calculando sus próximos pasos.


—¡No puedes huir para siempre!—escuchó que rugía alguien desde el techo


El hombre de traje rojo torció el gesto.


Steve se preparó para lanzar el escudo tan pronto como pensó tenía oportunidad.


—Es una trampa. Lo perderás si lo lanzas ahora—le informó Daredevil, y el Capitán le miró sin creerlo.


—Pone a inocentes en riesgo—replicó, y lo escuchó bufar.


—Mira a tu alrededor. ¿Aparte de nosotros, quién está herido?


El rubio miró entonces, dándose cuenta de que gente iba y venía. Corriendo entre las calles presas del miedo.


Se habría detenido un segundo más en ello si no hubiese reformulado lo dicho por el otro.


Le miró.


—Estás sangrando—dijo, y aunque hubo cierta duda, a medida que su mirada se acostumbraba a la oscuridad pudo verlo


La sangre se perdía entre el rojo de su traje.


—No disparará mientras todos estén aquí... No podré hacerle nada desde aquí.


Steve frunció el ceño.


—No estás en condiciones de hacer nada.


Miró de nuevo. Desde el techo, un hombre de aspecto intimidante les miraba fijamente. Reconoció una gabardina verdosa y una camisa negra debajo. Apostaba a que eso blanco era una calavera.


—No le interesa matarte. Es nuestra oportunidad...—dice, y pronto coloca el escudo tras él para acercarse al otro


—¿Para huir?—musita incrédulo Daredevil, y hay una mezcla de decepción en su voz


—Estás intentando no doblarte del dolor. No intentes engañarme... Ningún hombre es a prueba de balas, y sé reconocer las señales...


No tiene tiempo de replicar. Con los sentidos aturdidos debido a la pérdida de sangre no puede notar cuándose ha acercado demasiado hasta que es tarde.


—¡Bájame!—ruge, enfadado, pero el dolor aumenta cuando forcejea


—¿Te es tan complicado aceptar ayuda siempre?—refunfuña Steve cuando comienza a correr, perdiéndose por los pasadizos entre las calles.


—¿No entiendes que ese hombre puede matar N de gente en minutos?


—¿Y quién los protegerá si te mueres ahora?


No hay respuesta, y Steve casi se siente aliviado. No es una buena situación.


Duda por milésimas de segundo.


No lo conoce. No se conocen. Pero necesita suministros para tratar la herida, y no tiene tiempo para buscar un lugar seguro, para luego buscar las cosas... Emprende camino directo a su departamento, ese que se vio en la necesidad de alquilar tras pasar más de tres semanas en el hotel.


Está tan perdido en sus pensamientos que no se da cuenta del tiempo que pasa.


Ha entrado rompiendo la puerta de una patada, y ha llevado al otro hasta el sofá de su sala para luego correr hasta el baño por su botiquín de primeros auxilios.


Nunca faltan quienes le disparan. Nunca. Eventualmente tuvo que aprender a tratar heridas de bala.


Pese a los quejidos de dolor no se detiene, y no está conforme consigo mismo hasta que la bala es extraida, y la herida está perfectamente costurada, además de vendada.


Luego mira a la puerta, ahoga una maldición que espera no escape de su boca.


"El casero se volverá loco de nuevo" piensa.


Da una última mirada al inconsciente héroe antes de ir en busca de herramientas.


Donde el dueño se entere de que le ha roto otra puerta...


Matt Murdock despierta la mañana siguiente con un dolor en el costado bastante familiar, pero notablemente menor que otras ocasiones.


Sus sentidos siguen aturdidos, pero no le toma demasiado darse cuenta de que no está en donde debería de estar.


Pasa una mano por su rostro con temor, al no sentir su traje encima. Casi suspira tranquilo al encontrar ahí su máscara.


—No peleé contra la norma de regulación para ir por allí violando los derechos de los vigilantes... —escuchó que le decían a sus espaldas.


Si hubiese estado en mejor condición, quizá se habría reído con fuerza.


—Eso habría sido bastante irónico—acepta, y trata de ver más allá.


El lugar es pequeño. Demasiado. Apenas y hay lo necesario para descansar allí por un rato, nada más.


—No pasas mucho tiempo aquí dentro—dice, no es pregunta de ninguna forma


Steve se encoge de hombros.


Se ha cambiado de ropa horas atrás. Su rostro ya es mundialmente conocido, no tiene sentido ocultarse.


—Dormir solo lo necesario. Ese es mi lema...


Matt frunce el ceño.


—Steve Rogers... ¿Qué te trajo a Hell's Kitchen?—cuestiona luego de un silencio, en el cual se ha intentado acomodar mejor en su lugar.


Steve le ha llevado un vaso con agua, y ha mirado conscienzudamente cómo ha tomado éste de sus manos.


—Ciertamente no por placer—agrega el enmascarado.


—Te sorprenderías—replica, sereno,y mientras que deja el vaso sobre la mesilla frente dice — Eres ciego.


Si Matt no se hubiese puesto tenso, quizá Rogers habría dudado.


—¿Qué te hace pensarlo?—responde, medio a la defensiva.


Steve se acomoda en el pequeño espacio donde está sentado.


—Mi padre lo fue... Por un tiempo. Antes de fallecer... Todos sus gestos... Son los mismos que estás haciendo.


El castaño tuerce los labios apenas.


—¿No se supone que respetarías mis derechos?—musita, entre ofendido y divertido.


Steve baja la mirada.


Matt suspira, antes de alcanzar la máscara. Comienza a removerla con cuidado. Rogers intenta detenerlo.


—Esperaba que te largaras a la primera semana. Un chico bueno como tú no aguantaría tanto tiempo aquí... Te has ganado mi respeto... Y me has arrastrado en contra de mi voluntad para salvarme la vida... Tienes mi confianza.


Rogers no puede responder. En parte sorprendido, en parte ligeramente ofendido.


—No puedo ver tu rostro, pero sé tu identidad. Es justo presentarme apropiadamente...


Cuando la máscara cae Steve tiene la imperiosa necesidad de ir de nuevo por los primeros auxilios. Termina poniéndose de pie, irremediablemente.


—Mi nombre es Matt Murdock... Y yo soy Daredevil.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).