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~De viajes búsquedas y encuentros~ por Paxito

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Notas del capitulo:

Hola!

Un fic dedicado a todos los sagitarios y potrillos del universo saint seiyano :D. 

Disculpen el debraye, ¡juro que no me fumo nada! XD

Seiya amaba viajar.

Seiya era movimiento, dinamismo. Afán.  No importaba si eso significaba perderse. No importaba porque extraviarse era parte del viaje y del camino. Así pues, aunque quería preguntar dónde demonios estaba, se contuvo de hacerlo. Por que no era realmente importante saberlo.

Seguramente lo olvidaría.  Y para variar su poca atención se centró en otros menesteres. 

ー Dakishemeta kokoro no kosumo ~ ー como cantar moviendo los dedos sobre una guitarra imaginaria y balanceando su pies hiperactivos al aire. Era una tonada alegre que trataba de contagiar dicha euforia a su amargado conductor ー Canta Gestalt! canta! Pegasus no Fantasy..~ 

 El empedrado trayecto hacía rebotar la carga de la carreta donde el viajaba. Los árboles a los costados danzaban para él, desnudandose sin pudor frente a Seiya. El otoño terminaba y casi todas las hojas de los árboles habían cambiado de verde a color cobrizo y de este a amarillo.  La hojarasca cubre el camino como una larga alfombra, crujiendo suavemente al pasar sobre ellas.

El helado viento del norte anuncia la inminencia del invierno. Un hecho notable presente también en las personas, en su mirada, pues el invierno llegaba a ellos, desde dentro.  Era , quizá, esa extraña añoranza dormitando en sus párpados. Era un brillo especial que él también tenía...pero no recordaba porqué. 

Seiya sabía que detrás del bosque, había un lago cuyo nombre también ha olvidado. Ahí el camino bifurcaba en varias opciones.  

Su viaje apenas iniciaba. 

ー Dime porfavor que ya hemos llegado, ¿por qué no cantas conmigo? Platicar también sería una novedad, claro.  

La carreta detuvo su andar, la respuesta vino tras un largo gruñido del conductor. Seiya rápidamente descendió del transporte tomando su fiel bolso de viaje ー deslavado y descuidado que hasta pena ajena daba ー junto a su guitarra invisible y la mucha energía que se le habían acumulado en los pies. 

ー ¿Seguro que quieres ir por ese camino? ー pregunta el conductor de la carreta, moviendo sus patas para sacudir el polvo y demás porquería de sus herraduras. ー ¿Seguro que sabes hacía donde vas? 

Seiya alza el rostro hacía aquel y se encoge de hombros.  “Ñe”

Estaba acostumbrado a hablar con gente más alta que él (¡era un maldito gnomo!), pero aquel era un centauro!,  así que si no quería sufrir una fuerte tortícolis tenía que alejarse un poco para hablar con él.

Mitad caballo de la cintura para abajo y mitad hombre arriba, Gestalt era intimidante. La parte equino de su ser tenía el pelaje maltratado, con algunas cicatrices en su lomo, heridas viejas de un pasado de esclavitud que también se le notaba en la mirada. Dura, desconfiada y penetrante. La parte humana era de un joven musculoso; poderosos pectorales y brazos enormes.  En combinación a su forma de hablar - de esas que erizan la piel -  era una de las razones por las que nadie quería acercarse. Pero a Seiya le agradaba, aunque bien no recordaba cómo es que se han encontrado, hablado y simpatizado. Seiya imaginaba que con algunas personas sucedía simplemente, que coinciden en el camino un rato y luego se despiden. 

Menos mal que Gestalt no era como los otros centauros que siempre hablaban en acertijos, de esos que son envueltos en misterios dentro de un enigma y que eran de una complejidad infernal. 

De hecho, le agradaba que fuera tan directo.

ー ¡Ah! ¡En el fondo te preocupas por mi! lo sabía. ¡Lo sabía!.¡ Estaré bien! Ya me sé amarrar las agujetas solito, eh ー respondió el joven japonés con una abierta sonrisa y actitud autosuficiente que desafiaba todo mal pronóstico en su contra, el centauro negó con la cabeza y bufó un poco ー Tú en cambio debes apresurarte para verle. Ya ha esperado bastante por tí.

Gestalt pasó la mano sobre su oscuro cabello distraídamente, peinándose con los dedos hacía atrás. No usaba flequillo, pues solía decir que le estorbaba para saber qué camino tomar.  No podía decirse que era alguien que solía sonreír, pero pensar en que su amado Ecarlate le esperaba suavizó su adusto gesto y sonrió  estúpidamente. Un segundo hasta que se dió cuenta que Seiya seguía ahí, viéndole, bien divertido. 

Gestalt carraspeó

ー Toma el arco. ー ordenó bruscamente. Seiya pestañeó confundido por el cambió de tema abrupto. Pero al final sonrió contrariado, iba a protestar, estaba apunto de decirle que no era necesario pero Gestalt lo interrumpió ー No te atrevas a rechazar el presente de un centauro.

Todo mundo sabía que nunca se debía rechazar un regalo de un centauro. O al menos el tono de voz era como si recién declara esa como ley universal inamovible. 

Suspirando y con una sonrisa nerviosa, Seiya tomó el arco, o al menos el cuerpo de este. Era de un tipo de madera que no identificó. Ni siquiera estaba seguro de que fuera madera. Además tenía grabados en un idioma antiguo. Y ya. No tenía cuerda, ni  carcaj ni flechas. Inclinó la cabeza a un lado y luego miró al centauro con duda, pero este ya se había marchado, despidiéndose de Seiya sin mirar hacía atrás.

ー Vaya...

Seiya guardó el regalo en su bolso y caminó. Luego corrió. Corrió como si se le fuera la vida en ello, como si lo persiguieran. El bosque pareció engullirle, sin sendas ni caminos. Sudoroso y agitado por el ejercicio, Seiya sonrió por esa sensación de libertad y adrenalina que bombeaba en sí. Eso hasta que se tropezó y cayó de narices contra el suelo cubierto de musgo.

Risas. Seiya se carcajeó de si mismo. Luego suspiró pesadamente, volviendo su semblante  un tanto sombrío, como si de pronto recordara una tristeza escondida.

Pero Seiya no era alguien que se dejará invadir por esas emociones grises. Esa molestia le  le recordaba que ese viaje tenía una razón: 

Una búsqueda.

 ¿De qué? ¿De quién? 

Enderezandose y sacudiendo la suciedad de sus rodillas Seiya dejó de lado las preguntas. Volvió a acomodar su bolso y continuó, caminando.

De frente.

Caminó y Caminó  bañándose con la luz solar.. El japonés ignoraba dónde lo llevarían sus pies, lo único que tenía claro era que debía seguir adelante.


***

Continuará...


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