Vinculo de sangre
Las cosas habían cambiado drásticamente desde que había bebido su sangre. El torrente de emociones que lo embargaban desde entonces, no había parado. Su necesidad de estar más cerca él lo agobiaba cada día un poco más… y no entendía el por qué.
Estaba claro que ahora tenían un vínculo mayor, pero eso no explicaba el aumento en su pulso cada vez que lo veía. Cómo sus miradas se enfrascaban, cómplices, en una conversación silenciosa cada vez que se encontraban. Ahí donde mirara, había algo que le recordaba su presencia… algo que lo llamaba… algo que ya no se creía capaz de controlar…
Se había alejado esa noche de los dormitorios del sol, esperando poder despejar su mente, aguardando que todo ese mar de emociones que lo consumía por dentro se calmara, o disminuyera al menos, pero sus esfuerzos eran en vano, lo sabía. Entre más intentaba no pensar en él, más cerca se encontraba de caer ante su llamado.
No podía hacer nada, estaba atado de manos, solo le quedaba una opción: enfrentarlo. Pero, ¿Qué respuesta le daría?
Si tan solo fuese capaz de hacerlo aparecer frente a él, así, con el simple deseo de su corazón, todo sería más sencillo. Siempre estaba rodeado de más vampiros, que lo cuidaban y protegían ante cualquier peligro, por mucho que él fuese capaz de defenderse por sí mismo. Las jerarquías en su mundo eran algo demasiado presentes para su gusto… y molesto, además, pues le impedían acercarse al protagonista de sus fantasías… porque se había despertado más de una noche con el cuerpo sudoroso, y el corazón agitado con las secuelas de sus sueños…
- Si tan solo tuviese el valor de aceptar esto que siento y decirle lo que me ocurre…- hablo sin pensar, deteniéndose bajo un árbol y mirando hacia los ahora vacíos dormitorios de la luna – de seguro, se burlaría de mí y me alejaría aún más…
Los estudiantes estaban de vacaciones, y los vampiros habían abandonado la residencia también. No había nadie ahí que pudiera consolarlo.
Se dejó caer por el tronco hasta el suelo, cubriendo su rostro con las manos, llenando sus pensamientos de oscuras posibilidades en las que solo era rechazado.
El fuerte latido en su sangre le aviso que no estaba solo y se paró deprisa, mirando alrededor, buscando en la oscuridad a quien se había acercado sin hacer el menor ruido, pero había algo más… una corriente de electricidad subió por su espalda, dejándolo helado al instante, pues quien se encontraba al otro lado del camino, mirándolo fijamente, era nada más que el hombre en quien pensaba recién…
- Kuran… Kaname… - susurro sorprendido, viéndolo sin poder creerlo.
- ¿Hasta cuando piensas hacerme esperar, Zero…? – le dijo con una sonrisa triste, avanzando en su dirección – He estado aquí, armándome de paciencia para no ir por ti, y reclamarte como mío, y tu simplemente me has dejado a la deriva…
- Yo… no… - no entendía.
Podía verlo con claridad ahora, caminando hacia él, con las manos en los bolsillos de un pantalón negro, su andar despreocupado, con esa mirada triste en sus bellos ojos color vino, su pelo agitado por el viento. Llevaba una camisa negra, con el cuello abierto, que dejaba ver su clavícula… tentadora… sexy…
- Lamento tener que decirte – le dijo con esa voz pausada y suave, llegando frente a él – que yo no puedo esperar más.
Alzando una mano, le tomo la barbilla y lo acerco a sus labios, rozándolo a penas, inspirando, sonriendo con satisfacción ahora… conteniéndose…
- Kuran… - empezó pero no pudo continuar.
Kaname lo empujo contra el tronco del árbol nuevamente, apegando el cuerpo contra el suyo, presionando y besándolo por fin, con pasión desmedida… su lengua recorriendo cada rincón de su boca, sus manos levantando su camisa, buscando, tocando su piel desnuda… acariciándolo ahí por donde pasaban sus dedos…
No sabía qué hacer, lo estaba besando, como tantas veces había soñado, y él se había quedado estupefacto por la sorpresa…
“Claro, es otro de mis sueños, despertare en cualquier momento…” pensó, en una triste agonía, y asumiendo que el hombre que lo abrazaba era un simple reflejo de su deseo, respondió el beso, tirando de su camisa para acercarlo aún más, suspirando y disfrutando cuando sus labios descendieron de su boca hasta su cuello, sintiendo su lengua, su respiración, sus murmullos… ¿Qué estaba diciendo?
- Esta vez es real… no es un sueño… estoy aquí… mírame… tócame… siénteme… soy yo… - decía lento y claro entre caricias.
Se apartó un momento y tomándolo del rostro lo miro con los ojos muy abiertos… no podía ser cierto… pero ahí estaba, junto a él, sentía sus manos en la cintura, esos ojos que lo miraban con amor y deseo… y las palabras que siempre espero oír, ahora llegaban a sus oídos, intentando atravesar su muro de protección…
- Soy yo – se acercó de nuevo a él hablando contra sus labios – Estoy aquí, y no me iré… no sin ti.
Lo beso una vez más, ahora más tranquilo, hablándole, transmitiéndole cada sentimiento guardado, con dulzura pero no sin deseo… Y al separarse, la realidad lo golpeo… No era un sueño. De verdad estaban ahí, juntos…
- Creí que te habías marchado con los demás – le dijo apoyando la cabeza en su hombro.
- Casi lo hago – respondió entrelazando sus manos a cada lado y mirando al cielo – pero no fui capaz de darme por vencido contigo.
- Dime que no estás jugando, por favor – susurro con aprensión
- Zero… Todo lo que has pasado tú, también lo estuve pasando yo – bajo la vista hasta él y busco sus ojos – y lo sé muy bien pues el vínculo se crea hacia ambos lados.
- Quieres decir que… -
- Fue tu deseo de verme esta noche lo que me trajo aquí – sonrió acariciando su mejilla – Y fue mi deseo de verte lo que te atrajo hasta aquí – señalo hacia los dormitorios de la luna.
- ¿Y ahora qué? – pregunto mirando en la misma dirección.
- Ahora no te dejare ir nunca más – la nota traviesa en su voz no pasó desapercibida ante él
Lo tomó de la mano, y sin decir más, se dirigieron a la entrada de la residencia. El lugar estaba vacío, todos habían partido el día anterior y no regresarían hasta dentro de un mes como mínimo. Estaban solos. Eso lo hizo ruborizarse levemente, mirándolo de reojo, porque bien sabia ahora, que todo lo que por su mente pasara, él lo captaría de inmediato.
Cuando las puertas de la habitación se cerraron a su espalda, sus nervios se dispararon peligrosamente, haciendo mella en su autocontrol… Si bien había soñado con este momento en incontables ocasiones, no se comparaba al hecho de estar viviéndolo. Era curioso verse así, como niña de quince enamorada, cuando siempre podía mostrarse serio y controlado frente a todos…
“Siempre hay una excepción” pensó y sonrió a su pesar.
- No hace falta el control esta noche – le hablo bajito al oído con sus brazos rodeándolo por la espalda – Ni esta, ni ninguna otra en adelante.
- Kaname, yo… - su elocuencia parecía haber desaparecido y no era capaz de conectar sus ideas; además, los besos que estaba recibiendo en el cuello no ayudaban a su concentración – yo no… aguanto… más…
- Tampoco yo… - lo giro para hablarle de frente – solo necesito saber una cosa.
- Dime-
- ¿Es mi sangre lo que deseas? – la seriedad en su voz le advirtió no bromear al respecto
- Te deseo a ti, mucho más de lo que la sangre es deseada por los vampiros – contesto mirándolo fijamente.
Kuran no respondió, pero en un rápido movimiento, lo tenía contra la pared, rasgando su camisa, besándolo con urgencia, presionando su cuerpo, erizando su piel y también aumentando la tensión en su entrepierna.
Zero por su lado, ya lo tenía medio desnudo, y se encargaba ahora de sus pantalones. La ropa estorbaba, se necesitaban, y necesitaban más…
En casos como este, las habilidades de los de su especie eran muy ventajosas… en un momento estaban contra la puerta, y al siguiente se encontraban tendidos en la amplia cama, totalmente desnudos, con sus cuerpos expuestos ante ellos… La confianza íntima era algo que se ganaba al momento de tomar la sangre del otro. Y ellos ya habían pasado por eso.
El vampiro sobre él, lo estaba volviendo loco. Sus manos trabajando lentamente en su endurecido miembro, arriba y abajo, desesperándolo con cada movimiento, frotándolo con el propio de tanto en tanto, sin dejar de besarlo con insistencia… mordiendo su labio inferior hasta hacerle sangrar, para luego lamer la herida… excitándolo aún más…
Los gemidos comenzaron a salir antes de que pudiera evitarlo, los dedos que rozaban su punta, resbalando con el líquido pre seminal, lo tenían en una agitada degustación de placer… Placer que aumento cuando Kaname, sin previo aviso, introdujo un dedo en su entrada, moviéndolo de a poco, expectante a su reacción…
- Kaname… por favor… - le hablo con voz ronca por el deseo, atrayendo los labios que pasaban por su pecho, en un intento de sofocar las exclamaciones
- No lo arruines, Zero… - dijo divertido – lo estoy disfrutando… Aguanta un poco más… -
Dos dedos… moviéndose circular en su interior, provocando oleadas del más puro placer…
- Vamos… Kaname… lo necesito… - suplico entre jadeos con los ojos fuertemente cerrados.
Tres dedos... entrando y saliendo… Aferro las manos en sus hombros, rasguñando y alzando un poco más sus piernas para facilitar el trabajo del otro.
Kaname desapareció en un instante… abrió sus ojos para mirarlo sorprendido, interrogándolo con la mirada, pues la frustración comenzaba a acumularse en su latente interior… Pero no dijo nada… o más bien, no pudo…
Aquel sexy vampiro, estaba de rodillas en la cama, a la altura de sus pies, mirándolo con descaro mientras se masturbaba… una sonrisa traviesa se expandía en su rostro.
- Por mucho que me gusten tus ruegos… - su mano subiendo y bajando a lo largo de su miembro – No puedo entrar así, sin hacerte daño…
- Y no quieres dañarme, ¿verdad? – Pregunto incorporándose, gateando hasta él – Déjame ayudar, entonces…
Reemplazo la manos de Kuran por las suyas, masajeando un poco antes de llevárselo a la boca. Envolviéndolo con sus dedos… paso su lengua desde la raíz hasta la punta, deteniéndose ahí un momento, para luego volver a bajar… cubriéndolo todo con su saliva…
Ahora era el turno de Kaname… Gemidos bajos y profundos salieron de su boca, poniendo las manos sobre la cabeza del chico para aumentar el ritmo, pero éste se apartó, mirándolo divertido al tiempo que se acercaba a su boca, bajando hasta su cuello, y clavando sus colmillos en él, mas sin beber… solo lamiéndolo.
El deseo estallo en él al sentir los colmillos de Kiryuu, y sin preámbulos, lo arrojo de espaldas, de vuelta a la cama, tirando de sus tobillos para dejarlos sobre sus hombros y posicionándose entre sus piernas.
- Eres un impaciente – dijo aparentando enfado, cuando entro de un solo golpe, sacando un grito de placer de un sonriente Zero –
- No… me digas… que no… te gusta… aaah! Así… - Respondió con esfuerzo entre gemidos por las profundas penetraciones que el otro le estaba dando.
- Hacerme sangrar… - comenzó a subir el ritmo – ¿es que… no tienes… mmm… respeto?
- Cállate y sigue – dijo Zero gimiendo cada vez más fuerte – no pares…
- Estas equivocado…mmm… si piensas que voy a dejar… aah!! Que te vengas ahora… - y saliendo de su interior, le bajo las piernas para poder girarlo, tomándolo de las caderas y volviendo a penetrarlo.
Si había algo exquisito en el sexo entre vampiros, era la resistencia… y por mucho que Kaname deseara liberarse, quería hacer disfrutar lo máximo posible a su amante esa noche, y lo estaba consiguiendo.
Se inclinó sobre su espalda, besándolo, hablándole entrecortadamente, tomando el miembro del otro y masajeando al mismo ritmo de sus estocadas… unidas en un desesperado vaivén… Clamando por más, gritando sus nombres, gimiendo, jadeando… riendo… Estaban felices… llenos del éxtasis que solo te da el entregarte a quien deseas de verdad…
Al acabar, Kaname se recostó a un lado, abriendo los brazos para recibirlo contra su pecho y mirar con amor esos ojos que tanto dolor ocultaban…
- Jamás te dejare, Zero – prometió besando su frente
- No es solo esto lo que deseo de ti…- susurro en respuesta apenado
- Lo sé, tampoco yo – le dijo con seguridad, abrazándolo mas cerca.
- Kaname… ¿cuándo lo supiste? – Pregunto pasando la mano por su abdomen distraídamente - Que yo…
- Mucho antes de darte mi sangre, pero fue en ese momento que comprendí lo que a mí me pasaba.
- ¿Y por qué me dejaste beber? – alzo la vista hasta él
- Además de ser un escudo para Yuuki, eres lo que necesito para seguir… no quería perderte.
Kuran se inclinó sobre él para besarlo con dulzura, pero Zero no quería calma esa noche y en un rápido movimiento, lo tenía sentado a horcajadas sobre sus piernas. Lo miro con suspicacia.
- ¿Mi turno? – rio con pesar
- No creerías que saldrías invicto de aquí, ¿o sí? –
- Tenía la esperanza de que… - comenzó Kaname pero fue silenciado con un beso.
- ¡Rechazado! – dijo tajante y riendo – Te toca.
Dicho esto, comenzó el juego de nuevo. No había nadie que los interrumpiera, nadie que los escuchara, nadie que los separara… pues existía entre ellos algo mucho más poderoso que una simple promesa… algo que los llamaba a estar juntos… algo que nadie más que ellos podrían entender… Un vínculo tan poderoso como el amor, y que en su compañía se hacía eterno y maravilloso…
Un vínculo de sangre.