Ese mayordomo, bailando
Para Sebastián Michaelis sacar conclusiones presipitadas de su Joven Amor era por demás decir una falta de respeto como el grandioso mayordomo que era. Pero aún así decir que su Joven Amo no sabía bailar era algo que estaba completamente confirmardo, por eso cuando lo insinuó fue más una afirmación que una pregunta.
El silencio que dejó el conde fue la confirmación de la confirmación, pero que problemático Joven Amo, un baile para alguien de su posición era más una obligación que un simple pasatiempo, pero que más daba, el tenia que solucionar el problema.
Lamentablemente ya no había tiempo para llamar a un profesor particular, además por ningún motivo iba perder la oportunidad de molestar a su pequeño Amo, así que con una gran sonrisa coqueta le tendió la mano ofreciéndole bailar con el.
Pero que hermoso sonrojo adornaba la cara del menor, lo hacía más apetecible que de constumbre, la verdad no sabía cuánto tiempo más podría soportar sin tomar a ese pequeño cuerpo, para los dos no era nada indiferente que se deseaban uno al otro, sin embargo ninguno de los dos haría nada al respecto, por el momento.
Cuando Sebastián inició las lecciones se dio cuenta de muchas cosas, la primera y más importante, su Joven Amo era un caos al bailar, mira que ni siquiera podría dar un paso sin tropezarse con el, y la segunda es que ese Joven Amo que tenía no era del todo un inocente.
Era completamente normal que ciel al iniciar las lecciones se mostrará rígido y torpe, pero que tantas veces se tropezara, y aprovechará esto para aferrarse a su mayordomo sin duda no era algo normal.
Pero que joven amo tan astuto, mira que hacerse el torpe solo para que él lo tuviera sumamente serca y casi cargandolo era digno de admirar. Si su pequeño ciel lo quería así, por supuesto que le iba a seguir el juego.
-Sebastián no eres un gran maestro- fue lo que dijo el pequeño cansado, llevaban más de una hora tratando de que hacer que ciel bailara decente sin conseguir nada, aunque tampoco el conde ponía nada de su parte.
-como quiere aprender su se la pasa tropezando accidentalmente contra mi- respondió el demonio un poco enojado, solo ciel sabía cuánto le desagrada que le dijeran que era malo en algo.
- lo que pasa es que eres un mal maestro y no lo quieres admitir- ese niño ahora iba ver en lo que si era bueno, pensó con una sonrisa mailisiosa, con fuerza lo agarro del mentón obligándolo a verlo a los ojos, se inclino sobre el besandolo ferozmente, mientras ciel forcejeaba un poco hasta que finalmente se dejó hacer.
- creo que en esto si seré un excelente maestro- el mayor tenia una mirada feroz viendo la cara completamente sonrojada del pequeño conde, con una mirada sorprendida vio como este sonreía y se pegaba a él de una forma muy sugerente, se quedó estático cuando el joven amo empezó a pasar su pequeñas manos por el pecho del mayordomo.
-sebastian- exclamó con una voz provocativa, que delicioso se vea ciel así de vulnerable y coqueto- yo te ordeno- siguió con una voz cada vez más sensual- que no me sigas- grito el conde mientras salía corriendo lejos del mayordomo mientras este completamente confundido, veía la sonrisa del pequeño Amo mientras se alejaba.
Sin duda el pequeño Joven Amo era un travieso de primera, mira que seducirlo cuando el solo quería enseñarle a bailar, era algo muy cruel, pero aún más dejarlo en ese estado.
Sebastián Michaelis por primera vez en mucho tiempo juro que tomaría venganza de su pequeño-tierno-travieso-joven-amo.
Porque que sería de él como mayordomo si no pudiera enseñarles modales a su Joven Amo.
Está noche iba a ser estupenda.