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Serendipia por Sorceress Darkness

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Notas del fanfic:

Aclaraciones:
La historia se ambienta de forma en que Supernatural y Teen Wolf no son mundos separados. Es decir, todo pertenece a un mismo universo.
Pareja:
Theo x Jack (Por si no quedó lo suficiente claro en el resumen o no leen resúmenes)

Notas del capitulo:

¡Hey! No haré muy largo esto, sencillamente les diré que si esperaban una explicación sobre el porqué de esta pareja... No la tendrán porque ni siquiera yo la tengo (xD)
Sólo espero que la pareja y la historia sea de su agrado.

Noche excesivamente tranquila, de silencio ensordecedor.

Eso era lo que quedaba después de una pelea, o quizás el término que mejor definía lo sucedido momentos atrás era... masacre. Fue un enfrentamiento entre cazadores y criaturas sobrenaturales, al cual, con suerte, solamente sobrevivió un joven.

Suerte. Hacía tiempo que Theo carecía de esta.

Procurando hacer el menor ruido posible avanzaba a pasos lentos entre contenedores de carga que formaban callejones y daban el aspecto de un laberinto. Tal detalle estaba dificultándole encontrar la salida, y si a ello sumaba el hecho de encontrarse herido, bien podría decir que la suerte tenida anteriormente había sido un efímero destello.

Cerró los ojos fuertemente y al mismo tiempo apretó la mandíbula, conteniendo un gruñido de dolor que amenazó con escapar de sus labios. Detenerse sería arriesgado, por ende, titubeó mucho en hacerlo, rindiéndose finalmente sin opción cuando sintió que no podría sostenerse en pie de continuar. Recargó su espalda en uno de los contenedores, permitiéndose unos segundos para tomar aire, pese a sentir dolor incluso al respirar.

Hallándose en situación tan compleja, especialmente peligrosa, pensó vagamente en la elección de decisiones que lo llevaron a terminar así.

Meses atrás había abandonado Beacon Hills. Pues pese a toda la ayuda prestada a Scott y su manada no consiguió unírseles. No confiaban del todo en él, nunca lo harían. Lo máximo que obtuvo fue el ser llamado aliado. Claramente no estaba en posición de exigirles algo más, porque les había engañado, y de una forma u otra a todos los había lastimado, eso sin mencionar a los chicos que conformaron su propia manada, a quienes asesinó sin siquiera pensarlo.

Sin hogar, sin manada, no tenía nada ni a nadie que lo atara a ese lugar.

Tenía presente que merecía la soledad en la cual estaba, porque mintió, traicionó y sobre todo, asesinó. Estaba tan acostumbrado a matar que no le importaba hacerlo; realmente ni siquiera recordaba si en algún momento sintió remordimiento de tomar vidas. La cuestión le hizo reflexionar un poco en el color de sus ojos y las palabras que Stiles le dijo alguna vez:

“¿Y si se vuelven azules por la culpabilidad?”

Sus labios mostraron una sonrisa irónica.

De ser ese el caso, sus ojos jamás cambiarían de color. Posiblemente la prueba de ello fuera justamente lo sucedido minutos atrás. Arrebató varias vidas, claro, lo hizo en favor de sobrevivir, pero entre aquellos cazadores había algunos muy jóvenes, quizás de su edad, quizás menores. Los había matado, y eso no cambió el color de sus ojos.

El dolor de sus heridas lo sacó de sus pensamientos, devolviéndole a su deplorable estado actual. Resopló sin quererlo, dejando el tema para después; quizás para nunca puesto que finalmente el color de sus ojos no le importaba en absoluto.

Trabajosamente retomó su andar. Tenía heridas de disparos que no estaban sanando porque todavía tenía las balas dentro. A eso se sumaba la tortura a la cual fue sometido por lo que, a su parecer, fue un día o dos. Esos cazadores eran extremistas, asesinaban a cualquier criatura sobrenatural que encontraran sin importarles que estas vivieran sin dañar a nadie. Los asesinaban en el mejor de los casos, en el peor —como el suyo— los capturaban y torturaban buscando sacar información del paradero de más criaturas.

Hizo un gesto de dolor, después del cual inhaló hondo. Al hacerlo, un desagradable aroma llegó a su nariz, mezcla de peces muertos, personas muertas, pólvora y sangre.

Estaba en un puerto, lo supo desde que despertó tras ser capturado. Lo que no sabía era el sitio exacto en donde estaba. Eso era lo preocupante. Necesitaba encontrar un sitio seguro para detenerse, atender sus heridas y descansar.

Algo tan sencillo como salir de aquel lugar estaba resultándole una tarea bastante complicada. El dolor en su cuerpo aumentaba con cada segundo. Aún sentía dolor, eso en cierto modo era bueno, significaba que seguía vivo, a diferencia del resto de criaturas muertas en una bodega a varios metros detrás de él.

Volvió a detenerse. La pausa fue más breve esa ocasión. Dio una mirada al cielo, encontrando la luna llena siendo un tanto cubierta por nubes. Esa noche era bastante oscura, debía ser entonces entrada la madrugada. Con ese último pensamiento siguió caminando. Un par de pasos más adelante volvió a detenerse, esta vez por oír ruido de personas acercándose a su posición. Quiso retroceder. Demasiado adolorido no lo consiguió.

A los pocos segundos varios hombres armados aparecieron al final del camino frente a él.

Contuvo un jadeo. No iba a mostrarse vulnerable. Si iba a morir lo haría con orgullo, peleando, intentando matar a un par de cazadores más.

Respiró profundo, dispuesto a mostrar su lado animal en un último acto de defensa, de ataque.

Su plan se vio interrumpido, primero por un difuso y particular sonido, una especie de... aleteo, después del cual alguien apareció repentinamente, interponiéndose entre él y los cazadores.

No daba crédito a lo que veía, inclusive pensó durante algunos segundos que se trataba meramente de una alucinación. Dicho pensamiento se fue tal como llegó luego de fijar su mirada en los hombres, viendo en ellos el mismo desconcierto que él sentía.

Los cazadores hicieron ademán de dispararles. Eso nunca llegó a pasar gracias al desconocido, quien levantando una sola de sus manos empujó a los hombres varios metros atrás, con algo que Theo definiría como una honda de energía.

Después de dejar inconscientes a los cazadores, aquella persona se dio vuelta, mirando de frente al mal herido muchacho.

Una vez pudo ver al desconocido, Theo terminó incluso más sorprendido que anteriormente. ¡Era solamente un chico! Si lo juzgaba por su apariencia física podría ser quizás de su edad, pero si juzgaba por su mirada, por la inocencia que había en ella, podría atreverse a asegurar que era más joven que él, bastante más joven.

—¿Estás bien?—

Realizando aquella pregunta el chico se le acercó un poco, deteniendo en seco sus pasos cuando él se mostró desconfiado y a la defensiva.

De una manera extrañamente sencilla pudo ver sorpresa, duda y cierto temor en la mirada del muchacho. Era como si estuviera viendo a un niño que ha hecho algo incorrecto y por ello teme a la reprimenda de sus padres o cualquier otro adulto. Se sintió tan extraño ante tal mirada. En un principio estuvo algo extrañado, confundido e incluso incrédulo, para seguidamente sentir —tal vez— un atisbo de... culpa, al comportarse así con quien le había salvado.

Había necesitado ser salvado. Esa idea no fue muy de su agrado, estando demasiado acostumbrado a valerse por sí mismo.

—No necesitaba tu ayuda— respondió quizás más hosco de lo que planeó.

En la inocente mirada color miel del muchacho encontró una disculpa, y nuevamente volvió a sentirse confundido.

—¿Qué eres?— cuestionó directo y sin tacto alguno, llevado por la intriga.

El desconocido agachó la cabeza, fijando su mirada en el suelo.

Un tenso mutismo se instaló en el sitio durante unos instantes, los que Theo consideró suficientes para que el otro chico pensara en su respuesta. Aguardó con paciencia, una que debido a todo lo sucedido esa noche resultaba poca; al no ver que la respuesta se acercara simplemente negó con la cabeza.

Nunca sabría qué clase de criatura era el chico, ni tampoco los motivos que tuvo para ayudarlo.

—Si no piensas decirme yo me voy de aquí, y sugiero que hagas lo mismo antes de que alguien nos vea, o venga la policía—

Dio por terminado el encuentro con el jovencito comenzando a alejarse de ahí. Antes de darse cuenta su respiración se había vuelto irregular. Estaba exhausto.

Respiró profundo en un vano intento por mantener entereza y serenidad. Intentó continuar su camino ignorando que su cuerpo le pesaba más a cada segundo. No consiguió avanzar mucho antes de que la oscuridad a su alrededor se extendiera sobre su campo de visión.

Apenas fue consciente de que no cayó al suelo. Difusamente sintió que el chico le sostenía, mientras él mismo le recargaba su peso. Con un gran esfuerzo alzó la cabeza, alcanzando a verle el rostro. Más en específico pudo ver sus ojos. Aquellas nítidas pupilas pronto se tornaron de un dorado intenso.

Eso fue lo último que Theo vio, antes de que finalmente el cansancio y la oscuridad se apoderaran de él.

··· ¨ ···

En un aleteo —literalmente— Jack llegó a la habitación del motel que había alquilado días atrás. El lugar estaba en absoluto silencio, y se hallaría también en absoluta oscuridad si no fuera porque había dejado las cortinas abiertas, permitiendo que por la ventana se filtrara algo de luz del anuncio de neón con el nombre del motel.

Gracias a la ligera iluminación pudo llevar al inconsciente muchacho a la pequeña cama individual sin tropezones de por medio. Lo recostó cuidadosamente; del mismo modo le retiró la camiseta que llevaba. La prenda la dejó en una silla cercana a una pequeña mesita de madera, y aprovechando el haberse apartado encendió la luz, cerrando de paso las cortinas.

Hecho lo básico regresó a la cama, sentándose en un extremo, revisando las heridas que el desconocido tenía. Cinco impactos de bala con el proyectil aún dentro, eso era lo principal aunque hubiera manchas de sangre por todo su torso.

Frunció el entrecejo. ¿Por qué habría marcas de sangre, pero no más heridas?

Podría tratarse de una criatura sobrenatural, consideró rápidamente eso, concluyendo con la misma velocidad que lo de vital importancia en ese momento era sacarle las balas o moriría desangrado.

Problema: Él no sabía cómo hacer eso.

Había visto en series y películas a personas atendiendo a otras personas de heridas así, no obstante, verlo a través de una pantalla no era lo mismo que hacerlo en la vida real. Descartando ese modo de ayudar, supo que no había otro método sino el de usar sus poderes.

Queriendo realmente ayudar, dejó sus temores apartados tras un respiro profundo, después del cual acercó su mano a una de las heridas. Con el mayor cuidado y delicadeza que era capaz de tener comenzó a extraer la bala sin siquiera tocarla. En segundos tuvo dicho objeto en su mano. Suspiró. El inconsciente muchacho no emitió queja alguna.

Eso era bueno porque quería decir que no le hizo daño. Razonó.

Dejó la bala en la mesita de noche. Se dio ánimos mientras tomaba valor, repitiendo la acción con las siguientes heridas.

Varios minutos después había logrado retirar cuatro balas. Asombrado, pero sobre todo curioso, observó un poco cómo las heridas comenzaban a sanar. Hubiera podido contemplar el suceso hasta el término si no fuera porque todavía le faltaba un proyectil.

A diferencia de las otras ocasiones no logró mover ni un milímetro la bala pues el chico se quejó. Detuvo sus acciones, mirándolo preocupado. Esperó algunos segundos antes de volver a intentar, obteniendo el mismo resultado, sumado a que ahora el chico se removió, aunque aún sin despertar. Tuvo que detenerse nuevamente, además de desistir en su labor. Aparentemente esa bala se encontraba a mayor profundidad, puede que inclusive estuviera incrustada en una de las costillas, por eso causó evidente dolor al moverla.

Todavía no controlaba muy bien sus poderes, ante eso no podía seguir intentando, ya que si el muchacho continuaba moviéndose adolorido podría terminar lastimándolo más. Sanaría, eso estaba claro, aun así... No pudo continuar.

Suspiró largamente, algo apesadumbrado.

Dio una mirada a su mano, ahora sucia con restos de sangre. Intercambió miradas entre la sangre en su mano y la sangre en el cuerpo del muchacho.

Levantándose de la cama se dirigió al baño. Usando el lavamanos se aseguró de limpiar cualquier rastro de sangre en su piel. Tras eso salió de ahí, yendo a la pequeña mesita a tomar un plato no muy hondo. Seguidamente regresó al baño; el cuartito era pequeño y algo descompuesto, como toda la habitación. Tampoco se podía pedir más del barato motel de paso, ya era suficiente con que todo funcionara correctamente, y con que hubiera un par de toallas limpias en el toallero; de estas tomó una pequeña.

Unos momentos después se encontraba sentado en una silla a un costado de la cama, teniendo el plato en su regazo, mientras la toalla ligeramente mojada la pasaba por el torso del otro chico.

Limpiaba cuidadosa y delicadamente, acariciando la piel del muchacho sin ser consciente de ello. De lo que sí era consciente, era de que el desconocido poseía un físico...

Dudó hasta dar con la palabra.

Atractivo. Sí, eso era, porque resultaba fácil que atrajera miradas sobre él.

Se extrañó ante sus propios pensamientos, posponiendo estos cuando comenzó a limpiar los alrededores de la herida que seguía ahí. Terminada su labor de limpieza dejó los utensilios usados en la mesa de noche —justo al lado de las balas—, e intentó por tercera vez sacar la última bala. Falló una vez más, pues de nuevo el muchacho se quejó y removió inconsciente. Abandonó definitivamente la acción. Cuando su invitado despertara le pediría que se quedara quieto mientras sacaba la bala, momentáneamente parecía hallarse mejor.

Su mirada recorrió de arriba abajo al otro hombre. No demoró en limpiarle también las manos y los brazos al notar manchas de sangre en dichos sitios; de ahí subió hasta su rostro y limpió pequeñas manchitas que había en sus mejillas, sin poder evitar detallar sus facciones. En su tranquilo estado actual pudo apreciarle mejor sin sentirse intimidado por la fuerte mirada que le había dedicado.

“Es más que atractivo” fue el pensamiento que cruzó su mente.

Suspiró ligeramente con cierto alivio al ver que la piel del chico recobraba color, uno que había perdido cuando terminó inconsciente. Definitivamente se encontraba mejor, pese a tener aún una bala dentro. Iba a ponerse bien, eso le hacía sentirse feliz.

Había podido ayudar a alguien.

El resto de la madrugada lo pasó sin dormir, sin prestar atención a nada que no fuera su invitado. No comprendía el motivo de no poder apartar su mirada de él, tampoco le dio mucha importancia porque eso sólo era algo entre las muchas cosas que no comprendía.

Sencillamente observarlo despertaba algo en él, algo nuevo, algo que se sentía bien.

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí...
Gracias por darle la oportunidad a este escrito, y espero hayan encontrado interesante el primer capítulo.
Independientemente de las lecturas o comentarios, trataré de actualizar pronto.
Para cualquier opinión o duda están los reviews, los cuales contestaré en cuanto pueda ;)

¡Hasta pronto!


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